Advertencia: Este capítulo tiene violencia física y abuso sexual.
Ni tan diabólicos ni tan amantes
Capítulo VII: Yuzu
»Crecí a las afueras de esta ciudad, en un bosque muy parecido al que rodea la mansión. Lejos de vivir con lujos como los Sakamaki, mi familia y yo teníamos una pequeña casa apartada de toda civilización. De niña solía pasear por el bosque, leer muchos libros y jugar con mis muñecas, ya que no tengo hermanos y en ese entonces no iba a la escuela. Mi madre es profesora así que se encargó de educarme desde muy pequeña, mientras que mi padre salía a trabajar día y noche. A veces desaparecía durante semanas.
»Nunca supe a qué se dedicaba, pero un día simplemente no regresó. Yo solo tenía diez.
»Pasaron unos cuantos años antes de que mi madre conociera a alguien más. Desconocíamos el paradero de papá, así que ella simplemente quiso seguir adelante y olvidar el pasado. Nunca la culpé por eso. El sujeto del que se enamoró tenía una vida acomodada en la ciudad y la había conocido un verano en el que acampó cerca de nuestra casa. No tardamos en mudarnos con él, dejando atrás nuestra humilde vida en el bosque.
»De esta forma, a los catorce años fui por primera vez a una escuela. La mayoría de los chicos en secundaria tenían grupos definidos y me resultó difícil encajar. No me excluían especialmente, pero como yo era algo diferente a los demás no tenía amigos, solo personas con las que hablaba lo justo y necesario.
»Eso fue así hasta este año, el último de la preparatoria.
»Como siempre, la clase debía decidir a principios del semestre quienes serían sus próximos representantes. Nadie quería asumir ese rol, por lo que apenas el profesor preguntó no hubo mayor respuesta de parte de mis compañeros. Yo no estaba prestando atención al asunto hasta que una chica a la que apenas conocía me sugirió como delegada:
»— ¡Pienso que Katō haría un buen trabajo! — exclamó enérgicamente en esa ocasión, manteniendo una mano en alza. Ella se sentaba justo en el pupitre detrás de mí, por lo que volteé con desconcierto apenas la escuché.
»Se trataba de Tomoka Hayashi, la estrella del club de atletismo. Era muy popular entre las chicas del salón.
»Como ninguno de los alumnos se negó a la propuesta —y yo misma estaba demasiado desconcertada como para hacerlo— acabé siendo escogida como delegada de la clase. Tuve que pasar a la pizarra y pararme frente a todos, ¡fue muy vergonzoso! Estoy segura de que muchos ni siquiera se acordaban de mi nombre. Sin embargo, poco después de eso un chico se ofreció como delegado también. El chico era Kousuke Sugiura y no llamaba particularmente la atención a menos que vieras sus calificaciones, ¡siempre estaba entre los primeros lugares!
»Como sea, después de que Sugiura y yo nos presentáramos como los próximos delegados de la clase, busqué a Hayashi para que me diera una explicación.
»— Oye — le hablé en el pasillo apenas ambas salimos del salón.
»— ¿Eh? ¿Qué sucede, Katō? — preguntó ella de forma despreocupada. Llevaba el cabello anaranjado amarrado en una pequeña cola alta y los ojos almendrados lucían muy despiertos. Era mucho más alta que yo.
»— ¿Por qué hiciste eso? Yo no quería ser delegada — protesté.
»— ¿No? Pues te ves como el tipo de chica que le gusta mandar — me respondió sonriendo con picardía.
»— ¿Ah?
»— En clase te muestras muy tranquila, pero sé que en realidad tienes una fuerte personalidad. — Me quedé boquiabierta. ¿Cómo podía decir eso si ni siquiera me conocía? ¡Estaba loca! — Creo que lo harás bien — agregó luego, desconcertándome aún más y llevándose ambas manos hacia la nuca. — Además, Sugiura es un chico de confianza y te ayudará. Créeme, lo conozco desde la primaria.
»Después de esa extraña conversación, ella se alejó para reunirse con su grupo de amigas, dejándome con una enorme incertidumbre.
»Todo cambió para mí desde entonces. Debido a mi nuevo cargo, estaba obligada a interactuar constantemente con mis compañeros y profesores, además de que debía trabajar hombro a hombro con Sugiura. Él efectivamente demostró ser un alumno ejemplar: me ayudó mucho a adaptarme al rol de delegada y estudiaba conmigo después de clases cuando no nos quedaba tiempo para ocuparnos de los exámenes.
»Por otro lado, Tomoka Hayashi buscaba hablarme a diario. Algunas veces me comentaba tonterías y me enviaba notitas desde su pupitre, otras, me pedía ayuda con algunos asuntos escolares que solo la delegada podía atender. Era una chica muy entusiasta y, a pesar de la primera impresión que me dio, no parecía tener prejuicios hacia mí. De manera natural, acabó convirtiéndose en mi primera amiga.
»Los meses pasaron. El festival escolar estaba a la vuelta de la esquina, por lo que Sugiura y yo teníamos mucho trabajo. En una ocasión tuvimos que quedarnos hasta muy tarde en el salón de clases. Nos encontrábamos solos cuando él me dijo:
»— Katō, ¿puedo hacerte una pregunta? — Como siempre, Sugiura se encontraba sentado en el pupitre justo delante de mí. Yo continuaba llenando los formularios que nos habían encargado.
»— Claro, ¿qué sucede? — le respondí sin siquiera mirarlo.
»Sugiura tragó saliva.
»— ¿Hay alguien que te guste? — me preguntó tímidamente.
»— ¿Eh? — Solo entonces levanté la mirada y noté que el chico se encontraba ruborizado hasta las orejas y con la vista clavada en los papeles. — No, no hay nadie.
»Él apretó el puño sobre la superficie de la mesa.
»— Dime, tú... Katō, tú... — comenzó diciendo con dificultad a medida que levantaba el rostro hacia mí. — ¿Saldrías conmigo?
»Su declaración fue como si alguien volcara un balde de agua fría sobre mi cabeza. No la vi venir. Y aunque tardé un poco en asimilar lo que me decía, acabé rechazándolo.
»Esa misma noche llegué a mi casa a toda prisa y llamé a Tomoka para contarle lo sucedido. Ella también se escuchaba sorprendida.
»— ¿Estaba muy afectado? — me preguntó al cabo de una pausa.
»— ¿Sugiura? — confirmé, extrañada de que me estuviera preguntando por él. — Un poco, sí.
»— Bu-bueno... ¿por qué lo rechazaste? — balbuceó al otro lado del auricular. No era usual escucharla tan nerviosa.
»— ¿Cómo que por qué? No me siento preparada para tener novio. Es todo.
»— Pe-pero... si estuvieras preparada, ¿con qué clase de chico te gustaría estar, Yuzu?
»— No lo sé, nunca antes lo había pensado — confesé. — ¿Crees que debí decirle que sí?
»— ¡Es que Sugiura es un buen chico! Es amable... y sensible... — Tomoka estaba hecha un lío. En ese momento no conseguía entender su actitud. — Seguramente heriste sus sentimientos.
»— Tomoka, ¿por qué estás tan preocupada por él?
»— ¡N-no estoy preocupada por él!
»Después de esa conversación, ella intentaba actuar como siempre en la escuela. Pero yo sabía que algo no andaba bien. Sus sonrisas, siempre naturales y encantadoras, se habían convertido en intentos forzosos de imitar lo que alguna vez fue. Por otra parte, la tensión entre Sugiura y yo era evidente. Teníamos que compartir bastante tiempo juntos por lo de la organización del festival, así que optamos por hacer como si nada hubiera pasado. Era lo mejor para ambos.
»Sin embargo, el mismo día en el que dio comienzo el festival escolar, vi desde la ventana del salón a Tomoka y a Sugiura hablando cerca del gimnasio. Ella lucía muy afectada y se alejó corriendo de él cuando la conversación pareció terminar. Quise ir a buscarla, perseguirla de ser necesario, pero un profesor me llamó en ese momento solicitando ayuda.
»Esa fue la última vez que la vi.
»Tomoka dejó de ir a la escuela. Como ella era la pieza clave de varias competencias deportivas del festival, su ausencia no pasó desapercibida y dio mucho de qué hablar entre los alumnos. Yo me limitaba a enviarle mensajes todos los días o a llamarla para saber cómo estaba, pero no recibía respuesta alguna. También le pregunté a Sugiura si sabía algo:
»— No te preocupes, debe ser un resfriado. Seguramente volverá cuando termine el festival — me aseguró. Aún teníamos mucho trabajo que hacer, por lo que volvió la vista hacia sus papeles sin prestarme mayor atención.
»— Los vi hablando el otro día — revelé. Él dejó de escribir, pero no me miró. — Si sabes algo, cualquier cosa, te ruego que me digas.
»Sugiura suspiró y dejó pasar una breve pausa antes de dedicarme una sonrisa.
»— No fue nada importante. Ya verás que está bien.
»Pero yo sabía que no era así. Tomoka detestaba estar sola, amaba hablar con sus amigas y jamás me ignoraría durante tanto tiempo si no estuviera pasando por alguna dificultad. No importaba cuánto lo pensara, tenía un muy mal presentimiento de todo eso. Aun así, no insistí más. Si Sugiura estaba ocultando algo, estaba claro que no me lo iba a decir.
»Al cabo de una semana sin saber de Tomoka, intercepté a su grupo de amigas del club de atletismo después de la práctica para averiguar qué estaba pasando:
»— No te hagas la tonta, Katō — me dijo una de ellas, despectiva. — Sabes mejor que nadie que todo esto es por tu culpa...
»— ¿Por mi culpa? — pregunté, consternada. — ¿Qué quieres decir?
»— ¡Deja de hacerte la víctima! ¡Tomoka ya nos lo contó todo! — dijo otra. — Lo mejor que puedes hacer ahora es mantenerte al margen.
»— No, en serio... En verdad no entiendo a qué se refieren...
»— ¡Tú sabías que Tomoka estaba enamorada de Sugiura! — exclamó la tercera, muy molesta. — ¡¿Cómo pudiste quitárselo?!
»— ¿Cómo? ¿Tomoka... de Sugiura? — Solo en ese momento asimilé la reacción de mi amiga cuando hablamos por teléfono acerca de la confesión. "Claro... tiene sentido..." pensé, sin embargo, las chicas no me dieron ni un solo respiro.
»— ¡Eres una perra, Katō! — gritó una. — Y pensar que si no fuera por ella tú jamás serías delegada de la clase.
»— ¡Tomoka te apoyó y la traicionaste! — gritó otra. — Le mentiste para salir a escondidas con el chico que lleva amando desde la primaria.
»— ¡Esperen un momento! — me defendí al verme rodeada por las tres. — ¡Yo no estoy saliendo con Sugiura! ¡Ni siquiera sabía que Tomoka estaba enamorada de él!
»— ¡No nos vas a engañar! ¡Eres una mentirosa!
»— ¿Por qué Tomoka habrá llegado a esa conclusión? — me pregunté llevando una mano hasta mi mentón. La situación me tenía sumamente confundida. — Será... ¿por Sugiura?
»— Así es, Tomoka nos lo contó todo — reveló una de las chicas. — Ella habló con Sugiura y él le dijo la verdad que tú le ocultaste.
»— ¿Sugiura le dijo que estoy saliendo con él? Entonces... — "Tomoka se sintió rechazada por su amor de infancia y traicionada por su amiga..." concluí, entendiendo el escenario por completo. — Vaya malentendido... — comenté antes de suspirar. — De acuerdo, tengo que hablar con ella. ¿Alguna de ustedes sabe dónde vive?
»— ¡Já! ¡Como si fuéramos a darte esa información!
»— Claro, aunque eso no evitará que la encuentre. — Y al decir esto, les di la espalda y corrí lejos de ellas, dirigiéndome hacia el interior del establecimiento.
»Las amigas de Tomoka se quedaron atónitas, pero no me quedé a ver sus expresiones de disgusto o a seguir escuchando sus insultos. Tenía que aclarar esta confusión cuanto antes.
»En el camino hacia la sala de profesores me crucé con Sugiura. Pensé en pedirle alguna explicación o preguntarle directamente si lo que dijeron las amigas de Tomoka era cierto, pero preferí seguir adelante e ignorarlo. "No es necesario que siga perdiendo mi tiempo con ustedes. Tomoka me necesita" pensé.
»Una vez llegué a la sala, solicité a nuestro profesor de cabecera el número de teléfono de la casa de Tomoka. Como era la delegada, él me confió el libro de registros, por lo que no tardé en hacer la llamada:
»— ¿Diga? — Cuando marqué el número me contestó un hombre de voz grave.
»— Eh... esto, ¡buenos días! — dije nerviosa con el auricular pegado al oído. — Soy Yuzuki Katō, amiga de Tomoka. ¿Estará ella en casa?
»— Ah, ¿Yuzuki-san? He escuchado hablar de ti — comentó él de manera muy tranquila. — Mucho gusto, mi nombre es Tougo Sakamaki, tío de tu amiga Tomoka.
»— ¿Tío? No recuerdo que mencionara que viviera con su tío...
»— Antes vivía con mi querida hermana y su familia. Producto de una pequeña crisis emocional Tomoka está hospedándose en mi casa, por lo que he asumido su custodia de manera temporal. — Aquello me sorprendió bastante. Tomoka no solo estaba lo suficientemente herida como para dejar de ir a la escuela, ¿sino que también para irse de su casa?
»"No puedo dejar las cosas así."
»— Necesito hablar con ella, ¿será eso posible? — pedí, empleando el tono más convincente que pude.
»— Mi sobrina solicitó no recibir llamadas telefónicas, pero últimamente me tiene bastante preocupado... — El señor Sakamaki se escuchaba pensativo. Luego de una pequeña pausa me preguntó: — ¿Qué tal si vienes a hospedarte unos días, Yuzuki-san? Estoy seguro de que Tomoka se alegrará de verte.
»— ¿Está seguro? ¿No será mejor preguntarle primero?
»— Si le pregunto, probablemente se negará. — Guardé silencio. Al pensarlo, pensé que probablemente tenía razón. — Por la urgencia en tu tono de voz, puedo apostar que tienes algo muy importante que decirle a mi sobrina. Es por eso que quiero que vengas. Te apoyaré en lo que necesites.
»— Sí... creo... que Tomoka salió dañada por culpa de un malentendido — confesé con aflicción. — Como su amiga, es mi responsabilidad explicarle cómo son las cosas en realidad.
»— Ah, ¿no es la juventud algo encantador?
»El viernes de esa misma semana el señor Sakamaki envió una limusina a buscarme a casa después de clases. Seguí sus indicaciones de llevar una maleta relativamente grande en caso de que necesitara hospedarme una semana completa, pues me advirtió que Tomoka estaba algo susceptible y no sería fácil hacerla escuchar. Mi madre y su novio estaban al tanto de todo, por lo que, habiéndome despedido de ellos, me subí al auto decidida a hacer lo que fuera por mi amiga.
»Cuando el chofer me dejó frente a la mansión Sakamaki quedé atónita por su gran tamaño. Apenas los sirvientes me permitieron pasar permanecí boquiabierta gran parte de mi camino hasta la entrada. Jamás había visto tantos lujos en un solo sitio. Uno de los mayordomos me asistió con la maleta antes de que la puerta se abriera de forma automática, pero al entrar a la fachada no había nadie.
»— ¿Hola? ¿Señor Sakamaki? Soy Yuzuki Katō — anuncié cuando estuve dentro y la puerta se cerró tras de mí. — He venido a hablar con Tomoka.
»No hubo respuesta. Di unos cuantos pasos hacia el interior del elegante pasillo cuando dos presencias aparecieron justo detrás de mí:
»— Vaya, eso fue rápido... — comentó uno.
»— ¿Qué tenemos por aquí~? — canturreó el otro.
»— ¡Ah! — me asusté, volteando de súbito y encontrándome a dos chicos misteriosos que me observaban fijamente. — Di-digo... ¡mucho gusto! Lamento haber entrado sin permiso. Estoy buscando a mi amiga Tomoka, ¿saben dónde está? — corregí con nerviosismo. Ellos guardaron silencio mientras me examinaban de arriba a abajo, enfocándose principalmente en mi busto, mi cintura y mis piernas. Tragué saliva. — ¿Ustedes son sus primos o algo así?
»— Tsk, la última estaba muy buena... — comentó Ayato. — Pero esta es fea y plana, ¡qué decepción!
»— ¡Eso es muy rudo, Ayato-kun! Nfufu~ — respondió Laito, burlesco.
»— ¡¿Q-qué...?! — Al escucharlo sentí cómo la sangre se me subía al rostro. — ¡N-no tienes derecho a tratarme así!
»— ¡Yo te trato como quiero, FE-A! — me gritó de regreso el pelirrojo.
»Iba a responderle cuando sentí la respiración de alguien sobre mi nuca.
»— Este aroma... — escuché un susurro muy cerca.
»— ¡Ah! — salté de nuevo, volteándome hacia él. — ¡¿Tú de dónde has salido?!
»— Yuzu — pronunció el tercero. Se trataba de un muchacho más bajo que los dos anteriores, solo me superaba por unos pocos centímetros. Tenía el cabello azulado y grandes ojeras. — Eres Yuzu, ¿verdad?
»— Así es, ¿tú quién eres? — respondí, intentando tranquilizarme. Pensaba que el señor Sakamaki le había dado aviso de mi llegada.
»— ¿No me recuerdas? Qué mala eres — comentó sin pestañear, perturbándome con sus grandes ojos. — Y yo que te he esperado durante tanto tiempo. Mira, incluso Teddy se cansó de esperar. — Al decir lo anterior, me enseñó el adorable osito de felpa que cargaba entre sus brazos.
»— ¿Teddy? ¡Oye! — Fue lo único que atiné a decir antes de que me jalara violentamente de un brazo para acortar la distancia entre nosotros.
»Uno de sus brazos rodeó mi cintura y, apenas abrí los ojos, vi una sonrisa que hizo que se me pusieran los pelos de punta. Tenía colmillos y su expresión lucía sumamente desequilibrada.
»— Pero eso no importa, ahora que estás aquí tenemos todo el tiempo del mundo... — continuó Kanato, reforzando aquel extraño abrazo que nos unía.
»— Re... ¡respeta mi espacio! — le grité, dándole un fuerte empujón que lo apartó de mí. — ¡¿Qué rayos les pasa a todos ustedes?! ¡Yo solo estoy aquí por mi amiga!
»— Ayato, Laito... No se atrevan a tocarla — advirtió a los otros dos, ignorando por completo mi exabrupto. — Ella me pertenece.
»— Mmh~ No es bueno ser egoísta, Kanato-kun~ — canturreó Laito.
»— Con una chica así, paso — dijo Ayato.
»Yo no entendía nada de lo que estaba sucediendo: ¿realmente esos sujetos eran familiares de Tomoka? ¿Por qué actuaban de forma tan extraña?
»— Oigan... no sé de qué va todo esto, pero necesito encontrar a mi amiga — anuncié, alejándome unos pasos del extraño trío para continuar mi camino por la mansión.
»— Yo sé dónde está — dijo de pronto el más bajo. Cuando volteé hacia él, me enseñó nuevamente su escalofriante sonrisa. — Te llevaré a ella... con una condición.
»— ¿Q-qué clase de condición?
»— ¿Realmente debo usar este ridículo vestido? — pregunté, viendo mi reflejo con incomodidad.
»Nos encontrábamos en la alcoba de Kanato, quien me llevó hasta ahí para entregarme un vestido blanco de estilo victoriano que lucía muy costoso. Me llegaba hasta las rodillas y estaba lleno de vuelos, lazos, perlas y otros adornos delicados. Mis compañeras de clase lo habrían llamado "estilo lolita" o algo parecido. Ni Ayato ni Laito nos acompañaban, los dejamos atrás al retirarnos de la entrada.
»No entendía por qué Kanato me pedía semejante condición para ver a Tomoka, pero me resultaba tan intimidante que preferí obedecer. Y allí estaba, observando mi imagen en un enorme espejo estilo rococó que me reflejaba de pies a cabeza.
»— Esto me trae recuerdos... — comentó él, apareciendo justo atrás de mí y asomando el rostro imprudentemente sobre mi hombro. — Pareces una verdadera muñeca, Yuzu~
»— Ah, ¿sí?
»— Sí, la más bella que he visto.
»— ¿Gra-gracias? Supongo. — Me ruboricé, intentando ignorar lo cerca que estábamos.
»Kanato empezó a juguetear con mis rizos y me habló de forma dulce al oído:
»— ¿Te gusta? Lo hice especialmente para ti. Siempre te gustaron estos vestidos, ¿verdad?
»— Cuando niña mis padres solían vestirme de esta forma, pero... creo que ya no me queda... — le respondí nerviosa. Intentaba mantener la vista fija en mi reflejo para no tener que voltear a ver esos ojos amenazantes.
»— ¡Claro que sí! Te ves muy bien — aseguró llevando una mano hasta mi mentón. — Tengo muchos deseos de besarte, Yuzu...
»Solo entonces reaccioné a apartarlo.
»— ¡Para tus caballos, niño! — exclamé, roja como un tomate. — ¡¿Ni siquiera sé cómo te llamas y quieres besarme?!
»Para mi desconcierto, él solo sonrió.
»— Kanato — dijo. — Recuérdalo bien.
»— Kanato... — repetí sorprendida. Algo en mí resonó entonces: "Ese nombre..." — Tú y yo... ¿nos conocemos?
»Él no respondió. Sus ojos me observaron con añoranza, como si aquello realmente fuera un esperado reencuentro. Y si era así, yo no conseguí recordarlo a pesar de lo familiar que me resultaba su nombre. Incluso ahora, ese asunto es un misterio para mí.
»— Yuzu, le pedí tantas veces a ese anciano que te trajera a la mansión. Había perdido la esperanza... pero aquí estás. — Kanato habló encantado mientras extendía ambos brazos hacia los lados. — He creado la mejor colección de muñecas para ti.
»— ¿Por qué harías eso? Qué extraño eres... — comenté. Incluso si nos conocíamos hacía tiempo, no había motivo para regalarme algo así... ¿verdad?
»Él volvió a ampliar su sonrisa.
»— Cuando la veas te llevaré con tu amiga. Lo prometo.
»Suspiré. "Tomoka, cuando te encuentre definitivamente tienes que explicarme qué rayos le pasa a tu familia materna."
»— De acuerdo, pero esta será la última cosa que haga — declaré con hastío. — Me estoy cansando de este juego.
»El lugar al que Kanato me llevó entonces sobrepasó todas mis expectativas. Se trataba de un compartimento subterráneo muy oscuro y tenebroso lleno de mujeres de cera, todas aderezadas con bellos vestidos de novia y flores. Caminamos juntos hacia el centro de la estancia, yo aún vestida con el atuendo que me entregó y él con una escalofriante sonrisa colada en el rostro.
»— Este sitio... — murmuré, helada.
»— ¿Te gusta? Es aquí donde guardo a las hermosas muñecas que he fabricado — explicó Kanato, viendo las figuras con fascinación antes de volver hacia mí. — Ahora son todas tuyas, Yuzu.
»— ¿Por qué querría algo así? — ¡Kanato debía estar loco si pensaba que quería tener a alguna de esas mujeres en mi habitación! Eran hermosas, pero observarlas me hacía sentir extrañamente intranquila.
»Sin embargo, mi respuesta no pareció agradar al muchacho, quien bajó la sombría mirada antes de gritarme:
»— Debes aceptar este regalo, ¡me tomó mucho tiempo hacerlo! ¡¿Cómo no te das cuenta?! — De improviso, su tono de voz fue elevándose cada vez más, convirtiéndose en una exclamación llena de histeria. Este repentino cambio de actitud me asustó mucho, por lo que me limité a encoger los hombros y a permanecer en silencio, expectante. Kanato tomó aire y volvió a hablar, esta vez más tranquilo, pero manteniendo la misma posición cabizbaja: — Esta es... mi forma de disculparme por lo de ese día...
»— ¿Ese día...? — repetí sin entender.
»Lo siguiente que ocurrió fue bastante confuso. En menos de lo que dura un parpadeo, el muchacho apareció justo delante de mí y me besó en los labios. Yo tardé en reaccionar, pero cuando lo hice mi primer impulso fue darle una fuerte bofetada.
»Algo en mí sabía que hacer eso no era una buena idea, pero no pude detenerme. Un silencio se coló entre nosotros después del golpe.
»— ¿Por qué insistes en rechazarme? — masculló Kanato. Después de una pequeña pausa, volteó hacia mí con lágrimas en los ojos, indignado: — Tú... ¡prometiste que te casarías conmigo!
»— ¿Qué? — Yo estaba totalmente descolocada. Él se llevó una mano hasta la mejilla abofeteada, la cual estaba ligeramente roja.
»— Estas novias... no pudieron ocupar tu lugar... — continuó él empleando un tono y volumen de voz suave, no obstante, su cuerpo tembloroso y sus pupilas contraídas advertían peligro. — Ni siquiera tu amiga pudo...
»— ¡¿De qué estás...?!
»Quise pedir explicaciones. No entendía nada de lo que estaba hablando y escucharlo mencionar a Tomoka me sacó de mis casillas. Pero mi pregunta quedó inconclusa. Lo siguiente que supe fue que él había enterrado una cuchilla en el centro de mi estómago. El dolor tardó en anunciar su llegada, por lo que no terminé de procesar lo que acababa de suceder hasta que lentamente bajé la mirada.
»— Tú eres la única novia destinada para mí, Yuzu — dijo Kanato, aún empuñando el arma en contra mía. Ahora sonreía. Sin resistirlo más, caí de rodillas. El cuchillo abandonó mi interior. Ya en el suelo, me llevé una mano hasta mi estómago herido, recién empezando a entender que toda la sangre que manchaba mi visión era mía. — Casi lo olvido. Prometí llevarte con ella.
»El comentario de Kanato pareció insignificante para mí en esos momentos, a pesar de que era ese el verdadero motivo de mi presencia en ese sitio. Él me tomó del brazo y me arrastró por el piso sin esperar a que yo me incorporara, tal y como si ya fuera un cadáver ensangrentado.
»— Mira, Yuzu. Aquí está tu amiga — anunció al cabo de unos tortuosos y eternos minutos. Débil pero esperanzada, levanté la mirada.
»— No puede... no puede ser... — musité al ver de abajo hacia arriba la hermosa figura de una muñeca de cera cuyo rostro conocía perfectamente. — To... Tomoka...
»Mi visión se nubló entonces. No sabía si por el horror que sentía o por las lágrimas que llevaban un rato manando de mis ojos.
»— Lamentablemente fue Ayato quien la mató, pero me di el gusto de sacarle los ojos y hacerla parte de mi colección — reveló Kanato con tranquilidad, como si estuviera hablando de algo tan cotidiano como el clima. — ¿Te gusta, Yuzu? Puedes venir a verla cada vez que quieras, después de todo, es tu querida amiga y mi regalo para ti. — Él seguía sonriendo. Y a pesar de todo, yo aún no acababa de asimilar que Tomoka estaba muerta y que yo no tardaría en estarlo también. Kanato se sentó en cuclillas a mi lado, observándome mientras lloraba desconsolada en el piso. — Ah, ¿te duele el estómago? Descuida, Reiji hizo una loción especial para estos casos. — En ese momento sacó un extraño frasco de su bolsillo. — Con esto, no importa lo que te haga, no morirás. ¿No te alegra?
»Y dicho lo anterior, Kanato se abalanzó sobre mí. Intenté forcejear para apartarlo, pero estaba tan débil y abatida que me resultó imposible hacer algo. Acabé de espaldas en medio de aquel tétrico escenario, de esas muñecas que alguna vez fueron humanas... tal y como Tomoka lo había sido. El vestido antes blanco estaba totalmente arruinado y mi vida pendía de un hilo, lo único que podía hacer era clavar mi mirada en el techo y esperar lo peor.
»Kanato se colocó estratégicamente sobre mí y volvió a besarme, para luego buscar mi cuello y clavar sus colmillos en él. Todo lo que veía a mi alrededor era sangre. Todo lo que sentía era dolor.
»Y eso al vampiro parecía encantarle.
»— El olor de tu sangre me está volviendo loco... — musitó, esta vez ocupando un tono extrañamente dulce. — Quiero más, Yuzu... ¡Dame más! — Sin previo aviso, volvió a clavarme el filo de su cuchilla, esta vez en el pecho.
»Seguramente lo único que hice fue llorar y gritar, no lo recuerdo bien. De cualquier modo, Kanato no se detuvo. Me apuñaló repetidamente en varias partes del cuerpo riendo como un desquiciado. Y cuando notaba que yo estaba por agonizar, aplicaba la loción de Reiji para sanarme. El efecto era inmediato, para mi alivio y desgracia. De esta forma, incluso los momentos más críticos parecían irrelevantes para él. Imaginarás que con ese poder de revertir lo hecho, la tortura solo fue creciendo, al punto de que solo quería morir de una vez y acabar con mi sufrimiento.
»— Ah... la expresión de tu rostro es maravillosa... Muéstrame más... — suspiró, lleno de júbilo.
»Llevábamos horas en lo mismo. Creo que no hubo parte de mi cuerpo que no hirió, fuera con la cuchilla o sus colmillos.
»Pero sí, él quería más.
»Yo estaba demasiado desconectada de la realidad como para entender lo que hacía, pero aun así pude mascullar:
»— ¿Q-qué estás...? — Al bajar la mirada asimilé que tenía la falda levantada. Y me quedé helada al ver su miembro desnudo apuntándome. ¿En qué momento habíamos llegado a eso? — No... por favor... no...
»— Quiero torcerte por completo y que esta expresión de terror sea solamente mía... — susurró Kanato con las mejillas encendidas y los ojos completamente inyectados de locura. — Cuando tu cuerpo me recuerde, tus pesadillas solo hablarán de mí...
»Y no se equivocaba.
»Entró en mi cuerpo a la fuerza, arrancando desde lo más profundo de mi alma un grito de agonía y un llanto desconsolado. Le supliqué incansablemente que se detuviera. Él lo único que hizo fue reír.
»En algún momento de esa prolongada tortura, desperté sola tirada en medio de la habitación de las muñecas de cera. No sabía si Kanato simplemente se había aburrido de mí o si pensaba regresar, pero no me iba a quedar a averiguarlo. La cordura apenas me alcanzaba para comprender que Tomoka había sido asesinada por un vampiro —ser que hasta entonces creía inexistente— y que yo peligraba con correr el mismo destino.
»Me vestí con los restos que quedaron del vestido destrozado y caminé hacia el interior del subterráneo a duras penas, con la entrepierna ensangrentada y el cuerpo sano, pero sensible a cada uno de esos horribles recuerdos.
»En medio de un oscuro pasillo que parecía conducir a los calabozos, me encontré con un sujeto desconocido. Él se encontraba perezosamente apoyado contra la pared.
»— A... ayúdame... por favor... — le supliqué con un hilo de voz, acercándome hacia él a paso lento. — Necesito... salir de aquí...
»Silencio.
»— Eres el nuevo sacrificio de la mansión Sakamaki — dijo sin cambiar en lo más mínimo su expresión desinteresada. — No hay forma de que puedas escapar.
»— ¡Por favor! — insistí, lanzándome hacia él y asiéndome de sus ropas con desesperación. — Por favor... haré lo que sea... Toma mi sangre, mi cuerpo... Toma todo lo que quieras, pero... — Mi voz se quebró, impidiéndome continuar. Las lágrimas volvieron a aparecer. — ¡Por favor, sálvame de ese sujeto!
»Él resopló. Por su expresión, podía decir que no le importaba en lo más mínimo mi situación.
»— ¿Quieres que te proteja de Kanato? — corroboró. — Eso suena molesto...
»— Si Shu no quiere, ¿puedo ser yo quien tome la oferta? — Otra voz se dejó oír, interrumpiendo la conversación.
»El muchacho y yo volteamos. A unos pasos de nosotros, Laito nos sonreía de manera sugerente, de un modo muy diferente a la primera vez que nos vimos.
»Si no podía salir de ahí, usaría a cualquiera de ellos para alejarme de Kanato. Eso es lo que había decidido. Inocentemente, pensaba que ninguno podía ser tan malo como él.
»Escuché a Shu suspirar.
»— Hagas lo que hagas, el resultado será el mismo — me advirtió antes de desaparecer, dejándome a merced de Laito.
»— Así que eso fue lo que sucedió... ¡Debes gustarle mucho a Kanato-kun! Él no suele hacer ese tipo de cosas de buenas a primeras — comentó el vampiro del fedora después de escuchar lo ocurrido entre su hermano y yo. — ¿Por qué le gustarás tanto? Me causa algo de curiosidad~
»Nos encontrábamos juntos en su alcoba. Yo estaba recostada en su cama con las frazadas hasta las orejas y él se encontraba sentado junto a mí. Si me preguntas cuál fue la primera impresión que tuve de Laito, pues tendría que decir que pensaba que era un completo idiota y que seguramente lo único que quería de mí era sexo. Y eso era algo bueno.
»"Los idiotas son fáciles de manipular, ¿no?"
»— Acerca de nuestro trato... ¿puedes darme un tiempo? — le pedí dándole la espalda. — Mi cuerpo aún duele...
»— Pobrecilla~ — canturreó sin tomarme demasiado en serio. — Está bien, pero no me hagas esperar mucho, Bitch-chan~
»Ese apodo me dio un tic en el ojo. Lentamente volteé mi cuerpo hacia él y comprobé que se encontraba recostado cómodamente sobre la cama, mirándome.
»— Tengo un nombre, ¿sabes?
»— Ofreciste tu cuerpo a cualquiera para sobrevivir, ¿no es algo que solo una perra haría? — se excusó con una sonrisa. — Pero no te preocupes, eso te hace aún más interesante~
»Sin previo aviso, estiró una mano hacia mi rostro, el cual acarició suavemente a pesar de mi evidente incomodidad. Y a pesar de todo, se sintió como un gesto bastante íntimo. Me sonrojé.
»— ¿Q-qué estás haciendo?
»— La has pasado mal, ¿verdad? — ¿Por qué de pronto ocupaba un tono tan dulce? Incluso su afilada expresión parecía haberse suavizado. — Quiero consentirte~
»— Por favor, aléjate — le pedí sin apartarlo. — Haré lo que quieras cuando me recupere, pero ahora...
»— No te preocupes. Solo quiero lamer tus heridas.
»Me estremecí. Su tono aterciopelado y su extraña manera de seducirme me hizo comprender que no era ningún idiota fácil de manipular.
»Esa noche Laito besó cada rincón de mi cuerpo. Y aunque acababa de conocerlo, fue extrañamente reconfortante. Sabía que se estaba aprovechando de mi vulnerabilidad, pero aún así sus gestos me hicieron sentir tan protegida y contenida que en algún momento lloré en su regazo. No sé cuánto tiempo estuve en eso. Él se limitó a acariciar mi cabello y besar mis lágrimas. Sus labios se convirtieron en el consuelo que tanto necesitaba; sus abrazos y dulces caricias parecían decir: "Tranquila, no estás sola."
»Estuvo varios días cuidándome de este modo, hasta que finalmente accedí a que "lamiera" una de mis más grandes heridas. Mi intimidad.
»Tenía miedo, aún dolía, pero la sangre de mi entrepierna y sus fluidos fascinaron a Laito, quien bebió de mí hasta el hartazgo. Al final, un placer desconocido para mí hasta entonces me inundó una y otra vez, impulsándome a buscar su boca y su cuerpo. Quería limpiar de mí la existencia de Kanato y sentir el calor de mi salvador, llenarme con él de ser posible. Estaba herida y desesperada.
»La primera vez que lo hicimos no tenía idea de nada, solo me dejé llevar por él y por la abrumadora sensación que me embargaba. Lo necesitaba. Y también necesitaba usarlo para protegerme. No tenía otra opción.
»Al cabo de unos días manteniendo esa rutina, mi cuerpo empezó a reaccionar a él con movimientos simples como una lamida o un beso escueto. Fue entonces cuando Laito decidió beber mi sangre. Parecía haberme estado preparando para el momento, por lo que lucía sediento y deseoso. Lo hicimos un par de veces antes de que hundiera sus colmillos en mi cuello. Yo me resistí, jalé su cabello y grité lo más fuerte que pude. El dolor punzante me recordó a los colmillos de Kanato, al filo de su cuchilla atravesándome... Sin embargo, la sensación acabó mezclándose con el placer que sentía, provocando en mi piel una gran contradicción que hizo todo más soportable.
»Laito acabó conociendo mi cuerpo mejor que yo misma. Y yo intentaba complacerlo lo mejor que podía, aprendiendo de él y de las indicaciones que me daba. Mezclar el dolor y el placer se acabó convirtiendo en una cuestión de todos los días, hasta ahora.
— Vaya... lo has tenido muy difícil. Lo siento mucho — dijo Kim con aflicción una vez Yuzu terminó el relato. Hubo un silencio entre ambas antes de que la chica se animara a volver a hablar: — Yuzu, entiendo que Kanato está extrañamente obsesionado contigo y necesitas protegerte de él, pero debo pedirte que por favor tengas cuidado con Laito.
— No es necesario que me lo digas. Lo sé — aceptó la implicada sin mirarla.
— No me refiero solo a las cosas que pudiera llegar a hacer... sino a tu corazón.
— ¿Eh? — Yuzu se sorprendió ante la aclaración de Kim. — ¡Ah! No creerás en las tonterías que dijo hace un rato, ¿verdad? ¡No hay forma de que yo me enamore de un tipo así! — aseguró aparentemente despreocupada. — Admito que a veces es algo cariñoso... y es bueno en la cama... ¡pero su personalidad es un asco! ¡No soy tan masoquista!
— Pero Yuzu... estabas llorando — habló Kim otra vez, manteniéndose seria. — Sé que estabas preocupada por mí, pero... antes también, cuando lo viste con otra chica.
— N-no estaba llorando en esa ocasión...
— Yuzu, conozco a Subaru hace solo unos días y lo único que hago es pensar en él. Sé que no me gusta ni nada parecido, pero ha sido la persona que más me ha acompañado y protegido en toda esta confusión — le confesó, visiblemente preocupada por ella. — Imagínate tú, que no solamente vives hace un mes con Laito, sino que también te acuestas con él. No sería extraño que empezaras a sentir algo...
— Dependencia — interrumpió de pronto una voz masculina. — Los humanos son muy propensos a tenerla.
— ¡¿Quién dijo eso?! — saltó Kim, contemplando aterrorizada la oscuridad que las rodeaba más allá del calabozo.
— Esa voz... — reconoció Yuzu mientras se levantaba para acercarse hacia los barrotes de la celda, confirmando que no estaban solas. — ¡Shu! ¿Hace cuánto estás ahí?
El vampiro se encontraba recostado en el suelo, apoyado en el muro contiguo a su calabozo correspondiente y manteniéndose fuera de este. Al escuchar a Yuzu, se desperezó ligeramente para decir:
— Ah, ¿te preocupa que haya escuchado tu aburrida historia? Descuida, me quedé dormido en la parte de la escuela.
Un poco temerosa, Kim también se asomó a ver a través de los barrotes.
— ¿Él fue quien te encontró después de lo de Kanato? — preguntó, percatándose de que era el vampiro con menos presencia de todos.
— Sí, técnicamente es su culpa que esté enredada con Laito — afirmó Yuzu, indicando a Shu con un pulgar.
El vampiro resopló, un tanto divertido.
— ¿Preferirías estar enredada conmigo? — preguntó él, manteniendo los ojos cerrados y la actitud perezosa.
— ¡Si fueras de confianza, claro que sí! — confesó Yuzu, llevándose ambas manos a la cintura en son de regaño.
Shu no pareció esperar esta respuesta, pues su sonrisa desapareció.
— Qué molestia... — masculló, colocándose de pie con desgana para marcharse a paso lento. De alguna forma debía ocultar la extraña sensación que estaba teniendo.
— ¿Ves? ¡Todos son iguales! — escuchó decir a Yuzu. — Fuera Laito o no, las posibilidades no eran muy diferentes.
— Creo que tienes razón... — admitió Kim, viendo la espalda de Shu desaparecer en la penumbra. Después de escuchar toda esa historia, podía entender mejor que nunca los comentarios de Yuzu y aquel vago pero existente presentimiento acerca del albino que la salvó: — Subaru no es... como ellos.
— ¿Qué haces aquí? — Reiji interceptó a Shu en la entrada de los calabozos.
— Estoy de paso — respondió el mayor, encogiéndose de hombros. La tensión entre ambos acompañó su silencio. Shu se limitó a pasar junto a Reiji con desinterés, mientras que el segundo permaneció erguido y con la filosa mirada clavada hacia el frente. En contra de lo previsto, Shu detuvo su avance antes de emprender la retirada: — Esa mujer llamada Kim... ¿quién es realmente?
— Sugiero que te mantengas alejado de ella.
Shu sonrió.
— Vaya, creí que te gustaban las mujeres maduras y refinadas...
— No se trata de eso — interrumpió Reiji, tajante. — Puede que tenerla en la mansión sea un peligro para todos...
NOTAS DE LA AUTORA:
Ya empezamos a mostrar parte del drama que se teje en esta caótica historia.
¡Gracias totales a KimWolfMoon y Las rosas de hercules por comentar siempre! Son lo más ;_;
Y también quiero agradecer especialmente a Guest por estarse esforzando en leer la historia a pesar de hablar en ruso :') ¡me hace muy feliz!
Espero les haya gustado el capítulo. Nos vemos en el próximo ;D