Advertencias: Mentes Rotas.

Inspirado en las canciones "Karma -Gareki No Mantichoras-" de Mejibray. "Merciless Cult" de Dir En Grey. "Engel", "Eifersucht" y "Bestrafe Mich" de Rammstein.


Part 1. Impureza

Respirar y luego existir. Existir antes de respirar. Las transformaciones de la materia. Destrucción y creación. Principio y Final. Ecosistemas. Vida y muerte. Todo aquello eran misterios, dilemas, que ocuparon la mente del pequeño camaleón justo en el momento que adquirió el razonamiento y la inteligencia de los seres vivientes. Como criatura viva se preguntó la función de cada objeto componiendo los alrededores, así como el sentido de que tales estuvieran en el momento y lugar apropiados. Mas su raza, en comparación a otros reptiles en Venom, eran poseedores de los más aberrantes tabúes hechos carne, hechos colonias, hechos sociedad. Sus congregaciones eran el centro de la perversidad, que tan normales e importantes eran para sus habitantes, pobladores que convirtieron en tradición entregar a sus hijos a los mejores postores con el fin de contener el menor número de camaleones ocupando una única zona en todo el hostil planeta. Leon siquiera había nacido cuando presenció su primer asesinato en manos de su madre y comió de la fría carne que le fue entregada en su alimentación, creciendo con la necesidad y las emociones retorcidas. Fedora Powalski era un camaleón hembra de carácter fuerte, insensible ante las adversidades, una figura envuelta con un traje de elegancia y sagacidad cual malicia pocos podían hacerle frente. Leon la admiraba en secreto a través de los duros barrotes de su cuna donde vivió apresado cuando a la hembra que le había engendrado no le hacía falta su desadaptada presencia. Leon Powalski no conoció un cariño físico de ella, mucho menos uno emocional, porque Fedora había establecido que no le serviría para su renacer al mundo una vez abandonase la casa en la cual vivió ocho años con siete meses. Pues, aunque Leon no conociera cuál sería su próximo destino, comprendía perfectamente que su estancia a lado de su madre era un refugio temporal; y los nervios tensándose bajo su piel escamosa le advertían que debía acoplarse a esto si quería seguir respirando el oxigeno venenoso que aprendió a inhalar y exhalar para su organismo latente.

Y fue durante un verano tan ácido como los ríos corriendo por medio de su aldea natal que esta realidad se convirtió en una verdad irrebatible. Fedora cortaba la carne sobre una mesa de cristal -separando la parte enferma de la comestible con ayuda de un cuchillo- cuando alguien llamó a la puerta. Leon se irguió al escuchar el inconfundible sonido de la madera crujiente y se acercó a los barrotes tomando entre sus dedos el metal firme, sin atreverse a perder de vista a su madre en el momento que ella dejó su actividad para atender el llamado sin deshacerse del artefacto de cocina en sus manos. Los golpes a la puerta eran recios y exigentes, e inevitablemente Fedora Powalski se preparó para cualquier amenaza imprevista, señalando a su cría qué hacer con sólo una mirada seria. En un lugar tan violento como la provincia de Katrhas, la mejor defensa era la ofensiva, y ninguna opción era más factible que el asesinar a tu enemigo antes de convertirse en victima de un absurdo descuido. Pero Fedora no tardó en reconocer a sus visitantes cuando abrió la puerta, permitiendoles fácil acceso a los dos musculosos adultos vestidos con pulcros uniformes militares después de compartir una serie de saludos a los cuales la hembra no respondió. Leon entrecerró sus ojos al ser esta la primera vez que les veía, considerándolos intrusos al instante y prestando especial atención al mono que caminaba junto al caimán de más alto rango; no conocía su especie desde tan cerca, por lo que se encontraba curioso frente a la descomunal apariencia que el primate no se molestaba en cubrir. Lucía demasiado plano para su gusto, no le gustaban los seres sin escamas.

—¿Ese es el chico?— cuestionó este mismo mono, señalando hacia la cuna de Leon, quien acertó a simplemente aferrarse a los barrotes, incluso cuando el mono se acercó osadamente hasta su posición al centro de la sala. —¿Por qué está enjaulado?

—Dejo a Leon familiarizarse con el cautiverio —habló su madre por primera vez. Leon sintió como si su piel se erizara al escuchar su voz, pues casi fue una eternidad de silencio antes de que aquellos sujetos arribaran a su morada—. Leon es obediente. Sabe que no debe salir si no le es ordenado. Él duerme, come y bebe en su interior, porque dentro es donde vive.

Leon volvió la vista a la figura de su madre, olvidando un instante al mono quien no logró disimular la gracia que las palabras de Fedora le provocaron, sin conocer el significado emblemático de estas y tomándolas por poesía simplemente. Por otro lado, el caimán se mostró convencido con aquella afirmación, entendiendo aquello que la hembra buscaba transmitir y comprobando además que eran ciertos los rumores de que Fedora Powalski seguía una doctrina de pocas palabras, y que en consecuencia formulaba oraciones terminantes y precisas mientras se ahorraba extensas explicaciones.

—¿Y ha sido entrenado?— insistió el mono, el acento burlón cosquilleando en la parte superior de su garganta, casi rozando superficie. —Disculpe si me comporto incrédulo, pero no me siento cómodo pagando tantos créditos por su hijo, no se ofenda... es sólo un niño.

Fedora tuvo el impulso de gruñir indignada con la pregunta y con los comentarios del primate, debía ser considerada una blasfemia el dudar de las capacidades de un camaleón infante, especialmente de uno en cuyas venas corre sangre Powalski. Aún así se ahorró el disgusto en su voz, reflejandolo sólo en su forma de caminar hasta la cuna del pequeño reptil donde se detuvo un momento para meditar cuidadosamente su siguiente oración.

—Leon no necesita ser protegido ni alimentado, él puede cazar sus propias presas y comerlas crudas. Sabe convertir artefactos inútiles en armas.— Fedora acarició la parte superior de la jaula que mantenía a Leon reprimido, rodeandole como rodearía una parvada de buitres a la carroña. —Puede rastrear lo que sea. Castigar, torturar y asesinar a quien sea. Es capaz de permanecer despierto durante un largo periodo de tiempo sin ingerir algún medicamento o droga. Es susceptible a toda clase de ordenes, está acostumbrado a vivir por su amo. No encontrarán mejor opción que un camaleón para sus actividades militares, mucho menos a alguien tan preparado como Leon.— La reptil hembra detuvo abruptamente su andar, mirando de soslayo a sus visitas, enfatizando con singular arrogancia sus siguientes palabras mientras un brillo soberbio se asentaba en sus profundos ojos ambarinos. —En realidad, soy yo quien está dudado de que ustedes sean dignos de tener en sus manos a mi hijo.

—¿¡Cómo se atreve!?

El mono saltó irritado pero no concretó siquiera acercarse a Fedora, siendo detenido por el brazo firme del caimán que hasta entonces se había mantenido expectante. El mono retrocedió a regañadientes y el caimán dio un paso al frente hacia la hembra quien permaneció quieta, impávida frente al porte amenazante del curpulento reptil.

—Está bien, Powalski— el caimán dijo para sorpresa de su compañero. En los labios de la camaleón se formó una descarada sonrisa de satisfacción. —Pagaré su precio. Confiaré en su palabra y me llevaré a Leon hasta nuestras instalaciones en Titania, no volverá a vernos nunca más, ni a nosotros ni al hijo por el que está tan orgullosa, aunque dudo tenga un apego especial con la cría que usted misma ha parido.— El sargento alzó la barbilla con autosuficiencia y en tono burlón agregó: —Apuesto a que su marido no volverá a retorcerse en su tumba sabiendo que la bestia que ayudó a alimentar con su carne finalmente se ha largado de aquí.

El mono se mostró impresionado con lo que sugerían las palabras del otro sargento, mas el gesto estoico que gobernaba las facciones de la camaleón no cambió un ápice.

—Trato hecho— contestó Fedora echándose hacia atrás la capa de colores psicódelicos con la que era vestida su silueta, revelando en el movimiento una llave negra que no tardó en usar para abrir la cuna del menor. El niño salió de esta sin recibir ayuda de su madre, colocándose de frente a ella, y esperó paciente por sus instrucciones. La hembra lo tomó bruscamente de la nuca para tirar de esta hacia atrás, arqueando el cuello del pequeño reptil mientras ella se inclinaba a escasos centímetros de los labios infantiles. Leon vio los afilados dientes de su madre y sintió a sus ojos devorándole por última vez. Mas nada llamó tanto su atención como aquellas pupilas frías desprendiendo de su centro emociones de melancolía que nunca presenció en los mecánicos gestos de la hembra. Los delgados dedos de la mano derecha de su madre lo tomaron de la mejilla con tristeza, juntando el borde de sus poros con hipócrita ternura. Fedora por primera vez trataba de ser dulce con su hijo pero, aunque a Leon le pareció algo inútil, disfrutó de este inusual contacto cerrando los ojos un instante, cuyos parpados abrió cuando la voz de su madre vibró por última vez para él. —Como lo prometí, te he vendido. Te irás a un lugar lejos, un lugar donde Dios es más cruel y más despiadado con aquellos que cuestionan su existencia. De ahora en adelante obedecerás todo lo que te indiquen, convertirás una orden suya en una ley absoluta que seguirás sin importar cuan cerca te encuentres de la muerte. Pero recuerda que si tu amo te traiciona es tu deber asesinarlo.— El mono y el caimán reaccionaron, pues no estaban lo suficiente lejos para ignorar lo que Fedora decía a su hijo. Sin embargo, la hembra no se molestó en cubrir el sentido de sus instrucciones, ya que realmente no le importaba que sujetos ajenos escucharan. —Nunca te conviertas en la presa. ¿Me has entendido?

—Si, madre— Leon asintió y saboreó sus propias palabras con goce, sintiendo a la miel llenando sus labios; también era esta la primera vez que llamaba a Fedora de esa manera, así que no quiso privarse de la oportunidad al ser consciente de que aquella sería la última vez que la vería. A pesar de todo, había sido por ella que respiraba la atmósfera envenenada de Venom, fue por su causa que no murió durante el complicado proceso de parto. Ella había arriesgado mucho para criarle. Ella se sacrificó para mantenerle aferrado a la vida sin importar cuál fuera el costo. Como primogénito y heredero del apellido Powalski, estaba preparado para recorrer su propio camino y llenarse de heridas a favor de la supervivencia. Y acoger cada trazo de toxicidad que representaba una vida en cautiverio.

Sin embargo, alejarse de la residencia con la frente en alto no impidió que Leon percibiera amarga la idea de separarse de su aldea por tiempo indefinido: tal vez estaría lejos para siempre. Miró a sus espaldas sin romper el ritmo al que caminaban sus nuevos amos, notando con decepción que en el marco de la puerta abierta no estaba la silueta de su madre, y se preguntaba si esta se había quedado congelada en el mismo sitio en donde la dejó antes de seguir el paso de ambos militares hacia la salida y hacia aquella nave oscura de cuatro propulsores que yacía estacionada junto al rió. El pequeño Powalski no mencionó palabra, ateniéndose a todas las indicaciones que el mono gruñía sin disimular ni un poco su creciente disgusto a su presencia, mas Leon obedeció al pie de la letra, mostrándose accesible a quienes había sido vendido. El caimán no parecía preocupado o irritable, se le veía indiferente por lo que Leon lo observó de forma minuciosa después de subir a bordo de la nave y sentarse en el asiento junto al malhumorado primate. Escuchó a los motores vibrar bajo sus pies antes de escuchar cómo la energía de la nave la elevaba sobre su aldea antes de poner marcha fuera del planeta donde los gases tóxicos de la atmósfera se volvían cada vez más densos. Después de dar un vistazo a través de los cristales de la cabina, Leon retornó a su primera actividad que consistía en vigilar a quien se sentaba justo frente a él. No desvió su atención del otro reptil, ni siquiera cuando el sargento le devolvió la mirada; Leon sentía intriga por él, pues no le había dirigido ninguna orden y estaba impaciente por escuchar alguna de sus labios, quizás porque él también era un ser con escamas. Pero su mirada era tan penetrante que el sargento no pudo evitar hablarle.

—A ti tampoco te importa lo que acaba de suceder, ¿verdad?— dijo el caimán, en respuesta Leon agitó un poco la cola sin perderlo de vista. El sargento se rió brevemente mientras el mono le dedicaba una mirada de extrañeza al pequeño lagarto.

—¿Acaso no sabes responder "si" o "no"?— cuestionó el soldado al camaleón bruscamente, pero Leon no le miró siquiera.

—Supongo que no se integra a la conversación porque ninguno de los dos le ha brindado ese permiso, o le ha hecho ese mandato. Su madre debió tratarlo con mucha dureza. No cabe duda que recibió un entrenamiento letal en comparación al itinerario de la milicia.

—Antes pensaba que tu raza era desagradable, ahora que he conocido a estos camaleones puedo asegurar que no hay nada peor en toda la galaxia.— El mono se recargó en el respaldo del asiento. —Pero lo que no logro comprender es tu fascinación con este mocoso. ¿Por qué te sometiste tan fácilmente a las exigencias de Fedora? Pudimos acordar un mejor precio, o tomar otras opciones, aún habían camaleones en esa aldea dispuestos a vender.

Leon miró de reojo al mono al escuchar el nombre de su madre en los labios del primate, causando que la irritabilidad del soldado recobrara fuerza al mirarlo, pues el pequeño lagarto no se había mostrado dispuesto a siquiera darle un vistazo después de que habían emergido de su antigua morada. No era estúpido, se había dado cuenta al instante que no le había agradado al mocoso justo en el momento que lo vio de cerca.

—Fedora Powalski —Leon devolvió la mirada al caimán— ...es reconocida por ser una mercenaria artística sin comparación. Ella ha participado en incontables masacres por todo el Sistema Lylat, dándose a conocer desde el momento que la superficie de Venom se convirtió en un pozo de contaminación donde solo unas pocas especies se han adaptado. Se creía que estaba muerta, ya que sus asesinatos pararon repentinamente después de la última reforma legislativa. Desde que los cornerianos han tomado posesión de las leyes galácticas, y se apropiaron de gran parte de los códigos planetarios, muchas agrupaciones de mercenarios se han vuelto ilegales. Aún se desconoce bajo cuáles esquemas el gobierno de Corneria trabaja, por eso me sorprendió mucho que alguien tan famosa como Fedora Powalski se transformara en una sombra de la noche a la mañana, eso sólo me hace pensar que se vio obligada a usar sus mejores influencias para pasar desapercibida por un movimiento tan grande como el ejercito del cuarto planeta.

—Hablas como si antes de nuestro pequeño negocio la hubieses conocido personalmente— el primate observó, intrigando aún más al menor de los tres pasajeros. El sargento guardó silencio unos segundos antes de animarse a volver hablar.

—Ella fue voluntaria durante la guerra civil de Venom. En aquel entonces yo no era más que un cadete que temía perder su vida en plena batalla. Sin embargo, Fedora era diferente. A pesar de no ser un soldado, ella y sus seguidores se enfrentaron a los invasores sin temer a la muerte, como demonios cuyo único propósito es derramar sangre. Mataron a cientos sin siquiera temblar, rompieron las formaciones enemigas y arrancaron sus corazones con sus propias manos, como si estuvieran convencidos que aquel era su único destino. No... me atrevo a decir que incluso parecían divertirse asesinando. Los camaleones son una tribu escalofriante, puedo asegurarlo cuando veo los ojos de este niño. —Leon se irguió sobre su asiento cuando el caimán lo miró directo a los ojos, y él le devolvió la mirada con mayor intensidad. Sin importar cuánto tiempo pasara, Leon no rompía en ningún momento el contacto, inquietando incluso a quien parecía el militar más fuerte—. A pesar de ser tan joven, este niño parece conocer el infierno. Cuando lo veo no puedo evitar ver los ojos de un asesino sanguinario. Puede convertirse en la esperanza o en una maldición. De nosotros dependerá el destino que nos aguarda con él.— El sargento rompió el contacto visual— Y estoy seguro que él también lo sabe.

—Eso es ridículo— refutó el mono tomando una postura descuidada sobre el asiento.

—Puedes llamarme crédulo, pero he visto suficientes cosas para creer en lo imposible.

—Lo que yo creo es que esos camaleones te han lavado el cerebro. Tal vez sea que tu fascinación hacia Fedora fue lo que te hizo perder el juicio.

El caimán se dejó reír con el comentario desconsiderado de su amigo sin saber que Leon nunca había dejado de atender cada gesto que sus dos acompañantes realizaban mientras sobrevolaban la estratosfera del infectado planeta. Existía un sentimiento de desconfianza aún en él que le impedía desatenderse de los movimientos ajenos por muy insignificantes que estos fueran. El viaje fue más largo de lo esperado, pero Leon no se rindió al cansancio, y en cambio admiró aquel campo de vacío que representaba el espacio exterior en el momento que la nave había emergido fuera de Venom. Debido a que jamás lo había visto con sus propios ojos, el asombro se adueñó de su pequeño cuerpo cada vez que una nueva constelación de estrellas se transparentaba a través de los cristales u observaba a las impresionantes nebulosas brillando a la lejanía, una de las cuales tenía forma de Z; muchas veces sintió el impulso de levantarse de su asiento para tomar una mejor posición que le permitiera admirar más cómodamente el alucinante escenario pero se abstuvo porque no se encontraba en la situación oportuna, aunque tal vez no volvería a verlas tan de cerca.

—Echa un vistazo, niño— sugirió el caimán, sobresaltando a Leon quien como primera reacción recobró su postura recta—. Es tu primera vez, ¿no?

Leon no respondió, mas estuvo tentado acatar la sugerencia. Pero en su mente obviaba que debía tratarse de una trampa, y no pensaba cometer tal error; no de nuevo. Era posible que se tratara nada más que una ingenuidad de parte de quienes le habían comprado. Por ello, le dedicó una mirada retadora al sargento, sonriendo maliciosamente, y transmitiendo a su receptor una extraña confusión que al soldado a su costado irritó.

—¿Qué pasa con esa mirada? ¿Crees que intento engañarte? Responde, tienes permitido hablar con libertad— ofreció el sargento.

—Es evidente que esta es mi primera vez en el espacio, primer amo— dijo Leon, su voz -aunque aguda como cualquier cría de su edad- emitió un acento elegante que delataba una dosis alta de soberbia. El mono se preguntó si se burlaba de ellos.—Pero, siendo franco, le suplico por favor no cometa el error de tratarme con delicadeza, ni quiero que se comporte compasivo conmigo. No voy a romperme fácilmente, se lo garantizo.

—Vaya —el sargento no se molestó en cubrir su sorpresa—, no me esperaba que fueras tan civilizado, ya que cuando te vi estabas encerrado en esa jaula igual que un animal salvaje. Pensé que ni siquiera sabías hablar. ¿Así que estabas fingiendo?

—El lenguaje oral y el léxico escrito no son opciones, es necesario para la comunicación, de otra manera no comprendería sus ordenes aunque usted las dijera, ¿no lo cree?

—Soy yo quien hace las preguntas— declaró el caimán endureciendo su tono de voz. Leon bajó la cabeza con sumisión pero el mono a su lado alcanzó a ver la sonrisa que se formó en los labios del pequeño reptil, y este fue un detalle que le perturbó— Entonces puedes hablar, alimentarte por ti mismo y seguir ordenes sin oponerte— repasó;— ¿Qué otras sorpresas nos tienes? Por ejemplo, ¿eres capaz de suicidarte si te es ordenado?

Leon levantó la mirada, ofreciéndole al caimán una sonrisa que exhibió su afilada dentadura de principio a fin, la cual fue respuesta suficiente para el mono quien no pudo evitar tragar saliva con cierta dureza al preguntarse qué clase de fenómeno estaba abordo de la nave junto con ellos. El sargento no había querido que el camaleón le contestara una pregunta tan extremista pero tampoco se esperó una reacción así por parte de Leon, inevitablemente sintió escalofríos. Y también se evitó insistir por una respuesta concreta.

—Bien, puedo ver que no le temes a la muerte y con eso me basta. Permanece dentro de mis expectativas y recibirás todos los beneficios que le puedan ser ofrecidos a un mocoso sin futuro como tú. Más te vale sean ciertas todas las cualidades que tu madre te atribuyó.

—Si usted es el indicado, estaré dispuesto a lamerle los pies— replicó Leon y bajó la cabeza ante la estupefacción de sus interlocutores, sonriendo con escarnio—Con todo respeto.

—Atrévete a decir esa broma otra vez y te muelo a golpes.

—Me disculpo, primer amo— Leon asintió con acento serio, pero no estaba arrepentido en lo absoluto de su atrevimiento, podría notarse en la disimulada sonrisa que todavía curvaba sus labios debajo de su reverencia, y que esta vez el mono no notó.

La extensa trayectoria encontró su final después de algún tiempo que Leon no contó, sólo fue consciente de la visión de un nuevo planeta de superficie roja y luego una serie de nubes que indicaban la entrada a las nueve capas atmosféricas de esta misteriosa esfera cubierta con un anillo de asteroides y polvos cósmicos girando a su entorno. Después pudo visualizar un vasto desierto de tierras cobrizas que pronto se transformó en terreno fértil repleto de arboles y vegetación que sugerían colores amarillos mezclados con un verde muy oscuro. Y era en el ojo de toda esa zona silvestre donde residía la construcción metálica que Leon nunca había visto, acostumbrado a las estructuras con minerales rasposos que formaban las chozas de su aldea. La nave aterrizó de forma paralela a la zona donde muchas otras toscas maquinas de vuelo yacían estacionadas. El camaleón salió de la nave con un par de saltos después de sus amos, observando con mayor atención la inmensa construcción que desde el cielo no era más que una mancha negra en el centro del cercado territorio. El mono le indicó seguirles el paso y Leon obedeció sin perder de vista todo lo que se movía o entraba en su rango de visión, identificando rápidamente a toda clase de seres sin escamas desplazándose -solos o con compañía- sobre otras maquinas de menor masa en comparación aquellas que permanecían inmóviles, o, en su defecto, a pie. Después de que entraron a la base, una compuerta y una voz robotica los interceptó antes de permitirles acceso al interior. Todo era tan nuevo que a Leon le fue imposible distraerse con cada cosa que se cruzaba en su camino, especialmente cuando los soldados se percataban de su presencia y no se molestaban en disimular el asombro que les causaba verlo. Ya que Leon iba vestido con las ropas nativas de su planeta y aldea difícilmente podría pasar desapercibido cuando todo a su alrededor oscilaba en colores oscuros. Los pasos apresurados de sus amos le llevaron hasta una plataforma ascendiente que funcionaba como elevador, ofreciéndole a Leon la oportunidad de visualizar mejor todas aquellas estructuras componiendo aquel edificio que sería de ese momento en adelante su nueva cuna. Aunque no pretendía entusiasmarse, en los labios del pequeño reptil se formó una sonrisa, sintiendo a las emociones correr por todos sus nervios y venas igual de rápido que el veneno de la tribu cobra que alguna vez los camaleones habían combatido en su lucha por el territorio, y cuya sustancia su madre le había dado a beber tantas veces.


Notas Finales: Amé con todo mi corazón escribir esto, en verdad me hacía falta profundizar en las posibles vivencias de mi personaje favorito en todo Star Fox y espero no cometer imprudencias durante el desarrollo. No acostumbro a crear OC's pero esta vez será necesario. Gracias por leer y hasta la siguiente actualización.