Título: As wie Gold (como oro).

Resumen: Al abrir los ojos, Kanon se da cuenta de que ya no se encuentra en Cabo Sunión, y sólo puede llegar a una conclusión lógica.

Advertencias: Lenguaje Vulgar, Mild Violence, Canon Divergence.

Tipo: Angst, Canon Divergence, Romance.

Pareja principal: Radamanthys/Kanon.

Personajes: Kanon, Radamanthys, Hades, Pandora, Lune, Shion, Aioros, Orfeo.

Estado: Completo [30/30]. Drabbles de 500 palabras.

Comentarios: Fic mudado. Escrito en marzo de este año, otro 30 del foro SSY. El título sale de una canción titulada "Du lügst so schön" y debería ser "Es wie Gold", pero en ese entonces mi auditivo de alemán era pésimo. Así se quedó el título.


[As wie Gold]

#01 | Tiempo

"Te odio, Saga."

Cuando su mente perdió la capacidad de medir el tiempo, se permitió relajarse y respirar.

O, más bien, soltar un último suspiro.

De esa forma era más sencillo; el agua de Cabo Sunión no era tan reacia con él y poco a poco se iba relajando, haciéndose más pacífica y permitiéndole, por fin, descansar. Lo último que pudo sentir antes de sumirse en la inconsciencia era el brío de agua salada en su boca.

Eso, junto a la sensación de libertad.

Kanon no esperaba realmente un recibimiento lindo en el más allá–honestamente, no estaba del todo seguro qué se encontraría en el más allá. ¿Vería el Inframundo del Partenón griego? ¿O vería el Inframundo según Dante? ¿Cuál de los dos, si no era un creyente cristiano y había perdido la fe en Athena y su oh gloriosa llegada?

Odiaba al mundo. Odiaba al maldito Patriarca, a su estúpida regla de los gemelos del tercer templo (lo habían obligado a leer mucha historia de los caballeros en su tiempo libre, ¿y qué es lo que había aprendido? Sólo los malditos gemelos de géminis se regían con esa regla). Odiaba a Athena, por reencarnar y necesitar de niñeras que le cuidaran cada doscientos años.

Odiaba a Saga. Se odiaba a sí mismo.

Cuando el sabor de agua de mar estuvo a punto de subsidir en su boca, sus sentidos comenzaron a despertar nuevamente, y aunque inconsciente, comenzó a toser, quitándose toda el agua posible de la boca.

Apenas abrir los ojos, notó que el Inframundo era casi como los dibujos de las enormes enciclopedias que el viejo le ponía a leer.

Sintió algo picoteándole la espalda, el tiempo se le congeló al escuchar voces.

—Levántate —dijo una de las presencias—. Te llevaremos con uno de los jueces. Anda, no tengo tu tiempo.

A pesar de saber de su realidad, todavía le era imposible asimilar lo que estaba pasando.

Si era sincero consigo mismo, el morir a sus catorce años no había estado dentro de sus planes.

—Deberían dejarme aquí, no tengo moneda para pagar el viaje.

La segunda presencia, la que hasta ahora no había hablado, sonrió. Eran intangibles, se dio cuenta Kanon. Por un momento, se preguntó si al llegar al Inframundo habría perdido la capacidad de la vista; después había descartado la posibilidad. Veía y escuchaba la marea del Aqueronte. Veía a las almas a la orilla del río llorar su lamento eterno. Se veía a sí mismo, tan frágil y desnutrido por tres noches de encierro.

—El señor Hades dijo que eras un caballero de Athena, que quería tratar contigo especialmente —finalmente habló el segundo—. Siéntete orgulloso, uno de los tres jueces te escoltará personalmente.

"¿Qué? ¿Temen que escape?"

Kanon pensó aquello irónico. ¿No lo veían? Él sólo era el hermano del caballero de géminis, ¿qué podría hacer?

—¿Me encadenarán, acaso? —retó, no sabiendo exactamente si estaba en postura de andarse con sus moños.

Ahí es cuando él entró.

—Sólo si te portas mal.

Radamanthys.