Disclaimer: Los personajes de Harry Potter no me pertenecen, son propiedad de J.K. Rowling. La historia tampoco me pertenece, esta pertenece a camnz y esta historia fue beteada por Flame's Child.
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Hermione trabajaba en una panadería y era afortunada de tener un empleo. Su turno comenzaba muy temprano en la mañana y, generalmente, terminaba cuando el cielo se oscurecía. Era duro, pero tenía suerte de tenerlo. La panadería no quedaba lejos del callejón Knockturn, donde vivía junto a todos los demás nacidos de muggles, o más conocidos como sangre sucia.
El vacío en los puestos de poder tras las innumerables muertes durante la batalla final entre Harry y Voldemort, dejó el espacio abierto para que entidades más organizadas se autodenominaran gobernantes. Ellos, la antigua élite. Estaban acostumbrados a gobernar y sintieron que era justo y necesario que se hicieran con el poder.
Voldemort fue tachado como un hombre loco, el cual había hecho estragos gracias a que los sangre sucia corrían libres a su alrededor. Y no volverían a cometer el mismo error.
Nadie quería hablar sobre ese incómodo período en la historia del mundo mágico. Lo único que querían era avanzar lo más rápido posible y dejarlo todo atrás. Harry fue parte de ese nefasto tiempo loco y tampoco volvió a ser mencionado.
De alguna manera, todas las culpas recayeron en los sangre sucia. El consejo, quienes ocupaban el puesto del ministro que había desaparecido al demostrarse que volvía vulnerable la sociedad, habían decretado que los sangre sucia debían ser controlados y organizados.
Ahora, todos los sangre sucia tenían que vivir en el Barrio Muggle o BM, en una esquina oscura y húmeda del callejón Knockturn. No se les permitía casarse ni, mucho menos, tener hijos. Tampoco se les permitía salir del mundo mágico. Prácticamente los confinaban en aquella brillante jaula de metal, obligándoles a servir en las casas de magos conocidos en el Callejón Diagon y en Hogsmeade. Hogwarts también estaba fuera de los límites, para evitar influir en las mentes jóvenes.
Los únicos trabajos permitidos para los sangre sucia eran servir a los sangre pura de una u otra manera. Algunos pagaban mejor que otros, pero sólo si tenías el estómago suficiente para ejercer esos trabajos.
Por eso Hermione se sentía tan afortunada de trabajar en la panadería. Era una tienda pequeña y acogedora enfocada al mercado minorista, algo en lo que no estaba interesada, pero que daba lo suficiente para mantenerlas a ella y a las dos ancianas, nacidas de muggles, que había salvado de las calles.
Los más desafortunados terminaban sus días mendigando, lo que mostraba lo inferiores que eran ante los sangre pura para aquella sociedad nueva.
Las ancianas eran buena compañía. Le hablaban sobre la Gran Guerra, una monumental guerra muggle que vivieron en su juventud. Aparentemente, los hombres eran mucho más guapos en ese entonces, o eso le decían entre risas. El BM en realidad no era tan malo. Todos estaban en la misma situación y un cierto humor negro los mantenía alegres, aunque quedaba opacado por el abuso del alcohol y las pociones, que llevaban a la violencia incluso cuando los sangre pura no andaban en busca de un poco de diversión.
Lo más divertido sucedía cuando un sangre sucia escapaba hacia el mundo muggle. Una pandilla de jóvenes sangre pura se reuniría para ir en su caza. Incluso estudiaban el mundo muggle para ser más eficaces y rápidos.
Aquel grupo de jóvenes era muy eficiente; arrastraban al fugitivo golpeado y deshecho, y desfilaban por las calles con esa pobre alma antes de enviarla a Azkaban, si es que todavía seguía con vida. Y a las mujeres que escapaban no les iba mucho mejor, quizás hasta peor.
Había rumores sobre personas que lograban escapar, pero nadie sabía si eran ciertos o no. Los sangre pura temían que los sangre sucia se rebelaran, y nadie quería volver a ese período oscuro en el que tantos habían muerto.
Poco conservaba de su antigua vida. Hermione todavía visitaba a Neville y a Luna. Ambos estaban casados y vivían en la casa familiar de Luna. El padre de Luna se ponía extremadamente nervioso siempre que Hermione estaba en la casa y se negaba a permanecer en la misma habitación que ella. Poco o nada quedaba de sus años pasados. Neville y Luna eran sus únicos amigos. Neville trabajaba en Hogwarts y Luna administraba El Quisquilloso.
Por otro lado, Arthur Weasley era un hombre deshecho y Molly enloqueció tras la muerte de George y, de alguna manera, también se las arregló para autoconvencerse de que fue por culpa de los nacidos de muggles. Bill y Fleur abandonaron Inglaterra y se establecieron en Francia. Le habían dicho a Hermione que era más que bienvenida en su casa si alguna vez podía hacer el viaje con seguridad. Pero ir a Francia significaría arriesgarse a ser cazada. Los trasladadores estaban minuciosamente controlados y no eran entregados a personas como ella.
Podía viajar por la red flu, ya que su varita había sido encantada para no permitirle aparecerse, junto a otros hechizos que el consejo consideraba demasiado peligrosos para que los sangre sucia utilizaran.
Ginny estaba en Bulgaria, o en algún lugar con Charlie. Resultó que se había quedado embarazada durante la batalla final y todos creyeron que era mejor si se marchaba de Reino Unido. Tener a la hija de Harry Potter era sinónimo de problemas y todo el mundo juró guardar el secreto con Bill como guardián, es decir, nadie podría mencionarlo.
Ron, de todas las personas, se había enamorado de Pansy Parkinson. Su estado como traidor a la sangre fue un problema al principio así que, por amor, aprendió a aceptar su estatus de sangre pura.
Hermione podía entender la decisión de Ron, pero no estaba de acuerdo con que lo hiciera. Al principio, había sido reticente al respecto, pero pronto comenzó a llamarla "esa amiga de Harry Potter" y, después de un tiempo, sólo "la patética sangre sucia que lo seguía por la escuela".
Obviamente, ya no se hablaban. Percy era, en realidad, bastante civilizado con ella cuando la veía, aunque era muy consciente de su inferioridad de sangre. Ron sólo la ignoraba. Tal vez, incluso temía que ella se le acercara.
Ron realmente lo había hecho bien en esta nueva sociedad. Había salido de la pobreza al casarse con alguien con dinero, estatus y privilegios. El dinero y los privilegios mandaban en esta sociedad. El matrimonio se basaba en un negocio, en el beneficio mutuo que obtendrían al hacerlo. Y, emparentar con una de las familias más importantes de Slytherin, te volvía parte de la aristocracia. Por no hablar de que los miembros más prominentes de esas familias formaban el consejo.
Lucius Malfoy, Canstal Nott, Ursoom Flint, Basil Parkinson, Termius Greengrass y Rodolphus Lestrange eran los poderosos miembros de ese consejo. Draco Malfoy se casó con una de las chicas Greengrass, convirtiendo así a su familia en la más poderosa del país, con una fortuna absolutamente inmensa y con dos miembros en el consejo.
Y Hermione nunca los veía. Su panadería era frecuentada por personas más humildes y sólo salía en la madrugada para ir a su trabajo y en la noche para regresar a su hogar. Esa era su rutina. Las personas como ella solo llegaban al callejón Knockturn muy tarde por la noche, después de una tarde bebiendo alcohol y/o buscando alguien a quien golpear o desfogarse
Pero la suerte de Hermione estaba a punto de agotarse.
Alrededor de las tres de la tarde de un frío día de noviembre, tres de los jóvenes más privilegiados del mundo mágico se sentaron en los pequeños asientos que había fuera de la panadería. Hermione cerró los ojos en cuanto los vio.
—Vamos, chica estúpida, sal y atiende a los clientes —le ordenó el corpulento propietario de la panadería—. Y haz un buen trabajo. No podemos permitirnos arruinar esta oportunidad.
Hermione se arregló el delantal y salió a la zona de la terraza al aire libre.
Draco Malfoy se veía igual que siempre. Él había completado su transición a la edad adulta, y se veía en sus rasgos más marcados. Su ropa era costosa e impecable, nada diferente de lo normal. Se estaba quitando los guantes cuando la vio.
—Bien, bien, ¿qué tenemos aquí? —dijo con una gran sonrisa—. Si no es más que la sangre sucia más tonta de todas.
Hermione apretó los dientes e hizo una pequeña reverencia.
—Y ahora te vistes con sacos —señaló y agarró una de sus faldas de lana marrón, tirando de ella un poco—. Me atrevería a decir el saco de alguien más —contestó entre risas.
Los otros dos también se rieron. Sabía que sus rostros le eran familiares, pero no recordaba sus nombres.
—¿Hay algo en que pueda servirles esta tarde? —dijo Hermione y mantuvo su mirada baja. Generalmente los sangre pura insistían en que los sangre sucia no los miraran a los ojos, y Hermione había aprendido que todo era mucho más fácil si cumplía con aquella norma. Además, no quería ver la burla en los ojos de Draco.
—Una pequeña sirvienta —continuó, todavía examinándola—. Qué apropiado —Las burlas siguieron saliendo de sus labios—. Ella era una cosita tan ambiciosa... —explicó a los demás—. Pero el orden natural prevaleció, como siempre. Te lo dije, ¿verdad? —le preguntó a ella sin dejar de mirarla.
Hermione aclaró su garganta.
—Sí, lo hiciste.
En realidad, Hermione quería golpearlo, pero si perdía este trabajo estaría en grandes problemas. Serios problemas que la obligarían a mendigar en la calle, si es que no podía conseguir otro trabajo. Ser despedida de la panadería la volvería prácticamente inútil. La perspectiva de ser una mendiga, o una prostituta por unas cuantas monedas, hizo que se comportara perfectamente.
Draco continuó mirándola por un momento, aparentemente tratando de decidir algo.
—Tres cafés y algunos bollos con pasas —ordenó con indiferencia para alivio total de Hermione. Todo estaba avanzando en la dirección correcta. Con la orden hecha, ella podría alejarse y volver adentro. La chica dejó escapar un suspiro que estaba conteniendo cuando entró.
Preparó los cafés y los tres platos de bollos con pasas, colocándolos en una bandeja. Le temblaban las manos y no estaba segura del porqué. Se sentía bastante tranquila y, ciertamente, no iba a ser incitada a discutir. Su vida dependía de eso.
De hecho, logró esconder sus nervios, bastante bien, logrando servir los cafés con solo unas pequeñas gotas deslizándose por el exterior de la taza. Hermione se encogió, pero esperó que no le dijesen nada.
—Torpe —uno de ellos indicó. Levantó la mano y Hermione, temiendo que la golpeara, cerró los ojos. Pero no lo hizo. En cambio, le puso la mano en el trasero y le dio un buen apretón.
—Firme —dijo con una sonrisa. Los otros no tardaron en unirse y Hermione luchó contra la amarga humillación que estaba sufriendo.
—Si no necesitan nada más —dijo Draco e hizo un gesto con la mano sin dignarse a mirarla.
Estuvieron allí por un buen rato, hablando y riendo. Y, aunque Hermione quería marcharse, no tuvo más remedio que quedarse y observarlos desde el interior de la tienda por si querían algo más. Se había convertido en una experta en descifrar cuando alguien la necesitaba. A veces la miraban, pero nunca la llamaban.
Hermione estaba más que aliviada cuando se levantaron y se fueron. Draco dejó caer un galeón sobre la mesa, pagando más de cuatro veces el valor de lo consumido. Ni siquiera la miró mientras se alejaba.
Siempre era humillante servir a las personas que conocía, pero servir a Draco Malfoy, fue la gota que colmó el vaso. La alegría que sentía el hombre al verla en esas circunstancias, era obvia. Él se lo había dejado claro después de considerarla como algo sin importancia, de ignorarla y de insultarla continuamente por lo que ella era.
No solían recibir a magos de sangre pura en la panadería. Por lo general, sólo iban mujeres mestizas que se esforzaban por hacerle saber que ellas eran mejores por el simple hecho de tener un familiar brujo. Todos eran mejores que ella, pero esta era su realidad.
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Fin Capitulo Uno
Notas: Momma is back! ¿Cómo han estado? finalmente estoy de vacaciones, aun me quedan dos semanas libres, en las cuales tratare de traducir el máximo de capítulos (que probablemente serán unos 19).
Ahora les comento lo que paso, en junio yo hable con camnz para pedirle autorización de traducir esta historia, ya que la traducción anterior está abandonada desde hace un par de años ya. No había podido publicar este primer capítulo porque como sabrán (los que leen mis otras traducciones saben) estuve ocupadísima con mis parciales de finales de semestre y también con los exámenes finales. Y bueno, Sunset82 no sabía que yo ya tenía acordado con camnz la nueva traducción de la historia, pero ya todo quedo solucionado. Por cierto, Sandra, eres un amor de persona y si algún día quisieras colaborar conmigo en alguna traducción, yo feliz me apunto.
El próximo capítulo lo voy a publicar la próxima semana o el día 30 de julio, mi licencia de Word expiro ayer y como soy pobre (era la versión pirata) tengo que descarar todo otra vez, y volver a instalarlo. Por esa razón no he podido descarar de mi correo los otros tres capítulos que tengo listos allí. Ahora deséenme suerte para que a mi internet no le dé por ponerse en modo petrificus totalus y pueda descarar todos los archivos esta noche.
Y realmente espero que les guste este primer capítulo. Besitos.
Naoko Ichigo