Fortuna

Cap.2: Reacciones

Hacía mucho tiempo que Lorlen no veía tal escándalo por la ventana de su oficina, y es que incluso en el último piso del gigantesco edificio, el murmullo y confusión de los magos era más que presente. "Quién pensaría que tu castigo crearía un ambiente como éste, viejo amigo" –Pensó sarcásticamente mientras regresaba a su escritorio.

"Debí haberlo acusado hace mucho tiempo, la paz que siento es… Simplemente indescriptible" –Pensó con cierta claridad, desde que se había quitado el anillo de sangre se sentía libre, como a una paloma que se le deja volar por las grandes calles de las Barriadas. Más aun así en lo recóndito de su mente aún había un sentimiento que no se alejaba de él; una pizca de culpa. Y aunque lo analizaba, e investigaba no le encontraba sentido, así que se resignaba a esconderlo en lo más profundo de sí.

"Sonaba tan real su historia" –Aquel pensamiento re apareció; y es que no se había alejado de él desde que Osen y los guerreros habían salido hacia Sachaka, para dejar a Akkarin y Sonea en las montañas, a su merced y con enemigos a borbotones para acabar con sus existencias. Así que aunque lo escondía y fingía apoyar a aquellos que gritaban que Akkarin merecía la ejecución por mentir y usar magia negra, la historia Ichani le parecía demasiado convincente y real.

"Es un mentiroso profesional" –Pensó mientras deshacía cualquier otra incertidumbre de su mente y trataba de convencerse de que era la realidad, más esa culpa no deseaba abandonarle.

-El tiempo libre me está haciendo daño. –Era algo que Akkarin siempre le decía cuando le veía preocupado, y que normalmente le tranquilizaba "Que ironía, que ahora el tiempo libre te convirtiera en un mago negro" –Pensó con sarcasmo y tomó algunas de las cartas de sobre mesa, tratando de sumergirse en sus escritos, a pesar de eso aquel pensamiento de su viejo amigo en la Vista no le abandonada, y aunque trataba de seguir leyendo, más de una vez se auto sorprendió pensando en Akkarin, y en Sonea.

Para su alabanza el par de toques en la puerta de su oficina interrumpieron su meditación, y le dieron algo de paz "Por fin alguien con quien hablar, sin tantas dudas" –Pensó mientras chasqueaba los dedos y con un toque de magia abría la puerta. Más se sorprendió al deslumbrar a un hombre de mediana edad, con arrugas sobre marcadas, ojos llorosos, y mejillas rojas al propio vivo, su ropa con leves gotas de lágrimas cayendo por las arrugas de su túnica morada. Su mandíbula estaba siendo apretada por sus propios dientes con demasiada fuerza, supuso Lorlen para mostrar mayor seguridad al hablar y en su postura, pero el simple hecho de verle denigraba cualquier confianza en sí mismo que pudiera alegarse.

-Administrador

El viejo mago hizo una reverencia torpe y nerviosa, su voz contrario a lo que se esperaba era ronca y flaqueaba con constancia en apenas un par de frases, maldijo en su interior para sí mismo por su debilidad y espero la reacción de Lorlen a su mal aspecto.

-Lord Rothen. –Respondió el joven administrador, con un tono amigable mientras se fijaba en los furiosos e incandescentes ojos del viejo Alquimista.

-Debes dar la orden de Traer a Sonea de esa maldita nación Sachakana.

Ordenó Rothen confiando plenamente en la seguridad de su tono y sintiendo como la puerta tras de sí era cerrada con un leve clic. No era la primera vez que discutía con Lorlen sobre el tema, pero conocía a su aprendiz, y sabía que era tan caprichoso como Akkarin, "En algún momento cederá" –Pensó con nostalgia mientras que el recuerdo de una Sonea, con su cara magullada, destrozada por el ambiente hostil, con piernas cansadas era arrastrado hacia su mente.

-Rothen… Conoces el reglamento y sabes que no tengo la más mínima autoridad como para denegar una orden del rey, y menos si es un castigo por Magia Negra. –Respondió el administrador con un tono reconciliador.

Aquellas simples palabras fueron como una ardiente flecha clavada en toda la confianza con la que el alquimista había llegado, empezó a flanquear, y necesitó sentarse para no caer al robusto suelo, trató de parecer seguro, pero ahora sólo la desconfianza en sí mismo nacía de él.

-C...Claro que puedes, ehm… Dile a Balkan que envié a sus guerreros… O… O… ¡No lo sé!... Sólo…

Antes de poder terminar su frase, las lágrimas ya resbalaban de sus mejillas rojas y los sollozos brotaban de su garganta malgastada y despavorida. Y es que no era suficiente con la vergüenza que estaba sintiendo si no que por poco se desplomó en la propia silla.

-Calmate, Rothen.

Lorlen empujó levemente el asiento y se acercó a su viejo mentor, le rodeó con los brazos y dejó que descargara hasta la última de sus penas guardadas en él.

-No eres el único dolido por la decisión tan imprudente de Sonea. Pero se le dio más de una oportunidad y nunca llegó a dudar de su elección…

De pronto el rostro de Rothen se arrugó aún más y pasó de la melancolía y el abatimiento a una furia casi implacable, pasando por miedo y otras fases, las cuales hacían casi imposible saber que era lo que sentía exactamente.

-¡Claro que no!, de ninguna manera Sonea aceptaría ir con ese… ese… Maldito Mago Negro.

-Entonces, ¿cómo explicas lo que ocurrió en la Vista?

Rothen se quedó en blanco, el simple hecho de recordar todo lo que Sonea gritó a su propio rey sólo por mantener a Akkarin a salvo… Según él, no había ninguna respuesta lógica para aquella pregunta, así que lanzó lo primero que vino a su mente

-Seguramente… Seguramente Akkarin usó magia negra en ella… ¡Claro!, es lo más obvio, ese discurso no parecía algo espontaneo, ¡estaba planeado por ese maldito Mago Negro!

Había una pizca de diversión en los ojos de Lorlen antes de responder, el simple hecho de escuchar a su antiguo mentor, a quien consideraba un hombre sabio y lógico decir tales barbaridades, era muy irónico.

-¿Rothen, al menos escuchas lo que balbuceas? Eso no tiene ni la más mísera pizca de sentido.

La furia en el interior del viejo alquimista no hizo nada más que crecer con cada respuesta dada por Lorlen, ya que aunque lo negaba, sabía que el joven administrador tenía razón.

-¡Claro que sí la tiene!, Lorlen… Yo mismo vi con mis ojos como Sonea cambio, y todo después de ser raptada por Akkarin, ¡Lo odiaba, Lorlen, deseaba matarlo! y… y a las pocas semanas empezó a tratarlo con respeto, ¿Cómo me vas a explicar eso?

-Posiblemente ya habían empezado a trabajar juntos, Rothen, tú mismo escuchaste lo que Sonea declaró y aceptó en la Vista.

De pronto, la ira estalló de Rothen, se sentía bajo presión, así que directamente habló con un tono más fuerte que el que había usado hasta el momento.

-¿Cómo puedes pensar eso?, Lorlen, ¡Sonea odió la magia negra desde que la vio!... ¡Quería matar a Akkarin, Lorlen, Matarlo!

La paciencia De Lorlen se estaba acabando y eso era muy notable en su tono y su autoridad, que ahora era mucho más prepotente.

Sabía que Rothen estaba dolido, pero para él, lo que decía era una total exageración, pues en la Vista Sonea aceptó aprender Magia Negra.

-Rothen… Rothen, escuchame, Sonea no actuó como una novicia asustadiza en esa Vista…

-¿Entonces cómo qué, Lorlen? ¿Cómo una seguidora de un mago negro?

-No… Actuó como una chica enamorada.

En ese momento, la ira de Rothen se convirtió en desprecio y odio, a tal punto que dejó de pensar con claridad y empezó a soltar lo primero que llegaba a su cabeza con el mínimo de sentido.

-Lorlen… Sonea, jamás se enamorará de ese miserable mago oscuro, ella ama a Dorrien, lo ama desde que lo vio e incluso cuando la secuestraron ella siguió amándolo… Pero veo que has perdido lo mínimo de cordura, me largo.

La voz y postura de Rothen había cambiado, ahora se mostraba mucho más seguro y calmado, así que para cuando abandonó el despacho del administrador no se podía distinguir el menor signo de la discusión tan feroz que hubo adentro.

Aquel nuevo punto de vista, el hecho de pensar que Sonea se enamoró de Akkarin y que todo lo que hizo lo hizo por el mero hecho del amor, daba razón a muchas cosas. "Pasaban todo el tiempo juntos… Y aunque me duela aceptarlo, Akkarin es muy atractivo", Esto explicaría porque razonó tan poco en lo que hizo durante la Vista, porque arriesgó su propia vida nada más para salvar la de Akkarin, pero entonces otra duda entró en su mente "¿Akkarin lo sabe?" o peor… Si lo sabe… "¿Él también la ama?"… Trató de buscar respuesta a sus inquietudes, pero no las encontró, Akkarin era demasiado reservado.

"Bah, debería dejar de preocuparme por los demás" –Pensó Lorlen mientras volvía a su labor de papeleo.