Actualización! Pensaron que iba a tardar meses de nuevo, pero no! Ahh, tengo una noticia, cambiaré de carrera, así que tendré más tiempo para escribir. Al menos un poco más xD, el estudio nunca termina.
Esperen varias sorpresas esta semana!
*NinjaBritten11: Me llegó la bendición, muchas gracias * heart * , y sí, Chika y You andan algo enredadas, quizá les lleve más tiempo a ellas dejar las cosas en claro, pero ya veremos. Muchas gracias por leer y continuar apoyandome! Un abrazo.
*Joe Nishi: "Poderosisima Maru", de ahora en adelante voy a usar esa frase para referirme a ella xD. No te preocupes por comentar o no, conque te haga pasar un buen rato, o al menos te entretenga, soy feliz. Kanan y Mari ahí van, lento pero seguro, y habrá que ver qué sucede con You y Chika, quizá en este cap tengas información valiosa. Muchas gracias por seguir la historia!
*Naoko Fujisaki: Desde que Chika salió en una imagen con su aspecto reguetonero, debimos esperar lo que fuera ( ? ) xD. Bueno, si hubieras puesto la tienda sólo serían tres semanitas ( ? ), pero no, ya está xD, gracias igual por la idea, la intención es lo que cuenta. Muy buen día a ti también, y un abrazo.
Y ya! AHHH, no tengo más que agregar, salvo un saludo a ti, amiguito que no comenta (y por eso no puedo agradecer en sí), pero sigue la historia, muchas gracias TwT. Me pongo sentimental porque ya vamos en la bajada del fanfic, lo que yo llamo bajada xD, así que, vienen cosas... Vienen... Ya, los dejo leer. ¡Excelente viernes y fin de semana!
Avanza un paso y retrocede dos
Capítulo 14:
"La siguiente cara de la moneda"
Kanan.
— ¿En la escuela todo bien? — me preguntó mi padre, intentando palmear el terreno.
Desde que lo había visto me había llamado casi todos los días a la misma hora, por la noche. Me preguntaba cosas realmente vagas, aunque lo más recurrente, era acerca de Leonard; si hablaba con él, si habíamos salido de alguna manera, o algo parecido. Estaba bastante segura de que él sabía la respuesta a eso.
A decir verdad, Leonard había intentado invitarme al cine, a caminar, a comer, pero siempre había sabido darle una excusa, y todas esas veces que lo rechazaba, sentía en mi interior ganas de salir con Mari, así que eso hacía. Mi mente me había dado una especie de time out de momento, al menos con todo lo que había ocurrido, sabía que incluso, en lo más profundo de mi ser, mis pensamientos pedían un descanso. Claro que, no podía estar así por siempre, en algún momento tenía que decidir qué hacer… Qué hacer…
Mi madre estaba viendo a un psicólogo, aunque ahora que la recordaba, ya hacía un tiempo que no sabía nada de ella, si acaso por uno que otro mensaje que me mandaba en whatsapp con artículos de salud, cadenas, datos curiosos o versículos de la biblia. Quizá pensaba que Mari estaba viviendo conmigo o algo así, y si es que se había asomado alguna vez, esa idea no se habría ido, sobre todo porque mi amiga rubia pasaba más tiempo en mi departamento que en su propia casa. Alguna vez Chika me había planteado la posibilidad de que tuviera problemas con sus padres, si lo pensaba, ella nunca me había mencionado algo así.
Si no me lo había mencionado a mi… ¿quería decir que se lo habría dicho a Chika, y por eso lo dijo, para que me diera cuenta?
— Todo bien…— basta Kanan, maldita sea. ¿Quieres hacer a un lado tus pensamientos egoístas de una vez?
— ¿Y qué tal todo con tu amiga? La que me dijiste que está herida, ¿ya pusieron una demanda contra ese hombre?
— No lo creo, antes no funcionó, y Chika también lo golpeó de una manera bastante grave.
— Es por eso por lo que me preocupa que ese animal esté libre, cualquier cosa que necesite, dile que cuenta con mi apoyo, su familia necesita de un hombre que las proteja, y quiero que sepan que tienen uno— sonreí ante las palabras de mi padre. Sabía que no intentaba sonar machista, él había sido educado así: En cada familia tiene que haber un macho protector, que no deje que nada malo pase, y aunque conocía sus buenas intenciones, no podía evitar pensar, repetidamente, como un eco lejano, que mi padre, aunque quisiera fajarse su supuesto papel de hombre, no sería ni la mitad de valiente si hubiera pasado por todo lo que mi amiga.
Supongo que la cobardía es de familia.
— Eso es anticuado— reí.
—… Sólo quiero ayudar— ya habíamos tenido una que otra plática de machismo, aunque realmente superficial, pues tanto como yo, tenía miedo de perderlo, él tenía miedo de perderme.
— Entiendo, les diré.
— Bueno, debo regresar al trabajo, me imagino que tú también debes volver al tuyo.
— Hoy no tengo trabajo.
— ¿A sí? ¿Quieres cenar entonces?
— Tendré que pasar, lo siento… tengo un lugar al que ir.
— ¿Es así? Bien, entonces cuídate mucho, Kanan.
— Tú igual, padre, te quiero.
— Te quiero— lo escuché esbozar una sonrisa mientras decía esas palabras, y terminó la llamada.
Bueno, no podía decir que había echado en saco roto lo que había hablado con Mari, pero lo que me había empujado por completo a tomar esa decisión, era un extraño sueño que había tenido el día anterior a ese.
Estaba en la escuela, con Mari… Era un día nublado y al parecer llovería más tarde, por lo que Chika y Hanamaru habían ido a buscar a aquellos señores que se ponían a vender paraguas en las épocas lluviosas, cerca del metro. You había olvidado algo dentro del edificio, así que regresó por ello. Quería avanzar, pero algo me lo impedía, y no sabía qué.
Mari me miraba de manera extraña, ella podía moverse perfectamente, pero cada que intentaba salir del edificio, mis piernas se sentían pesadas, tan pesadas, que me desperté con un dolor horrible desde la rodilla hasta mis pies. En algún punto dejé de ver a Mari, mientras se alejaba entre la lluvia, la cual de alguna manera había comenzado a juntarse, hasta inundar toda la escuela. Chika y Hanamaru no regresaban, así que me preocupé, porque todo se estaba inundando, y ellas habían salido de la preparatoria. Miré hacia arriba en los salones, y noté que la luz de nuestro salón estaba encendida, así que You aun debería seguir ahí. Salir del edificio era imposible, no se me permitía avanzar, aunque mis pies se movieran, pero podía regresar al salón y subir las escaleras. No se me hacía extraño que lo único que pudiera hacer, fuera volver al aula. Llegué al lugar y ahí estaba You, mirando la ventana. Intentaba hablar con ella, pero no me respondía, le decía que el agua estaba subiendo por el edificio, y que teníamos que hallar la manera de no ahogarnos, pero ella continuaba sin siquiera mirarme, no se inmutó cuando el agua estaba llegando a nuestras rodillas, y yo estaba aterrada, porque si el agua me atrapaba en ese lugar, entonces iba a morir ahogada. Jalé a You, pero ella simplemente regresaba al aula, y cuando intenté salir del edificio, justo al llegar a la azotea, al cruzar la trampilla, volvía a la entrada del lugar. Ni siquiera porque todo estaba inundado podía emerger hacia la superficie. Cuando dejé de lado mi desesperación porque me faltaba el oxígeno, me di cuenta de que no estaba muriendo, pero sí me estaba ahogando, era como una horrible migraña que no se alejaba, aunque tomara aire al llegar al tercer piso. El agua estaba por cubrir el rostro de You, y ella continuaba sin reaccionar, sólo miraba la ventana, y no se movía de ahí. Cuando el agua finalmente pasó su cabeza, en vez de flotar, como yo, simplemente se quedó parada perfectamente sobre el suelo, su cabello era el único que se movía debido a las pequeñas corrientes, y su ceño parecía fruncido, pero aun con ello, no se movió de ese lugar. Intenté salir por tercera vez del edificio, pero continuaba siendo inútil.
Mi cabeza dolía tanto por la presión del agua, que sentía que explotaría en cualquier momento, y justo cuando estaba por cerrar los ojos, la clase terminó, la profesora nos estaba dejando la tarea, o más bien, me estaba dejando la tarea, a mi y a Chika. La clase, por alguna razón, era de psicología.
No sabía si ese sueño quería decir algo, o si mi mente se había quedado sugestionada después de ver "Titanic" la noche anterior, antes de dormir, pero lo cierto era que, ahora intentaba encontrar la suficiente resolución para no cancelar mi cita en el último momento. Había tenido tiempo de hablar con Yoshiko y Riko acerca de ese pensamiento, aunque el hecho de que mi exnovia me viera con ojos de orgullo al decir que asistiría a un psicólogo, hizo que omitiera un poco… totalmente… el hecho de que no había sido mi idea. Ya era un poco tarde para seguir fingiendo estar bien frente a mi amiga pianista, así que simplemente dejé salir algunas cosas que tenía atoradas en el pecho.
Y ella misma me dio el número de un especialista, uno que había tratado a su padre.
Conforme la hora se acercaba, me ponía cada vez más nerviosa, y una ansiedad que, desconocía, podía sentir, se apoderó de mí. Contemplé la posibilidad de usar mi motocicleta para ir al centro, pero la lluvia llevaba horas sonando fuera de mi departamento, así que posiblemente las calles estuvieran inundadas y resbalosas en ese punto.
Tomé mi teléfono. Necesitaba hablar con alguien, o me volvería loca.
— ¿Bueno?
— ¿Hanamaru? Ah— miré la pantalla de mi celular, corroborando que no la había llamado a ella por error, pero no, el nombre de mi amiga mandarina estaba claramente escrito — ¿Chika está bien?
— Lo está, vine hoy para hacer un estofado de mandarina que vi en internet… You igual está aquí, de hecho.
— Está en las mejores manos entonces— sonreí, intentando hallar algo que decir.
— Le pasaré el teléfono a Chika, lo dejó en las escaleras cuando salió a estirarse.
— ¿Con esta lluvia? — pregunté.
— Sí, dice que le gusta sentir el agua en su piel, así que You le sugirió que mejor se metiera a bañar zura.
— ¿Sigue ahí?
— Sí, pero le puedo dejar el teléfono en altavoz, si es importante. Shima está vigilándola en caso de cualquier cosa.
— Eh… No… estoy bien.
— O puedes hablar conmigo zura. Sé que te abstienes de contarme cosas demasiado personales porque piensas que sólo estoy por Chika, pero todas ustedes me importan… Si hay algo que te molesta y puedo ayudarte, me gustaría que me lo dijeras zura.
Apreté el teléfono en mi mano. No sabía que Hanamaru se había percatado de eso, aunque ahora que lo pensaba, siempre que nos quedábamos solas, le hablaba de cualquier otra cosa que no fuera yo, como si tuviera que cuidarla, como una niña. Aunque la verdad, esas mejillas regordetas y sus ojos brillantes no le daban una apariencia exactamente adulta.
— No es que piense que sólo te concierne Chika, es que… te veo aun como una niña, creo que eso me hace querer protegerte, incluso de mis delirios celosos e inseguros— reí.
— … ¿Cómo una niña? ¿Doy esa apariencia zura? — me preguntó, parecía decepcionada.
— Un poco, pero eres adorable, no es algo malo— intenté componer. No sabía que Hanamaru tuviera una especie de complejo con ello. O al menos, eso estaba entendiendo.
— Lo sé, si el verme trae ternura, entonces creo que es genial zura— dijo, alegre —. Entonces… ¿estás bien?
— Eh… Sí, lo estoy, sólo quería avisarle a Chika que voy a salir…
— Oh bueno, entonces le diré— notaba en su tono de voz que no me creía, pero agradecía que me diera mi espacio para abrirme poco a poco.
— Salúdame a todas allá, creo que Mari me dijo que iba a ir en la noche, así que las alcanzaré si tengo tiempo.
— Les diré, ve con cuidado, Kanan.
— Seguro, me guardan estofado de mandarina, dile a You que tengo que calificarla.
— ¿Calificarla?
— Es un juego, pero dile— sonreí.
— Está bien zura, hasta en un rato entonces.
— Bye— colgué la llamada, en ese intercambio de palabras habían pasado los veinte minutos que necesitaba para que llegara la hora en que tenía que salir. Llamé a un uber, y esperé a que llegara por mí.
Se veía como mi antiguo internado, lo cual era algo perturbador, pero quizá esa era la misma apariencia pulcra y sofisticada que querían dar todos los lugares donde atendieran personas.
El pasillo se volvió una pista de despegue en menos de un segundo, era eterno, y aunque mis pasos resonaban en los mosaicos, no parecía que avanzara; era como en mi sueño, pero esta vez no estaba dormida. Finalmente, la puerta del consultorio se presentó ante mí, y toqué con suavidad, siendo respondida por un sereno "adelante".
— Buenas tardes, señorita, ¿tiene una cita o desea informes?
— Tengo una… cita… Soy Kanan Matsuura— contesté a la secretaria, quien procedió a extenderme una hoja de lo que parecían, asistencias.
— Firme aquí, escriba antes su nombre, y al final ponga la fecha y la hora, por favor— pidió con amabilidad.
Una vez todo estaba en orden, avisó al psicólogo que estaba por entrar, a lo que dio luz verde.
— Con permiso— dije, más bajo de lo que había esperado.
— Buenas tardes, señorita Matsuura— respondió el hombre frente a mí. Su rostro era amable, usaba lentes redondos recargados en la mitad de su nariz, su bigote y barba estaban cuidadosamente cepillados, su forma de vestir se semejaba bastante a esos médicos antiguos, con camisa blanca planchada perfectamente, un chaleco elegante, pantalón de vestir café y zapatos brillantes, quizá recién boleados. Sólo faltaría la pipa para completar el atuendo.
— Buenas tardes— repetí.
— Tome asiento— me sonrió. Mi corazón estaba latiendo con rapidez… hasta ese momento no me había puesto a pensar en lo que conllevaba ver a un psicólogo, y era que… ese hombre frente a mí escucharía mi vida; no podía mentirle, ni protegerme de ninguna manera.
Con pasos rígidos me dirigí a un gran sofá que estaba situado a lado de una ventana, al menos era relajante escuchar las gotas caer contra el cristal.
— Gracias…
Unos minutos pasaron sin que él dijera alguna palabra, parecía que estaba dejando que me pusiera cómoda.
— ¿Necesita estar sola un momento? ¿Una taza de té?
— No… Creo que no— algo debía ver en mí, como para que me tratara con tanto cuidado.
— Bien. Cuénteme de usted, por favor— juntó las manos, inclinándose en mi dirección.
— Eh… Sí. Tengo veinte años, y estoy yendo a la preparatoria— me detuve, no sabía qué más decir aparte de eso.
— La preparatoria, eso es genial— la sonrisa en su rostro se mantenía —. ¿Y tienes amigos o amigas?
— Tengo amigas…— el ambiente parecía realmente cálido, pero algo dentro de mí comenzaba a asfixiarse. Lo que hablaba con el psicólogo se convirtió en un susurro a la lejanía, mientras pensaba cada vez más y más, en cómo sería hablar de mi familia.
— Entonces tus padres están divorciados, ¿consideras que algo de eso te afectó hasta ahora? — preguntó repentinamente. ¿En qué momento habíamos comenzado a hablar de mi padre y madre?
— Yo…— me atoré con las palabras. Intentaba decir algo, pero no podía hacerlo, sólo lo miraba, mientras esperaba mi respuesta — Lo siento.
Tomé mi mochila y caminé hasta la salida. Él no buscó detenerme, y agradecí que no fuera así.
De un momento para otro estaba caminando por un parque cercano. La lluvia no dejaba de caer, pero justo en ese momento no me interesaba; amaba los bosques, o al menos lo más cercano que tenía a ellos, como esas plazas con tantos árboles y luces entre el follaje. No sabía a qué se debía mi corto ataque de ansiedad, y me estresaba pensar que… había estado en un lugar donde podían apoyarme, ayudarme a entender… pero había salido corriendo, como casi siempre lo hacía cuando sentía que algo estaba demasiado cerca de mi yo cobarde.
— ¿Kanan? — escuché una voz conocida a un lado, seguido del sonido de las gotas chocando con un paraguas de tela.
— Leonard… Hola— me aparté el cabello de la cara, para mirarlo mejor.
— Hola… ¿Estás bien? Te vi a lo lejos en mi auto, pensé que algo te había pasado, ya que no te movías— su semblante mostraba su genuina preocupación.
— Estoy bien, lo siento, no pensé encontrarte aquí.
— Tuve una junta en el Tok's que está cruzando la avenida, las coincidencias son sorprendentes— sonrió —. ¿Te llevo a tu casa? Está haciendo frío, y estás empapada.
No estaba en posición de negarme, ahora que había sido apartada de la maraña de pensamientos, que me habían martilleado la cabeza durante ese tiempo, el frío se estaba colando e intensificando por mi ropa, que ahora estaba completamente mojada.
La plática en el camino a mi departamento fue casi nula, cosa que Leonard parecía entender, así que encendió la radio y dejó correr un disco con canciones pop. De vez en cuando hacía algún chiste referente a alguna cosa, o me contaba alguna curiosidad de los lugares por donde pasábamos, pero yo me limitaba a sonreír y asentir.
— Kanan…— una vez estacionó el auto en la entrada de mi edificio, finalmente rompió el silencio que se había formado en las últimas calles.
— No creo que pueda hacerlo…— me anticipé a lo que fuera que me iba a decir.
— ¿A qué te refieres? — preguntó, confundido.
— Esto— froté mis manos en mi cara —. Lo siento, no creo que haya algo entre tú y yo en el futuro— aclaré.
— Oh, es eso— sonrió, haciendo una mueca de decepción —. Sí, creo que lo entiendo. A pesar del entusiasmo que tu padre me daba, creo que sabía que no iba a ocurrir nada.
— ¿En serio? ¿Por qué?
— Bueno… creo que sólo lo sentí. Cuando conoces a alguien hay química, ¿me entiendes? Es fácil estar con esa persona… pero contigo… no es fácil convivir. Siempre parece que esperas algo más, pero no sé qué es— Leonard se recargó en el respaldo —. No me malentiendas, no lo menciono por lo que me has dicho justo ahora, sólo es algo que pensé… por eso no te he invitado a nada en especial estos días… Creo que ya lo había entendido— me sonrió —. Pero podemos ser amigos, ¿no?
La sonrisa de Leonard era tan cálida que me contagió. Todo el tiempo había pensado en él como alguien que mi padre quería que conociera, pero ahora que apartaba eso y lo miraba bien, era un hombre realmente amable, y nunca me había reprochado nada, aun cuando lo trataba con tan poco ánimo.
— Podemos ser amigos— sonreí —. Gracias… la verdad, creo que me has quitado un peso de encima.
— Duele pensar que te hacía sentir de esa forma, ¿todo bien con el ingeniero Matsuura?
— No lo sé— suspiré —. Pero ya veré qué ocurre.
— Vale— jugó con sus pulgares —. No le diré nada de esto, entonces… Si estás preocupada por algo, es bueno que tengas la mente enfocada.
— No sabes cuánto te lo agradecería— toqué su hombro —. Bueno, debo entrar, voy a enfermarme si sigo así— busqué en mi mochila —. Ten, paga para que laven el auto— le ofrecí un billete.
— ¿Está sucio? — miró su BMW con extrañeza.
— El agua— hice notar. Había mojado el asiento del copiloto.
— Oh— ladeó su cabeza —. Sólo es agua— sonrió de nuevo.
— Pero…
— Puedo secarla yo mismo, pero si realmente me quieres compensar, ¿por qué no me hablas cuando te sientas mejor? Me encantaría salir contigo algún otro día. En plan de amigos— me guiñó un ojo, aunque no era una señal de coqueteo, sino un pequeño intento de aligerar el ambiente.
— ¿Aun así quieres conocerme? ¿Aun después de haberte evitado todo este tiempo?
— Claro… Eres una chica inteligente y divertida, pienso muy bien de ti. Pero no intentaré nada romántico, te lo prometo.
Pensé un momento, aunque realmente Leonard no me desagradaba, así que, como un amigo, quizá podría conocerlo mejor. Quién sabía, quizá algo bueno saldría de eso.
— Entonces… te llamaré.
— Perfecto, buenas noches. Hasta la próxima— me extendió la mano, saludándome igual que cuando nos conocimos.
— Hasta la próxima— correspondí el gesto, y finalmente salí del auto.
Quizá era mi imaginación, pero mis pasos se sentían mucho más ligeros. Inhalé y exhalé profundamente, disfrutando del aroma a tierra mojada.
You.
Amor a primera vista.
Era algo que solía suceder en los libros y en las películas, pero en cierta manera, nunca había pensado que me ocurriría.
Desde siempre he tenido algo malo dentro de mí, algo que me hacía enamorarme de otras chicas… No es que piense que es malo, sólo que, en mí, no es bueno. Mis padres me criaron con valores y principios muy marcados, los cuales no tenían por ningún lado el ser gay, o algo parecido… La primera vez que intenté hablar con ellos acerca de esto en mi interior… que se sentía tan diferente, ellos lloraron, o bueno, mi madre lo hizo; me dijo que no era una buena vida, que son cosas que sólo hacen los libertinos, y que era un mundo muy feo. Mi padre se limitó a enojarse, sin ninguna razón, aunque ahora, comprendo que era su forma de hacerme ver que eso, eso de lo que hablaba, no era bueno.
Intenté tener novios, aunque realmente con ninguno logré sentirme genuinamente enamorada. Tenía cariño por ellos, sí, pero luego solamente algo se apagaba. Los besos que en un principio me habían sabido insípidos, ahora ni siquiera alcanzaba a notarlos sobre mis labios, las palabras de amor lograban evocar mi ternura, pero nada más que eso, a veces incluso era incómodo… El que una persona pudiera ser "romántica" conmigo, era lamentable, me daba un cringe inmenso sólo mirarlos: cantándome, dedicándome poemas, cargando mi mochila por mí, llamándome de formas estúpidas. Estaba asqueada del amor, y por un momento, pensé que había superado mi gusto equivocado por las chicas, y lo más acertado, era ser asexual.
— No, tú háblale— escuché a las personas a mi lado.
— No, hazlo tú, ¿ya viste su cara? ¿y si es peligrosa? Ni siquiera ha sonreído con los chistes del coordinador.
La semana de introducción en mi preparatoria había comenzado. Era una semana antes de terminar las vacaciones, donde varios alumnos y algunos profesores, daban un tour a un grupo de nuevo ingreso por las instalaciones de la escuela, nos ponían diferentes actividades y al final, nos llevaban a un auditorio, donde nuestras familias estarían esperando en una pequeña celebración.
Voltee a mirar a la persona de la que hablaban esas chicas, y en ese momento, el mundo pareció detenerse.
Una chica… pantalones no demasiado ajustados, una playera negra y una sudadera roja, un rojo que sólo podía igualarse con el de sus ojos, de los cuales nacían ojeras grandes y visibles. Era casi hostil, el aura a su alrededor parecía insoportable, pero, aun así, algo provocaba que no pudiera dejar de mirarla. Seguí sus movimientos durante las actividades… Al parecer era realmente buena en el dibujo y la escritura, sin mencionar las pruebas físicas, donde parecía ser un pez en el agua.
Sin embargo, y a pesar de lo bien que nos la pasábamos… ese semblante sombrío no se alejaba de su rostro.
No debería darle importancia, probablemente no la volvería a ver, pero… No lo sé.
— Me dij— se tropezó con la M tantas veces, que comencé a pensar que era tartamuda. Suspiró, gruñendo —… Me dijeron que te diera esto— su voz salió clara esta vez, y era hermosa.
Y yo no podía estar pensando eso.
Tomé el plumón y terminé de ponerle ojos al ratón que nos habían pedido hacer. Ni siquiera me molesté en responderle, sólo tomé el marcador y asentí.
Finalmente llegamos a la reunión con nuestras familias, y ahí, cada quién tomó su camino. Mi madre había asistido, así que rápidamente la encontré entre la multitud, una vez me reuní con ella, decidimos avanzar a la mesa donde toda la comida estaba dispuesta. Entonces miré a aquella persona, avanzando entre los asistentes, como si no hubiera nadie en el mundo, y aunque nuestro radio de miradas se encontró, ella no me estaba viendo a mí, sino a algún punto en la nada. Después, su rostro pareció iluminarse y sonrió. Esto hizo que mi cara se pusiera caliente… ¿me estaba mirando a mí? ¿Por qué me sonreiría?
Una preadolescente y una niña pasaron por mi lado y se acercaron a ella. Me sentí estúpida al pensar que aquella sonrisa estaba dirigida hacia mí, y era extraño que me atreviera a imaginar algo así. Reconocí el interés de mi corazón y me di la vuelta. Había pasado ya seis años sin fijarme en una chica, no podía venir esa persona a joder mi estabilidad.
No podía.
Pero llegó.
La encontré en mi mismo salón, y como compañera en programación. Era el puto colmo.
En un principio la evité lo más que pude, aunque una parte de mí quería hablar con ella, pero el momento en que ya no era capaz de alejarme, llegó… justo después de visitar su casa, de una manera bastante random, pero así era yo. Después de eso comenzamos a ser amigas, y pensé que eso sería suficiente para mí.
No quería fijarme en ella, pero entonces llegaba con un dulce para mí, porque sabía que no me gustaba desayunar en las mañanas antes de salir de mi casa.
No quería que me gustara, pero entonces era tan amable conmigo… Esa chica, esa persona a quien muchos temían, a quien muchos juzgaban por cómo se vestía, se preocupaba por mí de manera genuina, y era atenta conmigo.
No quería sentir esto, pero entonces me decía que era linda, que era genial, que era inteligente, se fijaba en mis gestos y había aprendido a conocerme… Me decía cosas que nadie más me había dicho, y aunque notara algo que ya me habían halagado, de ella era… de ella sí contaba…
En algún punto mi mente hizo una historia fantasiosa donde Chika y yo estábamos enamoradas, pero no nos lo decíamos, porque estaba mal. Y yo estaba bien con eso, con que sólo nos miráramos, diciéndonos que nos queríamos, pero sabiendo que, en algún momento, tanto ella como yo, encontraríamos a alguien apropiado.
De pronto no era solo yo quien la miraba, había alguien más haciéndolo en las sombras. Pensé que la estaría juzgando como los demás, pero entonces se acercó a ella…
Se juntó con mi confesión, donde me rechazó.
Chika me dijo… que ella no me veía de la misma manera… Sólo quería que le diera su espacio, porque en algún punto, de ser la que estaba enferma de la melosidad de las personas que decían amarme, pasé a ser esa persona melosa, que estaba profundamente atraída por Chika Takami. Le decía que la quería, la procuraba, jugaba con su distracción y el poco entendimiento que tenía acerca de ella misma… Algunas veces me aprovechaba… Era porque sabía que no podía quererla, pero no deseaba dejar de quererla.
Y aquí estaba, como una acosadora, intentando que no se quedara a solas mucho tiempo con Hanamaru.
— ¿Segura que quieres ver esta? — me preguntó. En el límite de mi egoísmo, había elegido una película romántica… lésbica.
— Sí, ¿por qué no? ¿Tiene algo que no debería ver? — bromeé, y ella sonrió, mientras negaba.
— Me refiero a que es… Ya sabes… gay.
"Gay".
Recordaba la conversación que había tenido con mis padres.
"— Y así me ha ido en mis primeros meses en la preparatoria.
— Parece que has hecho buenas amigas, eso me alegra— mi madre sonrió y acarició mi cabeza.
— ¿Y hay algún chico de que deba saber? Estoy ensayando mis amenazas— mi padre era muy bromista, así que hizo un gesto de limpiar un arma.
— Ningún chico que me aparte de tu lado— afirmé. No era del todo mentira… Aunque quería contarles que me gustaba alguien. Me gustaba mucho. Que me encantaba la forma en que hacía pucheros cada que se equivocaba con alguna traducción, alguien que, a pesar de su naturaleza depresiva, tenía tanta energía que contagiaba, alguien que había pasado por cosas muy duras, pero que estaba haciendo su mejor esfuerzo… Quería contarles de mi ilusión, porque ya era más grande, y quizá ya no les asustaría que estuviera confundida, porque esta vez sabía lo que era que te gustara alguien —. Aunque… puede haber una persona.
— ¿Quién es? ¡Ningún chico merece a mi niña! — mi padre infló el pecho.
— No es… no es un chico…
— ¿Es alguien mayor? Ten cuidado con esas cosas, You, los hombres mayores pueden parecer interesantes, pero muchas veces sólo quieren divertirse, incluso puede que tengan una familia— mi madre se notaba preocupada.
— No es… un hombre…— susurré.
Por un largo tiempo… alrededor de tres minutos, pero que se sintieron como tres horas, no dijeron nada, se miraron mutuamente. Y entonces… mi madre comenzó a llorar.
— ¿Por qué esta desgracia vuelve a nosotros? — decía entre sollozos, casi hiperventilando.
— Tranquila, seguramente está confundida… Aun es una niña— mi padre puso una mano en la espalda de mi mamá y me miró con molestia —. Estas bromas no son divertidas, You, ¿ves lo que provocas?
— P-Pero yo…
— Nosotros te hemos educado bien… No puedes hacernos esto… ¡No puedes dejar que te confunda! — me dijo mi madre, con los ojos bañados en lágrimas.
— Yo no quería…— entré en pánico. ¿Qué estaba sucediendo? Pensar en Chika era algo que me hacía tan feliz y sin embargo… a mis padres les provocaba esto… Dolor. ¿Por qué? ¿Realmente estaba tan mal? ¿Soy demasiado joven como para entenderlo?
— Te cambiaremos de preparatoria, mañana mismo— anunció mi padre.
— ¿Qué? ¡Pero llevo dos meses recién! — alcé la voz.
— Mejor ahora que nunca.
— Además… ella se salió de estudiar— inventé.
— ¿En serio? ¿Cuál es su nombre? — mi padre enarcó una ceja.
— … Maria… No sé su apellido, sólo la vi y me… pareció bonita…
— Mañana iré a preguntar a la preparatoria".
Y lo hizo.
Para mi fortuna, al parecer una chica llamada "Maria" había desertado esos días, y mi padre ni siquiera tuvo que preguntar directamente, simplemente llegó una secretaria a decir que tenía la baja definitiva de Maria Langton, mientras él se acercaba a la oficina del director, y eso le bastó. Si supieran que la chica que realmente me gustaba no sólo seguía estudiando, sino que yo estaba en su casa, en una habitación, con ella, sola… Les daría un ataque.
Claro que no lo deseo. Que mi madre llorara tan desesperadamente ese día me hizo saber que realmente estaba mal todo esto… Sólo disfrutaría de lo que Chika me hacía sentir, hasta que me enamorara de un hombre. Alguien que pudiera presentarle a mi familia, y alguien que no los hiciera llorar.
Sabía que era estúpido… pero tanto como me gustaba Chika, amaba a mis padres, incluso más… Y simplemente no podía hacerles eso.
Aunque si no sabían nada de esto, entonces no hacía daño a nadie.
— Lo sé, está bien— le respondí.
La película comenzó a correr, y me asusté de lo mucho que me identificaba con una de las protagonistas: Una chica con su familia como respaldo, y una chica, con su madre homofóbica atrás, incluso el personaje tenía un poco de la conducta de su progenitora, aunque considerablemente en una menor cantidad.
Decidí recargar con cuidado mi cabeza en el hombro de Chika, la sentí tensarse. A veces me confundía… me decía que no le gustaba de esa forma, pero se sonrojaba, se ponía nerviosa con cualquier cosa demasiado íntima, miraba mis labios y a veces mi cuerpo… Sólo podía concluir que, al igual que era despistada con los sentimientos de los demás, como cuando deseaba alguna respuesta al contarle de mi amigo, también era distraída con sus propios sentimientos. Podía entenderlo, pero no podía aceptarlo. Mi tiempo con ella estaba contado, de alguna manera, y no sólo por esa tarde.
Tomé su mano, y después me puse a jugar con su palma. Podía sentirla suspirar, no se esperaba que hiciera eso, supongo que tampoco se esperaba que quisiera ver una película lésbica.
Estaba jugando con fuego.
La película siguió su curso… y entonces, en una noche lluviosa, mostraron cómo se besaron… las protagonistas, quiero decir. Mi pecho se sentía caliente, y mi estómago había decidido cambiar mis entrañas por mariposas, que volaban, revoloteaban, hacían maromas, si es que eso era posible; había todo un carnaval dentro de mí, y lo único que podía hacer era morder mi labio inferior, porque sabía lo que quería, pero me preguntaba si tendría la valentía de lidiar con eso.
Salí de su casa con mi cordura casi intacta, pero sólo llegué a joderla a mi cama, donde, tras acostarme, tuve un sueño… un sueño donde Chika me besaba con todas las ansias con las que yo quería besarla a ella… y entonces pasaban más cosas… muchas cosas. No sería capaz de mirarla a la cara al siguiente día, aunque podría bien, no ir, sin embargo, había escuchado que Hanamaru la visitaría ese fin de semana para cuidarla, y no planeaba dejarle el camino libre a mi rival no anunciado.
Aunque podía decir que todas eran cosas en mi cabeza.
Todo estaba en mi cabeza… Mis celos me hacían imaginarme todo, en especial, esas veces en que los ojos de Hanamaru se veían más dorados, cerca de mi amiga fan de las mandarinas.
— Iré a comprar los ingredientes para el estofado— dijo Hanamaru, mientras tomaba las llaves que Chika le había dado.
— Voy contigo, te ayudaré— me ofrecí.
— Claro zura— me sonrió. Una sonrisa tan brillante que me hizo desear no preguntar lo que tenía en mente.
Contrario a lo que creía, la charla entre ambas fue amena y fluida durante el trascurso de las compras. No teníamos muchas cosas en común, pero sí una que nos daba un gran tema de conversación: Chika.
— No puedo creerlo, ¿en serio la tiene? Pensé que alardeaba para hacerse ruda.
— La tiene zura— Hanamaru pasó su mano a su hombro izquierdo —. Justo aquí.
— Increíble, llegando veré— sonreí —. Debe tenerte mucha confianza para haberte contado donde le clavaron esa cosa— dije, mientras bajaba mi vista a las bolsas de mandarinas que llevaba.
— Sí…— noté que su animo bajó.
— ¿Te gusta Chika? — la pregunta salió sin pensarla. Muchas otras veces había guardado esas palabras, porque no quería meterme en la vida de Hanamaru, pero… al escuchar tantas cosas que ella sabía de Chika y que yo desconocía, simplemente salieron de mi boca, como una amenaza, más que como una duda. Al no obtener respuesta de inmediato, y notar que Hanamaru seguía caminando por la calle hacia la casa de nuestra amiga, decidí reparar mi error — Lo siento, yo…
— No.
— ¿No?
— No — estaba dispuesta a olvidar el tema. Pero esa no era la respuesta que esperaba de Maru.
"No le gustaba".
Pero sonreía de esa manera cuando estaba con ella.
"No le gustaba".
Y había pedido permiso en la preparatoria para faltar durante la recuperación de nuestra amiga de cabello color mandarina.
"No le gustaba".
Pero sus ojos reflejaban culpa cuando estaba a solas con Chika.
"No le gustaba".
Y estaba sonrojada en este momento.
— Por supuesto— respondí con sorna, alentando mi ritmo, y dejando que ella se adelantara un poco.
— No me gusta zura— se detuvo, así que yo hice lo mismo. Se volvió hacia mí, y entonces me sonrió con toda la ternura que su rostro podía albergar —. Estoy enamorada de ella.
Abrí la boca para hablar, tenía mucho en la cabeza, pero ninguna palabra lograba salir de mis labios.
— ¿Amor? — fue lo único que pude vocalizar.
— Amor.
— Carajo, ¿sólo vas a repetir lo que te pregunto? — no sabía por qué estaba enojada, pero lo estaba, y mucho.
— No hay más que explicar zura— se encogió de hombros —. Pero si lo que realmente quieres saber, es si voy a pelear contigo por su atención, o algo así… No, no lo voy a hacer zura.
— ¿Pelear? ¿Por qué tendríamos que pelear? — quería hablar con normalidad, pero el veneno en mis palabras se notaba.
— Porque sé que no te gusta verme cerca de ella, sin embargo, no planeo ser su pareja— desvió la mirada —. Así que no debes preocuparte zura— me sonrió y siguió caminando.
— ¡Hanamaru! — la castaña se volvió hacia mí, extrañada — ¿En serio no vas a hacer nada, aunque tienes sentimientos por ella? — más veneno. No quería decir eso, pero ya lo estaba haciendo — Eso es patético.
— ¿No es lo mismo que haces tú? — siguió caminando — Vamos You, ese estofado de mandarina debe quedar pronto, te mostraré cómo captar la dulzura de las mandarinas zura, y tienes un examen de Kanan qué pasar— cuando se volvió de nuevo a mí, estaba riendo ligeramente, su expresión tenía toda la alegría que sólo ella podía irradiar.
Y yo no entendía nada.
Ella estaba hablando de amor… amor hacia Chika.
Si yo amara a alguien, querría que estuviera conmigo, lo acapararía sólo para mí. Si pudiera amar, no dejaría a esa persona con otra, que comparte los mismos sentimientos que yo; no podía entender a Hanamaru.
— ¿Por qué?
— Bueno, el estofado de mandarina debe quedar entre dulce, pero no demasiado dulce, así el cerdo…
— No… ¿por qué no vas a hacer nada?
Los ojos de Hanamaru me miraron con intensidad, seguía con el mismo semblante amable, no había hostilidad, no había veneno, incluso conmigo, su rival, era pura luz.
— Porque la amo.
— Eso no tiene sentido.
— Tampoco lo tiene para muchas personas, pero esta es la manera en que decidí amarla, no hay mucho que explicar en eso, al menos no a ti, sólo quiero verla feliz zura.
— ¿Y tú eres feliz?
— Sí, ¿y tú? — esa pregunta me tomó con la guardia baja, y no tenía una respuesta para ella — Falta poco para llegar, You.
Hanamaru continuó caminando.