"¿Alguna vez te has preguntado por qué no soy capaz de mirarte?" Recuerdo que eso le pregunté, y ella, espantada, alejó su mano de la mía; no pude ser capaz de ver nada más, es que no aguantaba más de cinco segundos seguidos mirando su rostro.
"¿Alguna vez se te pasó por la cabeza por qué no puedo superarte?"
Y al preguntarle eso, caí en la puta realidad. Estaba solo, no había nadie acompañándome, no había nadie en este mundo capaz de darme una respuesta, porque, la persona que quería que me respondiera, no estaba aquí. No en este mundo terrenal. No como yo quería, ¡maldita sea!
Me di cuenta de que había roto ya el tercer vaso, en lo que va la noche, y a penas pasaron quince minutos desde las doce.
"¿Alguna vez te has preguntado por qué no soy capaz de mirarte?", volví a preguntar. Obviamente, no tendría respuesta, porque los fantasmas no responden, los fantasmas no existen, y la Buttercup que estoy viendo, frente a mí, siendo tan amable, cálida, no era más que una fría y distante ilusión que mi ebria cabeza estaba imaginando. Ella no estaba aquí, ella estaba muerta. Fue víctima, una víctima de la violencia de mierda que perdura en las calles, a pesar de las manifestaciones y todo lo que se ha hecho al respecto y en contra de quien fue su principal asesino.
Buttercup no está, ella está muerta... y ella no va a volver.
Entonces, me pregunto, ¿por qué la sigo viendo? Claro, solo la veo cuando estoy ebrio, como ahora. Ebrio a más no poder, ebrio a tal punto de romper loza y no tomar en cuenta mis propios gritos de ayuda, porque soy un idiota que lo único que siempre ha sabido hacer, es hundirse y acabar consigo mismo. Cuando Buttercup estaba viva, al menos, tenía razones por las cuales agradecer todas las mañanas por estar vivo, mas ahora, no tengo razón alguna, más que pensar en lo que me diría ella si estuviera junto a mí. Pero en este deplorable y vergonzoso estado era difícil recordarlas.
"Te extraño", le dije, y ella me sonreía cálidamente. "¿Puedes volver?", y ella asentí. Ahí me daba cuenta de que no era real.
"¿Y si mejor yo voy contigo?", también sonreía y asentía. Otra razón más por la que pensar que no es Buttercup, ella me regañaría si le dijera eso.
"Te amo", le dije... y volvía a sonreír. Santa mierda, cómo me hubiera gustado poder decírselo. "Te amo, y nunca te dejaré de amar".
Me gustaba imaginar que ella me decía "también te amo", así que solo lo pensaba y ocurría. Me serví otro trago y me supo algo salado, claro, no había considerado las lágrimas que habían empezado a caer por mi rostro. Me reí, debo estar dando tanta lástima en este momento, y debía ser un efecto entre el alcohol y el gas que se sentía.
¿Cómo te sentirías si perdieras a tu mejor amiga? Necesito una respuesta, ¿todos se sienten como yo en este momento? Porque no sé cómo describirme en este momento. Me siento vacío, triste y con ganas de pegarme un tiro en la frente, así podría reunirme con la única persona que me hizo sentir feliz en esta asquerosa vida terrenal. Pero a ella no le gustaría escucharme deseando mi muerte. ¿Acaso debo seguir los ideales de un muerto? Dios, duele tanto referirme a ella como un muerto. ¿Por qué tuvo que ser ella y no yo? De todos modos, yo no he apreciado mi vida tanto como lo había hecho ella.
¿En qué vaso voy? Asumo que el séptimo, porque la botella de destilado frente a mí va por la mitad.
Soy una mierda haciendo amigos, con ella se me dio natural. ¿De qué me sirve ahora seguir viviendo si ella no está? Ya no estaba sintiendo mi cara, y pensé que podría ser una buena idea probar si todavía mi sensibilidad seguía activa, pero no me podía ni el trasero como para levantarme de esa incómoda silla. A Buttercup no le gustaría ver cómo me hago heridas, menos si digo que son en su nombre. La ilusión de ella, que se mantenía frente a mí, me sonreía con lástima, tenía esa misma sonrisa que me dedicaba cuando la conocí, intentaba darme calma, algo que jamás pensé considerando su personalidad. De pronto, me extendió una mano y tocó mi rostro; siempre que hacía eso, significaba que mejor me iba a dormir.
"¿Que me vaya a la cama?", y la ilusión asintió. "Pero con una condición", ella inclinó su cabeza. "Esta noche, llévame contigo".
Y la ilusión pareció dudarlo. Yo, en tanto, me puse de pie, con dificultad y subí las escaleras, camino a mi habitación, donde pensaba encerrarme, y ojalá, encontrar la muerte. No me di cuenta si la ilusión seguía en esa cuadrada y percudida mesa, yo seguí mi camino. Estaba haciéndole caso, lo mínimo que podría hacer por mí sería... Ya entienden. No me quité la ropa, con suerte los zapatos, y me tumbé boca arriba. Todo se encontraba en la plena oscuridad de la noche, pasando a la madrugada, me valía madres lo que podría estar sucediendo en la calle. No le di importancia a las sirenas ni a los gritos tan cercanos, que parecían estar afuera de mi hogar.
"Llévame contigo", murmuré. "Buttercup, por favor, llévame contigo".
Me relajé, la ilusión no estaba por ningún lado en la habitación. Comencé a llorar, un llanto tan desconsolado, ese mismo que solté cuando me enteré de su muerte. Tomaba grandes bocanadas de aire para intentar relajarme, pero era en vano, porque me costaba respirar, porque no me calmaba, porque estaba desesperado por sentir sus brazos, esos que no llegarían incluso cuando el ambiente se sentía tan cálido en ese momento.
"Butch" escuché su voz, y la vi, borrosa, en la puerta de la habitación. "Está bien", volvió a decir. "Pero estate tranquilo, ¿sí?"
"¿Buttercup? ¿Eres tú, de verdad?" pregunté, y ella asintió. No era como mis otras ilusiones, esta era ella, ¡era ella! Reconocería su sonrisa, su voz, todo. Buttercup estaba aquí, y me extendía la mano. Cuando me puse de pie, no sentí mareos, pero sí que me costó levantarme. Caminé con normalidad hasta ella, tomé sus manos, y se sentían frías, pero las podía sentir. Buttercup estaba conmigo, tomaba mis manos, estábamos, finalmente, juntos de nuevo.
"Quédate tranquilo", me dijo. "Te costará respirar, pero estaremos juntos, si eso es lo que quieres".
"Quiero" respondí. "No me importa por lo que tenga que pasar".
Y lo último que recuerdo, es que ella me sonrió con lástima, llevó mis manos a su boca y las besó, luego mi frente... Cuando llegó a mi boca, dejé de respirar.
FIN
Sentí que a esta historia le faltaba algo, así que agregué esta parte.
No, no habrá más.
Gracias por leer.