Centripetal Force

Summary: Victor habla siete idiomas.

(La física no es una de ellos.)

Para su gran suerte, termina compartiendo habitación con su antítesis: Un chico tímido y de cabellos negros que por casualidad resulta ser un estudiante de física. (AU. / Universitarios.)

Fandom: Yuri! on Ice.

Pareja: Victor Nikiforov x Yuuri Katsuki.

Disclaimer: Yuri! on Ice es propiedad de estudios MAPPA y de sus respectivos creadores. Así como la trama de este fic. Yo sólo me adjudico su traducción. Este fanfic pueden encontrarlo en su idioma original en la plataforma de AO3.

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Fic escrito por: braveten

Traducido por: Lilaluux

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Capítulo 1: Chico Bicicleta (Bike Boy)

Centripetal Force (Fuerza Centrípeta): - (Del latín centrum, "centro" y petere "dirigirse hacia") una fuerza que actúa sobre un cuerpo en movimiento en una trayectoria curvilínea y que está dirigida hacia el centro de curvatura de la misma trayectoria.

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Victor habla siete idiomas.

(La física no es una de ellos.)

–No la tomes –insiste Chris al teléfono, más probablemente harto de escuchar a Victor y su pavor por la clase.

Las clases ni siquiera han comenzado –empezaran dentro de una semana. Christophe aún se encuentra en Suiza, Mila aún se encuentra en Rusia. Prácticamente no hay nadie en el campus excepto por todos esos que han agarrado los cursos de verano o por aquellos que han vuelto temprano.

Es una noche estrellada, un poco más de las nueve de la noche. Victor ha pasado el día entero en la biblioteca Stammi Vicino junto a su hermano, Yurio. Recordaron el experimento que habían visto en MythBusters* hace unas semanas, en el que habían doblado las páginas de un libro hacia adentro para ver cuán resistente podía llegar a ser.

(La respuesta es, de hecho, muy resistente.)

–Yakov dice que necesito créditos en ciencia –se queja Victor.

–Y por qué no… –el audio se corta.

Victor suspira y mira hacia sus audífonos rotos, un cable cuelga suelto. Es un milagro que funcionen del todo, en serio, pero es frustrante. Hay un escalón en su delante y hábilmente salta sobre él, con su patineta pegada a sus pies, y aterrizando perfectamente en el camino elevado. Luego, centra su atención en sus auriculares.

Toma un cable en cada mano, llevándolos hacia sí. –…tratamiento especial.

– ¿Qué dijiste? –pregunta Victor.

–No importa, tan sólo consíguete un tutor –dice Christophe.

Victor no quiere un tutor. Nunca necesitó uno en el pasado, y ciertamente no necesitara uno en el futuro. Además, no es como si él fuera estúpido. Simplemente la ciencia no es lo suyo. Todos son buenos en algo. Y resulta que lo suyo son los idiomas.

No la ciencia.

–Entonces… si… intentas… cuando… –las palabras de Christophe llegan en fragmentos cortados.

–Espera un minuto –murmura Victor.

Vuelve a tomar un cable en cada mano, haciendo un gesto de dolor –están calientes al tacto. Sólo espera que no empiecen a arder porque esa sería una manera muy patética de morir. Lamiéndose los labios, endereza el cable izquierdo con el micrófono conectado a él. El audio vuelve, sólo por un instante. Por poco y lo logra.

Victor deja el cable izquierdo, y vuelca su atención en el derecho. Lo sostiene suavemente entre sus dedos, sigue caliente al tacto, lo estira. El audio regresa pero sólo por unos segundos, se pregunta cuál sería la posición correcta de inclinarlos. Así que intenta enderezar el derecho para que coincida con el izquierdo, y…

¡Pam!

(Ve estrellas detrás de sus parpados.)

(No desaparecen, no paran.)

(Sólo empeoran.)

Él acaba de golpear algo.

(Escucha una voz a su derecha. ¿Una voz? No, no una voz.)

Un gemido.

(No, no. ¿Alguien?)

(No. Eso no. Yakov nunca le perdonaría si mataba a un estudiante antes de que las clases siquiera comenzaran.)

Otro gemido, esta vez más tranquilo. Más reservado.

Victor abre los ojos –estrellas. Ve verdaderas estrella, ¿o se las está imaginando? No, deben de ser reales. El cielo está oscuro, hermoso. Se toma un momento. Hay un edificio a su detrás, el tejado apenas visible en su periférica visión, luego ve dos edificios. Parpadea hasta que sólo vuelve a ver uno, hasta que si visión regresa a la normalidad.

Luego se enfoca en el gemido.

Victor con dificultad se pone de pie. – ¿Estás bien?

Tropieza, se las arregla para sostenerse a sí mismo, poniéndose de pie en el segundo intento.

Hay una figura al otro lado del camino.

Victor ve como su patina rueda lejos de ellos y lo ignora, dirigiéndose hacia la figura del suelo en su lugar. Él – ¿o es una ella? –se encuentra boca abajo, entre un lío de ropas y bufanda color abeto. Ve una bicicleta azul a su izquierda, una de las ruedas sigue girando, y una mochila roja a la derecha. Las carpetas se habían derramado y los papeles se alejaban con el viento.

Victor toca el hombro de la figura, o al menos lo que él cree que es su hombro, pero todo lo que recibe es un gruñido en respuesta. Sí, definitivamente es un chico. – ¿Quieres que llame a alguien? ¿Al hospital?

–No –se escucha una respuesta ahogada.

Sin pensar, Victor corre tras los papeles, alargando los brazos desesperadamente en el aire para atraparlos y corriendo tras los que se encuentran en el suelo, los pocos que se habían escapado. Los vuelve a meter dentro del bolsillo delantero de la carpeta, busca en la oscuridad viendo si no se le ha escapado algo más. Hay un paquete de tarjetas en el suelo. Las recoge.

(Son ecuaciones de matemáticas. Muchas de ellas.)

Cuando gira sobre sus pies, mientras cierra la cremallera de la mochila, el chico se está sentando.

Sólo que…

Sólo que él está sosteniendo unas gafas rotas entre sus manos.

Victor hace una mueca.

–Yo pagaré por ellas –se apresura a decir, colocando la mochila al lado del chico– ¿Seguro de que estás bien?

Parte del cabello negro del chico cae sobre su frente, de forma desordenada, desaliñado. Colosales y desorientados ojos caramelos se alzan hacia Victor. Sus mejillas están coloradas, pero es difícil saber si es debido al frio o a la caída. Está demasiado oscuro para poder ver más, así que Victor da otro paso más cerca, bizqueando para poder ver mejor.

Él vuelve a colocarse las gafas.

(Eso hace que Victor se sienta veinte veces peor.)

(Porque no hay manera de que él logre ver algo a través de esos.)

–Te pagare las gafas –Victor repite sin mucha convicción.

La voz del otro estudiante es bajita. – ¿Tú sabes cuánto cuesta otro par de gafas?

Por un segundo, Victor se paraliza por el shock, la culpa lo invade y le llena los pulmones, el estómago, el corazón, tomando el control de todos sus órganos y deteniéndoselos.

(Luego se da cuenta de que no es una pregunta pasiva-agresiva.)

(Si alguien más le hubiera dicho esas palabras, ciertamente sonarían pasivas-agresivas.)

(Pero esta no. Esta es una pregunta sincera.)

Así que le da una sincera respuesta.

–No.

–Está bien –murmura el chico, poniéndose de pie. Sus piernas tambalean –por poco cae. Victor lo atrapa por los antebrazos pero el estudiante lo empuja como si él estuviera hecho de fuego, luego parpadea, sorprendido por sus propias acciones.

Victor retrocede. –Lo siento.

–Está bien –repite, como una mantra. El chico recoge su bicicleta y la coloca en la posición correcta. Desliza una pierna sobre ella. Con una de sus manos se acomoda el cabello, inútilmente tratando de arreglar los mechones rebeldes.

Di algo, di algo, di algo, Victor se reprende a sí mismo.

(No lo hace.)

Y el chico se va.

Tan sólo así.

~•~ ~•~ ~•~

–Chico bicicleta. ¿Vas a llamarlo Chico Bicicleta? –pregunta Yurio a los días siguientes, ambos se encuentran sentados debajo de un árbol en el patio del campus, con ojos enfocados en una hormiga que trepa sobre el tronco. Coloca un dedo arriba de la hormiga, viendo como el insecto se mueve hacia la izquierda para eludirlo.

Victor se encoge de hombros. – Es un buen nombre como cualquiera.

–Primero estaba el Chico Boxers –se lamenta Yurio–, y ahora el Chico Bicicleta. ¿Qué sigue después? ¿Chico Básquetbol? ¿Chico Batata Cocida?

Yurio es su hermanito menor. Yakov es el padre adoptivo de los dos como también el decano de la universidad. Por lo tanto, Yurio pasa su tiempo libre en el campus durante las tardes y los fines de semanas, insistiendo en que es porque los sitios fuera de la universidad son aburridos. Victor sabe la verdad –Yurio secretamente lo adora. O al menos, a él le gusta pensar eso.

–Este chico es diferente –asegura Victor.

– ¿Cómo?

Cierra los ojos, recuerda los ojos del Chico Bicicleta, recuerda el nerviosismo en su voz, recuerda la imagen de él usando sus gafas rotas, los cristales reflejando la luz de la luna. Quizás no fue el mejor primer encuentro, pero él era tan atractivo. Y Victor quiere disculparse como es debido. De hecho, en disculparse es todo lo que él es capaz de pensar.

Yurio lo golpea en la mejilla. –Deja de soñar despierto. ¿Qué es lo que hace a este diferente?

–Sé cómo luce –Victor insiste.

(Victor no sabe cómo luce el Chico Boxers.)

Ese día, se encontraba borracho en una de las fiestas de la fraternidad. Los recuerdos son borrosos, dolorosos de rememorar, algo así como cuando se trata de recordar la palabra que se tiene en la punta de la lengua. Había fragmentos. El olor del alcohol, la sensación de dedos recorriendo sus labios, una voz que gradualmente se volvió más y más difusa conforme pasaron los meses del verano. El apodo era preciso, eso sí –él y algunos otros más al parecer recordaban al tipo que se desnudaba y bailaba pole dance.

Victor simplemente deseaba poder recordar.

Pensar sobre aquello dolía. Victor restriega su sien distraídamente.

Yurio parece sorprendido. – ¿De verdad sabes cómo luce?

–Bueno, estaba oscuro –dice, apenado–. Pero lo reconocería en un segundo. Tenía el cabello negro –parecía suave, muy suave –y ojos marrones. Creo que tenía motas doradas en ellos, pero era difícil saber. De cualquier manera, destellaban, eso sí era fácil de ver. La luna estaba alumbrando y reflejándose en sus pupilas, era como si…

–Creo que estás olvidando un detalle importante aquí –lo interrumpe Yurio.

Victor parpadea. – ¿Un detalle importante?

(¿De sus labios? ¿Sus pestañas? ¿Quizás de la bufanda, el abrigo, la mochila roja?)

–Lo golpeaste con tu patineta. Muy fuerte. ¿Cómo sabes que no le causaste una lesión cerebral?

–Yo… yo no… nosotros… –comienza inútilmente. Yurio deja de prestar atención a la hormiga, y en su lugar alza una ceja en dirección a Victor, como diciendo te-lo-dije. Victor se recuesta en el césped detrás de su hermano, mirándolo con desesperación–. Tienes razón. Él puede odiarme. Ni siquiera tuve la oportunidad de presentarme, y él me odia.

Yurio se mueve incómodo. – Sólo encuéntralo y discúlpate. Paga por sus gafas rotas.

–Se lo ofrecí –se queja Victor–. Pero continúo diciendo que estaba bien y huyó. Como si pensara que volvería con mi patineta para golpearlo una vez más. Yurio, él me odia.

–Si fue capaz de huir manejando su bici, fue porque a lo mejor no lo lastimaste tanto –Yurio añade–. Además, dijiste que él no sonaba molesto.

Victor piensa, cerrando sus ojos otra vez, recordando su voz, sus palabras, aquellas pestañas. –Casi sonaba como si estuviera disculpándose. Lo cual es ridículo. Sin embargo ¿sabes qué? Él me sonaba tan familiar. No sé por qué.

–Tal vez has tenido clases con él.

–Tal vez. Pero, oh Yurio, lucia tan triste pero no molesto conmigo, lo dejo pasar y se fue. Y cuando estaba triste, apretaba su mandíbula, como si estuviera tratando de contenerse. Fue desgarrador. ¿Has visto todos esos comerciales tristes donde muestran a todos esos cachorros temblando en sus cestitos? Él me hizo sentir más o menos así.

–Oh por Dios. Por favor ve y encuentra a ese tipo –Yurio gruñe–. Encuéntralo o deja de hablar de él. No pasare por otra situación tipo Chico Boxers, no de nuevo. ¿Entendiste? Ya sabes cómo luce este tipo, así que no tienes excusas.

Hay una pausa.

– ¿Crees que le gusten los perros? –Victor susurra.

–Deja de hablar.

– ¿O tal vez es alguien de gatos? No –creo que es una persona de perros. ¿Le gustara Makkachin?

–Dije que dejaras de hablar.

~•~ ~•~ ~•~

Victor tiene un plan. Lo llama plan B.

(B de Bicicleta.)

(B de Boy.)*

(B de Bello.)

(Todas esas palabras funcionan, todas ellas encajan.)

Aprovecha el tiempo antes de que las clases comiencen, porque si Chico Bicicleta está allí, será más fácil encontrarlo ahora de lo que sería hacerlo de estar el campus abarrotado de estudiantes. Victor hace una lista de todas las cosas que sabe sobre él, practica sus disculpas en su cabeza una y otra vez y se las recita a Yurio.

El chico tiene una mochila roja, una bicicleta azul, es algún tipo de estudiante de matemáticas o ciencias. Y es guapísimo. Despampanantemente guapísimo. Y usa bufandas – ¿será eso de ayuda? No todos usan bufandas, después de todo. Oh, y usa gafas. Aunque quizás ya no las usa. Entonces ¿él anda por ahí bizqueando tratando de ver? Victor planea buscar a cualquiera que esté bizqueando.

Es así que permanece afuera de Stammi Vicino el martes. Ahí es el punto de la vida social de la universidad. Un gran y cilíndrico edificio en el centro del campus. Cinco pisos de altura con un campanario en la parte superior. Las campanas suenan una vez cada hora. En la hora precisa.

Las campanas suenan una vez.

Dos veces, tres veces.

Cuatro veces, cinco veces.

Yurio se reúne con él en algún punto, preguntándole por qué está sentado aquí innecesariamente, y eventualmente convence a Victor de ir a almorzar con él, porque supuestamente se está muriéndose de hambre. Victor continúa mirando hacia las puertas de la biblioteca el más tiempo posible, algunos estudiantes entran y salen, estudiando y preparándose para sus clases o pasando el tiempo libre con sus amigos.

–Puede ser que él no venga aquí –señala Yurio–. No todos lo hacen.

Victor ha considerado eso, sí, pero empujo ese pensamiento al más oscuro recoveco de su mente. –Lo encontrare.

Yurio suspira. –Dios ayude a este tipo.

– ¡Oye! Sólo quiero disculparme con él.

Seguro que sí.

Victor lo mira fijamente. – ¿Qué se supone que significa eso?

–Significa que si sólo te sientes mal y quieres disculparte con alguien, normalmente no hablas del color de su bufanda por cinco horas seguidas. De hecho, incluso si sólo quieres salir con alguien, no te quedas hablando del color de su bufanda por cinco horas seguidas. Incluso creo que ni con Chico Boxers estuviste así de obsesionado y todos sabemos cuan malo fue eso.

–Tú no lo viste, Yurio –Victor insiste–. Este chico lo vale.

–Mejor hablemos de comida. Quiero hablar de comida.

–Me pregunto cuál es la comida favorita de Chico Bicicleta.

–Obsesivo.

–No lo soy.

–Definitivamente lo eres.

–No.

–Sí.

Pausa. – ¿Quieres comer o no?

–Ok, ok. Bien. Puedes hablarme de este tipo todo lo que quieras siempre que pagues mi pizza.

~•~ ~•~ ~•~

En el momento en que Mila y Christophe arriban al campus, Victor les cuenta sobre su plan B. incluso le informa a Sara, una amiga de Mila a la que todavía no conoce muy bien. Ella parece alguien bastante agradable, escuchando atentamente mientras él le cuenta sobre su momento de interacción.

– ¿Entonces es una situación similar a la de Chico Boxers? –pregunta Chris, sonriendo de oreja a oreja.

Sara frunce el ceño. – ¿Quién es Chico Boxers?

–Un tipo con el que Victor estuvo obsesionado todo el verano –le explica Mila a su amiga–. Lo conoció en una fiesta. Yo no estuve allí, pero Victor sí y todo borracho, y aparentemente este chico estaba por completo sobre él.

– ¡Lo estaba! –Insiste Victor–. Era tan atractivo por cierto, pero como ya le dije a Yurio. Este es diferente.

–Buena suerte entonces –dice Chris, dándole palmadas en la espalda–. ¿No crees que quizás has tenido un duro comienzo puesto que lo derribaste de su bicicleta?

–Voy a disculparme. Apropiadamente.

–Buena idea.

~•~ ~•~ ~•~

Por desgracia. No consigue ver a Chico Bicicleta antes del comienzo de clases.

El plan B no está yendo bien.

Varios días después están en la fila a la espera de la asignación de dormitorios para ese año. Victor compartirá habitación con Chris, y Mila compartirá habitación con Sara por segundo año consecutivo. Eventualmente, ambas salen de la fila, sonriéndose la una a la otra. Ambas están en el Honors College,* al igual que Victor y Christophe, así que siempre consiguen las mejores habitaciones –dobles y con baño privado. Un lujo que a nadie más en el campus se le proporciona.

Yurio espera a un lado mientras Victor y Chris esperan por sus llaves. La mujer detrás del escritorio los mira a ambos. – ¿Ambos son compañeros del mismo dormitorio?

Asienten.

– ¿Apellido? –sólo le pregunta a Chris. Victor asume que ella ya ha de saber su apellido, dado que su padre es su jefe.

–Giacometti –dice Chris.

La mujer alarga la mano para tomar las llaves, y Victor se inclina para recogerlas. Pero ella se interrumpe. Mira en la pantalla del computador, confundida.

– ¿Algo anda mal? –Victor pregunta.

Él y Chris han vivido juntos por dos años. Y, claro, no son los perfectos roommates* que se pueda desear. Las otras personas del Honors College en las que puede pensar son Mila y Sara. Así que el hecho de que la mujer esté tipeando algo rápidamente en su computador es preocupante.

Cambia el peso de un pie al otro, mirando a Chris, quien se encoge de hombros.

–Hay… al parecer ha habido un error –la mujer dice lentamente–. ¿Ambos son conscientes de la nueva política para la asignación de roommates del Honors College?

– ¿Cuál nueva política? –pregunta Chris.

Sonríe con simpatía, excepto que no hay una sola pizca de sinceridad en ella. –Tú padre puso una nueva política para este año –dice mirando a Victor–. Envió varios correos electrónicos informándoles sobre esto pero asumo que ninguno de los dos los vio.

Una rápida mirada entre ellos y ella parece notar sus miradas perplejas, se inclina hacia atrás en su silla. –La nueva política para el Honors College es que cada estudiante se emparejará con un estudiante de otra carrera. Y ustedes dos están en la misma carrera. Ya tuvimos una confusión similar con otro par, que tuvieron el mismo problema y fueron separados.

Yurio suelta un silbido, bajo y largo. –Eso es cruel.

Victor y Chris se miran el uno al otro.

–Pero eso es estúpido –señala Victor–. ¿Por qué no los dejan juntos a esos dos y así yo y Chris compartiríamos habitación?

La mujer detrás del escritorio hace sonar la madera con sus uñas. –Es para promover las relaciones interdisciplinarias y aprender aun estando fuera de clases.

Victor suspira y se gira hacia Chris. –Tomemos esas habitaciones y ya después nos cambiamos.

–Puedo escucharlos –señala la mujer, un tanto molesta.

Él se le queda observando, luego acepta las llaves que ella le entrega. Después les da unas distintas a Chris. –Voy hablar con Yakov al respecto –Victor promete.

~•~ ~•~ ~•~

–Bueno, esto es ridículo –Phichit anuncia mientras permanecen de pie fuera de la puerta del dormitorio de Yuuri. Tan sólo el dormitorio de Yuuri.

(No el de ambos, como lo había sido el año pasado.)

Yuuri alza los hombros. –Veamos lo positivo. Al menos estamos en el mismo edificio. Y estoy seguro de que seremos capaces de cambiarnos tarde o temprano.

Abre la puerta de su dormitorio y entra echando una ojeada alrededor, Phichit lo sigue por detrás.

Yuuri ya se había mudado hace unas semanas atrás, tomando unas clases cortas para obtener unos créditos que le faltaban. Por lo que todas sus cosas ya están en su sitio. –Aquí es bonito –Phichit observa–. Cuando nos cambiemos lo haremos aquí y no en la mía. Espero que tu compañero de habitación sea agradable, sin embargo.

–Sí, yo también.

–Quizás e incluso sea atractivo.

–Phichit…

Phichit escala y se recuesta sobre la cama de Yuuri. –Es decir… no será un Victor Nikiforov, pero…

–Shhh, Phichit. Hay gente afuera en el corredor en este momento –le urge Yuuri–. No digas su nombre en voz alta.

– ¿Qué? ¿Al igual que Voldemort? Tú puedes decir los nombres de todos mis crushes en voz alta. Veamos… Zac Efron. Mario Maurer. James Franco. ¿Quién más? Déjame pensar…

–Todos esos son celebridades –le recuerda Yuuri.

Phichit resopla, dándole la razón. –Eso es cierto. Supongo que ninguno de ellos va a escucharme. Oohhh, ¿Y si terminas emparejado con Victor? –pregunta, susurrando el nombre y punzando a Yuuri en el hombro.

Yuuri rueda los ojos. –Ni en un millón de años. Él compartirá habitación con alguien más del Psi Omega Iota, obviamente.

Victor Nikiforov es bastante conocido en el campus.

Lo cual es impresionante ya que es una universidad muy grande.

Estudiante de tercer año, miembro de una hermandad llamada Psi Omega Iota desde su primer año. Su padre es el decano. Su hermano menor a menudo se encuentra a su alrededor. Al igual que Mila, a quien Yuuri conoce del club de patinaje. Y algunas veces con Christophe Giacometti, otro estudiante de idiomas. Victor maneja una patineta por todo el campus, asiste a las mejores fiestas, y prácticamente todos lo adoran. Siempre que Yuuri lo ve, él está saludando a las personas, conversando con las personas, sonriéndole a las personas.

Él es atractivo.

Atractivo nivel modelo.

(Ridículamente atractivo.)

(Pero un playboy.)

(El cual es un rasgo que normalmente a Yuuri le repele, pero en Victor parece funcionar.)

–Lo sé, pero se puede soñar –Phichit suspira–. Sería tan romántico. Oh Dios, ¿Y si yo consigo emparejarte con Victor? Eso sería divertido.

Yuuri toma una almohada y la presiona contra el rostro de su amigo. Phichit ríe y se zafa. –No digas su nombre –insiste Yuuri.

–De acuerdo, de acuerdo. Me detendré. Siempre es divertido tomarte el pelo, Katsuki.

–Vamos a echarle un vistazo a tu habitación –sugiere Yuuri.

–Seguro.

~•~ ~•~ ~•~

Victor y Chris se dirigen juntos hacia el edificio, con diferentes llaves en las manos, tomándose a broma la situación. Promover las relaciones interdisciplinarias. ¿A quién piensa Yakov que está engañando?

Victor, no obstante, comprueba su correo. La mujer no estaba mintiendo cuando les dijo que bastantes emails fueron enviados avisándoles del tema. Rayos.

Llegan al edificio, pero resulta que sus dormitorios se encuentran en pisos diferentes. Victor tiene la mayoría de sus cosas guardadas en su carro, que está parqueado afuera. Sin embargo, no está seguro de adonde debe llevarlas, así que deja sus cosas atrás y entra con las manos vacías.

Se encamina hacia el número de dormitorio que la mujer le anotó en un trozo de papel, con llave en mano.

La puerta está cerrada.

Tal vez su roommate aún no se ha mudado.

Así que destraba la puerta.

Hay dos literas en la habitación.*

Una a la derecha y otra a la izquierda. Una pequeña puerta que es el baño al lado derecho. Un escritorio debajo de cada cama. Uno de ellos está limpio –perfectamente limpio, pero el escritorio de la izquierda está cubierto de varias chucherías y una pequeña planta. Hay álbumes de fotos vueltos en la silla, apenas visibles a la vista.

La única luz que ilumina el dormitorio en ese momento es azul, emitida desde la pantalla de una laptop sobre una de las camas de arriba. Hay una figura indefinida detrás del aparato, Victor da un salto, sobresaltado. –Oh, Hola.

–Disculpa, puedes prender la luz si quieres –dice la figura.

La voz le suena familiar.

Demasiado familiar.

Victor traga grueso.

Su mano se mueve hacia el interruptor.

Observa.

Porque…

Porque…

No, no, eso no puede estar pasando.

(Porque él es guapísimo.)

(Porque las gafas rotas descansan sobre el escritorio.)

(Porque la culpa regresa a él en un instante, devorándolo por completo, comiéndoselo vivo.)

–Oh –dice el chico desde la cama.

Luce sorprendido.

(Obviamente él está sorprendido.)

Victor no puede dejar de mirarlo. –Hola –luego recuerda que probablemente Chico Bicicleta lo odia. No, también recuerda que hay casi una posibilidad nula de que Chico Bicicleta no lo odie. –Lamento esto. Escuche que fuiste separado del chico que se supone seria tu roommate, al igual que yo. Así que podemos intercambiar dormitorios, para que estemos con quienes deberíamos estar. Ellos se encuentran un piso debajo de nosotros.

El otro estudiante se lame los labios, se le queda viendo. Luego sus ojos regresan a la pantalla de su laptop. –De acuerdo.

Por alguna razón, eso duele.

Porque el chico no está siendo agresivo, en sí, pero tampoco está siendo cálido.

Luego vuelve a levantar la vista. – ¿Eres el hijo del señor Feltsman, cierto? –suena menos como una pregunta y más como una declaración.

Victor asiente. –Aunque no compartimos el apellido. Soy Victor. Victor Nikiforov.

El chico le sonríe.

(Es débil, no le llega a los ojos, pero está ahí.)

–Katsuki Yuuri.

–Encantado de conocerte –Victor declara, apoyándose en el vano de la puerta–. Bueno, en fin, supongo que esto es un poco inconveniente para ambos, así que le diré a Yakov –es decir, al señor Feltsman, que se haga cargo.

La sonrisa desaparece. –Bien. De acuerdo.

Victor se siente incómodo, así que sale del dormitorio, dejando la puerta cerrada a su detrás. Presiona su frente contra la pared a su lado y suspira. Tenía a Chico Bicicleta justo frente a él y ni siquiera tuvo la decencia de disculparse por casi matarlo. No puede recordar ninguna de las palabras que tenía preparadas, no puede recordar nada de las interminables prácticas que hizo con Yurio.

Abre la puerta nuevamente. –Quería añadir, perdón por golpearte el otro día. Estaba siendo estúpido, debía haber estado mirando. Y te pagare las gafas, si quieres.

Yuuri parece sorprendido, cierra su laptop. –Um, te lo agradezco, pero ya he ordenado otro par.

Victor engulle.

Di algo más, di algo más, di algo más.

– ¿Qué color?

Se odia a sí mismo.

(¿Por qué? ¿Por qué tuvo que decir eso?)

Yuuri parpadea. –Um, la misma montura, de hecho.

–Oh.

Una pausa.

Victor lucha por encontrar algo más que decir, desesperado por apaciguar la palpable tensión en el aire. –Eso es bueno. Que sea la misma montura, quiero decir. Porque si aún sirve, entonces ¿para qué cambiarla, no?

Otra pausa.

Quiere que el suelo lo trague.

(Porque esto no está bien. Victor no es así de torpe. No, normalmente él es la personificación exacta de la confianza, la viva imagen de la calma, impasible y sereno. Entonces ¿Por qué ahora tiene la carne de gallina? ¿Por qué está sudando? Él ni siquiera suda.)

Pero entonces.

Yuuri ríe.

Ríe.

(Yuuri está riéndose de él.)

Victor ríe también, un poco molesto, pero aliviado al mismo tiempo.

–Supongo que tienes razón –Yuuri decide.

Victor sonríe. – ¿Sí?

–Sí.

–Bueno, en fin. Te veo luego.

Sale precipitado del dormitorio, pensando que Katsuki Yuuri probablemente piensa que él está loco. Absolutamente loco. Porque él invade la habitación, luego sale, y luego vuelve a entrar, para disculparse por casi matarlo y haciéndole un cumplido por la elección de sus gafas, las que por cierto ni siquiera le ha visto usarlas, para marcharse finalmente.

Un excelente primer día en su tercer año de universidad.

Camina hacia el área común del vestíbulo y presiona el teléfono contra su oreja. –Yakov, necesitamos hablar sobre tu regla interdisciplinaria. Chris y yo no podemos compartir dormitorios por causa de eso.

Yakov no suena impresionado. – ¿Escuchaste los dos últimos mensaje de voz que te deje?

–…No.

–Decían algo como 'Victor, tú y Chris no podrán alojarse juntos, quizás y debas cambiar tus planes.

Victor presiona uno de sus talones contra la pared, ladea la cabeza hacia atrás. –Pero Yakov. Esto es ridículo.

–Ha habido una gran demanda para los estudios interdisciplinarios desde el año pasado –le dice Yakov.

–Pero los chicos con los que ambos nos estamos alojando se supone que también compartirían dormitorio entre ellos –Victor insiste–. Además, si intercambiamos, nadie lo sabría.

–Dale una oportunidad por una semana.

–Pero, Yakov…

–No conseguirás un trato especial, Victor, lo sabes. Y todos los del Honors College están siguiendo las mismas reglas. Entonces tú también podrás. Incluso podrás aprender algo nuevo.

–Pero…

–Adiós, Vitya.

Yakov le cuelga el teléfono.

Victor se encamina escaleras abajo para hablar con Chris, para explicarle la situación. Su nuevo roommate está allí –Phichit Chulanont, estudiante de física– y parece que ambos se llevan bien, intercambiando redes sociales. Victor desea que las cosas fueran así de bien entre él y Yuuri, pero en su lugar todo lo que ha hecho fue hacer un tonto de sí mismo.

Chris le ofrece ir por un gelato.

Victor le cuenta la historia de su infortunio.

Chris, sin embargo, no siente pena por él.

–No puedo creer que le preguntaras por el color de las gafas que consiguió –ríe, enterrando su cuchara en el chocolate.

Victor oculta su cara entre sus manos. –Fue humillante. Se rio de mí.

–Él debe ser realmente atractivo –señala Chris–. Nunca antes te vi arrastrando el ala por alguien, Nikiforov. Por lo general eres tú quien provoca que los demás la arrastren.

Él frunce el ceño. – ¿Qué se supone que significa eso?

Chris le da palmadas en la espalda. Duele. –Eres un coqueto, Vitya. Aunque no del tipo malo. Del tipo divertido. Te he visto seducir a tipos en cinco diferentes idiomas.

Victor no responde. Se limita a suspirar.

– ¿Qué tan lindo es él?

–Muy.

– ¿Muy?

–Yo… no sé cómo decirlo… muy.

~•~ ~•~ ~•~

Yuuri no espera que Victor Nikiforov entre a la habitación.

(Es como si el universo estuviera jugándole una broma cruel.)

Parte de él sospecha que Phichit le ha pagado a Victor para que entre al dormitorio como parte de esa broma

Una broma sin nada de gracia.

Porque Yuuri ha albergado un enamoramiento por Victor desde el año pasado. Uno muy sutil, claro, pero enamoramiento a fin de cuenta.

Resulta que no es una broma.

No obstante, sí es una cruel broma del universo, porque prácticamente todo lo que Victor dijo fue de intercambiar dormitorios. Lo que es entendible, porque claro que Yuuri quiere alojarse con Phichit, y tiene sentido que Victor quiera alojarse con su amigo, pero…

(Dolió.)

(Más de lo que debería.)

Un rato después de que Victor se marchara. Le textea a Phichit diciéndole que venga a su habitación.

– ¡¿Victor Nikiforov?! –grita después de escuchar las noticias.

Esta vez, Yuuri tiene preparada la almohada.

Phichit vuelve a gritar, pero es comprensible ya que su boca es prisionera del blanco cojín. –Cállate –dice Yuuri–. Shhh.

–Oh Dios mío, estaba bromeando sobre compartir habitación con él –Phichit se deleita–. ¿Soy mago? ¿Acaso puedo predecir el futuro? ¿Igual que Es Tan Raven?* Yuuri, ¿soy Raven?

–Él está intentando intercambiar nuestras habitaciones –Yuuri señala–. No es como si esto fuera a durar. Se supone que él debe estar con tu roommate, y se supone que yo debo estar contigo, entonces tiene sentido.

Phichit está mirándolo fijamente, asombrado. –Yuuri, necesitas tomar ventaja de esto. Su papá es el señor Feltsman. Podría darnos los 4.0s sin esfuerzos. Te lo puedo apostar. Y él te debe una, ¡Porque te estrelló con su patineta! Sin mencionar que he oído que habla como, cincuenta idiomas.

– ¿Cincuenta idiomas? –cuestiona Yuuri, cruzándose de brazos.

–Ok, el verdadero rumor dice que son diez, pero te apuesto que en verdad habla cincuenta. Se supone que él es, una especie de prodigio, ya sabes. Escuche que el gobierno lo utiliza para sus proyectos secretos. Como esa película con Amy Adams –¿La Llegada?* ¿La has visto?

Yuuri sacude su cabeza.

–Pues, Victor es como Amy Adams en esa película. Te la mostrare en algún momento.

–No voy a chantajearlo para que su padre nos suba la nota.

–Hmm. ¿Y que con darnos un mejor plan alimenticio? ¿Dónde uno pone los límites?

Ríe y golpea a Phichit por el hombro con el suyo propio. – ¿Vas a ser extra-molesto todo este año?

–Probablemente. Sin embargo, sé que me amas.

Yuuri lo vuelve a golpear con la almohada, y Phichit corre por la habitación para tomar una de la cama de Victor. Golpeándolo de vuelta. Continúan con eso por varios minutos, hasta que Yuuri colapsa en la cama, derrotado.

Y luego escuchan el sonido de una llave destrabando la puerta.

–Pórtate bien –le susurra Yuuri a Phichit, poniendo el tono de voz más frio que puede.

La puerta se abre, y Victor los mira, sorprendido. –Hola.

Phichit salta de la cama y le sonríe. –Hola, Phichit Chulanont.

–Victor Nikiforov.

–Sí, sé quién eres.

Yuuri mantiene su boca cerrada, abre su laptop y prácticamente entierra el rostro en la pantalla hasta casi sentir que la radiación le cuece el cerebro.

Victor le sonríe de vuelta. – ¿En serio?

–Eres el hijo del señor Feltsman. Todo el mundo sabe quién eres –explica Phichit.

Yuuri exhala aliviado.

Victor ríe. – ¿Es así? No era consciente de ello.

Phichit se sienta sobre el escritorio de Yuuri, descansado los pies sobre la silla giratoria. – ¿Eres estudiante de idiomas, cierto?

–Cierto. ¿Y tú eres...?

Asiente. –Estudiante de física, al igual que Yuuri. Aunque prefiero el término indeciso. En fin, es mejor que me vaya. Nos vemos Yuuri. Ya nos estaremos viendo Victor.

–Adiós –dicen ambos al mismo tiempo.

Y luego Phichit se va.

–Que agradable –dice Victor, y hay una ligera diversión en su tono de voz que hace parecer que está mirando directo al alma de Yuuri.

–Sí, lo es.

– ¿Ustedes dos eran roommates el año pasado?

Yuuri asiente. –Hubo una interesante encuesta y fuimos designados a vivir juntos. Funciono.

–Mm, ustedes no están saliendo, ¿no?

Yuuri parpadea.

¿Qué es lo que él…?

(¿Qué?)

– ¿Qué? –su voz sale chillona entonces se aclara la garganta e intenta otra vez– ¿Qué?

–Tú y Phichit –Victor aclara–. ¿No están saliendo?

–Somos… sólo somos amigos.

Victor asiente lentamente, como si estuviera asimilando la información. –Enterado.

– ¿Tú y Christophe están saliendo? –pregunta, sin estar seguro de dónde le viene el coraje pegándose a él, manteniendo sus manos cruzadas sobre su regazo.

Victor parpadea, como si no estuviera seguro de donde ha venido eso. –No. No estamos.

Él no responde, se limita a asentir y saca su teléfono, bostezando y navegando por Instagram.

~•~ ~•~ ~•~

Una hora pasa.

Yuuri lo está observando.

Su mirada se siente como la manta de plomo que uno usa cuando recibe una radiografía. No precisamente incomoda pero pesada al mismo tiempo. Victor está sentado en su escritorio con su laptop enfrente de él, revisando los lugares de sus diferentes clases.

Se gira y Yuuri aleja la vista, como si hubiera sido pillado con las manos en el frasco de galletas. Victor recuerda los intercambios silenciosos que tuvo con Phichit antes, la sonrisa de complicidad en los labios de Phichit, la forma en que los ojos de Yuuri lucían abatidos, sus mejillas sonrojadas. Definitivamente interesante.

– ¿Estás observándome? –pregunta, asegurándose de mantener un tono ligero, porque la última cosa que quiere es ahuyentar a Yuuri.

–Oh, disculpa –dice Yuuri rápidamente.

Victor se encoge de hombros. –Descuida, no importa. Sólo tengo curiosidad de saber por qué.

–Es que… yo estaba… nada. Es algo estúpido.

–Eso no suena como nada –él le sonríe y se da la vuelta, con las piernas enganchadas alrededor de las patas de la silla cruzando los tobillos. Pasa una mano por su cabello, notando con diversión como Yuuri se enfoca en sus movimientos.

–No es nada. De verdad.

Victor enarca una ceja, prácticamente puede sentir como la determinación de Yuuri se desmorona.

–Tu cabello –Yuuri se sonroja de repente, como si sus labios forzaran las palabras antes de que su mente pudiera detenerlas.

– ¿Tengo algo en el cabello? –Victor pregunta, recorriendo una mano sobre él, tirando de los extremos de su flequillo.

Yuuri es una mera vista allá arriba en la cama. Cubierto por las sombras, con las persianas cerradas y su laptop iluminándole las facciones con su reflejo azul. Él está usando unos jeans con una sudadera con capucha color negro, y todavía entrecierra los ojos para intentar ver, lo que trae de regreso la culpa que Victor había sentido antes.

–No –le asegura–. Es sólo que nunca antes había conocido a alguien con el cabello plateado –hace una mueca de vergüenza–. Disculpa, sé que fue algo tonto de mí decir eso.

Oh.

(Bueno eso es…)

(Inesperado.)

–Es un tono de rubio único –explica–. Es natural.

–Es raro –murmura Yuuri maravillado.

Pausa.

– ¡No raro! –se retracta–. No raro, eso no es lo que quise decir. Me refería a que… no es que sea raro, es… único, justo como dijiste.

Victor suspira y se da la vuelta, reposando su cabeza sobre el teclado. –Yuuri, me lastimas.

–No, no, lo lamento. Lo lamento mucho. No fue mi intención. De verdad, te juro que no lo era –Yuuri suena horrorizado, y Victor vuelve a sentirse culpable.

–Sólo estoy bromeando –le promete, enderezándose.

El chico en la cama parpadea. –Oh.

–Supongo que necesitamos conocernos el uno al otro antes para que puedas saber cuándo estoy bromeando y cuándo no –le provoca.

Yuuri esconde la cabeza. –Pensé que me había condenado a mí mismo a vivir con un compañero que me odia.

–No, no. Aunque es muy malo de tu parte que pienses que mi cabello me hace lucir más viejo y demacrado.

Otra pausa.

–Esa fue otra broma –supone Yuuri tranquilamente.

Victor sonríe. –Ding, ding, ding.

–Apuesto que ni siquiera necesitas de una licencia para comprar alcohol. Tal vez deberías teñírtelo para lucir más joven.

Victor frunce el ceño. – ¿De verdad?

–Broma.

–Oohhh, Yuuri. Estás aprendiendo –Victor lo elogia–. Ahora voy a ser más consciente en lo que respecta a mi pelo frente a ti.

–No, no es necesario –insiste, dedicándole una sonrisa amable–. ¿Sabes? En Hasetsu –mi ciudad natal, fui voluntario en una casa de retiro una vez a la semana.

Victor abre los ojos. –Ok, entonces eres un poco bueno en esto.

Yuuri ríe.

(Y si su sonrisa lo desarma, su risa bien podría ser una bomba nuclear, porque hace que Victor también ría, no puede evitarlo, no puede apartar sus ojos de Katsuki Yuuri.)

– ¿Qué dijo tu padre de nuestra situación? –pregunta, un poco más tranquilo ahora.

–Dijo que no le importa si cambiamos dormitorios dentro de una semana.

Yuuri bufa, desanimado. –Supongo que puedo soportarte por una semana.

Auch.

Victor se voltea hacia su escritorio, trata de ocultar que se siente ofendido.

–Es broma –dice Yuuri.

Se cubre el rostro con una mano. –Dios, me atrapaste con esa.

–Y bien atrapado –concuerda feliz.

~•~ ~•~ ~•~

Rato después esa misma tarde, Victor se encuentra con Mila, Sara, Yurio y Christophe en la biblioteca Stammi Vicino. Ocupan una mesa circular mientras Mila lo interroga, con la barbilla sobre sus palmas, codos sobre la mesa. – ¡¿Chico Bicicleta es Yuuri?! ¡Yo conozco a Yuuri!

Victor parpadea. – ¿Lo conoces?

–Estamos juntos en el club de patinaje –añade Sara–. Es lindo. Muy lindo.

Luego Mila lo mira boquiabierta. – ¿Eso quiere decir que tú golpeaste a Yuuri con tu patineta? –asiente con pesar. Ella se inclina hacia Victor y lo golpea en el brazo. Fuerte.

–Auch.

–Al menos lo encontraste –suspira Yurio–. Eso significa que en lugar de hablarnos de él constantemente. Podrás hablar con él constantemente.

–O ambos –dice Victor, desordenando el cabello de su hermano. Mira hacia Chris–. ¿Cómo te llevas con Phichit?

–Bien –responde–. Es agradable.

–Phichit es la cabeza de nuestro club –les cuenta Mila–. Ustedes chicos deberían venir alguna vez. Sería divertido.

–Yo solía patinar –dice Victor–, Yurio también. Quizás vamos con ustedes en algún momento.

Mila sonríe de oreja a oreja y levanta a Yurio en el aire con facilidad. –Aw, ¡Yurio! ¡Te unirás a nuestro club!

–Bájame –le ordena–. Estamos en una biblioteca, Mila.

Lo baja, todavía sonriendo.

~•~ ~•~ ~•~

Resulta que Yuuri es un búho nocturno.

Porque en su primera noche en la misma habitación, Victor se debate entre si él es un robot o no. Ha estado en su laptop por horas, con sus auriculares conectados en sus oídos, sus ojos pegados en la pantalla, y las piernas cruzadas.

Victor no puede dormir. Rueda en su cama a las dos de la mañana, y contempla a Yuuri. – ¿Sigues despierto?

– ¿ sigues despierto? –Yuuri pregunta sorprendido–. ¿Es la luz la que te tiene despierto? Porque puedo bajarle.

– ¿A qué hora normalmente duermes? –dice mientras bosteza, su cuerpo protesta contra la idea de hablar.

Yuuri frunce el ceño, como si la pregunta lo confundiera. –Um… no lo sé.

– ¿No lo sabes?

–A cualquier hora que me sienta cansado –responde, encogiéndose de hombros.

Victor tira de las mantas hasta el cuello. – ¿Y qué tanto estás haciendo?

Yuuri cierra el laptop. –Nada. Sólo navego en internet.

– ¿Sólo eso?

–Sí.

Victor enarca una ceja, pero el momento se arruina cuando vuelve a bostezar. –Haz lo que quieras. Buenas noches.

–Buenas noches.

Victor se cuestiona sobre Yuuri.

Siente como si no supiera nada sobre él, aun cuando eso no es necesariamente una verdad.

Su mirada es casi siempre analítica, como si estuviera constantemente gravándose todo lo que sucede a su alrededor, tomando nota de todo lo que se dice o se hace en el espacio que lo rodea. Victor figura que es debido a su inteligencia. Después de todo, está en el Honors College. Al igual que Victor, claro que él está sólo por sus altas calificaciones en el examen de lenguas. También, Yuuri es tranquilo, Victor recuerda a personas como él en la secundaria, del tipo de personas que se mantienen alejados ellos mismos pero que son capaz de recordar el segundo nombre de todo el mundo.

Es un poco intimidante.

Y luego está el otro hecho –él es divertido. Un poco demasiado divertido. Recuerda la broma que Yuuri le hizo con anterioridad, le salió de la nada y por un momento lo descoló. Sin embargo, a Victor le gustó. Espera que siga haciéndolas en el futuro.

También sabe que Yuuri es japonés y que es estudiante de física.

Sabe que a él en verdad parece gustarle el color azul. Ropa de cama color azul, ropas color azul, fondo de pantalla de laptop color azul, no es que la haya visto todavía pero puede saberlo debido al reflejo que proyecta. Sabe que él definitivamente no es del tipo al que le gusta salir, es más del tipo extrovertido, pero eso no lo hace precisamente un solitario. Después de todo, es miembro del club de patinaje y parece que allí tiene muchos amigos.

Mantiene sus pensamientos para sí a no ser que se vea empujado a expresarlos.

Victor guarda todos estos pequeños pensamientos en su lista en blanco sobre los hechos de Katsuki Yuuri.

(Y aún hay algo que lo inquieta, muy guardado en el fondo de su mente.)

(Una frustrante familiaridad.)

Con ese pensamiento. Finalmente cae dormido.

….

Aclaraciones: (Hechas por la traductora)

MythBusters*: Programa de televisión estadounidense y australiano de divulgación científica emitido por Discovery Channel. Donde los protagonistas ponían sus conocimientos y habilidades para poner a prueba la veracidad de las leyendas urbanas.

(B de Boy)*: En verdad me hubiera gustado encontrar un sinónimo con B para la palabra chico. Pero en español no hay, no existe. :'v

Honors College*: Es un programa especial que incluye alojamiento en universidades públicas y privadas. Así como también plan de estudios, privilegios, accesos especiales, y reconocimientos para los académicos excepcionales. Sólo la obtienes estudiantes con notas muy buenas.

Roommates*: Bueno, creo que aquí no hay mucho que aclarar. Roommates son los compañeros que comparten la misma habitación. Pero como en este fic se repetirá mucho esa palabra. Lo dejare así. Es muy larga su traducción al español y queda mejor en ingles lol

Literas*: Aquí se refieren a las camas que se encuentran arriba ya que en la parte de abajo hay un pequeño escritorio. Muy útil para los estudiantes. Busquen en google (lofted bed) para que tengan una mejor idea.

Es tan Raven*: ¡La mejor serie creada por Disney! xD trata sobre una chica que tiene la habilidad de ver el futuro o hechos que sucederán.

La Llegada*: Arrival película protagonizada por Amy Adams donde alienígenas invaden la tierra, donde una experta en lingüística es requerida por el gobierno para traducir y descifrar el mensaje que los extraterrestres intentan transmitir.


(N/T): voilà! Nueva traducción, de veras que me moría de ganas por poder traerles este nuevo proyecto. En lo personal a mí me encanto mucho esta historia, porque no sólo es hermosa (ya lo verán) sino que también es porque Victor es lingüista (como yo) y habla muchos idiomas (más que yo :'v) xD verán eso y varias cosas respecto a la física. Braveten, la autora original, ha manejado estas dos ramas con una destreza admirable.

Les invito a seguir esta historia. Consta de tan sólo 10 capítulos.

Dejen review, el botoncito está por ahí abajo. Por si les gusta la traducción o para decirme que apesto en esto y debo dejarlo y buscar otra cosa. Lo que quieran xD

Hecho que no he aclarado: las edades están cambiadas ligeramente.

¡Nos vemos en el próximo capítulo!