Andaba medio bloqueada jajaja, Josh no ha podido contribuir por razones personales pero bueno, finalmente acabé con éste capitulo.
Espero les guste :) si encuentran los nombres originales por ahí una disculpa, a veces se me pasan :p
El poder en ellos.
Sakura y Syaoran quedaron solos después de que Tomoyo y Meiling decidieran bajar a su departamento.
—Syaoran —lo llamó, estaba apoyado con los brazos cruzados en la ventana que daba hacia el río Támesis.
Él suspiró y sacudió la cabeza, sabía de lo quería hablar, pero no estaba listo para aceptarlo.
—No puede ser que esa realidad nos alcance, dimos nuestras vidas para terminar con ello —susurró con molestia.
Sakura se puso a su lado. Por las noches ignoraban el tema porque creyeron que no iba más allá de sueños, que el ser almas gemelas los conectaba de esa extraña manera... Pero tras ver a Kyo.
—Puede ser que ella te esté llamando —murmuró tratando de controlar el temblor en su voz.
Syaoran frunció el ceño y le dio la espalda a la ventana, se apoyó en la pared a un lado del cristal.
—No tiene porqué, no éramos nada real, todo fue una mentira para tomar tu lugar...
—Se iban a casar, Syaoran, ella dio su vida por ti —le recordó.
Él la vio con dureza.
—Y al final también luchó en nuestra contra, Sakura. ¿A dónde quieres llegar con esto? Sabes perfectamente...
—Yue me atacó y se dejó morir, esa parte de nosotros en ellos siempre permaneció y si tú la estás soñando y yo me lo encontré —lo interrumpió evitando su mirada.
Syaoran se despegó de la pared de golpe, se paró frente a ella de manera imponente.
—¿Quieres que terminemos? ¿Es eso? Solo tienes que decirlo y no buscar...
Sakura levantó el rostro y lo vio desafiante.
—¡Quiero que dejes de ignorar las cosas, Syaoran! —gritó y empuñó ambas manos a su lado—. No hay casualidades, menos con nosotros, ¿por qué sigues actuando como si no nos estuviera golpeando en la cara?
—¡Porque estoy harto de perderte! —vociferó él temblando.
Sakura lo vio con incredulidad, incluso su boca se abrió con sorpresa.
Syaoran puso ambas manos en el cristal detrás de ella y juntó sus frentes, su respiración estaba agitada.
—Si no son los recuerdos de ese tiempo, eres tú muriendo en mis brazos —susurró con la voz quebrada—. No tengo un minuto de paz desde que pasamos los veinte.
—Syaoran —murmuró poniendo las manos en sus mejillas—. ¿Por qué no me dijiste?
Él suspiró y sacudió la cabeza con lentitud.
—Porque admitirlo en voz alta es aceptar que nos está alcanzando, no quiero... No puedo perderte de nuevo, no así —confesó bajando los brazos y tomando sus hombros.
—Dijimos que no habría secretos —susurró ella escondiendo el rostro en su pecho.
Syaoran suspiró y la abrazó con fuerza.
—Creí que eran por miedo, no pensé que fuera algo real hasta hoy que te vi correr detrás de él.
—Lo reconociste —concluyó Sakura.
Él asintió con pesadez, besó su cabello y la alejó un poco.
—Viene de allá y siento que es solo la punta del iceberg, lo que sea que está haciendo aquí no es algo bueno —susurró.
Sakura notó ese miedo en sus ojos, el mismo que lo albergó justo antes de enfrentar a Reiku en su otra vida. Pasó la mano por su mejilla y él suspiró.
—Lo enfrentaremos juntos —aseguró con firmeza—. Lo haremos diferente, Syaoran.
Él no dijo nada, solo cerró los ojos y besó su frente.
—Te amo, lo sabes —insistió Sakura elevando su rostro para verlo a los ojos.
Él la observó por unos segundos.
— Y yo a ti —contestó en un hilo de voz—. Eres el amor de mi existencia.
Sakura sonrió un poco y besó su mejilla, luego su nariz, Syaoran cerró los ojos perdiéndose en la calidez de la mujer en sus brazos, ella posó los labios sobre sus ojos antes de bajar a su boca y rozarla para después suspirar.
Syaoran la atrajo más a su cuerpo y recorrió con lentitud su cuello, sentía como se empezaba a llenar de ansiedad y deseo.
Siempre era así, desde que comenzaron a tener intimidad sus almas se conectaron a otro nivel, cuando uno de los dos sentía mucho el otro también lo experimentaba.
Algo que le había dado el primer indicio de que sus vidas tomarían de nuevo ese camino.
Sakura puso las manos en sus mejillas y subió su rostro para perderse en sus labios, se besaron con intensidad, con desesperación y pasión.
Las manos comenzaron a trazar caminos en la piel, poco a poco se despojaron de todo impedimento y cayeron en uno de los sillones de su hogar donde dejaron que el amor los consumiera y la pasión los uniera en todos los sentidos.
Y mientras Sakura recorría su piel con los labios, Syaoran trató de enterrar ese sueño en lo más profundo de su mente, el amor que irradiaba de ella apaciguaba sus miedos por momentos.
Necesitaba aferrarse a su presencia y lo que había entre ellos.
Porque soñar que moría en sus brazos, a causa de él, lo estaba consumiendo lenta y dolorosamente.
Meiling tenía la cabeza apoyada sobre la mesa del comedor de Tomoyo, su amiga se encontraba haciendo té en la cocina, la podía escuchar mover cosas.
—Eriol y Lien no han regresado —anunció Tomoyo tomando asiento frente a la chica.
Meiling suspiró y sacudió la cabeza.
—Lien puede que le haya pedido que fueran a entrenar, mientras menos tiempo pasemos juntos, mejor.
Tomoyo la vio con preocupación.
—Meiling, si cada día están peor, ¿por qué no lo terminas?
La chica de ojos carmesí bajó la mirada con tristeza.
—Porque tengo miedo de decirle mis razones, ni yo misma lo entiendo —contestó en un susurro, suspiró y dirigió su atención a la ventana de la sala—. Me da pavor que sienta que no lo amo, porque no es la verdad, lo adoro, es solo que...
Tomoyo tenía toda su atención puesta en la chica.
—Algo allá afuera me llama siempre, es un anhelo que me consume el alma, quiero buscar algo pero no sé qué es... —Empuñó las manos por debajo de la mesa—. ¿Y si en ésta realidad él no es mi alma gemela? ¿Y si él está destinado a estar con alguien mejor?
Su amiga la vio con tristeza.
—Mei...
La mencionada quitó una lágrima de su mejilla y rio con ironía.
—Es decepcionante, ¿sabes? Siempre hay algo que nos termina separando, no importa en qué mundo estemos, algo se interpone.
Tomoyo mordió el interior de su mejilla.
—Sé que está buscando un escape, él cree que no me doy cuenta... Creo que pidió una beca en otra universidad, hace unos meses vi su historial académico en la barra de la cocina —contó Meiling y sacudió la cabeza.
—El problema principal siempre ha sido la comunicación, Meiling, podrías evitar todo esto si hablaras con él.
La pelinegra sacudido la cabeza.
—Si se quiere ir no lo voy a detener, puede ser que él también siente lo que yo y necesita buscar eso que lo llama.
Ambas brincaron al escuchar la tetera, Tomoyo la vio con preocupación antes de levantarse para acudir a la cocina.
Meiling volteó hacia la ventana y frunció el ceño al notar un brillo a unas cuantas calles de ahí, incluso su cuerpo se estremeció y ansiedad la inundó.
—Lien —susurró.
Una, dos, tres detonaciones se escucharon en el callejón, la inmensa bestia soltó un agudo gruñido cayendo de espaldas a escasos metros de ellos.
Lien veía a Eriol con sorpresa, su amigo empuñaba un arma con ambas manos y no había dudado en sacarla de su espalda cuando aquella cosa rara se fue sobre ellos.
Sin embargo, parecía que la bestia era inmune, pues solo se había atontado pero no tenía ni un rasguño en su aparente gruesa piel.
Ambos corrieron y se escondieron detrás de un contenedor de basura.
—Creí que no se usaban —rechistó Lien por sobre el sonido de la bestia que aventaba y destruía lo que encontraba a su paso.
Eriol lo miró antes de levantarse y atacar dos veces de nuevo.
—Syaoran se niega a usarlas, no yo —alegó.
Lien bufó y se asomó por el costado, la bestia levantó otro contendor de basura con facilidad y lo lanzó en su dirección, Eriol apenas tuvo tiempo de agacharse, el pesado depósito se siguió de largo a la avenida detrás de ellos.
—Esto es una locura, ¿qué rayos es eso?
Su amigo disparó de nuevo pero la bestia no se inmutó, incluso saltó en su dirección.
—Corre, corre —le dijo al otro chico empujándolo con urgencia.
Huyeron hacia la avenida, la bestia los siguió dando grandes zancadas.
Gente se había reunido alrededor al escuchar los gruñidos y sonidos, cuando Lien y Eriol los notaron empezaron a mover las manos con desesperación.
—¡Corran! —gritaron.
La bestia salió del callejón y fue cuando la gente empezó a huir despavorida.
—Claro, necesitan ver para creer —espetó Lien entre jadeos.
Patrullas se detuvieron justo donde empezaba el parque bloqueando la calle. Lien y Eriol avanzaron hasta quedar detrás de ellos. Policías salieron de los vehículos y apuntaron a la bestia que se detuvo justo en medio de la avenida y pareció olfatear el ambiente.
Todo se quedó en silencio, la tensión se sentía en el aire.
—¿Qué es eso? —Escucharon a los policías cuestionarse, Lien incluso notó que las armas de algunos temblaba en sus manos.
El ser era imponente a pesar de su aparente delgadez, la altitud que alcanzaba cuando no estaba encorvado y la saliva junto a los dientes afilados era suficiente para asustar hasta al más valiente de los hombres.
Pero cuando la bestia enterró con suma facilidad las garras en una camioneta que abandonaron en la avenida y la levantó como si se tratara de una pluma, el caos reinó.
Detonaciones se escucharon a la par de los rugidos de la bestia, la camioneta voló en su dirección.
—¡Despejen! —gritó un oficial, Lien y Eriol no dudaron en apartarse junto a los demás.
El vehículo cayó justo dónde habían estado y la bestia gruñó antes de saltar y caer en el techo de una de las patrullas, el metal cedió ante su peso.
—Necesitan otro tipo de arma —espetó Lien viendo como el ser recibía las balas y no pasaba nada, era como si las absorbiera.
En medio del caos varios oficiales los obligaron a correr en dirección al centro, iban avanzando entre la gente cuando escucharon un desgarrador grito, ambos voltearon y observaron con horror como el monstruo había enterrado sus garras en el torso de un oficial para después lanzarlo a un edificio a su lado, el cuerpo cruzó un ventanal.
Y así comenzó a atacar a todos los que encontraba a su paso.
Lien tomó una decisión, se regresó al parque y levantó ramas y rocas, llamaría la atención de esa cosa a como diera lugar.
—¡Lien! —gritó Eriol.
—¡Aleja a los que puedas! —vociferó su amigo corriendo hacia la bestia y comenzando a lanzarle lo que tenía en las manos—. ¡Eh! ¡Cosa! ¡Aquí!
Eriol notó como el ser giró en dirección a su amigo y fue como si algo lo llenara de rabia, pues soltó un agudo grito y saltó hacia Lien el cual apenas tuvo tiempo de huir hacia dónde no había gente.
Oficiales llamaban refuerzos y Eriol optó por tomar el arma de uno de los caídos para seguir a su amigo.
Maaya se estremeció ante el contacto del metal con su piel pero no se atrevió a subir la mirada, los ojos grises de Amún la intimidaban de una manera descomunal.
Trataba de mantener su corazón y pensamientos bajo control pero cuando Amún le dio media sonrisa se dio cuenta de que no había logrado su objetivo.
—¿Recuerdas el rito de iniciación? —preguntó él en voz baja.
Maaya asintió sin desviar la mirada de la pulsera que había puesto en su muñeca, era ligera, plateada y tenía un pequeño display negro con el número cero en color rojo.
Se encontraban en uno de los antiguos cuartos de entrenamiento que Amún utilizaba para "divertirse" con los Normis que llegaba a encontrar. La mezcla del olor a humedad y alguna sustancia con la que limpiaban la sangre la hacia arrugar la nariz.
—Va a ser algo así, pero solo sentirás un hormigueo a través de tu cuerpo, no habrá dolor —le contó asegurando la pulsera, se escucho un click y el metal se ajustó a su piel.
—¿Con esto mi poder aumentará? —cuestionó ella frunciendo el ceño.
Amún movió la cabeza de un lado a otro.
—Lo suficiente para que abras el portal de ida, pero vas a llegar agotada y tu poder tardará días en recuperarse, por eso yo te abriré el de regreso.
—¿Cómo sabrás?
Amún le dio un guiño.
—Tengo mis medios, pero necesito que me hagas otro favor.
Maaya abrió la boca con sorpresa, de por sí asesinar a Kyo iba a ser difícil.
Amún sacó tres círculos de su bolsa, eran negros y tenían unos cinco centímetros de grueso.
—Están hechos para encontrar a los líderes, necesito que los liberes y veas que cumplan con su cometido —explicó depositando los artefactos en su expectante mano.
Maaya los sopesó, eran tan ligeros como discos de hockey, de hecho, parecían eso.
—¿Cuál es?
Amún sonrió de manera maquiavélica.
—Reactivar su sangre Peri.
Maaya lo vio con sorpresa, incluso abrió un poco la boca para alegar pero Amún no le dio la oportunidad, presionó el display de la pulsera e inmediatamente brincó al sentir un pinchazo sobre su piel.
—Ah sí, olvidaba eso, es lo único que dolerá —murmuró sin borrar la sonrisa, pareció disfrutar del gesto de dolor de la chica.
—¿Qué fue? —Maaya movió la mano una y otra vez, empezaba a tener la sensación de hormigas recorriendo su piel.
—Se debe conectar a tu vena, no la trates de quitar, sería desagradable —contestó Amún girándose y haciendo un enorme círculo con la mano. Una nube color gris oscuro se formó, pequeños rayos se veían en ella y en el medio solo se podía vislumbrar una luz blanca.
Maaya mordió su labio con nervios, comenzaba a intensificarse el hormigueo.
—Une tu poder —ordenó Amún.
La chica suspiró, guardó los discos en la mochila que colgaba de su espalda y dirigió su mano al pre-portal.
Una línea naranja salió de su mano, al mezclarse con el círculo frente a ella, éste destelló de un gris intenso antes de comenzar a pintarse de color naranja.
—Tu objetivo es Kyo, no ataques a los elegidos, no podrás con ellos —insistió Amún mientras el portal se comenzaba a abrir, imágenes de un Londres sin destruir aparecieron frente a ellos.
Maaya soltó un tembloroso suspiro y entrecerró los ojos, a veces odiaba que la subestimara.
Vieron el río Támesis y luego el Big Ben, la chica frunció el ceño concentrándose en encontrar un lugar dónde no la vieran llegar, entonces apareció un camino empedrado con columnas de piedra blanca erguidas a ambos lados entre árboles y matorrales.
—Hampstead Heath, chica lista —elogió Amún con media sonrisa.
Maaya sonrió antes de que la imagen de la pérgola de Hampstead Heath quedara fija en el portal. Bajó la mano y miró al chico a su lado antes de entrar.
Una fuerte luz naranja se desprendió del círculo y luego desapareció dejando a Amún en completo silencio y soledad. Cchasqueó la lengua.
—¿De verdad le tienes tanta fé? —dijo la voz de Reiku desde las sombras.
Amún sonrió con ironía.
—De hecho, no, pero matarla sería poner en alerta a los demás, Kyo lo hará por mí —replicó.
Reiku apareció a su lado, tronó los dedos y una luz iluminó una máquina al fondo.
—Despertar la sangre de ellos deberá servir para iniciar el proceso, ambos universos deben converger —le recordó.
—Necesita la sangre de los ocho, de ninguna otra manera el portal alcanzará su máximo.
—Kyo preferirá morir antes que darte algo —recordó Reiku.
Amún sonrió con ironía.
—Espero que lo haga, me ha causado suficientes dolores de cabeza. —Se giró para observar a Reiku—. Tengo muy presente quiénes son los únicos que pueden frustar mi plan, crees que subestimo a los elegidos pero sé perfectamente bien de qué son capaces si se unen.
Reiku lo miró impasible, Amún empuñó las manos, lo trataba como a un crío.
—Solo necesito vivos a los líderes, los otros cuatro pueden morir si antes extraemos la sangre, no me voy a arriesgar a mantenerlos con vida —espetó antes de salir del lugar.
Reiku entrelazó las manos en su espalda y miró la máquina frente a él.
—Me intriga más saber qué harán cuando sepan de dónde vienes, Amún —murmuró a la nada.
El chico era pieza clave en sus planes, sabía que una vez que Lien se enterara de su origen, su sentido de protección iba a despertar impidiendo que alguien lo hiriera.
Mantener vivo al chico era imperativo, necesitaba que Amún juntara ambos universos para que ese tercer portal se abriera.
Podía escuchar a la bestia destruyendo cosas en su desesperación por llegar a él, se trató de fundir con la pared en su espalda.
Debió pedirle su arma a Eriol.
Es más, no debió intentar ser un héroe, en el pasado no le funcionó muy bien.
Lo que daría por tener sus poderes.
A unas cuadras del complejo de departamentos donde vivían, estaba la bodega en la que entrenaban. Fue el único lugar "seguro" al que se le ocurrió atraer a la bestia.
En la parte de arriba del lugar había un puente de metal que rodeaba la sala; lo habían puesto para practicar rápel de diferentes maneras, aunque ahora le estaba sirviendo para que la cosa esa no lo alcanzara.
Ya había destruido las colchonetas, el costal y la pera.
La bestia olfateó de nuevo el aire y Lien se tensó cuando lo escuchó gruñir y acercarse a la esquina donde las sombras lo habían ocultado.
La bodega tenía una enorme puerta de metal que se recorría, cuando entró al lugar subió y escondió la escalera —se elevaba para ser guardada debajo de la estructura de metal— hasta que la bestia entró al lugar y finalmente cerró la puerta quedando atrapado con ella.
Sacó con cuidado su audífono Bluetooth y lo puso en su oído mientras la bestia lanzaba el costal en su dirección.
Lien se agachó evadiendo el golpe.
—Mei —susurró.
Su teléfono inmediatamente marcó el número de su novia, tuvo que esperar para que ella contestara.
—Lien, qué...
—Te amo, soy un idiota pero te amo —murmuró atropellando las palabras.
Si algo había aprendido de su otra vida era que un segundo bastaba para cambiar el rumbo de las cosas. Si esa cosa se lo comía, necesitaba que Meiling supiera que no había cambiado lo que sentía por ella por más que pelearan.
—¿Qué? —cuestionó en un hilo de voz—. ¿Dónde estás? ¿Qué sucede?
La bestia soltó ese agudo grito que le dejaba vibrando los oídos, cerró los ojos y trató de calmar su acelerado corazón.
—¡Lien! —exclamó Meiling horrorizada.
—Si esta cosa me come, no quiero que lo olvides...
—¡Lien, deja de jugar! ¿Dónde estás?
La bestia tomó una de las pesas y la lanzó en su dirección, se estrelló con la pared debajo de él.
—Eriol tiene unas armas, Tomoyo debe saber dónde están, las van a necesitar, tal vez si le dan a la cabeza...
—¡Voy a la bodega! ¡Mantente vivo!
Meiling cortó la llamada sin darle oportunidad de negarse.
—Sí, bueno... —Se movió cuando otra pesa fue en su dirección—. No va a ser fácil —espetó observando a la bestia saltar a la estructura, no cabía bien por su ancho pero la bestia arrancó el barandal de su lado y lo dejó caer.
Lien corrió en dirección a dónde estaba la escalera escondida, ahora que esa cosa estaba arriba podría intentar...
Pero el monstruo saltó hacia abajo y se quedó en medio de la sala, lo observó fijamente con sus ojos rojos.
Lien respiraba de manera agitada, vio detrás del ser y notó que la puerta se abrió un poco y alcanzó a vislumbrar los lentes de Eriol.
Cómo tomando una decisión, la bestia saltó en su dirección y sostuvo el borde del pasillo de metal haciéndolo ceder de un lado. Lien apenas tuvo tiempo de sostenerse al caer, estaban separados por unos cuantos metros pero el ser movía sus garras para tratar de arañarlo en el costado.
Lien se sostuvo con fuerza, el corazón le resonaba en los oídos y sentía que sus manos no soportaría y mucho tiempo. Se impulsó hacia la izquierda para tratar de poner distancia entre ellos.
—¡Lien!
Giró un poco la cabeza, Eriol estaba en la entrada apuntando hacia la bestia que tenía más interés en matarlo a él que al chico que había entrado.
Trató de impulsarse hacia arriba, la caída era de cinco metros a lo mucho, se lastimaría si caía desde esa distancia.
Entonces el ser soltó otro de esos gritos agudos que incluso hacía que los vidrios vibraran, volteó con sorpresa, unas agujas se habían enterrado en su espalda.
Miró hacia abajo y encontró a Meiling, tenía un arma de electrochoque en las manos y había disparado hace unos segundos.
—¡Mei, atrás!
La bestia se soltó y cayó de espaldas justo a un lado de donde ella estaba, se estremecía una y otra vez, su cuerpo se tensó.
Desde arriba, Lien notó que parecía un enorme perro.
Meiling no dejaba de darle descargas a la bestia aunque su rostro reflejaba un profundo asombro.
Eriol y Tomoyo rápidamente juntaron las colchonetas que quedaban y las pusieron una sobre la otra debajo de Lien.
—Dudo que con eso baste, debemos salir de aquí —exclamó Eriol mirando a la bestia.
Lien suspiró y sopesó sus opciones, sus brazos ya resentían el esfuerzo que estaba haciendo para sostenerse así que no lograría balancearse hasta la otra estructura que no había cedido.
Pero esas colchonetas, no iban a amortiguar la caída.
—¡Lien! —lo llamó Meiling.
La bestia parecía ajustarse a las exigencias, pues había dejado de estremecerse, las agujas en su espalda parecían estar saliendo de su espalda.
No lo pensó más y se dejó caer.
Se quejó cuando sintió el dolor a lo largo de sus piernas cuando estás hicieron contacto con el suelo, luego cayó de lado.
Eriol rápidamente lo ayudó a levantarse pero sus rodillas se doblaron y su amigo puso su brazo alrededor de sus hombros para sostenerlo.
—Meiling, vamos.
La mencionada dejó el arma en el suelo con escepticismo pero corrió y se puso del otro lado de Lien. Entre los dos lo ayudaron a caminar hasta la puerta donde una Tomoyo aguardaba con otra arma en la mano.
—¿Qué es eso?
Eriol sacudió la cabeza, dejó que Meiling cargara con el peso de Lien y regresó a la puerta para cerrarla con ayuda de Tomoyo.
Sin embargo, garras se interpusieron en su misión, la pesada puerta fue casi arrancada y lanzada al interior de la bodega.
La bestia se irguió en toda su estatura y Eriol pasó a Tomoyo detrás de él mientras Lien trataba de enderezarse.
Saliva caía de su boca, los ojos rojos los veían aún con más fiereza y las manos de la bestia se abrían y cerraban de manera amenazante.
El ser se abalanzó sobre ellos, Tomoyo gritó mientras los demás observaban pasmados.
Grande fue su sorpresa cuando algo pareció detener a la bestia a unos centímetros de ellos, como una pared invisible, luego fue lanzada hacia atrás con tanta fuerza que un estruendoso ruido inundó sus oídos, y la pared del fondo se desquebrajó.
Luego una bola de fuego pasó a su lado a gran velocidad e impactó al ser causando que éste soltara un gruñido de agonía mientras las llamas lo consumían.
Vieron con horror la escena, las llamas eran tan intensas que el calor les llegaba. Eriol sostenía a una Tomoyo que temblaba ante la escena pues podían ver con claridad la carne ser consumida.
Voltearon a su izquierda y encontraron a un chico con ropa rasgada y sucia a su lado, tenía una mano extendida en dirección a la bestia y la otra a la altura de su pecho, abierta.
La luz que se desplegaba a causa de las llamas, iluminaba sus ojos verdes.
—Kyo. —Escucharon.
En la entrada del callejón donde estaba la entrada a la bodega, Syaoran veía con dureza al chico mientras Sakura observaba con seriedad detrás de él.
El chico finalmente bajó ambas manos y los miró a todos con una expresión neutra.
Las llamas continuaron consumiendo lo que quedaba del Prodi mientras seis pares de ojos observaban al chico que prácticamente acababa de salvar sus vidas.
Espero actualizar Casualidad en estos dias. Tienen cuenta en Wattpad? Es difícil esta siendo reescrita alla ;) aca no lo haré pues quiero mantener la versión original en algún lugar.
Nos vemos!