Hi there! *waves* Gawd! It seems like an eternity since the last time I posted a new translation so I'm very happy to share with you this beautiful story written by Chicklette. Thanks for allowing the translation of this story dear!

¡Hola! *saluda con la mano * ¡Dios! Me parece una eternidad desde la última vez que publiqué una nueva traducción, así que estoy muy contenta de compartir con ustedes esta hermosa historia escrita por Chicklette. ¡Gracias por permitir la traducción de esta historia querida!


Y qué dijeron, ya no lo dijo, pues sí, tengo que hacerlo :P Nada me pertenece, los personajes son de la increíble Stephanie Meyer, y la hermosa historia es obra de la autora Chicklette, yo solo traduzco.

Y ya saben que ella no puede faltar, mi fiel compañera, amiga y Beta, Erica Castelo. Gracias por tu ayuda, aunque me duelan las jaladas de orejas :P


Capítulo Uno: Lejos voló ella, a casa

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"Bella, cariño, ¿qué estás haciendo aquí?" Esme puso un brazo alrededor de mi hombro, al mismo tiempo que Emmett tomó la bandeja de cartón llena de vasos de café de mis manos. Jacob entregó la caja de repostería llena de muffins que nadie se comería, pero que me sentí obligada a traer.

"Esme, tenía que venir. ¿Cómo está ella?"

"Está estable, Carlisle dice que está estable." Las comisuras de los ojos de Esme se arrugaron con la sonrisa que no era real. La esposa de un médico, hace mucho había aprendido el truco.

La sala de espera del hospital estaba en silencio. Llena de muebles institucionales que tenían décadas de antigüedad, revistas que tenían años, y Emmett, Rosalie y Esme. Miré a alrededor en busca de él, pero no lo vi por ningún lado. Su abrupta partida de la pastelería me dejó alterada, aunque cuando Jacob colocó sus manos una en mi codo y la otra en mi espalda baja, pretendí que todo estaba bien. Él me había soltado, pero las arrugas de preocupación entre sus ojos nunca desaparecieron.

"¿Cómo estás tú?" Preguntó Esme, colocando una mano ligeramente sobre mi estómago. Desde que me embaracé, me había acostumbrado a estas invasiones del espacio personal. Todos en la extensa familia Cullen-Hale-McCarty sentían que tenían el derecho de poner sus manos sobre mí, y había llegado al punto en que no me molestaba demasiado. Me sentía como propiedad de la comunidad.

"Estoy bien, Esme," respondí. "El viaje no estuvo tan mal. Me fui bastante temprano como para evitar el tráfico que sale de Seattle." En verdad, el viaje desde Seattle había sido largo, y sospechaba, que sería una de las últimas veces que haría ese viaje por varios meses. Había planeado quedarme en Forks los últimos dos meses de mi embarazo de todos modos. Por supuesto, con… Alice, solo tenía sentido adelantar la fecha. Mi asistente ya estaba ocupada, llamando clientes, reprogramando sesiones, y haciendo arreglos para mi ausencia.

"Espero que no hayas manejado tú," me dijo, sobreprotegiéndome, llevándome a una silla. Rosalie me dio una mirada severa antes de palmear el asiento junto a ella. Me senté y me apoyé en su hombro, y ella puso su brazo alrededor de mí. Sus ojos miraron a los míos, llenos de preocupación. Traté de poner una fachada de tranquilidad pero… él estaba aquí, en alguna parte. Las comisuras de mi boca se curvearon hacia abajo y Rosalie buscó en mi rostro.

"¿Qué pasa?" Preguntó, su voz llena de preocupación, sus ojos recorriéndome de arriba abajo.

"No es nada, estoy bien," le dije, poniendo en mi voz una seguridad que no sentía. "Me duele la espalda," le dije. Mi corazón todavía latiendo con fuerza. Aquí, aquí, él está aquí.

"Vimos a-" Jacob empezó a hablar y lo silencié con mis ojos. Era madre, hermana mayor y enamorada, en una sola persona. Después de todos nuestros años de amistad, sabía que no debería desafiarme. Sus secretos estaban a salvo si estaba bien conmigo, aunque yo sabía que él cuidaba bien de los míos.

"Necesito regresar a trabajar," me dijo. "Solo me topé con Bella en la pastelería, y quise pasar a saludar." Asintió hacia Rosalie y Emmett. "Deberían recibir sus paneles de yeso en otro día más, así que tendrán su pared de vuelta como para el fin de semana."

Em asintió, agradeciendo a Jacob su trabajo. En los años desde que se graduó del instituto, Jacob había construido un pequeño negocio excelente, haciendo diversos trabajos por todo Forks, La Push e incluso en Port Angeles. A él era quién todo el mundo llamaba para cualquier renovación mayor de su casa, o incluso tareas tan simples como limpiar las canaletas para la lluvia. En los últimos años había añadido dos personas a su nómina de tiempo completo. Iba a tomar su examen para la licencia de constructor general en tres meses. No tenía dudas que lo haría excelente.

Jacob se acercó, besó el tope de mi cabeza y le dio a mi mano un apretón, y en ese momento me sentí ansiosa porque naciera el bebé. Era demasiado, todos los gestos y caricias amables, la silenciosa preocupación. Ansiaba la libertad que solía conocer, cuando era independiente, sin ataduras.

Suspiré. "Gracias, Jacob." Miré a sus ojos marrones tan oscuros que eran casi negros, agradeciéndole por todo. Me sentí abrumada por la gratitud hacia este hombre que ha estado a mi lado toda mi vida, listo para tomar mi mano, para ser mi protector, mi mejor amigo. Jacob era alto, eclipsando incluso a Emmett por su altura, y llevaba su grueso cabello negro largo y atado en su nuca con una cordón de cuero. Me apoyé en su pecho, sintiendo su brazo rodearme, llenándome con su fuerza.

Sus ojos brillaron en respuesta, y los dos entendimos, las palabras no dichas. Se acercó a Emmett, le susurró algo y se fue. Un momento después, lo seguí.

"Jacob," lo llamé, estirando mi mano hacia la suya. Sus largas zancadas llevándolo muy lejos, muy rápido.

Se volvió y me miró, la sonrisa ausente en su rostro.

"Gracias," le dije.

"¿Sabías que estaba aquí?"

Sacudí mi cabeza y agarré su mano. Si hubiese sabido, probablemente no hubiera tenido el valor de venir.

"No me gusta esto. Deberías decirles."

"Jake, vamos. Ha pasado tanto tiempo. Solo estoy tratando de dejarlo pasar."

"Sí, bueno, dejarlo pasar es una cosa, evadirlo es otra, y Cullen no parecía estar dejando pasar nada."

Recordé lo que sucedió más temprano en la panadería. La mano de Jacob estaba en mi vientre, haciéndome reír, y cuando levanté la vista, Edward estaba ahí. Habían pasado seis años desde que lo vi, y todavía me sentía como una niña bajo su mirada. Se veía igual de sorprendido como me sentía, y después de murmurar un hola y un adiós, salió de la panadería, pero sabía que no había forma de evitarlo. Edward Cullen estaba de vuelta en mi vida.

"No lo sé, Jake. Estoy segura que solo está preocupado por Alice. De todos modos, dudo que quiera todo eso que quedó en el pasado."

Jacob le dio vuelta a mi mano en la suya, envolviéndola con su enorme palma. "Solo ten cuidado, Bells. Eso es todo."

"Lo prometo," le dije, mirándolo.

Me besó en la cima de mi cabeza, luego se fue.

Cuando regresé a la sala de espera, me senté junto a Rosalie. Ella agarró mi mano, y Emmett tomó asiento a mi otro lado. Puso su brazo a mi alrededor, acurrucándome a su costado. Respiré profundo, luego dejé escapar un suspiro.

"Necesito regresar," dijo Esme, su voz quebrándose. Estaba fuera de mi silla en un instante, poniéndola en mi hinchado abrazo. El aroma de Esme, de una madre, llegó a mí mientras acariciaba su cabello, frotando su espalda mientras descansaba su cabeza contra mi hombro. Escuché su sollozo entrecortado y la abracé con más fuerza, mis propias lágrimas cayendo en silencio por mis mejillas. Familia. Esta era mi familia. La rodeé, acogiéndola, regresándole toda la bondad que ella me había dado en mi vida.

"Va estar bien," susurré, en voz baja, esforzándome por convencernos a ambas. "Todo va a estar bien." Ella se aferró a mí con más fuerza, y la acerqué a mí. Nos quedamos ahí, reconfortándonos en silencio, hasta que las dos pudimos respirar. Esme había sido mi madre desde que mi verdadera madre abandonó la tarea, casi veinte años antes. Cualquier consuelo que tuviera para dar era suyo, totalmente.

Me aparté y la miré a los ojos. Esos ojos verdes. Los ojos verdes de él. El cuchillo no se retorció en mi corazón, pero si lo penetró. Después de todo este tiempo. Por un momento, lo odié. Son mi familia ahora, pensé. No puedes reclamarlos. Tú los desechaste.

Rosalie tiró de mi mano, volviéndome a sentar en una silla. Sus ojos indagaron, suplicantes. Sostuve su mano, mirando a Esme de soslayo y luego de vuelta a Rosalie, pidiéndole, que ahora no. Mis secretos seguían siendo míos, y no renunciaría a ellos por el momento. A pesar de mi voluminosa carne, me sentía bastante transparente.

Esme se excusó para ir al baño de mujeres. Como la esposa del doctor Carlisle Cullen, se presentaba con cierto grado de decoro. No sería apropiado tener ojos de mapache, y sabía que no era vanidad, sino que era respeto lo que estaba tratando de trasmitir.

Cuando Esme se fue, Rose apretó mi mano otra vez.

"Está bien," le dije. "Estoy bien, lo prometo." Forcé mi boca a sonreír y Rosalie se relajó un poco. Emmett vino a sentarse junto a mí, con su brazo nuevamente a mi alrededor, acercándome a él. No es de extrañar que yo pensara que podía enfrentarme al mundo. Entre Jacob y Emmett, ¿quién podía lastimarme?

Entonces recordé unos ojos verdes y mientras mi sonrisa no titubeó, todo mi coraje flaqueó. Me sorprendí buscando un escape, sin estar lista para verlo otra vez.

"¿Puedo ir a verla?" Pregunté, mirando de Rosalie a Emmett.

"Sí," respondió Emmett. "Están solo Jasper y Esme. Tú sigues."

Me levanté y ellos se quedaron, Rosalie frunciéndome el ceño de modo que me volví y le hice una cara, sacándole algo más parecido a una sonrisa. Emmett se rio entre dientes y estiró su mano para tomar la de ella.

"Aquí estaremos," dijo él, y asentí.

Caminando por el pasillo, me esforcé por bloquear el olor del lugar. Bajo el Lysol y los antisépticos, olía el aroma a óxido de la sangre y el fuerte olor amargo de la orina. Desde que quedé embarazada, mi sentido del olfato parecía estar a toda su capacidad; captaba cosas que solo un perro debería ser capaz y a menudo me dejaba desorientada.

Abrí la puerta a la habitación de Alice, mis dedos titubeantes en la manija. La última vez que había estado aquí, era Rosalie la que estaba en cama, su fuerte cuerpo recostado y los ojos rojos de Emmett me recibieron desde un costado de su cama. Me preparé para ver a Jasper en su lugar, la tristeza profunda en esos insondables ojos azules, donde solo sonrisas debería haber.

El aire otoñal se cernía denso y quieto con la lluvia esperando por venir. Primer día de escuela, primer día en el Instituto, y me siento inepta, sin haber crecido nada, sintiéndome como una alumna de primero jugando a vestirse de adulto en el mundo real. Alice está a mi lado, y quiero agarrar su mano, pero en vez de eso me quedo a su lado. Ella toma la delantera, yo la sigo.

Cierro mis ojos al aire húmedo y respiro profundo. Edward nos trajo a Alice y a mí a la escuela en su viejo Volvo plateado, que había sido de Esme y guardaba un dejo dulce y floral de su perfume Oscar de la Renta, a pesar de los dos tipos cigarros que él se fumaba dentro con los vidrios cerrados desde que recibió su licencia en junio.

Ahí estamos, Alice y yo, viendo cómo la gente entra a la escuela. Le pregunto qué estamos esperando y ella me calla, diciendo que ya casi llega él. Me pregunto de quién está hablando, pero no cuestiono a mi amiga, con su piel pálida y cabello oscuro, más baja que yo por una cabeza, y aun así, todavía imponente.

Una destartalada camioneta Jimmy negra, entra traqueteando al estacionamiento. Alice se pone más animada, su boca roja masticando goma de mascar y pasa sus manos por el frente de sus jeans. Mete su nariz en el cuello de tortuga de su suéter, el suéter de Edward, tan grande que llega más allá de sus muslos y engulle sus manos hasta que solo se ven las puntas de sus dedos.

Un chico sale de la camioneta. Es muy alto, con cabello rubio ondulado que cae a sus hombros. Como Stacy Peralta (1), creo, es como luce con músculos delgados y ondas californianas. Camina hacia la escuela, y por extensión, hacia nosotros. Por la esquina de mi ojo, veo a Lauren Mallory. Ella ya es de segundo y el año pasado fue agradable no ser su víctima. Hace un ruido al fondo de su garganta y susurra "carne fresca" cuando el chico rubio pasa junto a nosotras.

Alice deja caer sus libros, luego se vuelve y me mira. Sus ojos están amplios y de un azul oscuro como si una tormenta se acercara y me dijo "ahí va el hombre de mis sueños". El timbre suena y la ayudo a recoger sus libros antes de entrar a la escuela para el primer día de clases.

En el almuerzo nos encontramos en el patio interior y ella se acerca a Edward. Él ya es el más popular en el lugar, pero no la evita, ni lo hará jamás. A sus ojos la lealtad eclipsa el estatus, y ella es su sangre. Nunca la abandonará.

Se agacha para poder escucharla, y ella le susurra. Emmett se recarga en una jardinera de ladrillo, todo músculo y cabello negro, y me muestra sus hoyuelos. Me sonrojo y bajo la vista a mis zapatos, y lo escucho reír. Un momento después, da un silbido bajo y prolongado, como algo salido de una película de los cuarenta y lo veo mirando a una chica que nunca había visto antes. Es alta y rubia, y mueve su cuerpo con una elegancia despreocupada al saber que el mundo está observando, y no importa porque ella es la cosa más hermosa que hayan visto. Llega al borde de la cafetería, se acobarda un momento, entonces sigue adelante. Un segundo después Emmett está en movimiento, un glaciar desplazándose, buscando su sol.

Alice y Edward han terminado su conferencia, y veo cómo Jessica Stanley se acerca, luego huye con un ataque de risitas. Alice me guiña un ojo y yo le respondo con una sonrisa. Mi amor por su hermano es algo secreto, y si lo sabe, ella pasa por alto esa debilidad.

Alice se sienta en la jardinera, y yo me pongo a su lado, donde puedo ver a Edward pasando desapercibida. Lleva una chaqueta de cuero negra cubriendo una camisa térmica gris. Sus jeans oscuros son casi demasiado largos y el dobladillo está desgastado pero no roto. Su cabello está desordenado, pero la humedad lo hace más pesado, y un mechón cae sobre uno ojo. Un suspiro de aire caliente lo levanta y lo quita del camino, pero vuelve a caer de nuevo.

Escucho un jadeo a mi derecha y salgo de mi cabeza. La boca de Alice está entre una mueca y una sonrisa cuando el chico rubio de esta mañana sale de la cafetería, con una manzana en la palma de su mano. Lauren Mallory empieza su descenso de mi izquierda, con largas piernas y cabello largo, una camiseta ajustada enfatizando sus pechos, que rebotan con sus pasos. Hay un rastro de un olor agridulce que deja a su paso, fruta química. ¿Quiere que la muerdan?

Alice susurra "no", y se lanza hacia el chico. Antes de que él se dé cuenta de lo que está pasando, ella salta a sus brazos, su boca dejando óvalos rojos en su mejilla al bañarlo con sus besos. Me bajo de la pared de ladrillo y me acerco.

"Me has tenido esperando," dijo ella, al estirar sus piernas y deslizarse por el cuerpo de él. Edward se tensa junto a mí. Nunca antes ha visto a su hermanita con un chico. Supongo que no le gusta.

Alice mete su mano en la de él y lo hace avanzar. Él la sigue, boquiabierto, y Lauren los observa con la boca abierta cuando los dos pasan junto a ella de camino hacia nosotros.

"Chicos, él es Jasper," dice ella, soltando su mano.

Él se nos queda mirando a todos, luego mira de nuevo a la chica bajita junto a él.

"Eso fue por tu propio bien," dice ella. "Lauren estaba a punto de lanzarse, y no creo que quieras una enfermedad social en tu primer día en la nueva escuela, ¿cierto?" El chico rubio echa un vistazo al patio a Lauren. La atrapan furiosa y trata de fingir una sonrisa, pero todos podemos ver que no es real. Él se vuelve de nuevo hacia nosotros, y se hacen las presentaciones. Miro a Alice viéndolo, y veo algo en ella que nunca antes he visto. La mujer en su interior está emergiendo. Bajo los ojos azules de este chico, ella florecerá.

Entré y observé el cuadro frente a mí. Alice, la pequeña Alice, yace envuelta en mantas, su brazo vendado con gasa blanca, una intravenosa en su otra mano. Jasper estaba encorvado sobre ella, su cabeza en su regazo, sus brazos a los costados de ella. Esme estaba de pie junto a su cabeza, quitando el cabello oscuro de Alice de su demacrado, pero muy demacrado rostro. También tenía una mano en la cabeza de Jasper, por la necesidad de tocarlos a ambos, de confirmar que los dos todavía estaban con ella, a salvo. Me identifiqué con su necesidad, el instinto maternal de protegerlos de esto, y me sorprendió.

Esme levantó la vista cuando entré, su rostro iluminándose solo un momento antes de que se volviera de nuevo hacia su frágil hija en la cama. Jasper me miró adormilado, parpadeando varias veces antes que viera bien.

"Hola mamá," dijo, su boca queriendo sonreír pero fallando. Palmeé mi vientre y le di mi propia sonrisa. Lo alcancé rápidamente y se puso de pie, su figura alta estirándose como una mariposa saliendo de su crisálida, hasta que su brazo me rodeó, atrayéndome a él.

"Te quiero," le dije, sujetándolo con fuerza, acérrima en mi determinación de que todo estaría bien. Ellos eran nuestra pareja perfecta. Este momento era… incomprensible, para todos nosotros.

Suspiró, y respondió, "Yo también te quiero."

"¿Los niños?" Pregunté, sin ver a Daisy o a Huck en la sala de espera.

"Con mi mamá," respondió. "Llegó aquí anoche muy tarde."

Asentí contra su pecho, aliviada de que los estuvieran cuidando, aliviada de que él pudiera ser libre de estar ahí con la parte de su vida que más lo necesitaba. Me aparté, deslizando una mano en la suya.

Mirándolo, levanté mi mano para tocar su rostro, tratando de borrar las arrugas en las esquinas de sus ojos. Solo era dos años mayor que yo, ni siquiera tenía treinta años. Se veía de cuarenta en ese momento, la pena y el dolor grabando en su rostro una máscara que prácticamente ocultaba al hombre con el que crecí.

Buscando en sus ojos con los míos, traté de encontrar respuestas. Se encogió de hombros, pero no soltó mi mano. Tan perdido, se veía muy perdido. Y cansado. Apreté su mano, luego lo dejé para darle a Ali un beso en la mejilla.

Se veía demasiado pálida. Sus labios estaban resecos, y una bolsa de un líquido claro goteaba en un tubo que bajaba hacia su mano. En el silencio, la maquinaría hacía clic, zumbaba y pitaba. Me quedé mirando a los monitores sin saber qué buscar, deseando una liberación de lo que sea que la retuviera cautiva.

Nos sentamos juntos por un rato, Jasper sosteniendo mi mano, sosteniendo la de ella, Esme acariciando el cabello de Alice. Éramos una constelación, girando en torno a ella. Carlisle entró y estudió los monitores, cogiendo su historial. Me puse de pie y me acerqué a él, replegándome en sus brazos, respirando el aroma que le pertenecía mayormente a él pero también un poco a Edward, una química corporal innata que viajaba en el conjunto de cromosomas Y de los hombres Cullen. Como los ojos de Esme, me desgarró un poco ese día, al haber visto a Edward recientemente.

Hubo un tiempo en que fue muy difícil estar cerca de Carlisle, mirar a Esme a los ojos. Pero eso pasó, y había pasado un largo tiempo desde que pasar tiempo con la familia me trajo algo más que confort.

"¿Qué puedo hacer?" Pregunté.

Él palmeó mi estómago y me sonrió. "¿Te has sentido bien?" Me preguntó. Le sonreí y asentí.

"Estoy bien, lo prometo. ¿Qué puedo hacer?"

Sacudió su cabeza, su cabello dorado cayendo desordenado, bajando sobre sus ojos azul oscuro. "Esperamos que mañana sea dada de alta, al menos el siguiente día." Miró a su hija, con un destello de tristeza en sus ojos, antes de que renovara su apariencia profesional de doctor.

"Usted, señorita Swan, puede cuidarse. Lleva una carga preciosa."

Le sonreí pero gemí en mi interior. Estaba cansada de llevar una carga preciosa, cansada de que me dijeran que me cuidara. Era frustrante. Estaba embarazada, no era una inválida. Entonces recordé por qué vivía en Seattle, lejos de los ojos vigilantes de aquellos que más me amaban. La libertad comenzó como algo embriagador, pero rápidamente se volvió en algo necesario. Una adicción.

Los abracé y besé a todos, y caminé junto con Esme de vuelta a la sala de espera. Rosalie y Emmett todavía no habían entrado a ver a Alice, y era justo que lo hicieran. Habían estado ahí primero.

Al acercarnos a la sala de espera, lo vi. Estaba de espaldas a mí. Se veía más alto, sus hombros anchos. Tenía que ser un truco, no podía haber crecido en los últimos seis años, pero de todos modos se veía así. Los jeans se aferraban a sus caderas, y llevaba una camisa de manga larga color marrón, con sus mangas enrolladas hasta sus codos. ¿Cómo me perdí eso antes? Lo devoré completo con mis ojos, mirándolo hasta que Esme lo llamó "¡Edward!" y él se volvió y nos miró a ambas.

Me echó un vistazo, a mi estómago, luego levantó a Esme en sus brazos. Volví a mi asiento junto a Rosalie, y vi cómo Edward y Esme intercambiaban palabras en urgentes susurros.

Rose se acercó a mí, preguntando cómo estaba Alice. ¿Qué podía decir a eso? ¿Igual que antes? ¿Mejor? "Está bien," le respondí. "Tal vez la den de alta mañana." Levanté la vista y vi a Edward desviar sus ojos hacia mí, tan rápido que casi creí que lo había imaginado.

Miré alrededor de la sala de espera, buscando mi bolso. Estaba metido bajo la silla de Emmett. Inclinada hacia adelante, la saqué, hurgando en ella en busca de algo de crema para manos. Desde que me embaracé, mi piel siempre estaba muy seca. Nunca imaginarías que guardaba un océano en mi estómago.

Rose miró el bolso, luego a mí, luego jadeó cubriéndose la boca con su mano.

"Oh Dios mío, ¿dónde te vas a quedar?"

Vaya, esa era una excelente pregunta. Por lo general me quedaba con Rose y Emmett, pero cuando me encontré con Jacob en la panadería, me contó que derrumbaron un costado de su habitación de huéspedes para poner una ventana en mirador, por lo que esa no era una opción. No podía quedarme en la casa de Jasper y Alice porque su mamá estaba en su habitación de huéspedes, aunque hubiese disfrutado tener a los niños cerca. A estas alturas, al parecer iba a ser el sofá de Charlie, ya que Seth se había quedado con mi habitación cuando Sue se mudó. Sé que Seth me hubiese dado su cama, pero… era muy extraño, estar de vuelta en esa habitación después de todo este tiempo. Además, a pesar de que él tiene más de veinte años, ahí dentro olía a adolescente, y no creía que mis nuevos súper sentidos pudieran soportarlo una noche completa.

Le sonreí a Rosalie y me encogí de hombros. "En el sofá de Charlie, supongo."

Edward se giró de golpe para mirarme. "¿Qué?" Preguntó.

Me tensé, luego lo miré a los ojos. "Por lo general me quedo con Rose—" Comencé a decir, antes de que me interrumpiera.

"¿No vas a quedarte con Jacob?" Escupió el nombre de Jacob.

"No, ¿por qué me quedaría-"

"Maldición, debí haberlo sabido," dijo, su rostro retorciéndose en una mueca.

"¡Edward!" Los ojos de Esme se abrieron al mirar a su hijo. "Este es el lugar de trabajo de tu padre," dijo, su voz baja y enojada. "Vas a comportarte."

Me le quedé mirando con los ojos amplios. ¿De qué demonios estaba hablando? ¿Pensaba él que…?

Me miró, sus ojos recorrieron mi cuerpo, luego los posó en mis pies. Me había quitado mis bailarinas en el momento que me senté. Con seis meses de embarazo, mis pies ya se estaban hinchando.

"Descalza y embarazada (2) en Forks. De alguna forma esperaba algo mejor de ti, Bella." Sus ojos estaban oscuros por la ira. ¿De qué demonios estaba hablando? ¿Mejor que qué?

"Maldita sea, es suficiente," dijo Emmett, levantándose de su silla para acercarse a Edward. "Estás fuera de lugar."

Edward lo fulminó con la mirada, con la mandíbula apretada.

Mi labio tembló y sentí una gorda lágrima rodando por mi mejilla. Había regresado a la ciudad, ¿hace cuánto tiempo? Y ya estaba llorando. Era un error estar aquí, pero ahora ya no podía retractarme. Y esta también era mi familia. Él fue el que se alejó de todos nosotros. Fui yo la que resolví a estar ahí, para ellos. También eran mi familia.

Agaché mi rostro, furiosa y avergonzada y Rosalie me acercó a ella, susurrando sobre lo cretino que era Edward y que no le diera ni la hora del día.

"¿Qué puedes esperar, de todos modos? Prácticamente abandonó a su familia por los últimos seis años y luego entra aquí como si nos conociera." Su susurro fue bajo pero fiero.

Mi aliento tembló en mis pulmones, luego salió en solo un sollozo. Jodidas hormonas del embarazo.

"No, no, no," Rose me dijo con cariño, cayendo de rodillas para mirarme a la cara. "Vamos, cariño, podemos registrarte en el hotel, estará bien. Vamos, iremos ahora y te prepararé un baño." Me miró con sus ojos esperanzados, suplicando.

Me di cuenta de lo absurdo de la situación y tosí una carcajada. Rosalie Hale McCarty, la perra más dura de tres estados estaba de rodillas, suplicándome. Me miró esperanzada.

"Lo siento, Rose. Sí, el hotel está bien," le dije, aliviada de no tener que quedarme en el sofá de Charlie. "No sé por qué no lo pensé yo misma."

"Tonterías," dijo Esme. "Bella, querida, vas a quedarte con nosotros. Nuestra habitación de huéspedes está vacía y realmente disfrutaría la compañía." Edward se le quedó mirando boquiabierto, me miró a mí, luego la volvió a mirar boquiabierto. Boca de pescado, pensé, luego fruncí el ceño. No quería pensar las cosas de esa forma, ahora no.

"No lo sé, Esme," le dije, mis ojos disparándose hacia Edward antes de poder detenerlos.

"Bella, no seas tonta," me dijo ella. "Tenemos suficiente espacio y no voy a aceptar un no por respuesta." Me sonrió, entonces se volvió hacia su hijo. "Edward, creo que ahora sería un buen momento para que vieras a Alice, ¿no crees?" Él se le quedó mirando, luego de nuevo a mí, sacudió su cabeza y se fue.

"Rosalie, Emmett," dijo ella. "Estoy segura que Jasper apreciaría verlos a ambos. ¿Los espero esta noche para cenar? Creo que una visita les haría muy bien a todos ustedes." Lo dijo como una pregunta, pero claramente era una orden.

"Por supuesto," dijo Emmett. "Nos encantaría estar ahí." Me abrazó, luego sostuvo la mano de Rosalie.

"Descansa, Bella," me ordenó Rose. "Un agradable baño caliente. ¿Trajiste el baño de burbujas de lavanda que te envié? Tengo más en casa, puedo traerlo esta noche."

"Rose, detente. Estoy bien. Voy a descansar, no te preocupes."

Me sonrió y siguió a Emmett.

Cuando se fueron, me volví hacia Esme.

"Gracias, Esme, pero de verdad, no quiero causar problemas. Tú ya tienes a Edward quedándose ahí."

"Bella, eres parte de la familia. No es ningún problema. Es solo que…" Hizo una pausa. "Ten un poco de paciencia, Bella. Estuvo lejos mucho tiempo." Bajó la vista a mi estómago y sabía que lo que estaba diciendo era verdad. No me agradaba, pero era la verdad.


(1) Stacy Peralta (nacido el 15 de octubre de 1957 en California) es un director y productor de cine y televisión estadounidense, así como profesional retirado del skateboarding, surfista y empresario.

(2) La frase en inglés es 'Barefoot and pregnant' literalmente 'Descalza y embarazada' pero es una frase que se asocia con la idea de que las mujeres no deben trabajar fuera del hogar y deben tener muchos hijos durante sus años reproductivos.


Bueno, pues esta es la nueva traducción que quería compartir con ustedes, sé que esperan la secuela de ANWRS y no se preocupen, vendrá. Pero ya tenía tiempo con el permiso de está y estoy segura que la van a disfrutar. Si son como mi querida Beta Eri, ya me imagino el montón de preguntas que tendrán después de leer el primer capítulo, así que sigan la historia para que reciban los avisos de publicación y por supuesto, como ya saben, de ustedes depende que tan pronto podemos leer los siguientes capítulos. Aunque quiero darle prioridad a MBTM, los capis de esta no están muy largos y podemos llevar un buen ritmo, dependiendo de su respuesta *guiño* Así que, díganme, ¿qué les pareció? ¿Cuáles son sus teorías? Estaré esperando ansiosa sus reviews. Usen el cuadrito de abajo, no olviden que son sus reviews los que nos animan a seguir haciendo esto. Besos y nos leemos en el siguiente.