Regalo navideño para mi estimado amigo Ángel. :)


Cinco minutos

Cuando Aelita entró a la habitación del rubio, su preocupación por él salió aflote.

— Jeremy, ¿sigues trabajando? — le interrogó con un ligero tono en reproche.

Sin voltear a mirarla, Jeremy contestó absorto en su trabajo.

— Espera un momento, Aelita, ya casi lo tengo.

Aelita sabía que Jeremy llevaba un par de noches sin dormir, para ser exactos esta vez eran unas 36 horas por lo menos sin que hubiera pegado los ojos; sí, le llevaba la cuenta, siempre. Es verdad que estaban en plena batalla contra X.A.N.A. pero a Jeremy frecuentemente se le olvidaban las cosas básicas como comer o dormir, se arriesgaba mucho.

— Jeremy, ven. — le ordenó la pelirosa desde el otro lado del habitación.

— Sí, en un momento — replicó él ignorándola para seguir su trabajo.

— Ven, ahora. — su tono de voz más demandante.

Jeremy miró de reojo hacia la pelirosa que ahora estaba sentada en el borde de su cama, en su rostro tenía dibujado una cálida sonrisa que no cuadraba con su tono de voz de hace un instante. Ella le hacía ademanes para que tomara asiento a su lado. El francés, ahora interesado, hizo a un lado su teclado y se paró de su asiento.

— ¿Pasa algo, Aelita? — indagó, sentándose a la derecha de ella.

Aelita cabeceó.

— Pasa que no has descansado. ¿Te gusta preocuparme?

Jeremy roló los ojos. Otra vez ese cuento.

— Aelita, sabes que hay trabajo por hacer, no puedo distraerme.

Ella lo miró poco sorprendida y soltó una risa ligera.

— Dormir no es ninguna distracción, cabeza de chorlito.

— No, lo sé muy bien, pero es tiempo perdido. ¿Crees que X.A.N.A duerme?

La pelirosa suspiró y finalmente se encogió de hombros antes de hablar con desanimo mirando hacia el suelo.

— Sí, sé que tienes razón, pero no me parece correcto que trasnoches tanto. ¿Qué te parece si descansas un poco?

— No puedo, todavía tengo cosas por hacer.

Aelita lo detuvo de la manga de su pijama antes de que este intentara regresar a su escritorio.

— Espera. Tú ganas. ¿Qué tal si solo te sientas aquí un rato conmigo y platicamos… cinco minutos?

Los ojos de Jeremy se agrandaron. Por un instante le pareció gracioso; podía negar el cansancio por días enteros pero por alguna razón no podía negarse a la petición de la pelirosa.

Con un rojizo tiñendo sus mejillas, volvió a sentarse a lado de ella.

— Bueno, esta bien… aquí estoy. ¿Y ahora?

Aelita difícilmente pudo disimular la enorme sonrisa que apareció en su cara. Quitada de la pena, y abusando de su buena suerte, decidió realizar otra petición.

— Ahora, recuéstate un poco.

El rubor en Jeremy se disipó, y no dudó en lanzarle una mirada malhumorada hacia la pelirosa. Aelita… pero al final terminó accediendo, más o menos.

— ¿Te parece bien así? — ahora el rubio se encontraba medio-recostado contra la almohada del cabezal de su cama.

Aelita lo miró encantada, y un segundo después, sin advertencia alguna, se recostó contra su pecho.

— Me parece perfecto. — admitió.

El corazón de Jeremy dio vuelcos ese instante, pero comprendiendo los deseos de la pelirosa sonrió y la tomó de la mano.

— Y bien, ¿de qué era lo que querías platicar?

Aelita podía hablar de cientos de cosas, y así lo hizo, pronto las palabras comenzaron a salir animosamente de su boca. A medida que ella hablaba, Jeremy asentía suavemente, disfrutando cada segundo de tenerla en sus brazos. Cerró los ojos para disfrutar de esa calidez que siempre le daba Aelita y pronto, sin darse cuenta, el cansancio hizo lo suyo. Pasaron unos segundos antes de que Aelita se diera cuenta de que Jeremy había quedado dormido, tan pronto lo supo cortó su plática y solo cerró sus ojos para disfrutar de la compañía de su cabeza de chorlito favorito.

«Bueno, que sean cinco minutos más…»


Dibujo de portada de mi autoría, se agradecen sus comentarios. ¡Felices fiestas!