When the Love Falls.
Capítulo 4.
Entre los tres acordaron no mencionarle sobre lo ocurrido a Ikki en el evento. Sin embargo, Esmeralda se permitió burlarse de su apellido junto al caballero de Fénix, quien también parecía entender rápidamente la referencia y soltar una carcajada grande junto con ella. Jabu notaba aquello, y después de encogerse de hombros, se alejaba lentamente del lugar en el que ellos dos estaban.
En vez de eso, se la pasaba la mayor parte del tiempo organizando con Saori todos los preparativos posibles para el torneo que estuviesen pendientes. Claro que no eran demasiados, y tampoco eran muy tediosos, sin embargo, le servían de excusa para entretenerse con algo.
Shun repentinamente intentaba alejarse de Jabu, algo que lo tenía bastante intrigado. Entendía que quisiera alejarse de él, pero… tampoco lo entendía. Es decir, sabía que el caballero de Andrómeda era alguien bastante sensible, y que se debería sentir mal por haber lastimado a otro; pero también se preguntaba por qué siendo este, como su título lo decía, un guerrero, se sentía de una forma tan conflictuada, del por qué se sentía tan indeciso al dañar a alguien más. ¿Cómo habría conseguido la armadura entonces? Dudaba mucho que hubiese sido simplemente pidiendo que no le hicieran daño (aunque de niño estaba todo el tiempo en contra de las peleas, o de cualquier cosa que pudiese hacerle daño, dudaba mucho que careciese del suficiente sentido común como para pedir que no le dañaran).
Se podría decir, pues, que Jabu pasaba la mitad de su tiempo intentando descifrar qué es lo que pasaba por la mente del caballero de Andrómeda.
Conforme el enfrentamiento entre Fénix y Lobo se acercaba, el mayor de todos actuaba cada vez más arisco, cosa que la presencia de su hermano o de su amiga lograban disminuir en lo absoluto. Aquello dejaba a la chica rubia exasperada por su terquedad, al borde de jalarse un par de veces del cabello. Jabu compadecía a tan fuerte chica, teniendo que pasar por algo tan extenuante como los aparentes cambios de humor del otro.
Hubo un par de ocasiones en las que él mismo intervino para evitarle al Caballero de Fénix conflictos con los demás. En un inicio pareció muy sencillo; decir un par de palabras y apaciguar ambas partes de la pelea alzando sus puños mientras tenía sus ojos cerrados y adoptaba una expresión seria. Después de un par de veces, aquello no parecía ser suficiente para tranquilizar al ya bastante cabreado caballero de Fénix. Era quizás ahí donde tenía que meter hincapié en lo malo que sería tener más problemas con los otros, y decirle que desistiese.
Shun no iba a la biblioteca, y aunque no quería admitirlo, aquello le entristecía. Sabía que no debería darle importancia, pero todas las noches iba ahí, esperando a que el otro llegara y se pusiera a leer alguno de los libros que había ahí dentro.
Durante toda una semana, nadie más que él entró a la biblioteca. Y aunque un poco sorpresivo cuando alguien entró, su presencia no era ingrata.
Cuando Esmeralda vio que había alguien dentro de la estancia, le dirigió una sonrisa tímida y se vio un poco incómoda. Jabu le dirigió una sonrisa, insistiendo en que no le molestaría, y continuó leyendo algo.
―¿Hay algún problema? ―inquirió, al ver que la chica se había recargado contra la puerta y con su pie pateaba el suelo. Como no respondía, alzó la vista y notó que parpadeaba mucho, algo que le indicó que había una respuesta positiva a su pregunta, aunque no le haya respondido―. ¿Te… sientes bien? ¿Te duele algo?
La chica inmediatamente negó con la cabeza e intentó sonreírle. Jabu se le quedó viendo, esperando que de esa forma Esmeralda respondiera. Esta pareció ponderarse si realmente valía la pena decirlo en voz alta, o si debería mejor guardárselo para sí, algo que personalmente comenzaba a poner ansioso al caballero de Unicornio.
―Nada para preocupar… es sólo… Ikki está un poco raro ―se encogió de hombros―. Vine para suspirar un poco, aquí casi nadie viene y… pensé que podría estar aquí un poco.
Jabu asintió inmediatamente con la cabeza. Dejó el libro de lado y le ofreció el sillón que estaba a su lado, a lo que después de mirarle con sospecha, Esmeralda se sentó. Después de estar unos cuantos segundos en silencio, la rubia se mordió un labio, y con reticencia, habló.
―¿Alguna recomendación?
Jabu se tomó varios segundos antes de dirigirse a uno de los estantes. Esmeralda tomó el libro que le era ofrecido y leyó el título mientras fruncía el ceño ligeramente.
―Hmm… ¿'La última hoja'?
Se encogió de hombros. ―No es un libro particularmente difícil; y aunque una parte de mí una vez lo consideró un 'libro de niñas' he de admitir que es parte de la literatura esencial de la cultura japonesa; eso aunado a las grandes enseñanzas que puede dejar a quienes quieran encontrarlas.
―…interesante ―musitó mientras con una de sus manos toqueteaba la pasta dura que lo conformaba. Jabu observó cómo hacía aquello, un poco extrañado, aunque no comentó nada al respecto.
.
Al día siguiente todo estaba tranquilo. Más tranquilo de lo que debería, cosa que levantó sospechas dentro de la cabeza de Jabu, y le hizo dudar realmente de si había algo de lo que debiera enterarse o si simplemente era que todos habían despertado como si los hubiera poseído un fantasma.
Sea cualesquiera sea el caso, Jabu no sabía cómo sentirse al respecto de todo aquello. Si debía o no comentar o hacer como si nada pasara. Optó simplemente por sentarse al lado de Saori, quien parecía querer concentrarse en su desayuno, y que por razones que no alcanzaba a comprender no lo lograba; al menos, eso es lo que su ceño fruncido parecía indicarle.
Con toda la cordialidad posible, hizo con su cabeza una pequeña reverencia y tosió un leve tosido. Aquello pareció sacar a la heredera de su ensoñación quien le dirigió automáticamente una sonrisa igualmente desconcentrada.
―Buenos días ―dijo finalmente el caballero, al ver que la heredera no omitía palabra alguna. Parecía como si se le hubiera privado de su voz, cosa que no solía suceder seguido. Sintiendo repentinamente una especie de fuerza externa apropiarse de él, endulzó su mirada y compadeciéndose de la chica inquirió, lo más tranquilo posible― ¿hay alguna novedad? ¿Ocurrió algo con el Coliseo?
Saori inmediatamente negó con la cabeza. Soltó un suspiro hondo, como si intentase apaciguarse a sí misma, diciéndose que todo estaría bien a partir de ese momento, siempre y cuando ella lo estuviera.
―No realmente ―comentó, mientras se mordía un labio y fruncía aún más el ceño. Jabu le vio, y con sus ojos le transmitió su falta de confianza en aquella frase, a lo que Saori volvió a hablar―. Te lo diré en privado, vayamos a mi estudio.
Resignado a que no tendría mucho tiempo para desayunar, Jabu terminó todo lo que pudo en el menor tiempo posible. Saori no le dijo que era pertinente que le apurase con su alimento, sin embargo, tampoco le dijo que debía comer con tranquilidad. El caballero lo hacía porque sabía que ella había terminado hace ya buen rato, y sería una falta de respeto hacerla esperar si le hacía el favor de iluminarle respecto a la situación que se suscitaba en la mansión.
Y aunque es cierto que podría bien preguntarle a cualquier otro miembro de la mansión, también quería asegurarse de que Saori se encontraba bien con lo que sea que haya ocurrido. Se le notaba alterada (a todos en la mansión, de hecho), y ella siempre era su prioridad.
No pudo pensar en nada más hasta que llegaron hasta el despacho, del cual encendió la luz y sentádose en su propia silla, Saori le indicó a Jabu que hiciera lo mismo en la que estaba frente a su escritorio.
―Yo… no sé qué hacer ahora ―admitió finalmente la heredera, cubriendo su rostro con sus manos y soltando un suspiro que parecía cargar mil años―. Ikki… Shun dijo que no volvió a su cuarto anoche, y Esmeralda mencionó que después de su conversación anoche no lo había vuelto a ver. Ikki se fue de la mansión, a sólo un par de días de su competencia ―sacó su rostro de entre sus manos, y le observó suplicante, mientras fruncía los labios frustrada―. ¿Qué se supone que hago, Jabu? Nada está quedando como quiero. Nada, yo… me quiero rendir, y dejar las cosas así.
Jabu se quedó en silencio por unos minutos, no sabía cómo responderle.
Esto definitivamente era un desastre.
―¿Y se tiene la certeza de que se fue para no regresar? ―fue lo primero que se le ocurrió, mientras se recargaba en la mesa y se masajeaba la cabeza.
―Me temo que no va a regresar en un buen tiempo ―respondió la heredera, pareciendo todavía más derrotada de lo que ya lucía―, o no al menos hasta que se termine el torneo.
»Creo… que voy a cancelarlo, definitivamente.
Jabu le observó anonadado, intentando cuadrar sus pensamientos con lo que planeaba decirle a Saori.
―Señorita, no creo realmente que sea-…
―Ikki no es el único factor, si es con lo que ibas a argumentar.
Pasaron cinco segundos antes de que las palabras surtieran efecto en el cerebro del caballero, y cuando aquello sucedió su expresión facial sufrió cambios drásticos.
―…¿qué? ―expresó apenas audible.
Saori se removió incómoda.
―Eso. Hace… planeaba no decírselo a ninguno de ustedes, para concentrarse en el torneo y no preocupar a nadie, pero… pasa, el otro día… hace una semana, más o menos, alguien… todavía no se sabe cómo, logró infiltrarse a la fundación y… bueno, quien quiera que haya sido, se hizo con la armadura.
―¿No hablará de…?
Saori no le respondió con palabras, pero el leve asentimiento de cabeza fue suficiente para hacer maquinar a la mente de Jabu. Si no estuviera ya sentado, en aquél mismo momento se habría dejado caer sobre la silla.
―No… es posible. Usted… todos… había mucha tecnología invertida en ello, y… pero si en el último combate estaba la armadura ahí mismo y…
―Era una réplica lo que vieron. Dentro de la caja no había nada, y sabíamos que nadie intentaría ver dentro de ella y… no sé.
―¿Y no había vigilancia? ¿Y los guardias?
La heredera descendió la vista, y negó con la cabeza. Jabu la vio tragar saliva y notó a sus labios temblar.
―Sí, había mucha seguridad invertida en ello pero… todo… se salió de control.
Alguien tocando la puerta fue lo que interrumpió la conversación que ambos estaban teniendo, e internamente Jabu estaba agradecido por ello. Saori dio permiso para entrar, y ahí estaba parada Haruki con una bandeja en ambas manos.
―Lamento interrumpir, señorita Saori. La señorita Esmeralda sugirió que le trajera a usted y al joven Jabu cada uno eh… un té que preparó ―y como si no fuera obvio, alzó un poco la bandeja, dejándoles ver las dos tazas de porcelana humeantes. La chica tosió un poco y sonrió nerviosa― ¿se los entregó o quiere que vuelva al rato?
Saori salió de su estado rápidamente (Jabu sabía que sólo podía hacer eso gracias a sus incontables reuniones con gente de la alta sociedad y cosas así) y le sonrió gentilmente a la sirvienta.
―Tráelos, por favor. ¿Puedes darle a Esmeralda gracias de parte de ambos? Estaremos un poco ocupados con… detalles y demás ―Haruki asintió con la cabeza, dejó en el escritorio de Saori ambas tazas e hizo una reverencia, para salirse de la oficina.
―Debo disculparme, señorita. Honestamente, fue muy repentina la petición de la señorita Esmeralda que no me dio tiempo de traer algo con qué disfrutarla ―la doncella mantuvo la cabeza gacha, sintiendo la vergüenza aflorar en sus mejillas.
Saori negó. ―No hay necesidad, así estaremos bien ―y añadió―, muchas gracias por traernos todo esto.
―Con permiso.
Cuando la sirvienta hubo abandonado la habitación, ambos se quedaron observando el humo que exudaban las tazas. Saori alzó la suya y le hizo señas a Jabu de que comenzara a beber también.
―Bebe, vamos. De otra forma se enfriará y no sabrá bien.
―Es sólo… ¿cómo es que todo esto… por qué no nos dijo sobre la armadura? Nosotros podríamos hacer algo.
Saori negó con la cabeza.
―No, claro que no. Esta persona… logró atravesar a toda la seguridad con sus puños… más literal que figurativamente. Y sólo los caballeros son capaces de hacer eso.
Jabu se encogió de hombros.
―Nosotros también somos caballeros, y somos capaces de hacer cosas como aquellas. Hay que… hay que decirle a los demás, en serio. Ellos deben…
―A su debido tiempo. Primero anunciaré en público la cancelación del Torneo.
El chico quiso decir algo más, pero notó la determinación de la heredera y se abstuvo de hacerlo. Sabía que no tenía caso.
―Al menos deja que busquemos a quien tiene la armadura ―al ver la confusión en el rostro de la mujer, tosió para aclararse la garganta―. Nosotros tenemos una especie de… forma de ubicar a las armaduras. No está en los archivos ni en la historia de los caballeros, meramente porque no es algo que se pueda explicar. Las armaduras… estas expiden algo que nos hace saber dónde están. Es una sensación parecida a la que sienten los caballeros cuando una armadura los acepta, no sé si me haya explicado muy bien.
La chica negó.
―Creo que comprendo. Si está dentro de tus posibilidades, hazlo. Llamaré a los otros para hablarles sobre lo ocurrido con la armadura, creo… que necesitaré de la ayuda de todos ustedes para ubicar la armadura. Por favor, ayúdame a buscar a Esmeralda, tengo que discutir algo con ella.
Jabu se levantó de su asiento y comenzó a buscar alrededor de la mansión. Su primera parada fue hecha inconscientemente hacia la biblioteca. Sabía que el caballero de Andrómeda le evadía, y que el visitarla fue esperanza suya de que el otro se encerrara en aquél lugar y leyera algún libro bonito. Sacudió la cabeza, repitiéndose que buscaba a Esmeralda, no a Shun.
Al entrar a una habitación y ver a través del ventanal, se encontró con la rubia en el jardín. Repasando por su mente un mapa marcó una ruta para llegar a ella. Salió de esa misma habitación y se dirigió rápidamente. Al llegar al punto en el que le había visto, se sorprendió un poco no encontrarla. Soltó un suspiro y terminó yendo, sin saber muy bien la razón, a los establos.
Arqueó una ceja, escuchando la voz de Shun, pidiendo, extrañamente, a Esmeralda que se alejara. Llegó con paso apresurado y notó cómo el otro se notaba nervioso.
―¿Qué sucede? ―al saber que había alguien más en la habitación, los ojos de Shun se abrieron más de lo que ya estaban.
―Váyanse, por favor. Yo… el caballo… juro que…
Jabu giró su cabeza hacia donde estaban los caballos, con morbo, hacia donde estaban los caballos. Se sintió palidecer al ver que uno de ellos estaba tirado en el suelo, y después observó a Shun, quien respiraba agitadamente.
―¿Shun?
―Llegué aquí atraída por una presencia ―admitió Esmeralda, comenzando a explicarle―, era… ah, no importa. Desapareció inmediatamente, vi a Shun entrando aquí, y viendo al… difunto. Parece ser que era muy viejo, y que murió por su edad.
Jabu volvió a ver al caballo, y negó con la cabeza.
―No tenía más de siete años, no me lo explico.
Esmeralda pareció sorprendida, Shun parecía sentir remordimiento. Para evadir ello, Jabu soltó un suspiro.
―No importa ahora, es sólo un caballo. Le diré luego a Tatsumi que se encargue de lo que se haga con los caballos, y caso arreglado. Ahora tenemos cosas más importantes por hacer ―al ver sus caras confundidas, se dirigió primero a la chica―, la señorita Saori quiere que vayas con ella. Y tú, Shun, ven conmigo. Necesito discutir algo contigo.
La rubia no notó la forma en la que el cuerpo de Shun se tensaba (e igual si lo notó, no hizo seña de notarlo) y asintió diciendo "iré de inmediato" saliendo de los establos.
―Ven, caminemos ―rogó Jabu con una media sonrisa.
Shun pareció recuperarse de su aparente shock y asintió con la cabeza. Se fueron a una parte despejada del jardín, y Jabu quiso sentarse debajo de un de cerezo. Shun le imitó.
―¿Te sientes intranquilo? ―comenzó notando que el otro no parecía querer iniciar la conversación.
―Fue mi culpa ―respondió, casi estando seguro de ello. Jabu rodó los ojos.
―¿Estás seguro de ello?
―Sí.
―¿Por qué lo dices? ¿Lo acuchillaste, acaso? ¿Lo envenenaste?
―…no.
Jabu se encogió de hombros. ―Entonces no te mortifiques por ello. No fue tu culpa. Llegaste en un mal momento ―los labios de Shun se torcieron en una mueca, y soltó otro suspiro―, no soy muy bueno dando apoyo ni nada por el estilo.
―Lograste animar a Saori tras la muerte de su abuelo ―remarcó el menor, como si tuviera relevancia.
―Eso es un caso diferente. La conozco, y lo único que necesitaba era un hombro para llorar ―tosió un poco―, mi punto es… desde hace un par de meses, el caballo se notaba enfermo y…
―"…si muriera, terminaría su sufrimiento" ―finalizó Shun, mirándole directo a los ojos. Jabu decidió prestar atención a la expresión facial del otro. Hace un par de segundos, sus ojos estaban llenos de miedo, y parecían querer aferrarse a algo. Ahora simplemente parecían… devorarlo todo, y a la vez seguir tan vacíos. El aura que exudaba parecía… Jabu no supo deducirlo, pero era imponente y exigía respeto. Tan pronto como aquello apareció, desapareció, dejando paso a la siempre gentil mirada de Shun, esta vez un poco agitada por la memoria―, eso fue lo que dije al verlo. No puedo… perdón.
Jabu seguía en su estado de sorpresa, que no trató de evitar que se levantara ni que se alejara. No fue sino hasta que escuchó la puerta del jardín cerrarse que se obligó a sí mismo a regresar a la realidad y preguntarse qué es lo que acababa de suceder.
.
Los siguientes tres días pasaron pesados. Saori se disculpó frente a una rueda de prensa exponiendo que "no todos los caballeros se habían recuperado de sus batallas" y que "tenían problemas técnicos dentro del Coliseo" frente a las preguntas de por qué quería clausurar el Torneo Galáctico. Se disculpó profusamente por aquellos que ya habían comprado entradas para los siguientes eventos y mencionó que si querían devoluciones, podrían exigirlas en los sitios en donde las compraron, donde se les devolvería el dinero que invirtieron en dichos tickets.
Jabu la observó desde la puerta, alejado de las cámaras, pero todavía presente para asegurarse de que no hubiera nadie que le preguntara preguntas que ella obviamente no querría responder.
Después de ello, fue reunir a los chicos que habían entrenado bajo aquél techo siete años atrás y decirles de qué hablaba cuando dijo que había problemas técnicos y mencionó que estaba dentro de su conocimiento que ellos podían rastrear las armaduras. Un par de ellos accedieron a buscar la armadura, entre ellos estaban Seiya (el que más le sorprendió a Jabu), Shiryu (quien acababa de regresar de reparar las armaduras de Pegaso y Dragón), Hyoga y Shun.
Esmeralda había insistido también en ir, y después de varios minutos de pelea discursiva Saori accedió a dejarle salir y ayudarlos. Ninguno de los que estaban ahí tenían idea de qué es lo que pretendía la chica al acompañarlos, pero Hyoga accedió a protegerla en caso de que algo intentara atacarlos.
Shiryu insistió en que meditar ayudaría a saber una ubicación un poco más certera, y después de un par de horas de intentarlo, dijo que podía sentir algo (aunque era muy leve) en una ubicación en la que, sorpresivamente, estaba ubicada una villa que el señor Kido poseyó en vida y que ahora era propiedad de Saori. La heredera insistió en que fueran todos en avión, les ahorraría energías y facilitaría muchas cosas.
En el viaje, Hyoga iba musitando una canción en su idioma natal.
―I poletyat tut telegrammy, rodnykh i blizkikh izcvestit'…
―Perdona que pregunte ―le interrumpió Esmeralda que iba a su lado en el avión―, pero… ¿qué cantas?
Hyoga sonrió levemente.
―Es una canción de mi país, es… "tanque que vuela" o algo así. Habla sobre guerra, y un amigo mío solía cantarla de vez en vez.
Esmeralda se vio interesada. El ritmo no parecía casi melancólico, si algo, era bastante emocionante y alegre.
―¿Y qué decía la parte que cantabas?
La chica se había hecho muy callada al irse Ikki. Saori temió al inicio que se deprimiera mucho, pero parece que no se estaba dejando llevar por la tristeza y estaba intentando apoyarles en todo lo posible. Verla emocionada por algo desde hace ya poco, era algo que les alegraba inmensamente.
―Bueno, no soy bueno traduciendo pero es… "muchos telegramas que vuelan, y hablan de muerte. Se van a su familia, y a sus amigos, y dicen de que el soldado ya murió."
―Hmmm… suena divertido en español ―dijo después de unos segundos la chica, soltando un suspiro y comenzando―. Y volando vienen telegramas, anunciando de una defunción. A su familia, y amigos, que el soldado ya no está.
―¿"Telegramas" es igual en español también? ―inquirió curioso el otro. Esmeralda asintió.
―Pero 'telegramas' es varios uno sólo sería 'telegrama'.
El resto del viaje en avión se la pasaron conversando sobre las diferencias que había entre ambos idiomas y en cómo ambos escribían de la misma forma 'foto' y tenía el mismo significado.
Jabu no pudo evitar sonreír al verlos a ambos tan animados por ello, y soltó una pequeña risa. Saori pareció pensar lo mismo que él, dado que estaba también mucho menos nerviosa de lo que estaba al inicio. El caballero de Unicornio se giró a su lado, donde estaba Shun aparentemente preocupado. O al menos según él (es decir, jugueteaba con el colgante, y cada que estaba nervioso jugueteaba con el colgante), cosa que le preocupó casi de inmediato.
―¿Algo que te preocupe?
Shun no reaccionó de inmediato a su voz, siguió pensando. Pasaron varios segundos para que le diera finalmente una respuesta.
―Estaba… preguntándome qué es lo que pudo motivar al robo de la armadura. ¿Qué crees que fue? ―antes de que se diera cuenta, se encontraba viendo sus ojos, los cuales le preguntaban mil y una cosas de las que no estaba seguro de saber la respuesta.
―Según las pruebas, y todo lo que dijo Saori, parece ser otro caballero. Probablemente de un rango más alto.
―Yo… no puedo entenderlo ―dijo, apartando la vista, y redirigiéndola hacia su colgante.
―Bueno, las pruebas indican que lo destruyó todo con su puño y…
―No eso, Jabu ―cerró los ojos, y contuvo la respiración. Al dejar salir el aire que retenía, Jabu se dio cuenta que él también estaba evitando respirar―, es… ¿cuál es su propósito para robar la armadura? ¿Por qué…? ¿Crees que mi hermano lo sabía? ¿Crees que es por eso que se fue?
Jabu lo consideró, y lo consideró en serio. Tendría sentido, el que Fénix supiera de antemano. Ikki siempre parecía notar los detalles, y también parecía guardárselos todos para sí mismo. Jabu dudaba que su amistad con Esmeralda o su lazo de hermanos con Shun fuera lo suficientemente grande como para revelarle a alguno de los dos todos los secretos que se había tragado.
―Es una posibilidad, pero no puedo estar seguro de ello. Quizá simplemente quería… no sé, irse ―la intención de Jabu no era la de hacerlo sonar como que no le interesaba su hermano o la chica que había traído, y se dio cuenta muy tarde de que es de esa forma en la que lo había hecho sonar―. No llegué a conocerlo mucho, a ninguno pero… él siempre se mantenía al margen de las cosas, parecía que no quería intervenir en nada y… fungir un papel de espectador. Probablemente… probablemente haya ido a espiarlos, o a seguirlos, si es que tu teoría es correcta.
―Le ruego a todos los dioses que no haya ido a pelear solo. Sé que es poderoso, pero… no quiero verlo morir.
Jabu le revolvió el cabello, sorprendiendo a Shun. Negó con la cabeza y le sonrió.
―Vamos, Shun. Tiene esa armadura por una sola razón. Estará bien, ahora sólo hay que preocuparnos por traer de regreso la armadura, ¿vale?
Aunque reticente, Shun asintió con la cabeza y sonrió ligero. A la mente de Jabu llegó la memoria de lo ocurrido en el jardín, y se vio tentado a preguntarle qué es lo que había pasado. Se quitó rápidamente el pensamiento, diciéndose que si era algo de lo que Shun estaba consciente, se habría disculpado por su comportamiento y le habría intentado dar un pensamiento lógico.
Sólo quedaba observar.
No tardaron mucho tiempo más en arribar, cosa que les avisó el piloto diciéndoles que se volvieran a abrochar los cinturones y pidiendo que nadie se levantara de su asiento en lo que llegaban.
El arribo fue mucho más suave de lo que Jabu tenía planeado, y salieron todos en orden. Al salir les esperaban un par de autos, los cuales los llevarían a la pequeña villa de la que había hablado Shiryu. Apenas llegar, Shun tomó su caja de Pandora y anunció que iría a buscar a los alrededores alguna señal de la armadura. Shiryu se ofreció a acompañarlo y ambos se pusieron las armaduras, no sin escuchar el grito de Saori pidiéndoles que tuvieran cuidado.
No pasó mucho tiempo antes de que ambos se pararan en seco, y se miraran.
―Shun, ¿tú también sentiste…?
―Hermano…
Sin intercambiar otra palabra con Shiryu, el caballero de Andrómeda se fue corriendo a donde parecía provenir el cosmo del otro. Shiryu, por su parte, pensó dos veces la situación. Había otro cosmo en los alrededores, uno que no reconocía en lo absoluto. Su idea de ir a buscar a los demás se intensificó al ver que había un pequeño incendio no muy lejos de ellos.
Comparado con los otros tres, este es bastante corto, pero bueno.
Finalmente me decidí por un número de capítulos. Sé que 10 es un número bastante cerrado y todo, pero estuve medio haciendo borradores de lo que serían cada uno de los capítulos y qué es lo que vendría en cada uno, y llegué a tener suficiente trama para 10, yey.
Hace millones que no me veo la serie, así que realmente no recuerdo muy bien qué pasó en la batalla contra el caballero de la Llama, así que la pelea no estará dentro de la historia (así como las peleas con la mitad de los caballeros de plata).
¡Nos vemos cuando pueda volver a traer otro capítulo! ¡Chau!
―gem―