N/A: Les confieso que a mí también me cuesta trabajo manejar la infidelidad en éste fanfic, no crean que me divierto haciendo sufrir a Hinata o dejando en ridículo a Sasuke, porque no es así, en serio. Estoy MUY AGRADECIDA con ustedes por la oportunidad que le dan a ésta historia, de veras. Les adelanto que hay otra versión de éste fanfic pero sin ningún tipo de adulterio o infidelidad, la verdad es que aún no la escribiré por tener más de tres en desarrollo, pero algún día la publicaré. Será distinta porque allí sí tendré incluido a los niños (Sarada, Himawari y Boruto).
ADVERTENCIA: Contenido sexual EXPLÍCITO, melosidades y momentos NaruSaku hasta dejarlos hastiados. Ooc, siempre.
.
.
.
Capítulo 8: Enamorados
.
.
.
La desolación.
Vio a un lado de su lugar en la cama y encontró un espacio vacío. Estaba sola. Naruto aún no regresaba del inesperado viaje que emprendió, Hinata sufría en secreto por su ausencia, aunque fuese únicamente para saludarlo o servir la comida en la mesa. No acostumbraba a dormir sin él, tampoco a desayunar en un comedor desahitado y mucho menos silencioso. Lo extrañaba. Bastante. Pero por su propio bien y el de Naruto, lo mejor era olvidar tristezas y melancolías, haciendo como siempre los quehaceres del hogar. Hinata abandonó la recamara y fue directo al cubículo sanitario, disponiendo tanto del dentífrico, toalla y cepillo para iniciar la rutina de higiene dental. Enfrente tenía un espejo que acompañaba al lavamanos, pestañeó dos veces y contempló su apariencia.
La piel de su rostro estaba más blanca. Pálida.
Parecía un fantasma viviente.
Todo por vivir en un encierro la mayor parte del día. Hinata no salía a la calle a menos de que fuera necesario comprar cosas, no visitaba a nadie, su entorno era solo aquella casa, que por sucesos involuntarios, ahora ocupaba una persona nada más. Ella. Ah, y también las sombras de los objetos. Mutismo. Ni los pájaros asomaban entre tanto silencio. Por lo que llegó a la conclusión de que, si no escapaba hoy mismo de esa atmosfera, la soledad terminaría volviéndola un artículo más.
Cuando acabó de lavarse los dientes y asear la vivienda completa, Hinata recurrió al armario en busca de un atuendo casual, observó varias opciones que a lo último prefirió no escoger, tomó un pantalón holgado y una blusa que le cubría casi hasta al cuello, deseando lucir decente. Había pasado mucho tiempo desde que no usaba ropa así, siempre portaba colores grises y opacos, pero en ese momento, por motivos que ni ella misma conocía, Hinata quería cambiar de vestimenta y parecer más de su edad. El abandono físico la convirtió en una señora de cuarenta años, pese a que solo cumplió meses atrás los veinticinco.
En cambio Naruto, con todo y la responsabilidad de ser Hokage, aparentaba tener menos años que ella.
"Naruto-kun es joven físicamente".
Pensar en él la contentaba.
Hinata sonrió con timidez y miró al horizonte, allá donde el sol emergía tras los picos de la montañas, creyendo que quizás y aunque fuese iluso suponerlo, Naruto estaría extrañándola igual.
Una idea hecha de fantasías.
[…]
Siguió caminando en dirección a la Torre Hokage con el único y claro propósito de preguntar la fecha en que regresaría Naruto, subió hasta la tercera planta de la alta estructura, saludó a algunos empleados que con cortesía emitieron sus buenos días, llegó a la oficina principal y giró el pomo marrón, ingresando en silencio. Shikamaru, que en esos instantes lidiaba con papeles siendo auxiliado por Shizune, fue el primero en verla y levantarse, recibiendo a la visita.
—Hinata, que sorpresa tenerte aquí —murmuró intrigado, la vio inclinar la cabeza y sonreír a manera de respuesta, prosiguiendo él con el dialogo—. ¿Ha ocurrido algo?
—No, tranquilo. Yo... vine a preguntarte sobre Naruto-kun, ¿sabes a donde viajó?
Fue inevitable que Shikamaru luciera incomodo ante la consulta, la miró fijo a los ojos, contestando la verdad —No tengo idea del lugar en que está, Hinata.
—Uh, ¿c-como que no lo sabes?
—Así de simple, no lo sé.
Hinata parpadeó confundida, ¿entonces a que sitio había ido Naruto? Por lo que dedujo debido a la prisa del momento, él la dejaría sola por unos cuantos días para resolver un inconveniente y volvería rápido, y si lo dicho por el Nara era cierto, eso significaba que aquel viaje no pertenecía a pendientes de la Aldea, sino una decisión personal que por misteriosas razones Naruto no le explicó. ¿Es que acaso ya no existía confianza entre los dos? ¿Sería posible que ella no estaba incluida en los pensamientos del rubio? Preguntas y más preguntas que nadie aparte de él podría contestar. Hinata bajó la vista al suelo, meditando en sus adentros.
Shizune intervino (para alivio de Shikamaru) —Hinata-san, le aseguro que no debe preocuparse, Naruto-sama en ocasiones realiza visitas a líderes de otras naciones con el objetivo de estrechar lazos. Nunca demora mucho.
La joven elevó la mirada hacia ella y afirmó —Sí, s-supongo.
—Te propongo que bebamos un café —invitó el Nara—, cerca de aquí hay una tienda pequeña que remodelaron ayer.
—No q-quisiera interrumpir tu trabajo...
—No, al contrario, tu compañía me servirá de mucho. Tanto papeleo es... problemático.
Hinata rió con suavidad —De acuerdo, v-vamos.
—Shizune, tú también ve a descansar, nos vemos acá en una hora para continuar.
La de cabello negro asintió.
Shikamaru dio media vuelta y caminó al lado de Hinata, ambos iniciando un tema de conversación mientras descendían por las escaleras. Quizás platicar con un amigo no le vendría nada mal.
[…]
Entrelazó sus manos y sonrió con ternura, viendo a corta distancia los inconfundibles rasgos masculinos que la enamoraban cada vez más, divertida, guió un dedo a la mejilla del rubio y trazó una línea recta que, para su gozo y deleite, acompañaba a otras dos. Naruto cerró los ojos y dejó que Sakura lo mimara a su gusto, oyéndola hablar.
—Pareces un gatito.
—Eso es una ofensa para Kurama, dattebayo.
—¿Porque no lo es para ti?
Él abrió los orbes y la miró con intensidad —Yo seré lo que tú quieres que sea, Sakura-chan. Tu protector, tu guardián, un perro, una mascota, todo.
—Aun no entiendo como pude despreciarte por tanto tiempo, creo que no supe valorarte lo suficiente, tú te has arriesgado por mí, Naruto —marcó con un tono de pesar, puso la palma sobre el hombro masculino y apoyó el mentón en el dorso de su mano, usándolo como almohada. Estaban tan cerca que incluso respiraban el mismo aire, presos de sus propios sentimientos—. En cambio yo siempre te hecho sufrir, te he lastimado, por mi culpa perdiste un brazo.
—Ya conversamos ese tema ayer, tú no eres la responsable de lo sucedido, han sido decisiones mías, no tuyas.
Ella negó con la cabeza —No me convencerás de eso.
—Pero sí puedo asegurarte que sin ti no hubiera logrado lo que hoy tengo, soy lo que soy gracias a ti, a tus regaños, a tus consejos, a que sigues viviendo.
Lo interrumpió al besar sus labios con dulzura, una leve presión de piel contra piel que hizo a Naruto ver corazoncitos alrededor de su cráneo, sufriendo alucinaciones de un idiota enamorado. Sakura frotó ambas narices.
—Baka hentai.
—¿Porque hentai, dattebayo?
—Por muchas razones que no diré ahora, pero que te convierte en un imán atrae-mujeres.
—Sakura-chan, no me digas que desconfías de mí.
La nombrada replicó —De las chicas que te rodean, que es distinto —rodó los ojos y él sonrió—. Como esa tal Kurotsuchi, por ejemplo. Hay una lista enorme de fanáticas locas que buscan atraparte.
—Y tú estás celosa.
—Por supuesto que no.
—Vamos, Sakura-chan, admite que solo me quieres para ti.
Sakura tomó muy enserio el comentario, quizás demasiado —Escúchame bien, Naruto Uzumaki —siseó entre dientes y con la mandíbula tensa, hasta lo agarró de la barbilla con la mano, empleando su fuerza. Naruto se asustó, ¡habían llamas ardiendo en los ojos de Sakura!—. No te quiero ni a cinco metros de esas mujeres secuestradoras de hombres, no las mires, no las saludes, no las abraces, no las toques ni las beses, porque entonces tendremos problemas serios, ¿has comprendido?
—S-shi. —dijo con los labios comprimidos. Sakura iba a romperle las encías.
Lo soltó y sonrió como si nada ocurriera —Así está mejor.
Él no pudo evitar imaginarla furiosa, afirmó convencido ante el pensamiento "esta es sin duda mi Sakura-chan".
—Yo quiero preguntarte algo, dattebayo.
—¿Qué? —inquirió más calmada.
—¿Cómo descubriste que me amas?
—¿Mm? —murmuró con desconcierto, pestañeó sin dejar de verlo y sus pómulos comenzaron a enrojecer, víctima de una cálida sensación—. Deseas... ¿conocer... como me enamoré de ti?
—Sí. —Y en efecto, Naruto sonrió como si le hubieran dado el más hermoso de los regalos.
Sakura sintió ternura por él, por la forma en que seguía conservando aquel rasgo único, por como mostraba esa faceta de chiquillo sin abandonar la madurez. Acarició la mejilla del muchacho, viendo sus azules ojos. Un color similar al océano, pero de mayor profundidad y luz que cualquier mar en el mundo. Precioso. Intenso.
Atrayente.
—No lo sé, Naruto.
—¿Qué es eso de que no sabes, Sakura-chan? —cuestionó mirándola, la pelirrosada vaciló al mover la cabeza de un lado a otro, Naruto comenzó a creer que sus sentimientos no eran cien por ciento seguros—. Es que acaso no...
Colocó un dedo sobre su boca, impidiendo que culminara la frase y salieran heridos por cuestiones estúpidas. ¡Claro que estaba segura de quererlo! Metería las manos al fuego por asegurar eso. Rodó la yema y plantó un beso en los labios de Naruto, respondiendo con ese gesto a todas las dudas que él tenía. Clavó sus ojos en lo de Naruto, abriendo el corazón.
—Yo te amo, que te quede bien guardado en el cerebro eso, pasa que desconozco el día en que empecé a quererte de esta manera. Aunque...
—¿Aunque qué?
El rubor de sus pómulos creció —Creo que ya te quería así desde hace mucho.
—Trata de recordar, Sakura-chan, saberlo es muy importante para mí.
—Es difícil.
—¿Porque?
—Porque me negaba a sentir esto, en demasiadas ocasiones justifiqué mis sentimientos por ti al decir que pertenecíamos al mismo equipo, les juraba a todos que lo mío era un simple cariño de amigos, que estaba lejos de ser amor porque a quién yo amaba era a Sasuke-kun —confesó, temiendo lastimarlo con sus palabras. Naruto exhaló con pesadez por la nariz y desvió la mirada a una esquina de la recamara, incomodo por la mención del Uchiha—. Yo de verdad lo quise con locura en esa época, no puedo ni quiero mentirte respecto a ese tema.
Hubo tristeza en el rostro de Naruto, incluso llegó a ver decepción, Sakura experimentó la misma emoción que él sentía y no dudó un segundo en aclarar aquel punto, hasta ubicó una mano en su mejilla, forzándolo a mirarla. Por más que consiguió estar cara a cara con Naruto, éste mantuvo la vista baja sin intenciones de entablar la visual conexión. Parecía dolido.
—Mírame a los ojos, Naruto.
—...
—Por favor.
No podía negarle nada a ella.
Nunca.
Alzó la vista y contempló los verdosos orbes de Sakura, despegando los labios. La joven lucía preciosa con los pómulos encendidos y pupilas dilatadas, como si estuviese totalmente enamorada, hechizada.
—Lo que siento por ti es más grande, más fuerte, te amo como jamás imaginé querer a alguien, yo... no voy a renunciar, no ahora que estoy comenzando a vivir lo que siempre soñé.
El corazón le latió firme contra los pectorales, en su mente sonaba una y otra vez la explicación de Sakura, la forma en que había pronunciado todo, la suavidad de su voz. ¿Enserio él provocó esas sensaciones en ella? Naruto buscó algún indicio de falsedad o engaño en su rostro, pero lo único que encontró fueron unas hermosas esferas jade que lo veían fijamente, casi con adoración. Iba a morir de amor si lo seguía mirando así. Llevó su palma al cabello femenino y retiró la banda ninja, dejándola sobre la cama, algunas hebras resbalaron a la frente de Sakura, él impidió que le obstruyeran la visión al acariciar su frente, en especial el sello con figura de rombo.
—Estoy orgulloso de ti, Sakura-chan.
Pero entonces ella decidió que la declaración no terminaba ahí —Mi relación contigo sufrió cambios a raíz de tu llegada a la Aldea, aquella vez que apareciste luego de tu entrenamiento con Jiraiya-sama, ¿te acuerdas? —Naruto asintió en respuesta y Sakura pudo continuar—. En el primer momento me resultaste... maduro para tu corta edad, pero después comprendí que serías siendo el mismo cabezota de siempre, fuese cual fuese la situación.
Le estaba costando un mundo expresarse, y no porque dudara de lo que decía, sino porque para ella era complicado conversar de manera franca mientras lo veía a los ojos. Abismo profundo de color oceánico. Un cielo enorme que cubría su mente por completo. Añoranza. Esperanzas y anhelo. Su perdición.
Un fuego tan ardiente como el infierno mismo.
—A partir de allí todo fue diferente.
—Cuéntame, Sakura-chan —murmuró cortando distancia, rozó la nariz con su mejilla y empezó a bajar de a poco, atraído por su olor. Una fragancia a cerezos que lo volvía loco. La chica lo dejó hacer y cerró los ojos, pensando qué contestar—. Necesito oírte, saber que tu amor por mí es igual de grande que el mío, dattebayo.
—¿Crees que te miento?
—No.
—Tu inseguridad es por otra razón, dímela, Naruto.
—No tiene caso hablar de eso.
—Para mí sí, yo te amo, me importa mucho lo que creas. Es mi derecho enterarme.
El rubio subió a la cara femenina y situó la mano alrededor de su pómulo, fusionando ambas bocas en un beso cargado de pasión, de intensidad, de sentimientos fuertes. Sakura correspondió por unos minutos que parecían eternos, puso la palma abierta sobre la costilla del chico, perdiendo la noción del tiempo y realidad. ¿Era correcto vivir esa vida, amar a un hombre que por ley no era suyo, arrebatarle a una mujer la oportunidad de ser feliz? Deseó creer que sí, que ella tenía derecho a disfrutar de lo que antes le había pertenecido, que Naruto la elegiría por encima de quién sea como ocurría siempre.
De pronto recordó el asunto a tratar y detuvo el ósculo, pegada a sus labios todavía. Él unió sus frentes.
—No quieras distraerme con esto, Naruto.
—Sakura-chan...
—Insistiré hasta que me lo digas, te moleré a golpes si es necesario.
Naruto suspiró y retrocedió unos milímetros, fijó la mirada en ella —Es algo que sucedió hace años y me molesta recordar.
—¿Qué es? —preguntó intrigada, el rubio se rascó la nuca con los hombros tensos, expulsó el aire de sus pulmones, indeciso ante el cuestionamiento—. Dime, Naruto.
—Me duele, dattebayo.
Sakura lo miró con preocupación, sospechando en qué consistía el dichoso tema y porque causaba tanto sufrimiento en él. Pidió al cielo estar equivocada.
"Que no sea eso, por favor que no sea eso".
—Me refiero a tu confesión en el País del Hierro, a tu declaración falsa, Sakura-chan.
Y aquello fue como haberle disparado directo al corazón; duro, sin piedad, una punzada desgarradora. Lo vio desviar la mirada, era lógico que estuviera herido, ¡fingió amarlo delante de todos!, había sido una humillación, un juego de mentiras, una falta de respeto. Un punto y aparte en la relación que llevaban ellos. Sakura quiso borrar ese mal capítulo de su cabeza, sanarlo, curarlo, aliviar la sensación que sabía él estaba sintiendo. Experimentó un ardor en los ojos y apretó los labios, reteniendo el llanto a duras penas.
Si Naruto sufría, Sakura también.
Eran uno solo.
—¿Aun no me perdonas?
—Dejemos el asunto en el pasado, no es importante.
—Naruto, por favor respóndeme —solicitó al acorralarlo, subió su propio cuerpo sobre el de Naruto y lo tomó de las mejillas, buscando sus ojos. La idea de que él la odiara o estuviera resentido era peor que cualquier otra cosa, incluso más que su silencio—. ¿No me has perdonado, me guardas rencor por lo que dije?
Tenía los orbes vidriados.
—No —contestó firme—. Yo sería incapaz de odiarte, tampoco tengo nada que perdonarte, 'ttebayo. Te amo con toda mi alma, Sakura-chan, jamás tendría un mal sentimiento hacia ti.
—¿Estás seguro?
—Como que te haré mi esposa y la madre mis hijos. —prometió convencido, eliminó espacio y juntó sus labios con los suyos.
Sakura colocó un dedo de por medio en cuanto el rubio la soltó —Yo lo hice para protegerte, porque tú seguías persiguiendo los pasos de Sasuke-kun sin detenerte a pensar en el peligro que corrías, eras el objetivo de todos nuestros enemigos, me aterraba imaginar un nuevo enfrentamiento entre ustedes, que él te asesinara o te atraparan para extraerte al Zorro de Nueve colas, temía por tu bienestar, Naruto —expresó con dos lagrimas cayendo de sus ojos, el chico las limpió al pasar el pulgar por sus pómulos, viéndola con tristeza—. ¿No te paraste a pensar en el daño que me causaría tu muerte? ¿No me tomaste en cuenta?
Quizás hablar de lo acontecido décadas atrás no tenía efecto ahora, pero al menos tampoco quedaría tirado en el olvido, ambos necesitaban respuestas a lo que en su debido momento les había marcado; para bien o para mal, eran huellas al fin y al cabo. Los dos se sostenían la mirada sin notar la proximidad, hechizados por los ojos del otro. Podían leerse a la perfección, sí, pero el costo de las palabras era mayor a cualquier gesto que recibieran.
Muchísimo más grande.
—Sí te incluía en mis planes de devolver al teme a la Villa, es solo que-
—Decidías por mí, ¿no? —lo cortó enseguida, indignada ante su propio razonamiento. ¿Sería posible que Naruto también la considerara una débil niñata?
—Intentaba cuidarte-
—¿Apartándome de ti cuando más requerías de mi ayuda? ¿Qué planeabas, abandonarme a mitad de camino, luchar sin mí?
Naruto ya no pudo borrar aquella cascada que bajaba de los ojos de Sakura, le permitió sacar todo eso que llevaba atorado dentro, aun si no valía la pena recordarlo. Negó con la cabeza y ubicó ambas palmas en los pómulos de Sakura, deseando acabar con el tema. Iban a terminar lastimados.
El pasado dolía. Mucho.
—En ningún momento quise alejarte, lo único que hacía era mantenerte al margen del peligro.
—Cómo enfrentar a Sasuke-kun y estar al borde de la muerte, si, que lindo de tu parte. —murmuró con sarcasmo.
Naruto frunció el ceño y la encaró —Debía traerlo a Konoha, su sed de venganza lo estaba hundiendo en la miseria, en el odio. Es mi hermano, mi mejor amigo. El hombre al que-
—Al que amé de niña, lo sé —interrumpió molesta—. Pero después a quien quise eres tú, no me perdono que hayas arriesgado tu vida por cumplir una promesa que yo misma te obligué hacer.
Y contra todo pronóstico y destino, Naruto usó las manos para atraerla y darle un beso fiero en la boca, apasionado, intenso, uno que descargaba amor en cada movimiento. Ella cerró los ojos y entreabrió los labios, siguiendo el ritmo que marcaba él. Lo de ellos era un amor desmedido, una pasión excesiva, un arrebato sin lugar a retroceso. El fuego que los calcinaba por completo. Una fogata ardiente.
Entonces ocurrió.
La llama oculta en el interior de Sakura lanzó chispas. Estalló ante un deseo egoísta de no perderlo. Naruto lo era todo.
Todo.
Sakura, que por descuido tenía los brazos reposando a cada lado del cuerpo masculino, decidió posar una mano en su pecho y llevar la otra a su nuca, aplicando un poco de presión en esa área mientras su propia lengua, suave y desesperada, hurgaba en la cavidad de Naruto hasta hallar lo que ansiaba. Su firme y caliente órgano gustativo. El afán fue tanto que Naruto tuvo que abrir más la boca en medio del beso, abarcándola en su totalidad. Sakura era muy entregada, quizás no a su nivel, pero sí muy cerca. La única que lograba enloquecerlo con solo una mirada. La abrazó con angustia, como si el viento o el aire fueran a quitársela. Y su mayor miedo era ese: que viniese algo a destruir lo bonito que tenían, o alguien, en el peor de los casos. Un hombre.
Sasuke Uchiha.
El esposo de la mujer que apretujaba entre sus brazos desnudos.
Lo golpeó la culpa.
Empleó un movimiento para quedar encima de ella y la presionó contra la cama, intensificando el ósculo todavía más. Sus labios la comían, la devoraban. Los de Sakura... parecían alcanzar el mismo objetivo. En medio de las piernas femeninas, víctima de sus sensaciones, Naruto atajó las muñecas de Sakura y las condujo hasta por encima de la melena rosada, depositando besos hambrientos por toda la longitud de su cuello.
Sakura intentó levantar las extremidades superiores pero no pudo, Naruto estaba aplicando fuerza al agarre en que la metió.
—Quiero... pedirte una cosa, N-naruto.
Él alzó la cara, buscando su mirada.
Ojos verdes aguarapados que amenazaban con volver a llorar.
—Tú solo pide.
—Que jamás pondrás tu vida en riesgo por mí.
—No.
—Júramelo.
—No.
—Por favor, Naruto.
Ni de rodillas aceptaría.
—No puedo, es imposible que te prometa eso.
—Necesito que me lo jures. —musitó al borde del colapso.
Naruto negó —Mi vida depende de ti, Sakura-chan.
—¿Y si fuera al revés, si mi existencia dependiera de que tu continúes vivo?
—No me convencerás.
—Naruto-
El joven la interrumpió —Sakura-chan, no comprendo tu temor. Veme, tócame, siénteme —rogó mirándola—. Estoy vivo, nada ni nadie me apartará de ti, tenlo por seguro.
—¿Para siempre?
—Sí, siempre.
Y aquello no fue más que una irrompible promesa de amor.
[…]
Escuchó ruidos en la habitación que no solían haber, guiada por la curiosidad, salió a la sala y encendió los interruptores eléctricos, creyendo que era Naruto el causante del bullicio. Sonrió con buen ánimo, "es extraño que ese baka abandone la cama tan temprano". Talló uno de sus ojos, parpadeó soñolienta y bajando la vista, notó algo raro en el piso. Un hilo de... ¿sangre? Sakura observó desde donde empezaba y que iba a parar en la cocina. Su corazón dio un brinco. Naruto.
En sus facciones apareció el miedo. Pánico.
¿Sería posible que ese rastro fuera de...?
—¿Naruto? —consultó preocupada, nadie respondió—. ¡Naruto!
El silencio ya la estaba matando.
Caminó con prisa y duda al cubículo de la cocina, deseando no acertar en su intuición. El olor a sangre se intensificó. Ella cubrió su boca con la mano y chilló aterrada. Vio a todas las direcciones. Ese sitio aún estaba en penumbras.
—Sakura.
Un escalofrío la recorrió entera.
Imposible.
Aquella voz no podía ser de...
—¿Sasuke-kun? —preguntó a la oscuridad—. ¿C-como supiste que estaba aquí?
—Te rastree.
—¿Porque?
—Quien debe preguntar soy yo.
Lo oyó molesto, casi irritado.
—Prenderé las luces-
—Yo no lo haría si fuera tú. —murmuró seco, raspó el filo de la katana usada contra el mesón, dirigiendo su vista hacia ella.
Sakura enseguida identificó el Sharingan activado... y una gotas muriendo al caer al suelo. Frunció el ceño y fijó la mirada en él, a pesar de la carencia de luz.
—¿Porque no?
—Podrías asustarte.
—Sasuke-kun-
El chico habló —¿Desde cuándo sucedía?
—¿A qué te refieres?
—El dobe me comentó algunos detalles, pero no alcanzó a continuar.
Sakura agrandó los ojos.
Casa de su padre, Naruto, silencio, sangre, Sasuke. Todo pareció encajar.
—¿Dónde está Naruto? —cuestionó, tratando de mantener la calma. Tal vez el rubio andaba por ahí—. Dime dónde está Naruto, y porque no conversas conmigo de frente.
—Porque no quiero mancharme las suelas de los zapatos.
No.
¡No!
Sakura sintió un opresión en el pecho. Una mala señal.
—Te explicaré lo sucedido, Sasuke-kun, pero no incluyas a Naruto en esto. Él es inocente. Yo fui quien comenzó el engaño, charlemos a solas.
—Ya es tarde.
—No.
—Naruto siempre fue tu salvador.
Ella dio un paso delante y su pie tocó un líquido. Apretó los labios con los ojos vidriados.
—¿Porque dices 'fue'?
—No podría decirlo de otra forma.
—No —negó cabeceando—. Naruto es todavía mi protector.
—Dejó de serlo hace media hora, Sakura.
El infierno comenzó.
Sakura giró el rostro a todos los ángulos, esperando encontrarlo a salvo. Pero su olfato no fallaba. Reconocería aquel olor donde fuera.
Sangre. Demasiada.
—¡Naruto! ¡Naruto!
—Ya no te escucha.
—¡Dime en que sitio está! —gritó enfadada, sujetó su cabello y volvió a sacudir la cabeza, rechazando lo que su mente procesaba—. ¡Respóndeme ya, Sasuke!
—Cerca de tus pies.
El líquido.
La sustancia.
Naruto.
Sasuke encendió la luz —Míralo mejor.
—¡No! —exclamó alterada, abrió los ojos y volteó a los lados, víctima de los nervios.
Una pesadilla.
Naruto, quien bebía un vaso de agua en la cocina, depositó el recipiente en el mesón y subió las escaleras apenas oyó el llamado, cruzó el pasillo, ingresando a la habitación.
—¡¿Qué pasó?! —cuestionó preocupado, oprimió el interruptor de luz, viéndola temblar y sollozar—. ¡Sakura-chan, ¿qué tienes?!
Ella lloraba.
—Yo... yo creí q-que —contestó entre hipidos—... estabas m-muerto y... y...
Se ahogó en sus propias lágrimas y saliva.
Naruto eliminó distancia —Fue un sueño, ¿ves?, yo estoy vivo —dijo al sentarse a su lado—. Tenía sed, por eso no me viste acá, dattebayo.
—No me d-dejes... s-sola.
—Nunca, lo juro.
El rubio la abrazó y Sakura le enroscó el cuello con ambos brazos, cerrando los ojos. Él la imitó en esto último.
—No sucedió nada de lo que soñaste, tranquila. Estamos bien. Todo estará bien.
La chica así lo suplicó.
[…]
Otro día más sin él.
Despertar sin verlo dormir a su lado, merendar sola, no recibir la calidez de un 'buenos días, dattebayo', era sin duda para Hinata un verdadero sufrimiento. No es que fuera completamente dependiente de Naruto, pero sí solían compartir aquellos momentos juntos en su hogar, porque cabe mencionar que, pese a ser un matrimonio 'feliz' y bien 'fundamentado, ellos no comían en otro lugar. Jamás. Al menos no como pareja. Sonaba raro, pero así era. Naruto nunca proponía salir a comprar, ni cenar en centros de comida o asistir a nuevos restaurantes que habían remodelado hacía poco, tampoco le obsequiaba cosas como sucedía con otras parejas. Hinata quiso justificar eso con el mismo argumento de todos los días.
"Su cargo de Nanadaime Hokage es de absoluta atención, no cuenta con tiempo suficiente para esa clase de consideraciones".
Cerró los ojos por un breve instante, ¿cuándo dejaría de defenderlo así? Si de verdad Naruto la quería, ¿qué cosa podría importar más, ella o la Aldea? Para su pesar, Hinata aceptó que si él no ponía empeño en consentirla es porque enserio no la amaba, que solo dormían en la cama por costumbre, por la maldita monotonía que lo arruinaba todo. El lazo de confianza ya estaba más que roto, ¿que seguía, ver el derrumbe de la casa, llorar en un rincón, morir sufriendo? No. Hinata no lo permitiría, si amaba a Naruto, si aún había esperanzas, si el rubio colaboraba aunque fuese una parte, ella lucharía para continuar al lado de él. Era un juramento dado en la ceremonia. No debían romperlo.
"Naruto-kun nunca falta a su palabra".
Entonces sí existía una pequeña posibilidad de recuperar su relación, solo tenía que esforzarse y demostrar que todavía podía pelear por Naruto. Hinata abrió los ojos al entender la incoherencia de su pensamiento. ¿Con quién pelearía? ¿Con la rutina, la costumbre, la doctrina quizás? No lo sabía. Bajó la vista a su mano y vio el anillo de matrimonio puesto en su dedo, analizando la situación. ¿En qué momento cambiaron tanto las cosas? ¿Qué había pasado? ¿Acaso era normal vivir esa etapa? Suspiró melancólica y lavó los trastes con una esponja enjabonada. Estar pensando lo mismo la entristecía. De seguro Naruto no querría verla así. Ordenó los utensilios limpios, acabando su labor. Secó sus palmas con el delantal que traía amarrado a la cintura.
Lo mejor era olvidar todo eso y actuar como si nada ocurriera. Él la volvería amar, Hinata lo creía.
Por su propio bienestar... así debía de ser.
[…]
Observaba la sortija con tal concentración que no oyó los pasos de Sakura ir en su dirección, exhaló fuerte, deduciendo que hacer al regresar. Sakura lo abrazó desde atrás y buscó sus manos para luego entrelazarlas, rodeada por su aroma a varón. Apoyó el mentón en el hombro masculino, viéndolo pensar. Naruto parecía ido.
—¿Que sucede?
—Nada, solo recordaba.
—¿Algo malo?
—Yo diría que complicado, dattebayo —respondió distraído, giró el rostro hacia ella y sonrió—. ¿Quieres salir, Sakura-chan?
—No podemos.
—¿Quien dijo que no?
—Baka, ¿ya olvidaste que estamos en un pueblo cercano a Konoha? Cualquiera podría reconocerte como Hokage.
Naruto rascó su nuca con la mano vendada, riendo nervioso —Si, no me acordaba, 'ttebayo.
—No cambias nunca. —dijo feliz.
—¿Te gustaría que cambiara?
—No, yo te amo así.
Las palabras le habían salido con una sencillez y facilidad que jamás creyó tener, Naruto la miró a los ojos con una intensidad que Sakura juraba no haber presenciado en su vida, vulnerable ante él. Hubo chispas entre ellos. La química y atracción era demasiada. Infinita. Sakura bajó la vista a sus labios y Naruto los entreabrió.
—Sakura-chan.
Ella lo besó.
Suave, despacio, tierno, apenas un apretón de piel contra piel que no daba indicios de profundizar. Naruto llevó la mano a su pómulo y finalizó el ósculo, juntando ambas frentes. Habló con los ojos cerrados.
—Me estoy enamorando más de ti.
"No al grado en que estoy empezando a amarte yo", pensó la kunoichi en sus adentros. Degustó el sabor de Naruto aun pegado a sus labios, sonriendo contenta. Él la vio.
—Te propongo una manera de salir sin ser descubiertos.
—¿Cómo?
—Transformándonos en hombre y mujer.
—Explícame, 'ttebayo.
Sakura suspiró —Es simple, tú te conviertes en Naruko y yo en hombre. De esa forma no nos identificarán.
—¿Tú ya lo has hecho?
—Sí, una vez.
—¿Qué día pasó que no me di cuenta?
—Hace mucho —negó con la cabeza y agregó—. No es un recuerdo agradable.
—De acuerdo, pero yo pago y elijo el lugar.
—Bien.
Naruto volteó por completo hacia ella y la acurrucó entre sus brazos, los dos parados a mitad de la sala —Cuéntame que ocurrió esa vez que te transformaste en hombre.
—Es vergonzoso.
—Vamos Sakura-chan, yo quiero saber. —rogó él.
La nombrada alzó una ceja y lo miró con diversión —Si me alcanzas te digo, a la cuenta de tres: uno —El rubio la sujetó fuerte de la cintura, listo para retenerla—, dos —Sakura puso las palmas en sus abdominales—... y tres.
Lo empujó al sofá y emprendió la carrera al segundo piso de la casa, siendo perseguida entre risas y carcajadas por Naruto en cuanto éste se levantó del mueble, corriendo hacia la recamara.
—¡Ahí voy, dattebayo! ¡No me ganarás Sakura-chan! —gritó a todo pulmón, atravesó el pasillo y subió las escaleras, enérgico, trotando como nunca—. ¡Te encontré!
Ingresó al cuarto luego de explayar la puerta, barrió los rincones con su mirada y dirigió su atención al armario, sospechando que aquel era el escondite. "Veamos si caes en mi trampa". Caminó hasta él y colocó ambas manos en las agarraderas, jaló abriéndola, pero no halló nada. Una veloz figura escapó del baño y le rozó un costado, yendo rumbo a la planta baja. Naruto exclamó un sonoro 'te pillé dattebayo', quedando de pie bajo el techo de la recamara.
Sakura descendió por los escalones e iba a huir por la entrada, cuando Naruto la atrapó en brazos al final de los peldaños, abrazándola por inercia. Trastabilló a causa del impacto, los dos cayeron sobre el sofá; ella encima de él.
Rieron como niños.
—Eres un baka tramposo.
—No me prohibiste que hiciera un clon.
—Tampoco te lo permití.
—Lo importante es que te vencí, Sakura-chan —alardeó orgulloso, la joven entrecerró los ojos y quiso zafarse, Naruto la apretó a su torso—. Ahora sí dime que sucedió.
—No.
—Lo prometiste, Sakura-chan.
El chico mostró su mejor cara de cachorro tierno, tratando de ablandarla.
La médico rodó los ojos y bufó —Ya, no es necesario que me pongas esas caritas, te contaré, ¡pero pobre de ti si te burlas! —dictó amenazándolo.
Tragó grueso —Lo que pidas, dattebayo.
—Es... un poco difícil explicar eso —Las mejillas le enrojecieron, vio el suelo para no mirarlo a él, frunciendo su ceño—. Ocurrió en Suna, Ino-puerca y yo fuimos al cumpleaños de Temari, visitamos unas tiendas, anocheció y...
—¿Y?
—Unos maleantes asaltaron a un grupo de chicas que por casualidad salieron del mismo local, nosotras los perseguimos, tuvimos que transformarnos en jóvenes para que no pusieran quejas al enfrentarnos.
El rubio asintió —¿Después que pasó?
Ahí venía la peor parte.
—Recuperamos las pertenencias de las muchachas, p-pero —resopló frustrada, moviendo la cabeza—... cuando le entregamos lo suyo aun Ino y yo parecíamos chicos. Nos quisieron agradecer de una manera nada inusual.
—¿Cómo?
—Eran prostitutas —soltó al fin—, intentaron convencernos de acompañarlas a un sitio de esos, ya sabes.
Naruto apretó los labios para no reír.
—Eh, ¿y si fueron, dattebayo?
—Obvio que no, baka.
—¿Entonces qué te avergüenza, Sakura-chan?
La pelirrosada, ruborizada por la pena, ocultó el rostro en el cuello masculino y cerró los ojos, queriendo olvidar aquella escena.
—Que Ino-puerca y yo fingimos ser pareja para que una de ellas no me besara, solo nos agarramos de las manos.
Y Naruto reventó en carcajadas al oír esa barbaridad. Sakura elevó la cara hasta tenerlo de frente y le propinó un coscorrón que lo hizo callar.
—¡Te dije que no te burlaras! Me molesta comentar esto, fue el episodio más horroroso de mi vida.
—¡Ay, lo lamento! Pero supongo que no las fastidiaron más, dattebayo.
—Sí, por suerte. Y a parte Ino les aclaró que a mí me gustan rubios de ojos azules.
El ninja sonrió —¿Qué hay de cierto en eso?
—Nada.
—¿Como que nada? —cuestionó desconcertado, la médico arqueó las cejas por su indignado tono de hablar—. ¿Que no te agrada mi apariencia?
Fue el turno de ella en reír —Me refería a que ninguno de esos rasgos me despierta interés, a menos que...
—¿Qué?
Llevó un dedo a las marcas zorrunas de Naruto, viendo su boca —Que tenga rayas en los cachetes y me mire como lo haces tú, Naruto.
—Ninguno puede verte como yo.
Sakura afirmó —Quizás por eso no puedo fijarme en otro que no seas tú —dijo hechizada. Encogió las piernas y las dobló a la altura de la cadera masculina, pretendiendo algo más—. Acabo de notar que no traes puesto ropa interior.
—Es que... m-me olvidé de lavarla, ttebayo.
Los pómulos sonrosados de un avergonzado Naruto la incentivaron a mover la cintura, buscando más contacto.
Fricción.
—Recuerda limpiarla después de que acabemos.
—¿Que acabemos qué? No entiendo, Sakura-chan.
Ella lo miró con lujuria y usó el dedo de que tenía en su mejilla para ponerlo en sus labios y hacerle abrir la boca, deseosa de tacto.
—No me parece justo refrescarte la memoria cuando el único baka hentai eres tú, Naruto.
Él tocó la tersa piel de sus muslos —No me provoques, Sakura-chan.
Sus ojos brillaron como nunca, sonrió a manera de coquetería —¿Quién dice que te estoy provocando? Ni siquiera te he besado.
—Vas a enloquecerme un día de estos.
—Eso es lo que quiero.
Sakura terminó de inclinar el torso hacia él, incluso juntó ambas narices sin pegarse por completo, tentándolo al máximo. Condujo las palmas al brazo del sofá y oprimió la tela entre sus dedos, respirando la esencia de Naruto. Su aroma. El rubio la sostuvo de la cintura, intentando no perder la razón. Estaba hirviendo.
—¿De veras quieres que tengamos sexo aquí? —consultó él de pronto.
Un beso ardiente por parte de Sakura fue suficiente para entender que sí, hasta lo tomó de la nuca por puro capricho, incitándolo a seguir.
Saboreándose como si fueran el único oxígeno para vivir.