Disclaimer: Los personajes son del mangaka Masashi Kishimoto, no míos, yo no recibo ningún beneficio al usarlos aquí.

N/A: La presente historia es un universo alterno que arranca tiempo después del final de Naruto Shippuden, incluye romance y drama, lime, lemon. Ya están avisados, luego no me reclamen que son fuertes las escenas eróticas. Acá nuestros personajes siguen sin tener hijos. Los dejo con el inicio.

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Capítulo 1: La Confesión

La situación se convertía en algo incómodo, la conciencia no cesaba de reclamarle seguir allí, hablando tranquilamente con el causante de su estado nervioso, Naruto, como siempre, conseguía desesperarla. Por suerte estaban dentro de la oficina del Hokage, a salvo de cualquier intruso que pretendiera escuchar lo que parecía ser una fuerte discusión.

—¡No! —repitió irritada, tantas veces la misma pregunta lograba hacerla dudar cada vez más de su seguridad—, no sé hasta cuando tendré que negarlo.

—Mientes —atacó el hombre, eliminando un poco la distancia que se interponía entre sus cuerpos—, estoy seguro que me quieres, puedo sentirlo al tocarte.

—Como hermanos. —se apresuró a responder, engañándose a sí misma, pero no al rubio que tenía enfrente. La forma en que se había suscitado aquella escena, y se extendía a varias horas, le alteraba la cordura y provocaba ansiedad. Necesitaba irse de ese sitio, o terminaría por aceptar lo que tanto le recriminaba Naruto.

—¿Cómo puedes decir eso Sakura-chan? Yo te amo, y sé que tú me correspondes. Te conozco lo suficiente como para saber lo que te pasa, estas ocultando lo que sientes por mí para que no haya un problema entre Sasuke-teme y yo.

—Es un cariño fraternal. — recalcó, negando con la cabeza y suspirando cansadamente. No imaginándose de que el Uzumaki aprovecharía la distracción para cogerla por las mejillas y acercarla a su rostro. Las miradas chocaron.

—Deja ya de confundir las cosas —pidió suave, adquiriendo un tono de voz susurrante y enloquecedor para la fémina—, no ahora que puedo percibir tu miedo, el temor que sientes por admitir tus verdaderos sentimientos. Desde hace tiempo comprendí todo, tu desesperación a verme sufrir, tu preocupación al saber que me encontraba herido, la prisa con que corrías al enterarte que estaba moribundo en una camilla de hospital.

—Estoy casada con Sasuke-kun, y tú con Hinata.

—Lo sé. Pero a pesar de eso, mi amor por ti sigue creciendo, a veces creo morirme al verte con él, cuando yo daría lo que fuera por ser tu esposo. Me duele, Sakura-chan.

—Estás loco.

—¿Por qué? —cuestionó mirándole la boca y aplicando firmeza al agarre—, ¿por estar enamorado de ti desde los doce años? ¿por cumplir mi promesa de traer a Sasuke-teme sabiendo lo que eso sería para ti? ¿por amarte como te amo?

Sakura confundida, dejó que la acariciara, cerrando al instante los ojos por la manera en que lo hacía. Naruto, contento por conseguir hacerla callar, juntó la frente con la suya, entreabriendo los labios y dejando que el aliento le rozara la boca a la chica. Ésta por inercia, la abrió, mezclando la respiración de ambos lentamente.

—Y-ya basta —exigió colocando las manos sobre el traje del Séptimo, en la zona de las costillas—, somos amigos, confórmate con eso.

—No —negó él ahora—, yo a diferencia de ti, no ocultaré mis sentimientos. Esto que siento no es de hermanos, ni de amigos. Es deseo, Sakura-chan, una sensación que solo tú me despiertas.

—Se te pasará, no durará por siempre.

—Llevo años con eso —confesó rozándole la nariz con la suya—, y va de aumento en aumento, tanto, que me muero besarte en este momento.

La advertencia fue clara. Haruno asustada, intentó empujarlo con ayuda de las manos, consiguiendo que el chico le apegara por completo a su cuerpo, la respiración se tornó irregular y con energía, empezó a sacudirse. Escaparía a como dé lugar de aquella oscura intención. El rubio, usando los brazos la apretó, impidiendo su posible huida y agarrándole los cabellos rosados de la nuca, ejerciendo una mínima fuerza para que no se moviera más.

—Naruto, no.

—En otra ocasión te hubiera soltado, cuando era inocente de lo que sientes. Pero ahora que puedo ver como se te eriza la piel al tocarte, como te estremeces al apretarte contra mí, me es difícil dejarte.

La medico lo miraba seria, escondiendo tras esa mascara lo que la aterraba. El pequeño espacio que existía entre sus rostros, le producía hormigueo en toda la espalda, llegándole hasta las piernas y dando como resultado una enorme debilidad en las rodillas, haciendo que se sujetara del abrazo en el que era presa. Tragó grueso y bajó la vista a los labios masculinos, fijándose de la suave textura que aparentaban y el grosor que los caracterizaba, pareciendo ante sus ojos tentadores y sexys a su pervertida imaginación. Naruto no le quitaba la mirada de encima, intentaba encontrar en esos ojos verdes algún indicio de amor o algo que contrarrestara lo que minutos atrás venía diciendo la muchacha, causando que el corazón le latiera frenético y las manos inconscientemente, se ubicaran en la parte inferior de su espalda.

—Suéltame.

—Lo haré si aceptas que me amas.

No, por supuesto que no, ella nunca daría el brazo a torcer, y menos de esa manera. Sakura no creyó oír bien, o eso aparentó cuando arqueó la ceja desconcertada, dejando en evidencia su desubicación.

—Di que me amas.

La petición hizo que le temblara el labio inferior, pero de rabia. De nuevo Naruto, la intimidaba. Las cosas se le salían de las manos, no tenía control de su cuerpo, que se arrimaba involuntariamente a él, ni de su boca que se abría cada vez que el chico hablaba, en una mueca de querer atrapar esa zona. El cerebro le daba vueltas y su corazón ansiaba escapársele del pecho.

—Pierdes tu tiempo. —respondió tajante, frunciendo el ceño por la intensidad con que el joven la observaba.

Suspiró. Ahora debía recurrir a la fuerza, la obligaría a revelar eso que tanto quería olvidar. El rubio muy a su modo, elevó la palma abierta a la sonrosada mejilla femenina, rodándola a la nuca y relamiéndose los labios, tratando de controlar las ganas de estamparla contra la pared y reclamarle tanto cinismo. Haruno entendió el plan que tramaba, así que dispuesta a impedirlo, se revolcó como loca en los brazos masculinos para zafarse del abrazo.

—Te desmostaré que no.

Sin piedad alguna o duda que le golpease la memoria, acortó la distancia y la besó, expresando la pasión que llevaba guardada por tantos años, moviendo los labios sobre los suyos con un entusiasmo e intensidad, que la fémina sintió marearse. Sakura al principio forcejeó, apartándolo con las manos sin conseguirlo, usando los antebrazos hasta ahora encerrados entre el pecho y sus senos, para darle pellizcos en el abdomen y costillas, así desistiría por el dolor que le provocaría. Pero todo fue en vano. A la chica la sangre le corría calientemente por las venas, y no por la ira, sino por la fogosidad que el ósculo empezaba a producirle, trató de utilizar los pies para pisarle los dedos al joven, en una última oportunidad de hacerlo razonar. Intento fallido.

Naruto ladeó el rostro a una dirección, lento y sin apuros, mientras le tocaba fugazmente con la punta de la lengua el labio inferior a la jovencita. Ésta, de manera espontánea, inclinó la cabeza al lado contrario, siguiendo el plan de oponerse hasta el último segundo. Una idea llegó a su mente. Valiéndose de la conexión, le mordió con salvajismo, pensando que eso podría detenerlo. Pero se equivocó.

Más que lastimarlo, lo que consiguió fue motivarlo a profundizar. Uzumaki abandonó la amabilidad y conduciéndola a una pared cercana, la acorraló y forzó a corresponder, agarrando su rosada nuca y moviéndole la cabeza por él, llevando así un ritmo acelerado y apasionado, donde las cavidades bucales se intercalaban en perfecta sincronía para dar rienda suelta a los deseos ocultos. Sakura sintió la espalda chocarle contra algo firme, abrió la boca para soltar un quejido, y fue allí, cuando el chico le introdujo la lengua pausadamente, buscando la suya para iniciar una batalla campal. La conciencia se dio por desaparecida, puesto que ella enseguida le permitió entrada y participó entusiasta, siendo ahora la que se esmeraba por perderse en la lujuria invocada.

Naruto en vista de que no necesitaba obligarla, retiró la mano de su cabello, quedándose asombrado de como ella liberó los brazos del encierro y agarraba de ambas mejillas, atrayéndolo efusivamente al suyo, en un inesperado impulso de saciarse en su totalidad de la esencia masculina. La humedad, la tibieza y desenvolvimiento maestro de los labios ajenos, encendieron la recóndita llama ardiente del corazón femenino, aislándolos a los dos de la dura realidad y llevándolos a un universo distinto, en el cual solo sus almas podían dominarlos.

El rubio ojos azules se vio presionado ante la ansiedad que mostraba la mujer, por esa razón tuvo que sujetarle de las hebras rosáceas de la cabeza, puesto que si no lo hacía, ella terminaría por comérsele el labio inferior debido al empeño en querer arrancárselo. Un calambre, surgido no sé de donde, le caló los huesos como si de una descarga eléctrica se tratase. Sakura, acalorada como nunca y respirando de vez en cuando, bajó las manos a los antebrazos del chico, arrugándole el traje mientras sentía su blandita lengua rozarle la suya, en un pequeño instante que accedieron a subir la intensidad del ósculo. Tembló.

Arrinconados contra el muro, partícipes de un beso apasionado y sin alguien que lo interrumpiese, los jóvenes iniciaron la sesión de caricias ardientes, atrevidas, dejando que el otro tocase donde quisiera, olvidándose de ciertos anillos matrimoniales que les recordaban la existencia de una pareja a la cual debían absoluto respeto y lealtad. Pero eso no tenía importancia ahora. Astuta y sin ser descubierta, fue el método en el que la mano de Naruto se metió por dentro de la blusa femenina, tocando la piel que estuviera su alcance sin medir el ardor que le provocaba a la mujer, quien sentía desmayarse en cualquier minuto por la pasión con que era manoseada. Un sonido, gemido para ser exactos, es lo que oyó el rubio a la vez que le besaba de manera hambrienta el blanquecino cuello.

Rastros húmedos producto de la saliva, se pudo apreciar en esa zona.

—Ya… p-por favor —suplicó apretando los parpados—, de-detente Naruto.

—No me hagas esto, Sakura-chan.

—N-no me lo hagas… t-tú a mí. Date cuenta de lo que estás haciendo.

—Amarte —contestó alzando el rostro para verla—, besarte como siempre quise, como solo en mis sueños podía.

—Son solo eso, sueños. La realidad es distinta.

—No cuando los sentimientos son los mismos. —contradijo, anhelando que con sus palabras pudiera convencerla de por fin hablar sinceramente y sin tapujos.

—¿Crees que esto nos llevará algún lado? —preguntó mirándolo a los ojos—, lamento decirte que no. —agregó, usando las palmas para distanciarse de él y huir por la puerta. Pero Naruto no la dejaría así.

—Por lo menos, me gustaría escuchar porque sigues mintiendo.

—¿A qué te refieres?

Él avanzó al frente, deteniéndose a solo un paso de ella y suspirando —Tu amor hacia mí, ya no tiene sentido negarlo ¿o sí?

—Naruto… yo…

—¿Por qué lo callaste? —interrogó tomándola de las mejillas—, ¿Qué había en Sasuke-teme para tomar la decisión de casarte? ¿Porque no yo, Sakura-chan?

—No te merezco.

—La vida no se trata de eso. No importa si me mereces o no, en lo único que debemos pensar es en ser felices. Hubiera dado todo porque me eligieras.

—Ya es tarde —explicó la pelirrosa—, cada uno tiene su vida, un matrimonio al que dedicarse y valorar.

—Olvidémonos de todo, solo por una noche.

La chica agrandó los ojos desmesuradamente ante la invitación, nunca creyó recibir ese tipo de insinuaciones y menos del rubio. Pero si colocaba todo en una balanza, ya lo correcto no los definía y muy a su pesar, había sido descubierto su verdadero sentir. Un brillo reluciente los cubrió, debido al llanto controlado. No podía materializar el sufrimiento que le golpeaba el estómago.

—¿Qué quieres decir?

—Eso que te imaginas. —dijo inteligentemente, después de todo, no era un cabeza hueca. La expresión del rostro femenino le dolió, puesto que en sus verdes orbes percibía la siguiente respuesta negativa.

—No.

—Por favor —imploró desesperado—, no sabes al grado que he llegado a quererte en mi cuerpo, Sakura-chan. Sentir tu piel junto a la mía, aunque sea una vez— añadió, cogiéndola de la nuca para darle un beso.

Ella de inmediato lo detuvo, posando los dedos de la mano derecha sobre los labios masculinos —Es una locura. Esto no está bien, estamos casados y eso no cambiará nunca. Lo mejor será que dejemos de vernos por un tiempo.

—No me apartes de ti —le sonó la voz distorsionada—, sabes que no podemos vivir uno alejado del otro. Donde tú estés, yo iré. Y donde yo esté, vendrás tú. No estoy dispuesto a tener una vida sin ti, Sakura-chan.

—¿Y Hinata? ¿Qué no piensas en ella?

Una puñalada directo al corazón del Uzumaki, pues aunque le costara aceptarlo, tenía una esposa en casa —Sé que me quiere, respeta y brinda apoyo cuando lo necesito. Pero no la amo. He intentado durante estos dos años encariñarme con ella, olvidarme de ti con su compañía, pero es imposible. Es como si te llevara en la piel.

La devoción y pasión con que habló, impactó a la fémina al nivel de quedarse mirándolo por un buen rato sin pronunciar algún ruido o palabra. Naruto, a sabiendas del efecto causado, siguió con el dialogo.

—En las noches, es cuando más te recuerdo. El solo imaginar que Sasuke-teme te toca, me da insomnio.

—Basta —interrumpió molesta—, las cosas están claras y no hay más que hablar. Haremos de cuenta que no sucedió nada, esta conversación será olvidada.

—Espera —rogó el de ojos azules agarrándola por el antebrazo—, aún no hemos terminado.

—Yo sí.

Sakura segura de haber hecho lo correcto, caminó hacia la puerta con intenciones de marcharse, cuando sin previo aviso, el rubio la sujetó de la muñeca guiándola al rincón en el que se habían besado momentos atrás, juntando el cuerpo con el suyo y suplicando que le diera una respuesta a la duda mayor.

—¿De qué sirve responderte? No afectará en nada nuestro destino.

—Y según tú… —susurró apartándole unos rebeldes cabellos de la frente—, ¿Cuál es nuestro destino Sakura-chan?

—Olvidarnos de todo esto, y hacer de cuenta que nada ocurrió.

—Es muy fácil para ti decirlo, no eres quien añora dormir y despertar al lado del ser que más amas. Solo una palabra tuya, Sakura-chan, solo una y le pido el divorcio a Hinata.

—¡Ya fue suficiente! —explotó histérica, escondiendo las lágrimas que amenazaban con fluir de sus ojos como si de una cascada se tratase—, no quiero saber más nada de este asunto. Sigue con tu vida, que yo me encargaré de la mía.

Él atónito a la repentina reacción, creó un espacio entre ellos y la miró confundido, haciendo sus propias conclusiones de lo que pasaba por la mente de la chica —No lograrás convencerme.

—Pues es una lástima, porque yo no dejaré mi matrimonio que tanto me costó tener para dejarme llevar por un simple cariño.

—¡Ya basta de tanta mentira! —gritó enojado—, ¡acepta de una buena vez que me amas, Sakura-chan! No merezco tanto engaño.

—No se puede hablar contigo. —murmuró abandonando el sitio, deteniéndose bajo el marco de la puerta para oír lo que el chico le diría.

—Si me amas, irás hoy a las ocho de la noche a la cabaña solitaria cerca de la aldea. Te estaré esperando.

—No asistiré.

—Lo harás —atacó orgulloso—, confió en lo que sientes por mí, por más que lo niegues, este amor que te tengo es correspondido.

Al fin una gotita salada escapó de los ojos verdes de la pelirrosa, a la vez que cerraba la puerta tras su espalda, pensando que con eso el enfrentamiento seria parte del pasado y se olvidarían para siempre de ello. Estaba totalmente equivocada.

—Irá —se dijo a sí mismo el kitsune—, estoy seguro.

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Miraba la hora en el reloj. Por más que intentó evitarlo, la propuesta de Naruto le rondaba la cabeza insistentemente, produciéndole jaqueca y ganas de salir corriendo al indecente encuentro. No. No podía traicionar la confianza del Uchiha y faltarle el respeto a Hinata. Aquello sería una bajeza y ella, odiaba esas cosas. El encubrimiento sobre sus verdaderas emociones fue inútil frente a los ojos de Naruto, la mentira que expresó innumerables de veces, no logró convencerlo. No es que le agradase decir falsedades, pero en una ocasión como ésta, era necesario para aplacar la ansiedad y desesperación con que el rubio la buscaba. Desde hacía dos semanas atrás que era acorralada por él, debido a una conversación que tuvo con Ino en la cual le confesaba la verdad y él, indiscreto como de costumbre, había oído tras la puerta. Allí empezó su calvario.

—¡¿Qué me pasa?! —preguntó alterada, llevaba horas hablando consigo misma sobre el impulso de querer verlo. El corazón le latía desbocado y la conciencia no tenía la decencia de aparecer. Afortunadamente Sasuke estaba fuera de la aldea en una de sus tan importantes misiones ANBU. Se encontraba sola, y eso, era un peligro mortal. No tanto por la insistencia del jinchuriki, sino por lo que su sexto sentido le pidiera. Esa parte de su alma siempre la ha atormentado, incentivándola a dejarse llevar y no poner reparo en las consecuencias de sus actos. Otra personalidad por así decirlo. Frustrada pateó la almohada a la esquina de la cama, viendo cómo se caía por la fuerza empleada. Un ataque infantil.

Te estaré esperando, Sakura-chan. Estoy seguro que irás, no tengo dudas de eso.

Esas cortas pero punzantes palabras le martillaban lo que restaba de cordura, ella, siempre una mujer fuerte y decidida, se debatía internamente por deshacerse de todo lo que le impidiera tener un poco de sensatez. Se agarró la cabeza con las manos, levantándose del colchón e iniciando un caminito desde la puerta a la mesita de noche, preguntando en voz alta la razón de tanta aflicción. El alma se sacudía abruptamente dentro de su cuerpo, la sangre, como segunda vez del día, le hervía en cada una de las venas de su anatomía. La respiración se le cortaba y la habitación, algo oscura, le resultaba un tempano de hielo. Las cortinas se mecían al ritmo del viento que se colaba por las mínimas aberturas de las ventanas, trayendo el escalofrían aire que le provocaba dolor en los huesos, y de nuevo, la voz susurrante de su corazón suplicando compasión.

Si me amas, irás hoy a las ocho de la noche a la cabaña solitaria cerca de la aldea.

Se detuvo. Miró la puerta y se dejó guiar por los instintos. La mente rechazó todo tipo de impedimentos y corriendo como una fiera hambrienta, salió rápidamente al lugar acordado. Nada podía detenerla ahora.

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Los codos apoyados en la base de las rodillas, sosteniendo la cara en las palmas y suspirando derrotado, se lamentaba Naruto. Eran alrededor de las ocho treinta y la pelirrosa no hacia acto de presencia. Eso quería decir que se había equivocado y en efecto, ella no sentía nada por él, aunque el beso de la mañana demostrara lo contrario. Triste se levantó de la silla, buscando la chaqueta para irse y no hacer más el ridículo. Una vez encontrada, se la colocó dirigiéndose a la entrada, colocó la mano sobre el pomo y girándolo, se topó de frente con la tan invocada mujer. Abrió la boca asombrado.

Sakura tenía el brazo elevado y los nudillos apuntando hacia el material, prueba de que planeaba tocar antes de llamar. Las miradas se vieron víctimas de la pasión reflejada. Ella, algo confundida y arrepentida, se dio la vuelta para huir a tiempo, descartando por completo la posibilidad de que Naruto la jalase hacia el interior de la vivienda y cerrara la puerta con seguro. Cuando el chico lo hizo, ella quedó inmovilizada. No supo en que momento acabó allí.

—Viniste. —susurró feliz el joven.

—No sé qué hago aquí, esto es un error.

—Si me amas, Sakura-chan.

—Naruto, no te acerques más. — pidió ante la invasión del ninja, puesto que desde hacía segundos la acorralaba a una pared de madera. Él obedeció.

—¿Sabes porque te cité aquí?

—No. Y tampoco quiero saberlo.

Como si le hubieran puyado la espalda, caminó Haruno a la salida, dispuesta a no seguir escuchando los argumentos del kitsune. Éste, consciente de lo que ella haría, se quedó quieto. No iba a obligarla a nada.

—Esto me sirvió para comprobar mis sospechas. Por un momento dudé de tus sentimientos hacia mí, pero con tu llegada, la has desechado. No necesito más nada. Con esto me basta para seguirte amando como lo haré siempre. Hasta que deje de existir.

La medico anonadada por la forma en que expresó sus pensamientos, se volvió hacia él, olvidando de que planeaba salir segundos atrás, se encaminó al frente, a paso lento pero seguro, fijándose en como cambiaba el gesto del chico. Naruto, en vista de que ella desistió de la idea de irse, sonrió enamorado, imitándola en el acercamiento y quedándose a solo dos centímetros de su cuerpo. La tentación fue mucha para ignorarla.

—¿Por qué me haces esto? Sabes que las cosas no serán las mismas si cometemos esta locura, sentiremos culpa y no podremos separarnos nunca. Este lazo nos uniría por siempre.

—Por eso, Sakura-chan. Mi único deseo es estar contigo, permanecer a tu lado eternamente.

—Estaría muy mal.

—No somos perfectos —se adelantó en aclarar—, tenemos errores y defectos como los demás. No podemos vivir amarrados a la amargura, a estar separados porque el destino así lo quiere. Por favor —añadió agarrándole las mejillas—, dime lo que sientes por mí.

Sakura se perdió en la azulada mirada del rubio, no oyendo más nada que su intrépido corazón alocado saltando de alegría ante la cercanía que provocaba él con sus caricias. Cerró los ojos lentamente.

—Te amo, Naruto.

Tres simples palabras, pero que acompañadas de la suavidad con que las susurró, generó en el muchacho un extraño frenesí, cogiendo de manera impetuosa los labios de la fémina entre los suyos, besándola apasionadamente como nunca imaginó hacerlo. La pelirrosada enseguida le correspondió, más intensa de lo que él pensó y ella quiso. Llevó las manos al rostro masculino, sujetándolo para que no se alejase ni un milímetro de su boca, dejando en claro las intenciones de no culminar aquel ardiente ósculo.

Sin demora alguna, mostrando la urgencia por embriagarse de la piel ajena, comenzó a desvestirlo, abriendo la boca al tiempo que lo despojaba de la odiosa chaqueta negra. Naruto le invadió las paredes bucales con la lengua, en el segundo que su labio inferior fue succionado sin reparo, siendo preso de unos dientes que lo estiraban amorosamente. Enloqueció. Gentil y suave fue la forma en que la cogió de las piernas, impulsándola hacia arriba, haciendo que las enredara alrededor de su cintura. Estando cargada y entregada de lleno al beso caliente en que el participaban, él la llevó a la cama para depositarla y recostársele encima, devorando los labios que se adherían como pega a los suyos, apartó con la yema de los dedos el cabello que se esparcían en la nívea frente y lentamente, ladeó la cabeza al lado contrario, intensificando a más no poder el roce de ambas bocas. Sakura creyó ahogarse de tanta intensidad.

La ropa fue un estorbo.

Las manos femeninas paseaban sin pudor por la morena piel del chico, tocando su musculatura recia y marcada, deteniéndose en lo que parecía ser el borde de la camiseta, la subió de a poco, pausadamente para contemplar cada forma de su figura. La prisión que creó con las piernas, le permitía tener un íntimo roce ardiente, no obstante, el chico le restregaba ansioso su hombría con la entrepierna, dándole a los dos una experiencia recién conocida, puesto que a pesar de tener parejas, esa sensación jamás la habían sentido. Se vieron en la desesperante tarea de liberar los labios ajenos para despojar al joven de la prenda superior, una vez terminado, volvieron a unirse en un fogoso y húmedo beso, aferrándose con toda su fuerza al cuerpo del amante. Sakura no tenía control sobre sí misma.

—Naruto. —jadeó, agarrando sus rubios cabellos y arqueando la espalda, a medida que el hombre bajaba al cuello, besándolos por un rato para después acudir al llamado de los senos que exigían atención. El calor fue tanto, que no pudo contener las ganas de menearse, moverse ansiosa en la misma posición, sintiendo la saliva que el chico iba dejando a su paso.

El Uzumaki, satisfecho del resultado obtenido, le rompió la blusa junto con el sostén, deleitándose de la piel descubierta, viendo como gotitas de sudor brillaban al tiempo que se deslizaban en medio de los pechos femeninos, prueba del encendimiento que la embargaba. Se relamió los labios y tragó grueso, aquello le aconsejaba darse prisa y comerse lo que la joven le ofrecía. Ésta, en vista de que él se detuvo, se sonrojó y volteando la cara al lado derecho, murmuró —No te gusto.

Él enseguida despertó de su ensoñación y acercándose a ella, le respondió —Te equivocas, Sakura-chan. Solo veía en la hermosa mujer que te has convertido, en como tu cuerpo tiembla bajo el mío. Podría tenerte así por siempre.

—Tómame, Naruto. Demuéstrame que tanto me amas.

Inocente, es la forma en que lo pidió, consiguiendo que él poseído por la lujuria le arrebatara el aliento en un beso apasionado. Desde allí, las caricias no fueron las mismas; pasaron a ser más lentas y profundas. La kunoichi hundida en un abismo sin fin, le palpó los brazos detenidamente, maravillada de la contextura y sudor que los bañaba, mojándose las palmas y subiendo a tocarle los hombros, sujetándolo del cuello y devorando su boca como si de un manjar se tratase. La calma con que la lengua masculina se encargaba de recorrerle el interior, provocó escalofríos y oleadas de calentura al mismo tiempo, que disminuían y aumentaban constantemente.

La habitación casi en oscuridad, era iluminada por una lámpara pequeña ubicada en la mesita de noche, al lado de la cama principal que servía de escondite para los dos amantes, quienes se revolcaban entre las sábanas buscando fundirse con la piel ajena, enterrarse en cada centímetro, grabar con la punta de sus dedos sus nombre en el cuerpo del otro. Solo una fina cobija blanca les cubría la mayor parte de su desnudez, dejando a la vista desde la cintura hacia arriba, justo en el lugar donde se esmeraban por comer y dedicar infinidad de caricias.

Naruto ubicó la mano derecha en la rodilla de la fémina, flexionándosela a la altura de la cadera para tener un mejor ángulo de penetración, sintiendo unos brazos rodeándole el torso, en un cálido y apretado abrazo. Sakura, con los ojos cerrados, suspiraba por la manera en que él le consentía el cuello, bebiendo de esa zona las gotas de agua producto de la sofocación. Y es que lo hacía con tanto empeño, que más allá de aliviarla, lo que logró fue calentar más la situación. El vaivén del rubio llenaba por completo cada rincón de su intimidad, causando que le dieran potentes corrientes en la columbra vertebral, llegando a los pies y devolviéndose a la cabeza. Tal cual como si le estuviesen dando descargas. Las uñas las enterraba en la espalda del chico, a sabiendas de que le provocaba dolor, lo siguió haciendo. Era su método curativo para tanta enfermedad pasional.

El kitsune se movía eróticamente, en ocasiones lento, y en otras veloces. Ella ya no sabía de qué sostenerse o agarrarse, puesto que las sabanas se romperían si aplicaba la fuerza que necesitaba.

—Estas hirviendo, Sakura-chan.

—Es tu culpa, baka.

Sonrió. Aquella pelirrosa era la que tanto amaba. La médico que lo regañaba cuando llegaba herido de las misiones, la amiga que siempre le brindó apoyo incondicional y la mujer que ahora se mecía contra él. Y de un solo empujón, los roles cambiaron. Haruno se sentó a horcajadas encima de su pelvis, manteniendo la unión de ambos órganos genitales, el cabello que durante el acto estaba amarrado, se soltó cayéndole una parte en la frente y otra a lo largo de la recta espalda, otorgando a la dueña un aspecto de diosa, de fémina poderosa y seductora. Sin perder tiempo, el joven se incorporó, quedando a la estatura de sus erguidos y saboreados pezones.

Ella se mordió el labio inferior, mirándolo intensamente a la vez que le acariciaba la mandíbula con el dedo índice. Amaba cada facción de su moreno y abigotado rostro.

—Eres mía, Sakura.

La cogió de la cintura, alzó su cuerpo y segundos después, la bajó. Ella cerró los ojos fuerte y aferrándose al cuello masculino, liberó varios gemidos, sintiendo como un líquido caliente le empapaba las paredes internas de su entrepierna. Naruto sudoroso, soltó un ronco sonido de entre los labios, llegando junto con ella al tan esperado orgasmo.

—Mírame. —susurró al rato, apartando unos mechones rosas que le tapaban la visión. Ella lo obedeció.

—No olvides que te amo. Estaré siempre para ti. —agregó, viendo la hinchazón y enrojecimiento de su boca, por los besos apasionados de minutos anteriores.

—Dejaste de ser mío hace mucho, Naruto. Perteneces a otra mujer.

—No. Pase lo que pase, estoy unido a ti de todas las formas posibles. Tanto en cuerpo —confesó antes de besarla—, como en alma. — añadió liberando su boca.

—¿Sin importar…?

—Más allá de todo.

Las miradas delataron el deseo ajeno, las almas suplicaron volverse a unir otra vez y la pareja, necesitada de perderse en la pasión renacida, reanudaron el acto carnal.

Y aquel sitio no fue más que la guarida de dos personas enamoradas y sedientas del amor prohibido.

Un pecado que nadie sabría.