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A veces la escapatoria no es la mejor solución…a veces el camino más fácil no es el que nos guía realmente a la luz, sino el que está lleno de tormentas y dolor, pues al final de la tormenta siempre hay un arcoíris.
A.P.S
Miraba por la ventana mientras el taxi me llevaba a donde alguna vez fue mi hogar, aquel que tuve que abandonar cuando no pude más con el dolor, el gran dolor que ocasionaba mirar aquel lugar y saber que nunca más volvería a ver aquella persona que me cuido desde niño, cuando mis padres tuvieron que irse.
Fue tan grande el dolor que me obligue a ser yo quien se fuera de aquel lugar, pero quizás fue un error, solo quizás nunca tuve que huir dejando todo lo demás atrás…tal vez el abuelo hubiera podido decirme que como Shortman debía afrontar los problemas, que como todo hombre de la familia Shortman teníamos una maldición y por más que quisiéramos huir no habría al final escapatoria.
Sonreí mientras volvía mi vista a las calles, donde pude observar que pasábamos por el Chez Paris, recuerdos invadieron mi mente en ese momento, recuerdos que se concluían en una sola palabra, amor.
Suspirando de frustración pensé en aquella rubia, aquella joven que por tantos años me atormento en mi infancia, aquella mujer que abandone por temor a seguir entre recuerdos, aquella mujer que fingí no amar, que por más dolor que fuera, era lo mejor mantenerla lejos de mí, aquel día lo había visto, era mejor mantener fuera de mi vida a lo que más amaba, aunque eso significara mi calvario eterno.
Tal vez ella nunca me lo perdonaría, pero tampoco comprendería la magnitud del problema que hubo años atrás en mi vida, que por mi culpa…
-Señor hemos llegado –La voz del taxista me saco de mis cavilaciones, sonreí forzosamente antes de bajar
-Gracias –Susurre mientras cerraba la puerta, me obligue a aguantar un poco aquel dolor punzante en el pecho mientras dejaba que la lluvia me envolviera, tratando así de dejar con ella el dolor que tanto me atormentaba, o más bien la culpa.
Con una pequeña mueca de dolor me fui acercando hacia las escaleras, más golpes de recuerdos que vagaban por mi cabeza, provocando que no pudiera controlarme…
Un rayo de luz se expandió por el cielo, esa fue mi señal, debía calmarme…
-Respira Arnold –Me dije mientras cerraba los ojos y trataba de dejar en blanco mi mente, pero era difícil, a pesar de tantos años no podía…no podía ignorar…era increíble que…
-¿Arnold?
La voz de mi abuela me distrajo, volviendo a tener un horrible dolor en mi ser, otra mueca que tuve que disimular aunque bastante mal porque la mirada de mi abuela me hizo ver que no tenía gran talento para ser actor.
-Abuela –Susurre mientras la abrazaba, no sabía cómo ella siempre lograba llegar en el momento menos indicado, ni siquiera había avisado que volvía.
-Mi Kimba –Dijo mientras me abrazaba suavemente, era extraño que a veces mi abuela se comportara de aquella forma pero eran las veces que yo más necesitaba de su cordura para no terminar quebrándome.
-¿Y mis padres?
-Están dentro…adelante vaquero –Dijo sonriendo antes de salir corriendo en dirección donde seguro estaban mis padres.
Con un suspiro resignado y profundo la seguí.
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En aquel instante en el mismo lugar, se encontraba una joven rubia caminando de regreso a su departamento, había fracasado de nuevo con su libro pero al menos hacia lo que amaba, además de que la compañía teatral la había contratado, comenzaría de abajo pero la subida sería mejor, como su padre siempre decía, las cosas son mejor cuando uno trabaja por ellas, nada es gratis…Olga…
Rodo los ojos, siempre era lo mismo, Olga, Olga y más Olga, pensó fastidiada – ¿Acaso tengo la cara de mi hermana?
Ahora su hermana Olga era una gran maestra de la primaria PS118 junto con el nuevo director Simmons, eso ultimo le alegraba pero su hermana le exaltaba en sobremanera porque nunca se fue de Hillwood…
"Y yo…yo quise irme" Pensó tristemente mientras sujetaba un paraguas azul…un…
-No más Helga –Dijo molesta consigo misma mientras entraba al edificio, atrás había quedado la niña ruda de antes, ahora era una mujer tratando de sobresalir en lo que deseaba, en lo que le apasionaba.
Por consiguiente Bob no estuvo de acuerdo y la corrió de la casa, ni siquiera pudo terminar la carrera correctamente pero ya estaba en el medio que deseaba, solo debía trabajar duro.
Miriam…Miriam nunca tuvo voz ni voto, menos ahora, aunque no podía quejarse, su madre en ocasiones iba a visitarla y a ayudarla con lo que podía, pero el orgullo Pataki le impedía aceptarlo.
Entro a su departamento, era bastante amplio, compartía aquel lugar con su mejor amiga, pero a veces le molestaba aunque nunca lo exteriorizaba.
Se escucharon ruidos en la habitación al final del pequeño pasillo, por lo que supo que su amiga estaba con su pequeño novio, solo rodo los ojos y bufo antes de ir a la cocina a dejar lo que había comprado e irse a su cuarto para poder intentar dormir, aunque en ocasiones como ese día cuando llovía, no podía, no podía dormir por más que lo intentaba, se supone que la lluvia puede purificar pero a ella más bien le atormenta, ya que le recuerda a…
Suspirando se dirigió hacia su cuarto, cuando casi choca con alguien.
-¿Qué te pasa Pataki?
-Geraldo –Dijo sin ánimos de pelear -¿Es necesario que andes así aquí? –Pregunto con una ceja enarcada mientras observaba que el joven no llevaba más que boxers
-¿Te molesta?
-Más bien me da nauseas
-Creo que es todo lo contrario, linda –Dijo seductoramente –Creo que temes caer en mis encantos
-Ni que fuera una mosca para caer en basura
-¡Hey!
-¿Qué? –Dijo sonriendo burlonamente –Es la verdad
-¡Helga! –Phoebe salió con una bata alrededor de su cuerpo, la rubia solo rodo los ojos, no sabía ¿Por qué demonios no se casaban ya?
-¿Qué?
-Dejen de pelear
-El empezó Phoebs, cree que es un superdotado para que cualquier mensa caiga, deberías ponerlo en cintura, porque como le dije hace tiempo, te lastima y lo castro
-¡Helga! –Dijeron ambos, Gerald asustado quien instantáneamente se puso la mano en su parte intima para protegerla
-¿Qué? –Dijo riendo –Es broma pero tú no te lo tomes a juego, Geraldo, la lastimas y yo hago lo mismo
-Ok –Dijo alzando las manos en son de paz
-Ya no lo hará jamás, nunca más –Enfatizo el nunca más mirándolo con cierto recelo -¿Verdad, Gerald? –Phoebe daba escalofríos cuando miraba de ese modo, hasta ella misma temió por el cabeza de cepillo
-Lo juro –Dijo atragantándose
-Entonces deja de coquetear con su mejor amiga –Dijo la rubia burlonamente –Aunque si quieres podemos hacer un trio
-¡Helga! –Dijo la morena sin evitar soltar una risa, mientras el joven se sonrojaba
-Jajaja tranquilo Gerald, no es tu día de suerte –Dijo guiñándole un ojo mientras se pasaba de largo –Por favor no hagan tanto ruido porque luego no me dejan dormir
-¿Celosa Pataki?
-No, más bien lastima por mi amiga, se merecía a George en vez de a ti, pero en fin así es la vida ¿No? Aunque si la lastimas de nuevo yo me encargo que vea las ventajas de tener a alguien como George –Le saco la lengua antes de cerrar su puerta
-Suerte con la lluvia, Pataki –Dijo molesto el moreno
Phoebe solo sonrió dulcemente, cuanto amaba a Helga, era su hermana y siempre la protegía, por eso era momento que ella también le devolviera el favor, había intentado más de una vez que saliera con su amigo de la universidad pero ella nunca aceptaba.
Pero era momento de que dejara atrás todo, que dejara atrás sus ataduras, las cadenas que ella misma se puso, era momento de olvidar…de dejar a Arnold en el pasado.
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Suspiraba mientras ingresaba a aquella habitación, aquel lugar donde tantas veces tuvo oportunidad de decirle todo lo que a veces no podía, todo lo que sintió por ella, todo lo que siente, todo ese amor que lo estaba matando por dentro.
Saque una pequeña revista que normalmente acostumbraba ver, aquella donde ella saliera, él la necesitaba, para poder ver como estaba, para mirar el mar en su mirada, tan dulce e infinito, tan imponente a la vez, inquebrantable como el amor que ya estaba en él.
-Helga –Susurre su nombre al tiempo que miraba la revista donde aparecía una pequeña reseña de lo que ahora hacia la menor de los Pataki's, aunque Bob estaba furioso con ella, como siempre decía en sus entrevistas, decía que era un orgullo Pataki, por el pequeño papel que había hecho en una obra hace unos meses, sonrió para sí mismo. –Me hubiera encantado estar ahí contigo, mi dulce Cecile
"¿Qué voy a hacer ahora? Sé que estas en Hillwood y en algún momento tendremos que vernos y…no se…no sé si estoy listo para controlar, para poder expresarte lo que siento sin lastimarte" pensaba tristemente
-No puedo…. –Susurre mientras dejaba la fotografía de la rubia en el suelo –No puedo decírselo –Susurre mientras cerraba los ojos y me invadían los recuerdos de hace tiempo atrás, tres años para ser exactos, donde me confesaste….yo…no pude…no pude decirlo y no puedo –No lo hare –Dije para mí mismo firme –Lo lamento Helga Geraldine Pataki, pero no puedo amarte, no debo amarte.