Siempre quise escribir desde el punto de vista de un caballero sin nombre y he aprovechado un descanso para la publicidad de un programa que estoy viendo para hacerlo. No sé qué es peor, si el hecho de que haya escrito esto en diez minutos o que la publicidad haya durado diez minutos.

Disclaimer: The Lost Canvas no me pertenece.


Veo el cielo. Es azul.

No me puedo mover. No puedo girar el cuello para mirar a mi alrededor pero tengo la certeza de saber exactamente qué me encontraría si fuera capaz de hacerlo. Vería a mis compañeros que, como yo, salieron despedidos justo al inicio de la batalla.

Prefiero mirar al cielo. Tuve suerte de quedar tendido boca arriba.

No sé exactamente qué ha pasado, pero creo que no estaba lo suficientemente preparado para salir de aquí con vida. No es que tuviera esperanzas de sobrevivir en esta guerra, pero esto ha sido decepcionante. Tanto entrenar para caer ante el primer adversario. Seguro que el espectro que me ha derrotado no ha gastado una centésima parte de su fuerza en quitarme de en medio. ¿Fui siquiera un rival para él, o una molestia menor de la cual librarse de un manotazo?

Hace rato que noto cómo se me nubla la visión. Morir así es casi tedioso.

Desde el suelo, moribundo y rodeado de los cadáveres de mis compañeros, me pregunto si el papel de las tropas de ambos bandos es matarse entre ellas para no estorbar mucho a los líderes que, mientras, luchan en las batallas que realmente cuentan para ganar la guerra. Quizás no sea precisamente el papel que se nos ha asignado, pero sí parece ser el que desempeñamos.

No veo el sol. Pero tampoco veo nubes tras las cuales pueda esconderse. Qué extraño.

Pensándolo bien, creo que los que murieron en el acto fueron afortunados. Ellos no tuvieron que esperar a que pasaran sus últimos minutos de vida sin nada que hacer más que mirar al cielo y esperar.

Pronto descubriré qué hay más allá de ese cielo cada vez más ensombrecido.