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"Canción secreta de amor"
por Kay CherryBlossom
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Epílogo
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Cada día que abría los ojos, Mina sentía que cambiaba más y más. Algo dentro de ella se había como despertado y sacudido, como si una Mina Aino diferente hubiera cobrado vida dentro de ella. Con sentimientos inconmensurables que hasta ahora nunca había advertido, que iban acumulándose y arrastrándose, haciendo un cataclismo de felicidad. Algo así como una avalancha de nieve. Sólo que no era nieve, era ilusión. Nunca creyó, con su edad y lo atolondrada o necia que podía ser con las personas, volverse más receptiva que una antena parabólica, para entender lo que otra persona, un chico, pudiera expresarle con palabras o sin ellas. En resumen, la palabra querer se derrochaba ahora cada segundo de su vida, y estaba tan agradecida de no haber ignorado la vocecita interna que le había sugerido que no se rindiera, que lo intentara un poco más. Sólo un poco más. También lo estaba con ése amigo necio con aires heroicos y con los consejos de su pandilla de cómplices. Estaba demasiado feliz, porque las cosas no habían sido perfectas como las imaginaba en sus canciones, y eso las había hecho aún más valiosas por eso. Porque si no recibes dolor no lo puedes comparar con nada más, no aprecias los regalos ni la suerte.
Se puso un vestido corto y vaporoso, de una ligera tela en color salmón y unas sandalias de cuero. Salió de su casa cargando a la espalda una pequeña mochila de piel y omitió el uso de su moño rojo. No lo usaría más. Ése listón significaba cosas, se lo había regalado una persona que conoció en Inglaterra, Armand, y sí, había sido especial, pero ya no lo era más. Sólo era un recuerdo. Quería soltar, avanzar y no detenerse por nadie, salvo por ése hombre que era el único capaz de contraerle todos los músculos del cuerpo, que la dejaba sin aliento, que la hipnotizaba con sus ojos esmeraldinos y ardientes. El único del que se había enamorado sin remedio.
Mientras recibía agradablemente el cegador sol de mediodía de aquél domingo de descanso, Mina caminó por las largas calles que formaban su barrio y disfrutó de todo lo que la rodeaba: el aire tibio, el cotorreo de los pájaros, la gente que cruzaba y hasta le gustó estornudar con una osada mariposa amarilla que se le paró en la nariz.
Pensaba en Yaten y le era imposible ponerse seria. Todo él volvía una y otra vez a su mente y se reflejaba en su cara, espontánea y desconcertante. Recordaba su conversación y lo que hicieron... lo que le hizo en días atrás. Un completo sortilegio seductor. Quería preguntarle muchas cosas, cosas de su planeta, de lo que le gustaba y no, de lo que pensaba de ella. Pero por ahora, Yaten sabía contestar muy bien a éstas preguntas con sus ojos, con susurros llenos de suavidad... y con besos. Comunicación no-verbal. Excelente alternativa.
Él era una persona complicada, y Mina aún no alcanzaba a comprender sus estados de ánimo tan cambiantes. No era un libro abierto como ella. Le gustaba abarcar y controlar casi todo, ella incluida, y se ponía tiquismiquis si las cosas no salían como quería. Sin embargo, también su actuar impredecible le hacía emocionante y agradable, igual que una tormenta en primavera. Podía volverse detallista sin pretenderlo, o ser gracioso sin ser simplón, incluso tierno sin ser empalagoso. Y cuando lo era, resultaba imprevisible y eso era algo molesto para Mina, pero le gustaba también molestarse por ello, porque era una detective ansiosa por desenterrar cada misterio que él le guardara. Quería ser testigo de cada acción, cada palabra y cada decisión que tomara a su lado.
Y Mina sabía, de la misma forma... que nada en esta vida dura para siempre. Sabía, como tiempo atrás Yaten le había dicho fervientemente, que posiblemente no durara para siempre su estadía en la Tierra. Y de igual modo, la promesa que ella le había hecho, se la haría ella también. No pensaría en el desconsuelo de una inminente separación, no se pondría como daño colateral de sus respectivas obligaciones. Le iba a doler, lo sabía. Le dolería tanto, que se iba a querer arrancar el corazón con las manos para no sentir, pero se prometió darlo todo para que valiera la pena. Para preservarlo en tiempo presente, incluso para convencerlo que se quedara a toda costa. Y que, si fracasaba, lo que fuera que le esperara en el futuro lo enfrentaría en alto, como siempre había hecho.
Fuera quien fuera ése chico frío y callado, fuera cualquiera el modo en el que llegó a ésa relación con ella, le daba igual. Él estaba ahí. Se había realizado su sueño, el que encontrara a una persona y ésa persona la aceptara por igual. Lo importante era que sólo continuara, que se entregara a ésa atracción incipiente y siguiera a ésa estrella luminosa hasta donde se lo permitiera...
Se detuvo un segundo antes de que los demás la notaran. Ahí estaban todos, aguardando por ella... charlando de alguna cosa que no entendía. Sus mejores amigos discutían, como siempre, él aprovechándose de su ingenuidad o lanzándole chistes verdes, y ella avergonzándose y peleando por ello, mientras los demás los observaban y se entretenían de lo lindo a su costa. Y ahí también estaba él, insoportablemente guapo, el único que conocía que podía verse arrebatador con una simple camiseta de algodón y unos vaqueros. Sonriendo, porque seguramente encontraba muy divertida la escena. O muy ridícula. Conociéndolo, ambas. Mina cerró los ojos y aspiró despacio. Tuvo que contener la enorme sonrisa que venía de la mano con aquella sensación tan placentera y que le transpiraba por cada uno de sus poros cada vez que lo veía de nuevo. Nunca se iba a cansar.
Era una chica cursi, y sí, en secreto admitía que le hubiera gustado que él apareciera frente al portón de su casa con una docena de rosas antes del día de campo, o le cantara alguna canción plagada de metáforas al oído, o mejor aún, recitar uno de ésos poemas que guardaba con tanto recelo en sus libretas, quizá, pero sabía que eso no ocurriría. Y que si ocurriera, sería desear que el fuera diferente. Y eso sería querer a otro que no es él, entonces sería un sinsentido. Una trampa. Una bonita, pero una trampa al fin y al cabo.
Saludó jaranera, como habitualmente lo hacía. Mina sonrió a todos por igual, pero reservó lo mejor para el final: se quedó prendada de sus ojos, y de la expresión anhelante que brilló en ellos, como si hubiera encontrado un oasis en el desierto. Se alegraba de verla.
Bromeó como siempre con Seiya, y convivió con todas sus amigas por igual, como solía hacer en los paseos. Probó y aduló las delicias de Lita y aprendió de las anécdotas de Amy sobre las tradiciones japonesas. Rió de las peleas de Rei y Serena. Y la pasó bien, dentro de lo que cabe...
Sin embargo, era terriblemente desconsoladora la idea de tener de tener que esconderse, de poner tanta distancia entre los dos. Era agotador.
Todo era agotador. Hablar con selectividad y cuidarse de que las miradas no le duraran mucho, y reservarse las muestras de afecto público si no quería ser apartada como mosquito. A ella le encantaba estar a solas con él, y sus caricias y besos eran su egoísta posesión, pero ella no estaba enamorada sólo por las noches como la Cenicienta en el baile... lo estaba las veinticuatro horas del día. Y en éstos momentos, su subconsciente se ponía en modo criticón y ambicioso. Y para ser sinceros, también dolía. Un poco. Bueno, más que un poco.
Cuando el sol cayó en el horizonte como una enorme naranja por allí de las seis de la tarde, Mina miraba sus pies mientras todos se marchaban a casa. Como la calle era angosta, apenas podían caminar de dos en dos y ella iba de última, a paso resignado y pesaroso, inmersa dentro de sus pensamientos caprichosos. No se puede tenerlo todo. Debería hacerse a la idea y contentarse con que, a pesar de todo, era muy feliz. No podía serlo más.
Pero entonces, el contacto inconfundible de una mano la hizo detenerse de tajo, y mirar atónita primero el enlace, y luego arriba, donde estaba su rostro. La expectación le burbujeó por las venas como un refresco efervescente, pero no alcanzó a preguntar nada, porque Yaten le sonrió un poquito, derribándolo todo con su gesto.
—Vamos, Mina. No te atrases.
Con el cosquilleo de un millón de mariposas extendiendo sus alas y revoloteando erráticamente por el estómago en todas direcciones, Mina parpadeó, y simultáneamente sonrió también. Ruborizada. Emocionada. Volviendo a ser una niña ilusionada. Enlazó fuertemente los dedos entre los suyos y se apegó más a él, caminando a su ritmo.
—No...
Yaten ignoró el silbido travieso que Seiya hizo en alguna parte, y también el par de risitas y chismorreos que intercambiaron algunas de las chicas. Mina simplemente fijó la vista en el pavimento, sintiendo el calor de su mano traspasarse a otras partes también. ¿Acaso se dio cuenta de algo?¿cómo adivinó lo que sentía? ¿no le importaba que los demás lo vieran, que murmuraran? Parecía que no, y algo le decía que ésto no era coincidencia. Hacía mucho, lo que les pasaba había dejado de ser coincidencia.
Yaten se aclaró la garganta antes de hablar.
—¿Y... qué quieres hacer mañana? —preguntó con voz clara, sin secretearse de los demás. Mina lo miró entre encantada y escéptica —. Es decir, mañana ya salimos de vacaciones, ¿no?
Se le removió el corazón al oír sus palabras, como si le hubiera dado completo un revés. También, su estómago dio un salto, como cuando un elevador se detiene de pronto.
Lo estaba intentado de verdad.
Y entonces, por fin, todas las canciones que había escrito, cantado y escuchado, tuvieron sentido.
—¡Quiero ir al cine!
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F I N
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Notas:
¡Ñeee! *moquea*, dicen que todo por servir se acaba, por eso ya estoy aprendiendo a dejar ir a mis hijos-fics. Quiero dar infinitas gracias a todos aquellas que me leyeron, le dieron follow o favorite a ésta historia pero sobre todo a quienes comentaban con reviews. A veces me entristece saber que sí están dispuestos para leer, pero no se dan uno o dos minutos para comentar unas líneas... cuando yo pongo tanto tiempo y esfuerzo en lo que escribo. En fin, no es queja pero quería resaltar a ésas personas que sí lo hicieron porque se lo merecen, especialmente a shelunar, Ireth, Kiska, littlegirlmadeof y mi querdísima Katabrecteri que cada capi estaban al pie del cañón echándome ánimos. Gracias, sweeties. :)
Por si no lo notaron, cambié mi nick. Por aburrimiento, y porque amo las flores de cerezo. Pero asumo que si tienen activada la alerta de autor-follow no tendrán problema en identificarme, no creo que conozcan tantas Kays, ¿huh?
Estoy pensando en hacer una secuela, pero con Seiya de protagonista. Disfruté mucho trabajarlo acá, y le tomé cariño al pobre. ¿Qué les parece la idea? También otra cosilla por ahí de Navidad. ¡Amo las fiestas y me salen muchas ideas en ésa época! Ya veremos, ya veremos...
Y como es "Canción secreta de amor" ¡Pues claro que tiene que haber canciones! Las reglas son claras y por eso no puse lírica, pero les dejo los títulos que me inspiraron para el fic y la letra es muy parecida a lo que les va pasando a los personajes.
Soundtrack
(en orden de los capítulos)
1. Secret Love Song - Little Mix ft. Jason Derulo
2. Bad Liar - Selena Gómez
3. No Promises - Cheat Codes ft. Demi Lovato
4. Issues - Julia Michaels
5. I'm a Mess - Ed Sheeran
6. Night Changes - One Direction
7. Your Song - Rita Ora
8. You Belong With Me- Taylor Swift
9. Rather Be - Clean Bandit
Muchos besos de frambuesa, chocolate y caramelo...¡hasta la próximaaa!
Kay