Disclaimer: Dragon Ball no me pertenece. La serie y sus personajes son propiedad de Akira Toriyama.


Casualidad

Epílogo


XX

Algún día


Año 760


Primer encuentro…


Lo que a cualquiera con los mejores recursos de la galaxia le hubiera tomado más de dos años de viaje, Bulma lo realizó en una semana. Había decidido no divulgar la fórmula que posibilitaba acortar considerablemente los viajes por el espacio, ya que por el momento sentía que sería más dañino que beneficioso, pero eso no significaba que pudiera sacarle provecho personal, después de todo lo merecía.

Vaya que se lo merecía.

Le había tomado demasiado trabajo tomarse estas mini vacaciones, ya que como presidenta de la Corporación Cápsula tenía demasiadas responsabilidades como para ausentarse por tantos días, sin embargo, considerando todo lo que había sido capaz de lograr durante un arduo año de trabajo, nadie más que ella podía darse el lujo de descansar al lugar que se le apetecía con la compañía que deseaba.

Su nave aterrizó sin mayores complicaciones en el patio de aterrizaje privado de la preciosa casa con vista al mar. No llevaba tripulación ni nadie que la asistiera, como ocurría en su diario vivir. Había decido realizar el viaje sola y así no dejar testigos de su escapada, y para eso no escatimó en gastos al momento de buscar un lugar solitario y privado para el encuentro. En cuanto abandonó la nave, la encapsuló y dejó en su bolso. Viajaba ligero gracias a la caja de cápsulas que llevaba en su cartera donde guardaba todo lo que necesitaba para estos cuatro días.

El eco de sus pasos en tacos sonaron seguros por la casa de ventanales que dejaban apreciar el hermoso paisaje del mar en toda su magnitud. Se quitó la chaqueta y dejó el bolso sobre una mesa y recorrió el lugar para conocer el entorno antes que él llegara. Debió pasar las manos por la tela de su atrevido vestido negro para limpiar el sudor de éstas y fue cuando se dio cuenta de lo nerviosa que estaba.

Continuó caminando, admirando la belleza de la casa y como ésta se mezclaba con la naturaleza del lugar. Árboles, plantas, arbustos y flores casi parecían asomarse y entrar por los ventanales, Incluso el rugido del mar se había hecho un espacio y no tenía intenciones de abandonar los cuartos. Se encaminó hacia el dormitorio principal, y ansiosa observó la hora en su reloj, ya debía estar por llegar.

Error, había llegado antes que ella y se encontraba en la terraza de la alcoba principal, de pie, en silencio observando el mar. Como era de esperarse, vestía su armadura real con capa incluida, como debía ser en el rey de Vegetasei.

Bulma había planeado cada detalle de este encuentro: desde la fecha, ubicación, la comida y hasta lo que diría al verlo, pero su mente quedó en blanco al tenerlo tan cerca, tan innegable, tan él. No más un sueño que la persiguió por un año entero.

—Vegeta —susurró.

Vegeta, que contemplaba el ir y venir del mar, supo de su llegada en cuanto la nave se acercó a la solitaria isla, su oído superior la escuchó aterrizar, siguió sus pasos seguros por la casa y luego su nariz atrapó la esencia natural de la mujer que tanto disfrutó, ahora mezclada con un suave perfume. Cuando la escuchó decir su nombre sintió algo que hace mucho tiempo no experimentaba.

El guerrero no había planeado decir nada en concreto cuando se encontrara con ella, pero sea lo que sea que hubiese querido decir se lo tragó después de voltear y verla. Estaba preciosa. Tenía el recuerdo de la joven con pantalones ajustados, tenis, camiseta coqueta y su largo cabello amarrado en una cola o simplemente suelto. Ahora vestía tacones, un vestido negro ajustado que resaltaba su cuerpo y la corta melena la llevaba sujeta en una elegante y elaborado peinado. Era la mujer más inteligente y hermosa que había visto en su vida.

Ya que ninguno fue capaz de hablar, Bulma fue la que tomó la iniciativa y fue hacia él, haciendo que el hombre reaccionara y caminara para recibirla en sus brazos.

Cuando sus labios se juntaron el mundo podría haber acabado en ese momento y ellos no lo sabrían. Bulma intentó quitarle la armadura, pero él tuvo que ayudarla, ya que no era tan fácil como él lo hacía ver. Los guantes cayeron al suelo y luego los dos sobre la cama, directo al grano, desesperados por tenerse después de un año separados.

Vegeta solo tuvo que soltar el lazo en la cintura del vestido de Bulma para abrirlo y exponer su cuerpo. Bajó la mano y rasgó la ropa interior e inmediatamente sacó su miembro duro fuera del traje de combate azul. Bulma se aferró a su cuello y dejó escapar un corto grito al sentirlo en su interior. No entendía cómo había estado tanto tiempo sin él, sin sus manos, su cuerpo y esa unión perfecta que solo lograba con él.

Vegeta aceleró su ritmo y quiso atacar su cuello, pero Bulma le tomó el rostro con las manos y lo obligó a volver a su boca, aún no había terminado con sus labios.

Sus manos se entrelazaron y él las llevó por sobre la cabeza de la mujer. No pudieron dejar de mirarse a los ojos. ¿Cómo fue que sobrevivieron tanto tiempo sin el otro? Ambos continuaban con ropa y calzado, pero sería solo cosa de tiempo que terminara tirada y rasgada por toda la habitación…


¿Compraste la isla completa? —preguntó el hombre con voz relajada, mientras acariciaba el cabello de la mujer que había acomodado su cabeza en su pecho. En tanto ella pasaba la mano por sus marcados abdominales. Aún se recobraban del intenso reencuentro.

—Es perfecta, y siempre quise tener una isla para mí —respondió ella sonriendo—. Está a mitad de camino para los dos, el planeta es tranquilo y precioso… considéralo como una zona neutral para tú y yo durante estos cuatro días.

—No quieres que me acerque a tu territorio —dijo él con una sonrisa de lado.

—Por supuesto que no, más te vale mantenerte alejado de mis planetas—amenazó en broma.

—¿Planetas? Has comenzado a expandirte.

—No… Pero la Corporación Capsula ya se instaló en cada punto estratégico que necesitaba, … Ya me está quedando chico ese lugar y quiero continuar con el trabajo altruista en otros planetas donde sé que lo necesitan. —Se levantó un poco para verlo —. Es por eso que este lugar es el mejor para vernos.

—Apariencias —respondió él sin juzgarla.

—No me importa si se enteraran de lo nuestro, pero no podría expandirme a otros planetas llevando tecnología espacial y de paso ayudar si eso sucediera… ¿Cómo crees que se vería si supieran que estoy perdidamente enamorada del rey de los saiyajin?

El hombre no pudo evitar curvar el labio ante aquella declaración de amor.

El lugar también quedaba a dos años de distancia para Vegeta en la más moderna nave saiyajin, pero Bulma, astutamente se había encargado de encapsular una nave especialmente construida para Vegeta y hacérsela a Tarble a través de un intermediario, quien a su vez se la obsequió a su hermano mayor con una escueta nota de la científica que lo invitaba a una reunión. Por supuesto el hombre no lo pensó dos veces y dejó todos sus deberes para llegar al lugar y la hora que decía la nota. Cuando estuvo en la nave había otra nota indicando cómo debía pilotear la nave y qué hacer al momento de llegar al agujero de gusano. Bulma le había dado su secreto mejor guardado y él había honrado su confianza al no compartirlo con nadie.

—Y dime… —comenzó nuevamente Bulma luego de un largo momento en silencio y relajo—. ¿Hay alguna reina saiyajin de la que me daba enterar?

Vegeta sonrió y levantó una ceja antes de responder.

—No seas cínica. Seguramente investigaste eso. Sabes muy bien que no hay ninguna reina. —Efectivamente no había reina alguna, lo cual, luego de un año había sacado ronchas dentro de los saiyajin más conservadores, ya que como rey ya debía estar casado con una guerrera de elite y al menos tener un heredero.

—Pero alguna mujer saiyajin debe haber pasado por tu real cama —dijo riendo, porque era verdad lo que él había dicho.

—Nada importante —dijo honesto, e inmediatamente agregó—. ¿Qué tal tú?

—Tuve algunas citas, unos romances exprés, pero todo fue un desastre… Después de estar con alguien como tú, con tu poder y energía se vuelve muy aburrido el sexo con hombres normales.

El inmenso ego del hombre agradeció ese comentario. Fue agradable escucharlo y mucho más lo que siguió.

—Ya que vamos a repetir estas reuniones, yo estoy más que dispuesta a no volver a frecuentar hombres, si tú me prometes lo mismo sobre las guerreras.

—Acepto —dijo más rápido de lo hubiera querido, pero es que no le agradaba la idea de que otro hombre la tocara.

Ahora Bulma sonrió por la pronta respuesta de Vegeta.

—¿Qué te parece vernos dos veces al año? No creo poder hacer esto solo una vez, y si dependiera de mí te raptaría y llevaría a mi planeta, pero soy una mujer sensata y respeto tu libertad.

Vegeta gruñó ante ese comentario, mientras que ella sonrió.

—Me parece bien dos veces al año.

—Perfecto, es un trato entonces. —Lo besó en la boca y se puso de pie—. Ahora vamos por comida, estoy muerta de hambre y necesito tener energías porque no pienso salir de esta cama durante cuatros días—. Y agregó con voz sensual—. No querrás estar con nadie más luego de nuestras reuniones.

Otra vez sonrió. Sabía que no se arrepentiría de aceptar la invitación.


Segundo


Esta vez ella llegó primero y en cuanto lo escuchó atravesar la puerta de entrada se lanzó a sus brazos.

—Siempre tienes que traer esa horrenda armadura —preguntó golpeándola con el puño, sin intenciones de dejar su boca.

Como respuesta, Vegeta se la quitó y tiró al suelo. No perdió el tiempo y la tomó de las caderas para levantarla y llevarla a la habitación en medio de apasionados besos.

—No, allá no, quiero en la mesa —demandó ya acalorada por el contacto de sus bocas y el miembro abultado del hombre rozando su sexo por sobre la ropa interior.

Vegeta gruñó, pero obedeció los deseos de la mujer, sin embargo no la acostó en la mesa como ella indicó una vez que llegaron a ésta. La hizo apoyar el abdomen en la superficie y dejar los zapatos taco alto tocando el suelo. No venía de muy buen humor, por lo que no se tomó tiempo de apreciarla en su hermoso y ajustado vestido rojo y lo rajó con brusquedad para exponer su piel.

Bulma se mordió el labio cuando vio los guantes del hombre caer de cualquier forma sobre la mesa y por fin sintió sus manos tocar su piel. Creyó que las caricias se extenderían un poco más, pero pronto sintió la presión de la tela de la pantaleta contra su piel al ser rasgada. Eso le dejaría una marca, la primera de muchas.

—Siempre tienes que romper mi ropa —dijo excitada, aparentando que le desagradaba aquel acto.

—Siempre insistes en usar esa prenda innecesaria —susurró en su oído antes de obligarla a separar más las piernas y bajaba su pantalón para exponer su miembro listo—. La próxima vez espérame desnuda. —La penetró con fuerza.

La mujer gimió de dolor por la intensidad de su envestida, e intentó agarrarse a la mesa, pero era difícil. Apretó los dientes cuando su interior se acostumbró a él y el placer recorrió cada centímetro de su piel. Quiso erguirse, pero la mano autoritaria del hombre se lo impidió cuando se posó en su hombro para ayudarse a entrar más profundo. Pronto los gemidos de Bulma se hicieron más fuertes e incluso los de él aumentaron de volumen. En cuanto se sintió libre del agarre de su mano se irguió y pudo apoyar su espalda contra el pecho de Vegeta, piel con piel, boca con boca. Las manos del guerrero la recorrieron con la experticia que le caracterizaba, hambriento de su carne después de no haber podido tenerla en medio año.


La mesita de centro estaba repleta de comida y botellas de vino para escoger a su antojo, solo había que estirar la mano y tomar algo delicioso. Pese a que afuera llovía con violencia y el viento parecía jugar descontrolado con el mar, en el interior de la casa se mantenía caliente y agradable, lo que permitió que la científica solo vistiera una camiseta larga, mientras que el cuerpo mucho más resistente de Vegeta no necesitó de nada para protegerse del frío. Ni siquiera habían llegado a la cama, continuaron el encuentro en el grande y cómodo sofá, recostados a lo largo de éste, frente a frente, con las piernas de ambos tocándose.

—Tú ya lo sabías, ¿verdad? —preguntó el hombre sin quitarle la vista de encima a la mujer que ya iba por su segunda copa. Él estaba más concentrado en la comida que en el alcohol por el momento.

—¿Saber qué? —respondió fingiendo inocencia, pero Vegeta levantó una ceja. Pese a pasar tanto tiempo separados podía reconocer cuando estaba mintiendo.

—¿Tengo que explicarte lo que estaba haciendo Tarble a mis espaldas? Sé que ustedes mantienen contacto y no me extrañaría que tú lo hayas azuzado.

—¿Y acaso eso es malo? Tu hermano es mucho más valioso de lo que la mayoría cree… Tú conoces muy bien su potencial.

—Lo sé —dijo gruñendo—, y es por eso que decidí no detener su trabajo.

—¿Hablas en serio? —Bulma dejó la copa para mirarlo. Le sorprendió oír eso.

—Está haciendo un buen trabajo, explota al máximo el potencial de cada planeta que conquista, usa a los mismos habitantes para sacar beneficio y la perdida de soldados saiyajin es la mínima… No veo por qué desaprobar algo así.

—Te ha traído muchos problemas, ¿no es así? —dijo arrugando la nariz. El poco tiempo que pasó en Vegetasei le sirvió para conocer la clase de personas que lo habitaban.

—Con los guerreros más antiguos que se empecinan en mantener el mismo ritmo de trabajo de décadas atrás —dijo como si no fuera importante, pero inmediatamente después tomó la copa de vino que Bulma le había servido con anterioridad y la bebió con el ceño más fruncido de lo normal.

—Bueno, eso es parte de ser rey. No todos van a estar contento con tus decisiones, todos creen saber mejor que tú que es lo mejor para el imperio.

—Hablando de eso… ¿Cómo va el tuyo? —dijo con una sonrisa de lado.

—Lo mío no es un imperio —respondió la joven con falsa modestia—, pero la Corporación se ha extendido a varios planetas vecinos y la marca es bien considerada dentro de importantes organizaciones —comentó orgullosa.

El trabajo de Bulma ya iba más allá del trabajo tecnológico y espacial. Su experiencia directa con la miseria y la gente menos afortunada hizo crear un área dedicada al mejoramiento de la vida en climas extremos y con un bajo costo para la gente, ya sea limpiando el aire, el agua, conservando los alimentos limpios y protegiéndolos de gente peligrosa, tanto al interior de su territorio como el exterior. Era imposible acabar con todos los problemas del mundo, pero hacía su parte para ayudar y eso la mantenía entretenida.

—Estás actuando como toda una saiyajin, expandiéndote y tomando el control —dijo él orgulloso.

—No, yo no estoy interesada en el control, solamente quiero que las cosas salgan bien.

—Repíteme eso la próxima vez que nos veamos.

Bulma se bebió el contenido de la copa antes de gatear sobre él.

—Solo nos quedan un poco más de tres días... —Besó su boca y sentó sobre su abdomen—. Olvidémonos del trabajo por ahora.

Vegeta tiró la comida que tenía en ese momento e introdujo las manos frías dentro de la camiseta de Bulma para tomar su cintura, haciendo que un escalofrío recurriera la espalda de la mujer, pero eso no fue motivo para interrumpir el beso.


Año 761


Tercero


—Esto es totalmente innecesario —dijo el hombre con una mueca, totalmente incomodo ante la insistencia de Bulma de ponerle bloqueador en la cara.

—Es por precaución… El sol está muy fuerte. —No le importó que él corriera la cara y terminó saliéndose con la suya.

A unos cincuenta metros de distancia podía verse la casa que hasta hace menos de una hora había sido testigo de su intenso reencuentro. Hacía tanto calor que Bulma insistió que sería un desperdicio no disfrutar del mar y la fina arena, además, se había preocupado de empacar todo lo necesario: demasiados bikinis para el tan corto tiempo que tenían, y también, como siempre, ropa para él. Le encantaba verlo con ropa normal, ya que siempre insistía en solo venir con su armadura y traje azul, y en esta ocasión un short hasta las rodillas negro se le vería especialmente bien cuando estuviese mojado y se ajustase a su cuerpo.

—Tenías algo de razón… —dijo ella en voz baja, en caso de que pasara desapercibido. No miró a Vegeta, estaba concentrada sentada sobre la toalla, esparciendo el bloqueador solar en el perfecto abdomen del hombre que yacía acostado y con las manos detrás de la cabeza.

—Tengo razón en muchas cosas, sé más específica.

—Ya no solo soy la presidenta de la Corporación Capsula…

Él sonrió por la forma que le hablaba, como si fuera una niña confesando alguna maldad.

—¿Qué título ostentarás ahora?

—Ningún otro aún, pero estoy de candidata a la presidencia de La Compañía.

—Eso suena grande.

—Es la organización que se fundó entre planetas desarrollados para invitar a los pequeños que no tienen protección alguna…

—Para protegerlos de gente como yo.

—Exacto… —Ahora echó bloqueador en su pecho—. Tiene que haber elecciones, pero mi campaña ha sido agresiva y las cifras me respaldan. Sé que voy a ganar, mi contrincante es un millonario obeso que no sabe nada de nada. No le darán el voto a él.

—No menosprecies al enemigo. Eso solo causará que bajes la guardia y te expongas ante él.

—Claro que no lo haré, pero es fácil menospreciar a una persona como esa… —Continuó consintiendo a Vegeta con sus manos y bloqueador.

El hombre ya se había resignado a que Bulma aplicaría ese ungüento de olor dulce por todo el cuerpo, por lo que cerró los ojos y se relajó. Eso era algo que no solía pasar muy a menudo (o nunca la verdad, solo durante estos encuentros). Estaba tan a gusto con ella, el sol y la sombra de las palmeras que estuvo a punto de quedarse dormido de no ser que ella volvió a hablar.

—Hablé con Tarble hace un par de semanas… me contó lo que hiciste.

—Ese… —Se guardó para él el apelativo que pensó para su hermano.

—No te molestes con él. Nuestras conversaciones no suelen ser sobre trabajo, pero esta vez se le escapó.

—No voy a discutir los problemas que pueda tener.

Vegeta estaba seguro que Bulma sabía más de lo que decía, sin embargo no había recorrido media galaxia para estar con ella y pensar en toda la mierda que le esperaba de regreso. El aceptar el modo de trabajo de su hermano le había traído más contratiempos del pensado entre la casta más antigua de Vegetasei, quienes además provenían de las familias más poderosas y que más soldados contaba. Sin embargo, el método de Tarble había atraído a la parte olvidada del planeta, a esos guerreros menos habilidosos que casi no podían viajar a misiones, pero que gracias al trabajo constante su nivel de pelea presentó un incremento considerable, lo que repercutió que el ejército de su hermano creciera en número. Y pese a todos los buenos resultados el tercio más poderoso del planeta no estaba a gusto con estos cambios tan bruscos y mucho menos que el príncipe débil fuera la cabecilla de todo esto, ya que el rey era Vegeta y debía actuar como correspondía. La tensión había llegado a tensiones jamás antes vistas dentro del planeta.

—Pero tienes problemas grandes… Y aun así dejaste todo tirado en medio del conflicto y estás aquí conmigo —dijo Bulma encantada y a la vez con cierta culpa.

—Y para placer de los viejos añejos, me fui sin avisar y dejé a Tarble a cargo durante mi ausencia.

—Si supieran que dejaste todo por ir a reunirte con una humana…

—Ya tienen bastantes motivos para joder, uno más, qué más da —dijo con una mueca.

—Me preocupa que se inicie una guerra civil en tu planeta.

—Eso no ocurrirá —dijo seguro de sí mismo—, y de ser así, me encargaré de acabarla antes de que se den cuenta.

—Ocupándote de los líderes de la revuelta para dejar un mensaje bien claro a quienes pensaron en seguirlos.

—Así es como habla una reina saiyajin —dijo el hombre orgulloso.

—Soy presidenta, no reina.

—Espera a que nos reunamos la próxima vez.

Bulma le sonrió de vuelta y se puso de pie.

—Voy a nadar, tú quédate ahí y descansa, te lo mereces.

Vegeta levantó una ceja ante ese comentario, pero le obedeció. Los cuatro días que pasaba con ella eran cuando mejor dormía, tal como cuando era Argon y no tenía problemas para conciliar el sueño. La observó meterse al agua y nadar, hasta que el murmullo constante del mar junto con el calor lo hicieron relajarse al extremo de entregarse al sueño.

Cuando Bulma regresó a su lado y lo encontró tan a gusto decidió no despertarlo. Aprovechó que la sombra de los arboles la protegía y se puso a su lado para disfrutar del calor y de su compañía. Solo necesitaba un libro y un trago dulce de frutas para que la escena fuese perfecta.

De pronto sintió pena de que esto fuese posible solo por cuatro días, dos veces al año, cuando en realidad ni siquiera una vida juntos sería suficiente para saciarse del otro. Se obligó a ignorar cualquier pensamiento negativo y se entregó a todo lo bueno que quedaba por hacer con él.


Cuarto


—Hubieras visto su cara cuando gané por paliza la presidencia —exclamó Bulma mientras se vestía.

La ropa de ambos estaba tirada por toda la alcoba principal y la de la mujer mayoritariamente destrozada. Esta vez él había llegado primero, por lo tanto no tuvo tiempo de esperarlo desnuda como la vez anterior, así que ahora buscaba ropa abrigadora de uno de los tantos bolsos que había traído encapsulado. Vegeta estaba ocupado sacando la ropa que Bulma había traído para él.

—Realmente pensó que tenía oportunidad de ganarme, pero terminó admitiendo su derrota a mitad del conteo de votos —dijo feliz, continuando la historia que se vio interrumpida durante el sexo al verse imposibilitada de hablar.

Ahora Bulma no solo era la presidenta de la Corporación Capsula, sino que también de La Compañía, la organización creada para ayudar a planetas pequeños o débiles con protección y recursos. Hasta el momento contaban con diez planetas bajo su protección y el número iría en aumento gracias a su trabajo.

—No esperaba menos de ti —dijo Vegeta ya vestido, aunque no tan abrigado como ella en esta noche fría.

Bulma detuvo lo que hacía para mirarlo por aquel comentario. Le encantaba cuando acertaba tan bien en las palabras.

—Gracias —respondió sonriendo. Pensaba seguir vistiéndose, pero ahora con calma y más luz en la habitación pudo ver algunas marcas en el rostro de Vegeta. Estaba segura que ella no se las había hecho, parecían golpes de una batalla no muy lejana—. ¿Está todo bien? —preguntó acercándosele.

—Sí. Ese problema ya está solucionado. Termina de vestirte. —Se sentó en un cómodo sillón frente a la cama para esperarla.

Bulma le hizo caso, pero no del todo.

—¿Qué tan duro estuvo el enfrentamiento? —Esta vez se puso pantalones y tenis en lugar de sus faldas cortas y tacos.

Vegeta frunció el ceño. Definitivamente se encargaría del bocón de su hermano una vez que regresara.

—Fuerte, pero ganamos. —Efectivamente aquella guerra civil que Bulma tanto temía, pero que Vegeta menospreció sucedió y fue más que violenta.

—Me alegra oír eso. Tenía miedo de que no te presentaras. —Terminó la tenida agregando un abrigo blanco con capuchón. Necesitaba algo muy grueso para lo que estaban por hacer.

Caminaron hacia la terraza e inmediatamente el viento los golpeó azotando el cabello del hombre e intentando hacer lo mismo con el de Bulma, pero se había protegido con el capuchón antes de salir del cuarto.

—¿Estás lista? —preguntó Vegeta, tendiéndole la mano.

Bulma la tomó, pero quiso continuar con el tema.

—Tarble no quiso darme detalles de lo que ocurrió… ¿Qué fue lo que hizo que estallara todo?

Vegeta no tenía deseos de hablar del tema, era demasiado complicado para él, pero la conocía, y no lo dejaría en paz hasta que respondiera.

—Decidí darle mucho más poder a Tarble —dijo finalmente. Los ojos de la mujer se iluminaron enseguida y le costó pronunciar palabras.

—Eso quiere decir que tú y yo…

—No. —Se apresuró a responder. Esa era la razón para no hablar sobre el asunto. No quería ilusionarla—. Hay un sector importante que se opone a mi decisión, y debo quedarme para darle mi apoyo a Tarble.

—Está bien —dijo después de un suspiro. Necesitó varios segundos para reprimir la ilusión en su corazón y conformase nuevamente con lo poco que tenía de él—. No sigas, de lo contrario no podría soportar tanto tiempo sin ti.

—¿Lista?

—Sí.

Vegeta la tomó de la cintura con un brazo y levantó vuelo hacia el cielo, envueltos en la negrura de la noche.

Bulma se aferró de su cuello, pero pronto se sintió segura y aflojó el agarre. A medida que iban subiendo pudo apreciar la hermosa vista de toda la isla que los albergaba. Pronto estuvieron tan arriba que ella casi sintió podía tocar las estrellas.

El exceso de trabajo de la mujer, sumado a ambas presidencias la mantenían completamente ocupada y en constante movimiento de planeta en planeta, pero ninguno de esos viajes podía considerarlos de placer. No había tenido la libertad de hacerlo aún y mucho menos pensar en la posibilidad de realizar un viaje largo para conocer más allá de las estrellas conocidas, donde nadie ha llegado aún.

Lo que Vegeta le estaba ofreciendo ahora era por lejos el mejor momento de su vida desde hace mucho tiempo.

Cuando sintió la boca de él contra su mejilla dejó de mirar las estrellas y se centró en él.


Año 762


Quinto


Bulma encendió otro cigarro en cuanto terminó el que tenía en la boca. En la mesita de centro, junto al sofá, no había cosas deliciosas para comer, solo un par de botellas de vino y su computador del trabajo. Siempre lo llevaba con ella pese a no utilizarlo. Esta era la primera vez que lo hacía, no le quedó otra opción que prenderlo y trabajar para distraerse del pésimo humor que la embargaba. Este era el segundo día de vacaciones en la isla y Vegeta aún no se presentaba.

Su enojo no había comenzado cuando se dio cuenta que Vegeta estaba evidentemente atrasado, sino que ya venía con un cúmulo de problemas sobre sus hombros que estuvieron a punto de hacerla cancelar el encuentro, pero se obligó a no hacerlo porque realmente quería estar con él, conversar y sentirse renovada para ir a enfrentar sus problemas, por eso, a medida que fueron pasando las horas y él no se presentó, su enojo fue creciendo más y más.

—Maldición… —susurró al momento que bajaba de mala manera la tapa de su computadora. Se sirvió el resto de vino que quedaba y lo bebió.

Se sentía en una encrucijada. Ella no era una persona belicista, odiaba la guerra porque eran los más desvalidos quienes sufrían mientras los ricos se mantenían a salvos sin pasar penuria alguna, pero La Compañía ya estaba metida en un enfrentamiento armado y no le quedaba otra opción que poner a la Corporación Capsula a su disposición si quería mantener a salvo los planetas que a esta altura sobrepasaba los cincuenta.

—Que se vaya al carajo —dijo irritada y decidida a marcharse. Mientras guardaba sus pocas posesiones en su bolso escuchó la puerta abrir. Vio de reojo a Vegeta, pero ya era demasiado tarde para detenerla. Ya había tomado una decisión—. Te dignaste en aparecer —dijo mientras buscaba sus zapatos de tacón. No tenía idea dónde los había tirado.

Vegeta tampoco venía de buen humor. Todo lo que sus antecesores habían construido durante más de doscientos años de trabajo parecía estar a punto de irse al demonio. Tarble había demostrado con creces ser un buen monarca, pero cuestionaban cada decisión y las propias también, al haber dejado al "inútil" de su hermano a cargo. La palabra desertor se hizo común en las discusiones, pero él no lo era, maldita sea, él simplemente había decidido evolucionar y hacer lo mejor para el planeta entero, no para unos pocos. Jamás había experimentado un caos así en su planeta, ni siquiera la guerra civil que vivió lo consumió tanto como ahora.

—¿Qué haces? —preguntó Vegeta cuando la vio con el bolso ir hacia la puerta.

Bulma se detuvo a su lado, molesta y le habló.

—¿Sabes que llegas dos días atrasado? —Por la cara del hombre supo que no tenía idea de su atraso, lo que provocó que la indignación creciera. Quiso irse, pero él la tomó del brazo y obligó a detenerse.

—Lo olvidé —dijo molesto por la actitud de ella. Ya tenía se sobra con lo que sucedía en su planeta.

—Eso me hace sentir mucho mejor, Vegeta. —Quiso nuevamente ir a la puerta, pero otra vez él se lo impidió, haciendo que tirara el bolso y lo encarara—. Estoy en medio de un conflicto armado y aun así dejé todo tirado para reunirme contigo y ¿cómo me lo pagas? Llegando dos días tarde porque simplemente lo olvidaste.

—No simplemente lo olvidé. Tengo que evitar que el reino entero se caiga a pedazos y que los enemigos no tomen ventaja de la situación.

—Sabes que mantengo contacto con tu hermano, podrías al menos haber tenido la decencia de avisarme.

—Te acabo de decir que lo olvidé —dijo frustrado. Detestaba comportarse de manera errática.

—Pues vaya manera de mantenerme en tus pensamientos —respondió dolida.

—Claro que estás en mi cabeza todo el tiempo, maldita sea —exclamó—. Y eso es lo que no me deja pensar con claridad ni enfocarme en lo que debería. Estás ahí conmigo, este estúpido lugar se hace presente y entonces no quiero seguir allá.

—¡Pero sigues allá! Son cuatro años que sigues allá y cuatro años que yo sigo esperándote. —El decir aquello en voz alta la hizo sentir una presión en el pecho que le dificultó respirar.

—Y seguiré en mi planeta hasta que sea necesario. No soy un desertor —dijo decidido.

—Esto no es sano para ninguno de los dos —dijo Bulma con tristeza—. En estos momentos hay gente muriendo porque no he sido capaz de tomar una decisión con rapidez y pese a eso decidí venir porque estoy desesperada de tener lo poco que puedo conseguir de ti… No puedo seguir viviendo así, no es justo. No puedo depender tanto de estos encuentros fugases y vivir entorno a ellos… Lo siento. —Tomó su bolso y se dirigió a la puerta.

—No lo hagas —dijo Vegeta.

Bulma ni siquiera se dio vuelta o respondió, de lo contrario cedería y se perdería en él como solía hacerlo.

—Bulma —insistió Vegeta, pero tampoco se movió para impedirle salir ni fue en su búsqueda cuando escuchó la nave partir.


Sexto


Casi parecía que se habían puesto de acuerdo, pero no mantenían contacto una vez abandonada la isla, ya que la tentación de dejar tirado todo y huir juntos sería demasiado grande.

En esta ocasión ninguno se presentó a su encuentro.


Año 763


Séptimo


Un año sin verse había sido demasiado castigo para los dos. Demasiado tiempo para sufrir, repensar toda la situación más de lo necesario, al punto del castigo y sentirse estancados pese a que la vida de todos continuaba. Un año sin el otro fue escarmiento y lección suficiente para presentarse en la isla con un día de anticipación. Nuevamente no se pusieron de acuerdo, pero los dos llegaron al mismo tiempo, encontrándose fuera de la casa.

Se miraron a los ojos por un segundo antes de reaccionar.

Para cuando ingresaron a la casa, él ya no tenía puesta ni la armadura ni guantes y la ropa de ella ya había sufrido los primeros tirones desesperados del hombre. En medio de fieros besos, Vegeta la cargó directo a la habitación y la soltó solo para terminar de desnudarse a vista de Bulma que apresurada hizo lo mismo.

—No hablemos de trabajo —dijo ella cuando lo recibió en sus brazos. Sentir su piel contra la de ella hizo que su corazón atrofiado volviera a latir después de un atormentado año.

—No —respondió Vegeta contra su boca. Acarició su rostro y le quitó el cabello de la cara para mirar sus ojos. No lograba entender cómo era posible que después de tantos años continuara así de prendado a ella.

Había ciertas cosas que simplemente no tenían respuesta.

—Lo siento —murmuró ella.

Vegeta la besó y entró en ella. El gemido del hombre interrumpió el contacto con las bocas. La había extrañado tanto.

No se soltaron durante gran parte de la noche hasta que el cansancio los venció. Durmieron profundamente pese a la fuerte lluvia que azotaba la isla, la cual no fue capaz de despertarlos. Hacía más de un año que no dormían tan bien.

Ya cerca del amanecer despertaron, pero se mantuvieron bajo el cobertor, acostados de lado y él abrazándola por atrás y con las piernas entrelazadas. Seguían sin abrir mucho la boca por temor a decir algo inadecuado y arruinarlo.

—Tengo una fantasía recurrente —susurró Bulma con evidente tristeza en cada palabra—. Siempre la tengo, pero este año me persiguió demasiado…

Vegeta guardó silencio, atento a lo que tenía que decir.

—Imaginaba que este era nuestro último encuentro… No porque no nos veríamos más, sino porque no volveríamos a separarnos… Tú llegabas con la ropa de Argon, no con armadura —dijo sonriendo.

—Yo soy Vegeta.

—Lo sé bien, pero nunca me ha gustado esa armadura fría y dura, además te ves más guapo con ropa normal.

—La armadura es lo normal para mí.

—Sí, pero es mi fantasía, así que yo mando —comentó sonriendo—, por lo tanto llegabas con ropa normal y hacíamos todo lo que planeamos cuando aún no conocíamos tu verdadera identidad. Solo seriamos tú y yo y no las millones de personas que están involucradas.

Vegeta se apretó más contra ella y besó su cuello.

Bulma apretó la mano del hombre y continuó observando cómo llovía afuera. Si el año que pasó sin él se hizo difícil, ahora sentía peor al saber que en unos días volverían a separarse.

—Te amo —susurró ella, sin esperar respuesta, pero para su sorpresa hubo una.

—Saltaría de nuevo al vacío —dijo Vegeta contra su oído.

La científica no pudo contener las lágrimas ante la emoción que la abrumó al escuchar esas palabras y su profundo significado, tanto que se giró para esconder su rostro en el pecho del hombre y llorar.

Vegeta se limitó a acariciar su cabello y dejarla desahogarse.


Octavo


—Tenga un muy merecido descanso, señorita Brief.

—Gracias, Jolly. —respondió Bulma a su secretaria cuando salió de su oficina y se cruzó con ella en el la recepción. Otros trabajadores, al verla pasar, se apresuraron en despedirse y desearle buen viaje. Bulma agradeció a todos y sorprendentemente supo el nombre de cada trabajador que le habló. Era algo que le había tomado trabajo memorizar, pero finalmente lo había conseguido.

Su chofer privado condujo con calma el aerocoche de la compañía en dirección a su casa, mientras ella iba sentada en la parte de atrás revisando documentos en su tableta, aprobando unos, rechazando otros, presionando su pulgar al final del documento digital, el cual identificaba su identidad y era válido como una firma de lápiz sobre el papel. De esa forma era mucho más rápido hacer tratados con personas ubicadas en otros lados del mundo o en otro planeta.

Casi no sintió el viaje de cuarenta minutos, ya que se lo pasó trabajando. Muy típico de ella, pero era tan controladora y obsesiva en su trabajo que tenía que dejar todo listo antes de partir.

—¿Va a necesitar algo más, señorita Brief? —preguntó el chofer luego de abrirle la puerta.

—No, gracias Blu, puedes retirarte. —Quiso ingresar a su casa, pero el hombre volvió a hablarle.

—Señorita, ¿es verdad que no va a presentarse para la reelección? Eso andan diciendo por ahí, y yo creo que sería una lástima.

—Es verdad. Llevo muchos años trabajando sin parar, necesito vacaciones más largas esta vez, pero en mi lugar se presentará alguien igual de capaz, así que espero logre la presidencia de La Compañía.

Luego de despedirse, Bulma ingresó a su casa. Era demasiado grande para ella sola, pero la nostalgia era tal que quiso tener una casa exactamente igual a la que tuvo en la Tierra con sus padres. No fue difícil conseguir un buen arquitecto que hiciera los planos de acuerdo a sus especificaciones y el resto fue historia. Tenía la casa de sus sueños, lo único que faltaba era que su padre se paseara por ésta en su bata blanca, con su gato sobre el hombro, buscando su caja de herramientas, mientras que su madre estaría en la cocina tarareando una canción preocupada del almuerzo del día.

Se quitó los zapatos y fue hasta su escritorio, un lugar espacioso donde entraba la luz natural para poder concentrarse bien y trabajar a gusto. Desde ahí se podía ver uno de los patios interiores, lleno de verdes de diferentes tonalidades por sus árboles y plantas de variados tipos. No quiso llenarlo de animales como lo hubiese hecho su papá, ya que no tenía tiempo ni paciencia para cuidarlos. Con suerte tenía tiempo para ella misma.

Y es por eso que había tomado esta decisión.

Junto a un librero estaban los dos bolsos con sus pertenencias más preciadas. Tenía que revisar que estuviera todo lo que necesitaba antes de encapsularlos. En unos días debería partir para su encuentro con Vegeta, pero luego de eso no volvería a su trabajo en mucho tiempo. Ya bastante había contribuido, trabajado y enseñado a gente igual de competente que ella, por lo que sabía que dejaba todo en buenas manos, incluso la Corporación Capsula. Ya muchos sabían que no tenía intenciones de un segundo mandato en La Compañía, pero la decisión de dejar la presidencia de la empresa que fundó e hizo crecer era un secreto. Era mala con las despedidas, no quería discursos ni abrazos o flores, lo único que quería era viajar lejos, muy lejos.

Revisó su tableta por última vez y decidió guardarla en un cajón del escritorio, no tenía intenciones de llevar trabajo. Otros debían encargarse de esos asuntos. Sonrió al ver la foto que Milk le obsequió en su última visita: el pequeño Gohan se estaba acercando a los 5 años y ya sabía leer y escribir a la perfección y para incentivar aquel talento, Bulma le había asegurado su educación en el lugar que quisiera su madre… Tal vez iría a visitarlos, después de todo lo que vivió en Vegetasei, su percepción de Kakarotto cambió totalmente, sería bueno verlos a los tres y también al anciano Zip, que Milk no tuvo corazón para dejarlo abandonado luego de lo que pasaron juntos.

Encendió un cigarro y miró sus bolsos. No podía creer que aún no se reunía con Vegeta y ya sentía pena de alejarse de él. La última junta se la pasó llorando y el abrazándola, poco acostumbrado el hombre a ver ese tipo de emociones fue lo único que se le ocurrió hacer para consolarla. Con el paso de los años las mismas preguntas se hacían más recurrentes: ¿algún día él dejaría de presentarse? ¿O sería ella? No sabía… ni siquiera sabía si estaba lista para ir esta vez porque el dolor de la separación cada vez la dejaba peor. Lo amaba con la misma intensidad del comienzo y anhelaba tener un final feliz con él, pero conforme pasaba el tiempo, los años, no sabía si podría ser posible.

Secó las lágrimas que asomaron. Se sintió tonta por llorar antes de tiempo. Lo mejor era preocuparse de dejar todo cerrado y solucionado antes de marcharse, solo tenía unos días para preparar todo.

Fue hasta los bolsos y se sentó en el suelo para revisarlos, inconsciente de que hace un rato había alguien más en el lugar observándola. Apagó el cigarro en un cenicero sobre el librero y volvió a limpiar las lágrimas que insistían en salir. Odiaba cuando la pena ganaba terreno, no quería ni pensar cómo sería cuando viera a Vegeta.

—No me gusta cuando lloras.

Casi saltó de susto cuando escuchó que le hablaban, pero sus ojos se iluminaron al instante que vio a Vegeta bajo el marco de la puerta. Estaba ahí, no era una ilusión como tantas veces los había imaginado, sin armadura y ropa normal.

Bulma se puso de pie, pero no se acercó. No quería sacar conclusiones apresuradas, sin embargo su corazón saltó emocionado al verlo con ropa de "Argon" más guapo que nunca, especialmente al haber desaparecido las sombras y preocupaciones en su rostro.

—¿Cómo encontraste mi casa? —preguntó casi como si estuviera hablando con el producto de su imaginación.

—Tarble —respondió. Tenía la manos en los bolsillos del jeans negro, también vestía una camisa manga larga azul que usaba fuera del pantalón.

Bulma se sintió tonta al haber hecho esa pregunta, era obvio que había sido Tarble. La pregunta debió haber sido otra y por supuesto que la haría.

—¿Qué haces aquí?

Vegeta sonrió, le causó gracia verla tan confundida, pero se apresuró a responder, no quería alterarla más.

—Abdiqué —dijo encogiéndose de hombros como si no fuese la gran cosa—. Tarble demostró ser mejor que yo y finalmente fueron capaces de… —No terminó la oración, pues ya tenía a Bulma abrazándolo y con el rostro pegado a su pecho, llorando. Vegeta atinó a abrazarla y frunció el ceño ante su reacción—. ¿No deberías estar contenta?

—Lo estoy —dijo sin parar de llorar. Se sentía tan agradable llorar contra su pecho y no en la armadura.

—No te entiendo. Eres tan rara.

—No importa, solo dame un momento —murmuró contra su pecho hasta que finalmente pudo calmarse, pero no lo soltó en ningún momento. Tenía miedo que se tratara de un sueño y en cualquier momento desaparecería—. Solo para aclarar… ¿Ya no hay nada que te obligue con Vegetasei?

—Desde hace dos semanas que no tengo ninguna obligación con ese planeta. Todo le pertenece a mi hermano, así que lo que ocurra de aquí en adelante es su responsabilidad.

—Hablé con él hace no mucho, y no me dijo nada —dijo molesta.

—Le dejé bien en claro que si abría la boca me olvidaría que es el nuevo rey.

Bulma sonrió. No recordaba cuando había sido la última vez que se había sentido así de bien. Tenía a Vegeta para ella sola, sin condiciones ni miedos o límite de tiempo, sin nadie interponiéndose ni amenazando o frustraciones personales interponiéndose entre los dos.

—Vamos —dijo Bulma llena de energía después de darle un apretado beso en la boca. Tomó su mano y lo llevó hacia la salida—. Tenemos que irnos ya de este planeta, hay mucho por visitar.

—¿No vas a llevar tus cosas? —preguntó el hombre que previamente la había visto con sus bolsos.

—Ya tengo todo lo que necesito conmigo.

Esta vez no había sido la casualidad la que los volvió a unir, hubiera sido irresponsable dejar al azar el destino de sus vidas y ninguno de los dos era así. Había sido necesario cinco años de esfuerzo y mucho trabajo para que sus caminos se unieran para nunca más separarse.

Y ahora era el momento perfecto para recuperar el tiempo perdido.


Fin


Muchas gracias a las que tuvieron paciencia (luego de mi ausencia de un año y medio), me recordaron y continuaron fiel a esta historia. Este final es para ustedes.

Me costó un poco hacer este capítulo. Al principio no sabía cómo meter 5 años acontecimientos e información, además de los encuentros de la pareja en un solo capítulo, y se me ocurrió que precisamente Vegeta y Bulma podían ir narrando lo sucedo durante sus encuentros. Espero que haya sido de su agrado.

Estoy muy contenta de por fin terminar esta historia que originalmente tenía un final mi diferente. Les confieso que cuando pensé esta historia ellos no se quedarían juntos, incluso cuando volví al fandom pensaba que sería así, pero luego me di cuenta que sería imposible hacer eso.

Es como un capítulo de la bruja Sabrina (la de Nickelodeon) donde ella tenía una máquina de escribir y sus personajes cobraban vida, pero se negaban a seguir la historia cuando veían que la trama no tenía sentido. Algo así me sucedió en este fic… Vegeta y Bulma se amaban tanto que no tenía sentido dejarlos separados.

Vegeta no era un desertor, como lo mencionó otras veces, tenía un deber y cumplió con este hasta que fue capaz de volver con ella, y Bulma tenía tanto potencial para crear, crecer y ayudar que debía realizarse antes de estar plena y poder amarse con libertad. Fue por eso que les tomó tanto tiempo estar juntos, pero valió la pena.

Cuando Vegeta le dice a Bulma que saltaría de nuevo al vacío fue en referencia del capítulo 11 donde él, sin saber que tenía la capacidad de volar, se lanza al vacío para salvarla y fue cuando ella indudablemente supo que la amaba… Lo menciono porque ya pasó mucho tiempo de ese capítulo.

Otros comentarios respecto al fic.

Me llegaron varios comentarios positivos en cuanto a Kakarotto. La verdad es que me encanta hacerlo en universos alternos y cuando lo escribo me imagino una mezcla entre Goten y Bardock. La historia de él también sería diferente, más malvado y egoísta, pero como ya les comenté, se me ocurrieron muchas cosas diferentes cuando volví y retomé el fic. Ni siquiera pensaba ahondar en la relación con su hermano, así que estoy contenta con el resultado que se dio.

Desde que escribí la relación de Vegeta y Tarble en El Legado, adoré hacerlos juntos. Creo que Tarble es uno de los elementos capaces de hacer latir el corazón de Vegeta, de lo contrario sería casi imposible en estos universos alternos que Bulma llegara a él.

Y este Tarble era totalmente capaz de hacer las cosas bien, solo necesitaba un empujón, que un comienzo se lo dio Vegeta y luego Bulma, pero ellos no hicieron gran cosa, el mérito es del joven príncipe que terminó convertido en rey por mérito propio. Originalmente Tarble tendría un papel pequeño en esta historia, pero cuando descubrí la relación que podía crear con Bulma decidí no soltarlo y gracias a eso los protagonistas terminaron juntos, de lo contrario hubiese sido imposible.

Me alegra que a muchas les haya gustado Lee. Ella también iba a tener un rol diferente. Iba a ser la mala y la bruja que le haría la vida imposible a Bulma, pero decidí no caer en eso (no quiere decir que nunca vaya a ocupar ese estereotipo, pero cuando lo haga lo haré a mi gusto) Justo cuando retomé el fic, había estado interiorizándome sobre el feminismo y lo importante que es para nosotras, y fue por eso que le di un vuelco a su personaje e incluso la saiyajin fue capaz de valorar a Bulma y la científica confió en ella. No me conformo que siempre todo sea rivalidad entre mujeres, también tenemos que apoyarnos.

Las invito leer El Legado. Desde hoy ya comencé a trabajar para terminar esta historia, así que las que no lo han leído pasen y ojala lo amen tanto como yo, ya que es mi fic favorito. Y las que ya lo leyeron ojala me acompañen en las actualizaciones, ya que al haberlo abandonado por tanto tiempo no creo que tenga tantos seguidores. De todas formas haré unos pequeños resúmenes en mi página de Facebook para las lectoras que ya conocen la historia pero olvidaron los detalles.

Creo que no hay nadie que no esté preocupado, pasándola mal debido a los acontecimientos actuales. No es normal para nadie tener que quedarse en casa y paralizar su vida, pero es lo que tenemos que hacer de forma responsable. Cuidarnos entre todos y esperar que esto termine pronto. Espero contribuir un poco para distraerlas, ya que escribir es lo que me sirve a mí para mantenerme sana.

Nuevamente muchas gracias por leerme. Estaré esperando ansiosa sus rws para saber qué les pareció la historia y el final. Se supone que hoy tendré computador nuevo, así que podré responder sus comentarios desde ahora.

Nos estamos leyendo en próximas actualizaciones, cuídense mucho.

Pueden encontrar mi página de Facebook buscándome por Dev Fanfiction.

Dev.

23/03/20.