Disclaimer: The story doesn't belong to us, the characters are property of S. Meyer and the plot belongs to CullensTwiMistress. We just translate with her permission.
Disclaimer: La historia no nos pertenece, los personajes son de S. Meyer y la trama de CullensTwiMistress, solo nos adjudicamos la traducción.
Seven Days to Christmas
By: CullensTwiMistress
Traducción: Itzel Lightwood
Beta: Yanina Barboza
Capítulo 10: Epílogo
Víspera de Año Nuevo
Desperté esta mañana con el conocimiento expreso de que tenía una cita esta tarde. Una cita real. Una con un pulso y cabello y suaves labios. Y un pene. Sí, él tenía uno de esos también.
He estado mareada todo el día. Por el hombre, no por el pene.
Como sea.
Ayer apestó. Estaba cansada, malhumorada y no estaba lista para volver aquí, a mi computadora y mis archivos, para contar cosas y jugar con números, porque eso es lo que hago. Voy a conseguir esa oficina de la esquina el próximo mes, así que tengo que recordarme que estoy aquí por una razón y no para asegurarme que la señora Cole sea capaz de llenar su formulario de impuestos a tiempo. Ser contadora puede ser aburrido en ocasiones.
¿Hoy? El día de hoy tiene potencial. Veré a Edward más tarde. Será genial.
Sonrío hacia mí todo el día como el gato de Cheshire, pensando en todas las cosas que habían pasado desde que me fui de vacaciones. Ver a mi familia, reconectarme con Edward, y luego, reconectarme con Edward en un nivel completamente nuevo.
No puedo esperar para ser capaz de invitarlo a mi casa y quizás revivir una de esas frías tardes en Vermont con él. Sus brazos a mi alrededor, abrazándome. Sus labios en mi piel. El áspero vello de su barba rozando mi clavícula. Su lengua… sus dedos gloriosos…
Esos últimos días en Vermont sin él fueron extraños, debió haber estado ahí conmigo, pero tenía que irse y finalizar su mudanza. Me había acostumbrado tanto a su compañía, sentí como si faltara una pieza dentro de mí. Con eso dicho, finalmente fui capaz de ponerme al corriente con mi lectura y relajarme antes de volver a esta locura, así que supongo que no fue tan malo. Además, Edward y yo nos mandamos mensajes esporádicamente cuando el servicio telefónico servía, y también hablamos por teléfono unas cuantas veces, pero era diferente. Saber que estaba de vuelta en Seattle y yo no estaba con él, era pura tortura.
El saber que podríamos ser capaces de seguir con esta relación sin tener miles de kilómetros de distancia entre nosotros, fue lo único que me mantuvo cuerda durante esos últimos días en Vermont.
Desafortunadamente, aún teníamos unos cuantos obstáculos que vencer antes de vernos el uno al otro.
Mi avión aterrizó el domingo en la noche, pero era demasiado tarde como para verlo. Tuve que arrastrarme a mi apartamento e ir a la cama para poder estar lo suficientemente descansada e ir a trabajar ayer. La noche pasada estuvo llena de tareas de lavandería, trabajo extra en casa e irme a la cama temprano, pero no sin antes hablar con Edward una última vez antes de nuestra cita de hoy.
Porque, sí, somos románticos y predecibles. Me pidió una cita de verdad, y le dije que sí. Hoy es la víspera de Año Nuevo y la ciudad estará llena, pero él me recogerá a las siete, así que nada más importa. No lo he visto como en cinco días. Esos son ciento veinte horas. O siete mil doscientos segundos. Sin importar de qué manera se cuenten, los números son demasiado grandes. Él ha estado muy lejos, y odio lo dependiente a él que me hace sentir.
Odio que lo extraño. Odio el dolor en mi pecho cada vez que pienso en él y en el hecho de que no está justo aquí.
Estoy completamente enamorada de él y este hecho me parece completamente ridículo. Dejé mi trabajo para irme de vacaciones hace dos semanas y media, pensando que iba a volver descansada y quizás con una mejor lectura, pero en su lugar, volví con mi cabeza en las nubes y mi corazón en mi manga.
Pensando en mis años adolescentes, recientemente me he preguntado por qué no me sentí inmediatamente atraída a él. Por qué no me volví completamente loca por el chico que presionó sus labios en los míos, dándome mi primer beso, y cambiando mi vida de manera irrevocable. Creo que fue el saber que, en ese entonces, él era intocable. Él era mayor. Tenía esta imagen de chico rudo con esos ojos que eran una ventana hacia su dulce y derretido centro. Sabía que si lo hubiera perseguido, él hubiera roto mi corazón o, al menos, eso fue lo que me dije a mí misma. Él era intocable. También, no estaba alrededor, lo que hizo más fácil la tarea de mandarlo al fondo de mi mente. Todo eso hubiera sido completamente inútil al final.
Ahora, sin embargo, con su corazón expuesto y todos los grandiosos detalles que mostró durante nuestra estadía en Vermont, no había razón para estar asustada. Él había trabajado muy duro en ganar mi atención solamente para malgastarla. El saber esto era poderoso y liberador. Sé que puedo confiar en él. Él tiene tanto que perder como yo si esta relación no funciona.
Termino siendo completamente incompetente en mi trabajo e incapaz de concentrarme en algo por el resto del día. Sin embargo, espero que todo este revoloteo en mi interior se calme una vez que la emoción por la situación se vaya. O quizás solo secuestre a Edward y nos lleve a vivir a una isla mágica rodeada de nieve e instrumentos musicales. Porque eso es totalmente creíble. Mis fantasías necesitan ser controladas y, claramente, esta cita necesita llegar pronto.
Las cinco de la tarde llegan con rapidez y apago mi computadora, sonriendo porque sé que solo faltan dos horas para ver a Edward. Dos horas. Esos son ciento veinte minutos menos todo el tiempo que pasaré duchándome, afeitándome y puliéndome para estar lista para verlo. No me voy a detener ante nada esta noche. Él me ha visto en todos los estados de vestida y desvestida, pero esta noche me decidiré por el de sirena sexy. Quiero que él me desee. Quiero recordarle por qué tuvo todos esos detalles y por qué siempre debería intentarlo.
No sé dónde iremos y la única pista que me dio fue que usara pantalones. Sospecho que quizás me recoja en su motocicleta. El mero pensamiento me marea. Hace frío afuera, pero no es tan malo. O no lo suficientemente malo como para detenerme de subir a la motocicleta y sostenerme de Edward por mi vida.
A las siete en punto, el timbre suena y estoy lista. He estado lista por diez minutos, mordiéndome una uña y jugando con el brillo labial.
Ni siquiera reviso quién es antes de abrir la puerta.
Mis ojos instantáneamente se humedecen y mis labios se curvan en una enorme sonrisa.
—Estás aquí.
Mi corazón late a mil por hora y creo que estoy volviéndome loca, pero luego sus brazos están a mi alrededor y su rostro en la curva de mi cuello.
—Aquí estoy, cariño.
Nos quedamos así por unos momentos, él con sus brazos firmemente a mi alrededor y yo con mis dedos aferrándose a su chaqueta de cuero como si fuera la última vez.
—Te extrañé —sollozo un poco y río—. Dios, esto es tan extraño.
Me siento como una adolescente en su primera cita. Así se debió de haber sentido, pero ni siquiera recuerdo que se sintiera de esta manera, porque ahora es asombroso.
Él se separa un poco, lo suficiente como para presionar sus labios con los míos.
—Hola —susurra contra mis labios y recarga su frente contra la mía—. También te extrañé.
—Yo te extrañé más. —Mis labios rozan los suyos y nos estamos besando de nuevo. Estoy flotando con cada roce de su lengua en la mía y cada movimiento de sus suaves dedos contra mi mandíbula, mi cuello y luego mis caderas.
No estoy segura de quién de los dos se separa primero, pero ambos lucimos bobos y enamorados; estoy segura de eso porque Edward luce exactamente como me siento.
—Estás usando cuero —comento y río, luego miro detrás de él y veo que, efectivamente, me vino a recoger un su motocicleta.
—Y tú usaste los pantalones. —Mueve las cejas—. Hace frío, pero prometo que no iremos muy lejos —añade entrelazando sus dedos con los míos—. ¿Estás lista?
Cierro la puerta y muevo un poco la manija para asegurarme de que esté cerrada.
—He estado lista toda mi vida.
La motocicleta de Edward es grande y brillantemente negra. El casco que me da me queda bien, y la manera en la que se ve usando el suyo hace que valga la pena la manera en la que quedará mi cabello después de esto.
—Ahora, asegúrate de sujetarte bien, ¿de acuerdo? —Asiente antes de subirse en la motocicleta y hacerla, y a él mismo, lucir mejor que todo lo que hubiera visto.
Tenía razón; Edward en una motocicleta es un destructor de bragas.
Haciendo lo que se me dijo, cuidadosamente paso una pierna por el asiento y me presiono contra la espalda de Edward. Su calidez es bienvenida así como la sensación de sus músculos contra mi cuerpo mientras se mueve para encender la motocicleta. Antes de saberlo, estamos acelerando por la calle, el motor rugiendo en mis oídos y debajo de mi trasero, y mis brazos alrededor de su cintura.
Edward tenía razón, hace frío, y estoy feliz de haber traído mi chaqueta más cálida, pero con mi pecho presionado contra su cuerpo, no es tan malo, es en realidad muy excitante.
No pasa mucho tiempo antes de que él entre en un garaje y detenga la motocicleta. Luego se quita el casco y gira la cabeza.
—Esto es todo.
Me ayuda a bajar de la enorme motocicleta y esto me recuerda a todas las veces en las que me ayudó a bajar de la gran camioneta azul la semana pasada. Sonrío para mí. Espero que estas cosas nunca cambien. Es lindo.
Me quito mi propio casco y sutilmente trato de arreglarme el cabello.
—¿Dónde estamos? —Mirando alrededor, estamos en una calle residencial con ningún restaurante a la vista—. Pensé que ibas a sacarme —bromeo.
Él se acerca un paso con una sonrisa en sus labios.
—Te saqué, cariño, y luego te traje a casa. —Entrelaza nuestros dedos y tira de mi mano—. Vamos. La cena está en el horno.
Lo sigo, emocionada y flotando.
—¿Me hiciste la cena?
—Te quería toda para mí. —Su aliento es cálido en mi mejilla antes de que la bese y abra la puerta—. Mi casa es su casa, señorita.
Hay algunas cajas en la puerta, pero de manera general, el lugar se ve lindo y limpio.
—Lindo lugar. —Me quito la chaqueta y se la paso.
—Sí, estaba impresionado. Rose hizo un buen trabajo. —Toma mi mano y me acerca a él, enredando sus brazos alrededor de mi cintura—. Rose lo hizo demasiado bien.
Sonrío y susurro contra sus labios:
—Muy bien. —Presiono mis labios contra los suyos y me maravillo con la calidez de sus palmas deslizándose de mis caderas a mis hombros y viceversa. Un gemido se me escapa cuando su lengua juega en mis labios. No estoy segura de cómo llegaremos a la cena en este punto porque él es todo lo que quiero comer justo ahora. Quiero el paquete completo de cena de Edward.
Con eso en mente, mis manos encuentran su cinturón, pero inmediatamente son detenidas por sus largos dedos mientras se separa de mí, lamiéndose los labios mientras sacude la cabeza.
—Nah, uh, uh. —Sus labios se curvan en las comisuras—. Primero comemos.
—Pero… —bufo cuando él ríe y camina por el pasillo hacia donde asumo es la cocina.
Siguiéndolo, veo lo lindo que acomodó la mesa y sonrío cuando lo veo poner una canasta de pan en el centro.
—Pero hice la cena y te vas a sentar a comer conmigo. —Me mira por debajo de las pestañas y no hay manera de que pueda negarme a sus peticiones.
—Esto es lindo. —Me recargo contra la pared y lo veo ir alrededor de la cocina y sacar lo que parece ser pasta del horno—. No tenía idea de que cocinaras.
Él deja la comida en la mesa y se pone frente a mí, sus dedos acariciando mi mejilla y su palma descansando contra mi mandíbula.
—Puedo hacer muchas cosas, incluyendo la cena y darle serenata a mi novia cuando el reloj marque las doce.
Juro que mi corazón deja de latir y mi respiración se detiene.
—¿Y ella está bien con que yo esté aquí? —sonrío y veo sus labios curvarse en una sonrisa. Aún no habíamos tenido la conversación de "novia-guion-novio", pero supongo que esta era su manera sutil de plantearla. Ni siquiera voy a mencionarlo porque me gusta demasiado el sonido de eso como para arruinarlo.
—Bella, Bella, Bella —toma un profundo respiro y se inclina, sus labios al lado de mi oreja—, debe de estarlo, o se perderá de lo que tengo planeado para ella después de alimentarla y cantarle.
—Mmmm, y, ¿puedo preguntar qué es eso? —Enredo mis dedos en el cabello de su nuca y su aliento roza la piel de mi cuello. Jesús, está volviéndome loca.
Él besa un camino de mi oreja a mi barbilla y de vuelta. Los dedos de mis pies se curvan y estoy lista para olvidar lo que sea que haya horneado y ponerme de rodillas para tener mi propia cena.
—Créeme, te gustará. —Sus palabras susurradas mandan un escalofrío por mi columna y hacen que mi cabeza dé vueltas. Estoy tan mareada de lujuria que me toma unos segundos darme cuenta de que se ha separado de mí y está sacando una silla para que me siente.
—Edward. —Su nombre sale de mis labios como una plegaria silenciosa. El chico debe de sacarla después, lo juro. Sacudo esos pensamientos y me aclaro la garganta—. Huele delicioso.
Se sienta frente a mí y procede a poner una buena porción en mi plato.
—Es la receta de mi abuela. Espero que te guste el pollo y el brócoli. —Es todo sonrisas y hoyuelos cuando comienza a comer y yo aún estoy demasiado aturdida como para funcionar.
Dios mío, ¿era así de malo cuando estaba en Vermont? Probablemente no. Si esto es lo que la distancia me hacía, entonces no puede pasar de nuevo, porque Bella Swan no enloquece por los chicos. Estoy muy involucrada, y al estar sentada aquí me doy cuenta de lo mal que estoy; de lo mucho que me he enamorado de este hombre.
Tomo un profundo respiro y cierro los ojos para aclarar mis pensamientos. No puedo creer lo mucho que la mera presencia de Edward me afecta.
—¿Estás bien, Bella? —La voz de Edward me saca de mi pequeño ataque, y miro hacia arriba para encontrar sus ojos.
—Sí, lo estoy. —Me lamo los labios, tomando un profundo respiro y levantando el tenedor—. Estoy genial. Esto luce fantástico, Edward. Gracias.
...
Edward me sirve una segunda copa de vino mientras discutimos su vida, su mudanza y el nuevo trabajo.
La cena estuvo genial. Él es un gran cocinero y se lo repito demasiado. Él me dice que su abuela, quien le enseñó a cocinar, vivió con ellos durante toda su vida hasta que tuvo dieciséis. Con tristeza menciona que murió mientras dormía. Continúa diciéndome lo mucho que eso lo alteró. Lo mucho que la extraña. También explica que su muerte fue la real razón que tuvieron sus padres para mudarse a Forks una vez que él se graduó de la preparatoria. No tenían otra familia en Chicago.
Un recuerdo viene a mi mente. Rose yendo al funeral de su abuela. Rose triste. Teníamos alrededor de once años y no sabía cómo consolarla. Recuerdo que traté de distraerla, pero era un momento difícil para ella. Nunca había sido cercana a mis propios abuelos y nunca había perdido a alguien, así que realmente no podía entender la profundidad de su tristeza.
Rose ni siquiera era tan cercana a su abuela como Edward lo había sido, así que solo podía imaginarme lo difícil que debió de haber sido para él. Ella era una señora agradable con un corazón lleno de amor por sus nietos. Rose aún habla de ella en ocasiones.
Edward explica lo perdido que estaba después y cómo el ir a Nueva York y poner distancia entre sus padres y él lo ayudó a crecer. Hizo grandes amigos ahí, pero desafortunadamente, el año pasado su amigo Garrett falleció de un agresivo cáncer. Perderlo había sido un gran golpe para su grupo de amigos.
—Después de que Garrett murió, me di cuenta de lo importante que era para mí el ver a mis padres y el resto de mi familia por más que unas cuantas semanas al año. Garrett me había hecho prometer que comenzaría a vivir y dejaría de ir por la vida como si la música fuera lo único que importaba. No voy a mentir, fue duro reflexionar sobre mi vida y verla por lo que era, pero no tenía muchas conexiones en Nueva York, así que la decisión de mudarme de vuelta no fue tan difícil. Todo este tiempo, la mayor parte de la gente salía y entraba de mi vida y yo apenas lo notaba. Eso incluso incluyó a varias novias, pero nada nunca se sentía correcto; permanente. —Se encoge de hombros y toma un trago de vino antes de continuar—. Luego de la muerte de Garrett, incluso su novia había seguido adelante, y yo no podía soportar estar cerca de nuestros amigos después de eso. Era muy difícil —explica, mientras me siento ahí y lo absorbo todo.
—¿Así que llamaste a Rose? —pregunto, fascinada de que esté compartiendo todo esto ahora. Antes, cuando estábamos en Vermont, no estaba segura de querer escucharlo. Cuando estábamos en esa burbuja, todo se sentía temporal y superficial, pero ahora, se siente como que estamos construyendo algo real. Quiero ahogarme en eso; en todos sus recuerdos, buenos y malos. Quiero saber todo sobre él.
Él asiente, tomando un trago de vino.
—Sí, llamé a Rose en un capricho el verano pasado y comencé a ponerme manos a la obra. Quería saber sobre el área y cómo había cambiado. Rose y Emmett me habían estado molestando por años para que me mudara de vuelta, pero no se sentía correcto en ese entonces.
Asentí en entendimiento.
—¿Y ahora?
—Se siente como si todo estuviera en su lugar —sonríe con calidez y pasa sus dientes por su labio inferior—. No se supone que fuera a la boda porque estaba muy ocupado empacando, pero no lamento nada de eso.
—Me alegra que fueras —le digo con honestidad. Recuerdo lo enojada que estaba cuando llegué allí, pero nada de eso importa ahora.
—Una vez que ella dijo que definitivamente estarías ahí, no podía no ir. Tuve este sentimiento extraño acerca de ti por todos estos años —confiesa, mirando hacia abajo y luego encontrando mi mirada de nuevo.
Sonrío, un sonrojo llega a mis mejillas y se extiende por mi pecho.
—Eso escuché.
Él se para, la silla raspa sobre el azulejo.
—Ven conmigo, quiero mostrarte algo.
—No tienes fotos y recortes de periódico sobre mí, ¿verdad? —bromeo, haciendo que ruede los ojos.
Él ríe, sacudiendo la cabeza.
—No, nos lo tengo.
Se está haciendo tarde y cuando me guía hacia la sala de estar, sé que estamos en la segunda parte de la cita que ha planeado.
—Así que este momento es cuando tú me das serenata —sonrío y me uno a él en el sofá.
—Me di cuenta de que nunca pude tocar para ti mientras estábamos en la boda. Dado que la música es una gran parte de mi vida, supuse que debería mostrarte. —Toma su guitarra y toca unos cuantos acordes, afinándola. Las puntas de sus orejas están rosas y luce como si estuviera a punto de orinarse.
Le doy mi completa atención, sentándome con comodidad.
—No tengo duda alguna de tus habilidades.
Él sonríe, sus ojos encontrando los míos.
—Sé que no, cariño.
Escucho con atención mientras comienza a tocar la guitarra; sus ojos cerrados y sus facciones en paz. Luce como si estuviera en su elemento, tarareando al compás de la melodía que rápidamente reconozco.
Sonrío y me muerdo el labio inferior para impedirme decir algo. Sé que me ha dicho que su voz no era genial, pero para mí suena maravilloso mientras canta "How Can I Tell You". Su voz profunda vibra cuando alcanza las notas bajas y resuena con las altas. Suena mucho mejor de lo que Cat Stevens alguna vez lo hizo, pero mi opinión puede ser poco objetiva en cuanto a eso.
Las lágrimas corren por mis mejillas y cada vez que él menciona amor quiero gritar por las azoteas que también lo amo, pero no interrumpo. Quiero escuchar el resto de esta hermosa canción y luego mostrarle lo que él significa para mí.
Sollozo, y los ojos de Edward se encuentran con los míos mientras las últimas palabras se escapan de sus labios.
—Te amo, Bella.
Asiento, sonriendo, un húmedo desastre.
—También te amo. —Me inclino para besar sus labios con suavidad—. Gracias, eso fue hermoso.
Deja la guitarra en el suelo y me acerca a él.
—Sé que es rápido, pero nunca me había sentido así. Eres maravillosa, más de lo que me imaginaba, y quiero empezar este año nuevo contigo en mis brazos.
Miro mi reloj, notando que faltan veinte minutos para la medianoche.
—Creo que podemos hacer que eso pase.
Me besa entonces, agradable y lento. Sus cálidos labios tirando de los míos y sus dientes mordiendo con suavidad. Sus dedos pasan por mis muslos y me pone encima de sus piernas. Gimo cuando lo siento crecer debajo de mí, preguntándome cómo me las he arreglado toda mi vida sin saber lo que era sentirse de esta manera.
Él me hace sentir deseada, amada y valorada; como si valiera un millón de dólares. Para una contadora, eso significa algo.
Me muevo contra él y enredo mis dedos en su cabello, besando un lado de su cuello y mordiéndole el lóbulo de la oreja.
—La mejor parte de estar aquí es que no podemos ser interrumpidos —le digo, sonriendo e inclinándome hacia atrás para ver su rostro.
Él ríe, enredando sus brazos a mi alrededor y abrazándome con fuerza.
—¿Cómo haces eso? ¿Cómo me haces reír así mientras estoy duro como una roca, eh?
Me presiono contra su entrepierna.
—No lo sé, pero esto no es divertido. —Le doy mi mirada más inocente, ojos ensanchados y serios—. Tenemos que encargarnos de esta cosa enorme "dura como una roca". —Me separo de su abrazo, riendo y poniéndome de pie—. Muéstrame tu habitación, Edward.
Él toma mi mano y tira para que esté acostada en el sofá, y se pone encima de mí.
—Como dijiste, no hay nadie aquí para interrumpirnos. Creo que deberíamos bautizar este nuevo mueble.
Sonrío y lo atraigo hacia mí, enredando mis piernas alrededor de su cintura y juntando mis tobillos.
—Me gusta esa idea.
Me besa, lento y con amor, pasando sus manos por mis muslos y frotándose contra mí. Se siente tan bien, tan bien. Sus dedos se mueven bajo mi blusa, levantándola y abre el broche de mi sostén, dejando mis tetas en libertad mientras sus labios se mueven por mi garganta.
Gruñe mientras su lengua acaricia un pezón y luego el otro, y cierro los ojos ante el ataque de todas estas sensaciones dentro de mí, la mayoría de ellas me llevan más y más alto con cada pequeño roce que Edward le regala a mi cuerpo.
Con gentiles caricias y suaves besos, ambos nos movemos para deshacernos de nuestra ropa. Cuando estamos desnudos, Edward entra en mí con lentitud, besando mis labios y acariciando mi lengua con la suya. Eso es amor, mucho amor se expande por mi cuerpo y cuando llego a la cima, grito hacia Dios y le digo a Edward lo mucho que lo amo. Quizás también le diga que amo su polla, pero culparemos por eso a la manera en la que hace que mi cuerpo cante.
—Me tomó una semana —dice, saliendo y entrando de nuevo en mí. Paso mis manos por sus hombros, mis ojos encontrándose con los suyos—. Me enamoré de ti en una semana, Bella.
Mueve sus caderas y pone una de mis piernas más alto mientras gimo y chillo, sintiendo un segundo orgasmo comenzar a extenderse de mi coño a cada nervio de mi cuerpo.
—Estás tan húmeda por mí, cariño —gruñe—. Tan apretada —gruñe de nuevo, pero esta vez sus ojos están cerrados y él prácticamente deja de respirar mientras empuja tan profundo como es posible unas cuantas veces más.
Ambos estamos sin respiración y cubiertos en una ligera capa de sudor mientras Edward me besa y entierra el rostro en mi cuello.
Rasco su cuero cabelludo y me maravillo de la sensación de él encima de mí.
—Siete días fue todo lo que me tomó también, sabes.
Él alza el rostro de mi cuello y me besa en los labios.
—Es pasada la medianoche. Nos perdimos la cuenta regresiva.
Él sonríe y me besa la mejilla.
Me encojo de hombros y quito el cabello de su frente.
—No me importa. Tengo lo que necesito justo aquí —sonrío y busco su rostro—. Feliz Año Nuevo, Edward.
Él se inclina y toca sus labios con los míos. Este beso tiene un montón de promesas para el año que viene, y no tengo duda alguna de que, juntos, las volveremos realidad.
Fin
Y este ha sido el final de esta historia y también el final de la historias navideñas. ¿Qué les ha parecido? Esperamos que les haya gustado y que nos lo cuenten en un comentario...
Muchas gracias a CullensTwiMistress por permitirnos traducir otra de sus historias. Y a todas las traductoras y betas que trabajaron para que llegara a ustedes.
Hasta la próxima traducción

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