Holaaaaa! Cuanto tiempo, no? Pero hoy no les traigo un capítulo-capítulo xD como dice el titulo, es un relleno :v así que si quieren pueden saltarse hasta la doble línea con un punto, así:


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Se las dejo porque soy pendeja y me pierdo xD ahí es donde está lo más importante ya que servirá para el futuro. Listo, ya pueden leer UwU

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Relleno

Tumbado aburrido sobre el sofá revisaba la lista de sus pocos contactos en su celular. Lentamente deslizaba el pulgar sobre la pantalla mientras leía cada nombre, pensando a quién escribirle con tal de entretenerse un rato, tal vez acordar para salir por la noche y tener algo de acción. Hacía tiempo que no salía con nadie debido a todo el trabajo que tenía, y como ya había terminado todos sus encargos, merecía distraerse.

Sin embargo, su lista era muy reducida como para tardarse demasiado buscando a alguien en específico.

Para entonces, había llegado a los últimos nombres de la lista y resopló disgustado cuando apreció las dos últimas personas que estaban: Vegeta ya no era una opción, su amistad nuevamente había decaído desde hace un par de meses luego de haberle comentado que renunció a su encargo y quedarse con la científico de cabello celeste, desde entonces le había dado su espacio y no quería ser inoportuno al no conocer del todo a la mujer, mucho menos que pensara algo malo respecto a él.

Su ceño se frunció cuando finalmente llegó con Zangya. Ahora que lo veía, su relación se le estaba yendo al caño. Por más mujeriego que era, le gustaba mucho la mujer de cabello cobre, su compañía sobre todo y no se hable del sexo eran lo que lo llevaba a tener eso: una relación. Además, se conocían desde hace años, por lo que aumentaba puntos a su gusto ya que nunca conoció a una mujer por tanto tiempo. Recordaba que era ella la que siempre quería que estuviesen juntos, pero ahora, era él quien insistía por estarlo luego de que se distanciaran. Había desistido en seguir persiguiéndola hasta entonces, esperó a que ella se acercara voluntariamente, pero sólo fue para quedarse esperando con los brazos cruzados.

Otro suspiro resonó en la habitación siendo de pura frustración, no sabiendo si marcarle por lo menos para saber cómo estaba. Antes de presionar el icono del teléfono para llamarla rió por lo estúpido que se sentía, desviviéndose por una mujer pensó—. Justo como estaba Vegeta hace poco —habló para sí mismo. Qué más daba, no perdía nada con intentarlo por lo que la llamó al fin. El tono sonó siete veces y cortó justo antes de que contestara la grabadora, siguió intentando aún obteniendo el mismo resultado hasta darse por vencido. Por más que se lo esperaba, quedó disgustado; pero no lo dejaría así. Comenzó a indagar en sus redes sociales y, la curiosidad con la mezcla de preocupación comenzaron a alertarlo cuando notó que su última conexión fue hace un mes y medio.

Entonces nació una pequeña semilla de preocupación por saber de ella, y algo le gritaba que fuera a buscarla; olvidó su primer propósito de querer entretenerse cuando se levantó con la única intención de cumplir su nuevo objetivo. Buscó sus llaves y su billetera antes de salir, guardando todas sus pertenencias en una chaqueta de cuero negro luego de ponérsela. Antes de irse, aseguró bien la puerta con doble candado en cada chapa y examinó el rellano antes de dejar su nivel.

Cuando dejó el edificio lamentó el no tener un auto aún y el no haberse conseguido aunque sea un vehículo con el cual movilizarse. No le quedaba de otra más que usar los transportes públicos por más que no le gustara. Se maldijo una vez más cuando no encontró algún taxi rondando cerca para que pudiese llevarlo; lo que menos quería era tomar transportes masivos, aunque lo veía más conveniente. El expreso era lo más rápido para llegar a su paradero sin tantas complicaciones de semáforos y tráfico.

Revisó la hora en su reloj de muñeca y asintió de acuerdo en que aún era temprano y podría llegar antes del anochecer. Por lo que se encaminó hasta la estación más cercana; el cabello por ratos se le atravesaba en la cara por los fuertes vientos y aquello le molestaba porque no quería sujetárselo. Sólo esperaba que el clima no empeorara.

A pesar de no ser una hora concurrida había la suficiente gente utilizando el servicio, entre ellas varias mujeres que le dirigían la mirada y él, por supuesto, no podía devolvérselas sin una sonrisa seductora. Era algo inevitable en su ser el coquetear, sabía que no podía pasar desapercibido en el género contrario debido a su físico, por lo que aprovechaba su don al máximo.

Al llegar a la taquilla sacudió levemente la cabeza tratando de enfocarse en su cometido, iba en busca de una mujer y ya estaba pensando en conquistar a otra docena más para llevárselas a la cama. Rápidamente trazó un plan para olvidarse lo recién, así que comenzó a buscar a su próxima víctima: un adolescente universitario llegó a su mira y se puso en marcha. Caminó natural con el celular en mano hacia él, tropezando intencionalmente con el joven que iba saliendo de las taquillas, se disculpó apurado con tal de que le creyera por lo distraído que iba por estar enviando mensajes; todo sea para quitarle el pase de acceso. Un viejo truco que había aprendido en la escuela que no creyó que lo emplearía de nuevo.

Extrañamente comenzó a fruncir las cejas luego de pasar las puertas de entrada, se sentía disgustado por lo que acaba de hacer, pero no le quedaba de otra, pensó; decidió guardar la tarjeta de acceso en su bolsillo, lo conservaría el resto del día por si acaso. Resopló sonoro y se adentró a la instalación, quedó estoico cuando bajó los escalones para llegar a las estaciones para abordar; habían demasiadas personas que por un instante se perdió y no sabía a dónde dirigirse por culpa de la gente que se quedaba amontonada en un mismo lugar. Por su altura no era muy difícil sobresalir de la multitud y buscar la parada de abordaje que necesitaba, ésta estaba al frente. Entre empujones y pisoteos logró salir de la multitud y, para su fortuna, la línea que debía abordar estaba despejada por lo que pudo entrar cómodamente.

El vagón iba casi vacío y la máquina no tardó en ponerse en marcha a los pocos minutos, fue a acomodarse a las butacas mientras pensaba en la mujer. Dejó caer su espalda en el abultado respaldo mientras levantaba la pierna derecha y la cruzaba sobre la otra tamborileando sus dedos sobre su bota; observó el mapa en la pared que estaba en frente y contó todas las paradas por las que debía pasar, ubicando la estación donde debía bajarse.

Si bien Zangya nunca le dijo donde vivía por más que se lo preguntó, no fue difícil encontrarla con las publicaciones que hacía en sus redes, según las codificaciones y coordenadas, la mayoría de su contenido tenía la misma ubicación por lo que asumió que ahí vivía. Nuevamente sacó su celular y activó una aplicación de mapas para ubicarse mejor, este calculó la distancia y la velocidad a la que iba, indicándole que podría llegar a su destino en menos de una hora.

Guardó el móvil y su vista se enfocó en el exterior que le brindaban las amplias ventanas, no se interesó en ver el paisaje y rápido se aburrió al no saber qué hacer más que pensar. No sabía cuánto tiempo se quedó divagando en su mente que no había notado que ya habían pasado tres paradas hasta entonces, comenzó a examinar a su alrededor cuando escuchó la alarma de las puertas al abrirse, dejando entrar a unas cuantas personas. Entre ellas, una mujer de cabello platinado; fue difícil no quitarle la mirada y al parecer, ella notó su escrutinio por lo que aprovechó a acercársele.

—¿Nuevo en la línea? —su aterciopelada voz hizo que cerrara la boca que no había notado que llevaba abierta, parpadeó tres veces para enfocarse en la misma mujer con la que había perdido el sentido, quien se había sentado justamente a la par de él a pesar de haber más lugares disponibles. No le venían las palabras a la mente, mucho menos poder articularlas cuando ella le sonrió—. Lo lamento, no me presenté: soy Towa —comentó risueña al pensar que había incomodado a su compañero de asiento.

—Raditz —dijo por fin al recobrar el conocimiento luego de aclarase la garganta y le ofreció la mano en forma de saludo. Procesó la inicial pregunta y optó por contestarle con una sonrisa de lado —. Luego de tantos años de no utilizar este servicio, podría decir que sí —reacomodó su postura y pasó todo su peso hacia su lado izquierdo para mostrarle toda su disposición y atención a la fémina.

—Así parece. Frecuento esta línea y jamás te había visto —comentó con tal confianza que ya lo tuteaba.

—Ahora yo tengo motivos para frecuentarlo —sonrió ampliamente mostrando sus caninos. Comenzaron a hablar como si se conocieran de siempre, fue ella quien lideraba la conversación hablando de sí misma, hasta que la mujer llegó a su parada; se despidió de un beso en la mejilla sorprendiéndolo, no sin antes darle una tarjetita personal con su número e información y ofrecerle sus servicios legales si llegase a necesitarlo. No pudo quitarle la mirada hasta que el tren avanzó y rememoraba todo lo que habían hablado, los pequeños toqueteos que le daba cada vez que ella bromeaba aún podía sentirlos sobre su brazo. Leyó la tarjeta y memorizó su número telefónico y la dirección en la que estaba su bufete; le llamaba mucho la atención, era una mujer madura con el físico de una chica como la edad de Zangya…

Y fue ahí donde cayó en cuenta que nuevamente había perdido el cometido por el que iba. Se tomó del puente de la nariz mientras negaba por lo estúpido que se sentía: veía una mujer bonita y su cabeza se apagaba para entrar en modo casanova. Su comportamiento era irremediable. A pesar de sus exhaustivos reproches hacia sí mismo por su forma de ser, guardo en su billetera la tarjeta que le dio con el simple fin de ya no verla, con la idea de: si no la veía entonces nada pasó.

En el transcurso del viaje dejó de prestarle atención a su alrededor, únicamente contó mentalmente las paradas que hacía el tren, con el celular en mano viendo el transcurso de la ruta, hasta llegar a la que necesitaba con tal de estar lo más enfocado posible a su propósito.

Hubo un momento en que un niño, que estaba en la parte de atrás del vagón, comenzó a llorar desenfrenadamente, gritando con el único fin de que su madre le diera el móvil para poder jugar; el berrinche no paró ni un segundo. Estaba desesperado y no sabía qué hacer, por esa razón es que odiaba los transportes públicos. Llegó a tal punto de levantarse y hablar con la mujer para que callara al mocoso, y al parecer notaron su propósito cuando lo vieron acercarse porque escuchó como la señora le murmuraba al chiquillo: si no se callaba, que el hombre-malo iba a llevárselo. Entonces se quedó parado justo enfrente de la puerta del vagón mientras le daba una mirada reprobatoria al bastardo, le gustaba intimidar y con los niños no era la excepción; podía ver su miedo reflejado en su joven mirada y eso lo apaciguó un poco.

Afortunadamente había llegado a su parada a los poco segundo de lo sucedido. Cuando el tren se debuto y las puertas se abrieron, salió lo más rápido que pudo y respiró hondo al sentirse librado de tan estresante viaje, había sido suficiente como para tomar un bus. Caminar era su mejor opción, aunque no se sentía muy seguro al andar por donde no conocía y más cuando sabía que era una zona peligrosa, no llevaba cosas de mucho valor más que su móvil por lo que no lo emplearía hasta que se le fuese necesario.

Por reflejo y seguridad, llevaba las manos empuñadas y su andar era rápido. Examinaba cada calle, avenida, esquina con los edificios y casas que lo rodeaban mientras trazaba un mapa mental de cómo se veía todo su alrededor para memorizar su camino.

El cielo comenzaba a tornarse de naranjas más profundos y violetas ardientes. Las bajas temperaturas junto a los fuertes vientos comenzaban a desatarse, y agradeció traer la chaqueta pues en la noche comenzaba a serenar mucho más.

Tristemente había anochecido para entonces cuando llegó a su destino, no había sido muy estratégico de su parte el haberse ido caminando pues no creyó que fuera tan largo el camino… bueno, si no se le hubiese reiniciado el celular y perdiera la dirección al quedarse sin recepción e Internet; al menos logró memorizar el mapa. No estaba muy seguro de querer ir luego de ver donde era, ya que eran residenciales donde ella vivía; debía identificarse para que lo dejasen entrar y eso era lo que menos quería. O eso creyó cuando un grupo de personas entraron como si nada, lentamente se acercó a la garita con la duda si le pedirían identificación; examinó el pasillo mientras avanzaba y observaba su alrededor con la espera de alguien. Al final de cuentas, logró entrar como si nada, haciendo que eso lo animara tan sólo un poco.

Ahora venía lo complicado: buscar dónde vivía exactamente. Habían desde casas individuales hasta edificios de apartamentos. No estaría como loco tocando de puerta en puerta en busca de la mujer, podría llamar la atención y luego lo obligarían a salir del condominio por estar molestando.

Frustrado con no saber qué hacer para buscarla, camino sin rumbo alguno al que sería el centro del lugar: un amplio parque se encontraba en medio, donde hacía la división entre las casas con los edificios. Muy pocos niños rondaban, se apreciaban más a los adolescentes en grupo cuchicheando y fumando; no quería atraerlos ni tener problemas con ellos, por lo que fue a sentarse en una banca alejados de ellos, imitándolos al fumar con tal de pasar el tiempo.

Su celular había sonado entonces, por lo que lo sacó para ver la notificación: nada más indicando las redes abiertas cercanas. Por inercia, pinchó el aviso y deslizó hacia abajo la lista, cuando entonces el nombre de una red llamó su atención: el apellido de Zangya se encontraba ahí, era el último de todos ya que tenía la señal más baja. Todavía había una posibilidad de encontrarla. Estaba cien por ciento seguro que era ella, su apellido era único al ser extranjera.

Tiró la mitad del cigarro que no logró consumir y lo pisó al pararse, comenzó a caminar por todos lados hasta dar con los edificios ya que la señal se intensificaba y, cuando éste se mostró completo, se conectó para poder entrar a la dirección del router. Para hacerlo con mayor comodidad, se sentó en la acera más próxima. Ingresó y encriptó varias claves y códigos para poder tener acceso a la información del servidor. No le llevó más de cinco minutos para obtener la dirección exacta de donde vivía la mujer.

—¡Bendita tecnología! —exclamó con una sonrisa iluminada luego de besar su celular, para luego levantarse de un salto.

Lo mejor de todo es que estaba frente el edificio de ella. La emoción lo impulsaba, haciéndolo tomar las escaleras en vez del elevador para llegar al nivel deseado. No se percató de su alrededor, de las paredes desprendiendo la pintura ni las firmas de grafiti; sólo quería llegar al cuarto nivel a buscar a su chica.

Por fin, el número de apartamento relucía en la deteriorada puerta. No esperó ni un segundo más para tocar el timbre, ansioso de darle una sorpresa de la que no era su verdadero propósito. Sin embargo, su entusiasmo rápido cayó en picada luego de diez minutos esperando, tocó nuevamente, teniendo el mismo resultado. Por un momento se desesperó, comenzó a tocar el timbre como loco.

Pero nadie le abrió.

¿Debía esperar? Se preguntó entonces, era algo que no le gustaba y más cuando se trataba de ella. Un par ideas le pasaron por la cabeza, tampoco eran muy buenas pero haría lo que fuese con tal de saber a cerca de ella. Dio media vuelta y fue al apartamento de enfrente para preguntar si sabían algo respecto a Zangya. Esta vez, sólo tocó la puerta para no hacer más escándalo; no tardó mucho para que alguien lo atendiera: un crío de cuatro años abrió estrepitosamente, viéndolo con reluciente curiosidad. Hizo una mueca al no saber si le comprendería, pero no fue necesario hablarle cuando escuchó el grito de la que sería su progenitora.

—¡¿Por qué abres la puerta?! —alterada llegó una mujer con otro niño en brazos, sólo para cerrarle de sopetón sin atenderlo, el chasquido del seguro de la cerradura le dijo que no sería despachado de forma civilizada.

Bien, no se sentía molesto por lo ocurrido, en cierta parte comprendía el asunto. Aún tenía un par de alternativas, cuando se trataba de buscar daba lo mejor de sí, no importaba lo que fuese, le gustaba fisgar lo que sea. Era un tanto arriesgado y sospechoso pero iría a preguntar en la garita, tal vez ahí sí logren darle algo de información.

Bajó lo más rápido que pudo para salir del edificio, cruzó el parque donde estuvo anteriormente y está vez apreció el alrededor sólo para buscar la salida. Una mueca de disgusto se le formó en la cara al darse cuenta que el lugar no parecía un condominio sino un barrio de mala muerte, y ni se digan cuando vio a los adolescentes de hace unos momentos atrás viéndolo en silencio a lo lejos, pandilleros fue como los describió y se apresuró en llegar.

No había tardado cuando fue a preguntarle a seguridad si podían ayudarlo, a lo que le contestaron que ellos no sabían mucho al respecto y lo llevaron a la oficina para que le dieran más información, había tenido suerte ya que era muy tarde y estaban por cerrarla. Antes de atenderlo le habían preguntado qué era de la mujer ya que no podían ayudarlo si no era algún familiar o alguien importante, no lo dudo mucho y respondió que era pareja de ella; al parecer no le habían creído pero igual le dieron lo que pidió. No obstante, el resultado que consiguió no lo dejó tranquilo: saber que ella ya vivía con alguien lo tomó por sorpresa, –ahora sabía por qué habían dudado de él al principio –pero fue más cuando le dijeron que ya tenían más de dos meses del que no habían registro alguno de ellos, ni de entrada ni salida, mucho menos con los pagos de los servicios.

Le parecía muy curioso todo el asunto, al parecer no lo estaba evitando como creyó, y sólo tal vez aquella chispa de preocupación tenía más sentido de lo que pensaba. No quería creer que estaba desaparecida, sin embargo, una alarma extra comenzó a sonarle: ¿Algo tendría que ver la persona con quien ella vivía? Ya que, al parecer, ambos estaban en las mismas circunstancias. Debía buscarlo de inmediato con el nombre que consiguió para asegurarse.

Agradeció por la información y el tiempo que le dedicaron y se marchó del lugar lo más pronto posible sin ver atrás, con un malestar interno del que no podía describir.

No podía sacarse de la cabeza todo lo reciente como para fijarse por donde iba. Si bien nunca tuvieron una relación estable y jamás formalizaron algo, nada había entre ellos más que sexo y una antigua amistad. No era el hecho de que viviera con alguien, eso no le molestaba en lo más mínimo porque si ella recurría a él, significaba que no estaba del todo a gusto con esa persona. Simplemente le afectó, porque ahora lo veía más claro: sentía algo por ella, y nunca quiso reconocerlo en un principio. Le gustaba tener a la mujer que quisiera cuando quería, usarlas a su gusto… pero había algo en ella que lo llevaba a mantenerla a su lado. Y el que haya desaparecido tan repentinamente le había aclarado sus sentimientos ante tal preocupación.

Mientras pensaba, no se fijó por dónde caminaba ni qué trayecto tomó. Sólo caminó a la intemperie de la incertidumbre, no se le había ocurrido tomar algún transporte para regresar. Su intención no era perderse, pero se dio cuenta que así fue y tal vez eso era lo que necesitaba en este momento, por lo que siguió sin rumbo alguno.

De repente el bullicio se hacía notar mientras se acercaba a una calle más viva, música y gritos resonaban a la redonda, indicando el bar-discoteca estar en su apogeo al estar en la mejor hora del inicio del fin de la semana. Se le veía más personas entrando que saliendo, a pesar de haber numerosos grupos afuera del lugar disfrutando.

¿Qué más podía hacer? Era tarde y estaba lejos de casa. No le caería mal un par de tragos para sacar todo lo que le estaba atribulando, por lo que no dudó en adentrarse al acalorado y alegre lugar.

Las luces intermitentes y la niebla artificial lo cegaban por ratos, impidiéndole no encontrar la barra principal por unos buenos segundos. La música atronaba haciendo que su corazón golpeara en su pecho al mismo ritmo; no eran de su agrado las canciones que retumbaban, pero no podía hacer nada a su favor en ese sentido. No obstante, el pedir un buen vaso de vodka puro podría alivianar aquel y otros disgustos. Reclamó un lugar en la barra y no esperó en ordenar, menos en ser servido. De un solo trago se acabó la bebida, su garganta ardió al instante y el sabor amargo del alcohol logró distraerlo al fin. No tardó en ordenar otro, sólo que está vez se la tomaría con más mesura, pues no tenía intenciones de emborracharse.

Extrañamente se encontraba marcando el ritmo de la música con la cabeza luego de haber pasado un buen rato, ya no pensaba en lo ocurrido recientemente. Al cuarto vaso, el alcohol había comenzado a hacer su trabajo, entumeciendo todo su interior y relajando cada parte de su cuerpo. Se sentía bien, tanto como para que de la nada una leve sonrisa se le pintara en la cara.

Pero en un instante ésta había desaparecido cuando alguien le había tocado el hombro por la espalda. Intrigado, volteó rápidamente para ver de quién se trataba. Y, aunque no fuese alguien que conociese, le saludó sonriente a la joven mujer que se le había acercado, quien le devolvió el gesto; le echó una rápida mirada de pies a cabeza: su cabello blanco era extremadamente corto y su estatura era muy baja según para su gusto, sin embargo eso no le quitaba su atractivo y más cuando resaltaba su cuerpo con ese ceñido y corto enterizo morado.

Rápidamente se bajó de su asiento y se lo ofreció a la chica cuando notó que no había un lugar disponible cerca suyo. Descaradamente la tomó por debajo de los brazos y la alzó para sentarla en la silla de la que, según él, era muy alta para ella, quedándose parado a la par; al parecer no le molestó en absoluto a la fémina, sólo se limitó en agradecer con un aleteo coqueto de pestañas. Nuevamente hizo un ofrecimiento, diciéndole que ordenara lo que quisiera sin restricciones. Había querido iniciar una conversación, tratar de conquistarla más bien y se acercó un poco más a su cara para que lo lograse escucharlo por el volumen de la música; sin embargo la chica, de la nada, lo había tomado del mentón para halarlo y besarlo apasionadamente.

Al principio, Raditz se sorprendió por su soltura, y no lo pensó dos veces para corresponderle. No sólo estaba embriagado por la bebida, sino por la mujer que tenía ahora; no sabía si la cabeza le daba vueltas por el licor o por lo intenso que se estaba tornando el beso, tenía el juicio nublado y su mente le repetía que no necesitaba a una mujer cuando podía tener la que quisiera, como ahora mismo. La idea le extasiaba, y más cuando le pasó mano por la nunca para profundizar el encuentro y percibió cuan pequeña era ella ya que casi lograba acunarle toda la cabeza, le era casi imposible evitar pensarla debajo suyo haciéndola gritar su nombre.

Infortunadamente, sus fantasías rápido se vieron cortadas cuando ella se separó de golpe y volteó a ver asustada hacia un lado, él tenía la misma intención de saber qué sucedía. Pero no logró cumplir su cometido cuando un puño se estampó en su cara, mandándolo sobre la barra donde tenía servido sus tragos quebrando los vasos, a su vez ensartándose varios filamentos en las manos cuando intentó apoyarse sobre estos. No tuvo tiempo para procesar lo sucedido cuando fue jalado de la ropa y le propinaran otro puñetazo, reaccionó instintivamente para defenderse y devolvió el ataque.

Podía escuchar al tipo que lo agredía reclamarle por algo que no entendía y a la mujer con la que estaba también gritándole, no sabía si era a él o al otro sujeto, no podía distinguir entre tanto escándalo y su aturdido estado. Las personas comenzaron a rodearlos, curiosos de saber qué es lo que pasaba con el trío cuando inició la pelea.

No pasó mucho tiempo cuando cuatro tipos robustos uniformados llegaron para separarlos a la fuerza, arrastrándolos para sacarlos del recinto y de forma brusca lanzarlos a la calle.

—¡Aquí no es un ring de combate! —gritó uno de los guardias que los lanzaron, quien se había quedado escoltando la entrada para no dejarlos volver a entrar.

Cayó sobre el costado derecho, su brazo dolió al impactar en el pavimento y sus manos ardieron cuando intentó amortiguarse. Se sacudió cuando estuvo de pie y buscó al idiota que lo golpeó para reanudar el asunto, encontrándolo a unos cuantos metros junto a la chica con la que se besó antes de ser arrojados afuera; ella le suplicaba que olvidara todo y regresaran juntos.

Lo que le faltaba, tenía una chica a su disposición y resultaba que sólo estaba provocando a un idiota que tenía por pareja. Ya no le importaba, ni siquiera sabía su nombre como para ir a tras ella. Negó hastiado y dio media vuelta para avanzar sin ver hacia atrás.

Ahora estaba terriblemente enfadado con todos, con sí mismo, por todas las cosas que le estaban pasando. Bueno, al menos se había salvado de pagar lo que pidió en el bar aunque no haya sido mucho; aún así, eso no logró mejorarle el ánimo.

Estaba perdido en una zona desconocida a entrada de la media noche, no había a quien preguntarle cuando ya todo estaba cerrado y todos en la comodidad de sus casas, no habían transportes y no le quedaba de otra más que caminar; para cuando quiso utilizar el móvil para ubicarse, el rose de su cortada piel con el cuero ardió y más cuando lo tomó; apenas logró sacarlo cuando entonces, sintió una leve presión en su costado izquierdo en la espalda y una voz hizo que detuviera su andar. Sintió el filo de la navaja comenzar a atravesar a traspasar su chaqueta, aún así, volteó para entregar el celular que le pidieron y su ceño se marcó cuando reconoció al grupo de adolescentes que vio en el parque donde estuvo anteriormente, le parecía increíble que lo hayan seguido y esperado para asaltarlo.

No conformes con el aparato, lo acorralaron a la entrada de un oscuro callejón, objetando que le dieran todo lo que llevaba. Rodó los ojos, no iba a darles nada. Sin embargo, hizo como si fuese a sacar su billetera, se enfocó en los ojos el estúpido niño que lo apuntaba con la navaja esperando a que redirigiera su vista a la mano donde supuestamente la sacaría. Así fue, aprovechó el momento y lo tomó por donde tenía el arma, le giró el brazo para que lo soltara y así poder librarse. Y, tras ser unos mocosos, sabía que se irían corriendo al ver fallida la situación.

Sin embargo, creyó mal, y todos los bastardos le saltaron encima tratando de botarlo. Si no estuviese ebrio, habría logrado mantenerse en pie; aún así, hizo todo lo posible para zafárselos. Sentía dar manotazos por todos lados, intentaba rodar pero todo le daba vueltas como para saber si algo le estaba funcionando. Al final de cuentas, no supo cómo le hizo, pero logró levantarse y lanzar al que tenía a su derecha, repitió el movimiento con el otro. Desgraciadamente no se salvó de una apuñalada en su costado izquierdo por debajo de las costillas, gritó por el dolor y rápido se deshizo de quien lo hirió, zampándole un puñetazo en la boca, mandándolo al muro contrario.

No sabía cuantos idiotas eran, sólo trataba de salir de ahí como fuese posible luego de haberlos derribado. Para su fortuna, había llegado una radio patrulla con un par de policías al lugar. No obstante, jamás pensó que alguno de los tontos que lo atacó, corriera hacia ellos suplicando que los ayudara porque los estaban agrediendo. Quedó estoico ¿Qué podía hacer? No estarían a favor de él al ir ebrio y más, al ver que lo demás eran menores de edad. ¡Jodida corrupción! Fue lo primero que le vino a la cabeza. Estaba herido y a pesar de eso, no le creerían. Comenzó a ponerse nervioso cuando los oficiales se bajaron del vehículo y observaban la escena; no le dieron la oportunidad de hablar cuando lo tomaron bruscamente y jalaron de los brazos por atrás para no intentar escapar y esposarlo de una vez.

No, no podía ir a la cárcel… no por algo tan estúpido, se dijo. Si se iría preso, sería por sus hazañas, no por unos niños que dejaron los estudios y se hacían las víctimas cuando no les salían bien las cosas.

No habían logrado colocarle las esposas a tiempo, cuando hizo una maniobra para escapar de quien lo tenía sujeto. Utilizó la fuerza que le ejercía su contraparte para desestabilizarlo y propinarle un par de golpes hasta derribarlo, su compañero rápido reaccionó y fue a socorrerlo, sacó su bastón para defenderlo pero había sido en vano cuando Raditz lo detuvo en el intento. No fue necesario más de un golpe para noquearlo.

Lo único que podía hacer ahora era huir, irse lejos y que no lo encontraran. Se echó a correr sin rumbo alguno, como si no estuviese herido ni ebrio, la adrenalina dominaba su cuerpo y la desesperación por que no fuese seguido lo invadía para que no parara.

No sabía dónde estaba, había corrido lo más rápido que pudo con la poca energía que le quedaba. Ya no había calles, edificios ni casas o luces; sólo plantas, rocas y árboles que ascendían por la colina alumbrada por la luna creciente. No podía regresar ya, igual estaba muy agotado para hacerlo; aún así, su mente le decía que no se detuviera por lo que siguió caminando montaña arriba. Había dejado de correr, su paso era lento y su respiración era agitada, todo su alrededor daba vueltas, el cuerpo le pesaba y las heridas palpitaban de dolor.

En el último hálito que dio, su cuerpo colapsó involuntariamente. El polvo se levantó al recibir su caída y la hierba le acarició el rostro cuando estuvo en el suelo. No era consiente de la sangre que había perdido, ni de donde estaba, ya no importaba luego de haberse desmayado.


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Madrugadores como siempre, necesitaban salir desde temprano para bajar a la ciudad para abastecerse de varias cosas que no tenían en la montaña. Alistaron todo lo que necesitan y montaron el pequeño auto que tenían.

El sol comenzaba anunciar su presencia con los primeros rayos del luz desde el horizonte de las colinas. Las estrellas aún relucían a la espera de la más grande de todas y dar comienzo a un nuevo día. Milk, quien iba apreciando el panorama junto a su pequeño Gohan que, aunque estuviese dormido en sus brazos, agradecía por tener un día más junto a él y su Goku.

Mientras descendía de la montaña con precaución, iban repasando en voz baja la lista de suministros que necesitaban, a donde irían y, si tenían tiempo, pasarían a visitar a su amiga Bulma luego de las compras. Hacía tiempo que no la veían, aunque no era lo relevante para ellos, siempre se mantenían comunicados; sin embargo, no sabían de ella desde hace tiempo y eso les preocupaba. Su amiga científico siempre les llamaba aunque sea una vez por semana, no importaba en la situación que estuviese, siempre les dedicaba un poco de su tiempo; sabían que ella trabajaba arduamente y por eso mejor esperaban a que ella llamase para no interrumpirla, no obstante, había sido demasiado desde que hablaron. Sólo esperaban que no la interrumpieran con su visita.

No habían bajado mucho cuando notaron varios árboles caídos obstruyendo paso. Los vientos estaban más agresivos que otras veces y había cobrado muchos árboles por todo el lugar, sólo les quedaba regresar y tomar otro camino en las próximas colinas. Era más tardado el trayecto pero necesitaban ir sí o sí a la ciudad.

Pocas veces habían recurrido al camino de las montañas vecinas, por lo que iban más precavidos de lo normal. El sendero estaba muy deteriorado, al menos no estaba tan obstruido como el habitual. Habían tardado demasiado en bajar, el sol ya había reclamado el cielo y eso les indicaban que regresarían tarde.

Un grito de Milk resonó por todas las montañas, espantando a todas las aves del lugar y despertando al bebé que llevaba en brazos. Goku frenó violentamente y Gohan lloraba asustado. No podían creer lo que veía ¡Alguien estaba muerto a mitad del camino!

Por reflejo, la madre se abrazó a su bebé intentando calmarlo, no sólo a él, sino también ella por la impresión. Lo arrullaba y se disculpaba por haberlo despertado así.

—Quédate aquí —habló Goku cuando abrió la puerta del auto corriendo para cerciorarse de la persona que estaba ahí. Su corazón se aceleró, todo el cuerpo le temblaba porque creía reconocer quien era, por su porte y melena sabía que no podía ser otra persona más que su hermano; le dio la vuelta para asegurarse, porque no concebía que fuera Raditz que estuviera muerto en media montaña. Su mandíbula se tensó, ver el estado en que estaba le dolió y maldijo a quien le haya hecho daño. Examinó su cuerpo en busca de lo que le haya pasado, una apuñalada y sangre encontró, entonces notó que aún respiraba, lento pero significaba que estaba con vida. Debía ayudarlo de inmediato—. ¡MILK! —gritó desesperado en busca de ayuda. Hizo todo lo posible por cargarlo, era muy alto y pesado pero logró levantarlo.

La susodicha se bajó preocupada del carro al llamado de su marido, corrió como pudo con el niño y se cubrió la boca para no gritar de nuevo al ver a quien llevaba cargando.

—¡Hay que llevarlo a casa, el único hospital cercano está a tres horas y media de aquí, no debemos perder tiempo! —habló tan rápido que apenas le pudo entender, a parte la conmoción no le dejaba comprender; se devolvió al vehículo y abrió la puerta trasera para que pudiera meterlo. No podía ayudar mucho con un bebé agitado en brazos y ella tan alterada.

La situación empeoraba, no había modo de dar la vuelta, debían ir de retroceso hasta encontrar una forma para regresar más rápido. El auto brincaba y tronaba en la irregular calle, a este paso no les importaba mucho si se dañaba; era más importante la vida del hombre que llevaban en el asiento de atrás. Habían encontrado un ensanchamiento justo para girar y subir, tardaron menos en regresar de lo que les llevó bajar. No tuvieron la necesidad de hablar para ponerse en acción, mientras Goku sacaba el malherido cuerpo de su hermano, Milk corría hacia la casa para abrirla y preparar un lugar para poder atenderlo.

La pobre mujer tuvo que dejar al pequeño en la cuna a pesar de su llanto, no podía hacer mucho cuando lo cargaba y tampoco quería que presenciara tal escena, pero su hijo estaba alterado y necesitaba de ella en ese momento. También estaba alterada y no sabía qué hacer exactamente; decidió ayudar a su cuñado luego de escuchar a Goku gritándole de nuevo por ayuda, lastimosamente su bebé tendría que esperar.

Buscó el botiquín que tenía guardado en su armario, también sacó un par de toallas y se dirigió lo más rápido a la habitación donde lo llevaron. Iba tan apurada que se tropezó con su propio pie y casi votaba todo lo que llevaba en manos, dejó las cosas y fue por un pequeño balde para llenarla con agua. El líquido caía en el trayecto por la inestabilidad y los temblores que le impedían tomar bien el balde. Llegó con un poco más de la mitad de agua que sirvió y la dejó sobre el buró.

—Ayúdame a quitarle la chaqueta —pidió antes de recostarlo por completo en la cama. Hizo lo que le pidió y rápido se la sacó, la dejó en un lugar donde no le estorbaran—. Trae una tijera, hay que cortarle la camisa para limpiarle la herida —ordenó apurado—. ¡YA! —gritó cuando vio que la mujer se había quedado estática en su lugar.

No comprendía por qué debía hacer eso pero lo obedeció, fue por las tijeras que tenía en la cocina y al regresar cortaría la prenda, sin embargo, cuando levantó la camisa y llevó la tijera para cortarla, notó que las manos le temblaban desenfrenadamente y apenas si podía sostener dichas cosas. Agradeció cuando Goku se las quitó y él se dispuso a hacerlo, lo hizo rápido y certero; cuando cayó la tela, se dispuso a limpiarlo con cuidado de no lastimarlo más de lo que estaba. La herida necesitaba varias puntadas para cerrarla pero carecían de los materiales para hacerlo, lo único que podían hacer era desinfectarla y cubrirla.

Cuando pasó el algodón sobre la herida, saltó asustada ya que Raditz emitió un gemido de dolor y se contrajo al mismo tiempo. Cierto alivio se manifestó en la pareja al saber que aún estaba consciente, aunque sólo sería para sentir más dolor. Prosiguieron hasta terminar con la limpieza.

Gohan en ningún momento había parado de llorar, cuando finalizaron, la preocupada madre fue a calmarlo. No quería separase de Goku, rápido tranquilizó al niño y se durmió al instante por el agotamiento de tan sólo llorar; se devolvió a la habitación aún con el bebé en brazos, necesitaban estar los tres juntos.

—Hay que llevarlo al hospital —comentó angustiada la mujer. Sin embargo, el asombro y el enojo relucieron en su cara con lo que escuchó.

—N-no —en un susurro salió la negación de Raditz —… No es necesario —logró formular la oración con dificultad. No había creído cuando le regresó la consciencia, no más sólo fue para volver a sentir más dolor y aturdimiento. No sabía cómo había llegado, pero reconoció la voz de la mujer de su hermano y agradeció porque lo hayan encontrado.

—¡¿Qué no es necesario?! —habló exaltada ante la petición del melenudo.

—Milk —la nombró en un tono sombrío, indicándole que bajara el tono de voz. Ella por su parte, le dio la razón y mejor se quedó callada cuando él siguió hablando —. ¿Cómo sucedió todo? —le preguntó a su hermano mayor y se sentó a su lado para escucharlo mejor.

Otro quejido le salió luego suspirar, los párpados le pesaban y apenas si tenía energía para hablar, el cuerpo le dolía tanto que sentía estallar en cualquier momento. No tenía la capacidad de discernir en ese momento como para explicarles todo lo que pasó.

—Todo… por una mujer —fue lo que salió de su boca. La pareja volteó a verse, perplejos por lo que habían escuchado, luego regresaron su atención cuando él intentaba hablar—. Creo que no tengo mucha suerte con las mujeres —suspiró por lo bajo.

Goku quería saber más al respecto, nunca había sentido tanta curiosidad por querer saber algo, pero pensaba porque la situación lo ameritaba. Resopló cansado, mejor esperaría a que mejorara y se lo dijera con mayor detalle. Se levantó de la cama y esperó a que Milk llegara a su lado— Mejor descansa. —dijo el menor de los hermanos, iban a salir cuando escucharon una risa adolorida, se detuvieron antes de dejar la pieza esperando a lo que le estuviese pasando a Raditz.

—Hasta Vegeta tiene más suerte al quedarse con tu amiguita azul… —comentó entre quejas y quejidos. Su cuerpo nuevamente se contrajo por haberse reído, suspiro hondo y se relajo lo más que pudo para apaciguar un poco el dolor.

—¿Bulma? —preguntaron al unísono, no era necesaria tanta descripción para saber que hablaba de ella, y más cuando tuvieron una afirmación a su cuestión. No sabían cómo tomarse lo que acababan de enterarse, si era bueno o malo, o si su paciente había comenzado a delirar. Lo único que podían hacer era esperar a que sanara para aclarar todas sus dudas.

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N/A: bien, lo siento si tardé, no voy a excusarme mucho porque es lo mismo que en el los últimos capítulos: no estoy bien, mi situación me esta matando y no de forma literal. Bueno, en cierto punto sí xD

BBueno, había dicho que tenía planeado terminar esta historia para antes de mi cumpleaños, pero... Ya falta un mes para que sea :'v por lo que no podré, sin embargo, haré todo lo posible para terminarlo antes de que se termine el año :') deseo terminar algo y no con vida, okno, mal chiste xD

Lamento si el cap decepciona, si tiene faltas ortograficas o algo así quería subirlo de inmediato aunque no quería, me agarran mis crisis con este fic xD ahora me da vergüenza, pero con algo se comienza ❤️

Agh, que larga nota :'v igual ni la han de leer xD y si lo hacen, quiero agradecer por leer todo lo que escribo UwU me harían sentir mejor si me dejan un comentario.

Y quiero agradecerte Lyss Getta, por dejarme siempre reviews tan bellos ❤️😭 me siento muy mal al no contestarlos, quisiera decirte también palabras lindas pero no se porqué no puedo :'v tkm UwU

Hasta la próxima,

07/10/2019