Bienvenidas y bienvenidos a esta nueva locura de Dai que me ha tomado años (literal), pues con eso de la universidad, bueno, pues nada de tiempo me quedaba para escribir. He estado trabajando con pequeños bocetos de esta historia que ha rondado en mi cabeza desde que iba a mitad de "Te amaré por siempre" y espero me acompañen a lo largo de ella y sobretodo, cruzo dedos, para que sea de su agrado.
Antes de empezar me gustaría señalar que el título de la historia es gracias a la canción de Jessie Ware, algunas y algunos la conocerán por el soundtrack de FSOG, yo porque es una de mis cantantes favoritas, la escuché en varias ocasiones mientras escribía esta historia y como justamente la historia va por este camino, dije, bueno, por qué no. Para quienes no la hayan escuchado se las recomiento, es una muy linda canción. Y sin más empecemos con el primer capítulo.
Capítulo 1: "Bienvenida"
BPOV
Y ahí estaba, esperando que anunciaran mi vuelo en el aeropuerto, iría a vivir con el hombre al que amaba, claro, sólo que él no lo sabía. Él era el mejor amigo de mi hermano y hermano de mi mejor amiga, algo complicado.
Era casi media noche, pero era la única manera de poder llegar a una hora más o menos decente a New Haven. Charlie y Sue estaban a mi lado esperando que partiera. Tendría dos paradas, la primera sería en Dallas y la segunda en Filadelfia. Si todo iba bien y los vuelos no se atrasaban, que rogaba para que no sucediera, iría llegando a New Haven pasada las tres de la tarde. En ese momento anunciaron mi vuelo, me levanté y tomé mi pequeño bolso que llevaría conmigo.
—Ya es hora Bella— me dijo Charlie con la voz ronca—. Cuídate mucho, estaremos aquí para lo que necesites ¿De acuerdo?
—Lo sé papá
—Te marcaré para verificar que ya estás con Emmett. Te quiero pequeña —me dio un beso en la frente—. Te extrañaremos mucho —abracé a mi padre y le di un beso en la mejilla.
—Te quiero papá.
—Hija— me dijo Sue —,éxito en esta nueva etapa, disfrútala mucho —me abrazó dulcemente y depositó un beso en mi mejilla.
—Por favor denle otro beso de mi parte a Seth —ambos asintieron.
Tomé mi bolso y me dirigí a la salida para abordar el avión, volteé a ver a mi padre y Sue, y me despedí nuevamente con la mano.
Después de un viaje realmente exhaustivo sólo quería encontrar a mi hermano e irme a descansar un poco. Así que al llegar al aeropuerto comencé a buscar los músculos de Emmett, pero por muy enorme que fuera no lograba encontrarlo, rogaba porque no se le hubiera olvidado venir a recogerme. Rodeé los ojos al recordar que mi papá le había llamado mínimo cinco veces el día anterior, sin contar las que le había hecho durante la semana anterior, y la anterior. Así que sencillamente no se le pudo haber olvidado, más valía que se apurara porque Charlie no tardaba en llamar.
Era difícil para Charlie dejarse de preocupar por nosotros desde la muerte de mamá. Un hombre de treinta y tres años de pronto se quedó viudo y a cargo de sus hijos, un niño de nueve años y una pequeña de seis años, yo. Desde ese entonces Charlie se había encargado de estar al pendiente tanto de Emmett como de mí, además de entrenar a Emmett para cuidar de mí. Fue difícil para él ver partir a Emmett cuando llegó su momento de entrar a la universidad hace tres años y ahora volvía a pasar por ello. Lo bueno es que no se quedaba sólo; dos años después de la muerte de mamá Charlie conoció a Sue y se casó con ella y ahora tenían a Seth de ocho años, ese pequeño demonio que nos alegraba la vida a todos.
—Hola hermosa— dijo una voz seductora cerca de mi oído que me saco de mis cavilaciones.
¡Oh Dios, esa voz! Me giré lentamente hasta quedar de frente a él. En cuanto vi esos hermosos ojos verde esmeralda me perdí en ellos, deje que su mirada me absorbiera y supe en ese momento que esto sería muy difícil, los próximos cuatro años serían una tortura ¡Que Dios me amparara!
—Oh, hola Edward— contesté una vez encontré mi voz.
—¿Tan mal te cayó que viniera a recogerte? —dijo con un fingido tono herido.
—No, para nada, es sólo que esperaba a Emmett— le sonreí.
—Sí, me dijo que lo disculparas, que promete recompensarte, lo atrapó el tráfico.
—Pero tú…
—Estaba más cerca —pasó su mano por ese sedoso cabello bronce suyo—. Sólo déjame saludarte como se debe.
Al segundo siguiente me encontraba entre sus brazos, me estrechaba cariñosamente y enterró su nariz en mi cuello ¡Cuánto lo había extrañado!
—Te extrañé demasiado Bella —sentí su aliento en mi cuello, provocando un escalofrío delicioso por toda mi columna.
—Yo también te extrañé Edward —pasé mis brazos por su cuello mientras él seguía abrazándome— ¿Por qué no has ido a Forks? —tuve cuidado con mi voz, no quería que sonara a reproche.
Me separé de él y lo miré. Edward parecía incómodo.
—He tenido muchas cosas que hacer —colocó su mano sobre una de mis mejillas—, pero ahora estás aquí.
Con una mano tomó mi equipaje y con la otra tomó mi mano. Eso se sentía realmente bien, el contacto cálido de su mano. Siempre había sido, era demasiado común que Edward tomara mi mano, al principio había sido como una medida de precaución por mi torpeza, después se volvió en una costumbre.
—Todas tus cosas ya están en el departamento.
—Lamento la molestia, pero…
—Para —dijo deteniéndose y jalándome—. No es ninguna molestia, todo lo contrario. Me alegra el que hayas decidido venir a vivir conmigo.
—Sé que lo más lógico hubiera sido que me hubiera ido a vivir con Emmett, pero…
—Ni que lo digas, mi primer año viviendo con él y con Rosalie fue insoportable.
—Demasiado ruido para nuestra salud mental —ambos empezamos a reírnos.
—Andando —tomó mi mano nuevamente y continuamos caminando.
Nos adentramos en un hermoso vecindario, los edificios se veían muy hogareños, no rebasaban los cuatro pisos. No era de esos edificios modernos que un joven universitario elegiría comúnmente, pero se notaba la elegancia y delicadeza en cada detalle, gobernaban los colores café canela y beige; ventanas y puertas con marcos blancos, cristales pulidos; balcones y jardines privados. Toda la fachada decía comodidad y confortabilidad. Había mesas para comer afuera, acompañados de una vista hermosa, rodeado de árboles, por lo menos no extrañaría del todo esa parte de Forks, pensé. Así que estos eran los famosos Westville Village Aparments, realmente era hermoso. Se veía realmente tranquilo.
—En ese edificio vive Alice —me dijo señalando uno de los edificios que quedaban a mi costado derecho—. Queda justamente frente a nosotros —dijo señalando el edificio a nuestra izquierda—. No tienes que ir al gimnasio a otro lugar aquí mismo puedes encontrarlo —dijo señalando otro edificio.
—Buen chiste Edward, yo en el gimnasio— ambos empezamos a reír.
Nos dirigimos al edificio que ya me había señalado y subimos a su departamento.
—Ésta será tu casa los próximos años —dijo mientras abría la puerta de su departamento—. Toma —tomó mi mano derecha y depositó una llave plateada—. Tu llave, te anotaré el código de la entrada del edificio.
Observé el departamento. Era de dos pisos, en la planta baja había una pequeña sala de estar, del lado izquierdo la puerta de la cocina si tenía que adivinar, debajo de las escaleras se encontraba su inseparable piano, regalo de sus padres. Todo estaba decorado en tonos gris azulado, blanco y gris arena. Esto lo había decorado Esme definitivamente. Desentonaba con la fachada de los edificios, pero el departamento gritaba ser el hogar de Edward. La sala era de color gris arena y en forma de "L" con cojines del mismo color y azul ártico, las paredes blancas dándole mayor luminosidad. Enfrente de la sala una pantalla, DVD y cómo no, el inseparable Wii de Edward. Volteé a verlo con una ceja alzada a lo que él respondió con un encogimiento de hombros.
—Bella, quiero que sepas que esta es tu casa, no quiero que te sientas incómoda ni nada por el estilo. Puedes moverte, hacer y tomar las decisiones que quieras con respecto al departamento. Es tanto mío como tuyo ¿De acuerdo? —al ver que no contestaba, prosiguió— ¿Quieres ver tu habitación?
—Sí
Edward tomó mi mano y me condujo a las escaleras. Pasamos por la puerta que quedaba al lado de ellas.
—Esa es mi habitación. Estará abierta para ti cuando quieras… me refiero a que si necesitas algo puedes entrar cuando quieras— aclaró rápidamente.
—Gracias —sonreí tímidamente. De sólo imaginarme en su habitación a su lado, en su cama. Espera Bella, contrólate.
Continuamos caminando, pasamos por otra puerta que era el baño, y a unos cuantos pasos estaba la puerta de mi habitación.
—Entra, es todo tuyo —me sonrió.
Solté su mano y me dirigí al que era mi cuarto. Entré y me encontré con una cama justo en frente de la puerta con dos mesitas de noche a su costado. Había un ventanal al lado derecho. La habitación estaba decorada en distintas tonalidades moradas y gris.
—Tus cosas ya se encuentran dentro del armario —me señaló dos puertas del otro lado de la cama.
Caminó dudoso por la habitación.
—Espero sea de tu agrado, podemos cambiar si quieres los colores, los muebles… no sé, como a ti te agrade— se pasó la mano por su nuca.
—¿Qué? No, para nada. Todo me ha agradado, es perfecto. Sólo una cosa ¿De dónde salieron tantas cosas? No recuerdo que Charlie mandara dinero para comprar todo esto.
—Le pedí a mamá que me ayudara a diseñar la habitación y compramos todo.
—Pero Edward
—¿Qué? No te gustó —dijo lo último en un tono cabizbajo y preocupado.
—No es eso, ya te dije, es sólo que no puedo dejar que ustedes gasten su dinero en mí.
—Mis padres no se gastaron nada si eso es lo que te preocupa.
—¿Qué?
—Tomé un poco de mi fideicomiso.
—Pero, aun así, ese es tu dinero y…
—Shhh —me calló— no permito más objeciones. Tómalo como mi regalo de bienvenida ¿De acuerdo preciosa?
—Si —dije resignada.
—Te dejo para que descanses un rato antes de…
El timbre de la puerta lo interrumpió.
—Alice —dijimos los dos al unísono.
—Te ha extrañado demasiado. No importa que hace dos meses te fue a visitar, ha esperado con ansias este día -iba contándome Edward mientras bajábamos las escaleras.
—Yo también la he extrañado demasiado. Me hizo mucha falta este último año.
— ¿Y yo Bella, me has extrañado a mí? —se detuvo a mitad de las escaleras, un par de escalones más abajo que yo, y me miró fijamente.
Sentí como la sangre se acumulaba en mis mejillas.
—Yo sé que si —sonrió juguetonamente.
—Sigues siendo tan engreído —seguí con el juego.
—A ver dime que no es verdad —me retó.
—Sabes que sí fue así.
Acarició mi mejilla y seguimos caminando.
Edward abrió la puerta. No tuve ni tiempo de mirar cuando un duende me saltó encima provocando que cayéramos. Alice se pegó a mí tal cual una sanguijuela.
—¡Bella, te he extrañado!
De pronto vi a Alice en volandas rodeada del brazo de Edward.
—Tranquila Alice, déjala respirar —hizo a un lado a Alice y me ayudó a levantarme.
—Por fin estás aquí —me dijo abrazándome nuevamente.
—Hola, Bella —saludó Jasper.
—Oh Jasper, hola —fui a abrazarlo.
— ¡Bella ya estoy aquí! —se escuchó la voz de Emmett desde las escaleras.
Todo mundo comenzó a reír y yo sólo pude rodar los ojos.
— ¡Hermana! —volvió a gritar
— ¡Emmett espera! —se escuchó a Rosalie.
Entró rápidamente al departamento arrastrando a Rosalie prácticamente, la soltó y corrió a mi lado, me tomó en volandas y comenzó a girar conmigo en brazos.
— ¿Cómo te fue en el viaje enana? —me puso de nuevo en el suelo y me estrujó entre sus brazos.
—Emmett… no… me… —le dije entrecortadamente porque la fuerza de su abrazo no me dejaba hablar.
— ¡Oh, lo siento! —dijo al darse cuenta y me soltó.
—Está bien —le sonreí— fue un vuelo tranquilo, eso me recuerda que hay que llamar a Charlie.
—Oh sí, hay que llamarle a mi papá.
Emmett y yo nos alejamos del grupo para comunicarnos con Charlie y Sue. No dio ni dos timbrazos cuando Charlie contestó.
— ¿Bella?
—Sí papá, soy yo
— ¿Ya estás con Emmett?
— ¡Presente general! —Emmett se puso en posición firme. No sé quién era más infantil si Emmett o nuestro hermano pequeño Seth.
— ¡Capitán Emmett! —se escuchó la vocecita de Seth.
—Están en altavoz, así que cuidado con lo que dicen —nos advirtió Charlie—. No quiero que Seth ande repitiendo majaderías.
—¿Qué es ma-ja-de-rías? —silabeó Seth.
—Algo que no debes decir —contestó Charlie.
— ¿Por qué? —me lo imaginé con su dedito índice en su mejilla como siempre lo hacía cuando sentía curiosidad. Vaya que extrañaría a ese diablillo.
—Porque son cosas malas, son groserías —le aclaró Charlie.
— ¡Oh, ya sé, como aquella vez que mamá te regañó por decir joder en frente de mí! —Emmett y yo comenzamos a reírnos y papá se atragantó.
Colgamos después de unos minutos, después de que Charlie sentenciara a Emmett sobre cuidar de su "pequeña hermana". Nos acercamos a donde se encontraban los chicos que estaban organizando una salida.
—Yo creo que deberíamos dejar descansar a Bella —comentó Edward.
—Edward no seas aguafiestas —le dijo Alice—, además debe empezar a conocer la ciudad y chicos.
— ¿Chicos? —preguntaron Emmett y Edward al mismo tiempo
—Sí, chicos, jóvenes del sexo masculino, con un pene entre las piernas —les soltó Alice.
—Bella no viene por los chicos —dijo Emmett.
—No pretenderás que se quede de monja los próximos cuatro años. Además, es hora de que Bella nos traiga un novio.
—Es muy chica para ello —dijo Emmett.
—Oh por Dios Emmett, no es una niña —contestó Rosalie— déjame informarte que está por cumplir los dieciocho años.
—Concuerdo con Emmett es muy chica para tener novio —declaró Edward un poco serio.
—Ya pareces su hermano. Me pondré celosa, la cuidas más a ella que a mí
—No es mi hermano Alice— le solté seria.
—Bueno, ya basta de charla, me imagino que Bella se ha de estar muriendo de hambre, ¿verdad Bella? —comentó Jasper.
—Sí, un poco.
—Eso es lo bueno —comentó Emmett—. Ahora podremos disfrutar de buena comida. Bella será nuestra cocinera —pasó un brazo sobre mis hombros—, ya me vi degustando de todas tus delicias —volteé a verlo y sus ojos brillaban, sí, ese era el efecto de la comida en Emmett.
—No seré tu esclava —intentó hacer un puchero, pero lo detuve—. No cocinaré todos los días, pero cuando lo haga prometo avisarte.
—Me es suficiente con eso.
Nos dirigimos a un restaurante de comida mexicana, el favorito de Emmett. Durante el transcurso traté de fijarme por dónde íbamos y memorizar las calles por si llegaba a perderme, pero era caso perdido.
— ¿Qué te parece New Haven hasta ahora? —me preguntó Jasper.
—Bonita, definitivamente menos verde que Forks —bromeé.
Al llegar al pequeño restaurante nos dirigimos a una mesa del fondo, pero sólo era para cuatro personas, por lo que Emmett y Edward juntaron otra mesa. Una vez sentados se acercó un mesero con piel morena, unos cuantos centímetros más bajos que los chicos y rasgos latinos. Tenía el nombre de Fernando grabado en su gafete.
— ¿Puedo tomar su orden?
—Claro.
Emmett prácticamente pidió todo el menú, yo y Jasper pedimos unas enchiladas de mole, Rosalie pidió unos sopes vegetarianos, Edward y Alice algo llamado pozole que jamás había probado, pero según ellos era una deliciosidad.
—Tu primera comida en New Haven —dijo Jasper— espero hayamos elegido bien.
—Estoy segura que sí.
— ¿Estás emocionada por el comienzo de las clases?
—Más bien nerviosa, eso de conocer gente y entablar relaciones no se me da mucho.
—Ah, pero me tendrás a mí —dijo Alice emocionada.
—Pero tú estarás con tus amigos y compañeros.
— ¿Disculpa? —dijo cruzándose de brazos— ¿Qué clase de amiga crees que soy Isabella? Eres mi mejor amiga, jamás te dejaría sola por otros amigos o compañeros de clases.
—De acuerdo, disculpa Alice. Es sólo que sabes lo nerviosa que me pone conocer a personas nuevas.
—No estarás sola Bella, todos estaremos ahí al pendiente— me dijo Rosalie.
—Gracias Rosalie.
—Pero no todo aquí será estudiar, aun cuando le hayas hecho creer eso a Charlie. Rosalie y yo nos encargaremos de que te diviertas.
—Eso seguro.
— ¡Además tu cumpleaños se acerca! Festejaremos tu cumpleaños a lo grande.
—Define grande Alice —le dije.
—Solamente será una pequeña salida
—Conozco tus pequeñas salidas —la acusé señalándola con un popote.
—Cae en viernes, tenemos que aprovechar. Podremos quedarnos toda la noche bailando —dijo moviéndose en su asiento.
Desde ya me iba resignando porque no habría poder humano que la hiciera cambiar de opinión.
Al poco rato llegó Fernando con nuestros platillos y continuamos conversando sobre lo que nos esperaba este nuevo año. Volvíamos a ser ese grupo de seis chiquillos en busca de aventuras. Realmente los había extrañado el último año.
Cuando partieron Edward, Emmett, Rosalie fue como revivir en una pequeña medida la pérdida de mi madre, mi hermano oso se iba, la chica que me llenaba de fortaleza y el chico de mis sueños partían con él. Jasper partió al año siguiente. Y dos años después de la partida de Emmett, con la partida de Alice fue peor, porque de pronto mi vida se quedaba con un enorme vacío. Se había marchado mi mejor amiga, mi casi hermana y también el chico que siempre me escuchaba. Después de la muerte de mamá me costó entablar nuevas relaciones, siempre fui como una pequeña tortuga que se escondía en su caparazón con tal de no entablar nuevas relaciones. Por eso sufrí mucho cuando ellos se marcharon y Emmett lo supo, y como siempre, como todo un hermano oso estuvo dispuesto a regresar para estar conmigo, pero no lo iba a permitir, no dejaría que arruinara su carrera como abogado sólo porque la niña era tímida; así que en ese momento me decidí a no encerrarme en mí misma, me costaba todavía pero había mejorado notablemente. Pero ahora con ellos cinco aquí me daban una seguridad extra para poder conocer a nuevas personas. Realmente disfrutaría esto.
—Tierra llamando a Bella —me dijo Edward mientras pasaba su mano enfrente de mí— ¿En qué piensas?
—En que esto será genial. Conoceré a mucha gente y sé que me costará algo de trabajo, pero también sé que ustedes estarán aquí apoyándome como siempre lo han hecho —les dije tratando de controlar el pequeño nudo que se había formado en mi garganta.
—Oh Bella, nos harás llorar a todos —dijo Rosalie— que te quede algo claro, jamás te dejaremos sola, siempre podrás contar con nosotros y aquel que diga que no sólo avísame nena —me guiño un ojo.
—Un brindis por Bella —dijo Alice.
—Por Bella —chocaron sus vasos con agua de jamaica, sí, con agua de jamaica.
—Ustedes son todo un caso, chicos, ¿Brindando con agua de jamaica?
—Sólo es el comienzo hermanita —me dijo Emmett— ¡Fernando! —gritó Emmett, sólo pude hundirme en mi asiento y llevarme una mano a mi cabeza.
—A sus órdenes —contestó Fernando.
—Un tequila para todos
— ¿Para todos? ¿Me dejarás beber?
—No creo que un solo shot te caiga mal. Además, sólo te dejaré tomar uno.
—Ahí va el hermano aguafiestas —dijo Rosalie.
—Es mi enana —dijo Emmett justificándose.
—Déjame avisarte Emmett que no es la primera vez que me emborracharía —Emmett volteó a verme y sabía que había recordado aquella vez en que Alice y yo decidimos que para festejar nuestros dulces dieciséis sería buena idea emborracharnos en mi casa. Mala idea si me dejan opinar.
Alice comenzó a reírse porque sabía que me refería a esa ocasión.
—¿Te acuerdas cuando Charlie y Sue llagaron? —empezó a carcajearse.
—Lo sé, solamente a ti y a mí se nos ocurre emborracharnos en la casa del jefe de policía.
—Por poco Charlie nos mete a la cárcel de lo enojado que estaba —seguía riéndose.
—Anden, sigan riéndose que el sermoneado fui yo por no cuidarlas —se quejó Emmett.
—Bueno te diré Emmett, que no fue la única vez que me emborraché —todos voltearon a verme a mí y a Alice.
—No me miren a mí —dijo Alice, levantando ambas manos y haciéndose hacia tras.
Ahora las miradas fueron dirigidas únicamente a mí. Rosalie tenía levantada una de sus cejas al puro estilo Hale. Jasper y Edward lucían confundidos, y Emmett, bueno quizá necesitara un buen trago de tequila.
—Fue antes de venirme para acá, me reuní con mis amigos a menara de despedida, cada uno nos íbamos a algún lado diferente.
— ¿Amigos? —preguntó Edward.
—Sí, empecé a salir con ellos en este último año, cuando Alice se vino a New Haven. Bueno, pues realizamos una pequeña fiesta y terminé emborrachándome con Mike.
— ¿Mike Newton? —preguntó Alice— ¡Oh no, Bella!
— ¿Mike? ¿Cuál Mike? —preguntó Edward.
—Un chico que entró un año después de que ustedes salieron de Forks —les explicó Alice—. Ese chico fue un fastidio, no paraba de perseguir a Bella. Se la pasaba encima de ella.
— ¡¿Qué?! —dijeron Emmett y Edward al unísono.
—No se lo tomen en un sentido literal —les explicó Alice— No entendía que no era un no. Pero ahora, ¿Cómo es que terminaste emborrachándote con él?
Me hundí más en mi asiento.
— ¡No! — gritaron Alice y Rosalie
— ¿Qué? — preguntó Emmett mientras esas dos se tiraban de la risa— ¿Tú sabías de Mike? —Emmett le preguntó a Rosalie, ella sólo pudo asentir por la risa.
—Sí, Alice y Bella me contaron de él, incluso me ofrecí a ir a espantarlo si continuaba insistiendo.
—Tienes que contarnos todo —me dijo Alice.
—Cuando tú te viniste la verdad es que llegue a sentirme muy sola y Mike fue el único que platicaba conmigo.
— ¿Anduviste con Mike? —preguntó Alice.
—No, claro que no, llegué a besarlo un par de ocasiones, y el día de la graduación él estaba triste porque su novia se iba a Chicago y había terminado con él.
—Sí, pero eso no explica por qué tú terminaste tomando con él.
¡Diablos! ¿Cómo explicarles que había tomado porque amaba a Edward? ¿Cómo decirles que en ese momento pensaba en la tortura que sería estar en la misma casa de Edward durante tanto tiempo amándolo? Peor aún soportar que él únicamente me miraba como la amiga de su hermanita o una hermana más.
—Amm era una fiesta Alice.
—Eso no está bien Bella— me dijo Emmett.
—Emmett, mi papá ya me regañó en su momento por eso.
—Sigo sin creer lo de Mike —comentó Alice.
—Créeme ahora lo pienso y es exactamente lo que me pregunto ¿Qué pensaba para besarme con Mike? Pero, en fin, eso ya quedó en el pasado.
—Ahora a conseguirte un chico sexy de New Haven. Hay chicos muy apuestos en la universidad, por ejemplo, los chicos de arquitectura…
—Alice— la interrumpió Jasper.
—Pero mi favorito es uno de psicología, si lo conocen me lo saludan —le guiñó un ojo a Jasper, él sólo se rió y le besó.
Después de comer fuimos al departamento de Alice y Jasper, estuvimos un rato ahí conversando. Me alegraba que hubieran olvidado el tema de Mike Newton. Después fuimos al departamento de Emmett y Rosalie, para que conociera su ubicación por si tenía la necesidad de ir o simplemente los visitaba. Edward y yo nos regresamos solos a su departamento en un taxi.
—Ves, el departamento de Emmett no está muy retirado, podrás visitarlo cuando quieras.
—O el podrá molestarme cuando él quiera —le dije.
—Por lo menos para la comida tenlo por seguro. En verdad me alegro que te hayas decidido venir a estudiar a Yale. Nos hacías mucha falta, sobre todo a Alice, y te confesaré algo, pero debes jurarme que no se lo dirás a Emmett.
—¿Que a Emmett también le hacía falta?
—Aja
—Bueno, eso siempre lo he sabido.
Llegamos a su departamento y volví a sorprenderme de los hermosos detalles, era un departamento con un completo aire juvenil, moderno y elegante.
— ¿Y cómo vas en la universidad? —le dije mientras me quitaba mi chaqueta.
—Bueno el último año, ya sabes empezaré algunas prácticas ya en la empresa.
—Y me imagino las harás en la franquicia de la empresa de tu abuelo —le dije.
—Sí, algún día terminaré dirigiéndola así que tengo que poner manos a la obra para irla conociendo desde ahora.
—Edward Cullen todo un empresario.
De pronto Edward se me quedó viendo y me pregunté si tenía alguna mancha de la comida o algo que me hiciera ver ridícula por lo que me sonrojé.
— ¿Qué sucede? —le pregunté temerosa.
—No, nada —dijo negando con su cabeza—. Veamos un rato la televisión.
—Sí
Nos sentamos en la sala y buscamos algo que ver, encontramos una película, a la cual no le presté mucha atención porque de pronto me sentí incomoda ante el cambio de actitud de Edward, se comportaba como si yo no estuviera presente, lograba sentir que él no me quería cerca de él en ese momento.
Vi que eran las nueve de la noche y me pareció que era una buena hora para irme a acostar, además que tenía que desempacar, cualquier cosa que me alejara en ese momento de Edward.
—Bueno, me retiro a mi cuarto Edward —le dije— todavía tengo que desempacar y el cansancio del vuelo me está llegando.
—Sí, claro —se levantó de su asiento— igualmente no tardo en irme a dormir.
—Amm ¿Edward?
— ¿Sí, Bella?
—De nuevo muchas gracias por dejarme quedar contigo, prometo no ser mucha carga y procuraré que casi no me notes— le dije.
— ¿Qué? No Bella, no tienes nada que agradecer, al contrario, como te dije, me da mucha alegría que hayas decidido venir a Yale —me iba a dar la vuelta y rápidamente agregó— además eres como una hermana pequeña para mí.
¡Carajo! Eso había sido como un puñetazo en mi estomago como una hermana pequeña, siempre lo había sabido, pero era duro escucharlo. Como una hermana pequeña.
Subí las escaleras a mi cuarto y a mitad de ellas Edward me llamó.
—Bella, descansa.
—Gracias, igualmente.
Entré en mi habitación y comencé a desempacar. Mientras acomodaba mi ropa no dejaba de repetir una y otra vez sus palabras en mi cabeza, y me di cuenta que había comenzado a llorar, las lágrimas resbalaban por mis mejillas. De pronto el cansancio me embargo por completo y decidí ir a dormirme. Así terminaba mi primer día en New Haven, con el peor de mis temores, saber que Edward sólo me veía como una hermana pequeña. Y sin tener idea de cómo enfrentaría y ocultaría por cuatro años el amor que sentía por él, que sentía arder en mi pecho cada día.
Y bueno divinuras Say you love me así les da la bienvenida. Como dije espero sea de su agrado. Espero sus reviews en cada capítulo donde me digan lo que les parece, lo que opinan y como siempre estaré encantada de leerlos y poderles responder. Acompáñenme en esta nueva aventura.
Att. Dai