MI AMADO PROFESOR
Disclaimer. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer; sin embargo, la trama es completamente mía y está hecha sin fines de lucro.
Beteado por JulieDeSousaRK
«Dedicado a todas las chicas que, alguna vez, en secreto, han estado enamoradas de su profesor.»
Prólogo
Edward soltó un suspiro, mientras releía las enormes letras en rojo que estaban sobre el parabrisas de su auto. Y como todas las veces anteriores, se dedicó a sacar el pañuelo blanco que llevaba en el bolsillo de su pantalón para después, pasarlo por el vidrio y tratar de quitar las letras. Bueno, agradeció que ésta vez fuese labial y no marcador. La última vez, se lo habían puesto con permanente rojo y había tenido que llegar a casa para quitarlo con un poco de alcohol.
La pequeña Reneesme, su hija de seis años; quien estaba aprendiendo a leer, había tratado de leer la frase y a él casi le da el infarto cuando la niña empezó a decir "Vio". Edward se había apresurado a quitarla y llevarla adentro para que no continuara leyendo las horribles palabras del parabrisas.
"Violador", le habían puesto aquella vez. Al menos esta, sólo era "Acosador"
El pañuelo no hizo gran cosa sobre el carmín, lo único que logró fue difuminarlo por todo el parabrisas, hasta dejar una mancha roja en el centro. Soltó un suspiro de resignación. La mancha tendría que quitarla de nuevo, llegando a casa y también como las otras veces, Reneesme le haría preguntas sobre eso y él le respondería lo mismo: "no lo sé, cariño, algún chico bromista, pero debo lavarlo porque me estorba"
No sabía cuánto tiempo duraría eso. Esos chiquillos se habían limitado a las amenazas y mensajes en su coche. Y podría jurar que lo siguiente que harían, sería poncharle alguna llanta y romperle los vidrios, pero estaba preparado para eso. Era lo que él había elegido por su bien. Por el de ella. No podía ir y decirles a todos que eso había sido… había sido... ¡Vaya! Ni siquiera podía pensarlo. Era incapaz. No, no podía, tenía que aguantar, eso era por el bien de ella. Y además, su traslado estaba próximo y por eso, tenía que hacer las cosas de esa manera. Mientras no se metieran con Reneesme, él podría estar en paz. O lo que él podía llamar como en paz.
Así que simplemente subió a su auto y manejó directo a casa. Al llegar, su suegra abrió los ojos al ver la enorme mancha.
—¿Otra vez, Edward? —él asintió, mientras se quitaba el cinturón de seguridad. Estiró la mano para tomar el portafolio y luego salió. Su suegra seguía parada en la entrada, con los brazos cruzados y con esa mirada recriminadora.
—Sí, otra vez sucedió —convino. Ella negó con la cabeza, a continuación bajó los brazos y le tocó el hombro—, ¿dónde está Reneesme?
—Está durmiendo, hoy tuvo un día agotador en el Kínder y nada más llegar se quedó dormida.
—Perfecto —susurró él, intentando fingir que eso lo ponía feliz. Y sí que lo estaba, al menos ella no vería la mancha del auto y no habría preguntas. Pero eso no le quitaba la decepción de que no lo recibiera en la entrada, con su enorme sonrisa y sus bracitos extendidos, esperando a que él la levantara en brazos.
—Ella ha vuelto a llamar —dijo su suegra, sacándolo de sus pensamientos.
—¿Y qué ha dicho?
—Lo mismo de siempre, que quiere hablar contigo. —Edward suspiró.
—Le ha dicho que no estaba en casa, supongo.
—Se lo he repetido como siempre, pero no me creyó.
La mujer se le acercó lo suficiente como para que si hablaba, sólo él lo escuchara.
—Debes ponerle fin a esto Edward, sé que tú no tienes la culpa, eres como un hijo para mí; sin embargo, esto se está pasando de la raya.
—Intento acabar con esto; pero no puedo, sabe bien que eso sería…
—Sí, lo sé —aseguró ella—, pero estoy pensando en el bien de mi nieta y, si esos chiquillos siguen con este asunto, yo misma iré a ponerle fin. Sabes bien que no estoy haciendo una amenaza sino una advertencia.
—Esto va a acabarse, ya sólo faltan unos días para el traslado y pronto todo esto será una simple pesadilla.
—¿Cuánto tiempo es pronto, Edward? —él trató de buscar una fecha; mas hasta ese momento, él tampoco tenía una fecha exacta para eso. El traslado podía tardar desde una semana, hasta un mes. Si tenía suerte, claro y además, estaba el asunto de dejar asentadas calificaciones a sus alumnos.
No podía irse y dejarles el historial en blanco. Era su deber dejarles la materia concluida, antes de cambiar de universidad.
—Prometo que pronto, sólo necesito tiempo.
—Y yo necesito hablar contigo —Edward se giró en ese momento, con el corazón paralizado. El sonido de su voz le endulzó el oído por unos segundos, tan pequeños que bien pudo haberlo imaginado, de no haberla visto ahí parada. Con su cabello castaño recogido en un moño flojo. Un par de rizos se le soltaban y le caían como ríos de chocolate enmarcándole el rostro.
Él quería tocar ese cabello otra vez y aspirar su aroma y si con eso no bastaba, besarla también, tomarla de los hombros y apretarla contra él, hasta que la razón los consumiera a los dos. Y no obstante, ninguna de esas cosas podía hacer. No podía tenerla. Por eso, en lugar de caminar hasta ella y hacer lo que de verdad quería, arrugó el ceño y la miró de la manera más cruel que pudo haberla visto y luego dijo:
—Y yo no quiero volver a verte aquí, Isabella.
—Tienes que escucharme —la voz de Bella salió tan ahogada que causó un pinchazo en el pecho de Edward. A él también le dolía aquello, le dolía como una espina.
—Yo creo que iré a ver si Reneesme me necesita —intervino su suegra para después darse la vuelta.
—Usted no se va a ningún lado —la detuvo. La mujer sólo había dado un paso y de seguro habría seguido caminando; sin embargo, la sentencia en la voz de Edward la hizo detenerse—. Aquí la única que se irá es Isabella.
—Edward, de verdad tienes que escucharme.
—Ya escuché suficiente de usted y de sus amigos; así que señorita Swan, no creo conveniente que una alumna visite la casa de su profesor, nos vemos mañana en clase.
Y después, se dio la media vuelta y la dejó ahí parada en la banqueta, fuera de su casa.
Continuará…
Muchas gracias por haber llegado hasta aquí, y por apoyarme en este nuevo proyecto. Es un tema que a mí en lo personal me gusta mucho y aunque nunca había escrito de ello, pues creí que había llegado el momento de hacerlo. Y aquí me tienen, será un poco distinto a lo que fue Esclava, pero trataré de no decepcionarlas con esto.
¡Y bueno, ya saben que leer y no dejar review es como manosearme una teta y salir corriendo!