EQUIPO CUERVO

Capítulo 26: Buscando un nuevo jinchuuriki

Por Okashira Janet

Ino soltó un enorme, enorme suspiro y se colgó la mochila al hombro.

—Hasta mañana. —Su voz fue baja y cansada, pero Sakura apenas le contestó sin desviar la atención de su tarea.

—Hasta mañana. —Los ojos verdes de Sakura estaban fijos en el brazo del paciente que estaba curando, aquel día les había tocado rotar en fracturas, el lugar a donde llegaban tanto civiles como ninjas que se habían quebrado algún hueso. Fracturas era un lugar relajado, no había demasiada ciencia en recomponer un hueso, el ambiente era alegre en general y era raro cuando tenían un paciente verdaderamente complicado.

Sala de urgencias por otro lado era prácticamente la muerte.

Ino había estado a punto de rendirse en aquel lugar de su sueño de ser médico. Los gritos, los sollozos, la suciedad, la sangre y la muerte eran el pan de cada día, sala de urgencias no era un lugar pulcro y blanco como el resto del hospital, sala de urgencias olía un día a vómito, otro a excrementos, en la tarde a orina y por la noche a miseria humana.

Lo cierto es que estaban sobrepasados.

La sala de urgencias se componía de 17 camas, camas que cambiaban de paciente con una rapidez asombrosa, apenas Ino estaba terminando de escribir la nota de un paciente cuando se iba y llegaba uno nuevo.

Notas

Notas

Notas

Las notas nunca se acababan. Los dedos de Ino, bonitos y delicados en algún momento de su vida, se habían puesto rasposos por el golpetear rítmico de la máquina de escribir. Porque sí, urgencias era el único lugar de todo el hospital donde no podían hacer las notas a mano ni usar aquellas modernas tabletas que tenían en medicina interna.

Y es que en urgencias hasta el material del personal era precario.

Konoha, que contaba con uno de los mejores centros de investigación médica en todo el mundo ninja tenía una sala de urgencias que era un desastre completo.

Ino aun recordaba la primera vez que se había asomado a aquel lugar, la mirada oscura que había recibido de las personas que se encontraban allí dentro, como si se cocinara lentamente el infierno y pronto las llamas fueran a alcanzarla.

Corre.

Paro.

Nota.

Regaño.

Otra vez.

No sirves.

Corre.

En urgencias sentirse estúpido era el pan de cada día.

Ino dormía cuando podía, comía cuando podía, estudiaba a duras penas y el sentimiento de inutilidad persistía. Ella no era como Sakura que después de trabajar 36 horas seguidas aún tenía fuerza para sonreír e incluso para dar ánimos a los pacientes. Tampoco era como Itachi que parecía tan perfecto, tan sereno, que ni siquiera parecía cansado después de una guardia de 40 horas seguidas.

Ella no, ella era imperfecta, tan increíble y sorprendentemente humana.

La entrada en la sala de urgencias era a las 5 de la mañana así que para llegar a tiempo Ino debía despertarse a las 4, medio dormida, medio odiando su vida se metía a bañar, se colocaba la bata reglamentaria y salía a la calle.

Sí, una chica guapa de 14 años caminando sola antes de las 5 de la mañana. De verdad que no entendía cómo las chicas civiles podían con eso.

En ocasiones Itachi se paraba en mitad de la calle y esperaba que las estudiantes de medicina civiles lo alcanzaran para caminar con ellas, no es que dijera nada y ni siquiera hacía un gesto de amabilidad hacia ellas, pero las chicas de medicina eran listas, tomaban aquello como lo que era: un rasgo de caballerosidad.

Ino admiraba a esas chicas civiles, las mismas que sin poseer chakra curaban todo con complicadas formulas y medicamentos.

Aunque era cierto que no todo se podía curar con chakra.

Aquello era lo que volvía la sala de urgencias tan aterradora.

No solo se tenía que actuar en segundos si no que todos los conocimientos debían estar ahí, al alcance de la mano y la mente.

No había tiempo para pensar, para investigar, para recordar, en urgencias todo debía hacerse rápido y preciso, no había espacio para equivocaciones.

Quizás por eso a Sakura le gustaba tanto, la adrenalina le hacía brillar los ojos verdes y era la única persona en todo ese hospital que se reía de cualquier cosa cuando el sueño le estaba ganando la batalla.

"Pareces borracha" Ino le había soltado sin muchos reparos.

"Borracha de sueño" y ella había sonreído, una encantadora sonrisa que provocaba que todos fueran más amables y atentos con ella. Sí, Sakura sabía ganarse la simpatía de las personas.

Ella no.

Ino era sexy, la clase de chica sensual que podía batir las pestañas y hacer que un joven médico tartamudeara. A las otras chicas aquello no les gustaba.

"Es una tonta, lo único que hace es coquetear para que no la regañen", era cierto, ¿y qué?, Ino sabía que si le hacía la bola al doctor saldría a las 6 de la tarde en lugar de las 10 de la noche después de pasar una noche en vela.

Era injusto, claro, pero si Sakura tenía su entereza e Itachi su inteligencia ella debía defenderse con sus propias armas.

—Ah… —Un suspiro escapó de sus labios mientras se esforzaba en mantener la espalda recta, siempre le había parecido que una chica se distinguía por su andar y ella se esforzaba en caminar siempre de manera arrogante, con la espalda bien erguida y la cabeza en alto.

—"Tienes una maravillosa postura ahí Ino-chan" —El recuerdo de Shisui la golpeó dejándola inestable. Lo recordaba sonriéndole con esos encantadores hoyuelos que se le formaban al reír.

—Ya pasaron dos años…—Se recordó a sí misma. Dos años desde que Shisui Uchiha había partido con su sonrisa y sus ojos alegres a otro sitio.

Dos años de soñar con él mientras se paseaba entre las macetas con flores.

"¡Me gustan estas Ino-chan!".

Mientras había sido pequeña el encandilamiento por Shisui le había provocado un infantil enamoramiento, pueril e ingenuo. Pero a raíz de la supuesta masacre, de la traición del Uchiha, sus intentos por defenderlo se habían arraigado de tal manera dentro de su ser que aquellos sentimientos puros y dulces se habían transformado en amor, no el amor infantil que hasta entonces le había profesado, era un amor entero y férreo, la clase de amor que solo un adolescente convencido de la fuerza de sus sentimientos podía proferir.

Por supuesto, era un amor que no esperaba ser correspondido, Shisui ni siquiera se había enterado de lo que le provocaba, para él solo era aquella niña de melena rubia y ojos celestes que le ponía ramos de flores para su novia.

La misma novia que había encontrado asesinada en una triste y alejada casa oscura.

A veces se preguntaba si acaso estaba siendo tonta, era lo suficientemente inteligente para reprocharse a sí misma y ver el escenario de manera completa. Toda la evidencia estaba en su contra, el mismo Shisui había aceptado que había asesinado al resto de los Uchiha.

Y aun así creía.

Era probable que siguiera creyendo hasta que se muriera.

Quizás es que las mujeres cuando se enamoraban simplemente se volvían tontas.

El corazón le dolió ante el último pensamiento, se sintió triste, decaída, vencida, tan absolutamente inútil y dispensable.

—¿Estas bien? —No pudo evitar levantar la mirada con premura ante la voz, sin darse cuenta los hombros se le habían encorvado, la mirada se le había fijado en el suelo. Derrota en su estado puro, derrota física y mental.

—Sí. —Contestó en automático porque en medicina si alguien te preguntaba si estabas bien tú respondías que sí, aunque tuvieras hambre, aunque tuvieras sueño, aunque tuvieras miedo, tristeza, dolor o miseria.

—No lo parece. —El chico frente a ella era blanco, no simplemente de piel clara, su tez era tan blanca como la nieve, casi fantasmal, si alguien se veía mal entre ellos dos era sin lugar a dudas él.

—No parece que tú estés bien tampoco. —Ino dio un parpadeo, recorriendo en un instante su fisonomía, evaluando en una sola mirada los posibles diagnósticos, las posibles enfermedades. El chico tenía el cabello negro como las plumas de los cuervos, casi como una noche sin estrellas ni luna, era imposible que tuviera un defecto de pigmentación, los chicos albinos tenían el cabello blanco.

—Estoy bien. —El chico contestó con voz monótona, ojos que no decían nada, a Ino le recordaron los ojos de Sasuke cuando se abstraía del resto y se hundía en sus propias y oscuras cavilaciones.

—Yo también lo estoy. —Ino arqueó ambas cejas, ninja, no podía equivocarse, el abdomen descubierto a causa de la curiosa vestimenta mostraba músculos firmes y trabajados, las piernas se enfundaban en pantalones que mostraban horas de ejercicio, a la cintura llevaba el característico equipo ninja, aquel chico era un ninja pero no lo había visto nunca en la aldea—. ¿Quién eres? —La rubia cuestionó achicando ligeramente los ojos.

—¿Yo? —En los ojos de él brilló un repentino titubeo, como si su nombre no fuera algo que alguien le hubiese preguntado antes.

—Me preguntaste si estaba bien. —Ino levantó ligeramente la barbilla, para dejar bien claro que si alguien había empezado una conversación con un desconocido no había sido ella ni por asomo.

—No te veías bien. —El joven contestó lentamente, como si solo hasta entonces notara con perturbación que había sido él quien había iniciado la interacción—. Me marcho. —Sin darle oportunidad para replicar realizó una cortes reverencia y dio media vuelta. Ino se quedó ahí, con la boca ligeramente abierta, apenas unos labios que intentaban producir sonido sin encontrar exactamente lo que querían decir.

—Chico raro. —Finalmente musitó, sintiéndose más curiosa de lo que le habría gustado—. Chico raro… —Y en su mente pasó fugaz la sonrisa de Shisui mientras olía girasoles para después terminar estornudando—. Chico raro…

0o0o0o0o0o0o0o0o0o

Hinata probó de recogerse las mangas del suéter hasta los codos, pero invariablemente la prenda volvió a resbalar conforme entrenaba; habría sido más cómodo y menos caluroso quitarse la sudadera, pero últimamente el desarrollo que había tomado su cuerpo la abochornaba un poco (por mucho que Ino dijera que el suyo era el cuerpo ideal).

Ino sí que tenía un cuerpo sensual, tan delgado y con las curvas justo en el sitio indicado.

Hinata dio un golpe, otro más y otro más.

La frente se le llenó de sudor y se sintió acalorada. Pero usar ropa por el estilo también era una especie de entrenamiento.

Dio otro golpe.

El entrenamiento del equipo cuervo era todos los días a las 6 de la mañana y terminaba a las 6 de la tarde. El tiempo libre era para estudiar, había un día libre a la semana. Ese era su día libre.

Ino siempre rodaba los ojos y decía que el tiempo libre era justamente eso, un tiempo para relajarse, pero sinceramente Hinata no sabía qué hacer con aquel tiempo de supuesta calma. Cada momento en el cual no se encontraba entrenando, cada momento en el cual no se encontraba estudiando o preparándose era un momento más en el que se alejaba de Neji.

Y no podía darse el lujo de alejarse más de Neji.

Su primo había desertado del clan y había una sentencia de muerte colgando sobre su cabeza, una sentencia que solo ella podía evitar.

La vida de Neji dependía de su esfuerzo y dedicación.

—Ah. —Aire frío exhalo de sus labios al terminar el último ejercicio. En Konoha los inviernos no eran extremadamente crudos, pero el viento helado que a veces corría por los campos de entrenamiento lograba hacer que castañearan los dientes.

La tarde empezaba a caer. Hinata estaba por tomar sus cosas y volver a casa cuando un maullido le hizo girar alrededor, en automático alzó la mano y activó el Byakugan con apenas un sello.

Un gatito se paralizó en lo alto de un árbol, sus ojos enormes observándola con algo parecido al miedo.

—Oh. —Hinata desactivó el sello y lo observó con casi una disculpa en la mirada—. No quería asustarte. —El gato emitió un leve maullido como respuesta—. Sé que mis ojos se ven extraños y terroríficos cuando activó mi sello de sangre. —Aquel no era un secreto, Hanabi había llegado triste de la Academia un día porque había escuchado a unas compañeras hablando de lo terrible que era presenciar el Byakugan activado.

Hinata siempre lo había sabido, el jutsu de su familia era aterrador de presenciar. Aun recordaba lo mucho que se había asustado la primera vez que había visto como las venas del rostro de su padre se saltaban, como incluso a sus pupilas parecían latirle vasos sanguíneos.

Para una chica activar un jutsu que no era atractivo en lo absoluto…

Pero eso era irrelevante, verse bien o mal, ser bonita o no, ya había decidido que no podía detenerse en eso.

Además sí que era bonita… a veces…

Sacudiendo la cabeza Hinata se frotó un hombro y un tenue rubor pintó sus mejillas. Por supuesto, no estaba del todo segura, Ino siempre le decía que era bonita, pero era la única, además, quizás lo decía solo porque eran amigas.

El gato maulló, un maullido suave, de animal pequeño.

—Ven aquí. —Hinata se puso en cuclillas estirando una mano al frente—. Minino, minino… —Los animales siempre le habían gustado, aunque no sabía si sus lobos estarían de acuerdo con que jugara con felinos.

El gato volvió a maullar receloso, aun así dio un pasito cauteloso al frente. Tenía unos ojos bonitos, aunque todos los gatos tenían ojos bonitos.

—No tienes que presionarte. —Hinata se puso de pie apoyándose en sus rodillas—. Nos vemos. —Aún quedaba un poco de tiempo disponible para entrenar, pero no se sentía con ánimo—. Bye, bye. —Se despidió con un saludo del gato y echó a andar de vuelta a su casa, no notó que Uchiha Itachi llegaba al árbol justo después de que ella partiera, el gato emitió un maullido suave.

—¿Qué haces aquí? —Itachi suspiró, su madre se había vuelto loca anunciando que el gato había huido de casa—. ¿Veías a Hinata-dono? —La chica se alejaba por el sendero que llevaba a la mansión Hyuuga—. No te culpo. —Itachi acarició la cabeza del gato que ronroneo contra su mano—. Pero no te vayas sin anunciar. —Con delicadeza tomó al gato y lo colocó sobre su hombro. Los dos vieron como Hinata se perdía en la lejanía.

0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o

Naruto se sentó frente a su librero y achicó los ojos, con todo el asunto del Sanbi, volver a la aldea, los entrenamientos… Lo cierto es que había estado poco tiempo en su departamento si no era para dormir.

Su librero era de tamaño mediano y tenía la vaga impresión que un día después de volver de una misión cuando era niño había aparecido ahí con algunos de los mangas que Itachi le había regalado. No lo había pensado antes pero, ¿Quién era el que le compraba muebles?, un día las cosas aparecían en su departamento y ya está.

Quizás era Itachi. Recordaba vagamente que Itachi era algo así como la persona que cuidaba de sus ingresos hasta que se volviera mayor. Sí que le daba una cantidad para gastos, pero había algo así como una cuenta bancaria que él le administraba.

Bueno, si Itachi era el encargado no había ningún problema.

Naruto pasó una mano por encima de los tomos del librero, arriba había algunos de los mangas con los que se había acostumbrado a leer: Ao No Exorcist, Dragon Ball, One Piece (aunque de ese se había aburrido por lo largo que era y había dejado de comprarlo).

El nuevo manga que estaba leyendo era Ataque a los Titanes (1), ¡de verdad alucinante!, Naruto se hacía un lío con la trama política que no siempre entendía, pero también había descubierto que la línea entre buenos y malos era muy delgada y que cada persona tenía su propia versión del conflicto.

Cadenas larguísimas de odio que no podían ver más allá.

Por supuesto, no todo su librero eran mangas. Tenía por allí un estante lleno de libros ninja: jutsus, técnicas, historia ninja, historia política, geografía, acuerdos shinobi… Había tardado más que sus compañeros en llegar a esa parte, pero finalmente había pasado horas y horas sumido en educación shinobi avanzada.

Y claro, en el estante de abajo estaban los libros que le prestaba Hinata. Libros que iban y venían de la mansión Hyuuga a su apartamento y de vuelta. Había libros que Naruto tardaba años en regresarle, había unos más que regresaba en apenas un par de días, dependía del libro y de lo que lo hacía sentir. Pero siempre los regresaba.

La última adquisición se llamaba "Querida señora Bird" (2), a Hinata no le había gustado mucho, pero como le había contado a Naruto que se trataba de lo que hacían las chicas en la segunda guerra mundial —una guerra mundial civil, no una shinobi, en otra sociedad ficticia— a Naruto le había interesado.

"En estos libros las mujeres no hacen cosas muy interesantes en comparación a los hombres" Hinata le había pasado el libro como si le pidiera una disculpa de antemano. "Aunque incluso en el mundo shinobi es igual, creo…" Hinata no había agregado más y aunque Naruto había querido rebatirla mejor se había quedado callado.

Hacía poco Naruto se había interesado en esa cuestión debido a que Hinata solía hacer comentarios por el estilo.

Los grandes shinobis del mundo eran hombres.

Incluso los grandes villanos shinobis eran hombres.

Pero Naruto había encontrado un par de excepciones, no muchas, pero existían.

La poderosa Sanin Tsunade.

La peligrosa criminal rango S Konan.

Eran mujeres y eran increíblemente fuertes. Hinata también se volvería así de fuerte e incluso más, sería legendaria, de alguna manera ya empezaba a serlo.

Es cierto que seguiría siendo una excepción y no la regla, pero existiría y eso era lo importante.

A Naruto esas cuestiones, ser un hombre o ser una mujer, no le habían interesado demasiado en el pasado, no en cuestión de política o igualdad en el mundo. Pero entonces se había topado con Shikamaru un día en la nevería y él le había dicho —con cansancio— que las mujeres eran un soberano fastidio.

Shikamaru no era demasiado hablador y en general todos tenían la idea de que las conversaciones largas le daban pereza, pero en esa ocasión pasó cerca de cuarenta minutos (en la fila de la nevería y luego mientras degustaban el helado) hablando de como sus dos compañeras de equipo acabarían con sus nervios.

Habladoras, manipuladoras, en exceso sensibles, histéricas, cerradas, violentas, salvajes. Parecía que en lugar de hablar de dos jóvenes kunoichis se estuviera enfrentando a panteras en su hábitat.

"Aun no entiendo como no dominan el mundo shinobi" Shikamaru había terminado con un suspiro todos sus reclamos.

"Lo hacen", Naruto se río en respuesta, intentando aligerar las cosas, "Ero-sennin dice que siempre detrás de un hombre muy brillante hay una mujer que lo golpea" (quizás por eso Ero-sennin no se consideraba a sí mismo muy brillante que digamos).

"Lo digo en serio" Shikamaru había fijado sus ojos oscuros en él, la mirada de cuando se ponía serio "No detrás, al frente, no hablo de fuerza física, me pregunto por qué". Y entonces Naruto también se había preguntado el por qué.

En la aldea había un par de mujeres importantes, la consejera que era una vieja cascarrabias, Tsume, la madre de Kiba, Tsunade-sama… La verdad es que no se le veían más nombres a la mente.

—Son pocas… —Se lo dijo a sí mismo y luego, sin saber muy bien por qué, miró al cielo y se preguntó quién habría sido su madre. No era algo que no se hubiera preguntado en el pasado, siendo muy pequeño lo había preguntado un par de veces, si es que su mamá lo había abandonado, si es que su mamá estaba por ahí en alguna parte, si es que su mamá no lo quería.

"Tu madre te quería, pero murió". El Tercero le había dicho aquello con tristeza, pero se había negado a contestar más preguntas. ¿Cómo había muerto su madre?, ¿cuándo?, ¿por qué?, ¿era una ninja?, ¿se parecía a él?, ¿cómo se llamaba?

Nada, el Tercero se había negado a contestar más preguntas y Naruto había hecho una pataleta en su oficina que había coronado con pintarle bigotes a su monumento.

Ahora sin embargo muchas de esas preguntas se le vinieron a la mente. Le gustaba pensar que su madre era una mujer fuerte y heroica, quizás no de la talla de Tsunade, pero si una mujer que se pudiera admirar.

¿Habría sido ninja?

Naruto la habría querido aunque fuera civil, de hecho la hubiera protegido con todo su corazón si así fuera.

Pensar en su madre le provocó tristeza, esa que le llegaba de vez en cuando envolviéndolo en sombras. Y la verdad es que no tenía tiempo para pelear con sombras. Sin pensarlo demasiado tomó una chamarra negra y salió a la calle. Últimamente salir con su clásico atuendo naranja era un engorro, la gente lo reconocía al instante y los niños no lo dejaban en paz. Ese club de fans de Konohamaru era especialmente persistente. Lo seguían con banderas con su nombre y se sentía un poco menos que ridículo.

Apenas salir fuera se puso a caminar sin un rumbo fijo especifico, la brisa era fuerte y había que caminar un poco encorvado para combatir el aire, eso era bueno, no había demasiadas personas en la calle.

Konoha era una aldea relativamente grande, pero no es como si hubiera muchos lugares a los que acudir. Había un cine, una plaza comercial, un par de parques, pero fuera de eso no había gran cosa en cuanto a diversión. Era lógico, se trataba de una aldea ninja después de todo.

Arriba pasó un cuervo, Naruto pensó en su capitán, quizás también un poco en Sasuke. Luego una fluctuación de energía le provoco detenerse y soltar un suspiro.

Aquel era el Sanbi, dando problemas, claro.

Capturar al Sanbi no había sido tan difícil como retenerlo, aunque estaba lejos, en un área especializada subterránea, sus fluctuaciones y su energía lograban desestabilizar hasta al ninja más entrenado.

Había un equipo completo que se encargaba de retenerlo día y noche. Seguro que el Equipo Cuervo sí que había llenado de problemas la aldea.

—Ah. —Naruto soltó un suspiro y se dirigió en esa dirección, dentro de él escuchaba al Kyuuby burlarse de su compañero de tres colas llamándolo de maneras poco decorosas y mencionando reiteradamente que era un tonto.

Últimamente Naruto era capaz de seguir con sus actividades mientras una parte de él escuchaba al zorro, era como partir su mente en dos y mientras una funcionaba en el mundo real la otra se mantenía en su mundo interior.

Aunque sonaba que rozaba peligrosamente con la locura, algo así como lo que sucedía con Gaara.

Por eso Naruto no se lo contaba a nadie.

—Yoh. —La voz de Kakashi le obligó a levantar la mirada, el jounnin estaba sobre la rama de un árbol, peligrosamente cerca del subterráneo donde se encontraba el Sanbi. Naruto estuvo a punto de chasquear la lengua, podía infiltrarse sin ningún problema hasta el Sanbi (y dejar que peleara un rato con el zorro), pero aquello era imposible con Kakashi allí.

—Hola. —Aun así no perdió el ánimo.

—Me toca cuidar hoy así que no vas a poder entrar. —Con aire indolente Kakashi meneó una mano en el aire y a Naruto ya no le sorprendió que pudiera ver tan claramente a través de él.

—Ni modo. —Así que se sentó en el pasto al modo árabe sin dejar de ver al hombre sobre la rama del árbol.

—¿No tienes nada que hacer verdad? —Kakashi suspiró, Naruto notó que leía un libro, de hecho uno de esos aburridos Icha Icha Paradise.

—¿Por qué lee eso? —El rubio achicó los ojos—. Es estúpido.

—No sabes de buena literatura. —Kakashi fingió pesar, Naruto miró la portada con renovado interés.

—Me acuerdo de ese. —Era difícil de olvidar, en la portada aparecía un hombre que se parecía mucho a Itachi en el tiempo que se había cortado el cabello—. Ero-sennin escribía con mucha dedicación cuando estuvimos de viaje.

—Jiraiya-sama, —Kakashi recalcó cada letra—, es un experto.

—No lo creo. —Naruto cruzó los brazos detrás de su nuca—. Una vez eche a perder sin querer una de sus novelas cortas, la escribí casi toda yo y nadie se dio cuenta.

—Quizás tengas talento. —Kakashi lo miró con media sonrisa, pero Naruto frunció el ceño.

—O quizás es que él sea malo.

—Este libro es especial. —Kakashi lo balanceó en su mano—. Es el primero de sus libros que se ha vuelto popular entre las mujeres.

—¿Y eso por qué? —Naruto lo miró con recelo, la pluma de su maestro, definitivamente, no daba para entrar en el gusto de las mujeres (a menos que fueran unas mujeres muy, muy extrañas con gustos un tanto peculiares).

—Aunque el ardiente y sensual encuentro entre los protagonistas existe para el deleite masculino… —Kakashi aguantó un suspiro—. También existe una bella historia de amor.

—¿Bella? —Para empezar Naruto dudaba mucho que Ero-sennin creyera en el amor, no en uno real por lo menos.

—Sin embargo. —Kakashi golpeó el lomo del libro dos veces con el puño—. Esta prohibido para ti hasta que cumplas dieciocho años.

—No es como si me interese leerlo. —Naruto recordó vagamente una ocasión donde unas revistas muy coloridas lo habían dejado boquiabierto y tuvo que reprimir una punzante oleada de culpabilidad y deseo.

—Te interesara. —Kakashi se encogió de hombros—. Pero tienes prohibido leerlo, es por tu bien.

—Lo que sea. —El rubio bufó.

—Por otro lado me gustaría comentar ciertos pormenores con tu capitán.

—¿Itachi-taichou? —El rubio se levantó ofendido—. Itachi-taichou no lee semejante… literatura. —Iba a decir "basura" pero supuso que era ser malagradecido para quien había cuidado (un poco mal pero lo había hecho al fin y al cabo) de él por dos años.

—Creo que se vio obligado a leer este. —Kakashi hizo dar vueltas al libro en su dedo—. En fin, dile a cualquiera de tus compañeros de generación que si los veo leyendo este libro voy a despellejarlos.

—Ninguno de nosotros lee esas tonterías. —Aunque ahora que lo pensaba no podía poner las manos al fuego por Kiba.

—También… —Naruto adelantó automáticamente la mano cuando Kakashi lanzó un rollo hacía él—. Ustedes lo trajeron así que es su problema solucionarlo.

—¿Es una misión? —Naruto dio un parpadeo—. Está fechada de hace dos días.

—Sí. —Kakashi volvió a su lectura—. Me dio pereza entregarlo antes.

0o0o0o0o0o0o0o0o0o

Itachi se encontraba sentado en el campo de entrenamiento mientras adelante sus tres subordinados estiraban. Sasuke tenía una expresión de franca impaciencia, era esperado, aquella era la primera misión que les otorgaban posterior a rehacer el Equipo Cuervo y hasta ese momento Itachi no les había explicado nada acerca de la misma.

—Tenemos una misión rango B en cuanto a peligro, rango A en cuanto a importancia.

—Hubiera preferido una S. —Sasuke chasqueó la lengua.

—¿Qué clase de misión? —Naruto por fin pudo dejar escapar toda su emoción, le había llevado el rollo de misión a su capitán sin leerlo y aquello era más de lo que curiosidad soportaba.

—Necesitamos un jinchuuriki para el Sanbi. —Al instante en que lo dijo todo en Naruto pareció tensarse e instintivamente dio un paso atrás. Hinata colocó una mano en su hombro, reconfortándolo sin hablar, el rostro de Sasuke se ensombreció.

—Nuestros sentimientos u opiniones podemos guardarlos para nosotros mismos. —Itachi habló con dureza, ninguno de sus subordinados mencionó nada, el entrenamiento de Raíz pesando sobre sus sentimientos y personalidad naturales. Lentamente Hinata bajó la mano del hombro de Naruto, reconfortar a otra persona no estaba dentro de las funciones de un ninja, no de uno en misión.

—¿Existe una persona designada o tenemos que encontrar a alguien compatible? —Sasuke fue el primero en recuperarse, su voz cortante y eficaz, comprendiendo al instante que quien había comprometido a la aldea era el equipo y tenía que ser el equipo quien encontrara una solución.

—Hay una persona que podría ser compatible. —Itachi volvió a enrollar el pergamino con la misión, lo cierto es que él tampoco sabía nada al respecto y había sido un poco sorprendente enterarse de esa manera.

—¿Quién? —Hinata preguntó débilmente, en su mente preguntándose si sería alguien que conocía, si podría llegar a su hermana, si alguien que amaba podría llegar a pasar por el sufrimiento que había pasado Naruto.

—Se trata de una joven llamada Karin. —Itachi se encontró con los ojos de Naruto, hermosos ojos azules que se encontraban más ansiosos de lo que querían demostrar—. Uzumaki Karin.

.

.

..

.

Naruto sabía, es decir, alguna parte dentro de él sabía, que no por compartir el mismo apellido tenían que ser obligatoriamente familia. Sin embargo —y a pesar de lo que el sentido común pudiera opinar al respecto— se decía a sí mismo que en toda su vida no había conocido a otra persona que llevara el apellido Uzumaki. En la mayoría de las familias ninjas el apellido era sinónimo de un clan, líneas de sangre los unían a los unos con los otros.

Uzumaki tenía que significar algo.

Si sus padres eran Uzumaki seguro serían parecidos, como en el clan de Hinata que todos los Hyuuga tenían rasgos similares o en el clan de Sasuke en el que incluso compartían cierta actitud entre desafiante y arrogante.

Quizás Karin fuera una chica rubia de ojos azules, ¿y si tenía bigotes de zorro también?, no, aquello solo era por causa del Kyuuby. Seguro ella tenía un rostro normal.

Otra razón por la que Naruto estaba seguro de que eran familia era por la razón por la que la buscaban, ¿no habían dicho que ella podía ser un candidato adecuado?, ¡él también había sido un buen contenedor para el Kyuuby!, seguro tenía que ver con algo acerca del clan Uzumaki, ¡estaba seguro!

A pesar de lo emocionado que se encontraba (quizás encontraría a una parte de su familia) ni Sasuke ni Hinata estaban por la labor de compartir su emoción, de hecho sus dos compañeros estaban actuando extremadamente apegados al reglamento shinobi de tal manera que su comunicación era meramente de acuerdo a la misión.

Pero solo era con él.

Naruto los había notado hablando suavemente el uno con el otro cuando estaban alejados de él. Comunicándose con susurros que callaban en cuanto él se acercaba.

Evidentemente aquello lo hacía sentir ansioso.

Itachi no era un buen apoyo mientras se encontraba en modo capitán. Haciendo coordenadas, tachando destinos, buscando y agilizando la misión.

Aquello no se trataba de rastrear, los lobos de Hinata no podían seguir un aroma que nunca habían conocido. Aquella misión iba de reunir información, de seguir pistas… Algo en lo que él era poco menos que inservible.

Mientras Itachi y Sasuke comentaban los pormenores y las posibilidades Naruto se perdía en sus divagaciones y sus probables encuentros con aquella persona que podía ser su familia.

Alta, pequeña, delgada o robusta a Naruto realmente no le importaba. Sería su familia, algo por lo que había pedido secretamente toda su vida.

Quizás incluso sabía algo de su mamá, quizás sabía algo de ellos como clan, no era tan descabellado.

Fantaseando al respecto se sentó con la espalda recargada en un árbol, se sintió emocionado de una manera calma, sin preocupaciones, cerró los ojos y aspiró aire hondo y fuerte.

"¿Eso crees cachorro?" La voz del Kyuuby se balanceó en su mente como una canción que no quisiera recordar. Naruto intentó hacerlo a un lado, no estaba por la labor de intrigas por parte de su inquilino; en lugar de eso sintió como su audición viajaba lejos, como si el zorro le prestara sus poderes auditivos para alcanzar ahí donde él no podía. La voz de Hinata le llegó clara, como si estuviera hablando a su lado.

—¿Lo recuerdas verdad Sasuke-kun?, todos esos sujetos de prueba…

—Claro que lo recuerdo. —Sasuke gruñó con fastidio—. Naruto leía mangas y salía a jugar por las noches mientras nosotros memorizábamos y memorizábamos encerrados entre cuatro paredes. (1)

—Antes de Gaara-kun…

—Sí, recuerdo todos esos sujetos de prueba que no fueron adecuados.

—¿Y si Karin-san…?

—¿Si no resulta apropiada? —Hubo un breve silencio, luego Sasuke volvió a hablar como si cualquier cosa—. Buscamos otro.

—Pe-pero… —Hinata pasó saliva—. Podría ser que ella fuera familia de Naruto-kun.

—Nosotros somos su familia. —Sasuke contraatacó con fuerza—. La única que ha estado para él y la única que necesita.

—Sí… —No parecía que Hinata estuviera convencida—. Pero y si ella es… no sé… si fuera su hermana…

—¿Y quién podría decirlo? —Naruto casi imaginó a Sasuke rodando los ojos—. ¿Lo sabremos si se parece al Henge no jutsu?, no sabemos cuántos años tiene, si es más chica o más grande que nosotros, si tiene una información o no sabe nada de sí misma como Naruto.

—Y aun así, ¿aun así la obligaremos a cargar con el Sanbi? —Hinata sonaba desconsolada.

—Si son familia debería funcionar. —Sasuke no tenía ni pizca de duda—. Si Naruto puede ella debe poder.

—Tal vez no debimos capturar al Sanbi… —Naruto se imaginó a Hinata encogiendo los hombros, desviando la mirada al suelo—. Habíamos dicho que no involucraríamos a un jinchuriki, que no obligaríamos a nadie a pasar por lo que había pasado Naruto.

—Calculamos mal y ahora estamos en una misión. —Siempre práctico Sasuke reconoció al instante su error—. No tenemos otra opción que llevarla a término con éxito, para eso nos crearon y es nuestra función si queremos alcanzar nuestros objetivos.

—Pero…

—Creí que tenías más decisión. —Sasuke la interrumpió—. Que lo de Neji y traerlo de vuelta era en serio.

—Yo… por supuesto que… —Hinata casi se atoró con las palabras.

—Eres dulce y te traicionas en la primera oportunidad. —Sasuke le soltó con aspereza—. ¿Cómo vas con eso de controlar tus sentimientos? —Hubo un breve silencio—. Atraparemos y llevaremos a la aldea a Karin Uzumaki. Es nuestra misión y lo único que importa. —Luego los pasos de Sasuke se alejaron y conforme lo hacían la audición extrasensorial de Naruto se perdió.

¿Sujetos de prueba?, ¿era Karin acaso simplemente el inicio de un grupo de sujetos de prueba?, ¿por eso es que Sasuke y Hinata no se lo mencionaban?, sabían que estaba emocionado por conocer a Karin y, de igual manera, que quizás solo la atraparan para exponerla a un experimento que podía matarla.

Karin, su madre, sus compañeros, todo se borró, solo podía escuchar la risa de Kyuuby leve y constante en el fondo de su mente.

0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o

Itachi nunca había tenido al Equipo Cuervo más eficiente y concentrado que en esa ocasión, prácticamente no tenía que dar órdenes. Cada quien tenía bien definido su papel y sus tareas, cada uno apoyaba a la misión de acuerdo a sus habilidades y sabía hacerse a un lado cuando estaba fuera de su rango de posibilidades.

En verdad que regresar al Equipo Cuervo como capitán era un tanto desconcertante. En la última misión que habían tenido juntos Itachi aun recordaba como los dividía, como les indicaba sus tareas, como los vigilaba y velaba por ellos. Ahora era del todo diferente, estando en misión los tres eran shinobis de la más alta categoría enfrascados en su encomienda.

Era como viajar con un escuadrón ANBU, sin comentarios, sin conversaciones, sin chances ni anécdotas, todo era la misión e indicaciones.

Itachi hubiera esperado que Naruto, como siempre, diera la nota de alegría y un tanto de desorden, pero se encontraba introspectivo, casi melancólico. Cumpliendo adecuadamente con sus funciones pero alejado del resto.

Hinata, aunque en un inicio parecía tener pequeñas conversaciones con Sasuke, ahora se encontraba apartada, batallando con una pelea interna que a veces le hacía perder la mirada en la lejanía.

Sasuke era todo eficacia, sin palabras de más, simplemente una misión por delante.

Itachi se encontró, por primera vez en su vida, haciendo comentarios al aire acerca de que era un bello amanecer, que la luna se veía hermosa o que el brillo de las estrellas era cautivante. Sus subordinados solían observar lo que él les indicaba y respondían con un "Hai", amable, pero sin posibilidad de expandir los comentarios más allá de eso.

Era tan extraño.

¿Estaban demostrando su eficiencia como shinobis?, no todas las misiones se debía ir tan concentrado como en una misión ANBU. Había misiones en las que un ninja podía relajarse y mientras las pistas acerca de la ubicación de Karin no fueran del todo claras ellos podían darse el lujo de aflojar la disciplina.

Aunque quizás es que estaba pensando en ellos como adolescentes más que como shinobis.

El único momento del día en que la tensión parecía apuntalarlos era en la noche, los 4 dormían en la misma casa de campaña y tanto él como Naruto compartían el sitio de en medio (no es que le hubieran preguntado Hinata se arremolinaba al fondo, Sasuke se ponía pegado a la puerta y Naruto y él cambiaban de lugar en la parte de en medio de acuerdo a la manera en la que entraban).

No es que estuvieran excesivamente juntos, pero a veces una pierna o un brazo se movían y había pequeños murmullos.

—"No me patees".

—"Hazte a un lado"

—"Perdón Hinata-chan"

Itachi no estaba demasiado acostumbrado a dormir durante misiones, pero desconfiar de los lobos de Hinata era simplemente absurdo, tenían mejor oído, olfato, visión y sentido extrasensorial que él y Hinata podía pasar días con su invocación, casi como si en lugar de una invocación fuera algún animal acompañante.

Así que como una muestra de confianza en su equipo dormía —o intentaba hacerlo.

Lo cierto es que había factores que lo dificultaban.

—Naruto-kun… —Una noche despertó porque Naruto había empezado a empujarlo contra Sasuke y su hermano estaba prácticamente apachurrado contra la puerta de la tienda—. Me estas aplastando…

—Siempre hace eso. —Sasuke gruñó despertando—. Desde los 7 años, si no empujaba a Hinata me empujaba a mí, solo empújalo al otro lado.

—¿Empujarlo? —A Itachi no le parecía quitarse de encima a su subordinado de un empujón.

—Así. —Para su desconcierto Sasuke le pasó ambas piernas por encima y empujó a Naruto con los dos pies. El rubio se rodó doblándose de dolor hasta ir a hacerse bola junto a Hinata quien despertó para consolarlo.

—Sasuke. —Itachi reprendió a su hermano, pero Sasuke simplemente soltó un bostezo

—Para mañana ni siquiera se va a acordar. Hyuuga, ya deja de consolarlo, sabes bien que no se va a acordar.

—Sí que me acordare. —Naruto gimió—. Me has dado con todas tus fuerzas.

—Si te hubiera dado con todas mis fuerzas habrías roto la casa de campaña. —Sasuke rodó los ojos y luego giró a su hermano—. Y tú también quítate, estas encima. —Aunque era cierto que Naruto lo había empujado hasta que él a su vez había empujado a su hermano para Itachi fue una sorpresa que Sasuke lo tratara con tal desparpajo, sobre todo tomando en cuenta que estaban en una misión. ¿Debía reñirlo?, la verdad es que durante el día incluso se habían sobrepasado en aquello de ser correctos, tal vez la noche era algo así como un tiempo fuera.

—¿Te duele Naruto-kun?

—¡Que dejes de consolarlo!

—Ella me va a consolar. —Naruto (aun doblado en dos) se removió como oruga para estar cerca de ella—. Déjala en paz.

—Si lo dejas estar cerca de ti será a ti quien aplaste Hyuuga. —Itachi sabía que Sasuke llamaba a Hinata así de vez en cuando —específicamente cuando estaba enfadado con ella.

—N-no lo hará.

—Sigue soñando. —Junto a la otra pared de la tienda Hinata y Naruto se pegaron uno al otro haciendo un frente común contra Sasuke quien rodó los ojos.

—¿Itachi-taichou no les va a decir que se separen y que estamos en una misión y no pueden pegarse así?

—Para empezar… —Itachi en realidad estaba sobrepasado por todo eso—. Creo que no deberíamos dormir juntos en un inicio.

—¡Hinata-chan siempre ha dormido con nosotros! —Naruto se aferró a ella como a un enorme oso de peluche así que Sasuke le colocó un capo en la cabeza y tiró de él hasta ponerlo a su lado.

—Itachi-taichou junto a Hinata y es todo.

—¿Por qué siempre decides tú? —Todavía se removieron un rato, Itachi miró fijo el techo de la casa de campaña, preguntándose si así es como eran las misiones normales por la noche. (No es que él hubiera compartido campaña con sus compañeros ANBU después de todo).

Hinata soltó un suspiro, Itachi no supo si de cansancio, de desilusión o de aceptación. Quiso decirle algo, al final no dijo nada. Cerró los ojos y luego de unas horas sintió como Naruto lo presionaba esta vez en sentido contrario. Pero a pesar de la leve presión que hizo contra su hombro Hinata no dijo nada. Naruto por su parte no dejo de roncar.

0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o

Los pelirrojos no eran gente muy común, a decir verdad, no en esos lugares por lo menos.

Si robaba algo solo había que decir que era pelirroja y estaba jodida, todo mundo sabía quién era.

Si decía una palabrota, si alguien la buscaba, si le querían echar la culpa.

Pelirroja.

Pelirroja.

Pelirroja.

Ser pelirrojo era un asco.

Karin sabía que había un pelirrojo importante que vivía en Suna, el hijo del Kage. También había alguna gente pelirroja en la aldea del rayo, o ahí donde vivían los ninjas de la tierra, no estaba segura.

Porque sí, había investigado acerca de los pelirrojos por si aquello le decía algo de ella misma, de su familia, de sus raíces.

Nada.

En realidad sí que había descubierto algo, era una Uzumaki, el jodido clan más puñetero de todos. Buscados en todo el mundo shinobi por sus poderes de invocación, por su capacidad de ser contenedores, por sus extrañas habilidades.

Por ser presas.

Jodidas y malditas presas.

Karin se había escapado toda su vida; primero con su madre, luego sin ella, en realidad su madre era un recuerdo borroso en su memoria.

"Huye Karin"

Pero a los 5 años no es que se pueda huir muy lejos.

Había estado presa muchas, muchas, muchas veces.

Lo peor había sido esa banda de ninjas de baja calaña. Esos que la mordían y la mordían cada que los herían. Karin era pequeña, pero cuando la mordían sentía la misma sensación que sentía a la actualidad.

Ardor y placer.

Y entonces ellos la tocaban, se burlaban, decían todo lo que le harían en cuanto creciera un poco más.

Así que escapo.

Era buena escapando.

Karin la de cabello rojo.

A veces pensaba en cortarlo, cortarlo todo hasta que no fuera más que pelusa roja en un cráneo ovalado. Pero le quedaba demasiado amor propio para hacerlo. Las mujeres y su cabello eran cosa de cuidado.

Así que ahora iba por ahí con una capucha, la verdad no es que pudiera dejar de ser llamativa solo por el cabello; sus ojos también eran rojos, en una ocasión unos inexpertos lo habían confundido con el sharingan activado. Aquello había sido horrible. La sensación de unos dedos intentando sacar sus ojos, como si hacer aquello fuera tan fácil.

Solo los Uchihas tenían esa capacidad de sacarse los ojos como si nada. Jodido clan raro.

Jodidos todos.

—¿Cuánto cuesta?

—Son diez yens.

Alrededor era día de mercado, Karin sentía las sandalias pesadas por el lodo acumulado de la noche anterior, pero también percibía el peligro.

Y es que Karin no era una kunoichi.

Había aprendido de los hombres que la habían secuestrado, de los ninjas que habían intentado atraparla, pero nadie le había enseñado (3)

"Karin, si te concentras puedes sentir el chakra" Recordaba esa frase de su madre y ciertamente que podía reconocer ciertos chakras: los que le causaban miedo, de los que debía cuidarse, los que tenían colores diferentes.

Los que significaban muerte…

Y al darse la vuelta sintió, algo en su corazón bombeó y le dijo, que el chakra ante ella era muerte.

A decir verdad era un chakra bonito, quizás el chakra más bonito que hubiera visto en su vida, color plata derretida, suave como terciopelo y bajo, tan bajo que pasaba desapercibido entre todas las personas del mercado.

Sintió un escalofrió recorrerle la espina dorsal y giró completamente hacia la dirección que sus instintos reconocían.

Ahí enfrente estaba parada una muñeca de porcelana.

Una capa café la cubría desde la cabeza hasta los pies dejando ver solo unas botas desgastadas de viajero. Pero su rostro era visible. Piel blanca como porcelana y tan inexpresiva como el rostro de las muñecas. Ojos grandes, sin aparentes pupilas, fijos en ella, como un ave de rapiña que hubiera puesto dirección a su objetivo y marcado a su presa. Nariz redondeada y labios que eran una línea.

Sus mejillas no estaban coloreadas. Aunque hacía frío y la mayoría de la gente arrojaba vaho sobre sus manos y se frotaban con el rostro colorado intentado entrar en calor.

Y Karin lo supo, para aquella muñeca infernal aquello no era un esfuerzo y el clima no le era adverso, sus mejillas estaban pálidas porque no se estaba esforzando, no estaba agitada a pesar de su apariencia de viajero. Todo era una trampa porque aquella chica que aparentaba su edad era una kunoichi y no cualquiera, para ella esa chica representaba la muerte.

Dio media vuelta rogando porque la distancia que las separaba fuera suficiente y echó a correr.

Sus sandalias llenas de lodo hicieron ruidos ahogados por el camino. Todo se llenó de manchones y sonidos que daban vueltas. A las apuradas intentó pensar, ¿por dónde escapar?, había pasado la vida escapando, era experta, tenía que hacerlo. Aunque nunca un chakra la había asustado tanto.

—Alto. —El aire se le acabó en seco y cayó hacía atrás de golpe. De alguna manera la chica la había alcanzado, la había pasado y la había parado en seco poniendo una mano sobre su pecho. Ahora su chakra ondulaba en tranquilas ondas, espantoso chakra plateado que fingía ser más pequeño de lo que en verdad era.

—¡Aléjate de mí! —Karin la odio, en su mente fantaseó con la idea de ser las dos del mismo calibre, del mismo poder, tomar su hermoso cabello negro en las manos y arrancarlo a tirones.

—Uzumaki Karin. —La joven se puso en cuclillas frente a ella. Ojos inexpresivos, voz hueca—. Te informo que eres prisionera de Konoha, no te resistas.

—¡¿Por qué?! —Karin aulló, no podía ser, no podía ser. Una aldea, era prisionera de una aldea, su clan había sido forzado a experimentos por parte de las aldeas hasta prácticamente ser eliminados, ¿correría ahora ella la misma suerte?—. ¡¿Por qué?! —Volvió a gritar y el aire echó atrás su capucha, el cabello rojo revoloteó en el aire con fiereza.

—Por existir… —La joven musitó despacio, su expresión no cambió, su voz no cambió, sus ojos no reflejaron ningún sentimiento. Y aun así Karin sintió, todo en ella se convenció que su destino la había atrapado.

0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o

El jueves a las 6 de la tarde el Equipo Cuervo se reunió donde habían acordado. Hinata llegó caminando, en su mano una cadena que iba atada a las manos de su prisionera, una joven con capucha montada sobre Yahiko.

—¿Es ella? —Itachi preguntó con profesionalismo, aunque algo dentro de él tiró. Aquella jovencita era de la misma edad que sus pupilos y su rostro inclinado daba la idea de que se encontraba llorando.

—Es ella. —Hinata confirmó, su voz sin matices.

—¿Cómo sabes? —Naruto dio un paso al frente, lucía inquieto, su respiración no era constante, Itachi sabía que quería quitarle las cadenas a la joven, tanto por ella como por Hinata.

—Tiene tú mismo chakra Naruto-kun. —Por un momento todo fue silencio, horrible silencio—. El de ella es rojo, pero en esencia es el mismo. —Al escuchar aquello Karin alzó la mirada, no lo había hecho desde que había sido capturada; no era tonta, no podía escapar de Konoha, no podía escapar de aquella jodida muñeca asesina, pero si no lo intentaba sería un experimento más y era bien sabido lo que podía pasarle a los experimentos.

Sus ojos carmesí exploraron rápidamente; al frente un hombre joven, a todas luces el capitán y con un chakra tan escalofriante que las lágrimas rodaron por sus mejillas sin poder detenerlas, toda idea de escapar hecha pedazos. A su lado un joven de cabello negro, frío, serio y a quien aparentemente ella y todo lo que conllevaba lo tenía sin cuidado.

Pero la sorpresa fue el otro, el rubio, en sus sorprendentes ojos azules se leía anhelo y dolor, como si ella fuera importante en más de un sentido.

Podía usarlo, quizás podía usarlo, si tan solo…

Apenas intentar alcanzar su chakra sintió el horroroso poder oculto de una bestia y lo entendió.

Aquel era Naruto Uzumaki, el portador de la bestia de nueve colas, el integrante del Equipo Cuervo y eso que había sentido dentro de él era nada más y nada menos que el Kyuuby.

—¿Qué piensan hacer conmigo? —Apretó los dientes y levantó la cabeza, sabía que no podía escapar—. Jodidos ninjas de Konoha, —y entonces toda su vida entre palabras soeces, vulgaridades y hombres malos salió a torrentes—, ¿quieren experimentar con mi maldito cuerpo?, ¿inyectarme porquerías y ver qué sucede?, ¡eh!, ¿les excita?, ¡¿eso quieren?!

Naruto dio un paso repentino atrás, sus ojos abiertos como canicas.

—¡Púdranse enfermos!, ¿quieren morderme para ver cómo me caliento?, ¡¿eh?!

—N-no, ¡no, no, no! —Naruto negó con ambas manos, su rostro rojo.

—¿A qué se refiere con morderla y calentarse? —Sasuke frunció el ceño con aire absolutamente científico.

—Lamento esta situación. —Itachi dio un paso al frente, a prudente distancia de ella—. Como ninjas estamos en cumplimiento de nuestro deber y le aseguro que nadie atentara contra usted, nuestro fin es simplemente llevarla a nuestra aldea.

—¡¿Y ahí qué?!, —Karin chilló, arriba los pájaros levantaron el vuelo ante el alboroto—, ¿sus científicos meterán cosas en mi cuerpo?, ¿me estudiaran de arriba abajo?

—Ellos quieren que seas la contenedora del Sanbi. —Hinata giró hacía ella, voz inexpresiva.

—¿Y ver cómo muero?

—Ellos esperan que no mueras.

—¡Pues peor para ellos si vivo! —Karin apretó los dientes, sintió que de ejercer un poco más presión se los quebraría—. ¡Se van a arrepentir toda la vida si vivo!

—Sería un castigo acorde. —Hinata la miró, hondo, profundo, Karin calló de golpe. Miró alrededor, al capitán que le sostenía la mirada sin expresión, al chico de cabello negro que ya ni se fijaba en ella y al rubio que cada vez parecía más angustiado.

Sí, sí podía usar a alguien era a él. Suerte que su chakra fuera tan horrible. Solo él era capaz de ayudarla.

.

.

..

.

Aunque el plan de Karin había sido él de embaucar al rubio y ponerlo de su lado (sin importar si para eso debía entrar en modo damisela o darle besos y arrumacos) lo cierto es que era un plan que no podía entrar en práctica en el mundo real. Y es que la muñeca asesina (ahora sabía que se llamaba Hinata) no la dejaba sola ni a sol ni a sombra.

¡Era una acosadora de lo peor!

La llevaba siempre encadenada encima de aquel lobo y los demás no podían acercarse, ningún hombre se acercaba en un radio de unos cinco metros.

¡Y para engatusar al rubio obviamente necesitaba estar mucho más cerca que cinco metros!

La acompañaba a bañarse, al baño, no podía ni cagar sola.

Era frustrante y humillante.

La muñeca no hablaba.

"Sí"

"No"

Nada de conversación, como si fuera una máquina.

Lo único es que cocinaba como una jodida Diosa y eso que estaban en medio de la nada con apenas ingredientes que usar.

La hora más feliz de Karin era la hora de comer.

Fuera de eso cada hora que pasaba era una hora más que se encontraba cercana a su horroroso destino.

Frustrante, frustrante.

Había intentado hacerle conversación, la había insultado, le había llorado y había fingido que le caía bien.

Nada.

Debía ser como esos bebes AMBU que les lavaban la cabeza desde chiquitos.

El rubio no, el rubio era diferente y en ocasiones lo observaba mirándola con anhelo. Solo en esas pequeñas ocasiones la muñeca tenía un titubeo.

Seguro que le gustaba.

Podía ser todo lo asesina que quisiera, pero Karin estaba segura de que el rubio le gustaba.

Solo por molestarla Karin hubiera querido besarlo antes de morir, a ver si aquellos ojos aguados sin color por fin expresaban algo.

El rubio era guapo, muy guapo en realidad: ojos azules, musculoso, cabello dorado. Los otros dos eran atractivos oscuros, sombríos. Daban más miedo que ganas de acercarse. El rubio no, parecía un sol, a veces a Karin se le olvidaba que también él la había secuestrado y fantaseaba con él.

Que la tomaba en la noche de la cintura y huían.

Que era un infiltrado que iba a salvarla.

Que era su hermano perdido que se había pintado el cabello de rubio pero en realidad era pelirrojo.

Él alimentaba sus fantasías cada que intentaba acercarse a escondidas y Hinata lo paraba en seco con una mirada severa.

Maldita muñeca celosa y controladora.

Karin soñaba con sacarle los ojos y cortarle su bonito pelo sedoso. A ver si así seguía creyéndose doña perfecta.

Los días se le iban fantaseando entre ellos dos, los otros (el capitán y el muchacho de cabello oscuro) no le importaban y no eran material para entretener sus horas muertas.

Viajar en lobo no había sido lo que esperaba. Aunque era calientito, esponjoso y no tenía que caminar esas largas distancias lo cierto es que cuando se bajaba del animal tenía las piernas en carne viva y el primer día no había podido ni sentarse del dolor.

Ahora se había acostumbrado, aunque muy poco.

—Eres malvada y cruel. —Como siempre se quejó contra la horrorosa muñeca, pero la otra pareció no oírla—. Me haces viajar en esa cosa todo el día, me duelen los muslos. —Estaba en la tienda que compartían, aunque hubiese sido mejor decir que unos lobos aterradores la vigilaban toda la noche—. ¿Me estas escuchando?, ¡dijeron que no me harían daño hasta llegar a su estúpida aldea! —Y sin embargo estaba ahí, con las piernas tan lastimadas que le sangrarían—. Sabes muy bien que me llevan a morir. —Karin gruñó—. ¿Y por qué?, ¿acaso cometí un crimen, acaso soy un buscado criminal?, ¡no!, me quitan mi libertad y me obligan a ser parte de un experimento porque son más fuertes, ¡porque les soy conveniente!, ¡malditos sean todos!, ¡tú y tu podrida aldea!

—Voy a buscar algunas plantas para que te cures. —Le sorprendió que ella hablara, usualmente no le respondía. Aun perpleja la vio pararse y salir de la tienda dándole la espalda. Hubiera sido la ocasión perfecta de escapar pero desafortunadamente Yahiko estaba ahí cerrándole el paso, moviendo lentamente la cola.

Lobo estúpido.

Maldita bola de pelos rabiosa.

—¡Ah! —No pudo evitar un gritito asustado cuando de pronto el rubio se metió como tromba a la tienda, claro que enseguida le tapó la boca con una mano y el sonido murió sofocado.

—Espera, espera, espera, no voy a lastimarte. —El rubio la observó entre desesperado y ansioso, Karin sabía bien que de todos ellos él era el único que no la lastimaría—Yo… todo este tiempo he querido hablar contigo. —Lentamente el rubio retiró su mano.

—Pues no lo parece. —Karin comentó acida.

—Veras… ellos creen que no debería hablar contigo.

—¿Tu equipo?, —Karin soltó con rencor—, o esa muñeca asesina que no me deja ni un segundo.

—Hinata-chan no… —Naruto empezó una débil defensa pero ella se cruzó de brazos fulminándolo con la mirada.

—Sabe bien que van a matarme y no le importa un carajo, ella me atrapo y ella me arrastra a la muerte.

—Lo lamento tanto. —Los ojos del rubio se empañaron y para la sorpresa de Karin le pareció que aquello era lo más sincero que había visto en su vida—. Lo siento tanto.

—No vas a soltarme, ¿verdad? —Y ahí iba su última carta de escape.

—Lo pensé… —El rubio apretó sus rodillas con las manos, sus dedos estrujando el pantalón—. Pero sería cuestión de instantes que volvieran a atraparte.

—No si vas conmigo. —Aquella era su última oportunidad—. Si vienes conmigo no podrán, eres más fuerte que cualquiera de los tres, lo sé.

—Hinata-chan nos encontraría aunque nos escondiéramos en el centro de la tierra. —Naruto sonrió con tristeza. Karin quiso gritarle que entonces mataran a la jodida ojos aguados, pero supo que eso no sucedería, cuando él hablaba de ella lo hacía como si en vez de una maquina asesina fuera una mariposa de primavera, ¿estaría ciego acaso?

—¿Para qué vienes a verme entonces? —Karin quiso tener garras para sacarle los ojos de pura frustración—. ¿Me vas a desear feliz muerte?

—Yo quería… —Naruto titubeó—. Yo también soy Uzumaki…

—Ya lo sé. —Todo mundo conocía su nombre—. Somos primos. —Aquello lo acababa de inventar, pero quien sabe, igual y era posible.

—¿E-en serio? —Naruto la miró con anhelo, con tanto anhelo.

—¿Y eso qué?, —ella chirrió los dientes—, de todas maneras no me vas a sacar de aquí.

—Yo…

—¿Por qué no lo haces? —Karin le rodeó lentamente el cuello con ambos brazos, sabía que la muñeca cara inexpresiva era mucho más bonita que ella, pero seguro que usar esas tácticas no estaba en su repertorio, lo supo en cuanto el rubio pasó saliva asustado sin dejar de verla—. Te lo agradecería mu-chi-si-mo. —Aunque tenía muy poco pecho lo restregó contra el pecho del rubio quien de lo alucinado parecía que dejaría de respirar.

—¡Naruto-kun! —Y entonces la burbuja se rompió, Naruto la apartó tan violentamente que a punto estuvo de rodarse, pero no importaba, la cara de Hinata era de epopeya, había un mundo de dolor en sus pupilas.

—Yo-yo solo… —Naruto se ahogó, pero se recompuso al instante—. ¡Es mi prima!

—Y a la prima se le arrima… —Karin canturreó.

—¡No!, —el rubio estaba horrorizado—, Hinata-chan, si es mi familia no puedo permitir…

—Sin importar si es tu familia o no. —La muñeca inexpresiva había regresado—. Tenemos que cumplir la misión. Por eso no tenías permitido acercarte a ella. Vete por favor Naruto-kun.

—Te veo luego Naruto-kun. —Karin paladeó el nombre y sin saber cómo defenderse o proseguir Naruto salió apresurado de la tienda.

—Lo lamento, —una voz profunda habló y Karin soltó un chillido espantoso al darse cuenta que quien lo hacía era el lobo que se había mantenido tendido a un lado durante todo ese tiempo—, fue tan entretenido que no pude resistirme.

—Yahiko-chan… —Hinata musitó, parecía que algo dentro de ella estaba aflojando, pero enseguida volvió a modo princesa de hielo y se dirigió a Karin—. Estas son las hierbas, puedes ponerlas sobre tus heridas. —Karin estuvo a un pelo de tirárselas al suelo, pero luego pensó que sería idiota de su parte y las tomó con retintín.

—¿Falta mucho para llegar a tu aldea asquerosa?

—Dos días. —Y no hacía ninguna clase de comentario acerca de lo de "asquerosa".

—Dos días para morir. —Karin bufó, luego se acomodó el pelo sobre el hombro—. Oye, ese rubio, Naruto, ¿quién diría que sabe usar así la lengua?

—No digas mentiras. —La voz de ella estaba tensa, Karin casi hubiera podido reírse, le gustaba, el rubio le gustaba lo suficiente como para romper su fachada de hielo.

—No estoy mintiendo, ¿no nos viste? —Karin se abrazó a sí misma—. Tan juntos.

—Naruto-kun se preocupa mucho por ti. —Ella giró a verla, por primera vez le prestó verdadera atención a sus ojos, eran unos ojos color perla, con una tenue línea que dividía la pupila, aun así eran ojos extraños.

—Sí, ya lo sé. —Karin se bajó el pantalón corto para colocarse la hierba medicinal sobre los muslos—. Nos besamos, ya te dije.

—Él dijo que eras su prima. —Hinata respiro hondo—. La única familia que conoce. —A decir verdad Karin como que estaba un poco arrepentida de aquella mentira porque era un poco cruel y más que nada porque seguro él iba a tener reparos a darse arrumacos si creía que eran familia. Había sido una mentira tonta, pero ahora no podía echarse para atrás.

—Familia o no me van a entregar en dos días.

—Entregarte no es morir. —Hinata la miró fijo, ella le sostuvo la mirada—. Naruto-kun sobrevivió, tú también puedes.

—¿Y qué te hace pensar eso muñequita frígida?

—Eres fuerte. Tu chakra es fuerte. Lo sé. —Y por alguna razón que aquel monstruo con rostro de muñeca se lo dijera hizo que por un momento, por un vergonzoso momento, lo creyera.

0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o

Karin no tenía idea de que el lobo en el que había viajado todo ese tiempo hablaba, pero en cuanto lo descubrió no paró de hablar con él. Y no parar fue no parar.

—¿Entonces solo comes carne?, ¿carne humana también?

—¿Qué es eso del reino de los lobos?

—¿De verdad la muñeca asesina es una princesa?

—¿Con quién dices que se va a casar?, ¿y ella lo sabe?, porque está enamorada de otro, ¿sabes?

—¿En serio te gusta Konoha?, ¿y cómo es?

—Claro que a mí no me va a gustar, tonto, yo voy en calidad de prisionera-sacrificio.

—¿Seguro que Naruto no tiene novia?

—¿Y cómo es eso de los clanes?

—Sería de risa, seriamos los únicos dos de nuestro clan, ¿nos van a dar un sector para vivir?

Hinata no le decía al lobo que parara y él le decía todo lo que sabía. Del equipo Cuervo, de los clanes, de las leyes, de Konoha. De los niños, de los campos, de vivir ahí.

Y hubiera sido perfecto si la cosa fuera vivir y no morir.

De vez en cuando veía a Naruto de reojo, pero él se cuidaba de no verla a ella y además el lobo era mucho, muchísimo más interesante. Lástima que fuera propiedad de Ojos aguados.

Las horas pasaron y pasaron, pero la conversación había sido tan entretenida que para Karin fue un poco chocante ver que había llegado a destino. Solo entonces comprendió que Hinata le había obsequiado aquello, la odio por entrometida, pero aun así acarició a Yahiko por detrás de las orejas cuando bajó de él, se había encariñado, además ya no le dolían los muslos.

El momento de la entrega fue horrible, el capitán del Equipo Cuervo la entregó como un paquete recolectado y entonces la tomaron con fuerza de un brazo y supo que todo estaba acabado.

No volteó atrás, le daba miedo ver los ojos de Yahiko y ponerse sentimental.

Obedeció —pues no le quedaba de otra— las ordenes que le dieron. Bañarse, ponerse una bata blanca limpia y someterse a estudios de laboratorio. Una chica de cabello rubio la atendió, tenía ojeras y parecía que fuera a morirse en cualquier momento, los labios agrietados de deshidratación.

Era algo así como pasante de medicina y llevaba quien sabe cuántas horas sin dormir, aun así fue amable.

"Ino" decía el gafete de su bata. Karin lo repitió varias veces, para acordarse por si sobrevivía.

Luego la dejaron en una habitación y llegó un viejito a verla, Karin lo conocía de sus apariciones en el periódico, el Hokage de Konoha. Él le explicó que lo que querían era introducir al Sanbi dentro de ella, le explicó que solo personas especiales eran capaces de ser contenedores de las bestias con cola.

Y si ella no quería no iban a hacerlo. Pero entonces el Sanbi estaría libre y una organización que se llamaba Akatsuki intentaría obtenerlo y además a ella la atraparían personas malas para usar sus poderes y habilidades.

Sí, sí, muy bonito todo, pero Karin sabía que aquello era pura charla.

Quisiera o no intentarían poner esa cosa dentro de ella.

—Hágalo ya anciano.

El Hokage le dijo que si todo salía bien ella sería una ninja de Konoha, serían su familia, la protegerían siempre. Ella contestó con cinismo que si las cosas no salían bien por lo menos la enterraran en un lugar agradable. Árboles y flores por ejemplo.

El día en que iba a morir lo encerró en un círculo en su calendario. Y solo faltaban tres días.

Ino le hacía chequeos constantes, pero un día estaba tan cansada que Karin la dejo entrar a su cama y dormir, según solo iba a dormir diez minutos, pero a Karin le dio lastima y la despertó una hora después. Luego de eso la castigaron o algo porque no había vuelto.

Y el día llegó.

Sin lentes no veía muy bien, pero aun así le dijeron que lo mejor era quitárselos. La acostaron en medio de un círculo lleno de garabatos y al sentir el chakra del Sanbi sintió que iba a morir.

¿De verdad querían meter eso dentro de ella?, ¿estaban locos?, sin querer empezó a temblar pensando si moriría cuando esa cosa entrara o cuando quisiera salir y si quedaría un pedacito de su cuerpo que no se destrozara para poder enterrarlo; no es que alguien fuera a ir a su tumba a llorar de todas formas.

—Listo. —La voz le resultó conocida y giró la mirada, ahí, en uno de los pilares de contención se encontraba Hinata y sus ojos ya no eran de hielo, eran unos ojos vivos y decididos.

—¿Qué haces aquí?

—Soy experta en sellos.

—¿Vas a estar en mi muerte hasta el final, eh?, ojos feos.

—No vas a morir. —Hinata hizo una serie de sellos con las manos, luego clavó en ella su mirada—. No te dejare morir. —E ingenua y cándidamente le creyó.

—Más te vale. —Aun así no era una chica de sentimentalismos. El proceso empezó y cerró los ojos. Se vio a si misma dentro de una cueva, una cueva llena de agua y lodo, apestosa e insalubre, al fondo el Sanbi intentaba infructuosamente alcanzarla (para rebanarla, comerla o masticarla, quien sabe), pero cuando sus piernas menos la sostenían alguien le prestó un brazo para sostenerse.

—Estarás bien. —Naruto le sonrió, una sonrisa brillante y fuerte—. Estoy contigo.

Y en toda su vida, nunca, jamás, alguien le había dicho algo como eso.

—Más te vale. —Porque la única forma en la que iba a sobrevivir era con la mayor cantidad de monstruos a su lado.

0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o

Karin despertó con todo, todo, todisimo el cuerpo doliéndole, casi como si hubiera corrido un maratón el día previo.

—A-auu. —Creyó que estaría cubierta de vendas y con algún brazo roto, pero no, solo una sábana la cubría y por lo demás sus brazos y piernas parecían enteros.

—¿Estas bien? —Una voz amable y un tanto preocupada sonó a su derecha y lentamente ella volteó la mirada. Su asombro fue inmenso al encontrarse a Hinata sentada a un lado y no, no era la muñeca asesina, la chica a su lado parecía incapaz de dañar a una mosca.

—¿Quién eres tú y que hiciste con Ojos aguados? —Karin achicó los ojos.

—No deberías ponerle apodos hirientes a las personas como si nada Karin-san. —Hinata sonrío, una sonrisa amable que intentaba pulir asperezas.

—Es en serio. —Karin se acomodó entre las almohadas y le dolió la espalda de manera horrible, aun así prosiguió—. ¿Dónde está Muñeca asesina?

—¿Muñeca qué? —Hinata dio un parpadeo, pura inocencia.

—¿Es en serio? —Exasperada Karin se dejó caer sobre las almohadas—. ¿Tienes doble personalidad o algo?

—A veces en las misiones algo así. —Hinata juntó las manos sobre las rodillas, llevaba puesta una falda larga y un suéter holgado, como una niña buena que fuera a hacer el mandado a su abuela.

—¿Algo así? —Karin entrecerró los ojos—. Ese entrenamiento de ninja es impresionante. O quizás es que tú eres de alta calidad.

—Karin-san… —Hinata titubeó—. Siento la manera en la que actúe para traerte aquí, yo… yo no podía tener dudas.

—No parecía que las tuvieras. —Karin siseó, aunque casi al instante levantó ambas cejas—. Bueno, excepto cuando se trataba de Naruto. —Aquello le divertía en gran manera y sabía que aquel era el punto flaco de la otra, pero para su sorpresa Hinata soltó un suspiro.

—Yo intente… egoístamente intente que Naruto-kun no supiera de ti, para que tampoco él tuviera dudas.

—¿Él estuvo ahí verdad? —Karin apretó la sabana bajo su puño, solo hasta entonces recordó que se suponía había pasado por la inserción del Sanbi.

—Sí, él se infiltró para ti.

—¿Y? —No es como si sintiera un cambio en especial—. ¿Soy un contenedor?, ¿está aquí?

—Lo sellamos. —Hinata le señaló su estómago, Karin descubrió con sorpresa que había una especie de sello ahí—. No puede salir. Naruto-kun te enseñara a usarlo, cuando estés lista…

—Quizás nunca quiera estar lista. —Karin bufó. Genial, un nuevo tatuaje para su cuerpo.

—No tienes que hacerlo si no quieres.

—Eso dicen todos. —Y se sintió cansada.

—¿Quieres descansar?

—Sí. —Karin cerró los ojos—. Y cuando despierte quiero que esta pesadilla acabe.

Pero no acabo, claro.

Aunque en apariencia el Sanbi estaba sellado le siguieron haciendo estudios, imágenes, pruebas.

Y luego un día, de repente, le pusieron los pies en la calle y la mandaron fuera con una indicación: encontrar a Iruka-sensei.

Como si encontrar a alguien solo por el nombre en una aldea fuera cosa fácil.

Karin preguntó un par de veces y la mandaron a la Academia, a fin de cuentas encontrarlo no fue tan difícil. Se encontró a Iruka-sensei en un salón calificando exámenes, era un hombre joven con una cicatriz que le cruzaba la cara por encima de la nariz, pero a pesar de eso su expresión en general era amable.

—¿Usted es Iruka-sensei?

—Tú debes ser Karin. —El hombre le sonrío, una de esas sonrisas que te hacían pensar que todo iba a estar bien—. Seré tu nuevo maestro a partir de ahora.

0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o

Naruto tenía serios problemas en cuanto a diseño de interiores así que durante tres días todo había sido de preguntarle a Hinata.

—¿No crees que le gustaría más su cuarto rosa?

—No es Sakura zopenco. —Aunque era más bien Sasuke quien contestaba.

—Yo creo que celeste está bien Naruto-kun. —Al final no le habían dado un área de la aldea para que el clan Uzumaki renaciera, pero el Tercero le había entregado el departamento debajo del suyo para que Karin se instalara, ¡eran el único clan en apartamentos!, era como guay.

En lo que Karin era sometida a pruebas Hinata, Sasuke y él estaban acondicionando el nuevo apartamento. Itachi era el encargado de comprar los electrodomésticos así que lo veían poco por ahí.

Por supuesto, aquello no había sido solo porque los dos apellidaban Uzumaki, el Tercero había hablado muy seriamente con los tres, debían vigilar a Karin, contenerla en caso necesario e incluirla en la aldea.

Sasuke estaba francamente harto con la idea. No había convivido directamente con la pelirroja pero se había hecho una idea aproximada:

Karin era grosera.

Petulante.

Desagradable.

Naruto en cambio era todo buenos deseos, se imaginaba la historia que la pelirroja había pasado y se inventaba historias tristes por su cuenta. Estaba seguro de que era huérfana como él, se imaginaba que al igual que él las personas la habían rechazado e insistía en que su manera de comportarse era porque las personas habían sido malas con ella.

Naruto tenía mucha imaginación.

Hinata por su parte no hacía comentarios lo cual era raro porque había sido ella quien más tiempo había pasado con Karin. Eso sí, cuando Naruto se emocionaba con la idea de vivir a un lado de su prima ella parecía sentir malestar.

Bueno, Karin era —y eso se podía notar sin problemas— la clase de chica que seducía chicos por deporte. Y no es que fuera difícil seducir a Naruto quien por lo general se ponía tonto en cuanto alguien le guiñaba el ojo.

Aquella situación era la única que le causaba ligera diversión a Sasuke, una diversión malsana. Lo cierto es que a pesar de haber pasado tanto tiempo juntos —en la separación de dos años— Sasuke no había logrado que Hinata olvidara sus sentimientos románticos hacia Naruto.

Se lo había comentado con indirectas.

Se lo había dicho entre líneas.

Finalmente se lo había dicho directamente.

Naruto, Hinata y él no podían tener esa clase de relación. De hecho ni entre ellos ni con otras personas.

Las relaciones amorosas eran un distractor que no se podían permitir. No es que Sasuke hubiera estado directamente enamorado para poder confirmarlo, pero sí que había estudiado a los que estaban en esa situación.

Hinata para ser más precisos.

Y Hinata, siendo sinceros, se volvía un estorbo con patas cuando su relación con Naruto sufría algún percance. Es cierto que desde que había pasado lo de Neji y Shisui ella se había esforzado en ocultarlo, pero ocultar y sentir eran cosas diferentes.

Lo de Karin había sido un ejemplo claro de que le seguía gustando Naruto, que seguía presa de un amor adolescente que la hacía sufrir. Patético si querían su opinión.

Pero no es como que le pudiera ordenar que dejara de gustarle Naruto y ella lo hiciera, los sentimientos no iban así.

Karin por otro lado parecía encontrar atractivo a Naruto (atractivo y cómodo, no le parecía desapercibido que su intención era usarlo a su favor), lo que no sabía o no entendía la pelirroja es que Naruto la veía de manera tan fraternal y cariñosa que la había adoptado como una hermana en su mente.

Se imaginaba que Karin se volvía la familia que siempre había querido.

Y eso era molesto. Muy molesto.

Para Sasuke los demás Uchiha no era su familia. Su familia era el Equipo Cuervo. ¿Por qué Naruto no lo entendía de la misma manera?, ¿por qué se empeñaba en tener su propia familia de sangre?

Además eso de ser primos no le terminaba de calar, ¿Karin como había conseguido esa información? Y además no se parecían nada.

Bueno, solo en eso de ser buenos colectores, no podía pasar aquello por alto. Los Uzumaki eran un clan peligroso por aquella característica.

Y ahora se habían convertido en niñeros de aquella criatura irascible. Sasuke fantaseaba con lavarle la boca con jabón como primera medida de educación cada que volviera a sus groserías y frases poco acordes a su edad.

Itachi no se había pronunciado al respecto, les había dejado la tarea de decoración e inserción de Karin en la aldea a ellos por completo. Suponía que su hermano no era bueno en esa área (socializar no era ni sería nunca lo suyo) así que para no cometer errores veía desde la distancia.

Un apoyo lejano, en esa misión había sentido a Itachi así todo el tiempo.

Si lo pensaba era entendible. En la misión que habían tenido para capturar a Karin el papel de capitán salía un poco sobrando. Todos sabían qué hacer y cuando. Así que Itachi había quedado un poco en el aire, quizás preguntándose si debía ser parte del equipo o continuar arriba de ellos.

No es que su liderazgo hubiera decaído. No. Pero quizás su hermano se preguntaba si debía ser parte del juego interno del equipo o debía permanecer arriba como siempre.

Además había otras preocupaciones que lo atenazaban. Durante su misión el clan se había quedado sin dirigente así que el concejo Uchiha había tenido que tomar las decisiones y aquello era una medida provisional que no podía repetirse todo el tiempo.

Itachi no podía ser dirigente de un clan y líder del mejor equipo táctico de Konoha. Las misiones impedían ocuparse de ambas cosas y el Uchiha era un clan muy demandante.

Sasuke les estaba comentando aquello de manera vaga cuando fue interrumpido.

—¿Por qué no toma el liderazgo tu mamá? —Naruto preguntó como si cualquier cosa mientras ponía un clavo en la pared para colgar un cuadro un tanto deprimente de unas flores.

—¿Estás loco?, —Sasuke rodó los ojos—, las mamás no pueden ser líderes de clan.

—¿Por qué no? —Para su sorpresa fue Hinata quien preguntó, y en su tono se descubría que había tocado una fibra sensible porque nunca alzaba la voz así a menos que algo la hubiera molestado.

—Porque no. —La idea era del todo risible—. Ni siquiera es ninja.

—¡Es jounnin! —Hinata cada vez estaba más alterada, si hasta parecía loca.

—Eso fue hace mucho. —Y Sasuke también se empezaba a molestar.

—Pero ella sabe todo eso de las leyes y las normas y como se mueve el clan, ¿no? —Naruto colgó el cuadro y giró hacía él.

—Sí. —Sasuke aguantó un suspiro de frustración—. Porque era esposa de mi padre, quien era el líder.

—Entonces ya sabe cómo funciona todo. —Y Naruto estaba convencido de su idea, sería idiota.

—Escucha, no sé de dónde sacaste esto. —Sasuke se puso a atornillar un mueble para tener las manos ocupadas—. Pero mi mamá nos hace el almuerzo, limpia la casa y nos regaña por llegar tarde, no está calificada para ser líder de nada.

—Ella tiene el mismo rango que yo Sasuke. —Hinata frunció el ceño, sus bonitos ojos enojados—. ¿Estás diciendo que yo debería estar limpiando mi casa y haciendo el almuerzo solamente?

—¿Qué diablos les pasa? —Una comparación entre su madre y Hinata era ridícula—. Los Uchiha nunca aceptarían a una líder mujer, ¿están dementes?

—¡Aceptaron a Izumi-san como jefa de la comisaria! —Hinata contraatacó.

—¡Itachi la impuso, nadie la quiere! —Y aquello era cierto, había escuchado a muchos jóvenes Uchiha quejarse.

—¿Por qué no querrían a una mujer? —Naruto preguntó con franca confusión, era clásico de él no entender ese tipo de cosas.

—Porque son más débiles. —Sasuke gruñó y antes de que Hinata pudiera reclamar la señaló enfadado—. Y lo sabes, en fuerza física son más débiles, y mi madre lo sabe también, a ella también le parecería una tontería todo esto.

—Si entrena yo creo que podría volver a ser como antes. —Naruto dio un parpadeo poniendo los brazos tras su cabeza—. Además creo que el líder de un clan no tiene que ser el más fuerte, Itachi-taichou era más fuerte que tu padre y no era el líder.

—Ese no es el punto.

—¿Entonces cuál es el punto?

—Solo cállense, ¿sí?, ya me hicieron doler la cabeza.

..

..

.

Itachi los escuchó discutir y luego quedarse en un hosco silencio, se quedó con el puño extendido para tocar la puerta y una licuadora bajo el brazo.

Outch.

Como había dolido escuchar a Sasuke con aquellas ideas. Y sin embargo, ¿no era lo mismo que él pensaba en el fondo?

Es cierto que había sido él quien había puesto a Izumi en ese cargo, pero había sido solamente porque confiaba en ella, porque no temería traiciones de su parte y, debía admitirlo, porque un bando dividido le convenía para que no se hicieran nuevas insurrecciones.

Lo cierto es que nunca había pensado en su madre como otra cosa que una madre, no tenía idea de cuánto tiempo llevaban Hinata y Naruto pensando aquello pero él, al igual que Sasuke, lo había rechazado de principio como una simple broma.

Se avergonzaba de sí mismo, pero al oír los argumentos de Hinata y Naruto se había dado cuenta de su error. Aun si su madre no quería ser la líder, aún si no estaba cualificada para el papel, anularla a un simple "madre" estaba mal.

Así que dio media vuelta, podía entregar el electrodoméstico luego, pero había algo que tenía que hacer con suma urgencia.

Sus pasos recorrieron la aldea, tiendas abiertas donde las mujeres vendían, jóvenes kunoichis que volvían corriendo de la academia, gritando y haciendo travesuras. Niñas que jugaban a ser ninjas. Abuelas que regañaban con pesados bastones.

Pensar que Sasuke las consideraba más débiles…

En fuerza física podía ser, era cierto que Naruto era más fuerte que Hinata, por ejemplo, pero ella, en muchos sentidos, era más fuerte que él.

Sus pasos resonaron con fuerza por el camino que daba a la casa y su madre salió enseguida, el ceño fruncido, acostumbrada a los pasos fuertes en su hijo menor, pero no en su hijo mayor. Y ahí Itachi supo que ella en ningún momento había dejado de ser una ninja.

—Okka-san. —Itachi se paró lo más firme que pudo, aunque supuso que quizás perdía un poco de dignidad con una licuadora bajo el brazo—. ¿De casualidad le interesaría ser la líder del clan? —Su madre lo miró atenta, uno, dos, tres segundos sin cambiar la expresión; luego se puso lentamente un mechón de cabello tras la oreja, e Itachi supo que aquel gesto tan cotidiano escondía —y siempre había escondido— más de lo que se veía a simple vista.

Luego sonrió, una sonrisa sencilla.

—Pensé que nunca me lo preguntarías.

.

.

.

.

.

Notas de Okashira Janet: Capitulo arriba, ¿Cuánto ha pasado?, un año y un montón de meses. Éste capítulo se escribió en dos fases con un lapso de meses en medio (segundo periodo vacacional y tercer periodo vacacional). Gracias al señor por las vacaciones en Diciembre.

Aclaraciones

Ataque a los titanes. Es un manga que todo el mundo conoce así que solo le diré a quienes lo siguen, "¿Qué está pasando doctor García?", por otro lado me alegra que Naruto ya haya pasado de los shonen a los seinen.

Querida señora Bird. Es una novela de ficción histórica cuya reseña pueden leer en mi blog y que trata sobre una joven en la segunda guerra mundial quien se hace pasar por la señora Bird (una columnista) para contestar las cartas de las mujeres afligidas. Si les soy sincera quería aporrear a la protagonista así que por eso Hinata no estaba muy entusiasmada con que Naruto lo leyera.

Karin. En esta línea del tiempo Orochimaru y su aldea hechiza no existen, tampoco sus centros de investigación, así que nunca recluto a Karin, por ende su vida fue diferente hasta ser encontrada por el Equipo Cuervo.

Los lectores preguntan:

Sí, como algunos de ustedes lo esperaban Kakashi sumó dos más dos y asoció a Itachi con los libros de Icha-Icha, pero por el momento solo vigila que los chicos no los lean.

Si planeo pasar mis fanfics a wattpad, pero en general pasó las historias a la otra plataforma ya corregidas (porque sí, ya que no tengo beta siempre hay mil cosas que corregir). Por ahora el fanfic que pensaba subir allá era "Debe ser invierno", pero como tengo que corregir cada capítulo aún estoy haciendo la remolona. Aunque supongo que el 2020 será su año para subirse.

Sí, en el capítulo previo los niños nunca cayeron inconscientes, era actuación para que Itachi hiciera su gran entrada, ¡taran!

Si pensé en hacer un especial del Icha-icha, pero la verdad no pude escribir ni un párrafo, no tenía nada de inspiración para un especial como ese. Igual en el futuro encuentro a la musa.

A los que se han enojado conmigo a lo largo de la historia y dejan de comentar (o comentan enojados porque es lo que mi historia —o la falta de capítulos— les hizo sentir. Agradezco que le sigan dando la oportunidad leyendo un capítulo más.

Como último quiero agradecer a todos los que se han preocupado por mí, pero no, no estoy triste ni en problemas, ni estresada, es que estoy en la residencia, en México eso significa trabajar 36 horas seguidas, luego 12, luego 12 y de nuevo 36 en un ciclo que solo se corta en vacaciones y cada mes tengo un fin de semana libre, ¿saben que hago con mi tiempo libre?, estudiar.

Pero aunque suene a esclavitud (y lo es amiguitos, de verdad que lo es) he aprendido muchísimas cosas, he pasado infinidad de aventuras, cada día es una nueva sorpresa, una nueva enseñanza. He conocido a un compañero invaluable de vida y juntos atacamos los días con todo nuestro vigor, ¿y saben que es lo mejor?, le enseñe Samurai X y al igual que yo también se enamoró de Kenshin. (Y no saben lo guay que es tirarte a ver al cielo y conversar con la persona que quieres acerca de la maravillosidad de Kenshin).

Así que estoy bien, estoy un poco más activa en el Facebook (que encuentran como Janet Gaspar) y en donde por lo menos asomó un ojito cada mes. No sé cuándo voy a actualizar pero no voy a dejar la historia, como siempre y rogando por su comprensión les pido paciencia y les doy las gracias por estar ahí.

Me despido que esto se está volviendo largo, ¿y que creen?, Sasha acaba de actualizar Team Seven así que me voy que tengo que leerlo.

12 de Diciembre del 2019. Jueves.