Comunidad: Live Journal

Tabla: Sugestiva

Tema: 06 (Mordisco)

Nota: Jelou! Yo otra vez con un nuevo aporte al fandom! Otro más? Bueno este es mucho más light que 'Recovery' y este tiene dueña: Está dedicado a Noa (aka Trolla 11027, la Lider lee lemon & come muffin) Así que Noa toda esta colección será toda tuya, disfrútala xD

~Y este capítulo lleno de Fluff escolar también está dedicado a nuestra Bet -Hana que el pasado fin de semana estuvo de cumpleaños! Feliz cumple guapa, sé que esta no es la actu que te prometí, pero como también sé que te gustan las historias de fluff consideré justo dedicártela, y decirte que Red Riding Hood está en camino solo para ti :D

Universo: Post GGO

Aclaraciones al final del capítulo~


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Esto es la Guerra•

I) -Mordida~


Asuna se inclinó a atarse las agujetas de sus zapatos junto a los casilleros, y al hacerlo los bordes de la bufanda que cubría su garganta cayeron hacia adelante, revelando su largo cuello en primera plana. Tan ocupada estaba en calzarse que no reparó en ello hasta que el grito ahogado de Rika a su lado la puso en alerta.

-¡Por Dios Asuna! ¿Qué es eso que tienes en el cuello…?

El grito, o más bien la frase empleada, obligó a la susodicha a enderezarse bruscamente, atando los extremos de la tela tras su nuca. Sus mejillas curiosamente ruborizadas y sus ojos escondían una timidez poco usual en ellos.

- No sé de qué estás hablando -respondió escueta.

- ¿No sab…? -Rika se interrumpió y con presteza tironeó la bufanda negra de su amiga, la que curiosamente le había visto usar a Kazuto muchas veces, hasta que logró quitársela. Y allí estaba; el curioso cardenal morado que resaltaba a simple vista sobre su piel extremadamente blanca; entre su barbilla y la base del hombro. Miró a su amiga con las cejas en alto mientras luchaba por no soltar una carcajada ante la expresión embarazosa de la pelirroja, quien veía a todos lados menos a los ojos castaños de Rika -¿Tiene algo que decir al respecto? -bromeó.

- F-Fue un simple golp…

- Oh vamos Asuna, que no nací ayer.

- P-Prefiero… prefiero no hablar de eso…-la pelirroja volvió a cubrirse el cuello y tomando su maleta se alejó dejando a la castaña boqueando como un pez.

Pero el aturdimiento de Rika duró solo unos segundos, al ver que quedaba sola en el pasillo rodeado de estudiantes, se apresuró a seguirle el rastro.

- No sabía que Kirito y tú… Bueno si sabía qué clase de relación tienen…-comentó mientras se esforzaba por caminar a su lado. Era un hecho que Asuna tenía tal agilidad que casi igualaba a su contraparte de ALO.

- ¡Liz! En verdad no quiero hablar de eso…

- Que me llames por mi nombre del avatar me dice que no estoy equivocada… ¿Qué le pasa a Kirito que no puede controlarse? -protestó en alta voz para bochorno de su compañera quien volteó a verla fúrica, pero ruborizándose aún más al ver la silueta imponente que esperaba por ambas en la puerta de entrada. Cuyo rostro se iluminó al verlas.

- ¡Hey Liz!

- Kirito -la aludida le sonrió maliciosa dándole un leve codazo a su compañera -Ya hemos vuelto a la normalidad ¿verdad? Pues veo que volvemos a la rutina de esperar a Asuna, y hacer otras cosas…

- ¿Huh? -el muchacho se despegó del muro -¿Qué quieres decir?

La castaña rió con intención y se golpeó el pecho como si hiciera una silenciosa promesa -Bueno pareja, debo comprar unos encargos que me pidió mi mamá, así que aquí los abandono…

- ¿Ah? ¡Pero Liz dijiste que estudiaríamos juntas para el examen de mañana!

- Calma Asuna, no reprobaré te lo prometo. Además… -miró a ambos ampliando la sonrisa ladina -No quiero interrumpirlos en sus actividades…

-¿Actividades?

-¿Puedes dejar de actuar como tonto y hacer pregunta de todo lo que digo? -puso las manos en la cintura en gesto amenazante -No entiendo que le viste a este imbécil, amiga…

-¡Liz!

-Ya, ya…- suspiró resignada, y se cuadró de hombros ya para retirarse, muy consciente de que seguían parados en la entrada del establecimiento, y los estudiantes los observaban con curiosidad -Kirito… aish, ve con calma ¿está bien? Y Asuna… no te fíes de este pervertido. Nos vemos, ¡mata ne!

-¿Ahh? ¡Oi, Liz!

Pero la aludida tras despedirse apresuradamente, salió corriendo por la vereda en dirección contraria a ambos, perdiéndose por la siguiente calle.

El par la observó boquiabierto por unos segundos hasta que Asuna suspiró sonoramente.

-En verdad creo que la soledad le afecta a la pobre…

-Siempre podemos liarla con Klein… creo que harían un buen par. Y él está cada día más desesperado por tener novia…

-¡Kirito kun, no es divertido! -le recriminó dándole un golpe en el hombro que lo hizo exclamar asombrado -¡No lo digas ni en broma!

-¡Oye! Tranquila…-rio levemente alzando las manos en gesto de disculpa -Y no es Kirito, es Ka-zu-to.

La sonrisa tierna que le dedicó hizo que Asuna recordara porqué aún seguía molesta con él, infló las mejillas en ese gesto ceñudo que a su pesar tan bien le quedaba, y volteó la cara.

-¿Nos vamos?

-Pues estoy esperando que te decidas a caminar.

Asuna bufó de mala gana y tomó la delantera siendo seguida por el sonriente muchacho.

-¿Estamos de mal humor hoy? -comentó el chico ajustando el cuello de su abrigo. Eran las tres de la tarde y el clima a pesar de ser pleno invierno era agradable, pero frío.

Asuna lo censuró mirándolo de soslayo por sobre su hombro.

-¿Hice algo malo que no recuerdo? -prosiguió el pobre arrepentido extendiendo la mano para tomar la de su novia que escondía dentro del bolsillo de su propio abrigo, pero ella le dio un golpe de advertencia evitándolo y viéndolo con esa expresión asesina similar a la de esos primeros pisos en Aincrad ‒¿Qué ocurre?

Sin duda Asuna podía comportarse como la chiquilla que aún era, y eso quedaba en manifiesto en las acciones risibles que hacía para frenar la persistente mano del muchacho que seguía en su afán de buscarla.

Finalmente luego de cuatro o cinco intentos ridículos Kazuto tomó la mano rebelde, entrecruzando sus largos dedos a los de su fugitiva novia.

-¿Acaso olvidé alguna fecha importante? -murmuró sabiendo que con su acción no había hecho más que soplar y reavivar las brasas del mal humor de la pelirroja.

-No puedo creer que preguntes eso -le disparó otra de sus miradas gélidas y tironeó sus dedos inútilmente.

-En verdad no recuerdo…

-Pues sí, sueles perder la memoria cuando te conviene.

Él ignoró esa acotación ácida; clara referencia a su pobre elección de palabras a la hora de presentarla ante Shino. Aquel 'Son mis amigas de SAO' quedaría como una marca grabada a fuego en los recuerdos de Asuna, más allá de las veces en las que le había pedido perdón.

-¿Entonces mañana después del examen haremos algo?

Asuna suspiró bajando la guardia -¿Me estás invitando a una cita?

-Tal vez.

Ella tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no sucumbir a la tentación de sonreír ilusionada. Resopló como quien no quiere la cosa y añadió con indiferencia ‒Está bien.

-Pues piensa a dónde quieres ir y luego me dices.

Asuna asintió evitando verlo, cuando sintió un brusco jalón a la bufanda que elegantemente cubría su cuello, dirigió sus amielados ojos al muchacho notando la sonrisa ladina que delineaba esos impertinentes -y muy besables- labios.

-¿Qué?

-Esto…- tironeó la prenda con curiosidad -Recuerdo que me la robaste y creo que sería buen momento para tenerla de vuelta… ya sabes lo inestable que es el clima.

Eso hizo que las mejillas de la chica ardieran hasta casi tomar el color de su encendido cabello, hizo un puchero golpeándole el hombro con el puño cerrado -¡Pues no pienso regresártela!

-¿Por qué no?

-¡Tú sabes bien el porque!

-Ahhhh~ -Kazuto amplió el gesto inclinándose hacia la molesta chica hasta que su aliento le rebotó en la mejilla -Con que se debe a eso… ¿Aun la tienes cuando han pasado tres días…? ¡Déjame verla!

Asuna gritó angustiada y abochornada cuando él deshizo el nudo que anclaba la prenda en su lugar, sin embargo se llevó las manos al cuello y se cubrió.

-Sigues siendo tan infantil Asuna.

-¿Infantil? ¡Esto es tan vergonzoso! ¡No podía arriesgarme a andar así por toda la escuela!

Kazuto rió con ganas -Que exagerada eres.

Él siempre le decía eso cuando la muchacha ponía el grito en el cielo ante alguna de las ocurrencias que Kazuto decía o hacía. Lo cual sucedía bastante seguido. A veces Asuna creía que lo único que él realmente buscaba era irritarla y avergonzarla a como diera lugar.

-Pues bien aquí tienes…- finalmente y perdiendo la paciencia, la pelirroja se quitó el género suave y tibio de su garganta, lo dobló con cuidado y se lo entregó.

Pero él no estaba viendo la prenda, sino que sus hermosos ojos grises estaban inmersos en el curioso moretón que resaltaba en esa piel de alabastro. Sus mejillas se encendieron levemente, quizás recordando cómo habían llegado a esas instancias.

La intensidad del momento había dejado de ser manejable hacía rato. El contacto que había empezado siendo tímido y suave, había mutado de un momento a otro volviéndose fuego y pasión.

Realmente no era lo que Kazuto tenía en mente cuando Asuna y él decidieron tomarse esa tarde para estudiar y prepararse para los exámenes de la semana entrante. Pero ambos eran jóvenes, saludables y… muy conscientes el uno del otro.

Y mientras estaban sentados en el suelo, Kazuto no podía apartar los ojos de esa preciosidad de chica, sorprendiéndose, y preguntándose por milésima vez, que había hecho bien para tenerla a su lado día a día. La claridad iluminaba el lado derecho de su rostro, sumiendo el opuesto entre las sombras que ocasionaba la caída de su largo cabello hacia un lado de su cuello. Sus pestañas largas, sus mejillas pálidas, sus labios de cereza… y la línea inmaculada de su cuello… un campo virgen a conquistar.

Entonces le pareció natural, quitarle el lápiz que sostenía mientras le explicaba no sé qué fórmula matemática, y rozando su rodilla muy ligeramente depositar un beso tímido en su mejilla; descendiendo con roces más suaves hasta la comisura del labio, buscando la aceptación ante su avance.

Luego de tanto tiempo sin tocarse, gracias a su estadía en GGO, era necesario un poco de contacto físico…

Asuna volvió la cabeza cuando Kazuto repitió su acción anterior, y cuando llegaba a la esquina de su boca, ella se giró propiciando el encuentro directo de sus labios. Encuentro que empezó suave y lento como si quisieran grabar la sensación pura y ligera de ese primer contacto. Luego, conforme los segundos fueron corriendo, la unión de ese beso se ciñó de manera tal, semejante a un nudo ciego, que no puede definirse ni soltarse por más empeño que se le ponga.

La mano que reposaba en la rodilla femenina empezó un leve ascenso, similar a una caricia ligera, adentrándose tímidamente bajo el ruedo de la corta falda; mientras la restante la sujetaba de la barbilla, sujetando su cabello, moviéndole la cabeza conforme sus movimientos, sus besos así lo requerían. Ella tampoco se quedaba quieta, pero Asuna era más sumisa y sosegada, una mano le sostenía la mejilla, mientras la otra se apoyaba en su pecho; tal vez para apaciguarlo en un primer momento, pero rindiéndose a medida que las caricias se escapaban del control de ambos.

Empero, cuando la juguetona mano masculina se adentró lo suficiente en territorio íntimo como para hacerla estremecer y retorcerse en sus brazos, la pelirroja se hizo para atrás jadeando ante la falta de aire, sus alborotadas emociones, y el bochorno que sentía.

-K-Kirito kun… no podemos hacer esto aquí… Suguha chan está abajo… y ¿s-si entra tu madre… y nos descubre…?

Parecía tan adorable y avergonzada diciéndolo. Aunque su apariencia distaba mucho de eso, con su falda alzada enseñando la apetitosa cara interna de sus muslos, los botones de la blusa escolar desprendidos, y su cabello suelto en un delicioso caos… era la cara opuesta a la inocencia.

Kazuto tomó aire en un intento de refrenarse y sonrió.

-Está bien - rodeó la mejilla aterciopelada y le dio un suave beso.

Sin embargo su objetivo no era ese… en lo que Asuna se ajustaba la falda, delineó con su nariz la línea de la mandíbula en busca de la tibia piel de su cuello; notando el imperceptible recorrido de sus venas, y el perfume intoxicante de su cabello… entonces sus labios se hundieron en ese punto exacto donde su pulso latía, y haciendo una ligera presión con su lengua y dientes se perdió a si mismo…

Asuna se había molestado.

Otra vez.

Últimamente era moneda corriente entre ellos, y aunque al principio no le había dado demasiada importancia, y hasta le parecían divertidos los arranques de malhumor de su novia; de un tiempo a esta parte todo eso estaba empezando a pesarle.

Sobre todo porque desde su participación en GGO, y sus fatídicas palabras en el bar de Agil, parecía que lo único que hacía era romper cada intento de Asuna por estabilizarse. Por estabilizar su relación, en realidad.

Y la entrada de Shino al círculo de amigos, y su muy amistosa cercanía hacia él no ayudaba en lo más mínimo. Claro Asuna no decía nada en contra de eso, pero su irritabilidad hablaba por sí sola.

Y los escasos momentos en los que estaban a solas… él no era capaz de frenar sus instintos primitivos… Realmente no estaba haciendo bien las cosas.

Kazuto ojeó la hora en su móvil tras el último examen, sorprendido al ver que tenía un mensaje que titilaba en la pantalla, y más sorprendido aún de ver de quien se trataba. Más aún porque estaba convencido que ella no le hablaría en todo el día, luego de que le aventara su bufanda en la cara y se retirara disgustada a tomar su tren la tarde anterior.

'Kirito kun! Recuerdas tu promesa de ayer? Pues no quiero ir a una cita… Me enseñarías kendo?'

El muchacho casi se fue de narices sobre la superficie de su pupitre ¿Qué rayos significaba ese pedido tan extraño? Se apresuró a responderle, moviendo los dedos a velocidad impresionante sobre la pantalla.

'Quieres que te enseñe kendo? En verdad?'

'Suguha chan dijo que era un buen deporte para descargar tensiones y lo necesito… o me meteré a hacer natación… Tú eliges…'

El móvil del pobre chico casi se escapó de sus manos al leer la palabra natación, imaginando a su novia modelando un pequeño y sexy bikini, junto a un centenar de chicos semidesnudos babeando por ella. La imagen mental por supuesto, no fue para nada divertida.

'Te enseñaré kendo, quita la idea de la natación de tu cabeza. Empezamos hoy a la salida de la escuela, tendremos el dojo para nosotros pues Sugu tiene entrenamiento'

'Me parece bien. No puedo esperar'

El chico suspiró desganado y guardando el aparato en el bolsillo de su chaqueta se dejó caer sobre su pupitre extendiendo los brazos, para luego esconder su cabeza en ellos. Rogando que por alguna providencia divina el tiempo pasara rápido.

El sol invernal era una acuarela de rojos y naranjas que incendiaba el cielo, preludio a una noche tardía y templada para la ocasión.

Adentro del edificio antiguo se oía los gritos de guerra, y el entrechocar de las espadas de bambú provenientes del par de jóvenes, quienes, aunque cansados no cesaban de atacar y defender su territorio.

La imponente silueta de Kazuto quien obviamente vestía de negro, era por supuesto mucho mas alta y segura que la figura inmaculada, pequeña y curvilínea que detenía sus movimientos.

Ambos habían desistido de usar el armamento completo para la práctica, inclinándose solamente por el do-gi, y sin los guantes de protección maniobrando las espadas de bambú con las manos desnudas. Y como tan solo era la primera clase de teoría, el muchacho no consideró necesario el resto del equipo. Claro, se había olvidado de lo capaz y osada que era su novia. A los sesenta minutos que llevaba enseñándole el lugar, y nombrándole las partes de la vestimenta y la armadura tradicional, Asuna tuvo la genial idea -porque no podía definirlo de otra forma- de sugerir una pequeña práctica para poner por obra lo que había aprendido hasta el momento.

Y ella parecía tan alegre, y de tan buen humor como hacía tanto no pasaba que el incauto muchacho no pudo decir que no.

Le facilitó las prendas que Suguha usualmente usaba para una situación tal, olvidando que su hermana era una deportista consumada, fuerte, robusta y con una delantera ligeramente más… prominente que su linda novia.

Cuando ella apareció minutos después sonriendo con su blanca chaqueta de algodón cruzada, su largo hakama, y su cabello recogido en una cola de caballo, supo lo que había hecho. La chaqueta lucía demasiado amplia para su talle, y aunque se ajustaba al pecho femenino no estaba debidamente atada, y cualquier movimiento de ataque o defensa ocasionaría un desastre…

Kazuto se vistió de negro, lógicamente, y todavía tardó unos veinte minutos explicándole como sostener el shinai, como adoptar la postura de ataque, y como defenderse. Luego de esas peripecias, y no estando muy seguro de todo, se dispuso a practicar. O por lo menos a darle una pequeña lección.

Lo que no estaba preparado era para los movimientos audaces de la chica, ni para los golpes certeros que dejaba caer sobre él sin titubear. Era una clase de práctica pero Asuna estaba tomándoselo muy en serio; bastaba ver sus labios apretados, sus mejillas enrojecidas por la actividad, el ceño fruncido en concentración… y el inoportuno escote de la chaqueta que se abría cada vez que ella alzaba el shinai en línea recta ante sus ojos.

No podía concentrarse con semejante espectáculo en frente. Y no señor, Kazuto no era un pervertido, solo era un joven impetuoso y… carnal sediento por los tentadores encantos de su novia.

Cuando Asuna bajó la espada en ese grito que más se asemejó a un jadeo provocador, él siguió en cámara lenta como la bata de algodón se separaba de la piel enseñando la suave y blanca redondez, que rebotó deliciosa, dentro de aquella armadura de tela que se veía demasiado ligera, y…

El golpe atroz que ella le pegó en la mano que sostenía el shinai le hizo poner los pies sobre la tierra en un santiamén. Soltó el mango de la espada chillando de dolor.

-¡Kirito kun lo siento! Yo solo aproveché la abertura que dejaste y…

-No te disculpes… - aventuró intentando salvar algo de dignidad. ¡Es que era ridículo que el alumno hubiera superado al maestro solo en la primera clase! -Está bien, lo has hecho muy bien.

-Pero te golpeé muy fuerte ¿te duele? -sostuvo la temblorosa muñeca del chico entre sus manos tibias, y acercó sus labios para acariciar la maltratada piel.

Ese movimiento inocente hizo otra de las suyas y las pupilas aceradas de Kazuto casi se salieron de sus cuencas, ante la caricia inocente de Asuna y la osadía del escote traidor.

-Déjalo así -farfulló retirando la mano, sonrió indeciso ante la expresión confundida de la pelirroja -Lo has hecho genial para ser tu primera clase -añadió enseñándole una sonrisa mientras recogía las espadas -¿Sientes que lograste tu cometido?

Ella suspiró mientras se llevaba las manos a la cabeza y se desataba el cabello -No del todo, pero ha sido un gran avance -la espesa cabellera anaranjada cayó desordenada sobre sus hombros, como una lluvia de fuego.

Era un gesto de lo más simple, y la había visto acomodarse el cabello en muchas ocasiones, sin embargo en ese momento, en esa circunstancia le parecía la acción más sensual que hubo visto en su vida. Los colores del atardecer que entraban por las ventanas altas, y todo ese juego de luces y sombras que la atmósfera creaba en el dojo, ese aire de misterio, aquella practica milenaria y ella. Aquella mujer de temperamento férreo y dulce, apasionada y hermosa. Su mujer en todo el sentido de la palabra.

Sonrió de pronto, sintiéndose estúpidamente feliz y agradecido -Debes estar sedienta, iré a buscar algo para beber, espérame aquí… -le tendió una toalla de mano para que se aplaque el sudor y salió por la abertura de madera -Afuera en el patio hay una canilla por si quieres refrescarte un poco, pero recuerda que estamos en invierno así que no abuses del agua fría…

Asuna soltó una risita que lo acompañó hasta que Kazuto entro a su hogar y preparó una inmensa jarra de agua de limón y dos vasos.

Volvió sobre sus pasos notando como el cielo se había ensombrecido en cuestión de segundos, los tonos anaranjados del atardecer se habían convertido en púrpuras y violetas que anunciaban la entada la noche.

El dojo se veía en penumbras.

Dejó la jarra de limonada y los vasos a un costado de la entrada antes de servir dos generosas porciones.

-¿Tienes sed? -preguntó al aire.

-En realidad no, gracias -respondió ella desde atrás con una leve nota cantarina en la voz.

Él bebió un sorbo del líquido y dejando el vaso junto al restante se volvió hacia el resto de la habitación notando que la claridad se escurría, así como el día moría en el firmamento.

-Voy a encender las lámparas.

Sin embargo la voz de Kazuto se perdió cuando al dar dos pasos hacia la llave de luz se sintió apresado por un suave par de brazos, que cariñosamente le rodeó por detrás.

El peso suave de Asuna contra su cuerpo, sus brazos firmes apresándolo con esa posesividad que le encantaba, la sensación intoxicante de sus pechos aplastados contra su espalda, y su aliento tibio rebotándole a un lado de la garganta.

-¿A-Asuna…?

Los delicados labios se hundieron en su cuello en un beso tímido, en contraparte a sus manos que raudas se movieron de sus hombros hacia adelante, desatando el broche de su bata de algodón, para luego pasar a arañar su piel desnuda sin prisa. Kazuto soltó un jadeo estremecido cuando eso ocurrió; por el tacto tímido y audaz de sus manos debajo de la prenda, y por la sensación vertiginosa de sus labios, de esos besos húmedos imprimiéndose en su cuello.

Las manos de Asuna no se detuvieron ahí; y mientras sus besos lo sumían en éxtasis, ella lo despojaba de la chaqueta, bajándola hasta la cintura masculina, atrapando sus brazos dentro de esta para que siguiera inmóvil.

Y si era un sueño realmente no quería despertar…

La boca húmeda de la pelirroja subía y bajaba desde la curvatura de su hombro hasta el lóbulo del oído, el cual atrapaba entre sus dientes con ligereza, y luego descendía por el mismo camino, no cuidándose de ser delicada, poniendo en evidencia esa personalidad avasallante que a Kazuto lo enloquecía.

Pero cada vez que el muchacho intentaba girar la cabeza para retribuir y besarla -se moría por hacerlo luego de tanta provocación- Asuna lo evitaba reticente; con una mano lo sujetaba del mentón, la restante le clavaba las uñas sin compasión en los contornos del pecho.

Pero cuando ella dejó de apresarlo por detrás y en cambio apareció frente a él, sus labios tan turgentes y rojos, expresión decidida, ojos turbios e indecentes. La sonrisa que le dedicó no auguraba nada bueno…

.¿Asuna…? -reiteró en un gemido e intentó liberar sus brazos para recomponer su bata. No quería ni imaginar la expresión de alguien de su familia si lo encontraba en tales condiciones.

Empero la pelirroja no le respondió, sus ojos brillantes y hasta la sonrisa inmaculada parecía destellar en esa penumbra, cuando de un brusco empujón lo tiró sobre el suelo de madera, para luego sentarse en su cadera con la elegancia de una princesa dejando que la contemplara por varios segundos muertos.

Se irguió sobre él en pose predadora, sonriéndole maliciosa, antes de besarlo con maestría y ferocidad. Su cabello suelto los escondía del resto mundo, y sus manos audaces lo toqueteaban por todas partes sin vergüenza ni pudor.

-E-Espera Asuna… ¿Qué si alguien viene…? -preguntó jadeando, apretando los ojos y los labios, cuando sintió la lengua de su novia en el hueco sensible de la clavícula.

-No te preocupes Kazuto… -le respondió cantarina estremeciéndolo ante el sonido diáfano de su nombre, dicho lo cual, descubrió sus hombros pequeños, solo para tentarle y reafirmarle que sí, no usaba brasier -Tengo todo calculado…

Y esa tarde, esa hora, Kazuto experimentó en carne propia, una nueva forma de tortura y provocación. Algo que no olvidaría -jamás- en su vida…

Asuna entró esa mañana a la escuela apurada, pues llegaba tarde.

Luego de una tarde-noche tan… martirizadora había terminado exhausta, pero feliz.

Mientras se quitaba los zapatos y se calzaba los de la escuela, notó murmullos y risitas a su alrededor. Levantó la vista tomando sus apuntes, y advirtió un grupo de chicas junto a los lockers quienes la veían y estallaban en risitas nerviosas.

Asuna echó su cabello detrás de su hombro y caminó pasándolas, adoptando ese gesto de princesa altiva e insolente. Sin embargo mientras circulaba entre la marea de estudiantes, todos la veían con la misma expresión risueña, señalándola y cuchicheando mientras la veían andar.

¿Qué tanto ocurría que nadie le quitaba la vista de encima? Había revisado esa mañana su cuello con sumo detenimiento, la marca ya había desaparecido por completo; ¿entonces que era? Entró a su salón, igual panorama se abrió apenas se sentó en su pupitre, los murmullos y las risitas siguieron hasta que su profesor apareció para impartir la primera clase.

Cuando sonó la campana del receso Asuna ignoró los murmullos y fue hasta la cafetería para ver a sus amigas. Estas apenas la vieron intercambiaron una sonrisa incómoda. Rika agitó la mano en su dirección, mientras Keiko se sonrojaba suavemente.

-¡Asuna! -la castaña la sujetó de los hombros apenas se le acercó y la sentó a su lado -¿Cómo se te ocurre hacer algo así?

La aludida la contempló sorprendida -¿De qué hablas? -movió su cabello, ahora que tenía el cuello limpio no se detenía de enseñarlo. Captó la mirada tímida de su amiga más joven -¿Qué ocurre Silica?

-A-Asuna san… h-hola.

-Bueno… esto si es extraño ¿Qué ocurre con ustedes dos?

-¿Qué ocurre contigo? -Rika reiteró entre dientes.

-¿Conmigo? ¡Nada!

-Ay sí, no te hagas…

La cafetería comenzó a llenarse de estudiantes que iban y venían con sus bandejas de comida, pasaban por la mesa de las muchachas y no podían evitar ver a la pelirroja sonriendo de lado con ironía. La pobre chica a estas alturas fingía que nada de lo que ocurría a su alrededor le importaba.

-A todo esto ¿dónde está Kirito san? -aventuró la más joven bebiendo de su refresco.

-Pues no lo sé… no lo he visto…- antes de que Asuna continuara sintió su móvil vibrando en la bolsa de su chaqueta, lo sacó rápidamente para leer el mensaje. Sonrió con cansancio -Kirito kun dice que no vendrá a almorzar, que se tomará el receso para completar la tarea que le quedó pendiente de ayer.

-Mhmm…-Rika canturreó levemente escondiendo un ligero asomo de sonrisa y mirando a su amiga de reojo. Sin embargo se guardó de decir más y las tres amigas se concentraron en degustar sus almuerzos antes de que empezaran las clases por segunda vez.

Asuna se apoyó con una mano en su locker mientras daba unos golpecitos en el suelo para terminar de calzar su zapato, mientras con la restante terminaba de escribir el mensaje que ahora le enviaba a su novio. Guardó el móvil, se puso la chaqueta abrigada y agarró su maletín dispuesta a marcharse.

-Aquí estoy- dijo una conocida voz detrás de ella que la hizo sonreír antes de girarse.

Estaban en medio del pasillo lleno casilleros, y a eso había que sumarle que los estudiantes miraban a ambos con curiosidad antes de señalarlos y reír, o simplemente hacerlos blanco de sus miradas y murmullos burlones.

Cansada de eso, Asuna tomó la mano izquierda de Kazuto y lo arrastró fuera del establecimiento donde podrían hablar mejor.

-No sé qué le pasa a todo el mundo hoy, me quedan viendo como si tuviera monos en la cara…-se quejó caminando mientras llevaba al muchacho a la rastra.

-Quizás los tengas- le respondió riendo acariciando con el pulgar la blanca mano que sostenía.

-Kirigaya Kazuto- Asuna frenó en seco y se giró enfrentando a su novio -¿Cómo te atreves a reirt…?

Sin embargo, el resto de las palabras se quedaron atrapadas dentro de su garganta al observarlo con atención, abriendo como plato sus ojos ambarinos al advertir el lado derecho del cuello de su novio.

Tenía un moretón monstruoso justo en el centro, a medio camino de la mandíbula y la clavícula. Luciendo tan campante como su dueño quien sonreía como si nada malo ocurriera.

-¡Kazuto! ¿Qué diablos…? -oh, pero el color escapó de su cara solo unos segundos para luego incendiarle las mejillas. Pues al mirar con más detenimiento descubrió que no solo se trataba de un cardenal, sino que era un grupo pequeño de tres o cuatro, tan pegados entre sí que se alzaban como uno solo.

-Y aún no has visto todo…-el muchacho sonrió arrogante, y luego aflojándose el nudo de la corbata la dejó colgando a los lados, se desprendió los primeros botones de la camisa y apenas le enseñó una mínima porción de piel, Asuna se cubrió el rostro con las manos completamente abochornada.

Pues definitivamente aquello era mucho peor que la inocente marca que la pelirroja lució en su cuello los últimos cuatro días.

-¡Por Dios cúbrete eso…! -le reclamó igual de avergonzada, despegando las palmas de sus ojos solo para ver que el joven reía de muy buen humor, sin hacer el mínimo esfuerzo de obedecerle.

-¿Porqué…? No le veo nada de malo, además… -se inclinó ante ella. Sus ojos grises refulgían como acero líquido, como cada vez que sus sentimientos tomaban control de sus acciones -No se ve tan terrible.

-¿Qué no se v…? Andas con… con… ¡eso!así sin más…-Asuna gruñó de pronto poniéndose histérica -¡Ahora entiendo porque todo el mudo me veía de esa forma hoy…! -volvió a cubrirse la cara con las manos y se encogió como si la tierra fuera capaz de abrirse y tragarla -Argggg… que vergüenza… que vergüenza… Me debo haber visto como una…

-Vampiresa… -completó Kazuto soltando una carcajada y poniendo su mano entre el suave cabello de su novia -…que deja profundas marcas de amor…- la provocó en un susurro.

A lo que Asuna le dio un golpe seco en el hombro -¡Baka…! N-No hables tan livianamente de algo tan bochornoso…

El joven dejó escapar una nueva risita, y acercándose a ella, tomó su rostro cabizbajo y tras alzarlo en su dirección estampó un profundo beso en sus labios ceñudos. No obstante los estudiantes seguían saliendo del edificio prestándoles poca o nula atención.

-Siempre me haces quedar mal a mí…- ella ni siquiera podía sostenerle la vista de lo incómoda que se sentía y de lo visible que era aquel chupón en el níveo cuello de su novio.

-Solo puse a mi favor la maldad que querías hacerme.

Resopló -Me vengaré.

-¿Qué más venganza que dejar todas estas mordidas en el inocente cuerpo de tu novio?

-¡Argggg, cállate…! ¡Juro que me vengaré!

Kazuto rio -¿Me estas retando Yuuki?

-Esto es la guerra Kirigaya, te arrepentirás de haberme provocado.

-Ow… que miedo.

-Deberías tenerlo -Asuna lo tomó de las mejillas y rauda le plantó un tempestuoso beso en la boca, que lo dejó agitado y sorprendido -Con esto hemos sellado el pacto. Oficialmente estamos en combate.

-No puedo esperar.


Nota:

Aclaraciones:

-Hakama: es un pantalon largo con pliegues que se asemeja a una falda. Es parte de la vestimenta para practicar kendo.

-Shinai: la espada de madera usualmente de Bambú.

-Do-gi: así se le dice al conjunto de ejercicio conformado por la bata de algodón y el pantalón amplio semejante a una falda.

Y en mi pais se dice Dojo, que segun la wiki alude al Dōjō japones. decidí irme por el lado más fácil sin complicarme tanto la vida. perdón si a alguien le ofende eso.

En fin esto es solo el inicio… no sé que pasa conmigo. Supuestamente iba a ser un drabble, pero los escritos cortos y yo no nos llevamos muy bien T.T

En mi país a estas 'mordidas de amor' les decimos chupones, no sé como le dirán en el suyo… porque no me lo cuentan en un review? Así de paso aprendo un poco de uds ^^

El próximo tema a desarrollar en esta guerra ridícula en la que Asuna buscará que Kazuto sufra en carne propia sus vergüenzas será: ~016 ‒juego sucio.

Muchas gracias por leer! Aún no sé como maniobraré esto entre Recovery, This place is painted Blood, Red Riding Hood y Growing Pains que también está por ahí en proceso de escritura.

En fin, Noa y Beth espero les haya gustado! Mí las quiere *dibuja corazones*

Por favor díganme que les pareció pinchando el botón de abajo.

Sumi Chan~


*Live Journal es un comunidad de escritores, tiene una cantidad increible de 'tablas' y prompts para enriquecer a la musa y obligarla a salir del letargo. si desean saber más, con gusto les incluiré los links de esta que estoy usando yo 'Tabla sugestiva' y las otras. ^^