Disclaimer: Los personajes de Twilight pertenecen a Stephenie Meyer y esta trama a DH78.
Advertencia: Aviso formal hecha por el árbitro hacia un jugador o reemplazo que se comporta o juega de forma inaceptable, haciendo que exhiba una tarjeta amarilla.
Capítulo doce
Advertencia
No puedo dormir. No es la primera vez que me pasa, pero no puedo evitar revolverme en mi cama mientras pienso en las palabras de Edward. No puedo olvidarlas.
"Te he dejado entrar en partes de mi corazón que jamás he dejado que otra mujer vea."
Mi cama no se siente cómoda. Hay demasiados recuerdos de la otra noche. De la forma en que me hizo el amor, la forma en que conectamos, fue como nada que hubiera experimentado antes. Todavía podía sentirlo aquí conmigo, como un fantasma.
"Te necesito, Bella. Necesito saber que estás de mi lado. No puedo hacer esto sin ti. Vine aquí para estar cerca de ti…"
Doy vueltas y vueltas, las sábanas me enredan hasta que no puedo moverme, al igual que mi corazón.
"¿Crees que solo conoces una parte de mí? Bella, te he mostrado todo lo que soy."
¿Cómo pude haber desconfiado de él tan fácil? ¿Qué tipo de persona soy? ¿He perdido tanto la fe en las personas? ¿En los hombres? ¿En Edward?
Él solo ha sido sincero y honesto, jamás se disculpó por su vida pasada. Es una persona más fuerte que yo, entregándose a mí sin reservas, con todo su corazón. Lo menos que podía hacer era confiar en él, en nosotros. Y fallé.
Le fallé.
Y ahora aquí estoy, completamente despierta, observando el techo. Necesito arreglar esto.
¿Lo llamo? Dios, quiero llamarlo ahora mismo, sin importar qué hora es… tengo el presentimiento que también está despierto. Mi pobre Edward.
Pero no puedo llamarlo ahora. Decido llamarlo en la mañana, cuando tenga varias tazas de café en mi sistema y la oportunidad de pensar en lo que voy a decir. Hablaré con él, le haré entender que fui una idiota y que no quise decir las cosas que dije.
Pero lo dije en serio… en ese momento. Realmente creí que era capaz de hacer algo así para mejorar su carrera. ¿En qué estaba pensando? Soy una persona horrible. No merezco su perdón. Le diré eso.
Pero, ¿y si no me quiere escuchar? ¿Y si coincide que no merezco ser perdonada? ¿Y si ya se cansó? ¿Qué hago entonces? Estoy perdida. Lo he tenido en mi vida por tan poco tiempo, pero no puedo imaginarme la vida sin él. Lo amo.
Todavía es muy raro decir eso. Después de al fin admitirlo para mí misma, casi quería gritarlo por los techos… Casi…
Quizás solo se lo diré a Edward por ahora.
Precisaba decirle que, incluso aunque no me aceptara de vuelta, necesita saber cómo me siento.
Las horas se arrastraban y, sin darme cuenta, la luz se asomó por las persianas, alentando mi decisión de hacer lo que fuera para que me perdone.
Llamo a su teléfono cerca de las nueve de la mañana. Sé que se encuentra entrenando, así que dudo que vaya a responder, pero al menos verá mi llamada perdida. Va directo a correo de voz como predije, y le dejo un mensaje simple.
—Edward, necesito hablar contigo, por favor, dame una oportunidad. Llámame… por favor.
Mierda, espero no sonar tan fría. Pero no quiero sonar demasiado necesitada tampoco.
Por supuesto, él no me devuelve la llamada y pasan varias horas antes de ir al trabajo e intentar de nuevo. Esta vez no dejo un mensaje. Decido enviarle un mensaje de texto. Funcionó cuando éramos felices juntos… espero que funcione ahora.
Edward, sé que debes estar ocupado, pero realmente necesitamos hablar. Por favor, escúchame. ~B
Ahora ya sueno suplicante, pero no me importa. En el pasado, me hubiera cortado un brazo antes de rogarle algo a un hombre. Ahora, no me importa un carajo mientras lo recupere y me perdone.
El resto del día pasa mientras trabajo. Lo llamo y le envío mensajes de textos durante mis descansos. Debo parecer una mujer loca, necesitada y acosadora, pero como dije, no me importa.
Al día siguiente se repite lo mismo. Otra vez, no duermo. Intento hacer que él me hable. Trabajo, y vuelvo a hacer lo mismo. Rose finalmente me ve y me arrincona en mi oficina.
—Okey, B, esto tiene que parar. Vas a enfermarte con eso. Necesitas darle algo de espacio, y tienes que dormir un poco. Cariño, tus ojos están medios cerrados, tus ojeras están apoderándose de tu rostro, y honestamente no me sirves así. Esta no es la Bella que conozco. ¿Qué pasó?
Me siento en la silla y me echo hacia adelante, apoyando mi rostro contra el frío cristal de mi escritorio.
—Tuvimos una pelea —murmuro.
—Bueno, eso asumí. Es por los esteroides. —Fue una afirmación más que una pregunta.
—Sí, básicamente lo acusé de ser un tramposo, le dije que no confiaba en él. Se enojó, dijo que después de todo por lo que pasó para venir aquí y estar conmigo, que debería saberlo. Y tiene razón, Rose. Tiene toda la razón. Desestimé sus sentimientos por mí al dudar de él. Y ahora no me devuelve las llamadas ni los mensajes… tengo miedo que jamás sepa… —susurro.
—¿Saber qué? —pregunta Rose mientras se sienta en la silla frente a mí. Tengo el presentimiento que ella lo sabe y solo quiere que lo admita, así que le doy el placer.
—Lo amo, Rose. —Las lágrimas que han estado amenazando con salir, comienzan a derramarse. Soy un desastre. Sollozo mientras Rose se acerca a mí para frotar mi espalda.
—Lo sé, B, lo sé. Pero él también te ama, lo sé. Puedo verlo en la forma en que te mira. Cada vez que están juntos es como si él solo puede verte a ti. Rechazó jugar en su ciudad por ti, cariño. No se te van esos sentimientos por alguien así de fácil. Todo saldrá bien, ya lo verás. Solo tienes que ser honesta contigo misma, con lo que sientes, y hablar con él. Cuéntale todo. Verá que estás siendo sincera, confía en mí.
—¡Pero no me contesta las llamadas, Rose! —Ahora soy simplemente una loca. De repente, somos dos chicas de esas comedias románticas… así como Un Verano en Pantalones y Steel Magnolias. A la mierda con mi vida.
Rose se atreve a reírse de mi arrebato. Levanto mi cabeza lo suficiente como para mirarla con odio, lo que la hace reírse aún más. De repente noto lo ridícula que debo lucir y comienzo a reírme como una desquiciada. Dios, estoy loca.
—Oh, B… Escúchate, querida. ¿Quién hubiera pensado que bajarías la guardia lo suficiente para dejar que alguien entrara? Esto es genial, Bella. Sé que ahora no me crees, ¡pero es algo bueno! Solo tienes que darle tiempo. Te ama demasiado como para dejarte ir.
Tomo un pañuelo para secar mis ojos y limpiarme el moco de mi rostro.
—¿Cómo lo sabes?
Ella vuelve a reír.
—Emmett me lo dijo.
Me enderezo y la observo sorprendida.
—¿Emmett? ¿Cómo lo sabe?
—B, él pasa mucho tiempo a su lado, eran prácticamente inseparables en Londres. Me lo dijo él mismo. Jamás ha visto a Edward así con una mujer. No deja de hablar de ti.
De repente, me encuentro de mejor humor, pero sigo insatisfecha por no hablar con Edward. La espera me está matando.
Necesita saber que lo amo. No voy a hacerlo por teléfono o en un mensaje de texto.
De camino a casa, intento llamar a Alice. Me envía directo al buzón, lo que es raro porque ella siempre me atiende cuando la llamo. Le dejo un mensaje diciendo que me llame ya que necesito su ayuda para lo que tengo planeado. Voy a ir al departamento de Edward y rogar. No tendrá opción que escucharme.
Mientras me ducho, de pie bajo el agua, recuerdo la primera vez que me sentí así de desesperada. Mike. Ese imbécil inició lo que después me convertiría en la idiota de las relaciones que soy… o era, hasta que conocí a Edward.
Mike me engañó, no una, sino dos veces. Le perdoné la primera vez después de que me prometió que jamás lo volvería a hacer. Me dijo que solo había tenido sexo con una de mis mejores amigas porque estaba ebrio. Como era una estúpida, le creí. Se graduó y le creí otra vez cuando dijo que me esperaría. Me enviaba correos y me contaba lo mucho que me extrañaba, que la universidad no era especial sin mí. Le creí. Pensé en hacerle una sorpresa. Cociné sus brownies favoritos y golpeé a su puerta. Escuché risitas y gritos. No era Mike. Sino una chica. Pensé que quizás me había equivocado de cuarto, pero sus vecinos me aseguraron que estaba en la puerta correcta. Tocando a la puerta, las risas pararon y escuché la voz masculina, la voz de Mike, murmurar algo a través de la puerta. Sentí el piso abrirse debajo de mí cuando él abrió la puerta en solo unos bóxers, mientras que la sonrisa que tenía se le borraba. Debimos permanecer allí observándonos en sorpresa por mucho tiempo, ya que la zorra se asomó por debajo de su brazo, envuelta en sábanas.
—¿Quién es, Mikey?
Solté los brownies y salí corriendo.
El agua, ahora fría, me saca de mis recuerdos, y rápidamente la cierro. Me observo al espejo y me doy unas palabras de aliento.
—De acuerdo, Bella Swan. Es hora de ponerte pantalones de niña grande. Él te recibirá con brazos abiertos o te echará. De todas formas, le dirás cómo te sientes y deja que él tome la decisión. Si te rechaza, saldrás de allí sabiendo que hiciste todo lo posible. Tienes la oportunidad de ser feliz… así que… eh… no la cagues.
Intento llamar a Alice de nuevo, y otra vez salta el buzón. ¿Dónde carajo puede estar esa chica? ¿No sabe que la necesito? Supongo que es algo aterrador no poder elegir tu propio outfit sin sus consejos, ya que soy una adulta y todo eso, pero me hubiera gustado tener su opinión sobre qué vestir para lo que puede llegar a ser el momento más importante de mi vida. ¿Cómo puede una elegir un atuendo apropiado para rogar? ¿Acaso hay un código de vestimenta?
—Ah, deja de ser tan ridícula, Bella, ya elige algo —me grito a mí misma mientras tomo un par de jeans y un top. Saco mis Converse y me observo al espejo.
—Espero que sea suficiente así. —Decido terminar el look con un labial rojo, recogiendo mi cabello en una coleta. Necesito toda la ayuda posible, porque planeo demostrarle a Edward lo mucho que confío en él, lo mucho que lo necesito… lo mucho que lo amo.
Intento contactarme con Alice una vez más, esta vez le dejo un mensaje cuando me salta el contestador.
—No sé dónde rayos estás, mujer, pero comienzas a preocuparme. Estoy de camino a lo de Edward. Tengo mucho que rogar. La cagué con él, y me hubiera gustado tenerte de apoyo antes de enfrentármelo. Puede que lo haya perdido, Alice. Pero le voy a contar cómo me siento, y espero que no me saque a patadas. Llámame luego. Espero que estés bien. Adiós.
Diablos, soy un desastre. Ni siquiera puedo terminar una oración sin que se me formen lágrimas o me ponga emocional. Y ni siquiera estoy en mis días.
Me tomo un momento para recomponerme antes de salir y tomar un taxi. Es un viaje de diez o quince minutos hacia su departamento, lo que me da la oportunidad de pensar en lo que voy a decir. ¿Digo "Te amo" de una? ¿Le digo lo mucho que lo extrañé? ¿Le cuento lo tonta que soy y que estoy arrepentida de haber desconfiado de él? ¿Me quedo allí parada y le dejo que me grite? Jamás tuve que hacer estas cosas, y todas las reglas de las relaciones son abrumadoras. Al final, me decido por dejar que las cosas fluyan naturalmente. Puede que no sea la mejor idea del mundo, ya que he metido la pata en el pasado… pero es lo mejor que se me ocurre.
Tengo un nudo en mi estómago, mi pierna no deja de rebotar nerviosamente mientras miro por la ventana. Nueva York pasa a mi alrededor, y no me puedo concentrar en nada. Todo en lo que pienso es él. ¿Y si lo pierdo por completo? Jamás lo volveré a ver, salvo cuando lo vea jugar en la TV. Del solo pensar en no estar cerca de él, no sentir esa corriente cuando nos tocamos, no escuchar su voz aterciopelada en mi oído, no despertar al lado de su cálido cuerpo es suficiente para matarme. Las lágrimas amenazan de nuevo, e intento concentrarme en lo bueno.
¿Hay algo bueno?
Podría perdonarme. Podríamos terminar haciendo el amor apasionadamente por todo su departamento…
Podría decirme que me ama también. Pero, ¿y si no lo hace? ¿Qué hago con mis declaraciones entonces? Considero decirle al chófer que dé la vuelta, y casi lo hago hasta que me doy cuenta de que llegamos al destino. Le pago al taxista y me dirijo a la entrada y saludo al portero, que inclina su sombrero hacia mí.
—Buenas noches, Srta. Swan. Estoy seguro que el Sr. Masen estará feliz de verla. —Mis nervios se incrementan. No sé cómo estoy respirando sin desmayarme. Siento mi corazón atascado en mi garganta, y comienzo a tener un ataque de pánico. Estoy tan nerviosa de lo que él pueda decir o hacer, o incluso de cómo reaccionaré cuando pase.
Las puertas del ascensor se abren y doy un paso adentro. Mientras subo hacia el penthouse, mi mente se mueve a miles de kilómetros por hora. Sigo recordando las cosas que quiero decir, esperando tener una oportunidad antes que él decida cerrarme la puerta en la cara. El suspenso me está matando, y quiero que se termine para cuanto llego a su piso.
Camino hacia su puerta con determinación. Pero lo que escucho me detiene por completo.
Esas son… ¿risitas? Una mujer… ¿riéndose?
Mi confianza se esfuma cuando intento analizar lo que está pasando. Mi corazón está a punto de salirse de mi cuerpo mientras pienso en las posibilidades. La más notable es el hecho de que Edward… mi Edward pueda estar allí con otra mujer. También puede ser que esté entreteniendo a algún miembro de su familia. Quiero decir, Jasper está en la ciudad, ¿no? Quizás haya otro primo. ¿Quizás es su mamá?
—¡Oh, DIOS!
De acuerdo, no es su mamá.
Estoy cerca de un ataque de pánico, sintiendo un deja vu de la peor forma. Mike… compañera zorra… brownies… No puedo creer que esté pasando otra vez. No puede ser. Me dijo que quería estar conmigo. ¿Al final yo tenía razón? ¿Era demasiado bueno para ser real? ¿Acaso caí en la misma trampa?
Escucho más risitas y gemidos de esta chica, y mi humor rápidamente escala de desesperación a furia pura. NO ME HARÉ PEDAZOS. Él lo va a pagar. Iba a desear no haberme conocido.
Con una nueva fuerza y resolución, golpeo a la puerta… FUERTE.
De repente hay silencio, y entonces el murmullo de una voz masculina, pero no puedo descifrar qué dice. Genial, probablemente la esté escondiendo en un armario o algo. Voy a patearle el trasero y decirle que se vaya a la mierda. Lo destrozaré.
Golpeo a la puerta…. MÁS FUERTE.
Escucho pasos y cierro los ojos, preparándome para la golpiza que estoy por suministrar. Escucho la puerta abrirse y una voz dice:
—¿Bella?
Pero no es Edward.
Abro los ojos.
—¿JASPER? —¿Qué mierda está pasando?
Me observa asombrado, pero rápidamente se recompone. Se encuentra en bóxers, sonriendo.
—Bella, cariño… eh… ¿qué haces aquí? Edward no me dijo que estaba esperando compañía esta noche… eh… —titubea en busca de palabras. Echo un vistazo por encima de su hombro, hacia el oscuro apartamento. Me siento avergonzada por él, y suelto el aliento aliviada.
Así que… no voy a tener que moler a palos a Edward… Gracias a Dios.
—Jasper, lo siento mucho por molestarte. No, tienes razón, Edward no me estaba esperando. Pensaba sorprenderlo. Realmente necesito hablar con él… ¿sabes…?
—Jasper, ¿quién es? —Escucho una voz acercarse a la puerta que me hace detenerme a media oración.
No. Puede. Ser.
—¿ALICE?