DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen. Todos los derechos están reservados por Masami Kurumada y TOEI.


OBSTÁCULOS.

Hyoga y Fler salieron de la mansión Kido tomados de la mano. Los invitados les aplaudieron a los nuevos esposos y se escucharon gritos y chiflidos por parte de los caballeros de bronce. Los rubios acababan de casarse por la vía civil en una ceremonia organizada en la mansión de Saori.

Era una celebración un tanto privada, ya que solo estaban presentes los caballeros de bronce, los de oro, Saori y la hermana de Fler, Hilda.

Athena les había decretado el dia libre a todos sus caballeros y Saori se había encargado de enviarles una invitación a aquel evento para que pudieran asistir si asi deseaban. Como era el primer caballero en casarse oficialmente, ninguno faltó al festejo. Hacía años que ninguno dejaba sus labores para ir a algo parecido, así que todos se vistieron de etiqueta y estuvieron puntales a la cita.

Después de que Hyoga y Fler hubieran firmado, todos los presentes pasaron al jardín trasero de la propiedad en donde se había preparado un banquete en honor a los recién casados que ya estaba servido en sus lugares.

Los esposos estaban sentados en una mesa para ellos dos solos, en medio del lugar y alrededor de ellos, estaban dispuestas otras tres mesas. En una se encontraban Seiya, Saori, Hilda Shun, Ikki, Shiryu y Sunrei. En la segunda Aldebaran, Mu, Aioria, Shaka y Milo y en la última, Afrodita, Máscara, Shura y Camus.

Cada una de más mesas tenía su propio ambiente: En donde se encontraba parte de los dorados, Aioria estaba haciendo reir a sus compañeros y la escandalosa risa de Aldebarán partía el lugar. La mesa de los bronceados en cambio mantenía una plática amena en torno a la única invitada que no pertenecía al santuario: Hilda de Polaris.

Camus la había visto cuando entró a la sala en donde Hyoga y Fler firmarían su acta de matrimonio por lo civil, de la cual ellos habían sido sus testigos. No había tenido la oportunidad de que su discípulo o su nueva esposa se la presentaran, pero no era algo que le molestara. En su mesa, al parecer se habían instalado sus compañeros que compartían con él el don de la seriedad, excepto Afrodita que sostenía una acalorada plática con Máscara por lo bajo. El caballero de oro notó que el de la casa de Piscis estaba deleitándose criticando la vestimenta de otros caballeros, mientras Cáncer hacía caras de que se callara. Camus puso los ojos en blanco. Parecía que no podían comportarse ni siquiera en un evento social. Acuario terminó su comida y se dedicó a escudriñar el lugar sin nada más interesante qué hacer. A diferencia de sus dos imprudentes compañeros él sólo miraba a los invitados convivir. Su mirada se posó en Hilda. Vio que estaba sentada junto a Saori y explicaba algo haciendo ademanes en el aire. Los de bronce estaban muy atentos y hasta inclinados hacia ella. Camus recordó que todos ellos se conocían debido a que habían ido a Asgard hacía tiempo, en donde Hyoga y Fler se habían conocido y había iniciado su romance, según le había contado su pupilo.

El caballero estaba en medio de su reflexión cuando notó que los ojos de Hilda se encontraban con los suyos y se sintió descubierto. Desvió la mirada hacia su copa de vino, algo incómodo. Sin embargo, curioso, alzó un poco la vista y vio de reojo vio como la representante de Odín se ponía de pie y avanzaba hacia la mesa en donde estaban Hyoga y Fler. Hilda se acercó a ellos, de frente a su mesa y les dijo algo. Acto seguido los tres se voltearon a ver a su mesa. Camus se incomodó mas porque sintió las miradas sobre él, pero después pensó que tal vez miraban a Shura que estaba a su lado y como que se relajó un poco.

— Te están mirando a ti, acuario —le anunció Shura.

— No sé de qué hablas —dijo Camus muy serio.

— Y de hecho ya vienen para acá.

El caballero de la onceava casa vio como Hyoga y Fler, tomados de la mano y seguidos por Hilda, iban hacia su mesa. Le dio un trago a su copa de vino y disimuladamente se arregló la corbata del traje azul que llevaba puesto. Evidentemente se dio cuenta que iban a buscarlo directamente a él y se puso de pie para recibirlos.

— Maestro —dijo Hyoga con una enorme sonrisa. Camus lo abrazó con fuerza y le palmeó la espalda.

— Felicidades, a los dos —una sonrisa apareció en el rostro del serio caballero. Estaba realmente contento y orgulloso de su alumno. Era el primero en romper las reglas por una buena causa, o al menos eso creía él. En el pasado puede que no hubiera estado de acuerdo, pero, sabía del amor que su pupilo le profesaba a Fler y sabía que tampoco le fallaría a Athena por eso, sino al contrario. Y más que romperlas, su misma Diosa las estaba cambiando, algo un tanto impensable por generaciones pero que, sin duda, representaba un buen cambio y buenas oportunidades. Nadie estaba obligado a abandonar su acostumbrada vida de "rectitud", eran libres de escoger y se alegraba que Hyoga hubiera sido el primero en dar ese valiente paso. Lo admiraba por eso, puesto a que él ni siquiera podía imaginarse en alguna situación parecida a la de su alumno. No estaba en sus planes e imaginaba que nunca sucedería, así que sentía alivio por no tener que pensar en eso.

— Gracias por apoyarnos en esto —dijo Fler abrazándolo con confianza. Camus se sintió algo extraño, pero le dio ternura el gesto de la chica y la abrazó de vuelta.

— No me agradezcan nada. En realidad, la que les dio permiso fue Saori, yo sólo fui a hablar con ella para decirle que los vigilaría muy de cerca para que Hyoga no se distrajera en sus deberes de caballero, cosa que no va a suceder, ¿cierto?

— No, maestro. Perdonen, por la emoción no los saludé. Hola, a todos —dijo el rubio volteándose a ver a los demás en la mesa—. Gracias por venir. Afrodita, Máscara, Shura. Esperamos no haberlos sacado de sus deberes para que pudieran acompañarnos.

— Para nada Hyoga, creo que todos necesitábamos una distracción —comentó Shura con una leve sonrisa—. Felicidades a los dos.

— Me encanta tu vestido querida —dijo Afrodita observando el hermoso vestido de novia de Fler que era de encaje en la parte del pecho y las mangas y una amplia falda de tul, Llevaba su acostumbrado cabello rubio ondulado, suelto— y el de tu hermana por supuesto que también… —añadió al ver a Hilda que iba ataviada con un vestido azul marino de satín, pegado a su cuerpo.

— Gracias y yo amo tu tono de labial —exclamó Hilda llevándose las manos a la cara.

— Ni le hubieras dicho, ahora no se va a callar —dijo Máscara poniendo los ojos en blanco.

— Tú cállate, no sabes distinguir lo bueno —exclamó Afrodita molesto con él. Todos rieron.

— Si me permiten, voy a llevarme un momento a mi maestro.

— Adelante, Hyoga y dale una cerveza para que se relaje —Camus le echó una mirada de odio a Shura ante el comentario. Los cuatro se fueron un poco más a la esquina alejándose de las mesas.

— Maestro perdóneme la interrupción pero Fler y yo queríamos presentarle a la señorita Hilda. Les pido una disculpa a los dos por no haberlos presentado durante la firma del acta, pero teníamos tantas cosas en la cabeza…

— Y también fueron los nervios, en verdad disculpen —dijo Fler. Camus le sonrió a los dos rubios y luego posó su vista en Hilda, que le alargó la mano y estrechó la suya antes de que él pudiera tomársela y besarle el dorso.

— Es un gusto Camus —le sonrió.

— El gusto es mío, señorita Hilda.

— A ver, esto va para los dos: nada de señorita Hilda. Tú —señaló a Hyoga poniéndole el dedo en el pecho—, dime cuñada o hermana, cómo quieras y tú Camus, perdón voy a tutearte, dime Hilda.

— D-De acuerdo… Hilda —corrigió el dorado un poco extrañado ante la efusividad de la jovencita.

— ¡Ey! ¡Hyoga! —de pronto la voz de Aldebarán retumbó hasta ellos. El caballero de Tauro le hizo una seña para que se acercara a su mesa—. ¡Ven!

— Si me disculpan un momento, iremos a ver a los invitados —anunció el novio.

— Por lo mientras platiquen un rato, me alegra que por fin los hayamos podido presentar. Ambos son muy importantes en nuestras vidas y bueno… —la voz de Fler se quebró un poco e Hilda la abrazó. Camus se dio cuenta de la mirada cálida que ésta le brindaba a su hermana. Se notaba enseguida que eran muy cercanas y que se querían mucho.

— Hermana, sabes que cuentas conmigo para todo. No llores y no arruines tu hermoso maquillaje. Anda, vayan a ver a sus invitados —Fler asintió y después ambos los rubios se alejaron tomados de la mano dejando a Hilda y a Camus a solas.

— En realidad fui yo quien les pidió que nos presentaran —admitió Hilda sin más.

— ¿Por qué? —preguntó él.

— Las veces que he hablado con Hyoga siempre te menciona. Me ha dicho que además de ser su maestro, siempre te ha considerado como un padre y yo tenía curiosidad de conocerte por eso. Él es un gran muchacho, y si tú lo educaste parte de su vida, imagino que eres igual —al dorado se le subió el color a la cara y pudo sentirlo. Hilda se rio bajito ante ello, pero no quiso burlarse. De por sí sentía un poco serio a Camus y no quería romper la poquita interacción que tenía por parte de él.

— Es un buen muchacho, pero porque desde pequeño ha sido así. Es muy perseverante y a veces peca de confianza, pero Hyoga es un buen hombre y Fler una buena mujer que lo ama y lo acepta tal cual es —comentó él soltándose un poco y mirando a los rubios a lo lejos charlar con los demás dorados de la segunda mesa—. No la conozco mucho solo hablamos un poco estos días que llegó antes de la boda, pero Hyoga también me ha hablado mucho de ella.

— Fler está muy enamorada y me alegra. Hyoga también… ambos en realidad, y se entienden bien. En un principio la verdad tuve algo de miedo. Pensé que este asunto de que él fuera un caballero de Athena representaría un obstáculo para su felicidad. Pero gracias a que cierto dorado intercedió por el bello amor juvenil eso no sucedió.

— No hice gran cosa —dijo él.

— Ambos sabemos que eso no es cierto, pero me alegra que Fler va a tener a alguien que vele por ella de ahora en adelante, a parte de su esposo, claro —Hilda miró a su hermana a la distancia sintiendo algo de tristeza. Camus se dio cuenta que el semblante de su acompañante cambió.

— ¿Solo la tienes a ella? —se aventuró a preguntar.

— Si. Nuestros padres fallecieron cuando éramos pequeñas así que, desde ese entonces hemos sido inseparables. Hasta ahora. La verdad nunca pensé que ella cambiara de residencia. Crecí pensando en que se casaría con alguien de Asgard, pero entonces Hyoga apareció en su vida. Pero está bien, es parte de crecer. Ella debe hacer su camino, aunque yo quisiera que fuera cerca de mí, sé que estará bien y será feliz y eso me alegra mucho —Camus se limitó a asentir. No sabía qué decirle. Ella le estaba contando cosas personales que así tuvieran que ver con Hyoga y Fler y no estaba acostumbrado a ello. Se sintió mal por no poder darle alguna palabra de aliento. Aunque veía que la jovencita era bastante madura en su percepción de las cosas.

— ¿Vas a quedarte mucho tiempo en Japón? —preguntó tratando de alejar el tema triste.

— En realidad voy a acompañar a Fler y a mi cuñado en su luna de miel —comentó casual mirándolo a los ojos. Camus no pudo ocultar su mirada de desconcierto y ella soltó una carcajada—. Es una broma Camus, no seas tan serio. Aún no decido cuánto tiempo, pero estaré unos días recorriendo este lugar y puede que Grecia, me gustaría conocer el santuario. Supongo que ustedes regresarán a sus actividades pronto ¿cierto?

— Si. Tenemos libre mañana domingo, pero regresamos a Grecia por la noche para descansar y retomar nuestras labores el lunes

— Ya veo. Bueno, supongo que si voy a Grecia nos veremos por ahí.

— S-Supongo —contestó él. De pronto ambos se quedaron callados y él se dio cuenta de que estaba siendo demasiado descortés con ella así que quiso corregirlo—. Oye, disculpa mi poca falta de atención, pero ¿te gustaría tomar asiento? Mis compañeros no son los más alegres del santuario, pero no te tendré aquí parada.

— Pues creo que todos se están juntando —Hilda señaló y Camus volteó a ver cómo todos los caballeros juntaban las cuatro mesas haciendo una larga.

— ¡Oye, Camus! ¡No seas descortés con la hermana de la novia! —exclamó Aldebarán con sorna —Camus tuvo que reprimir el esfuerzo de hacerle una mueca a Tauro.

— Tienen razón, disculpa mi comportamiento —soltó entre un suspiro, un poco apenado.

— Tranquilo Camus, no soy una princesa ni nada parecido, así que no pasa nada, pero, mejor vamos con ellos antes de que todos empiecen a molestarte.

Ambos se acercaron. Hilda volvió a tomar su lugar junto a Saori y le dejaron a Camus un lugar al lado de ella. Acuario estaba rodeando la mesa para ir a sentarse con Hilda cuando Aldebarán lo tomó de la manga.

— Planeaba presentarlos, pero veo que me han ganado. Prácticamente se fue a presentar sola, interesante… ¿no? —Tauro movió las cejas sin ocultar su diversión.

— Alde, estoy comenzando a dudar que ustedes dos realmente se conozcan.

— Te lo probaré —sonrió complacido el del signo del toro—. Hilda, querida, ¿qué prefieres que te sirvan de tomar?

— ¿Y me lo preguntas Aldebarán? Ya me conoces… y sé perfectamente que ustedes caballeros acostumbran a tomar vino, pero Hyoga acaba de casarse con una chica Noruega, así que hoy vamos a beber cerveza y nadie se va a salvar. Ni tú Saori.

— Hilda, yo no bebo… —comenzó la reencarnación de Athena pero fue interrumpida.

— No quiero escuchar un no por respuesta —anunció Hilda mientras sonreía. La mirada de ella se posó nuevamente en la de Camus. Al parecer, aquella chica disfrutaba ser un poco el centro de atención, no en forma vanidosa, pero parecía muy desinhibida y eso, pese a que le resultaba bastante extraño se le hacía muy interesante. Camus se fue a sentar al lado de ella y decidió que por un día podía divertirse, aunque fuera un poco.


— ¿Solicitaba mi presencia, Athena? —preguntó Camus hincándose ante su Diosa.

— Así es, Camus. Quisiera pedirte un favor un tanto especial.

— Sabe que cuenta conmigo —dijo él sin dudar.

— Hilda debe regresar a Asgard mañana. Hoy, en su último día decidió terminar sus vacaciones conociendo el santuario, así que debe estar por los alrededores. En realidad, el favor que tengo que pedirte es que la acompañes a Asgard —Camus tragó saliva, pero no se inmutó por fuera—. Durante la fiesta, pude notar que ustedes se entendieron bien, así que preferí que ella fuera escoltada por alguien con el que se sintiera cómoda, por eso me atrevo a pedirte esto. Imagino que en el viaje podrán platicar más de Hyoga y Fler, ya que son las personas mas cercanas a ellos y supongo que habrá muchas cosas que se quieran contar —comunicó Athena, contenta.

— Cuente conmigo mi señora —dijo Camus mientras sentía que las manos comenzaban a sudarle—. ¿Cuál es el itinerario?

— Bueno, Hilda pasará aquí la noche. Saldrán mañana por la mañana en el jet privado. Si gustas puedes tomar unos días en Asgard como compensación del favor que me estás haciendo y después regresar.

— No es necesario, estaré de regreso lo más pronto que pueda.

— De acuerdo, pero si cambias de opinión avísame. Te agradezco, Camus.

El dorado, salió de la habitación de Athena sin poder ocultar su molestia. La puesta de sol comenzaba a esfumarse en el horizonte y el caballero agradeció estar a punto de llegar a su casa ya que necesitaba pensar. Aquel favor lo había tomado desprevenido. Atravesó el colorido jardín de Afrodita y entró a la casa de Acuario.

— Hola —la voz de Hilda de Polaris le dio la bienvenida y él quiso regresar por donde había entrado—. Perdón por venir a tu casa sin avisar. Estuve paseando por el santuario todo el día y quería dejar tu visita para el último.

— Creo que no es muy correcto que estés aquí —contestó con una voz tan distante que hasta él se sorprendió.

— Sé que todo esto es por lo que te dije en la fiesta y por eso he venido a disculparme contigo —Hilda fue hasta él acortando la distancia. Por instinto, Camus se movió hacia atrás. Entonces fue el turno de la Asgardiana para molestarse por su reacción—. Ya… ¿sabes qué? He cambiado de opinión, no me voy a disculpar contigo ¿Por qué tendría que hacerlo? ¿Enserio tanto te molesta que te haya dicho que estoy interesada en conocerte? ¿Tan horrible te parezco? —le reclamó, molesta.

— Por supuesto que no eres horrible, Hilda —dijo él, sorprendido del cambio de humor de ella.

— ¿Entonces? Si tú no estás interesado, pues no pasa nada ¿no? ¿Por qué estás tan molesto? Te juro que no tocaría el tema, pero necesito saber porque desde ese día no has querido tener contacto conmigo.

— Sabes que tenía que regresar al santuario a mis obligaciones y por eso yo no…

— Eso es mentira, Camus. Te la has pasado evitándome, al día siguiente cuando te fui a buscar te habías escabullido de la mansión y decidiste regresar por tu cuenta a Grecia antes que los demás… —le echó en cara ella. Sin embargo él no se movió ni un milímetro—. Mira, fui honesta contigo, así que te pido lo mismo. Sólo dímelo y te juro que no te voy a volver a molestar. De todas formas, me voy mañana de aquí.

— Athena me pidió que te escolte hasta Asgard —soltó él en un suspiro.

— ¿Qué? —la de cabello gris abrió los ojos bastante sorprendida.

— Pensé que tal vez había sido tu idea porque no te he querido ver… —Hilda soltó una carcajada llena de ironía.

— ¿Es enserio? Mira, si yo hubiera querido que me acompañaras te lo hubiera pedido directamente, así que no, no fue mi idea, pero si me vas a ir a dejar a Asgard con más razón prefiero que me digas que es lo que te tiene así.

La miró a los ojos, intentando no perderse en ellos. Su mirada era mordaz e impaciente y le recordó a unas noches atrás, aquel día de la fiesta:

Camus estaba un poco mareado. Había abandonado la fiesta sin que nadie se percatara de ello y se sentía triunfal por eso. Subía las escaleras con sumo cuidado, directo a la que recordaba era su habitación, asignada por Saori. Gracias a los dioses que había estado disimulando un poco con la cerveza y tomado despacio sino hubiera acabado como los que se quedaron en el patio: totalmente borracho.

Caminó un poco más por un largo pasillo, hasta que divisó la última puerta. Dio unos cuantos pasos más hasta ahí y cuando estaba girando la perilla sintió que alguien le detenía la mano, impidiéndole abrir.

Muy listo, caballero —dijo Hilda divertida—. Creíste que no me iba a dar cuenta de que te marchabas, pero he estado muy atenta a tus movimientos.

Lo siento. Me atrapaste, hermana de Fler… la verdad es que no estoy acostumbrado a tomar tanto y no quería perder el decoro ahí, pero ya vi que tú si aguantas mucho.

En Noruega acostumbramos a tomar… bastante —admitió ella alzando los hombros.

Lamento no estar a tu altura —dijo con sinceridad, Camus.

La verdad es que si lo estás. Lo he comprobado durante toda la noche —dijo ella seria, de pronto. Camus se esforzó por sopesar lo que acababa de decir pero no le hacía sentido.

No entiendo… ¿De qué hablas? —él se la quedó viendo. Los ojos de la chica brillaban y se mordía los labios, ansiosa por algo. A él le dio un vuelco el corazón al ver ese gesto en ella.

Camus, sé que esto va a sonar precipitado, pero no lo es o quizás sí, no me importa. La verdad es que quisiera conocerte… más —Camus guardó silencio, aún sin entender totalmente.

Bueno, pues… supongo que es lo que estamos haciendo ¿no? Nos han presentado y hemos platicado y…

No… —negó ella con una sonrisa tierna al darse cuenta que el caballero no la estaba entendiendo—. He sentido una buena química contigo hoy, aunque eres un poco serio, una vez que te sueltas un poco eres otro… —pese a que habían estado en medio de todos, habían pasado casi toda la velada platicando entre ellos. Sobre Asgard, sobre Siberia, sobre Fler y Hyoga y sobre lo que hacían cada uno en sus tiempos libres. Los demás al darse cuenta de lo enfrascados que estaban en su plática los dejaron en paz y solamente los interrumpían para ofrecerles más cerveza—. Sin embargo, hemos estado rodeados de tus amigos y… ¡demonios! Lo que trato de decirte es que estoy interesada en ti, como hombre y quiero conocerte, si tú quieres, por supuesto —cuando el caballero de acuario escuchó aquellas palabras sintió que el mareo comenzó a parar. Aquella hermosa mujer estaba interesada en él y eso era una gran sorpresa, en primera porque nunca ninguna chica había sido tan directa con él y en segunda instancia porque, aunque parecía que ella era totalmente opuesta a él, precisamente eso lo invitaba a querer conocerla más a fondo.

Creo que este no es un buen momento. Hay algo de alcohol en nuestro sistema —dijo él, poniéndose serio—. Lo lamento, pero debo ir a dormir.

Tienes razón, no lo tomé mucho en cuenta, pero, podríamos hablarlo mañana antes de que se vayan a Grecia —contestó la muchacha sintiéndose algo culpable por lo que le había dicho él sobre el momento. No era que no se lo pudiera decir sobria, simplemente se había emocionado.

Debo entrar, descansa, Hilda —Camus entró, cerró la puerta y ella no supo qué hacer. Se quedó ahí parada por unos minutos y cuando se dio cuenta de que él no iba a volver a salir se dirigió a su alcoba.

— Ya sé que te lo dije en un mal momento o bueno, eso te pareció a ti. Me disculpo si creíste que te estaba diciendo las cosas porque estaba tomada, pero no fue así. Ahora, estamos sobrios los dos y solo necesitas explicarme porque te la has pasado huyéndome —Hilda se acercó a él y escudriñó sus ojos azules que la parecían hermosos pero que le rehuían de nuevo la mirada.

Él guardó silencio por un momento. Sintió que las palabras le escalaban la garganta y llegaban a la punta de la lengua. Hilda tenía razón. Había sido sincera con él, le debía lo mismo.

— Es que… —la miró, peor su semblante era de preocupación— también me interesas —admitió al fin. Ella sonrió de inmediato, pero luego cambió su semblante al ver que él se había movido y le daba la espalda.

— ¿Pero…? Camus de Acuario, no entiendo que está pasando, si los dos nos interesamos…

— Hay obstáculos, entre nosotros —arremetió con esa voz tan fría que Hilda ya le estaba conociendo—. Tu perteneces a Asgard, tienes obligaciones ahí, como yo las tengo aquí y yo no podría dejarlas, ni tu tampoco. Además, no sé tratar a las mujeres, nunca he tenido una relación o algo parecido, voy a terminar lastimándote.

— Me queda claro que no sabes cómo tratar a las mujeres —admitió ella cruzándose de brazos—. ¿Entonces me vas a rechazar? ¿Así cómo así?

— Hilda… —exclamó él en tono se súplica.

— Camus —arremetió ella, molesta.

Ambos se quedaron callados, en medio del lugar. Camus miraba al piso de mármol de la casa de Acuario y ella lo miraba a él, cosa que lo incomodaba mucho. De pronto la joven de cabello gris se acercó a él y le tocó la cara con una palma, lo cual lo desconcertó. Era el primer contacto que tenía con alguien, de esa forma y el primero entre ellos.

— Dime que no sientes una fuerte atracción entre nosotros y entonces desistiré de esto.

— Si lo negara sería mentira. Pero es algo físico, aún no nos conocemos bien…

— Exactamente, aún no nos conocemos bien, pero en verdad quisiera que nos diéramos una oportunidad. Sé que más allá de esa seriedad con la que te escudas, hay muchas más cosas…

— Hilda, no sé si sea el hombre que buscas —admitió él, con temor.

— Yo tampoco lo sé y tampoco sé si sea una mujer para ti, pero quisiera averiguarlo —Camus se dejó llevar por el suave contacto de la palma de Hilda sobre su mejilla. Mentiría si dijera que en su interior un cúmulo de sensaciones y emociones no danzaban entre sí. Era una mujer intrigante y hermosa, pero en verdad sentía ganas de ir más allá y develar su interior.

Con nerviosismo, el caballero colocó una mano en la cintura de ella y se acercó lentamente. Hilda sonrió antes de cerrar los ojos y besarlo. El contacto fue tierno y delicado, algo que ella no se esperaba de Camus pero que le encantó.

Cuando se separaron él soltó una leve risa.

— ¿Y ahora qué vamos a hacer? ¿Nos escribiremos? ¿Te quedarás más tiempo? ¿Cómo vamos a manejar esto…? —Hilda se quedó un momento en silencio, pensando.

— Camus, ¿hace cuánto que no te tomas unas vacaciones?


Era muy temprano en la mañana cuando Athena recibió a Camus de acuario en su habitación. Le extrañó verlo ahí a esa hora, pero había algo diferente en su ceño. Aquella mirada fría e indescifrable que solía llevar había sido reemplazada ese día que solo alcanzaba con describir como chispeante.

— Mi señora, perdone mi atrevimiento tan temprano pero quise venir a hablar con usted antes de partir con Hilda.

— Dime, Camus —lo alentó ella para que prosiguiera.

— ¿Recuerda que me dijo que podía tomar unos días de descanso en Asgard?

— Mi oferta sigue en pie —le reiteró, sonriendo.

— Se lo agradezco. Quería comunicarle que haré uso de ellos, solamente… y perdone mi atrevimiento por esto, pero quería saber cuántos días puedo tomar.

— ¿Cuántos días se necesitan para conocer… un lugar? —le preguntó reprimiendo sus ganas de reír en ese momento.

— Si soy honesto no lo sé a ciencia cierta… — Saori se lo quedó viendo por unos segundos. Luego se puso de pie y se acercó hasta donde él estaba hincado.

— Camus de Acuario, te otorgo la misión de que vayas a Asgard y te asegures de que aquel lugar se encuentra en armonía. Quiero un reporte detallado a tu regreso. Tengo entendido que Hyoga y Fler terminarán su luna de miel con una vista a Asgard. Podrían regresar los cuatro juntos… perdón, los tres —añadió ella, divertida.

— Pero… su viaje termina hasta dentro de un mes —dijo Camus alzando la vista a su Diosa, sorprendido.

— Yo creo que vas a tener que llevar más de una maleta y si fuera tú me apresuraría a empacar lo que me falta.

— Athena…

— Camus, no pierdas el tiempo aquí. Has lo que tengas que hacer —sentenció la diosa.


— ¡Hermana! ¡Hermana! —Fler entró corriendo al castillo. Estaba muy emocionada porque después de todo ese tiempo maravilloso que había pasado con Hyoga recorriendo varios lugares al fin habían terminado en su hogar para ver a su adorada hermana. Estarían ahpi solo un día pero quería aprovecharlo al máximo con ella.

La chica fue directamente a la sala, en donde sabía que estaría Hilda. Hyoga la seguía a paso un poco más lento porque iba cargando las maletas llenas de obsequios que habían comprado para su maestro, Hilda, Saori y los bronceados. Cuando alcanzó a Fler se sorprendió mucho del panorama que encontró.

— ¿Maestro, Camus? —Hyoga soltó las maletas en la puerta de la sala y entró, asombrado—. ¿Qué hace aquí?

— ¿Hermana…? —Fler también se había quedado atónita en el umbral.

Camus e Hilda se miraron y sin poder evitarlo sonrieron.

— ¿Quién de los dos les dice? —cuestionó la sacerdotisa.

— Yo lo haré —contestó él y le tomó la mano a Hilda ante la mirada atónita de los recién casados—. Bueno, queremos que sepan que estamos empezando algo… después de que ustedes se fueron a su viaje vine con Hilda aquí y me quedé todo este tiempo con ella.

— ¿Vamos a ser familia? —exclamó Fler sin poder contener la emoción.

— ¡Fler! —le gritó Hilda, totalmente roja.

— Eso aún no lo sabemos, el tiempo lo dirá —concluyó el dorado dándole un apretón delicado a la mano de Hilda.

— Nosotros nos vamos un mes y ustedes comienzan a salir… vaya sorpresa —dijo Hyoga con un poco de burla—. Bueno y perdonen mi imprudencia, pero ¿cómo le harán para verse…?

— ¿Te irás a vivir a Grecia, hermana? —Fler estaba por desbordar emoción pero se estaba conteniendo.

— Aún no. Estoy enseñándole sus deberes a mi sucesor como representante de Odin, así que aún debemos esperar un poco más —Hyoga abrió los ojos como platos. Ya hasta tenían un sucesor…

— O sea que si te irás a Grecia —afirmó Fler ahora.

— Bueno, bueno Fler, creo que tenemos que ir a descansar un poco. El viaje fue algo pesado y mañana regresamos a Grecia —le dijo Hyoga con intenciones de dejar a la parejita de mayores, a solas.

— Tú y yo necesitamos tener una plática muy seria —le comunicó la rubia a su hermana—. Y después tendré otra contigo, Camus.

— D-De acuerdo, Fler…

— Los veremos a la hora de la comida. —asintió Hilda—. Descansen.

Los rubios se retiraron reprimiendo las sonrisas. Esa sí que había sido un buen recibimiento.

— ¿Crees que esto funcione? —le preguntó Camus a Hilda—. Estoy por regresar…

— Si me lo preguntas, nunca he tenido una relación a distancia, pero siempre hay una primera vez para todo… además, creo que esta vez ambos queremos intentarlo.

— Estoy tratando de seguir tu consejo y relajarme… de verdad hago mi mayor esfuerzo —aseguró el caballero de oro acomodándole un mechón de cabello detrás de la oreja a la jovencita.

— Lo sé y soy feliz por eso. No pienses en el resultado, ni en los obstáculos que parece que tenemos en frente. Todo será como debe de ser… no hay más.

Él no pudo evitar sonreír al escucharla hablar de esa forma. Podía decir que ya se había acostumbrado a su vibrante personalidad que tanto le gustaba. Se acercó a ella y depositó un suave beso en sus labios. Después, perdiéndose en lo que sentía la abrazó con fuerza. Camus sintió en ese momento que hacía mucho que no tenía tantas ganas de intentar algo nuevo y deseó con el alma contagiarse de la valentía con la que Hilda conducía su vida.


Tercera y última actualización del día! Sigo con mi festejo de 12 años en ffnet y de 17 años de escritora de fanfic!

En esta ocasión quise usar una pareja que alguna vez había pensado pero que nunca me había atrevido a escribir. Decidí que la resolución iba a dejarla en el aire, en sí el tema central fue orillar a Camus a intentar algo nuevo y romper esa barrera gélida y seria que siempre se le ve y quién mejor para ello que la bellísima Hilda de polaris a la que me gustó mucho desarrollarla de esa manera un poquito más aventada de lo que Camus o cualquier otro personaje de saint seiya puede llegar a ser. Camus siempre se me ha hecho tan "correcto" y serio que cae en lo que quizás podría ser frío e insensible, pero no lo es, solo necesita una oportunidad y quizás a la persona correcta ahí, pero si nunca lo intenta y se atreve, nunca sabrá si funcionará o no.

Como les digo, ando con ganas de jugar con parejas y escenarios, porque estamos en este mundo del fanfic para ser felices y desarrollar miles de posibilidades. Ahora quiero que nuestros adorados caballeros no tengan impedimentos y sean felices porque se lo merecen!

Quizás, en otra letra sepamos lo que pasó con ellos dos... no lo sé, por ahora me despido y cierro este día hermoso. Gracias por pasarse a leer, por dejar review, por acompañarme en todo este loco crecimiento que empezó a mis trece años.

Gracias a mis amigas de Saint Seiya Unión Fanfickera, sin ellas mi vida no sería tan colorida ni alegre. Las admiro a todas, son unas chingonas!

Hoy más que nunca estoy demasiado feliz y puedo decirlo, este ha sido el mejor cumpleaños fanficker de mi vida. Gracias a la vida, al destino y a todos ustedes!

Princesa Saiyajin.