Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen; son del sensual Masashi Kishimoto, solo los utilizo para mi entretenimiento y el suyo.

Advertencias: Mundo alterno.


-15-

Gemelas

Por: Meh18

Se supone que el amanecer debió de haber tocado tierra desde hace horas; pero, el lugar no ha dejado de estar bajo una bruma de aguanieve ni por un instante. Es como si siempre fuese de noche. Caminar en los suelos de la tierra fría ha sido difícil y pesado; tanto que han decidido treparse sobre el lomo de los Uzumakis para mejor movilidad. Los lobos parecen no tener problemas en esa tierra maldita.

Reconocer el sitio no tuvo mayor dificulta que adentrarse en él. Cuando llegaron a los límites de las tierras de razas viejas, un espeso manto de nieve dividía las dos partes de la tierra. En un lado estaba el reluciente sol sobre campos extensos de plantaciones y árboles, y al otro lado solo era una intensa llovizna de aguanieve. No se detuvieron mucho en preguntarse si eso era normal, después de todo, Minato ya les había dicho que la tierra de hielo era muy peligrosa. En el fondo agradecieron traer consigo ropa para el frío, ya que del otro lado oscuro, pegaba un viento tan violento y helado, que los Uchihas apenas y podían articular palabra. Si así era el lugar donde tenían a Neji y al ejército, sin duda estaban en gran desventaja.

Sasuke iba sobre el lomo de Naruto, un gran abrigo de piel cubría su cuerpo de la furiosa nieve, al igual que su cuerpo, su rostro estaba cubierto por un pañuelo negro; así evitaba que el viento frío se metiera por su boca. Su vista estaba nublada, no podía ver muy bien y era casi imposible liberar sus hélices. El terreno no pintaba bien para el pronto enfrentamiento que tendrían.

— ¡Si esto es una maldita trampa, les va funcionar muy bien! — la voz de Óbito hace un esfuerzo al intentar ser escuchada por sobre el sonido de la lluvia —. ¡Nos hemos metido en la boca del lobo!

— ¡Si el terreno es desventajoso para nosotros, también lo será para ellos! — habla Shisui —. ¡Ya estamos muy cerca de donde se concentra el olor de Neji!

Los Uzumakis, a comparación de los Uchihas; no necesitaban más que su pelaje y sus grandes patas para moverse por el lugar. Sus ojos estaban dotados de una forma que les permitían ver en condiciones extremas como esa. Tenían que pensar seriamente en un plan, en caso de que las circunstancias empeoraran.

El sonido del viento provocaba un silbido tan agudo que ni siquiera les dejó darse cuenta de que algo se acercaba a una gran velocidad. El aroma frío que venía acompaño del aguanieve, no les dejo percatarse de la esencia de quien emboscaría con fiereza. Quien llevaba la ventaja en la guerra, era quien peleaba en sus tierras. Y el equipo de rescate estaba muy lejos de ellas.

La colisión fue como una explosión. La velocidad con la que venían los Uzumakis y con la que venían dos enormes fieras contra ellos, hizo que los Uchihas salieran volando por los aires como simples muñecas de trapo. El impacto contra la tierra helada los aturdió; pero, eso no evito que se levantaran de inmediato y apreciaran la modesta bienvenida que les habían dado.

— ¡Esos son los osos que destrozaron la entrada de Clan Hyuga! — grita con fuerza Itachi, mientras el grupo se reintegra frente a las enormes bestias de pelaje blanco. Alrededor de sus cuellos yacían grandes cadenas de acero. De sus dentaduras bestiales escurría baba, y bramaban como si fueran perros —. ¡No dejaran que pasemos!

Los Uchihas y Uzumakis se forman en posición de ataque. Los lobos por enfrente y los Uchihas por detrás. Sasuke libera a sus gemelas escondidas en su espalda y escrudiña con seriedad a las fieras. Si no pudieron darse cuenta cuando dos gigantescos animales se estaban acercando, mucho menos lo harán si de pronto sale un ejército contra ellos.

— ¡Shisui, ¿Estás seguro de que sientes el olor de Neji?! — cuestiona en un rugido.

— ¡Es lo único que puedo sentir! — afirma con dificulta. Las condiciones del clima estaban empeorando todo.

— ¡Es una maldita trampa! — grita Naruto con fuerza —. ¡Este lugar esta manipulado para su conveniencia y nuestra derrota!

— ¡Tengo un plan! — dice Itachi — ¡Uzumakis, cúbrannos!

Solo basto la orden, para que dé un momento a otro los hombres lobo se lancen como perros hambreados contra los osos. E Itachi hace una señal a los Uchihas con sus manos, mientras ruge con fuerza:

— ¡Liberen sus alas y revoloteen con todas sus fuerzas! ¡Hagamos que esta maldita lluvia desaparezca!

La situación se pone tensa. Los Uchihas se liberan de los abrigos de piel y dejan ver sus relucientes armaduras. El frío golpea a sus huesos con una intensidad brutal; pero, eso no evita que liberen sus alas en un santiamén. Toman distancia uno del otro y la faena da comienzo. Menear las hélices de un lado hacía otro, hace que empleen más fuerza de lo que se esperaban. Parecen águilas planeando su vuelo. Mientras ellos tratan de despejar el terreno para su conveniencia, los Uzumakis pelean con fuerza contra los osos. Las bestias blancas eran enormes, eran dos veces más grandes que los lobos; pero, ellos tenían la ventaja de ser más ligeros, más rápidos. Y a pesar de no a verlos visto llegar, ahora no se les perdía ninguno de vista.

Parece que el equipo de rescate vuelve a tener ventaja sobre la situación, pues el clima comienza aclarecerse, el viento es menos violento, la bruma se dispersa y por primera vez, pueden observar el frente. Los Uzumakis asemejan perros cazando, dos para cada uno de los osos. Ni si quiera sentían tensión en sus corazones, tienen confianza en sus habilidades, saben que pueden dar pelea a cualquiera que les haga frente. El pelaje blanquizco de los enormes osos comienza a pintarse de rojo escarlata, las poderosas garras de los perros enfurecidos hieren a sus cuerpos y amenazan con la muerte. Los Uchihas gustosos porque el plan haya funcionado detienen el meneo de sus alas y Shisui se tensa al presentir una nueva y poderosa esencia. La energía no pasa desapercibida por los demás, la lucha se detiene; las miradas se posan en el vacío del horizonte. Algo yace frente a ellos, algo que no pueden ver…

Y en medio de la soledad del sitio, en medio de la nada, nace una prominente voz.

— ¡Bravo, bravo, bravo! — las correas de acero en los cuellos de los osos se tensan, para hacerlos retroceder con lentitud —. Con que ustedes son los valientes quienes se enfrentaran a mí.

Los Uzumakis gruñen. Los Uchihas fruncen el ceño. Pueden sentir la energía del enemigo; pero, son incapaces de verlo. La pesadez del aguanieve ha desaparecido, y sin embargo, el sol no se hace presente. El firmamento sigue nublado y el ambiente sigue frío. Shisui aspira con fuerza, solo para asegurarse de que la esencia de Neji siga latiente como una llamarada de fuego en la oscuridad; asiente hacía Óbito, la energía de su cuerpo era débil; pero, seguía viva.

Sasuke observa hacía los lados, solo montañas de nieve les rodean; su instinto sabe dónde se halla el ser que los observa con burla, sus oídos pueden oírle respirar, solo basta con hacer bailar una de sus gemelas para obligarlo a presentarse; sin embargo, se detiene. Necesita observar cómo funciona su invisibilidad. Y por ello, con voz dominante, clama:

— Deja de esconderte y preséntate. El juego terminó.

Una risa arrogante inunda de nuevo el ambiente hostil del sitio.

— Me imaginó que tú eres, Sasuke Uchiha. El rey de las leyendas, el asesino sin piedad — narra con voz grave y su respiración se hace fuerte a oídos de los testigos presentes —. Déjenme presentarme adecuadamente, jóvenes guerreros.

Sin dejar ver el cómo; sale detrás de los cuerpos de sus enormes bestias. Chahiro del Hielo se hace presente frente a los guerreros. Sus exorbitantes cuernos de carnero y sus ojos dorados se deleitan con la imagen del equipo de rescate. Incrusta contra la tierra mojada su arma favorita, y se recarga sobre su martillo. La relajación de su cuerpo hace enfurecer a los Uzumakis. Usualmente, cuando los enemigos contemplaban sus esencias temblaban y despedían un olor lleno de pánico; pero, ese hombre gris, con apenas ropa, solo les mira con burla.

— Mi nombre es Chahiro del Hielo — habla junto a una caravana mal hecha de respeto. Endereza su cuerpo y señala con sus largos brazos todo a su alrededor —. Y les presento, al Infierno Blanco, mi hogar.

— ¿Dónde están los Hyugas? — cuestiona de inmediato Óbito.

Chahiro sonríe amistoso y tuerce el gesto con obviedad. Desencaja el martillo de la tierra y señala hacía el frente.

— ¡Allí están! — brama burlón —. Dentro de esas paredes frías pueden encontrarlos, no me importa si quieren ir por ellos.

El equipo de rescate se mira de soslayo. No hay nada alrededor.

— Deja de hacerte el graciosito — Naruto gruñe con fiereza —. ¡Y tráelos de vuelta!

— ¡Oh! ¡Por poco lo olvido! — esta vez, Chahiro señala con ayuda del arma, el mismo lugar de antes —. Perdonen la insolencia; pero, ahí lo tenéis. Poderos ir con mucho gusto a salvarlos de la oscuridad.

Como si fuese una simple ilusión, a la distancia se mira como el vacío del Infierno Blanco se llena con un gigantesco bloque de hielo. En medio de la piedra ceniza yacía una entrada que irrumpía la solidez de su textura con vulgaridad. El olfato de Shisui se acelera, en aquel lugar que había emergido a kilómetros de distancia gritaba con fuerza el olor de Neji. Mira desconfiado a los hombres de su equipo, sabe que no es nada normal que Chahiro facilite las cosas. Y sus conjeturas tenían razón, ya que alrededor de todos ellos se forman exactamente la misma guarida, la distancia es considerable; pero, son de un tamaño descomunal, por lo que las hacen ver muy cerca de ellos. Perderán demasiado tiempo en saber cuál de todas ellas es la real. Las cuestiones a lo que está sucediendo dan paso a dudas como, si ese Chahiro es el verdadero, si es el olor de Neji quien realmente llama a Shisui. Si de verdad es el lugar correcto donde se haya los Hyugas. Ese maldito solo está jugando con sus mentes. Shisui tensa la mandíbula, observa los cuatro nuevos escondites, lucen tan iguales y, tienen impregnados la misma intensidad de la esencia de Neji, que comienza a sentir un desespero asfixiante.

— Basta — es la voz de Sasuke quien trae del pánico a Shisui —. Terminemos con esto de una vez por todas. Solos, tú y yo.

Parece que la propuesta seduce considerablemente a Chahiro, quien sonríe complacido, mostrando su afilada dentadura. Los demás miembros del equipo observan desconcertados a Sasuke; pero, no dicen nada. No es sorpréndete que Sasuke quiera hacerse cargo de todo; él sabe la fuerza que posee su cuerpo y por lo tanto es consciente de que, con un solo golpe de alguna de sus gemelas podría acabar con la rabieta. La arrogancia puede ser un afilado cuchillo de doble filo. No es correcto subestimar al enemigo, y eso lo sabe muy bien Itachi, quien de inmediato dice:

— Sasuke no te confíes — tensa la piel alrededor de sus parpados —. Luchemos los dos contra él.

— En realidad, solo quisiera luchar contra la leyenda Uchiha — Chahiro menea su martillo, y sus ojos dorados brillan al observar fijamente a Sasuke —. Él y yo debemos conocernos más a fondo.

Lo impasible en el rostro de Sasuke avisa que las cosas serán serias a partir de ahora. Muy pocas veces se la ha visto tomarse en serio la situación. Una de ellas ha sido en la guerra del manto rojo, y también cuando se fue directo a las montañas del carbón a luchar contra el Dragón que tenía aterrorizado a todas las comunidades; sin duda, no se debe dudar del poder de Sasuke. Óbito asiente hacia Sasuke y hace un gesto con su mano, llamando la atención de los miembros.

— Vámonos. Nosotros encontremos a Neji.

— Pero, es peligroso que él luche solo contra ese monstro — a Naruto no le gusta nada la idea —. Yo me quedo con él.

Sasuke retira el pañuelo que cubría a su rostro del viento frío y lo deja caer con desinterés, mientras dice con seriedad:

— Ustedes busquen a Neji. Yo me haré cargo de él.

El joven Uchiha camina con pasos seguros hacia Chahiro y sus perros. El enemigo acepta el reto, al parecer todo está saliendo de acuerdo al plan; él siempre quiso que Sasuke luchara sólo contra él. Le intercepta a mitad de camino, mantiene controlados a los osos a sus lados y mira directamente los orbes oscuros del guerrero Uchiha.

— Demuéstrame porque te quiere tanto — Chahiro lame con su lengua morada sus labios secos —. Enséñame el poder Uchiha que corre por tus venas.

La situación se llena de zozobra. La mirada amenazante de Sasuke observa hacía arriba, Chahiro le lleva un gran tramo de altura. Sus hélices se camuflasen con hierro y se bañan de filo. Las gemelas en sus manos se alzan coquetas contra el enemigo. Sasuke Uchiha está preparado para luchar y sus compañeros lo saben, por ello le miran una última vez y se retiran hacía las guaridas que se encuentran a lo lejos. Ellos no son importantes, Chahiro ni siquiera los mira, toda su atención está contemplada en el joven Uchiha.

— Tú siempre has sido el objetivo de esta guerra — murmura tan bajo, que apenas y Sasuke puede oírlo. Chahiro hace presente al martillo, mientras vuelve a decir —. Veamos si eres digno de ser llamado Dios.

Y entonces, la batalla comienza con el meneo del arma enemiga.

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Era un día espléndido. El sol relucía inminente sobre un firmamento desnudo de nubes. Sakura sonríe mientras desciende por los escalones que se encuentran en la entrada del palacio. Las aves que yacen sobre las copas de los árboles cantan en plenitud total, inundan las calles de la ciudad; arrullan a su atolondrado ser, mientras sus pasos la encaminan con calma sobre el asbesto. Su corazón debía yacer libre de todo sentimiento extraño, no debía sentir preocupación, ni tristeza, ni mucho menos miedo… Eso fue lo que el señor Fugaku le pidió por la mañana. Era muy probable, que en estos instantes, Sasuke se encontrara en combate contra el tercer invasor; por lo que su deber como mujer de ese guerrero era brindarle tranquilidad a su ser, para que él no se desconcentrara y tuviera un buen combate.

Después de aquella amable petición ella por fin terminó de entender el peso que tenían sus sentimientos sobre Sasuke. Ya tenía noción de ello, gracias a Chiyo; pero, no lo entendía del todo. No como debía entenderlo. El que se lo haya dicho el Kan de los Uchihas había tenido un impacto enorme sobre ella. Por eso, ha decidido ir al pueblo ayudar un poco y buscar a sus amigas, para no pensar en la posibilidad de que Sasuke pueda resultar herido en la pelea. "Todo estará bien…" Sakura arregla el vestido claro que el joven Uchiha le obsequio, y respira hondo; "Todo estará bien, todo estará bien", se repite, sonriendo con dificultad.

En una primera impresión, el padre de Sasuke lucía una postura impasible, su mirada era fría, distante. Las marcas en su rostro mostraban la madurez de su edad, y por un momento se preguntó sobre en qué punto los Uchihas dejaban de envejecer… después de todo, Sasuke también era bastante mayor y aún seguía luciendo como un joven humano. En cambio, su padre, parecía un señor maduro, ¿Sasuke seguiría envejeciendo? ¿Su temple cambiaría por uno más serio?... Sakura niega con sus manos. Aún había muchas cosas que no terminaba de entender de los Uchihas.

La noche anterior, después de haber conocido a una parte fundamental de Sasuke, y después de haberse ido con el señor Fugaku, pensó que todo se volvería realmente incómodo. Sakura se sintió fuera de lugar. ¿Qué iba hacer ella en un palacio? ¿Cómo se suponía que debía comportarse? Lo más elegante que ella había conocido en su vida, eran las comidas que se realizaban en la aldea. Nunca habría imaginado que dormiría dentro del palacio del emperador Hashirama, y el cambio de su situación fue bastante brusco. A pesar de sentirse incomoda y lejos de su hogar, el señor Fugaku, le ayudo a sentirse menos extraña en su nueva vida como Uchiha. Con toda naturalidad pidió una habitación aleñada a la de él. Le dijo algo como, "No te preocupes, si sucede algo estaré a un lado." "Si alguien se acerca lo sabré de inmediato." Después de permitirle asearse, la espero para cenar junto a Hashirama, Sakura tuvo que soportar las preguntas interminables del emperador; pero, ni por un segundo, el padre de Sasuke la miro con desaprobación o desagrado. Era más, como si Sakura siempre hubiese sido parte de la familia; la calidez con la que la trataba la hacía sentir normal, cómoda. Y en el fondo, Sakura, se lo agradeció infinitamente.

Su cuerpo término tan cansado, que casi después de cenar se fue a dormir como un tronco. Dejo su pequeño morral en un sillón de terciopelo, y no le puso demasiada atención a la habitación que la acogía como un ángel. A la mañana siguiente, cuando por fin despertó ya sin ningún indicio de cansancio, pudo apreciar bien el cambio drástico de su vida. La habitación era enorme, bajo un estilo virreinal el cuarto tenía un par de puertas que permitían salir a un balcón que daba a un patio trasero. Ese patio también tenía un jardín lleno de flores cálidas y también tenía una fuente de aguas cristalinas que le daban una vista hermosa a Sakura. Pego un pequeño brinco cuando algunas mujeres encargadas de la limpieza se ofrecieron a limpiar su habitación; sin embargo, ella se negó. Esas cosas las podía hacer sin ningún problema. De nuevo se bañó en una tina de porcelana, y trenzo su cabello; y con toda naturalidad se encontró con el señor Fugaku en el comedor. La esperaba como en la cena, para desayunar juntos.

Aún nerviosa ante la presencia del señor de los Uchihas, Sakura comió su desayuno en silencio. Después escucho algo como: "Te mandaré a buscar con un guardia cuando tengamos que irnos." Ella entendió que no se le obligaba a permanecer encerrada en el palacio, o que no tenía por qué recibir permisos, ni ordenes de nadie. Sakura era libre de moverse a donde quisiera. Y eso la hizo sentirse bien. De todas formas le aviso al señor Fugaku que iba a estar en el pueblo, ayudando a los forasteros que fuesen llegando.

Dejando atrás el reluciente palacio, Sakura se encamina por las calles pavimentadas de la ciudad. Puede percibir algunas miradas de soldados quienes se encuentran en diversos puntos del pueblo; pero, no les toma importancia. Así será durante un tiempo, hasta que el tema de la compañera de Sasuke deje de ser un boom para la sociedad. Pronto reconoce el mercado, quien ha sido convertido en un bazar comunitario. En algunas partes del lugar preparaban comida en grandes dimensiones, en otras se reparten cobijas, prendas de vestir y medicina; mientras que en otros puntos se atienden a todos aquellos que estuviesen enfermos. Toda la ciudad de Hashirama estaba trabajando en apoyo de las personas que llegaban a refugiarse de la guerra.

Se extrañó al no ver soldados heridos, no entendía como se estaba manejando el tema de los combates. Ella creía que la guerra se trataba de estar todo el tiempo bajo una bruma de ataques, sangre y muerte; sin embargo, todo parecía indicar que no existían tales enfrentamientos. ¿Cómo era entonces? Juko había dicho que el clan Uchiha también iba a enfrentarse al enemigo, mientras que Sasuke y su equipo rescataban a Neji. El ceño de Sakura se frunce, al menos se alegra de que no se esté atacando un sitio donde yacen miles de personas inocentes.

— ¡Señora, nosotros la acompañaremos! — a su espalda una fuerte voz distrae sus inocentes pensamientos de la guerra —. No puede andar sola sin protección.

Se trata de dos jóvenes Uchihas. Soldados quienes se plantaban frente a ella con decisión.

— En realidad no es necesario — Sakura responde con una sonrisa. Estar bañada y peinada le da una verdadera imagen de "Señora" —. Solo estaré paseando un rato, pueden irse a descansar.

— Pero se nos ha ordenado permanecer junto a usted en todo momento — explica el más pequeño de los soldados.

— ¿Quién lo ha ordenado? — cuestiona con extrañeza, Sakura se toma el mentón.

— El Señor Fugaku, señora.

Sakura lanza un suspiro.

— No creo que haya peligro dentro de este lugar — Sakura señala todos los puntos donde se encuentran guerreros custodiando —. Tan solo observen, el lugar está lleno de soldados.

— Eso no significa que no se encuentren infiltrados, señora. Usted puede ir a donde quiera, nosotros seremos como su sombra.

— ¿Infiltrados? — Sakura entrelaza sus brazos contra su pecho —. Pero, ¿Cómo pueden haber infiltrados? ¿Acaso no es posible reconocerles por medio de su olor?

Los soldados se miran con seriedad, mientras responden:

— No, señora. Muchos de los enemigos eran parte de las razas viejas, por lo que es difícil distinguir quien sí y quien no es un enemigo.

Sin más que decir, Sakura asiente. Camina de nuevo hacía el mercado; parece que no debe bajar la guardia y tomar el tema de la guerra tan a la ligera. Desliza su mano contra su cadera, tantea con los dedos en su costado izquierdo la empuñadura de su espada. El vestido es flojo, por lo que permitió esconder con facilidad a su pequeña compañera. Tenerla a su lado le brinda una seguridad innata. Detiene su paso, cerca de la explanada principal puede apreciar algo a lo lejos. Su corazón late con felicidad, Chiyo y sus amigas están de pie junto a Sasori. Sin quitarles la mirada de encima corre hacía ellas; pero en el transcurso choca contra una mujer.

— Lo lamento… — se disculpa y su mirada verde choca con un par de ojos rojos.

— No se preocupe, señora Uchiha — a su disculpa la recibe una sonrisa amigable. Era una mujer pelirroja, sus cabellos parecían rojos como los tomates.

La expresión pasible de la mujer le provoca empatía, sonríe con luminosidad y asiente aún con la mirada fija en la pelirroja; mientras reanima sus pasos se despide con un gesto gentil de la mujer, quien también le responde de la misma manera. El halo de la guerra no permitía que las personas fuesen groseras unas con otras, era todo lo contrario, la bruma de la desgracia unía a los pobladores. Deja atrás a los ojos rojos y se apresura al encuentro con sus amigas. Los soldados fieles a sus palabras le siguen con discreción, observando y acechando todo aquello que luzca extraño.

— ¡Sakura! — chilla Ino al verla llegar con apresuro. Se lanza y la toma entre sus brazos —. ¿Dónde diablos estabas? ¡Nos tenías muy preocupadas!

Sakura abraza con fuerza a Ino, y después a Tenten.

— Al menos nos hubieses avisado que te irías antes — reclama Tenten con un puchero.

— Lo lamento, de verdad lo siento — Sakura se sonroja al saberse culpable. Sasori la observa silencioso y Chiyo la recibe con una cálida sonrisa —. Tan solo tuve que irme de pronto.

— Sasori nos dijo que te habías ido antes de tiempo — avisa Chiyo —. Aunque si fue demasiado extraño que te fueras sin avisar, bien pudiste irte con nosotras.

— Lo sé… pero todo fue tan de pronto que ni tiempo me dio… — Sakura lanza una carcajada baja para disimular la mentira, mientras cruza mirada con Sasori —, ¿Cómo estuvo el viaje?

— ¡Muy agotador! ¡Solo quiero dormir! — pide Ino con gestos exagerados.

— A todo esto… ¿Ya les dieron un lugar para descansar? — cuestiona mirando a todos lados.

— Sí, todo está arreglado, no te preocupes — pide Sasori —. De hecho íbamos para allá.

— ¡Ah, les acompaño! — se ofrece Sakura y toma un pequeño maletín de Ino; mientras asiente a sus silenciosos guardaespaldas, quienes miran con seriedad a Sasori.

Después del bazar y la explanada principal, se encontraban grandes filas de carpas grises que abordaban las anchas calles; integradas con catres y cobijas donde la gente iba siendo instalada por los oficiales de la ciudad. Era sencillo; pero, suficiente para resguardarse del frío. Cuando se adentró al lugar, a sus oídos llegaron charlas de los demás pueblerinos, sabe que no es correcto; pero no pudo evitar escuchar lo que decían.

— La guerra solo es una niebla para que ellos se apoderen de nuestras tierras — decía uno.

— ¿Tú lo crees? — cuestionaba otro hombre.

— ¡Por supuesto que sí! — afirmaba —. ¿Entonces, porque no vimos nada de camino a la ciudad? ¡Tan solo espera y verás cómo se no has despojado de todas nuestras tierras!

Aquellas palabras inquietaban a toda la gente alrededor, y Sakura no podía intervenir, diciendo que la guerra era real, pues ni ella había sido testigo de tal acontecimiento, aunque era su raza a quien estaban difamando. Arruga las cejas en desaprobación, ¿Qué era lo que querían? ¿Acaso necesitaban que atacaran la ciudad para que pudieran creer? Deja el maletín de Ino sobre el catre y bufa exasperada.

— Todo el tema de la guerra ha sido tan repentino que hasta yo tengo dudas de sí es real — susurra Chiyo —. ¿De verdad, Sasuke no te dijo nada al respecto?

Sakura niega despacio, eso era lo peor, ni siquiera Sasuke pudo advertirle de lo que se avecinaba.

— Vamos, les mostrare donde se encuentran los baños para que puedan asearse — interviene Sasori.

Chiyo y sus amigas se miran de soslayo. Si ellas no sabían nada de la situación real, Sakura también estaba igual que ellas, y eso que ella ya era parte fundamental en el tema; algo muy extraño... Sin embargo, al contemplar la expresión abatida en Sakura, se abstienen de seguir cuestionando el asunto. Pronto salen de la cómoda, siguiendo los pasos calmados de Sasori.

De nuevo en las calles algo llama la atención de Sakura. El día reluciente de sol se ha apagado. Los cielos se han nublado con una espesa nube grisácea. Y el viento ya no es gentil, ahora es brusco, violento. El cambio repentino en el clima pone en alerta a toda la comunidad, incluso a los soldados, quienes confundidos observan hacía el firmamento. Tan solo hace unos momentos el día estaba despejado y soleado… ¿Qué fue lo que paso?

— ¿Habrá una tormenta? — Tenten posa su mano contra su frente mientras escrudiña el firmamento —. El día no tenía indicios de alguna lluvia…

El viento se antoja mensajero. La fuerza de su paso deja claro de que algo no anda bien con el ambiente. El cielo nublado se vuelve más y más oscuro, las nubes se mueven a una velocidad sobrenatural. Las aves vuelan despavoridas. No, por puesto que no es nada normal. Toda la ciudad se queda en silencio, a la expectativa de lo que la tierra trata de decir y, entonces, como una balada sorpresiva, una luz resplandece por todo el cielo gris. Y, unos segundos después, nace el sonido de un trueno rompiendo contra las nubes. El relámpago ha sido tan potente que provoca un pánico volátil.

— ¿Qué está sucediendo? — Sakura se gira hacía sus soldados y les pregunta con los nervios en la boca del estómago.

Los jóvenes Uchihas no son quienes responden a su desesperada pregunta. En la cima de la fortaleza, donde los guardias custodian el horizonte se hace sonar una enorme campana con la ayuda de un garrote. La tranquilidad se pierde. El ambiente se llena de confusión, de miedo. El sonido hondo del sonar de la campana inunda hasta la calle más alejada de la ciudad. Las personas saben que eso no puede significar nada bueno y, de pronto, sin previo aviso, la razón de la hostilidad del entorno se revela con brusquedad.

— ¡Un ejército se ha aparecido a kilómetros de aquí! — grita un pueblerino quien ha corrido a toda prisa desde las compuertas —. ¡Se acerca el enemigo, se acerca la oscuridad!

Los desesperados gritos del campesino tardan en ser comprendidos. El silencio sigue siendo quien reina al pueblo, mientras que la campana sigue sonando sin parar. El corazón de Sakura se lanza en latidos violentos contra su pecho cuando los soldados Uchihas la toman por sus antebrazos y la jalan hacía la protección de sus escudos. Todo ocurre demasiado rápido, demasiado pronto para defenderse. El cielo gris, el ambiente oscuro es iluminado por unas bolas rojas vestidas de infierno, hechas para la destrucción. Las mortíferas esferas de fuego rompen en mil pedazos la cordura de todos los pueblerinos. Todo mundo corre de un lado hacia otro. Se empujan. Se abandonan. Las perlas verdes de Sakura se iluminan con el pronto impacto que las bolas provocaran contra la ciudad; pero, nace un halo de esperanza brutal. Guerreros del Clan Uchiha se abren paso por el cielo frío con ayuda de sus imponentes alas. Ahora las esferas parecen no ser más que unas simples migajas ante las espadas filosas de los guerreros. Destruyen en segundos el primer ataque contra la ciudad, dan tiempo para que el protocolo de comienzo.

— ¡Vámonos, la pondremos en un lugar seguro! — grita un soldado mientras jala con fuerza el cuerpo de Sakura hacia él. El otro soldado protege cualquier posible embestida protegiéndola con la ayuda de su potente escudo. La razón tarda en golpear la conciencia de Sakura. Chiyo y sus amigas se abrazan entre ellas, están tan asustadas como ella misma. Cruza mirar con Sasori y la mente de Sakura Uchiha se estabiliza.

— ¡No!

Gime y se suelta de la protección que sus soldados le brindan. Los guerreros Uchihas la miran sin entender que rayos está pasando. El sonido de las grandes compuertas cerrándose llama la atención de todos alrededor. Mucha gente se ha quedado afuera. Mucha gente morirá. Todo se junta en un mismo instante; el suelo bajo sus pies retiembla con fuerza, es como si un temblor naciera por debajo de la tierra y golpeara con fiereza la estabilidad de sus cuerpos. Un ejército blanco con dorado adorna las calles, traen consigo espadas, escudos, arcos, y astas con banderas que definen la integridad de los humanos. Es el ejército de Hashirama quien comienza a dar instrucciones con una potente voz.

— ¡Escuchen! — su voz llamea en adrenalina —. ¡Necesitamos que se dirijan al palacio! ¡Ahora mismo!

Mientras la gente comienza a correr con dirección, a lo lejos, sobre el cielo embustero los escuadrones del ejército, que por la noche ella pudo conocer, se forman imperiosos. La piel de Sakura se estremece. Tras las compuertas cerradas se ha abierto una pequeña puerta, ahora yacen hombres lobos quienes se adentran con gente en sus lomos. ¡No abandonaron a la gente que aún faltaba por entrar! Tienen el tiempo encima. Nuevamente, unas enormes esferas de fuego amenazan con destruir la ciudad; pero, son los Uchihas quienes cubren a los demás soldados para que puedan ayudar a todos los civiles.

— ¡Tenemos que ayudarlos! — Sakura grita señalando hacia las carpas grises —. ¡Aún queda mucha gente! ¡Si el ejército enemigo llega antes de tiempo no podrán salvarse!

— ¡Nuestra prioridad es protegerte! — responde uno de sus guardias. Sakura niega con el ceño fruncido —. ¡Te aseguro que los ayudaremos, tan solo déjanos llevarte a un lugar seguro, esto se pondrá muy difícil!

— ¡Por eso mismo debemos ayudarlos! — explica mientras se señala — ¡Nosotros somos los fuertes, debemos ayudarlos! ¡Ellos son tan importantes como yo!

La desesperación en su rostro hace gruñir a los Uchihas.

— ¡Ni siquiera lo piense! — braman y se enfrentan al mirar decidido de la Uchiha.

Sakura asiente, sin tomar en cuenta las protestas de sus soldados. Gira su cuerpo, mira hacia Chiyo y sus amigas, Sasori se ha convertido en el zorro que su mestizaje le permite ser. Y carga tras su lomo a las tres mujeres, Chiyo extienden una mano hacia Sakura y le llama con desesperación.

— ¡Ven, sube Sakura! — grita la anciana —. ¡Debemos irnos lejos de aquí!

El ataque sorpresivo contra la ciudad ni siquiera deja que las mujeres se sorprendan sobre la verdad de Sasori. Ahora lo que importa es salir ileso de la amenaza. Sakura se acerca hasta el cuerpo peludo de Sasori y mira con una sonrisa a sus fieles compañeras mientras dice:

— Protégelas, Sasori.

A su petición le acompaña una fuerte palmada contra el lomo de Sasori y el zorro sale disparado hacia el palacio. Sakura apenas y mira a Chiyo, quien le llama desesperada, y solo asiente mientras se pierden entre el tumulto de la gente. Sus guardias se posan a sus lados. Los escuadrones Uchihas comienzan a descender a la afueras de la ciudad, el ejército enemigo debe estarse acercando. Los Uzumakis de igual forma acompañan a los Uchihas y los soldados de Hashirama luchan por que toda la gente quede protegida.

— ¿Dónde está el señor Fugaku? — Sakura cuestiona, mientras toca la empuñadura de su espada por sobre su vestido.

— Debe estarse preparando para comandar a los escuadrones — responde el más joven de sus soldados.

— ¿Son todos los soldados que hay? — ahora que lo piensa, en realidad, son pocos soldados Uchihas los que están en la ciudad.

— Sí, el resto del ejercito yace en el Clan… — parece que sus palabras tiene efecto en el entorno, pues un águila de largas y anchas alas sobrevuela sobre la ciudad. Su poderoso graznido hace que el soldado la señale mientras ruge —. ¡Esa ave es la mensajera que traerá a todo el ejército! ¡Seguramente ha sido enviada por el señor Fugaku!

Sakura respira profundo, mientras sus ojos siguen el vuelo del águila. Deja de sentir su espada y señala hacia las carpas, y con un llamado se dirige hacia ellas, dispuesta ayudar a quien se le atraviese. Pero, la situación toma un giro inesperado; antes de si quiera poder llegar a la primer carpa, un fuerte estruendo acompañado de un impacto hace que el cuerpo de Sakura se detenga a medio camino. Han atacado la ciudad. Las bolas de fuego que en un inicio trataron de colisionar contra el pueblo, han podido llegar hasta ellos. Los gritos nacen. El fuego crece. Hay edificios destruidos, la desesperación se vuelve el nuevo gobernante de todos en el pueblo.

El pánico es una excelente arma, siempre y cuando sepan cómo usarlo. Y parece que el ejército enemigo lo sabe hacer muy bien; segundos después del primer ataque, es lanzado otro. El impacto hace caer a Sakura; pero, sus guardias la levantan con rapidez. Y, de inmediato, la protegen de los escombros que salen disparados con violencia. Ellos ni quiera se han inmutado ante el ataque. Los oídos de Sakura se aturden, su cabeza da vueltas, todo es demasiado extraño, demasiado violento para ella.

— Esto es inútil. Debemos llevarla al palacio y protegerla con los demás escuadrones — menciona un joven guardia, mientras toma en brazos a Sakura.

— Es lo mejor — acepta otro guardia —. No vamos a exponerla a los enemigos. Ellos sabrán que es mujer de Sasuke, es arriesgarnos demasiado.

Sakura niega con la cabeza, su razón llega de nuevo a su consiente. Los guardias ya no contemplan nada de lo que ella dijo, toman como su prioridad protegerla y llevarla a un lugar seguro. Las hélices de ambos salen a flote con rapidez, otro ataque contra la ciudad embiste de nuevo. El ejército humano llega en escuadrones, han dejado de llevar a la gente al palacio; se forman tras las grandes puertas de la fortaleza. Esperan el momento en que los soldados Uchihas pierdan y dejen de contener al enemigo; para ellos poder entrar en combate. El ruido de espadas chocando entre sí, del tumulto y la destrucción, embargan todo alrededor. La batalla ha dado comienzo.

Sakura no es un guerrero. Sakura no es alguien poderoso quien pueda definir el rumbo de la guerra, o es lo que ella piensa; mientras observa la destrucción apoderarse de la hermosa ciudad que antes había contemplado con tanta felicidad. Los nervios se hacen parte de su piel, la respiración en sus pulmones se vuelve espesa. Observa a toda la comunidad que ha sido herida con los ataques. Contempla la desesperación de los soldados por apagar el fuego de las esferas; pero, pareciese que entre más se intente consumar las llamas, más grandes se vuelven. Las piernas de Sakura se tensan, observa al joven que la tiene en brazos, y se acurruca contra su pecho… ella no tiene la fuerza para defenderse, ni para defender a nadie…

Cierra los ojos fuertemente, los soldados se preparan para el vuelo. Pero algo hace que su pronta partida se detenga. Es un olor asqueroso. Es hediondo, huele a excremento. Ambos guardias fruncen las narices, Sakura no puede sentirlo; pero, si es capaz de escuchar grandes pisadas contra el suelo. Sakura abre los ojos y mira hacía donde se encuentra la explanada, de algún callejón aledaño se acerca algo de gran dimensión. El ruido que hacen sus pasos delata su magnitud. En medio del sonido de la batalla, se abre la llegada de dos seres asquerosos.

— ¡Son ogros! — brama uno de los guardias.

Bestias como esas jamás en su vida había visto Sakura. Es obvio que desean embestir contra ellos, sin embargo, los Uchihas son más rápidos. El soldado que tiene a Sakura aprieta su delgado cuerpo contra su armadura, y asciende con rapidez. El otro soldado, con una majestuosidad disciplinada, evade a los dos enormes seres verdes y babosos. Pero, los soldados no son capaces de contemplar al tercer espécimen, que evita que se lleven a Sakura. Con un fuerte zarpazo, manda de vuelta al soldado contra el suelo, el ataque es tan sorpresivo que Sakura sale volando por los aires y cae como un trapo contra el piso.

— ¡Señora! — gritan al insomnio los jóvenes Uchihas.

El soldado más cercano a ella trata de acercarse con rapidez; pero, uno de los ogros le golpea con un enorme garrote que parece más un pedazo de roble; el soldado colisiona contra una de las carpas grises. Sakura mueve la cabeza, en un intento por regresar en sí y se pone de pie como si se tratara de un resorte. Libera su pequeña espada, y contempla al ser que hizo que cayeran. Tiene alas de reptil, sus escamas son rojas. El resto de su cuerpo es cubierto por una capa de lana vieja. ¿Cómo han podido entrar tan rápido? Sakura observa hacía la entrada, sigue intacta. El monstro llama la atención del ejército humano; varios escuadrones se dirigen a ellos para contrarrestar a las bestias; pero, se revela de donde han salido. Debajo de la tierra un temblor azota y crea entradas por las que salen a luz más ogros. Estos repelen a los soldados como si estuviesen cortando leña. Es una masacre.

El soldado que la había tomado en brazos, trata de acercarse a ella. Pero, de nuevo es la bestia de alas quien lo evita. Lo toma del casco y lo manda lejos con brutalidad. El monstro desciende con lentitud. Los ogros ni siquiera se le acercan a Sakura, pareciese que esperan pacientes el momento de atacar. Las jades de Sakura observan hacía donde los soldados de Hashirama pelean contra los demás ogros. Eran seres enormes de piel verde, con verrugas y narices grandes. Algunos venían cubiertos con taparrabos y otros tan solo yacían desnudos. Su expresión se sorprende al ver como se regeneraban sus cuerpos cada vez que los humanos cortaban alguna parte de ellos, Sakura regresa su mirar hacía el ser que se presenta frente a ella con arrogancia.

— Aún me cuesta creer, que de verdad seas mujer de Sasuke Uchiha… — susurra en cuanto toca tierra, sus alas de lagarto no desaparecen; y Sakura no responde nada, solo aprieta el mango de su espada con fuerza —, pero las esencias no mienten, ¿Cierto? Y tú desbordas todo de mi Sasuke.

— ¿Tu Sasuke? — eso sí que ha hecho hablar a Sakura.

Sakura cae en cuenta de algo. La voz de la bestia era femenina, pareciese que ella adivina sus pensares, ya que con lentitud, baja la capucha que cubría la mayor parte de su rostro. Y sus faroles se rebelan en plenitud. Sus hebras y ojos eran rojizos. Sakura la ha visto, la recuerda bien.

— Eres la mujer con la que tropecé hace unos momentos — las gemas verdes y los ojos rojos se cruzan entre sí —. ¿Cómo has podido entrar?

— En realidad eso no importa — responde con una sonrisa sarcástica, sus labios son rojizos, parece que lamió una rosa roja para tenerlos de ese color —. Lo que importa es que vendrás conmigo, el señor Madara requiere tu presencia.

Un temblor hondo y frío invade el estómago de Sakura. Está sucediendo lo que antes le dijeron, el enemigo vendría a por ella para tener ventaja en la guerra. Sasuke es una pieza indispensable, dijo el señor Fugaku, y si la obtienen a ella, todo estará perdido. Tensa su mandíbula con fuerza.

— Sobre mi cadáver — avisa con decisión.

— Esa no es una opción.

Ante sus palabras, en un movimiento rápido, se desprende de su capa vieja y deja ver por completo todo su cuerpo. Su ropa es toda de cuero color vino, tiene pantalones ajustados a la cadera, y un top con correas atravesadas por todo su pecho. Su vientre plano tiene escamas en los costados, sus pechos se levantan uniformes, tienen destellos de rojizo. Parece que la mujer mutante está casada con el color rojo.

— Escoge, por la buenas o por las malas — Sakura observa de soslayo hacia la espalda de la mujer serpiente y frunce su mirar mientras responde:

— Definitivamente, será por las malas.

Y en esos instantes, con las espadas envainadas en contra de la mujer, llegan los jóvenes soldados. Su ataque se moviliza rápido, tan veloz que Sakura de verdad creyó que la mujer no iba a salir ilesa de la acometida; pero, sucede todo lo contrario, parece que la mujer tiene ojos en la espalda, ya que desaparece frente a sus ojos mucho antes de que los soldados rocen siquiera sus cabellos rojizos. El movimiento de la mujer no sorprende a los soldados. Reaparece sobre el firmamento, sus hélices rojas se menean con diversión. Ambos soldados se posicionan frente a Sakura, con sus alas bañadas en metal y filo, la protegerán hasta la muerte.

— Corra, señora — dice quien la había tomado en brazos —. Diríjase hacia la fortaleza, ahí se encuentra el señor Fugaku. Nosotros la contendremos.

Sakura observa sus guardias, y a la mujer que sobrevuela el cielo como un buitre. Traga lento y respira profundo, no tiene corazón para dejarlos. Son tan jóvenes como ella misma. Se posiciona a un lado de los soldados, y toma con fuerza su espada.

— Podemos hacerlo juntos, muchachos — dice con una ligera sonrisa. Los soldados la observan y niegan con fuerza.

— Esto no es un juego señora, si perdemos, usted será capturada.

— Así es — apoya el segundo guardia —. No solo seremos nosotros quienes estén en peligro, sino todos los clanes. Así es la guerra, no se preocupe por nosotros, tan solo váyase ahora.

Observa los temples seguros de los guardias, y después mira con detenimiento a toda la ciudad que yace bajo ataque. ¿Cómo sería si ella es capturada por el enemigo? ¿Si Sasuke decide unirse al otro bando por ella? Mira de nuevo a los dos soldados, ellos tienen razón, no puede arriesgar mover la balanza de la guerra a favor del enemigo. Asiente, y su corazón se estruja con violencia. A veces debe tomar decisiones como esta, ¿No? Da un paso hacia atrás.

— ¿En la fortaleza? — pregunta, mientras dirige su mirar hacia donde momentos antes yacían los soldados Uchihas —. ¿Acaso no estaré más expuesta allá arriba?

— Es mejor que vaya con los demás soldados, son más y la protegerán mejor.

Los jóvenes Uchihas asienten hacia Sakura, es la señal de que ellos la cubrirán. Ella asiente y sonríe, confía en ellos, ellos son fuertes, pueden contra la mujer rojiza. Los soldados se lanzan al ataque contra la mujer, esta vez ella no evade el ataque, sino que lo contrarresta con una larga espada que ha desfundado de la espalda. Sakura trata de no mirar mucho y echa a correr a toda velocidad hacía la calle de las carpas, necesita llegar a la fortaleza lo más rápido posible. Sin soltar la espada, observa fijamente hacia el frente, otro ataque contra la ciudad inunda las calles; pero, eso ni siquiera la detiene.

Comprende que ningún otro soldado Uchiha haya venido a buscarla porque deben estar luchando contra las fuerzas enemigas, es su responsabilidad asegurarse de no ser capturada como a una damisela. Lo que ella no sabe, es que está a punto de ponerse a prueba el no dejarse secuestrar.

Su instinto más básico le alerta de una amenaza prominente, Sakura mira hacia los lados de las calles, no puede ver nada; pero, es capaz de percibir algo. No detiene la huida. Se mantiene al margen de su objetivo, sin embargo, es interrumpido por un acto sorpresivo. Bajo sus pies la tierra se fractura y da paso a un monstro verde. Por los pelos es capaz de salvarse, salta tan alto que se pregunta por un momento de donde salió la habilidad para deslizarse con tanta facilidad. Los dedos del ogro han quedado a centímetros de sus pies. Pero, no es el único quien ha venido por ella. De su flanco derecho puede ver a otro acercarse a ella con mucha rapidez, y viene otro de su lado izquierdo. Sakura se poya de las carpas y salta con como guerrero, evadiendo las sucias manos de los ogros.

Mira hacia sus jóvenes guardias y lo que ve la distrae de todo. Un soldado ha quedado sobre el suelo, y otro es quien solo lucha contra la mujer. Sin embargo, parece más como si ella solo estuviese jugando con él. La quijada de Sakura se estremece. Y, de pronto, siente un fuerte agarrón de su estómago. Un ogro ha logrado tomarla. Lanza un chillido hondo. Está apretando todo su cuerpo con una fuerza brutal, sin duda le romperá todos los huesos. Sakura niega con los dientes apretados. No, por supuesto que no dejara que la capturen tan rápido. Contiene el aire, lo hace tan profundo que su estómago se mete y sus costillas son las únicas que quedan al descubierto. El poco espacio que éste le brinda le permite mover un poco la espada. Arremete con dificulta contra la palma del ogro. Sin duda, esto provoca que deje de apretarla con tanta fuerza, ella aprovecha para incrustar la espada en su palma. El monstro al sentirse herido la suelta un segundo y trata de tomarla con la otra mano; pero, ella usa esto para rebanar su muñeca gorda. El gemido propio de la herida inunda toda la calle.

Sakura cae de culo contra el suelo. Los otros dos ogros no le dan tregua, gruñen como perros rabiosos y se lanzan contra ella. De algo debe servir tener un cuerpo tan pequeño y delgado. La Uchiha es capaz de deslizarse como un gusano, y herir los talones de las enormes bestias. Lo hace ver tan fácil, que hasta los monstros hacen expresiones de confusión. No pensaron que la mujer flacucha fuese como un pequeño cuchillo. A pesar de poder regenerar sus cuerpos, el tiempo que necesitan para ello le da la oportunidad de correr de nuevo. Pero no todo es tan fácil para Sakura. Antes de dejar atrás por completo a los ogros, la embisten como si hubiesen golpeado un mosquito con la palma de la mano. La diferencia es que no fue la palma, sino un ala.

En cuanto recobra el sentido, después de haber sido colisionada, Sakura contrarresta con su espada y el antebrazo el arma de la mujer pelirroja. Sus guardias, quienes iban a cubrirla, han quedado en alguna parte del suelo. El gesto de Sakura se arruga ante el dolor, y usa toda su fuerza para contener a la bestia rojiza. "Todo estará bien, Sakura. Todo estará bien" Se repite sin articular palabra.

— Para terminar con mis ogros, primero deben asesinarme — la mujer levanta su gesto y hace que Sakura mire alrededor. Los soldados humanos no han podido terminar con ningún monstro —. A este paso yo seré quien invada la ciudad.

— ¿Quién eres? — cuestiona con la cara sucia de tierra —. ¿Qué eres?

La mujer sonríe con sorna.

— Mi nombre es Karin, y te pude encontrar apenas pise tierra humana.

La mirada de Sakura se abre con sorpresa, traga lento y su corazón comienza a palpitar con rapidez. Si esa bruja pudo asesinar a sus guardias, entonces, le será muy fácil capturarla. Detrás de Karin se posicionan tres ogros, con semblante seguro están dispuestos en llevar a cabo su misión. La espada de Sakura tiembla entre sus manos delgadas.

— No me obligues a lastimarte… — susurra la mujer; pero sus ojos desquiciados dan a entender que sin duda desea hacerlo.

— No te tengo miedo — Sakura afirma con fiereza, no mentía, no tenía miedo de salir lastimada; lo que más temía era ser secuestrada y con ello cambiar el rumbo de la historia.

— Ese temblor en tus manos me dicen todo lo contrario. Tan solo observa, la fortaleza de la ciudad muy pronto caerá y ardera todo… solo baja la espada… — los labios de Karin sonríen confianzudos, mientras se acerca como una víbora hacía Sakura. Con las yemas de sus dedos toca la punta afilada de la espada color diamante y mira directamente sus ojos temerosos —. Tú no estás hecha para pelear y Sasuke está muy lejos para defenderte… tan solo baja la espada y sé una niña buena.

Las palabras de Karin causan el efecto contrario a lo que se esperaba. Traer el nombre de Sasuke a las memorias de Sakura le llena de una fuerza perdida y caliente como el fuego. El ceño de la peli rosa se frunce, sus manos aprietan de nuevo el mango de su espada, y sin pensarlo dos veces arremete con una velocidad poderosa. El sorpresivo ataque se cobra un rasguño largo por todo el brazo de Karin, y también hace que la amabilidad se pierda en un santiamén. Los ogros se empeñan sobre ella, mientras que la bruja se toma el brazo afectado. Pero, las cosas ya no serán de la misma manera, ahora en Sakura yace una poderosa llamarada de coraje y decisión, en definitiva, no dejara que la atrapen. Aguantara hasta que los soldados vengan en busca de ella, aunque eso signifique perder un brazo en el acto.

Evade la embestida de los ogros y salta hacia atrás. Karin gruñe como una arpía y sus alas se lanzan imponentes a los lados. Sin duda la hizo enfurecer. La gran espada de la mujer se desvaina en dirección a Sakura y ella la espera impaciente; es un error que subestime a la mujer de Sasuke Uchiha. Sus ojos verdes se estrechan y contemplan todo el cuerpo serpentino. Las palabras de su amado resuenan en su interior; sonríe mientras su corazón late lleno de un sentimiento acogedor, sus labios se abren y lento susurran:

— Volveré a verlo… — Karin la mira extrañada —. Nos volveremos a encontrar, y ni tú ni nadie lo evitara, ¡¿Entendiste?!

— ¡Basta de juegos estúpidos! — brama la arpía con voz aguda, señala con sus largas uñas el cuerpo pequeño de Sakura y ordena: —. ¡Atrápenla ya!

De nuevo los ogros se lanza a ella, Sakura parece un pequeño ratón entre gatos; pero, los ratones no siempre están en desventaja, porque son rápidos y se escabullen como lombrices. Y Sakura, el pequeño ratón, lo sabe muy bien. Se mete entre las grandes piernas de los ogros que tratan de tomarla, y rasguña con la afilada punta de su espada los dedos y talones de estos. Ella es astuta, ya no solo usa su espada sino que se hace de grandes rocas que la fuerza de Sasuke le permite levantar para lanzarlas contra el rostro de los ogros. ¡Bingo! Gime con gusto, le ha asestado un tremendo golpazo en las orejas a un ogro, lo que lo aturde y deja libre la vía hacía la fortaleza. Sin pensarlo lo aprovecha y corre como una loca dirigiéndose hacia allá. Ella no se enfrenta a las bestias, todo lo que está haciendo es ganar ventaja para poder llegar hasta su gente; la estrategia se deja ver clara ante los ojos serpentinos de Karin.

Sakura lanza un chillido, una garra afilada la ha tomado del cuello de su vestido. Mira hacia arriba, las piernas largas de Karin se han trasformado en garras de águila, sus alas de reptil la elevan por encima de las carpas; sin embargo, la Uchiha brinda un estocada contra la pezuña que la tiene aprisionada. Cae como una manzana madura de una rama, el techo de las carpas amortiguan la caía; sin embargo, eso no evita que Sakura se golpee y pierda el aire por unos segundos.

Se desploma sobre algunos catres, su espalda lo siente y lo sabe muy bien. Sakura estruje su rostro y gime con dolor. Ya ni siquiera sabe que siente, no puede pensar con claridad, pareciese que su cuerpo se mueve por sí solo; todos sus sentidos están enfocados en mantenerla a salvo. Su pecho inhala aire con fuerza, aprieta los labios; gira la mirada, su espada ha caído a unos metros de ella; pero, antes de siquiera tener tiempo para tomarla algo más llama su atención. Karin viene en picada contra ella. Con dificulta gira como un tronco evitando que las pezuñas y espada de la víbora le rocen un cabello. Y, de inmediato, se hace de un tablón que ha sido desprendido de un catre para cubrirse de las estocadas violentas de Karin. Sakura gruñe y sus brazos retiemblan denuedos, sus sentidos explotan en cientos de pedazos, la adrenalina se adueña de todo su cuerpo, un color rojizo emerge en sus mejillas; la excitación del momento es poderosa, hace que Sakura se empeñe como un guerrero contra su enemigo. La fuerza propia de su Clan le ayuda en deshacerse por un momento de la arpía, la manda lejos y se hace de los segundos que la embestida contra la mujer le regala para ponerse de pie y correr por su espada.

Solo momentos después de tomar su arma y encarar a la mujer, recibe un fuerte golpe contra su rostro haciéndolo girar hacia un lado. El puñetazo ha lastimado su labio inferior, los ojos de Sakura se cristalizan, el golpe ha sido muy doloroso, puede sentir algo cálido en sus labios y un sabor azufre entre sus dientes.

— ¿Qué? — Karin pregunta con burla —. ¿Te lastime, princesa?

Sakura se limpia la sangre y su vestido se mancha de rojizo. Las palabras no son quienes responden por ella, sino es su espada quien acalla las burlas de la mujer. De inmediato, el combate de espadas se abre paso sobre los escombros de la carpa gris. La arrogancia de Karin no le permite dejar que sus ogros intervengan en la batalla, ella quiere ser quien haga arrodillar a la mujer de Sasuke, ella necesita hacerle ver que no es más que una campesina que ha tenido mucha suerte.

Los movimientos de Sakura se asemejan a los de Sasuke, son veloces, mortíferos sino se tiene cuidado. Contrataca cada embestida en contra suya, sus sentidos más agudos pueden advertirle de cada movimiento de la mujer. La Uchiha se ha vuelto un arma andante, está dispuesta a defenderse a toda costa, y se lo demostrara a Karin. Aprovecha una pequeña abertura en la guardia de la arpía para asestarle un fuerte golpe contra las costillas; por supuesto, que la patada desestabiliza la postura combatiente de la mujer, y esos pocos segundos de dolor son como oro puro para Sakura. Girando sobre su propio eje en cuclillas, la Uchiha hiere el vientre serpentino de Karin. La sangre brota desde su ombligo, la herida la hace reaccionar; pero, ella no dejara que se recupere. Antes de que las alas de reptil la eleven por el aire, Sakura se ensaña como una garrapata contra su espalda.

Con una rapidez peligrosa, Karin hace que juntas se eleven. Durante el vuelo provoca movimientos bruscos, en un intento por zafarse del agarre de Sakura; pero sus brazos se sostienen de ella con mucha fuerza. Sus ojos rojizos se cruzan con los de ella, y puede verlo, puede ver la esencia de Sasuke deslizarse como un fuego verde en sus irises. Perderse en la potencia de esa mirada le cuesta un fallo imperdonable. Las encías colmilludas de Karin se asoman mientras un gran gemido de dolor se extiende por todo el cielo; la espada de Sakura manchada de su sangre le ha atravesado el estómago como si fuera una hoja silvestre del campo. Con todas sus fuerzas y los brazos temblorosos lanza lejos a Sakura, sin importarle si quiera, si muere con la caída pues están demasiado lejos del suelo. Posa sus manos contra su estómago y su sangre negra pinta sus dedos, en su garganta se forma un nudo lleno de fluidos que invaden todo su sistema. Escupe con fuerza.

Sakura cierra los ojos y se cubre, sin soltar la espada, de la pronta caída; ojala caiga sobre una carpa nuevamente o se romperá unos cuantos huesos. Pero el impacto nunca llega, más bien siente como la toman con brusquedad. Lanza un chillido sorpresivo. Uno de los ogros la ha sostenido en el aire como una pelota de tela, la aprieta y sofoca con violencia, apenas y puede producir sonido alguno. Siente como todo da vueltas alrededor, no la ha dejado de zangolotear de un lado hacía otro. Sabe que es Karin quien está produciendo todos esos movientes violentos. Sin embargo, no solo es eso lo que la víbora le tiene preparado. Hace que el ogro la arroje contra una de las carpas. Se estrella contra uno de los tubos que sostenían el techo, puede sentir como su hombro derecho se estira de más, su cabeza se golpea, y está segura, que probablemente, le esté sangrando. No puede recordar donde ha quedado su espada. No puede pensar con claridad.

— Se acabó el juego, maldita perra…

La voz chillona de Karin se abre paso por donde ella ha quedado tirada como un perro herido. Sakura trata de reaccionar, pero el dolor es su nuevo huésped. Con las rodillas raspadas, el vestido arruinado y un fuerte golpe en la frente, la Uchiha se pone de pie y observa como a pesar de haberle producido una herida grave a Karin, está sigue andando con mucha más fuerza que ella. Busca su espada; pero, ella sabe que ya no podrá usarla, su brazo derecho cae como si fuera una extremidad que adorna su cuerpo, no puede sentirlo; quizá, se dislocó el hombro.

— No dejare que me captures — avisa con fiereza. Las heridas en su cuerpo avisan que, seguramente, lo hará.

Como puede, corre hacia la fortaleza. No le queda más que hacer un último intento de escapar. Tres ogros se posan en la calle. Detrás de ella, Karin camina con toda tranquilidad. Los labios de Sakura tiemblan, posa sus luceros en los ogros; no se detendrá. A su vez las bestias peludas y grasosas corren hacía ella; se toma el brazo lastimado y corre mucho más rápido y antes de colisionar contra algún pie, se desliza por debajo de una de las pisadas. Logra pasar de los ogros, se levanta y vuelve a correr hacía la fortaleza; pero un chillido grotesco detiene su huida. Puede sentir como una presencia se acerca a ella con velocidad, tensa la mandíbula y se da vuelta con agresión; asesta un golpe certero pero una mano blanca detiene su puñetazo. Unos ojos negros la observan.

— ¿Estás bien? — cuestiona la voz masculina, mientras inspecciona cada centímetro mallugado de su cuerpo.

— ¡¿Juko?!

No era Karin quien la seguía. Los ojos de Sakura se iluminan y salta a los brazos del guerrero apenas le reconoce. Mira tras su espalda de éste, y puede entender el porqué del chillido. La cabeza de Karin ha quedado por los suelos, con su cuerpo convulsionando como una lombriz. Seis solados más observan a Sakura. Los ogros se han comenzado a desvanecer como polvo.

— ¡¿Por qué tardaste tanto?! — reclama con los ojos cristalinos —. ¡Pensé que de verdad me iban atrapar!

La expresión de Juko deja ver su expectación, aún le cuesta creer que ella haya podido sobrevivir sin ayuda. No responde nada, mira fijamente a Sakura y, mientras asiente, dice:

— ¿Preparada?

— ¿Para qué…? — cuestiona confundida.

Sin previo aviso toma su brazo dislocado y lo reacomoda con velocidad. Ella chilla y su cara se pone roja ante el dolor; sin un poco de sensibilidad, y sin dejarle tomar aire, Juko la toma entre brazos y vuelan hacia la fortaleza. Arriba, Sakura es testigo de todo. Un monstruoso ejército se posa a la afueras de la ciudad, el ejército Uchiha apenas y puede verse como un simple grano de arroz en medio de un charco de lodo. La Uchiha se suelta de los brazos de Juko y se encamina a la orilla del muro. El ejército es tan grande que puede confundirse con el horizonte. El enfrentamiento había comenzado a la par que el de ella, podía percibir un montón de cuerpos a los pies del muro, frente a las compuertas había sangre combinada con polvo, el cielo crujía y los relámpagos se asomaban violentos entre sus nubes grisáceas, se acercaba una tormenta. Su respiración se encapsula. Los pocos escuadrones del Clan, estaban peleando con una fiereza legendaria. Ahora entiende el desquicio de aquel campesino que había entrado a la ciudad avisando del enemigo, hasta ella habría perdido la razón con ver una imagen tan espantosa. Sus piernas tiemblan con terror. No serán capaces de soportar un ejército tan mórbido como ese. Su corazón se lanza en latidos desesperados. Sus dientes retiemblan… y en su mente se aguarda un solo ser…

— ¿No me vas a presentar a la mujer de tu hijo…Fugaku?

Una voz profunda y áspera trae de vuelta a Sakura. No sabe si todo el tiempo él estuvo sobre el cielo observándola; pero, un hombre de armadura negra, incrusta su mirar oscuro en su pequeño cuerpo. Sobrevuela el cielo con unas alas negras y majestuosas.

— Ni siquiera dejare que te le acerques, Madara.

El señor Fugaku se hace presente junto a Sakura. La mira un poco y con su fuerte brazo la cubre de su vista insultante; ella observa con los ojos abiertos de par en par al hombre de voz grave. Ese era Madara, el protagonista de toda esa masacre, fundador de la nueva guerra. Sus miedos pueden percibirse con el sudor de su cuerpo; una mirada de Fugaku la tranquiliza, y ella toma saliva con dificultad, si tan solo Sasuke estuviera aquí, si tan solo…

— Ya lo veremos… — replica el enemigo con un gesto agraciado. Menea el cetro en sus manos y el cielo se rompe sobre ellos.

— ¡Juko! — vocifera el señor de los Uchihas con brutalidad —. Él te protegerá, Sakura…

El guerrero toma por el brazo a Sakura y la aleja del Kan. La lluvia comienza a borrar las marcas de sangre por todo su rostro, su cuerpo ha comenzado a curar cada una de sus heridas. Siente como si algo tomara sus entrañas y las apretujara sin decencia cuando los mismos seis guerreros que habían ido por ella, la rodean, poniendo en guardia sus escudos. Con Juko a su lado y la lluvia cayendo sobre ellos, puede sentir la energía con la que se observan Fugaku y Madara. El aura que los rodea es caliente como el fuego. Su interior esta intranquilo, respira demasiado rápido, la mirada de Sakura se concentra en las espadas del señor Fugaku. Cierra los ojos con fuerza, aprieta las manos contra su pecho y un llamado desesperante por Sasuke se hunde en la profundidad de sus pensamientos… Sakura ha olvidado donde y que está haciendo su amado.

/*/*/*/

El aire silbaba. La nieve se adhería a sus pieles como una segunda. Cuando observaban atrás ya no podían ver a Sasuke ni al enemigo, estaban muy lejos de ellos. Los bloques de hielo donde Shisui podía sentir la esencia de Neji no eran simples espejismos, de verdad eran reales, tan reales que los Uzumakis estaban confundidos por no saber en cual entrar. Y lo preocupante, era que no solo estaba el olor de los Hyugas sino también uno hediondo, dentro de la oscuridad de aquellos calabozos blancos yacían escondidas tropas enemigas. Detienen sus pasos a unos cuantos metros del primer escondite, Itachi observa silencioso la alta entrada que éste les brindaba con indiferencia.

— ¿Shisui, en cuál de los cuatro es donde sientes más fuerte la esencia de Neji? — cuestiona con seriedad.

El Uchiha cierra los ojos y concentra toda su energía en aquella habilidad que le había permitido ser diferente. De la entrada proviene un viento tan comprimido que parece como si cantara una voz muy aguda. La frente de Shisui se frunce, y abre los ojos de nuevo.

— En todas es la misma intensidad… — murmura con los puños apretados.

— Lo mejor es que cada uno de nosotros vaya por su lado — dice Naruto con el pelaje lleno de nieve.

— Que cada uno de los Uzumakis los acompañe — Óbito es quien comienza armar los grupos de búsqueda —. Yo iré solo…

Antes de poder terminar sus palabras, la tierra bajo sus pies tiembla con fuerza. Escépticos viran sus cuerpos en dirección hacia donde Sasuke y Chahiro se quedaron; una montaña de hielo cae a pedazos por culpa de un impacto colosal. Solo esperan que no haya sido Sasuke quien impacto contra aquella montaña.

— Si vamos todos juntos por cada guarida perderemos mucho tiempo — termina por explicar Óbito.

— Tienes razón, debemos ir por nuestra cuenta — apoya Itachi —. Si algo sucede y los atacan, que es lo más seguro, tan solo asegúrense de no morir.

Naruto gruñe al seguir contemplando el lugar donde Sasuke se encuentra, entre más rápido terminen con eso, más rápido será para Sasuke. Encaja las garras en la nieve y observa a uno de sus compañeros lobo, él será el primero en entrar a una de esas guaridas. El viento vuelve a cantar, y el Uzumaki asoma sus dientes de perro.

— Yo me quedo con este — avisa con su compañero a un lado —. Ustedes vayan por los otros.

Nadie protesta por la decisión. Naruto se adentra con mucho cuidado en la oscuridad de aquel lugar, y se percata de que ahí, es mucho más frío; es como si el bloque solo encubriera un vacío enorme en la profundidad de la tierra. Apenas sus patas terminan de pasar aquella entrada espeluznante, de la cima baja veloz una cancela de acero, era maciza y su peso había ayudado a que se enterrara en lo más profundo de la nieve. Todo el equipo de rescate se acerca a la reja con desespero; pero, Naruto los detiene diciendo:

— No importa, será lo mismo para ustedes — sin virar hacia sus compañeros se adentra cada vez más a la oscuridad del recinto junto a su compañero —. Váyanse, nos vemos afuera. Gana el que encuentre a Neji.

El equipo de rescate se aleja de la prisión, se miran por un momento y después asienten con sus cabezas. No había nada que hacer, el riesgo debía ser tomado. Cada uno de los integrantes fue adentrándose a uno de los bloques; con la lucha de Sasuke detrás, se pierden en la cuna que Chahiro les tiene preparada. Ya lo dijo Itachi, solo deben preocuparse de no morir…

— ¿Qué pasa, Uchiha? Pensé que eras más duro.

Sasuke se levanta de los escombros de nieve. Respira hondo y vuelve a envainar a sus gemelas; los sentimientos en su interior lo aturdieron tanto, que no le dejaron reaccionar para cuando Chahiro lo embistió con su martillo. Aprieta la empuñadura de sus espadas, y tensa la mandíbula. Sea lo que sea que esté sucediendo con Sakura no es nada bueno. Frunce las cejas y observa hacia donde ahora ella debe encontrarse, ¿Qué le está pasando? ¿Por qué está tan asustada? El sentimiento de preocupación es cada vez mayor… "Corre… huye…" Se dice en su mente, como si por arte de magia ella escuchara su voz. Cierra los ojos y trata de hacer suyas aquellas sensaciones incomodas, ya no debe distraerse. Regresa su mirar hacia Chahiro y lo engulle en sus ojos rojos. Sus alas se extienden y se lanza contra el carnero de grandes cuernos.

Las gemelas danzan en una simetría perfecta, son peligrosas, muy afiladas; están deseosas por cortar un poco de esa carne gris; pero, el martillo del enemigo parece hecho por los mismos Dioses, ni un rasguño se le puede irrumpir en su acero. Cada uno de sus ataques son contrarrestados con toda facilidad, el Uchiha no se deja sorprender, después de todo no está haciendo uso de todo su poder. Ataca, ataca, esquiva, vuelve atacar. Sus hélices se mantienen firmes, sirven de escudo y lo vuelven más rápido que los pesados movimientos de Chahiro. Sus ojos rojos como el fuego recorren cada parte de su cuerpo cicatrizado, buscando el punto más débil en él; pero, lo que lo desconcierta es que solo tiene un taparrabo cubriendo su virilidad, no posee armadura alguna, ¿Tan confiado está? Sasuke sonríe. Ni porque logre regenerar su cuerpo, lograra recuperarse de lo que le hará. La gemela izquierda arremete muy cerca de los cuernos lo que le sirve de distracción, mientras que la gemela derecha se hunde bajo el martillo y corta con profundidad una de sus piernas.

El ataque lo toma por sorpresa, y se aleja de inmediato. Chahiro observa la sangre azul salir como un chorro de agua de su muslo. El tic en su ojo derecho revela que le ha causado dolor, levanta su mirar muy despacio y observa con ira contenida el ángel negro que menea sus alas con belleza. Los pies de Sasuke están a unos metros del suelo, sacude la sangre de la bestia y vuelve a levantar la comisura de sus labios. El Uchiha sabe del poder que posee su sangre, sabe que él, es el más poderoso de todos. Un gruñido emerge despacio de las fauces del carnero, sus dientes puntiagudos se asoman con enojo, y el martillo apunta amenazante hacia el guerrero.

— No estás jugando limpio — inculpa entre bramidos —. No muestras tu verdadera velocidad. Muy inteligente de tu parte. Yo también te mostraré lo que puedo hacer si me vuelvo más ligero…

Apenas la última palabra toca los oídos de Sasuke, la nieve en la tierra se levanta como si de polvo se tratara y Chahiro desaparece como el viento. Lo sentidos de Sasuke son lentos, cuando descubre que se acerca con peligrosidad desde su flanco derecho. Es demasiado tarde. Un golpe certero del martillo lo acribilla con violencia, sus gemelas se interponen entre el poder del ataque y su cuerpo, entonces, sucede lo impensable. Los ojos de Sasuke se abren con impresión. Su respiración se vuelve pesada. Como si fueran un cristal roto. Como si el tiempo se hubiese detenido… Sus gemelas se cristalizan y explotan en mil pedazos…

Lo protegieron del golpe, que seguramente iba a provocarle algún daño. Pero no pudieron soportar lo suficiente para mantenerlo erguido. Sasuke sale disparado con violencia varios metros de distancia. Sin soltar la empuñadura de sus espadas, la nieve se pinta de rojo pues un rasguño largo se ha formado en su mentón, y en sus manos se abrieron yagas. Ese par de espadas lo habían acompañado desde muy pequeño, su padre se las obsequió en un invierno joven. Se hinca sobre la nieve y observa detenidamente sus armas fracturadas. No sabe porque; pero, algo dentro de él se retuerce en un sentimiento de pérdida.

— ¿Qué sucede, Uchiha? ¿Rompí tus juguetes?

La mandíbula de Sasuke se tensa mientras suelta despacio las empuñaduras de sus gemelas. El sentimiento de tristeza que a su corazón embargo se asienta cruelmente en él, se pone de pie y su mirar se enfoca en el enemigo. La vehemencia de su coraje se puede notar en todo él. Las cejas de Chahiro se fruncen en confusión, no es como que haya matado a su madre… ¿O sí? Sin esperar a que el Uchiha actué, se precipita contra él. Usando su martillo y la misma intensidad con la que rompió a sus espadas vuelve al ataque. Sasuke no se mueve ni siquiera un centímetro, el golpe ferozmente empuñado es detenido por su solo brazo. El viento que acompañaba la velocidad de aquel ataque apenas y movió sus cabellos. Los faroles en sus ojos hierven con vigor. Los ojos dorados del carnero se cruzan con los suyos, e intenta de nuevo, atacarle; pero, no es capaz de mover el martillo, la fuerza del Uchiha es desquiciante. Chahiro ha despertado a la bestia.

La fuerza que emplea el Uchiha en su muñeca comienza a volverse insoportable. El ardor de la herida en su pierna no le hace más fácil contener la presión de su mano. Con el brazo libre trata de tomar por el cuello a Sasuke; pero, antes de siquiera poder moverse un poco, recibe un golpe mortífero en las encías. Su cabeza vira con violencia hacia un lado. Gruñe ante la picazón en su carne y, nuevamente, trata de zafarse, sin embargo no puede hacerlo. Un golpe más lo aturde y lo deja con las defensas arruinadas. Sus quejidos se vuelven audibles. Sasuke asesta un puñetazo más y esta vez lo toma de un cuerno y comienza la faena.

Las piernas de Chahiro tiemblan. Las venas de su cuello se hinchan y sus ojos doraros se impregnan de sangre. Su mandíbula truena al tensarla con demasiada fuerza, Sasuke lo está obligando arrodillarse. La rodilla de la pierna herida es la primera en tocar la nieve.

— ¡No lo haré, maldito! — grita con ardor.

El vacío del lugar se llena de su voz, está luchando con toda la fuerza que posee; pero, Sasuke, apenas y se inmuta. ¿Qué demonios es? Ahora entiende por que él lo quiere tanto. Niega con la cabeza. No dejara que lo humille de esa… ¡Manera! Los ojos de ambos guerreros están a centímetros de quedar a la misma altura. Pero dependerá de Chahiro que eso no suceda, por que usa aquello que tenía guardado para el Uchiha. De su piel comienza a emerger vapor. El ceño de Sasuke se frunce. La palma de la mano con la que sostenía la muñeca del carnero comienza a sentir un ardor insoportable, por inercia le suelta y se da cuenta. La piel de Chahiro se transformó como en un acero incandescente, quema al solo tacto. Haberlo soltado le da la oportunidad de atacar de nuevo.

Sasuke esquiva el poderoso martillo, y asesta otro golpe directo al pecho. Tiene efecto en Chahiro pues su aullido de dolor es audible; pero, la piel de sus nudillos arde. Con sus alas de acero se cubre de los golpes de su arma, y con sus puños ataca. Triplica la velocidad del enemigo, lo que le permite dar una patada brutal contra la mano que menea el arma. Por primera vez en toda la batalla, Chahiro suelta el martillo. Esto, sin duda, lo aprovecha el Uchiha. En un santiamén lo toma de los grandes cuernos, pues solo ahí no quema. Sus alas más filosas que antes, lo elevan por el firmamento espeso. ¿Cómo es posible qué aguante a una bestia tan inmensa como Chahiro? ¿Cuál es la verdadera fuerza que esconde Sasuke…?

El gigante gris trata de aplicar la fuerza de gravedad, y se empeña hacia el suelo; pero, es más la fuerza de Sasuke quien lo sigue elevando. A Chahiro no le queda más que tomar los tobillos de éste y quemarlo al instante. El Uchiha le suelta; sin embargo, él no lo hace. Se precipitan con brusquedad contra la nieve. La piel de Sasuke puede recuperarse rápido de las heridas; pero no lo hará si él no lo suelta; por lo que alcanza el arma y arremete contra la cabeza de Chahiro. El zarpazo lo manda lejos de él. Y, entonces, aparecen los osos; se enciman como perros en un intento por defender a su amo; no obstante, les dura poco el gusto pues Sasuke los detiene con el arma. Los animales caen como si se trataran de aves.

— ¡Eres un hijo de perra! — reclama Chahiro al recuperarse del golpe y ver a sus mascotas sobre la nieve —. ¡Maldito!

El enemigo, sin control alguno, se abalanza sobre el Uchiha. Sasuke detiene las manos de Chahiro con su propio martillo. Usa las plumas de sus alas como navajas pulsantes, son lo suficiente largas para alcanzar la piel de esté. Las heridas en el carnero no lo detienen, y golpea a diestra y siniestra. El puño ardiente de Chahiro alcanza a rozar el costado izquierdo de Sasuke, su piel es tan caliente que a su armadura le es imposible soportar tanta energía. El Uchiha se aleja ante el peligro de ser penetrado por las manos incandescentes de Chahiro; sin embargo, las intenciones del enemigo son claras. Antes de ganar la suficiente distancia de Chahiro, éste lo taclea con una fuerza abominable. No puede evitar caer al suelo como un costal de patatas, Sasuke gruñe y se hace de movimientos bruscos para sacarlo de encima; no obstante, el carnero usa su último movimiento.

Su mano derecha toma un color purpura, es como si el color grisáceo de su piel estuviese mutando, de cada poro visible comienza a irradiar una energía colosal. El calor de su poder, viaja hasta las narices de Sasuke, quien se abruma al ser espectador de tal escena.

— No puedes huir… — Chahiro susurra asomando los colmillos llenos de baba, saborea a su presa —. Perdiste, Sasuke Uchiha.

Desconcertado, Sasuke usa toda su fuerza posible para lanzarlo lejos de él, lo que no sabe es que aquel olor que su nariz percibió antes, le ha entumecido todos sus miembros. Siente pesados los brazos e inmóviles las piernas. Sus alas revoletean bajo el suelo, levantan una bruma de nieve. Aquel espesor cubre de poco a poco a Chahiro, sus ojos de oro y su mano purpura son lo único que quedan detrás de la cortina blanca. La frente de Sasuke se frunce, no puede moverse. ¡¿Qué está sucediendo?! El silencio se hunde como una ballena en el mar. El viento sopla y las nubes se abren en el firmamento oscuro. Es medio día. Es la hora en la que los rayos del sol son capaces de iluminar aquel infierno blanco. La luz penetra el entorno como una tormenta a la calma. Chahiro vuelve a ser visible; pero, es demasiado tarde para el Uchiha.

El gigante toma por el cuello a Sasuke y lo somete con fuerza contra el suelo frio. Sasuke tensa la mandíbula, pues ni siquiera puede tomar el brazo enemigo. Lleva la otra mano llena de un calor insoportable a la altura de su pecho, y la deja caer como si pesara una tonelada en donde se encuentra el corazón tibio del joven Uchiha.

Un rayo de luz ilumina los dos cuerpos sobre la nieve. El viento se vuelve calmado. La brisa que viene de las montañas está acompañada de un olor a roble. La paz se ve interrumpida por un profundo grito de dolor. Los gruñidos desgarran con violencia la garganta de Sasuke. Siente como si estuviesen apretando su corazón, como si estuvieran pateando sus entrañas. Espasmos violentos arremeten contra su estómago, sus parpados se cierran en un intento por soportar la tortura en su cuerpo. Sus dientes se aprietan unos contra otros, las venas de su frente y cuello se hinchan. Dentro de aquel remolino de dolor, baja su mirar y observa la mano purpura sobre su corazón. Siente un vuelco al ver que su armadura no ha sido destruida. Es como si algún tipo de energía se deslizara por entre sus prendas hasta llegar a su piel y su corazón. Cruza mirada con Chahiro quien sonríe victorioso. Sasuke niega, su respiración se descontrola. Con una fuerza de voluntad admirable, los ojos rojos miran a todos lados. Como si los mismísimos ángeles hubieran iluminado su salvación, una gemela brilla a contra luz del sol. Otro gruñido emerge desde lo más profundo de su cuerpo. Ya no es de dolor. Es un grito de guerra. El poder de su sangre, de su raza. El poder que le heredo su padre se enciende como un fuego mortal. Recorre sus venas, recorre sus nervios. Llega hasta los dedos de su brazo izquierdo. Y, como un orgasmo, la fuerza explota en un santiamén. En un movimiento veloz toma la empuñadura de la gemela rota y la incrusta con toda su fuerza a mitad del pecho de Chahiro.

El ataque fue tan rápido que no le ha dado tiempo de reaccionar. Como si de pronto se hubiera quemado, Chahiro se aleja de un brinco del cuerpo de Sasuke. Con las manos temblorosas acerca sus dedos a la empuñadura de la espada, agacha la mirada y observa su carne abierta a la luz del sol. Una arcada violenta le hace vomitar sangre azul. Su pecho aspira y exhala con pánico. No puede respirar. El guerrero que momentos antes torturaba sobre la nieve, se levanta como una bestia enfurecida contra su captor. Sus ojos color oro se abren expectantes. Sasuke toma a la gemela por el mango. Sustrae la espada con rapidez. Y su mano libre penetra el pecho del carnero al instante. El corazón latiendo apresurado, es arrancado como si fuese un pétalo de rosa.

Chahiro escupe más y más sangre hasta manchar la armadura del Uchiha. Siente como si un nudo hubiera invadido su garganta. Sus manos cubren el orificio en su pecho, lo cubren como si quisieran regresar su corazón. Sus ojos que antes eran color oro, pierden luz, se vuelven cafés. Las nubes pesadas del cielo se cierran sobre los cuerpos de ambos guerreros. Los rayos del sol se extinguen poco a poco, y revelan la verdadera forma del carnero. Las pezuñas desaparecen y dan lugar a un par de pies pequeños. Las piernas anchas y musculosas se trasforman en unas piernas delgadas. El pecho robusto se vuelve pequeño y un par senos se hinchan en su lugar. Ante Sasuke se evaporiza el que antes fue un guerrero, y yace frente a él una mujer desnuda de piel blanca, de cabellos rojizos y llena de pecas.

— Perdiste… Uchiha… — repite con una sonrisa seca.

La voz delgada se pierde en el viento congelado. La luz se extingue por completo, y cuando lo hace, la mujer desnuda cae muerta sobre la nieve. El Uchiha la contempla en silencio. Observa su mano donde yace frío el corazón que arrancó. Es un corazón humano. A lo lejos, donde se hallaban las fortalezas de hielo se oye como si una montaña cayera a pedazos. Las fortalezas han desaparecido. Los osos se vuelven uno con la nieve. Al parecer, aquel mundo friolento funcionaba con cada respiro de Chahiro.

El corazón que sostenía Sasuke se ha convertido en una piedra. La deja caer y la nieve se lo traga con avidez. Toma a la gemela que le salvo la vida y busca la otra hermana que se encuentra a metros de él. Sobre sus brazos observa con seriedad aquel par de espadas que lo habían salvado tantas veces de una muerte segura. Aquellas gemelas guardaban recuerdos que él ya había olvidado. Recuerdos que se han perdido para siempre. Cierra los ojos, les abraza contra su pecho adolorido, las sostiene junto a él como si alguien de su familia estuviera muerto entre sus brazos.

— ¡Hey, Sasukeeee! ¡Qué bueno que no estás muerto, imbécil!

Los fuertes gritos lo traen de vuelta, vira su mirar hacia donde se encontraban las fortalezas. Naruto grita y menea sus manos por encima de su cabeza. Sasuke puede oír sus risas hasta donde él se encuentra. También lo han conseguido. Detrás de Naruto aparece el resto del equipo, su hermano trae consigo a Neji, y detrás de Neji el ejército Hyuga se levanta imponente con sus alas blancas. La misión de rescate ha tenido éxito…

Una pulsada de dolor, proveniente de su corazón, le arremete con fuerza. Tensa la mandíbula. Lleva una de sus manos al pecho, frunce las cejas. ¿A qué costo ha tenido éxito…? Sasuke se pregunta, mientras traga lento ¿Qué ha hecho Chahiro…? De pronto una imagen de Sakura inunda sus pensamientos, no sabe porque pero siente inquietud…

— Santo cielo… ¡Las gemelas! — Shisui ha sido el primero en llegar. Sus alaridos desconcertados interrumpen el pensamiento de Sasuke —. ¡No puede ser! ¡¿Cómo pudo pasar?!

— El ataque fue demasiado fuerte… — Sasuke responde sin más. Quita la mano del pecho y vuelve a sostener las espadas con ambas manos —. No me dio tiempo de esquivarlo.

— ¿Estás bien, Sasuke? — la voz de Itachi se abre paso, y contrario a Shisui no observa a las espadas, se queda mirando fijamente el rostro de su hermano —. Luces más pálido de lo normal.

Sasuke ignora la pregunta de su hermano, y observa a Neji. Está inconsciente, sus ropas andrajosas tienen manchas de sangre, y en su cuerpo hay marcas visibles de tortura. Sus soldados se ven mucho mejor que él.

— ¿Cómo lo encontraron? — cuestiona sin mucho interés.

— Estaba siendo torturado con una esencia purpura — Itachi dice mirando a su vez a Neji —. No soportó el dolor y cayó inconsciente en cuanto llegue.

— ¿Esencia púrpura…? — Sasuke sabe que seguramente es la misma cosa que Chahiro estaba usando en él.

— Así es, estoy seguro que con eso planeaban controlarlo.

Aquella simple palabra del final se queda grabada en la mente de Sasuke. De nuevo siente un pinchazo de dolor. Hace una mueca con la boca para disimular su molestia y lanza un suspiro. Sea lo que sea que esa cosa haya intentado con él, no tendrá éxito. Él es más fuerte. Con aquel pensamiento, Sasuke endurece su mirar, la seguridad regresa a él como una llamarada de fuego.

— ¿Quién carajos es ella? — cuestiona Naruto y todos se dan cuenta del cuerpo femenino sobre la nieve — ¿Dónde está el cuerpo de Chahiro?

— Ella es Chahiro.

— Imposible — reniega Naruto, pero al ver la seriedad en Sasuke, sabe que no está mintiendo. Hace expresión confundida, y antes de pronunciar palabra, el Uchiha le interrumpe diciendo:

— No me preguntes, yo tampoco lo sé.

Óbito, quien se ha permanecido callado todo el rato, no le quita la mirada a las espadas rotas.

— Esto es una advertencia — su voz grave acalla el cuchicheo.

— ¿De qué hablas, Óbito? — cuestiona Shisui.

— No eran cualquier par de espadas — continúa con la voz seria —. Fueron forjadas con el poder de su padre…

Sasuke e Itachi lo miran fijamente.

— Si se han roto es porque Fugaku… — guarda silencio un instante — se encuentra en grave peligro…

Sus palabras los deja perplejos. Como si hubieran sido poseídos, giran lento sus rostros y observan en dirección a su hogar. Los hermanos Uchiha reconocen un sentimiento en sus corazones… es el mismo que sintieron cuando su madre…

/*/*/*/

— Murió…

Las gemas de Sakura se abren con horror. Desde que el señor Fugaku y Madara comenzaron a pelear, los soldados enemigos no han dejado de atacarlos. Ya se han cobrado la vida de al menos tres soldados que la protegían, han logrado romper la barrera que había alrededor de ella. La lluvia los azota con violencia, parece como si ella también quisiera asesinarlos. Su cabello mojado se pega a su espalda y rostro, su vestido se adhiere a su cuerpo como una segunda piel, y sus huesos sienten el viento frío.

— ¿Estás seguro, Juko? ¡Aún podemos ayudarlo! — Sakura dice entre gritos, sin quitarle la mirada al soldado que acaban de atacar.

— Ha muerto no podemos hacer nada — Juko en un sorpresivo movimiento toma por el antebrazo a Sakura y la jala hacia su cuerpo. Cubre con su escudo sus cabezas y lanza una orden apresurada —. ¡Cúbranse! ¡Fuego!

Un fuerte ruido inunda el entorno, es como si alguien estuviera gritando con voz muy rasposa. El alarido no es el único protagonista, el calor abrasa todo a su paso. Sakura se pega al torso de Juko, siente que en cualquier segundo saldrá volando con tanto poder sobre ellos. Su pecho sube y baja, su respiración es apresurada. Sakura asoma su cabeza en una pequeña abertura entre los escudos de sus soldados. Necesita ver quién es aquel que tanto fuego ha esparcido. Abre la boca con sorpresa. El señor Fugaku demuestra porque él es el señor de los Uchihas. Y no está gritando. Esta rugiendo como un león. Madara, quien recibe el ataque directo, se protege con el cetro de poder que lleva consigo; ha formado un escudo de energía azul a su alrededor. El fuego termina y las espadas de los combatientes chocan y hacen temblar la tierra.

Sakura niega con la cabeza, es imposible que exista tanto poder en el mundo… ¿Cómo fue posible que de un día para otro estuviera involucrada con seres como ellos? Sabe en sus adentros que deseaba una prueba de que la guerra era real… sus piernas tiemblan, en definitiva, no tenía idea de lo que estaba hablando. La sangre de Sasuke que corre por sus venas ha curado su hombro dislocado, ha sanado las cortadas que se hizo en la lucha contra Karin; se estremece el solo pensar que habría sido de ella sin el poder de su amado en su sistema. La protección de los escudos se desase; ella yergue su cuerpo sin quitar la mirada sobre el padre de Sasuke. Su espalda es igual de ancha, Fugaku es un poco más alto que su hijo. Y Madara —ahora observa al enemigo—, Madara se ve siniestro, no hay ni una pizca de bondad en sus ojos.

Algo más llama su atención, hay una sombra entre los soldados que se desliza con el viento, se acerca con cuidado. Sakura lo observa con extrañeza, ¿Qué es esa cosa? Se pregunta, mientras contempla seriamente al ser que se ha detenido a unos metros frente ella. Sabe que al igual que ella, esa cosa la está mirando con fijación. Así se quedan un instante, observándose el uno al otro; hasta que la sombra desaparece de nuevo. Ya no verlo de pronto hace que Sakura se altere, mira hacia todos lados buscándola; pero, ya no está.

— Juko… — llama con un temblor en los labios. Vira su cuerpo hacia donde se encuentra el soldado, éste la observa y se acerca de inmediato.

— ¿Qué sucede?

— Hay algo aquí… — susurra sin dejar de mirar a todos lados.

— ¿Qué?

— Hay alguien aquí… — vuelve a decir, esta vez mira directamente a Juko.

Parece como si aquel ser estuviera esperando que ella avisara de su presencia para dejarse ver. Sale detrás de la espalda de Juko, para cuando Sakura lo ve, es demasiado tarde para advertirlo. De un zarpazo lo manda a volar varios metros de distancia, Juko choca contra un muro de piedra maciza.

— ¡Juko! — Sakura grita e intenta correr hacia él; pero un fuerte agarre en su brazo la detiene.

La sombra se hace visible. Es un hombre robusto, tiene barba, arrugas y huele a chivo. La enorme mano que sostiene su brazo viaja con rapidez a su cuello, con lentitud la levanta por sobre él mismo, la asfixia con tortuosa parsimonia. Sakura levanta sus delgados brazos y golpea aquellos que la aprisionan. No puede respirar. Abre la boca como un pescado fuera del agua, está desesperada por conseguir aire.

— ¿Cómo me viste? — cuestiona el barbudo —. ¿Cómo lo hiciste pequeño ratón?

La cara de Sakura se pone roja. Contrae el rostro, no lo soporta más. Con toda la fuerza que posee le asesta una patada en la boca del estómago; por supuesto, que aquello no le hizo nada, pero sirvió de distracción para que Juko lo ataque sin reparos. Ahora es la sombra quien sale volando. Antes de caer de rodillas contra el suelo, el Uchiha la toma por los hombros, y le anima a respirar, ella tose e inhala aire con apresuro. Eso estuvo cerca, piensa mientras toca su cuello, aquel hombre quería asesinarla, no deseaba capturarla como todos los demás; lo sabe porque pudo verlo en sus ojos cansinos… traga lento… ¿Quién es ese hombre…?

— ¿Puedes verlo, Sakura? — Juko pregunta apenas en un susurro. Esté se da cuenta de las marcas en su cuello, los dedos gordos del enemigo se han tatuado en su piel — ¿Duele? — pregunta mientras pasa las yemas de sus dedos encima de las machas rojizas.

Sakura niega mientras dice con dificultad: — No tanto… — sus gemas verdes observan con cuidado cada centímetro del perímetro, puede sentir el aura y olor a chivo. Cubre la boca de Juko evitando que hable, se quedan en esa posición expectantes, a la espera del nuevo movimiento del anciano… —. ¡Abajo! — junto al grito la peli rosa se lanza sobre el soldado, y casi en el mismo instante un hacha enorme pasa a la altura de sus estómagos si se hubieran quedado en esa posición.

Juko deja en el suelo a Sakura y se levanta con su espada erguida. Alcanza a mirar al enemigo y no pierde tiempo en atacarlo. Las espadas de ambos se encuentran en movimientos desiguales, la sombra aparece y desparece a su antojo, eso le dificultad demasiado la situación al Uchiha. Lo pierde de vista un segundo y cuando logra verlo de nuevo está apunto de arremeter contra su espalda. Pero, alguien evita que salga herido de gravedad. Sakura intercepta el arma del viejo a mitad de camino. En sus ojos puede verse una determinación propia de un guerrero, ya no luce como una damisela asustada. Ahora es ella quien se introduce al choque de espadas, su cuerpo pequeño es ágil, a simple vista cualquiera dudaría de que siquiera pueda cargar un arma; sin embargo, la facilidad de su danza deja perplejos a varios.

No cabe duda que fue entrenada por Sasuke, Juko asiente como si alguien más lo hubiera dicho. El enemigo de nuevo desparece; pero, esta vez las cosas no serán como antes. El Uchiha se acerca a la peli rosa y posiciona su espalda contra la de ella. Para cuando él reaparece, ahora son ambos quienes unidos lo atacan sin piedad. Sakura logra herir uno de sus brazos, y Juko filetea su armadura, por los pelos el enemigo se salva de ser rebanado por un puerco.

— Felicidades… — dice el anciano una vez tomado una distancia prudente de ambos —. Han logrado herir al primer Krampu…

La expresión de Juko se queda pasmada, ¿Krampu? Acaso dijo ¿Krampu? ¡Eso es imposible!, se dice desesperado. Los Krampus no son como aquel hombre, ellos son seres que poseen dos piernas diferentes. La pierna izquierda es de humano, y la derecha de un chivo. También tienen enormes cuernos, y sus bocas están llenas de colmillos filosos, no de dientes como los de ese señor… Juko siente un vuelco en el pecho, a menos que esté usando magia para esconder su apariencia física… un sudor frío baja por su nuca. Sakura nota de inmediato la sorpresa en su compañero, observa fijamente al enemigo, y cuestiona con dureza:

— ¿Quién eres?

El hombre sonríe, observa hacía donde se encuentran Fugaku y Madara, sonríe aún más y dice: —. Demasiado tarde para las preguntas, ratón. La fiesta ha comenzado…

Segundos después de su respuesta sarcástica un halo de luz purpura sale de su pecho y se pierde dentro del cetro de Madara. Sakura y Juko se quedan atónitos al ver que sucede lo mismo con todos los guerreros de su ejército. Es como si Madara estuviera robando sus almas, la escena se antoja perversa y a la vez fantasiosa. Lo más perturbador de aquello, es que ninguno de ellos se opone o hace algún gesto de dolor.

Con el rostro iluminado por la energía purpura, Sakura busca al señor Fugaku, arruga las cejas al no verlo por ninguna parte… ¿Dónde está…? Siente alivio al divisarlo unos metros más arriba que Madara; sin embargo, el alivio le dura poco. Siente en su estómago una sacudida violenta al observar sus movimientos. Vuela a gran velocidad hacia Madara, con sus dos espadas al frente y sus alas sirviéndole de escudos, ataca implacable. No hay tiempo para reaccionar, apenas unos centímetros cerca de su objetivo, Madara lo manda lejos con un golpe certero contra la cara. Choca con violencia contra una torre de vigilancia, los trozos de la pared salen volando con agresión.

— ¡Señor Fugaku! — Sakura grita al verlo salir de la torre destruida, luce atolondrado y un poco herido. Corre hacía él y le observa con cuidado —. ¿Está bien? ¿Se ha hecho daño?

— Debo quitarle el cetro… — es lo único que responde sin observar a nadie —. No debo dejar que se transforme…

Solo hace falta mirar de nuevo hacia Madara para entender de lo que habla el señor Fugaku. La energía purpura ha alumbrado todo el entorno gris, sus rayos de luz se introducen dentro del cuerpo de Madara después de pasar por el cetro, sin duda, se trata de un filtro para evitar que el poder destruya su cuerpo. Sakura observa el cetro que yace en su mano izquierda, ¿Cómo podrían quitárselo? Si parece imposible acercarse a él.

— ¿Qué tiene planeado, Señor? — pregunta Juko con seriedad.

El silencio en Fugaku es ausencia. Su mirada inexpresiva, sus manos con venas hinchadas, y su lenta respiración avisan de un ataque suicida. Aprieta el mango de sus espadas, tensa su mandíbula y mira seriamente a sus solados, quienes también observan vacilantes la escena. Deben aprovechar que los guerreros de Madara han detenido todo ataque contra la ciudad. Si logran cortar la corriente de energía por al menos unos segundos, él será capaz de llegar hasta el objetivo. Asiente, y sus ojos se pintan de nuevo de rojo. Debe ser más rápido, más hábil y, sobretodo, más fuerte que él. Si el plan falla, puede hasta perder la vida. Cierra los ojos y respira profundo. A su mente le asalta una imagen de su esposa… — Mikoto… — murmura en sus adentros… Abre los ojos de golpe.

— ¡No dejen de atacar! — brama con fuerza. Todos se sorprenden al escucharlo gritar —. ¡No dejen de pelear! ¡Debemos ganar esta guerra!

Sus mandatos están húmedos de un intenso valor. Confía plenamente en sus hombres, si este día le toca morir, lo hará con gusto junto a su gente. Levanta la espada de su brazo izquierdo, observa a su alrededor; pase lo que pase no se rendirá. Un águila hace círculos en el cielo con su vuelo. La lluvia se detiene y un silencio melancólico se hace del lugar. El miedo a la muerte es la fuerza de la vida.

— ¡Peleen por mí y yo pelearé por ustedes!

— ¡ATAQUEEEEN! — a los gritos de Fugaku le sigue la orden de Juko.

— ¡Aghhhhhh! — los Uchihas responden al llamado con un rugido.

Contratacan a los enemigos sin piedad, sin compasión. Juko se gira y se abre camino hasta el hombre que dijo que era un Krampu, si meditaciones absurdas le rebana el abdomen en dos. Los toman desprevenidos, interrumpen la ceremonia a Madara. Fugaku se queda en el suelo, observando como sus guerreros atacan y asesinan a todo aquel que tarda en responder. Se prepara para el momento adecuado en que tenga que volar contra su antiguo compañero. Mira una última vez a la mujer de su hijo, y asiente con un ligero movimiento de su cabeza.

— No te preocupes — la voz de Fugaku para Sakura es blanda —, te protegeré.

Dicho eso, sus magníficas alas negras se extienden a su espalda. El rastro de su vuelo mueve las hebras rosadas de Sakura. Se dirige de nuevo al círculo de poder de Madara. Tener tantas perdidas de soldados, ha provocado que la energía disminuya a su alrededor. Sin duda es el momento perfecto de atacar. Mueve sus espadas y frunce con fuerza las cejas. El poder de sus ojos percibe un ataque desde su izquierda, lo esquiva con eficiencia. Madara al ver la peligrosa proximidad de Fugaku hace aparecer una enorme espada roja en su mano derecha. Su transformación aún no termina; pero, no puede arriesgarse a perderlo todo por un movimiento tonto. Hace bailar a la nueva espada, y vuela a su encuentro.

No dejara que una su cuerpo con el demonio que le ha dado tanto poder. No dejara que vuelva a lastimar a inocentes. Fugaku sostiene con más fuerza sus espadas, sus alas se bañan de acero y de poder. No dejara que lastime de nuevo a su familia. Lanza un rugido potente. Después del rugido llega el impacto de las dos fuerzas más intensas del momento. La colisión tiene efecto explosivo, una onda de energía se forma tras el encuentro de sus espadas. Se atacan como bestias enfurecidas, no parece que se conozcan desde hace cientos de años. Si llego a existir un sentimiento de hermandad, o amistad eso ha quedado atrás. Lo único que quedaba entre los dos era un profundo resentimiento. Su único objetivo era asesinarse.

Madara demuestra la fuerza adquirida por el demonio. Con la espada roja desarma en un segundo a Fugaku, sus gemelas salen disparadas contra la fortaleza, una de ellas queda clavada a los pies de Sakura, quien no ha dejado de presenciar tremenda pelea. Las garras de Fugaku nacen en sus manos, esquiva los ataques y contraataca con una rapidez asombrosa. Busca una abertura en la guardia de Madara para arrebatarle el cetro. Por otro lado, Madara usa tanto la espada roja como el cetro para agredir a su enemigo a como dé lugar; golpea las alas negras; pero estás rebotan el golpe con su acero. Sus ojos ónix sonríen victoriosos. Aumenta la velocidad en sus acometidas. Toma por sorpresa al Kan de los Uchiha. En un movimiento hábil, grava una herida profunda en una de sus piernas, aprovecha el pasmo en Fugaku, y esta vez hiere uno de sus brazos. "Ya te tengo" se dice con una sonrisa malévola. Sabe que las heridas en Fugaku tardaran en sanar, pues la espada roja está llena de magia negra. Eso sin duda le da una gran ventaja, ya que poco a poco la destreza en Fugaku disminuye. Sin desaprovechar ni un solo momento de debilidad, Madara corta cualquier parte visible del cuerpo de Fugaku, sus alas no le sirven de escudo, se han hecho lentas ante la espada roja.

Su pecho, mejillas, manos, piernas y brazos sangran, arden como el demonio. Fugaku tensa sus dientes, la heridas no sanan como suelen hacerlo, moverse le causa dolor. Esquiva una acometida directa contra su pecho; sin embargo, no logra desviar un taque contra su cara. Parte de su frente comienza a sangrar, mancha uno de sus ojos, no le deja ver con claridad. Sabe que está perdiendo. Sabe muy bien que su poder de Akuma no se compara con el poder de un ser de las profundidades del averno. Si con media transformación es capaz de pelear de esa manera, cómo lo hará cuando esté completo. Se limpia la sangre de sus ojos. Su lucha la hace ver como si fuera la de un humano. Inútil. Toma distancia unos metros de Madara y respira profundo. Observa su cuerpo, la sangre de sus heridas han bañado su armadura real. Mira hacia el cielo nublado, un águila pasa volando junto a él, sonríe.

— Ríndete, Fugaku — la voz de Madara borra su sonrisa —. Tan solo mírate, en tu vida te han dañado tanto como yo lo he hecho.

— ¿De qué hablas? — cuestiona irónico —. ¿De estos rasguños? Sanan más rápido de lo que te mueves.

— No están sanando, Fugaku — la mirada de Fugaku se tensa —. La magia de mi poder hace que tus heridas sanen como las de un humano.

El líder Uchiha mueve su cuello y siente como en cada herida viaja un shock de electricidad. Tensa los dientes. El dolor es muy molesto.

— Dile a tus hombres que se rindan ante mí, y tal vez los deje vivir.

— Primero muerto antes de humillarlos ante una mierda como tú — los ojos de Fugaku contemplan el cetro —. ¿Por qué no sueltas ese cetro y luchas como un verdadero hombre? ¿Tienes miedo de que te gane?

Madara lanza una risa burlona.

— Estás muy equivocado si crees que me vas a provocar, Fugaku.

— Por eso Mikoto no te escogió — el sorpresivo nombre lo aturde —. Eres débil y si ella se hubiera convertido en tu compañera, habría muerto de hambre.

— ¡Cállate! — la cólera en Madara provoca que se acerque a Fugaku, la distancia es reducida a centímetros —. ¡Soy mil veces mejor hombre que tú! — observa con rabia los ojos rojos de Fugaku y susurra con veneno: —. Conmigo… ella seguiría viva…

El rostro de Fugaku se pone serio. Cierra los puños con fuerza. Sin despegar la mirada de los ojos de Madara, ahora es él quien se acerca a su cara, contiene el aliento unos segundos para después decir con voz baja:

— Ella sigue con vida…

Sin lugar a dudas las palabras de Fugaku lo palidecen. El rostro de Madara se contrae.

— ¿Qué...? ¡Aggggggh!

La interrogante no se alcanza a formular, pues el líder Uchiha de un arañazo veloz hiere su ojo izquierdo. Su visión se vuelve oscura, por inercia suelta el cetro y se agarra la cara. Un dolor pulsante destroza sus nervios. Sin poder evitarlo grita con todas sus fuerzas. ¡Le ha arrancado el ojo! Frenético usa su ojo bueno y lo observa tomar el cetro. Rabioso gruñe como un perro. ¡Lo engaño! ¡USO A MIKOTO PARA ARREBATARLE EL CETRO! Enfurecido vuela detrás de la huida de Fugaku. Puede sentir como la fuerza de su magia lo abandona con cada segundo que pasa; pero, antes de perder por completo el poder arraigado en su ser, lo usa en su vuelo. Lo alcanza y sin dejar que el bastardo de Fugaku se dé vuelta. Suelta la herida en su cara. Toma con las dos manos a la espada roja. En un movimiento limpio cercena el ala derecha de Fugaku.

Se escucha un grito horrorizado de Sakura. Fugaku lanza un gruñido lleno de dolor. El ala negra pierde el acero en sus plumas y comienza a caer como si fuera una hoja. Al mismo tiempo, Fugaku desciende con rapidez hacia la fortaleza, todo pensamiento coherente de aísla en su mente, no puede sentir, no sabe con exactitud que ha sucedido. Abraza el cetro de poder contra su pecho y observa como Madara vuela a toda velocidad hacia él. ¿Este es el fin? Se pregunta, ¿Ha dado lo que tenía que dar?

— ¡Protéjanlo! — el grito desesperado de Juko inunda la ciudad.

Petrificado vuela y toma entre sus brazos al Señor Fugaku, baja hasta donde Sakura yace de pie, paralizada, sin poder asimilar lo que acaba de ver. Los pocos soldados que quedan de los escuadrones, se lanza contra Madara. Muchos mueren bajo el filo de la espada roja. Y otros forman un cascaron con sus escudos alrededor de Sakura.

— ¡Traigan el puto cetro! — Madara brama furioso.

Haberles quitado la fuerza a sus hombres tiene consecuencias. El cascaron que protege a Fugaku resiste con fiereza. Juko se une junto a su escudo y con lanzas como espadas, apuñalan a todo aquel que se acerca a ellos. ¡Juran por su honor que no dejaran que su líder muera esta noche! ¡Usaran hasta el último aliento! ¡Lucharan hasta el final!

— ¡Aghhhhhh!

La sangre sale como si de una fuente viniera, Sakura toma entre sus brazos al señor Fugaku y lo recarga en sus piernas. Sus labios tiemblan, y sus ojos se inundan de lágrimas. No para de negar con la cabeza, ¡No puede ser posible, no puede ser verdad! Se dice una y otra vez, mientras siente como un desolado vacío inunda todo dentro de ella. El rostro de Fugaku palidece, su reparación es precipitada y su sangre no deja de salir.

— ¡Por favor resista! — suplica entre gemidos desesperados — No muera, por favor… No muera…

Sin pensarlo dos veces, arranca un gran trozo de tela de la falda de su vestido. Lo usa de torniquete en su espalda; solo han quedado su ala izquierda intacta y el hueso que unía el ala derecha con su espalda. La tela se llena de sangre, y Sakura mira a todos lados, buscando desesperada que usar para que el sangrando se detenga. ¿Dónde está Hashirama? ¿En dónde está la ayuda? Siente que su corazón ha dejado su lugar y se desliza descarado por su garganta. Sasuke no soportará perder también a su padre. ¡Tiene que salvarlo! ¡¿Pero cómo?! ¡Solo soy una humana!

— Protege el cetro…

La débil voz de Fugaku atrae la atención de Sakura.

— Eso no importa — responde con los ojos llorosos —. Tan solo aguante, iré a buscar ayuda.

— No… — los ojos de Fugaku ya no son rojos, el negro que ahora posee se está volviendo opaco —. Llévate el cetro y escóndelo. No dejes que lo encuentre.

Sakura niega con la cabeza repetidas veces, mientras reniega: — ¡No lo haré! ¡No lo abandonare!

— Escúchame… — los labios de Fugaku toman un color purpura… su vida se desliza como gotas de agua en un rio, poco a poco deja su cuerpo —. Estaré bien… — Sakura niega —. No confío en nadie más… guarda el cetro hasta que veas a mi hijo de nuevo, entrégaselo a él.

Con la poca fuerza que tiene en sus brazos, toma el cetro y lo deposita con lentitud en las manos temblorosas de Sakura. Debe huir, sus hombres no aguantaran mucho tiempo más. Cuando llora, sus ojos verdes lucen más grandes, Fugaku sonríe y a la vez asiente con seguridad.

— Tienes que irte…

Ay no… Sakura replica sin parar. Aprieta el cetro en su pecho, y abraza con su mano libre a Fugaku. Observa el caparazón que los soldados han formado alrededor de ellos. Madara y su ejército no paran de atacarlos. Se nota en la rigidez de sus cuerpos y en sus semblantes que muy pronto dejarán de soportar. Y cuando la barrera se destruya, Madara tomará de nuevo el cetro y el sacrificio del señor Fugaku no habrá servido de nada. La impotencia por no saber qué hacer carcome sus entrañas. Cierra los ojos con fuerza, y ruega ayuda a quien sea que este escuchando. Como estrella en una noche larga, una luz verde se enciende como un camino de luciérnagas, gentil rodea el cuerpo de Fugaku y de Sakura.

El destello llama la atención de Juko, quien al virar su rostro y observar, se lleva una sorpresa inexplicable. ¡Ya no están! ¡Fugaku y Sakura ya no están! Deja el caparazón y se acerca al lugar donde antes estaban. Con la expresión contrariada, niega sin cesar, no es posible que hayan desaparecido. Se toca el pecho, tal vez él ya murió, y no los ve porque ya se encuentra en el otro mundo. No… niega de inmediato, los ataques de Madara no parecen de otro mundo. Sin duda, Juko sigue con vida. El aire le hace falta… ¿Qué está pasando? ¿Qué sucedió?

Sin poder encontrar una respuesta, algo más llama su atención. El sonido de unas trompetas atraviesan el firmamento oscuro; Juko sale del caparazón y observa hacia el cielo. Hasta los ataques de Madara se detienen, pues el cantar de las trompetas viene de las mismísimas nubes. Se quedan expectantes… Y de pronto, frente a los ojos de todos los presentes, las compuertas del cielo se abren y dejan entrar un poderoso rayo de luz. Un ángel con imponentes alas blancas, cabellos plateados y un bastón, sale de la luz, Juko sonríe conmovido hasta las lágrimas. El ángel disipa todas las nubes grises y el cielo azul resplandece magnifico sobre los combatientes. La esperanza ha llegado. Y del cielo desnudo, el ejército Uchiha llega en todo su esplendor. El águila que había visto Fugaku cuando peleaba contra Madara, fue el aviso de que su raza estaba por llegar.

— ¡Kakashi! — grita Juko, al verlo acercarse contra Madara.

Mientras todo mundo se encuentra distraído con la llegada del ejército; así como desaparecieron, reaparecen en el mismo lugar y en la misma posición Fugaku y Sakura. Juko al divisarlos corre de inmediato a su encuentro, y se confunde aún más porque el cetro ya no está con ellos.

— ¿Qué está pasando? — cuestiona de inmediato —. ¿A dónde han ido? ¿Dónde está el cetro?

Sakura lo mira escéptica; pero antes de responder algo, observa al señor Fugaku y dice: —. Ayúdame, debemos sanar su herida.

— Mikoto… — Fugaku susurra con voz gentil, mientras posa sus ónices apagados en la brillantez del cielo.

Sakura y Juko sienten un vuelvo en sus corazones, Fugaku está delirando, no le queda mucho tiempo... Pero, sin previo aviso, una voz delicada se abre paso entre ellos. Es una presencia armoniosa, como un pedazo de sol cálido y brillante.

— Ya estoy aquí, mi vida…


Hola, mortales.

¿Teorías? ¿Les gusto el capítulo? Espero que sí, porque me ha costado algo de tiempo concluirlo.

Muchas gracias por todos sus comentarios, aunque no lo parezca leo todos aunque no pueda responderlos. Esas amenazas me animan a escribir, aunque a veces no me alcancé el tiempo.

A partir de este capítulo, la historia dará un giro interesante. Muchas verdades saldrán a la luz. Muchas veces el título del capítulo tiene que ver con un suceso importante dentro de la historia. ¿Por qué creen que esté se llama "Gemelas"?

Les regalo una pista, el próximo capítulo se llama "Fiebre…"

¿Saben lo que una fiebre significa en un Akuma…? Veré que tan bien leen.

Muchas gracias.

Nos vemos pronto.

Pdta., si encuentran algún error, díganme, a veces Fanfiction se traga muchas palabras, como pasó en el capítulo 11.

Besos y abrazos, Meh