Antes que nada, quiero decir que odio la palabra "Gay" con toda mi alma cuando es usada como insulto a una persona que gusta de otro de su mismo sexo. Estoy encontra de la Homofobia rotundamente. Por ende, quiero aclarar que aquí no la uso como insulto, para nada. Si alguien se siente identificado o herido, no es para nada esa mi intención.

Por otro lado: Sé que existen muchos fics de este tipo de situación, pero llevo bastante tiempo queriendo escribir uno así. Sin embago, si alguna autora se ve amenazada o molesta con mi versión, sientase libre de decírmelo sin problema nwn.

Dicho esto, vamos por el fic.


Datos:

Título: Gays por amor.

Parejas: SasuSakuNaru, SasuSaku, NaruHina, Shikatema, Gaamatsu, Saino, NaruSasu (ya sabrán por qué xD)

Estado: Incompleto.

Ranking: M.

Temas: Romance, humor, Lemon, lenguaje SOEZ (bastante, hasta descriptivo).

Advertencia: Ooc, Ic, AU, UA, Pareja homosexual, relaciones yaoi.

Disclaimer: Naruto no me pertenece si no a su respectivo autor.


Resumen: Naruto y Sasuke hacen un pacto. Hacerse pasar por Gays para conseguir una habitación en casa de Sakura. Ambos, atraídos por la de cabellos rosas, siendo su amor infantil, tendrán que lidiar contra sus sentimientos y con no demostrar que son claramente heteros. Todo parece ir bien, hasta que empieza a descubrirse, especialmente, por culpa de cierta chica de ojos perlas que se mete en medio tras una apuesta.


Gays por amor

Capítulo 1

Mentir siempre esta mal, pero a veces, es un lujo que te permite sobrevivir.


Esto es completamente ilegal.

Ino dejó caer la jarra de cerveza contra la mesa estrepitosamente. Sakura dio un respingo y Hinata tuvo que rescatar su Coca-Cola antes que terminara cayendo sobre su recatado vestido azul. La Hyûga suspiró aliviada.

—Totalmente ilegal. Completamente. Enteramente. Plenamente.

—Vale, vale, ya lo hemos captado, Inocerda — interrumpió Sakura meneando una mano.

—No, no. No lo habéis captado para nada. ¡Mirad, por Dios!

Extendió el dedo índice y señaló descaradamente hacia el grupo de camareros. Cuatro jóvenes que intercambiaban pedidos unos con otros y señalaban las mesas que los correspondían. Cuatro increíbles camareros, mirases por donde los mirases. Sin embargo, Sakura sonrió y sacudió la cabeza.

—¿Cómo puedes decirme que esos dos… increíbles hombres, machos, papaítos, como putas quieras llamarlos, son… ¡Gays!?

Sakura sorbió lentamente el zumo de melocotón que había pedido momentos antes, saboreándolo para desconcierto de su mejor amiga. Pero no podía hacer más.

El bar Bombón era el mejor lugar de toda Konoha. Un bar discoteca para ser exactos. Su fama no solo había llegado por su nombre, sino porque era un bar exclusivamente para mujeres, atendidas por hombres y con la libertad suficiente como para tontear con quienes le dieran la gana, excepto fuera del trabajo.

Ino había sido quien lo encontró en su día, paseando en una de sus largas citas nocturnas con un chico diferente. Al día siguiente las había secuestrado para acudir y desde entonces era su bar predilecto. Especialmente, por los camareros.

Un moreno despampanante de ojos negros y mirada penetrante. Escaso de sonrisa y de tez pálida. El más deseado por las muchas clientes. Un rubio de ojos increíblemente azules y tez morena, con tres divertidas marcas en cada mejilla y una sonrisa demoledora. Otro moreno de sonrisas extrañas, tez clara y lengua algo viperina. Y un tercer moreno que era más vago que otra cosa.

El único que daba color al ambiente, aparte del rubio, era el barman, un joven de cabellos rojos, mirada penetrante y cortas frases. Resaltaba su tatuaje en la frente y las ojeras en sus llamativos ojos.

Ino había puesto sus ojos rápidamente en el moreno de sonrisa misteriosa y lengua viperina que, por una vez, la alagó más que a las demás. Sin embargo, no era tan sencillo conseguir conquistar a un hombre que tiene encima más mujeres que un hipopótamo tiene aves limpiadoras.

No obstante, Ino no señalaba a Sai, como se llamaba el misterioso chico. Si no al otro moreno de fríos gestos y al rubio que era como un sol. Sakura los miró de reojo y sonrió. Se había sorprendido terriblemente cuando los había visto. No solo por, hablando fea y sinceramente, lo cañones que estaban. Si no porque eran unos viejos conocidos suyos. Amigos de infancia, como había explicado cuando todas casi la descuartizaban en busca de sus secretos y de por qué ambos chicos se habían mostrado amables más con ella que con el resto.

—Los conocí cuando tenía doce años. Fuimos juntos a la misma escuela secundaria. Pero en tercer año fue cuando me mudé. No volví a verles hasta hoy. — había explicado eso mientras que las demás la miraban con la boca abierta. Sakura suspiró. — Lo que veo es que no ha cambiado nada el hecho de que no tienen pareja. Si no, dudo que trabajaran en un lugar así.

Las chicas se habían quedado conformes y en cierto modo, la habían utilizado para conocer a los chicos fuera del trabajo. Naruto y Sasuke aceptaron una de las invitaciones que le obligaron a ejecutar. Fue así como se enteró de que eran homosexuales.


El ruido de la música era demasiado fuerte como para que pudieran hablar en voz baja. Ino se había separado de ellas, bailando en medio de la pista con un Sai que parecía preferir observarla a seguirle los pasos. Hinata apuraba una copita de champan, Temari suspiraba mientras miraba de reojo hacia el pelirrojo, quien parecía demasiado atacado por la mejor amiga de la primera.

Sakura se había acercado a los otros dos con curiosidad.

Entonces. ¿Es cierto lo que me comentabais antes de entrar?

Naruto fue el primero en hablar.

Sí. Necesitamos un piso pero ya. Acabamos de mudarnos a la ciudad. Y no podemos dormir más en la lacena, en serio. Eso apesta, Dattebayo. Aceptaríamos cualquier cosa.

Sakura se lamió los labios, pensativa.

Yo tengo una habitación libre en mi casa, pero…

¿Pero? — Fue el turno de Sasuke de unirse a la conversación. Tenía una copa entre los dedos, que sacudía de vez en cuando y un brazo por encima del respaldo de Naruto.

Estaba pensando en buscar una pareja de chicos o chicas que la compartiera. Es que es una cama de matrimonio y sinceramente, no tengo ganas de mudanzas. Además, la habitación está insonorizada.

Naruto y Sasuke intercambiaron una mirada extraña. El rubio se inclinó hacia el moreno y susurró algo que, por culpa de la música, Sakura no alcanzó a escuchar. Pero fuera lo que fuera, Sasuke torció el gesto y se puso en pie.

Espera un segundo, Sakura-chan, en seguida volvemos. ¡Ah! Y por favor, guárdanos esa habitación.

Sakura parpadeó con tanta fuerza que las pestañas casi se le pegaron. Miró hacia Hinata, que tenía el mismo gesto de confusión en su cara. Al cabo de un rato, ambos regresaron. Naruto se frotaba las manos, ansioso y Sasuke miraba hacia otro lado, claramente molesto.

Entonces. ¿Cuándo podemos mudarnos?

Sakura enarcó una ceja.

Ya te dije que quiero una pareja…

Lo sé, lo sé. — El rubio sonrió abiertamente, echó la mano hacia atrás y enlazó sus dedos con los del Uchiha—. Y nosotros somos esa pareja que buscas.

Sakura sonrió irónica.

Muy buena, Naruto. Un poco más y me la cuelas.

El Uzumaki enarcó una ceja.

¿Qué?

No nos cree, Dobe. — Sasuke lo fulminó con la mirada.

Naruto bufó y miró fijamente hacia Sakura.

Al menos, besaros para demostrármelo. O yo que sé, cualquier cosa que lo confirme.

Shikamaru tosió la bebida y la miró con incredulidad.

¿Estás de coña? — cuestionó. Temari a su lado emitió una leve carcajada.

Si realmente fueran pareja, no les importaría algo así. ¿No? ¿O es que te incomoda?

Pues no es que me emocione mucho ver a dos tíos montárselo, sinceramente. Suena problemático.

Aquella simple respuesta pareció agradar a Temari, que se olvidó de Gaara, dio un trago a su bebida y arrastró al Nara a la pista de baile. Sakura se volvió hacia ellos de nuevo, arqueando las cejas y esperando.

Naruto gruñó y se levantó.

Ven con nosotros, Sakura-chan.

Y los arrastró a ambos hacia un lado apartado. La discoteca contaba con cortinas para aquellas parejas que no desearan ser vistas, así que Naruto aprovechó una de ellas. Sasuke le miró. Luego la cortina. Después a ella. Intentó huir.

Naruto le presionó el vientre con una mano y lo empujó contra la pared. Le susurro algo al oído que provocó que el Uchiha abriera la boca para protestar, oportunidad que el Uzumaki aprovechó. Sakura enrojeció. Nunca se había parado a pensar en qué pasaría si veía una pareja besándose delante de sus morros. Era normal ver a Ino, pero siempre apartaba la mirada cuando era importante. En ese momento, se sintió terriblemente estúpida.

No necesitaba más pruebas. Si no fueran pareja, Sasuke no dejaría que le metiera la lengua hasta la campanilla. Naruto no pegaría su cuerpo dominantemente contra el del moreno. Y mucho menos la harían sentir como que sobraba ahí mismo.

Les dio la espalda, carraspeó y después, aceptó.

Mañana mismo podéis mudaros.


Desde entonces, Ino estaba en un claro estado de molestia personal. Ella tenía un ingreso extra en su cartera, unos increíbles hombres en su casa que se paseaban como les daba la gana y a sus amigas escandalosamente excitadas.

—De verdad. Es que los mire por donde los mire, solo veo gestos… de tío que se come todo lo que tenga raja, no sé si me entendéis.

—¡Ino! — Exclamó Hinata escandalizada. La pobre Hyûga se coloreó hasta las puntas.

—¿Qué? Es verdad. Además, se mueven muy bien entre las clientas, haciéndolas creer que se las van a comer enteritas cuando terminen su turno.

Aunque eso último, según lo que creía Sakura, era más hacia Sai y sus incesantes coqueteos con una exuberante rubia en la mesa tres, que a los otros dos. La rubia se había presentado muchas veces por sorpresa a su casa, con sumas intenciones de pescar cualquier despiste por parte de Naruto o Sasuke. Sin embargo, estos actuaban con normalidad.

Era frecuente que se bañaran juntos. Que cada mañana se despertaran en ropa interior y anduvieran como pedro por su casa, sin camiseta y nada más que unos cortos boxes. Que tomaran de la misma taza de café. Que Naruto se dedicara a hacerle peinados chorras a Sasuke, quien luego terminaba persiguiéndole por toda la casa con deseos de arrancarle hasta la piel y terminaran encerrados en el dormitorio.

Sakura se había alegrado siempre de haber insonorizado esa habitación. Ino la maldijo por hacerlo. Cuando la peli rosa había preguntado por qué, la rubia contestó rápidamente que no había nada mejor que escuchar a dos chicos montárselo. Sakura lo dudo terriblemente y se aseguró que el aislamiento estuviera en perfectas condiciones.

Y así como Sakura tenía noches de chicas, en la cual los chicos se unían y escuchaban sin cesar o hasta compartían opiniones. Naruto más animado y Sasuke con pequeños gruñidos. Los chicos también celebraron sus noches de hombres. Y aunque a la mañana siguiente la casa apestaba a tabaco y alcohol, no eran demasiado ruidosos si no había una consola de por medio.

En definitiva, no podía quejarse. Eran buenos chicos. Trabajadores y bastante limpios, al menos, Sasuke, que siempre iba tras Naruto dándole con cualquier cosa que dejara en medio para que la recogiera.

Mientras que Ino echaba pestes, sin creerse que esos dos fueran realmente hombres que no deseaban a las mujeres, ella sonrió, esperando que sus días volvieran a ser puramente interesantes.

(…)

Al terminar el turno, Sasuke estaba destrozado. Entre el trabajo, que era una completa mierda si no fuera por el buen salario y que dejaría con sumo agrado cuandito que tuviera una mejor oferta tras terminar sus estudios, y Naruto con su dichoso complot, estaba reventado. No veía la hora de llegar a casa y tirarse en la cama.

Porque esa era su noche. La cama le pertenecía completamente a él. Podía quejarse cuanto quisiera, pero se negaba a compartir la cama con aquel condenado rubio. La primera noche aceptó, creyendo que sería otra cosa, eso de tener que dormir juntos. Podía soportar los ronquidos, que de vez en cuando le dieran una patada. Pero lo que nunca, nunca en su condenada vida aceptaría, era una erección contra su nalga derecha y unos brazos de tío rodeándole las caderas.

Naruto se había disculpado y alegado que hasta él tenía erecciones matutinas como para golpearle de la manera en que lo hacía. Sasuke dictaminó entonces un horario para la cama y nunca la compartirían, a menos que hubiera una mujer entre medias. Y ambos sabían de qué mujer se trataba.

Sus ojos se fueron un instante de la caja registradora hacia la última mesa que estaba ocupada. Desde que convivían juntos Sakura siempre les esperaba al terminar el turno para regresar juntos a casa. Aquella propuesta había salido de la boca del rubio, preocupado porque la Haruno fuera sola a altas horas de la noche hasta su casa. La chica aceptó algo reacia, seguramente, porque cualquier persona preferiría estar unas horas con su pareja a solas que cargar con una tercera.

Maldito y condenado Dobe que le había metido en aquel lio estúpido.

Cuando habían llegado a la ciudad, fue gracias a Gaara que encontraron aquel trabajo. El chico estaba a punto de ser despedido por culpa de falta de personal en el bar que regentaba un amigo suyo. Naruto y él se ofrecieron en seguida, desconocedores de qué tipo de bar se trataba. Luego, fue lentamente acostumbrándose, aunque todavía era molesto que las chicas se agarraran a su brazo porque sí. Pero la escuela le había preparado para eso.

Pero el mayor problema es que tanto él como Naruto estaban en la puta calle. El gerente les dio el almacén como casa provisional, pero era una condenada basura. Ni las ratas querían quedarse a pasar una noche ahí. Por eso mismo le dijo al condenado Uzumaki que no le importaría hacer lo que fuera por tal de conseguir una casa. Aunque tuviera que compartir habitación con él.

Por eso, cuando se encontraron con su vieja amiga de infancia, nunca pensó que podría abrírsele una pequeña puerta de esperanza. Aunque no acosta de esconder su sexualidad.


Cuandito que Sakura dijo aquellas palabras se le revolvió el estómago. Naruto estaba completamente dispuesto a aceptar el trato. Por ese mismo motivo lo había arrastrado a un lado de la discoteca, empujándole con una mano los riñones, como si fuera una condenada señorita. Sasuke estuvo a punto de estamparle un puñetazo en aquella perfecta nariz.

Sasuke, dijiste que harías cualquier cosa. Es nuestra única oportunidad, Dattebayo. Además. ¿Acaso has olvidado el motivo por el que vinimos a esta ciudad?

Sasuke apretó los dientes con demasiada fuerza y luego los puños. No. No podía olvidarlo.

Sakura nos ha caído del cielo. Admítelo. Y desgraciadamente, no nos queda más que hacernos pasar por… eso.

Gays, dilo sin miedo, Dobe. — sonrió arrogante, clavando sus ojos en él—. No pienso hacer mierdas de más.

Naruto sonrió abiertamente.

Claro que no, Sakura-chan confiará en nosotros.


Pero Naruto falló y encima, tuvo que meterle la lengua hasta la campanilla para convencer a la condenada chica. Y para más irritación, la pantomima que tenían que hacer cada día nada más despertarse.

En definitiva, estaba agotado.

—Buen trabajo, Sasuke-kun.

Clavó su ver en ella, asintiendo y sentándose a su lado mientras esperaba a Naruto. Siempre era el último en aparecer a la hora de irse. El condenado se enfrascaba en conversaciones estúpidas con los otros camareros y como trataran de algo de sumo interés para el rubio, a Sakura y a él podrían darle las campanadas.

Sakura volvió la página de una revista de moda que leía. En ella aparecían nuevas prendas de modas femeninas a la venta por una lustrosa tienda de moda. Sakura las revisó con sumo cuidado, fijándose en el precio. Sasuke las miró con aburrimiento, desinteresado. Lo que más deseaba era llegar a su casa y tirarse en la cama.

Aprovechó para mirar de reojo a la joven. Desde el primer día que la vio de nuevo no pudo pensar que estaba más cambiada que nunca. Su recuerdo de Sakura en la secundaria era de una chica bajita, con caderas rellenas, poco pecho y algo de estómago. Además de llevar el cabello largo, ser una entrometida llamativa y de que era algo perezosa en gimnasia.

Sin embargo, se había convertido en todo un bellezón.

Caderas amplias, un buen busto, vientre firme y unas condenadas piernas largas que disfrutaba en mostrar con aquellas provocadoras faldas cortas. Y para remate, los cabellos ligeramente largos, cubriendo un lado de sus hombros, mostrando algo de piel con aquella condenada ropa amplia que le gustaba caer estúpidamente sensual por un hombro.

De verdad deseaba matar a Naruto por meterle en esa mierda.

Él no era Gay. No tenía deseos por los hombres. No. Él quería meterse en lo más hondo de aquella impresionante mujer.

—Naruto saldrá enseguida, Sasuke-kun.

Levantó la mirada de la revista hacia ella, arqueando una ceja, indiferente. Sakura sonrió con cierto deje travieso y señaló hacia su entrepierna con la pajita que masticaba entre sus perfectos dientes. Sasuke le siguió la mirada para después gruñir.

Tenía una erección en toda regla.

—No creo que a tu novio le haga mucha gracia que te pongas feliz viendo la fotografía de otro hombre.

—¿Qué? — gruñó.

Luego miró en dirección a la revista. Estaba abierta en una página de ropa para hombre. Un modelo masculino aparecía en primera portada, llevando tan solo unos calzoncillos como prenda. Y un cuerpo bien formado, seguramente, apetecible para una mujer.

Por supuesto. Sakura creía que era homosexual, por lo tanto, se había excitado mirando a otro hombre y no a ella.

—Tsk. Eso no es…

—¡Sakura-chan! ¡Teme!

La voz irritante de Naruto detuvo sus tremendas ganas de soltar la verdad. El rubio parecía haber sido enviado por los cielos para evitar que metiera la pata. Miró hacia su supuesto novio, arqueando una ceja al verle tan feliz. Naruto mostró cuatro entradas para un concierto.

—Gaara acaba de dármelas. Las ganó en un concurso y tenía estas de sobras. ¿Os apetece?

Sakura se levantó para coger una de las entradas. Sus senos quedaron completamente en la línea de su visión. Carraspeo y miró a otra parte. Ya era suficiente. Tenía que enfriarse antes de que su erección le diera más problemas.

—Es para la semana que viene y como tenemos libre… ¡seguro que será divertido, Dattebayo!

Sakura se llevó los dedos pensativa hasta los labios. Una condenada y pequeña boca siempre perfilada de un tono suave natural.

—Pero tienes cuatro entradas y somos tres. Sería una lástima perder una. ¿Os importa si invito a una de mis amigas?

Miró hacia Naruto en espera. El rubio negó animadamente antes de invitarlos a salir después. Sasuke estaba completamente incómodo, aunque ayudó bastante que Naruto terminara entre él y Sakura. Si continua oliendo aunque fuera su aroma, dudaba poder contenerse por más tiempo.

(…)

—Te lo digo en serio, Hinata. Que no me lo creo.

La joven sonrió levemente ante la insistencia de Ino. Se había auto invitado en su casa para pasar esa noche juntas. Con Ino sin pareja alguna, su mayor felicidad era hurgar en los cotilleos del mes. Y esa temporada le había dado por los chicos del bar que vivían con Sakura. Aunque hiciera ya un buen tiempo, Ino continuaba inquieta acerca de ellos y no cesaba de insistir y alegar que era un montaje.

—Pero bien puede ser— objetó con deseos de que el tema quedara en tranquilidad. Pero Ino era cabezona. Y mucho.

—Que no, que no. Hinata, porque tú no tienes experiencia en hombres, pero a cualquier que se lo cuentes, no te cree.

Hinata enrojeció e infló levemente la mejilla izquierda.

No había encontrado hombre alguno que terminara de gustarle dentro del mundo que vivía. Sin embargo, se había vuelto demasiado interesada en aquel bar, desde que Ino las llevara. Probablemente las demás ya se habrían percatado, pero su interés era claro problema de los dilemas de Ino. Y se había llevado un buen chasco cuando se enteró de que, enamorarse por primera vez, había sido un error terrible. Especialmente, porque el hombre la descartaba rápidamente por su propia condición sexual.

Naruto era Gay. Por más que Ino se esforzara por ver lo contrario.

—¿Experiencia en qué?

Ambas giraron la cabeza hacia la voz. Hinata sonrió al verla. Tenten, la mujer de su primo, estaba recostada contra el quicio de la puerta, con una botella de agua en su mano derecha y la izquierda sobre la cadera. Ino abrió la boca y soltó una carcajada.

—Mira por donde, Tenten, nos vienes ni que pintada. Ven.

Ino golpeó los cojines junto a ella, invitándola. Tenten no tardó en unirse, curiosa. Atrapó una patatilla entre sus dientes y escuchó la loca deducción de Ino.

—Mhn. ¿Tan impresionantes son esos chicos? — cuestionó parpadeando.

—Te lo aseguro— confirmó Ino—. Tal y como se mueven y practican con las mujeres, es como si se sintieran realmente cómodos. Si fueran homosexuales, creo que les costaría más. Porque no estamos hablando de tratarlas como amigas, si no de incluso algún que otro manoseo por su parte.

—El único que es más reacio, en realidad, es Sasuke-kun— murmuró pensativa.

—Pero igualmente se le van los ojos detrás de las mujeres— picó Ino efusivamente. Luego se volvió a Tenten—. Tendrías que venir con nosotras.

Tenten carraspeó.

—Te recuerdo que soy una mujer casada.

Hinata sonrió complacida, pero Ino no iba a ceder así como así. Continuó insistiendo hasta que, rendida, Tenten aceptó.

—De todas maneras, si realmente quieres demostrar que son heterosexual. ¿Por qué no les pones una prueba? — opinó antes de dejarlas a solas.

Ino había fruncido el ceño y cruzado sus delgados brazos, pensativa. Hinata se temió lo peor. Cuando Ino se empecinaba tanto en hacer algo, no se detenía hasta el final. El móvil de la rubia rompió su concentración.

—Oh, es Sakura— anunció—. Dime. Sí. Ah, no puedo, ese día trabajo. Hum. ¡Ah, espera, espera! No será necesario. Estoy con Hinata y dice que ella sí puede ir.

Hinata abrió los ojos de sobremanera. ¿Ir? ¿Por qué Ino le preparaba una cita con Sakura de la nada?

—Sí, vale, ahí estará. Ya se lo digo yo. Chau, frentona.

Cuando Yamanaka colgó, Hinata estaba a punto de sacudirla para exigirle qué había hecho. Desde pequeña, si existía una cosa que le diera más rabia, era que las personas decidieran su vida. Para eso ya tenía a su sobreprotector padre.

Ino suspiró y esbozó una traviesa sonrisa.

—La semana que viene acudirás a un concierto con Sakura, Sasuke y… el ojos de cielo.

Hinata enrojeció dando un respingo.

—¿Q-qué?

—Sí. Al parecer Naruto ha conseguido unas entradas para un concierto. Sakura llamaba para ver si nos interesaba. Yo desgraciadamente tengo que trabajar, no es mentira. Así que pensé que tú podrías ir en mi lugar.

—Cuando dices ir en tu lugar… — sospechó.

—¡Pues ir en mi lugar para descubrirlos!

Hinata se desinfló. Suspiró cansadamente y se recostó contra los cojines. ¿Cómo demonios iba a hacer un plan para desenmascarar a dos personas que claramente se amaban? Además. ¿Qué podía hacer ella? No se veía lo suficiente hermosa como para hacer que un chico la deseara de la noche a la mañana y olvidara que le gustaba otro tipo que era increíblemente atractivo— porque debía de aceptar que Sasuke era un buen espécimen de hombre, aunque no le gustara—.

—¿No quieres divertirte? Llevas mucho tiempo sin salir— opinó Ino meneando sus cabellos con diversión.

—Es cierto, llevo tiempo sin salir— confesó—. Pero me imagino que querrás algo para hacer que Sasuke-kun y N-Naruto-kun muestren que no son homosexuales.

—¡Cómo me conoces! — exclamó emocionada. Hinata puso los ojos en blanco—. Venga, vendré el día antes y te pondré hermosa. Si a Naruto o a Sasuke no se le caen los calzoncillos contigo, aceptaré que son homosexuales.

Hinata se llevó una mano a la frente, derrotada.

Aquel concierto iba a ser una terrible noche.

Continuará...