Todo lo mío (?) es para Lizjoo porque es MI TODO y la amo densamente & porque soy de ella para todo lo que guste & desee

Twilight no me pertenece, y la historia tampoco, es de lola-pops. Sólo me adjudico la traducción

Bueno, esta historia ya estaba anteriormente en mi perfil, la borré porque estaba un poco liada con los estudios y no estaba muy segura de si la autora iba a terminarla; pero aquí está de nuevo. Ya tengo algunos capítulos traducidos, así que trataré de actualizar lo más pronto posible.

Muchas gracias a ericastelo por volver a betear esta historia, ya saben que siempre las deja guapas (:


We Were Here

Sonámbula

Al despertar, hay un breve pero, dichoso periodo de tiempo en el que no recuerdas los pecados de la noche anterior.

Pero, eventualmente, tienes que abrir los ojos.


Llegaron a mi mente repentinamente, en forma de destellos.

Piel. Un gemido. Sus labios.

Sabía, por la playera colgada en el respaldo de la silla, de quién era esta habitación. De quién era esta cama.

Oh, mierda.

Las imágenes empezaron a frenar y permanecer en mi visión, lo que era mucho peor, porque tenía la oportunidad de procesar las alternadas olas de excitación, confusión y culpa. Mayormente culpa.

"Oh, mierda." Lo susurré esta vez.

Se movió detrás de mí, sentándose. Rodando cuidadosamente en mi espalda, le di un vistazo. Frotaba sus ojos, con sus codos descansando en sus rodillas, las sábanas apenas cubriendo partes de él que ahora ya había visto...tocado...besado. Quería acercarme más y pasar mis manos por su duro estómago, por sobre los músculos de sus brazos.

No se me escapó que no sonreía cuando me miraba.

Me senté, recostándome hacia atrás, contra el bloque que estaba expuesto a su lado y cubriendo mi pecho con la sábana. No hablamos. La luz del amanecer comenzaba a golpear los techos de los edificios afuera de su ventana.

Traté de orientarme en el presente, como si momentáneamente me hubiera salido de la ruta establecida. Tengo que animar en un juego esta noche, mi uniforme está en mi casa y tengo prueba de Química en la tercera hora.

Y follé con Edward Cullen.

Entonces, aunque estaba pensando en esas cosas que hizo con su lengua, también estaba pensando en sostener su cara entre mis manos mientras lo miraba a los ojos, a pulgadas de distancia mientras me movía encima de él, su aliento golpeando mis labios. Apenas tocándolo. Los besos...joder. Necesitaba detenerme.

Me deslicé hasta el borde de la cama, encontré mi blusa y mis pantalones de mezclilla, me los puse y metí mi bra y mi ropa interior en el bolso. Él no se movió, y cuando me volteé, estaba mirando hacia fuera por la ventana.

"Mira, yo..." traté de decir.

Él encontró mis ojos. Estudié su cara, la sombra en su mandíbula que me había rasguñado ligeramente a lo largo de mi garganta, por mi estómago, la parte interior de mis muslos. La placa de perro (1) que colgaba de una cadena de plata por su espalda había pertenecido a su padre. Me había dicho eso mientras me besaba por todo el cuerpo, el frío metal deslizándose sobre mi piel. Habíamos hablado solo unas pocas palabras.

"¿Le vas a decir?" preguntó, su voz baja y aún llena de sueño.

"No lo sé," admití.

Su mirada volvió a dirigirse a la ventana.

Imité su postura en la cama, las sábanas que tenía debajo, estaban hechas jirones por el uso y su cabello, enmarañado por mis dedos. Su recámara estaba llena de discos, pinturas y bocetos. Él olía a jabón y como a madera… picante. Pensé en cuánto le había gustado cuando envolví mis piernas a su alrededor y lo besé duramente en el cuello.

No podía seguir con eso. "Tengo que irme." Él no respondió.

Volteándome, salí a través de la puerta de su dormitorio mientras el sol se elevaba en el cielo, brillando a través de los ventanales. Lloré en todo el camino a casa, pero finalmente me recompuse para cuando salí de la ducha.

Me dolía, de una manera que usualmente me gustaba, pero no estaba segura de si esta vez también. Todavía podía escuchar las cosas que me había susurrado y aún podía sentir sus muslos contra los míos.

Quería vomitar.

Quería hacerlo de nuevo.

Estaba tan jodida. Literalmente. Figurativamente. Pero me alisté para la escuela como si fuera cualquier otro día, y como siempre, mi uniforme de porrista se sentía apretado, pero lucía perfecto. Era una metáfora de mi entera existencia.

Tomando mi bolso, busqué mi rostro en el espejo tratando de ver algún rastro de lo que había hecho.

Todo lo que vi fue a la misma chica triste. No creía que nadie lo notara.

Jasper no fue siempre un imbécil. Habíamos estado juntos desde séptimo grado, cuando me había dado una rosa frente a todos, a pesar de que sus amigos se rieron de él. Solía escribirme dulces y horribles canciones y tocarlas para mí por teléfono. Susurró "Te amo" la primera vez que tuvimos sexo; la primera vez para ambos.

Supongo que esa parte de él está todavía en algún lugar, enterrada bajo gruesas capas de bravuconería y testosterona.

Estaba sentado en su silla, su brazo sobre mi espalda de manera posesiva, su chaqueta de piel abierta. Se sentaba con las piernas abiertas, como si fuera una invitación sexual. Todo él era atrayente, polémico…descarado.

Dijo a la mesa una broma que traté de captar, apoyando el chiste empujando sus caderas. El grupo, mayormente atletas presuntuosos, se rio a carcajadas, chocando sus palmas unos con otros.

Había llegado a odiar todo esto, pero cada mañana me despertaba y decidía hacerlo de nuevo.

Decidir.

Era por eso que todo era agobiante. Nadie me estaba obligando a estar aquí. Era mi culpa. La culpabilidad se duplicaba...triplicaba.

Lo observé mientras hablaba, mentalmente silenciando la escena. Solía escuchar, cuando él solía decir cosas que valieran la pena. Muy en lo profundo tengo un débil recuerdo, pero en este punto, no estaba segura de que eso hubiera existido; quizás solo lo inventé para justificar mis decisiones.

Aunque, no puedo culpar a Jasper. No realmente, nunca se había tenido que esforzar para nada de esto. Era un atleta y líder natural, guapo y carismático. Su rubio cabello estaba más corto de lo que me gustaría, pero todavía lo tenía ondulado y despeinado. El azul de sus ojos aún me desarmaba, después de todo este tiempo.

Pero extrañaba al chico delgaducho que usaba playeras de Nirvana y me hacía reír.

Encontró mi mirada y frunció el ceño. Últimamente no he estado muy alegre, pero hoy estaba aturdida, sedada. No podía concentrarme. Mi expresión de felicidad era forzada, pero él me dio una evaluada rápida y me sonrió aburridamente, mirando hacia abajo, a mis piernas desnudas.

"Me alegra que tus padres estén fuera, nena," dijo, sonriendo. No hacía mucho tiempo, yo podría haber transformado esa sonrisa en una genuina.

Mantuve mis ojos disciplinadamente hacia abajo mientras presionaba sus labios contra mi cuello, y me pregunté si era capaz de detectar la traición…saborearla. Me estremecí.

Y esa fue nuestra interacción. Como cualquier otro almuerzo. Como cualquier otro día. Era un accesorio. Era una vagina de bolsillo. Era una de esas silenciosas muñecas de tamaño natural hechas de silicona. Era un cliché en el peor de los sentidos.

Mi teléfono vibró en la mesa, y él dejó caer su brazo de alrededor de mis hombros, molesto, pero hizo señas, como permitiéndome revisarlo. Desearía poder recordar cuándo empezó a hacer mierdas como esa...o quizás solo deseaba no haber empezado a notarlas.

Simplemente me gustaría volver a ser feliz.

"Es Rose". Declaré, sin molestarme en explicar más. La mano de Jasper se deslizó hasta la parte posterior de mi muslo, quedándose en mis minúsculos pantaloncillos de licra. Me incliné hacia adelante para darle un rápido beso. Estaba extrañamente insensible al contacto físico...a todo. "Adiós, chicos."

"Bye, Bella", dijeron a coro después de mí.

Ella estaba inclinada sobre el casillero al lado del mío, hurgando en su enorme bolso que siempre cargaba sobre sus hombros.

"¿Dónde estabas? Sabes que no puedo ir a la cafetería. Huele como jodida comida para gato". Se estremeció.

Abrí mi casillero y me quedé solo parada ahí, mirando la foto de Jasper y yo en el baile que colgaba de ahí.

"Chica. ¿Qué pasa? Te ves rara". Entrecerró los ojos hacia mí, como si fuera capaz de leer lo que me pasaba en mi cara. Sus pupilas estaban dilatadas, lo que no era inusual. Aunque no tenía ni idea de qué se había metido hoy.

"Nada". Aún no podía hablar sobre eso. Edward era uno de sus mejores amigos. Además, si empezaba a hablar, eso de verdad habría pasado, y tendría que lidiar con ello.

Me miró por un segundo, probablemente sabiendo que era una mentira de mierda, pero decidió no presionarme.

"¿Fiesta esta noche?"

Mis padres estaban fuera y Jasper ofreció mi casa para las celebraciones postjuego. Ya había tres barriles de hielo en mi patio trasero. Exhalé fuertemente y asentí, apoyando mi espalda en mi casillero. "Vas a tener que conseguirme una dosis para que pueda hacerlo. Estoy por encima de toda esta mierda". Es nuestro último año, pero siento como si nunca fuera a salir de aquí. Solo es octubre.

"Wow. Hoy estás más malhumorada que nunca" dijo, viendo su cabello en la ventana de un salón.

Ella tenía razón. No estaba segura de dónde había venido esa mentalidad de ama de casa, pero había estado arraigada al aburrimiento por algunos meses, sonámbuleando por todos lados. Una parte de mí entendía que lo que había pasado anoche tenía que sacudirme todo esto, pero aún seguía aquí, y en el exterior todo era exactamente...dolorosamente... lo mismo.

Solamente que ahora era, en secreto, una infiel.

Rose se volteó y me miró evaluadoramente, antes de sacar algo de su bolso. "Bella…" canturreó. Tenía una píldora azul entre sus dedos. "Esto hará que no te preocupes…"

Entrecerré mis ojos hacia ella, pero abrí mi boca para que pusiera la píldora en mi lengua. Usualmente protestaría con más ganas porque estábamos en la escuela, pero hoy no. "Gracias, Rose."

Se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja. "¿Estás segura de que estás bien?" preguntó. Asentí, pero no pude esbozar una sonrisa convincente.

Justo como lo prometió, la píldora hizo que no me preocupara, y fui capaz de soportar el día y animar con el suficiente nivel de entusiasmo. Como sea, para cuando las personas empezaron a aparecerse en mi casa esa noche, ya sentía todo el peso de la culpa de nuevo.

Emmett atendía la barra que estaba por la piscina, y me hizo una mezcla dulce y con bastante alcohol. Era asquerosa, pero prometió que me jodería, y eso era por mucho, lo que quería.

La gente siguió llegando, agitando su mano los unos a los otros para encontrar a sus amigos, formando grupos en las mesas, en la piscina, en el jacuzzi. Habíamos ganado el juego, así que el ánimo era de celebración. Los chicos palmeaban a Jasper en la espalda, y las chicas decían alabanzas a borbotones, ruborizándose. Hice pequeñas charlas sobre nada con las personas, mientras conseguían más tragos y rellenaban sus vasos rojos de plástico con lo del barril.

Para cuando Rose llegó pavoneándose, era casi medianoche. Su atuendo era minimalista, su bolso está rebotando contra sus caderas. Se inclinó sobre la barra para ver la selección de bebidas, mientras que Emmett estaba detrás de la barra, con los brazos cruzados, observando, esperando.

Una noche del año pasado ella quedó "más allá de jodida" y terminó en la cama con Emmett. Yo fui la desafortunada receptora de algunos de los detalles más gráficos de la noche, y sé que no estaba tan borracha ni drogada como dice. Nunca se lo dije, así como ella nunca mencionaba las mentiras que me decía a mí misma. Nosotras no hacíamos eso.

Podía decir que a Emmett realmente le gustaba, pero no había hecho nada, y ella no sería vista persiguiendo a un deportista presuntuoso. Por cada persona que entraba a formar parte de la jerarquía social de la escuela, había una que se burlaba abiertamente. Rose era una de los últimos. De hecho, si no hubiéramos sido cercanas antes de que usara los colores de la escuela, dudo que fuéramos amigas.

"Hazme algo sin Malibú, Bacardí Limón ni Schnapps," ordenó, mirándolo solo una vez, antes de voltearse, cambiar la música y murmurar algo como "rock de mierda para deportistas".

Le hizo el trago con una sonrisa en su cara, y cuando me pilló mirándolo se encogió de hombros, pero su sonrisa no decayó.

Observé todo el desenfreno que había, vasos acumulados a los alrededores de la fiesta, algunos olvidados, muchos medio llenos, con lápiz de labios en los bordes. Había parejas que desaparecían en la casa de la piscina o por los alrededores, algunas abiertamente, otras secretamente, lanzándose miradas furtivas mientras se escapaban.

La única condición que puse para la fiesta, fue que la casa permanecía cerrada. Solo Rose, Jasper y yo conocíamos el código. La casa de la piscina tenía un baño y una cocina… y no quería pasar la noche sacando a personas de la habitación de mis padres. De nuevo.

Mis ojos se movían por entre la multitud, notando vagamente quién estaba liándose con quien, y quién se veía lo suficientemente borracho como para vomitar. Me congelé cuando vi a Edward sentado en una mesa al otro lado de la piscina.

Miré fijamente a Jasper, pero estaba hablando con unos alumnos de primer año que lo adulaban, y a pesar de que estaba acariciando mi muslo desnudo, parecía no notar que estaba ahí. Rose estaba sentada en la misma mesa que Edward, pero no pude captar su mirada. No estaba sorprendida de verlos juntos, pero usualmente no venía a una de nuestras fiestas aunque ella lo hiciera. Una pequeña, enferma, parte de mí esperaba que estuviera ahí por mí.

Traté de evitarlo, pero lo miré periódicamente durante la siguiente hora. Sus pantalones de mezclilla estaban desgastados. Estaba usando una camiseta con un logo que no reconocía, debajo de una sudadera negra, traía el gorro puesto.

Él siempre había sido...relajado, creo. Incluso en la secundaria, cuando los demás chicos estaban pasando por etapas de transición difíciles, él se había mantenido por encima de eso. Era atractivo de una manera que provocaba que las chicas, inconscientemente, se lamieran los labios, pero parecía que no le importaba mucho tener citas, o quizás solo no le interesaban las chicas de nuestra escuela.

Eso no quería decir que no hubiera rumores. Las cosas que se decían sobre sus proezas sexuales lo consolidaban como una leyenda, pero la mayor parte de las veces, no las escuchabas de personas que realmente lo hubieran hecho.

Aunque, todo era verdad. Sabía que lo era. Me ruboricé y crucé mis piernas, mi corazón latiendo fuertemente.

Él tenía mucha carga sexual, pero de una manera diferente a Jasper. Sutil, perezosa, con mucha seguridad debajo de todo. Él no hablaba mucho.

Y Jasper lo odiaba.

Edward y yo apenas habíamos hablado unas pocas veces en los últimos años por eso. Todos éramos amigos antes, y él y Rose siguieron siéndolo. El hecho de que ella fuera mi mejor amiga, no ha hecho que él me quiera, exceptuando la noche pasada; e incluso entonces, al principio no fue afectuoso. Obviamente no me había seducido con cosas románticas.

De hecho, no me había seducido para nada.

"Jódete".

Di unos pasos hacia adelante, hasta que estuvimos a centímetros. Me miró desde mis ojos hasta mis caderas.

Fui yo quien furiosamente había tomado su camiseta entre mi puño, cerrando ese espacio entre nosotros. Fue mi movimiento...

Fue mi culpa.

Tomé otro trago, mis ojos aún en él. No creo que haya mirado hacia acá ni una sola vez y traté de ignorar el sentimiento de que estaba siendo rechazada, pero estaba ahí, aguijoneándome en el pecho.

Alguien le pasó un frasco y le dio un trago. Una chica con un top de zorra, obviamente desesperada por su atención, lo tomó para hacer lo mismo, pero lo que sea que tuviera adentro, la hizo toser y casi ahogarse. Él se rio, no cruelmente, sino porque había sido gracioso, y ella cruzó sus brazos y se sentó de nuevo en su silla. Él le dijo algo que hizo que ella pareciera menos enojada, y mucho más esperanzada.

Quizás podía sentir mis ojos sobre él, porque finalmente se volteó a mirarme, en serio a mirarme. Estaba sorprendida, y traté de hacer una sonrisa, pero él no la devolvió, en vez de eso, se volteó hacia la chica a su lado.

Fue cuando me di cuenta de que Emmett estaba viendo el intercambio, con otro trago en su mano. Lo tomé y le di un trago, encogiéndome de hombros igual que él antes. Sonrió incómodamente, mirando a Jasper.

Fingí que iba al baño, pero fui por un vaso de agua y me quedé parada en la vacía cocina. Con las ventanas cerradas, casi podía fingir que la fiesta no era en mi casa.

Las puertas traseras se abrieron, la fiesta sonó fuertemente y luego se calló, cuando las puertas volvieron a cerrarse.

Escuché a Rose hablando con alguien antes de verla. "¿Sintiéndote antisocial?" preguntó, caminó junto a mí para sacar una de las cervezas de mi padre de la nevera. Expertamente le quitó la tapa con un encendedor, dejándola donde había caído en el piso. Edward entró detrás de ella y se detuvo un poco cuando me vio, sus ojos viajando hasta Rose antes de mirar al piso. Se metió las manos en los bolsillos y se apoyó en la puerta.

Rose se empinó su cerveza, mirándonos mientras tragaba. "Voy al baño. Sean agradables."

Me alzó una ceja, que él no vio, mientras caminaba. Esa ceja decía "hablaremos de esto más tarde."

Fantástico.

Esperaba que hubiera un silencio incómodo, pero él habló. "¿Cómo puedes soportarlo?" me tomó un segundo entender a qué se refería.

Seguí sus ojos. Estaba mirando por la ventana, a la fiesta que estaba en todo su esplendor. Personas gritándose por encima de la música, bailando horriblemente, derramando sus bebidas. En la silenciosa tranquilidad de la cocina todo se veía peor, más patético.

Estudié el perfil de Edward por un momento. Era innegablemente hermoso, quizás incluso más que Jasper. Nada en él era sano, o todo americano. Tenía el cuerpo de futbolista, pero nunca había tenido la mentalidad de manada. Él simplemente era...diferente.

Pensaba en cómo se veían sus ojos a dos pulgadas de distancia. En el sabor de su piel. Como su boca permanecía abierta ligeramente. Cómo lo había hecho gemir.

Parecía que quería decir algo más, pero se volteó para irse.

"Espera". Se volteó hacia mí lentamente, pero miraba hacia abajo. Bajé el vaso de agua y me paré frente a él, no lo suficientemente cerca para tocarnos si nos estirábamos. "Anoche..." me detuve, su cara seguía impasible. "¿Por qué me odias?"

No estaba preparada para la intensidad de la mirada entre nosotros cuando él encontró mis ojos. Mis ojos lloraron ligeramente y apreté los dientes. "Porque todo es falso", dijo. No necesitaba preguntar a qué se refería. Hablaba de mí.

El dolor debía ser claro en mi cara. "Entonces, ¿por qué estás aquí?"

No respondió inmediatamente, y nos miramos mutuamente más del tiempo apropiado. "Barra libre", dijo, pero sabía que no era eso.

No pude descifrar la expresión de su cara cuando se alejó.

Había otro trago esperándome cuando regresé, y después uno más. Rose deslizó algo ovalado en la palma de mi mano y me lo tomé sin pensarlo dos veces. Después de eso no miré ni una sola vez a la esquina donde estaba Edward. Sonreí y hablé con las personas a mi alrededor, pero mi risa era hueca y forzada.

Para cuando Jasper me llevó dentro de la casa, yo ya estaba flotando y estaba hasta arriba.

Me besó, y por un segundo me sentí segura y cariñosa, y casi feliz de estar ahí con él. Pero entonces, empezó a hablar.

"Luces tan jodidamente sexy". Me volteó y me sacó la falda por arriba y me bajó las bragas. Me empujó hacia adelante y me inclinó sobre el brazo del sofá.

Mi mente viajó hacia mis padres, a la decepción y enojo que no se resolvía con viajes a la joyería y vacaciones en lugares tropicales...al dolor que no podía ignorar.

Escuché su cinturón, la tela deslizándose sobre la piel.

¿Cómo puedes soportarlo?

"Alto".

"¿Qué?"

Me volteé, sentándome para enfrentarlo.

"No puedo".

"¿Qué?" preguntó de nuevo. "¿Quieres ir arriba?"

"No".

"¿Estás en tu...periodo?" preguntó, tropezando con la palabra.

"No".

La verdad estaba en la punta de mi lengua, pero no la dije. En ese momento no confiaba en su enojo, o en el alcohol, o en mí.

Me miró expectante y después suspiró, frustrado. "Todo lo que haces es andar por ahí como un maldito zombi", dijo, subiéndose sus pantalones toscamente. Encontró mis ojos, y pude ver que había herido su orgullo. Estaba dolido. Por un segundo él tenía catorce de nuevo, y yo tenía trece… y eso era todo.

Pero no... no era todo.

Mi cabeza dolía, y limpié mis lágrimas con el dorso de mis manos, como una niña pequeña.

"Mierda" dijo, frotando sus ojos, respirando. Caminó hacia adelante y tomó mi cara entre sus manos, mientras yo veía hacia el techo. "Lo siento, nena. No me refería a eso. ¿Qué va mal?"

Se detuvo, y entonces caminó unos pasos más, para jalarme contra su pecho. Sus brazos me envolvían, y recordé por qué amaba y odiaba su protección, su posesividad hacia mí. Mayormente, la odiaba.

Y entonces supe que no importaba si era el momento equivocado, o que tuviera miedo. Tenía que decirle.

"Dormí con alguien más."