Capítulo 21

Los personajes son de S. Meyer, yo solo los adapto

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John estaba durmiendo, luego del almuerzo y de un par de películas con muchos dulce y gaseosa se durmió profundamente en el sofá y Edward lo cargó hasta la habitación que estaría ocupando por unos días.

Después de dejar al niño volvió a sentarse en el sofá conmigo, y me dió una de esas miradas, de esa que hacen que tu estómago se haga un revoltijo y que algo salte dentro de tu pecho sin poderlo controlar; su cabello estaba desordenado y su camisa blanca arrugada. Tomó una de mis manos entre las suyas y la beso.

- Antes de dormirse por completo John me dijo que tu mamá tampoco te quiere, y que ya sabe que hay ciertas cosas con las que hay que aprender a vivir – su mirada cambió, y me mostró la profunda tristeza que siete tanto por la situación de John como por lo que sabe que he pasado.

- Es un niño inteligente, va a estar bien.

- Vamos a estar bien – volvió a besar mi mano, y luego el deseo y la admiración reemplazaron cualquier atisbo de tristeza.

Me inclino y lo beso, lo beso con desesperación y codicia, pasando mis manos por cada centímetro de su rostro y cabello, por su cuello y sus hombros sintiendo y amando cada centímetro, queriendo más; una leve barba se sentia en su quijada y ese pequeño detalle me hizo desearlo incluso más. Me siento de horcajadas sobre él con un ágil movimiento, el televisor detrás de nosotros con una película de niños de fondo y las palabras de lo dibujos animados ahogando mis suspiros. Muerde mi labio inferior y todo salta dentro de mi. No lo puedo soportar.

- Salgamos de aquí, no quiero que john salga a buscar leche o algo y no vea. Actúa apenas termino de hablar, ahueca sus manos en mi trasero y me levanta con facilidad, los músculos de sus hombros dabajo de mis manos tensandose. Camina rápidamente hacia mi habitación donde la puerta nos espera ya abierta, cuando estamos dentro le da una patada y se cierra fuerte, los dos reímos y nos quedamos en silencio, esperando por alguna señal de si John se despierta, al no oír nada seguimos nuestro camino.

- No sabes cómo te deseo – su voz era ronca, dándome a entender lo mucho que me deseaba.

- Si lo sé – fue todo lo que alcancé a decir antes de sentir sus manos fuera de mi trasero y entonces me sentí caer

Caer

Caer

No sólo estaba cayendo sobre mi cama, está cayendo locamente enamorada del hombre que delante de mí desabrochaba los últimos botones de su camisa, sacándola por completo y regalandome la vista de su torso perfeto, formado con dureza sólo en las partes necesarias y con suevidad en las otras pares importantes. Desabrochó el único botón de su pantalón y se inclinó sobre mi, besando mi cuello antes de tomar los bordes de mi camiseta y sacarlo por encima de mi cabeza sin titubear.

- Eres increíblemente hermosa. Todavía no puedo creer que tengo la suerte de que querías estar conmigo.

- La suerte no tiene nada que ver, está todo en ti. Su sonrisa iluminó la habitación a oscuras. Se volvió a inclinar y sacó mis pantalones y ropa interior de un tirón, dejando mi mirada vagar lentamente por cada parte de mi cuerpo; no era incómodo ser observada con tanto detalle por alguien más, no me daban danas de querer cubrirme y ponerme de nuevo la ropa, con Edward se sentía natural y adoraba la manera casi venerable en l que miraba mi cuerpo. Su pantalón se fue llego de aproximadamente treinte segundos de intenso recorrido con sus ojos, y al inclinar su cuerpo desnudo sobre el mío.

Sentí sus dedos ir dentro de mí primero, dos de ellos, entrando ágilmente, como los buenos dedos de cirujano que eran, y me retorcí debajo de él mientras sus dedos se retorcían dentro de mí.

- Me encanta sentirte así – metió otro dedo y gemí. Su otra mano fue sobte mi labios y apretó – Shh Bella, no querrás despertar a John. No podía pensar, sus dedos se movían y su otra mano fue a mis pechos. Me distrajo con sus labios en uno de mis pezones y un dedo índice entre mis labios, comencé a chupar su dedo justo cuando sacó sus dedos y antes de que me pudiese quejar se empujó a si mismo dentro de mí.

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Casi las ocho de la noche, no había ningún ruido en la casa. Edward dormía profundamente a mi lado, su brazo sobre mi estómago y su pierna rozando la mía. Sin poderlo evitar llegan recuerdos de las cosas mañas que he pasado, pienso en mi propia madre, que siempre me hizo pensar que nunca iba a merecer nada bueno en la vida.

Pensaba en Edward como alguien que me hizo ver quién era yo de verdad, que me hizo valiosa. Pero el el me hizo valiosa, solo me mostró que lo era

Tal vez cuando se despierte le diré que lo amo.