Resumen: Konoha School recibe la llegada de nuevos alumnos con potencia de problemáticos. Con los corazones rotos, los nervios a flor de piel y destruidos. Una nueva oportunidad ha llegado a ellos como caída del cielo. ¿Conseguirán estos nuevos días hacerlos felices?

Género: Escolar, romance, Lemon, AU, OOC (aunque se intentará que no), drama, angustia, misterio, acción. Hetero.

Parejas: (Aunque no serán desde el principio y parezcan inclinaciones hacia otros, estas serán las parejas fijas): SasuSaku, NaruHina, NejiTen, ShikaTema, Saiino, AsuKure, GaaMat, KakaRin, KaSui, Miku, etc.

Notas: (Para poder entender mejor el fic):

Pensamientos y pasado.

Texto normal.

(…) Cambio de lugar, personaje o temporal.

(Flashback o fin del flashback) un recuerdo del pasado.

Disclaimer: Naruto pertenece a Kishimoto, solo uso sus personajes para darle chincha a mi imaginación.

Advertencia:

Los capítulos serán largos porque abarcan a muchos personajes :3

Capítulo 1

Llegada.

A veces tenemos el corazón tan roto que ni los pedazos nos consuela.

Konoha School 2014.

Invierno. 22:00 Horas.

Aula: 2-b

Advertencia: Solo profesores cualificados.

—Comencemos la reunión.

Autoritaria y firme. La voz resonó contra las paredes blancas y llenó los oídos de los pocos profesores que, apretujados, se sentaban o apoyaban sobre los pupitres verdes a estrenar. El frio había helado las ventanas, impidiendo que cualquier rayo de luz entrara en la oscuridad del crepúsculo.

La directora golpeó la pizarra donde con letras perfectamente claras estaba escrita el principal motivo para esa reunión. "Clase sumamente problemática que debemos de criar".

Los profesores intercambiaron una mirada cómplice antes de centrar su atención en los orbes castaños. Tsunade era la mejor directora que cualquier institución deseara tener. Su fuerte carácter era conocido en casi todo el mundo escolar. Sin embargo, contenía un pequeño fetiche aparte de su poca paciencia y del que constaba, algunas de las ganancias de la institución. Sin embargo, era la más afanada a la hora de la educación de los jóvenes.

Por ese mismo motivo los había reunido a todos ahí, tras sus largas horas de trabajo y antes de que comenzaran las clases. Ya los había seleccionado con sumo cuidado. Los tutores para ese curso debían de tener las cualidades necesarias para poder refrenar el énfasis adolescente de tan terrible clase.

—Los alumnos de 2-b serán chicos especiales, por llamarlos de algún modo— empezó su secretaria Shizune entregando a todos y cada uno de los presentes unas fichas con los rostros y nombres de los futuros problemas—. Han sido expulsados de diferentes colegios durante años. Dada su naturaleza agresiva ninguna institución ha querido recogerles y volcarse en su enseñanza.

—Y nos los encasquetan a nosotros, ¿verdad?

Quien habló estaba sentado al final de la clase, con la hoja frente a su rostro. Pese a la oscuridad llevaba unas gafas de sol y un pañuelo en la cabeza que cubría sus oscuros cabellos. Se subió las gafas y miró al resto con interés. Tsunade carraspeó.

—Somos la única institución que los ha aceptado. Me he arriesgado porque confío en ustedes.

—Pero esta institución es demasiado importante como para traer pandilleros a sus aulas, Tsunade-sama— presionó el hombre frunciendo las cejas—. No somos solo una escuela primaria y secundaria. También poseemos la mejor universidad de toda Konoha. Especialmente, en cuanto a medicina, de la cual usted es profesora directa.

—No necesito que me recuerdes lo que soy y lo que poseo, Ebisu— recordó Tsunade rechinando los dientes—. Pero debido a nuestra importante fama, necesitamos dar este paso y enseñar al resto de instituciones escolares que podemos ayudar a estudiantes que lo necesiten. Son niños, por dios, igual que cualquier otro. Solo necesitan mano firme y estudio.

—Algunos van a necesitar cadenas más que otra cosa— murmuró una mujer de cabellos negros que se sentaba en el borde de una de las enormes ventanas.

Tsunade dirigió su mirada hacia ella. Los rojos ojos le devolvieron la mirada como disculpa.

—Sé por quién lo dices. Su fama es demasiado grande como para fingir que no les conozco. Pero es lo que vamos a intentar corregir. No. Lo vamos a corregir. Por dios, son muchachos que están intentando ganarse un lugar en la vida. ¿Qué son ustedes?

Un murmullo resonó en el aula. Fue suficiente para que ella lo aceptara. Shizune borró la pizarra y empezó a escribir. Los profesores lo miraron con sumo interés.

—Entonces, pasemos a asuntos más importantes. Mañana empieza el nuevo curso, muchachos… ¡A darnos caña!

(…)

Konoha School, 2014, al día siguiente.

Entrada principal. Invierno. 08:32 de la mañana.

El primero en dar el golpe fue el muchacho más alto. El puñetazo estalló justo en su mejilla izquierda, lo que provocó que su cabeza se deslizara hacia atrás con el impulso y su cuerpo golpeara contra la reja. Esta protestó con un sordo sonido metálico y hierro. El muchacho levantó la cabeza con la interrogación en la cara.

Lo único que había hecho había sido hacer una simple broma. Algo natural y normal, como todas las mañanas, aunque sus víctimas fueran diferentes, todas terminaban en risas, no estallándole un puñetazo en la cara.

Miró hacia la figura que rápidamente empezó a ser custodiada por otros rostros. Algunos de sorpresa, otros de pregunta y otros de afirmación, como si lo que acabara de hacer fuera lo más correcto del mundo.

Una gota de sangre resbalaba del puño de su agresor pero éste no le hizo caso. Dio un paso hacia él y lo levantó del suelo con facilidad. Los hierros de la puerta se clavaron contra su espalda.

—Repite lo que has dicho si te atreves— la voz tenía un deje que arrastraba su dialecto. Lo cual quería decir que no era de la ciudad exactamente o, quizás, de la parte más conflictiva de esta—, venga, Dattebayo.

Los ojos azules se entrecerraron y lo fulminaron amenazadoramente. ¿Cómo demonios de lo que estaba pasando iba a ser capaz de volver a decirle a esa chica las mismas palabras? Si tan solo nunca hubiera abierto la bocaza…

Ey, nena, qué te parece si tú, tu falda corta y yo nos damos un voltio por ahí para ver qué tal se te abren las piernas, había dicho eso con intenciones de recibir la misma respuesta que siempre le soltaban. Un "No" exagerado y la moza corriendo.

Sin embargo, la chica de cabellos rubios y largos, con esos pedazos de ojazos azules brillantes había estado custodiada rápidamente por aquel gigante rubio y aquel grupo de tipos raros. Pensaba que iba a poder estar a la altura con aquel sujeto con pinta de chulo, sin embargo, no fue así. Simplemente y con ese puñetazo estaba deseando ir a la enfermería, meterse bajo las mantas y no salir hasta que terminaran las clases.

¿Por qué cada vez llegaban más chicos y se colocaban al lado de las chicas como si las custodiaran? Y demonios, cual parecía más peligroso. Por otro lado, ninguno parecía tener intenciones de detener al rubio. Al contrario, incluso le pareció ver a un moreno que lo miraba con un deje de burla, como si simplemente fuera un insecto en medio del camino del rubio.

El muchacho de ojos azules volvió a empotrarlo contra la puerta, como si aquella distracción de sus pensamientos fuera irritante hasta el punto de querer más. Le vio volver a levantar el puño con el que le había golpeado, pero algo lo retuvo. Una mano pequeña apareció justo sobre el brazo levantado y presionó el codo del joven. Este miró a la muchacha junto a él con sorpresa.

—¡Ah, Sakura-chan! — habló animadamente.

Una joven de cabellos rosados cortos, recogidos con un pequeño clip. Los ojos verdes más extraños que nunca hubiera visto, una pequeña marca en su frente en forma de rombo y ataviada con la ropa del instituto se colocó las manos sobre las caderas.

—Es suficiente. El primer día y estás dando la nota— regañó al rubio como si de su madre se tratara. Este se rascó la nuca avergonzado. ¿Dónde demonios estaban los cojones de antes?

—Pues, es que… verás… — balbuceó el chico.

—Frontuda— la rubia que momentos antes había intentado llevarse al catre con su broma se adelantó, ignorando la mirada furiosa que le dedicó la chica de cabellos rosados—, no culpes a Naruto. Solo me defendió, nada más.

—Sí, sí— puntualizó Naruto.

—Este chico— la joven de ojos azules miró hacia él con desprecio—, soltó una buena rastra de mierda por la boca. Y tampoco vale una expulsión el primer día, Naruto— el rubio lo sopesó cerrando sus ojos y acentuando su rostro en forma de zorro—, bah, entremos. Creo que ya hemos llamado suficiente la atención.

—Está bien, Ino-cerda— sentenció la pelirosa.

Y la chica se giró hacia la entrada, pasando por su lado sin más preocupación, entre la chica de rubios cabellos y el enorme chico. El resto les siguieron como un rebaño de ovejas. Muchos le dedicaron una mirada sombría, otros ni le miraron. Algunos soltaron una risita. Pero uno de ellos le lanzó la mirada más terrorífica del mundo. Su hubiera podido arder ahí mismo, lo habría hecho.

Se quedó sentado sobre sus temblorosas piernas mientras se limpiaba la sangre. Una de sus muelas le bailaba en el interior de la boca.

—¿Estás bien?

Levantó la mirada hacia arriba, sorprendido. Una muchacha de cabellos largos, entre negros y azulados y los ojos perlas más preciosos que hubiera visto nunca, le extendía un pañuelo de encaje blanco con letras bordadas en rojo. HH. Casi ni se atrevió a tocarlo.

—¿Quién demonios son? — cuestionó.

La chica sonrió con cierta duda. Movió sus dedos en gesto de vergüenza mientras miraba hacia el rebaño.

—La clase 2-b— presentó la chica—. Somos los nuevos.

Y tras hacer una reverencia corrió para reunirse con tres chicos que la esperaban. Claro. Ella también pertenecía a ese grupo. ¿Cómo podía existir ese ángel dentro de esa panda de matones?

2-b. La clase problemática, había llegado a Konoha School.

(…)

Bebió un sorbo de la taza de café humeante mientras observaba al grupo dirigirse hacia el edificio. El chico rubio parecía llevar la voz cantante. Y el moreno junto a él también. El resto de alumnos los miraban sorprendidos y cuchicheaban asustados a medida que se acercaban hacia el edificio. El profesor de la puerta finalmente daba la cara y se llevaba a aquel pobre diablo herido hasta la enfermería.

Vaya, los cobardes existen en todos lados, pensó con sorpresa. Apuró el café de un sorbo y con maestría colocó el libro y la libreta con la lista sobre su hombro. Nada más girarse se encontró con unos ojos rojos y una melena de aspecto sedoso y despeinado. Kurenai bostezó y le pasó por al lado nada más saludarle. Podría resultar normal, pero aquella mujer parecía experta en moverse siempre rápido y dejarles ver más que tocar.

Silbando una canción mientras se acomodaba su máscara se dirigió hacia 2-B. Era el tutor oficial de aquella clase de desastrosos alumnos. Aunque todavía no podía considerarlos de ese modo exactamente. Tsunade había insistido en sobremanera que él se encargara de ellos como tutor. Había sido un buen problema y esperaba que llegaran muchos más.

Como Ebisu se había empeñado en puntuar una y otra vez, eran agresivos. Sus historiales indiciaban que habían llegado hasta a agredir a sus profesores sin reparo alguno. Que eran una panda de insoportables que habían llegado a volver locos a todos los psicólogos de instituto que habían tenido. Además, de un modo u otro, todos eran repetidores, con lo cual, enseñarles sería ser todavía más testarudos que sus vacías cabezas.

Kakashi quizás se había contagiado del espíritu luchador de Tsunade, por eso mismo y a su modo, se negaba a dejar atrás a aquellos niños. Porque por mucho que sus hormonas ya los empezaran a marcar como futuros adultos, seguían siendo niños que necesitaban una mano amiga. Y quizás no solo una mano amiga.

Las puertas estaban cerradas cuando llegó, pero las voces ya salían del interior del aula. Algunas risas, otros protestaba por tener que estar ahí. Según los informes, algunos se habían reincorporado hoy mismo por haber estado expulsados. Se imaginaba sus caras de sueño. Sonrió y se dispuso a abrir la puerta. El silencio reinó cuando le vieron.

Estaban desperdigados por la clase. Algunos sentados en los pupitres, otros alrededor en grupo. Uno sentado en el borde de la ventana con varias chicas franqueándolo. Sonrió a medida que se acercaba hasta la mesa y les estudió con atención. Justo cuando la campana sonaba anunciando las clases abrió la libreta con la lista y les dedicó una mirada autoritaria.

—Mi nombre es Kakashi Katake, seré vuestro tutor a partir de hoy. Mis asignaturas serán historia, tutorías y literaturas. Después os pondré mis horarios de tutoría por si lo necesitáis.

Se giró hacia la pizarra y empezó a borrar lo que habían escrito. Esperó alguna broma por su parte, pero cuando se giró, parecían gatos. Unos asustados, otros curiosos, otros desconfiados.

—Bien. Ahora pasaré lista. Os sentaréis por orden de lista y os presentareis para que nos conozcamos. Solo será una semana, después nos sentaremos por sorteo, ¿de acuerdo?

Silencio. Suspiró.

—¿De acuerdo? — repitió con seriedad. Algunos balbucearon una afirmación—. Bien, comencemos. Shino Aburame— indicó y señaló el pupitre junto a la puerta.

Un muchacho con gafas oscuras se acercó hasta el lugar. Apartó la silla y se colocó entre esta y el pupitre.

—¡Adelante Shino! — Exclamó un chico con marcas rojas en la cara en forma de colmillos y el cabello revuelto. Kakashi siseó para acallarlo.

—Shino Aburame— se presentó el susodicho—, soy hijo de un apicultor, tengo dieciocho años, y…— sin darse cuenta el muchacho empezó un largo repertorio. Kakashi sintió un sudor frio recorrerle como advertencia.

—Suficiente, el siguiente.

Aburame se sentó refunfuñando.

—Vamos a ver. Akimichi Chôji.

Un chico bastante, por no decir muy, rellenito se adelantó. Se colocó en su puesto y le miró.

—Soy Chôji y me encanta la carne— se presentó. Después se sentó con un ruidoso crujir de la silla. Kakashi parpadeó.

Suspiró y pasó hasta que fue el turno de una pelirroja que no cesaba de mover sus gafas con nerviosismo y miraba hacia un moreno con interés.

—Karin— repitió. La chica bufó y caminó hasta su asiento correspondiente entre las risas de algunos.

—Karin U…— guardó silencio y se encogió de hombros, sentándose.

Esperaba que armara más jaleo, sinceramente, pensó.

—Sakura Haruno— prosiguió.

Una chica de cabellos rosas dio un paso adelante. La reconoció. Era la misma que había detenido al rubio inquieto de la mesa de atrás. Se acomodó en su asiento, no sin antes enviar una mirada de advertencia hacia la pelirroja junto a ella.

—Sakura Haruno— se presentó—, dieciocho años. Mi padre es… mi sueño es convertirme… la persona que… bah— se dejó caer en su asiento por igual y miró su teléfono móvil como si fuera la única salida.

Vaya, estos chicos realmente necesitan que les escuchen. Están bien agotados de la ignorancia de los adultos.

—Gaara— nombró.

Nadie dio un paso adelante, ni siquiera tosió o se escuchó una sonrisita. Frunció el ceño y vio a una chica de cabellos rubios levantar la mano.

—Está ausente por gripe.

—Ah, gracias. Que traiga un justificante.

No sabía si creer o no. La falta igualmente se la llevaba.

—Siguiente: Hinata Hyûga.

Alguien tropezó con una de las mesas con nerviosismo, cuando fue a colocar la mesa, con el trasero, golpeó la que estaba detrás de ella. El rostro se le puso del mismo color que los tomates.

—Deja la mesa, no te preocupes— invitó— pasa delante…

—¡S-sí! — corrió hasta su puesto y Kakashi temió que diera de lleno con el suelo—. Preséntate— invitó una vez estuvo a salvo.

—S-soy Hinata… ahm… tengo dieciocho años…— la notó tragar y tocarse los dedos mientras hablaba—, mi… mis padres son empresarios. Y… ehm…

Parecía costarle horrores. Estaba a punto de demandarle que lo dejara cuando alguien posó una mano sobre el hombro de la chica. Era un joven mayor que ella, con los cabellos castaños pero los mismos ojos perla. La chica balbuceó un rápido gracias y se sentó. El chico le miró en espera.

—Adelante— invitó.

—Neji Hyüga.

—Oh, ¿sois hermanos?

—No— y asunto zanjado. Se sentó junto a su prima, pues según sus partidas de nacimiento que poseía el centro era hijo del hermano de Hinata.

Una familia problemática.

—Siguiente— indicó—. Kiba Inuzuka.

El chico de los extraños tatuajes dio un paso al frente y se situó en su asiento, tras Aburame. Sonrió mostrando sus caninos alargados.

—¡Soy Kiba y me encantan los perros! ¡Y las chicas! ¡Y…!

—Creo que nos hacemos una idea— zanjó antes de que se anduviera por las ramas. A ver, sigamos. Rock Lee.

Un chico con cabello estilo tazón dio un paso adelante todo entusiasmado. Lo que más llamaba la atención de él eran sus cejas. De algún modo le resultó familiar. Levantó el pulgar tras posicionarse tras el escritorio.

—¡Soy Lee y estoy totalmente enamorado de Sakura!

Todo quedó en silencio. Ni siquiera le hizo el menor caso. El pobre se sentó con los brazos estirados en la mesa mientras maldecía su suerte.

—Matsuri— nombró.

Una chica castaña llegó animadamente hasta su puesto.

—Soy Matsuri. Mis padres trabajan para la empresa "Arena y más". Tengo dieciséis años.

Ah, la chica que no repitió y aun así fue expulsada por ser descubierta en una fiesta.

—Shikamaru Nara.

Un chico con el cabello atado en una coleta, dándole una extraña forma de piña caminó arrastrando los pies hasta su puesto. Bostezaba mientras tenía las manos dentro de los bolsillos.

—Shikamaru Nara— se presentó—, tsk, es problemático así que…— se sentó y dio por zanjado su presentación.

Así que tú eres el chico con mayores faltas de ausencia. Bien, te tendré vigilado.

—Sai.

Un chico de ojos tan oscuros como sus propios cabellos y tez pálida se posicionó. Llevaba un bloc de dibujo debajo del brazo.

—Sai— se presentó y puso la más falsas de las sonrisas que había visto nunca—, solo dibujo.

—Ehm, ¿ok? — lo vio sentarse. Miró su lista—. Tayuya.

La pelirroja caminó hasta su escritorio, le mandó una mirada nada agradable, le tentó a preguntara y se sentó. Kakashi suspiró y zanjó el tema.

—Temari.

La chica que momentos antes le había informado de la falta de Gaara se posicionó en su asiento. Traía un pequeño abanico con ella que golpeaba de vez en cuando al cerrarlo.

—Temari. Diecinueve años.

Y se sentó.

—Tenten— continuó.

Una chica con dos moños a cada lado de la cabeza se colocó en su asiento, frunciendo el ceño.

—Tenten— se presentó—, hija de un librero.

Kakashi entrecerró los ojos, pero no presionó. Dado su historial, Tenten era la hija de un traficante de armas al que habían detenido tres años atrás. Desde que su padre entrara en prisión su comportamiento había cambiado radicalmente.

—Uchiha Sasuke.

Ahí vamos. Uno de los leones de la clase. O debería de decir… ¿águila?

El moreno abandonó su puesto sobre el borde de la ventana para colocarse en su asiento. Tenten frunció el ceño cuando lo tuvo a su lado. El chico de ojos negros le miró.

—Hn. Uchiha Sasuke— se presentó—. No me interesa nada. No tengo ningún interés especial.

Fríamente escupió aquellas palabras mientras sus ojos destilaban odio. Se sentó tras apartar la silla con el pie.

Y el siguiente y último León…

—Naruto Uzumaki.

—¡Yosh! ¡Por fin me toca, Dattebayo! — Dio un salto sobre la mesa de su asiento y le señaló— ¡Soy Naruto Uzumaki y seré el mejor en todo el mundo!

Kakashi parpadeó.

—¿El mejor, qué?

Aquella pregunta pareció descolocar al rubio, que parpadeó perplejo.

—Pues el mejor— repitió como si aquello simplemente lo solucionara todo.

—Bueno, pues mientras buscas en qué quieres ser el mejor, sigamos. Ino Yamanaka.

La rubia de ojos azules que momentos antes había estado en la puerta junto el rubio se colocó en su pupitre con andares divertidos.

—Soy Ino, dieciocho años. Mis padres son floristas.

Y luego se sentó sonriendo al moreno junto a él.

Bien. Con esto ya los tengo a todos.

Cogió unos folios con los horarios expuestos dentro de un cuadrado y se los entregó a los de la primera fila para que fueran pasándolos.

—Este será vuestro horario a partir de hoy mismo. Cada profesor os entregará una lista de material que necesitéis para las clases. Si no pudierais conseguirlo, siempre se pueden hacer fotocopias. Hablad con Anko en la biblioteca. Ella os ayudará.

Regresó hasta su mesa y apoyó su trasero contra el quicio de esta.

—También, id preparándoos mentalmente que necesitareis un delegado y un subdelegado para asuntos importantes.

—¿Y cuando llega el rollo de que también tenéis un psicólogo para cuando lo necesitéis, que estaréis expulsados antes de abrir el primer libro y el resto de amenazas? — Cuestionó Kiba mientras convertía su horario en un avión.

Kakashi enarcó una ceja.

—Creía que veníais a estudiar, a crecer como alumnos, no a contar vuestras penas a un tipo que le dará absolutamente igual lo que queráis y os moldeará vuestra mente— suspiró y sintió pena por Hayate y su oficio.

—¿Qué? — La sorpresa se dibujó en el rostro de todos. Hasta Sakura levantó la vista del móvil y ya le prestaba más atención.

—Sois adolescentes, claro que tendréis problemas, pero— les miró uno a uno—, sois estudiantes que deben de tomar sus propias decisiones. Desde luego, las puertas de Hayate estarán abiertas para el que le necesite.

El timbre interrumpió su relato. Recogió sus cosas y les miró.

—No os mováis. Ahora os toca Matemáticas con Ebiru-sensei.

Y salió de la clase silbando alguna cancioncilla.

(…)

Sakura estaba en Shock. ¿Aquel hombre realmente les había dicho que podían estudiar libremente? ¿No había amenazas? ¿Ni expulsiones? ¿Ni siquiera iban a reñirles por el follón que había montado Naruto en la entrada nada más llegar? Aquello era increíble. Y por las caras de sus compañeros comprendía que no era la única que estaba alucinando. Hasta Naruto parecía estar en estado de Shock.

Aquel tutor suyo por un momento les había parecido una buena persona adulta. De esas en las que puedes confiar libremente que siempre te tenderán una mano.

—Ey, no os emocionéis. Puede que solo estuviera fingiendo como los demás.

La voz llegó desde atrás. Tatsuya había sacado su flauta, de un rojo oscuro, y se encargaba de limpiarla. Con las piernas cruzadas y el talón golpeando la pata de su mesa. Aquella simple advertencia heló los ánimos. Ella tenía razón desgraciadamente. No podían confiar en nadie.

Lo habían aprendido durante esos tres problemáticos años a base de dolor y furia. Ella misma era reticente a creer en los adultos del mismo modo que el resto de jóvenes podían. No era natural para ellos tener un problema e ir corriendo a contárselo a su tutor. Aprendieron que ellos mismos tenían que sacarse las castañas del fuego.

—¿Qué se supone que tenemos ahora? — cuestionó mirando el móvil con desinterés.

—Matemáticas— recordó la tímida vocecita de Hinata a su lado.

—Anda, mira Shikamaru, tu fuerte— puntualizó el gordito de la clase hacia el chico de cabellos en forma de piña.

Shikamaru chasqueó la lengua, apoyado sobre su brazo y miró hacia el exterior. Sakura también había sido buena en matemáticas en su tiempo. No de excelentes como lo era el Nara, pero sí de notables altos. Pero recordar lo que era no servía de nada. Porque también había sido buena en artes florales con Ino. O en gimnasia, que no se le daba nada mal.

La puerta se abrió bruscamente y un profesor se abrió paso. Era delgado y algo siniestro. O quizás simplemente es que su ego le superaba de altura. Le dedicó una simple mirada y sintió el aire helado que se formó rápidamente a su alrededor. Todos siempre listos para saltar en cualquier momento.

Fue entonces cuando se percató de que estaba justo frente a su pupitre con la mano extendida. Sakura arqueó una ceja. ¿Qué demonios quería?

—El móvil— demandó subiéndose las oscuras gafas de sol—, están prohibidos durante la clase.

Miró por un instante el aparato y luego a él. ¿Por qué demonios tenía que entregarle su aparato? De repente, un escalofrío le recorría la espalda. Miró hacia atrás y vio el ceño fruncido de Naruto. El aspecto de su postura era claramente la de lanzarse contra el profesor si era necesario.

Demonios, otra vez no.

Posó el móvil sobre la mano del profesor y tragó, sintiendo la mirada de desconcierto del rubio sobre su espalda. El hombre lo dejó sobre la mesa y la miró.

—A última hora venga a recogerlo a la sala de profesores— indicó.

Sakura asintió y se cruzó de brazos. Estaba helada.

(Flashback)

Sakura hija, es hora de irte a clases— anunció la voz de su progenitora desde las escaleras. Sakura miró la puerta con cierta indiferencia y temor— ¿Sakura?

¡Sí! — se obligó a exclamar. Su madre cesó su empeño.

Estaba incómoda y por más que miraba la mochila con sus cosas no terminaba de creérselo. Las últimas palabras de su tutor hacia un año eran simples y claras:

"Nunca volveréis a ser aceptados en una institución de enseñanza. Olvidaros de sueños y futuros".

¿Sueños y futuros? Entonces, ¿por qué había llegado a su casa una carta donde le informaban de que un nuevo curso empezaba y que debía de presentarte en la escuela más importante de toda Konoha?

Había llamado a Ino para asegurarse y esta le había respondido animada que ella también tenía una, al igual que Hinata y Tenten. Naruto había ido a verla completamente animado mientras sacudía el papel y entonces, había sido cuando decidió que no podía hacer nada más.

¿Realmente quieres que esté en esa clase? — Le había preguntado al rubio sin atreverse a mirarle a la cara.

Él había sonreído con ese deje de zorrito en su rostro.

¡Por supuesto! ¡No sería divertido si no estuviéramos todos!

La pregunta era: ¿qué pensaba Naruto que sería divertido? Les estaban dando una nueva oportunidad y ella se lo estaba pensando demasiado. No quería volver a ver al rubio furioso, con el rostro congestionado por aguantar las lágrimas mientras maldecía los profesores. Y sin embargo él, se lo estaba pasando realmente bomba ante la idea de volver a clases con todos.

¿Por qué diablos nunca perdía la esperanza? ¿Por qué parecía seguir gustándole que le pisotearan, que frustraran todos sus sueños? ¿Por qué luchaba por ser reconocido tanto?

Suspiró y aferró la maleta con un tirón brusco y bajó las escaleras. Su madre la miró un instante antes de salir y pudo ver la decepción dibujada en su rostro.

(Fin del flashback)

(…)

Estaba empezando a sentirse incómodo. La emoción de una nueva oportunidad le había corrido por las venas desde que recibiera aquella carta, pero ahora, todo estaba siendo confuso. Se había prometido a sí mismo comportarse, incluso no volver a pelearse y lo primero que hacía era meterse en una pelea por unas frases mal dichas a una chica de su grupo. Si no hubiera sido por Sakura estaría de nuevo de papitas en la calle. Seguramente se habría hecho el chulo, escupido alegado que ahí no tenía que hacer, pero la verdad era que necesitaba estar en ese lugar, continuar adelante, o terminaría pagándolo muy caro.

Tragó al recordar los cabellos de su madre levantados en ocho formas, el puño que le esperaba como hiciera alguna de las suyas y la mirada de enfado de su progenitora. Si volvía a cagarla, Kushina Uzumaki le daría la paliza de su vida. Según ella, su padre no había muerto para dejar como heredero a un rebelde como él.

Eso mismo había pensado él años atrás, cuando ya estaba harto de ir de una clase a otra, cuando las expulsiones eran el plato de cada medio día y las peleas su cena. En aquel tiempo no podía librase de su frustración, de que los adultos fueran injusto y simples paquetes de sangre que tan solo sabían mirarle por encima del hombro y recordarle que era una basura.

Rechinó los dientes nada más recordarlo.

Todo había sido tan injusto y luchaba tanto por conseguir una simple muestra de atención que sin darse cuenta aquella clase se había convertido en su mayor punto de apoyo. Eran como una familia para él, con sus diferencias y demás. Por eso, fue incapaz de pasar por alto que aquel brabucón hablara de aquella forma a Ino. Y había perdido los papeles.

Para remate, su nuevo tutor era extraño. Hasta el punto de sorprenderle. ¿Qué demonios era ese de que se enfocaran en ser estudiantes y se olvidaran de todo lo que había pasado? ¿Dónde estaban las amenazas y demás? Siempre había sido tan fácil para los adultos hacerles ver que eran inferiores.

—Usuratonkachi.

Volvió en sí y miró hacia su compañero de asientos furioso. Sasuke simplemente le hizo un gesto hacia el profesor. Ebisu-sensei, como se había presentado, estaba pasando lista y era su turno de responder.

—¡Ah, aquí, aquí! — señaló levantando una mano.

La mirada del tipo fue congelante.

Otra vez esa mirada… otra vez toda esta mierda…

Primero había sido con Sakura y ahora, ¿quería buscarle problemas a él?

Pero el profesor se dio la vuelta y entregó a los primeros pupitres unos folios. Se acomodó en la silla y desde su posición visualizó las nucas de los demás. Todos estaban tensos, algunos malhumorados y otros, expectantes. ¿Cómo demonios podían soportar tanta tensión en sus cuerpos? Él necesitaba correr pronto. Ejercitarse o terminaría acumulando demasiada energía y explotaría a la menor de cambio.

(…)

Hinata se giró para pasar la hoja correspondiente hacia atrás y de refilón alcanzó a ver al rubio. Naruto se había inclinado para coger su hoja correspondiente y tenía el ceño fruncido mientras intentaba comprender qué había escrito en el folio. A su lado, unos ojos negros se encontraron con ella. Tragó y rápidamente se dio la vuelta.

No le gustaba Sasuke Uchiha. Era la contraparte de Naruto. Naruto era la luz y el otro, la oscuridad. Estaba segura. Pero ambos eran amigos. Los mejores amigos que nunca podría ver. Cuando ella llegó a esa clase por primera vez fue como experimentar ambas cosas a la vez. Naruto había sonreído abiertamente no solo dándole la bienvenida, si no que la incorporó con el resto de chicas. Sin embargo, Sasuke simplemente la miró con un deje de sorpresa y después, fingió que no existía.

Para ella no significaría nada, desde luego, si no fuera porque sus familias se conocían. Fue el segundo año en que sus padres los presentaron. Fue en segundo año cuando todo empezó a moverse. Y fue en segundo año cuando él le dejó bien clarito que no quería saber nada de ella. Y ahora, volvían a estar ahí, en la misma clase, teniendo que soportarse y verse, repitiendo un segundo año como si necesitara recalcar sus malos recuerdos.

(Flashback)

Olvida que me conoces— la había apresado del brazo nada más llegar a la escuela. La fulminaba con ojos oscuros y penetrantes—, ignora lo que ha pasado.

P-pero lo que ha pasado entre nosotros…— murmuró asustada.

El Uchiha apretó los labios y entrecerró sus orbes oscuras.

Entre nosotros nunca ha pasado nada.

(Fin del flashback)

Desde entonces había sentido miedo de él. Y cada vez que podía se mantenía alejada del susodicho, pero era un poco difícil no ser consciente de su presencia si siempre estaba con él. Naruto era su luz.

—Señorita, cuando usted quiera se vuelve para prestar atención.

La voz del profesor la hizo regresar en sí. Dio un respingo y miró hacia el frente. Escuchó algunas risitas y su rostro se volvió caliente. Sabía que su blanca piel estaría colorada y que resaltaría su torpeza.

Demonios, Hinata, se dijo, no has tenido bastante con el espectáculo de las mesas que ahora te embobas mirando a Naruto.

Sintió una ligera punzada en el vientre. Se llevó la mano hasta el lugar y acarició las vendas con suavidad. Volvía a dolerle. Neji se inclinó hacia ella con curiosidad y no pudo más que sonreírle. Desde que su primo había llegado un año atrás desde su casa se había volcado. Sus atenciones y consejos, aunque al principio rudos y fríos cambiaron en un año. Ahora Neji era más un hermano mayor que otra cosa.

(…)

Sasuke se había encontrado con la mirada de la chica de ojos extraño. La de cabellos azules que tantas veces había descubierto mirando hacia ellos mientras se sonrojaba y jugaba con sus dedos. Le había puesto de mal humor al instante.

Cambió de posición en la silla justo cuando el timbre sonaba y comenzaba la tercera hora. No tenían tiempo ni para un respiro y se moría por llevarse algo a la boca. Por un momento, empezó a pensar que se le estaban contagiando los instintos hambrones de Naruto, pero si mal no recordaba no había desayunado esa mañana.

Nada más despertarse se había encontrado a su padre abrochándose la chaqueta de camino a la puerta. La mirada que le había dedicado provocó que se le cerrara el estómago. ¿Cuándo demonios su padre iba a empezar a aceptarle? Él no era su hermano vagabundo.

Para más irritación, la puerta del dormitorio había estado abierta y había descubierto a su madre acostada en el sofá, mientras que otra mujer ocupaba la cama. Había rechinado los dientes y detenido su camino hacia la cocina automáticamente. Cuando su padre se marchaba en su BMV él ya estaba sobre su moto de camino a la casa del rubio.

Claro que todo eso no tenía culpa la chica tímida de ojos misteriosos o de suspiros tímidos hacia su amigo. Sin embargo, parte de su desgracia sí provenía de ella.

—Ey, teme— llamó Naruto poniéndose en pie—, salgamos.

—No podéis salir, empieza la tercera hora.

Una mujer despampanante entró por la puerta. Llevaba un vestido de color blanco y rojo que se estrechaba justo en sus caderas. El cabello algo alocado alrededor de su cara y unos penetrantes ojos rojos que lo estremecieron. No tenían la misma forma, pero parecían los que solían aparecer en sus pesadillas.

Demonios, esto no estaba empezando bien para él. Cuando recibió la carta anunciándole que había vuelto a ser aceptado en un centro de escolaridad, cuando ya estaba cavilando qué hacer para poder marcharse de su casa, su madre se lo había implorado para que regresara. Espero que ella no tuviera que acudir. ¡Diablos, era Hinata Hyûga! Debería de ser lista, inteligente y haberse sacado el graduado de algún otro modo.

—Vamos a ver— empezó la mujer tras presentarse como Kurenai—, seré vuestra profesora de física y química. Tendremos que utilizar el laboratorio la mayoría de veces, así que os pediré por favor que os comportéis durante el traslado. Hoy no será porque no está libre— añadió antes de que se pusieran en pie.

Un deje de molestia cruzó su voz. Por supuesto. Ellos eran la clase problemática. Que los hubieran llevado hasta ese lugar no era nada especial. Los profesores estaban en su derecho de desconfiar de ellos. Sin embargo, tanto Kakashi como esta mujer parecían contrariados porque les pusieran pegas a su avance en vez de cortarles las alas y amenazarlos.

La mujer se entretuvo en explicarles qué necesitarían y qué traer o no. Les dio folios igual que el resto y habló interesándose por ellos. Para su sorpresa, Ino, Karin, Kiba y Hinata se abrieron rápidamente a ella. Incluso le pareció ver a Sakura participar en alguna que otra conversación.

Miró a Naruto de reojo. Éste estaba de brazos cruzados mientras les observaba con el ceño fruncido. No tardaría mucho en llamar la atención del resto, estaba seguro. Pero el estúpido del rubio era incapaz de percatarse de lo que realmente debería. De tantos años de conocerla, se había percatado a la perfección. El carácter de Sakura era diferente. Estaba deprimida. O al menos, algo así. No estaba seguro de por qué y tampoco pensaba enfocarse en ello. Era Naruto el que siempre se encargaba de levantarla cuando la depresión la rodeaba, así como a la inversa. Porque él estaba tan enfocado en la pelirosa que no cesaba de perseguirla y gritar su nombre, aunque fuera una molestia.

(…)

Shikamaru bostezó por no sabía que vez. Llevaba desde que había despertado con una pereza increíble. Pero ahí estaba, sentado, escuchando la presentación de aquella profesora y su charla que rápidamente variaba. Él quería estar en el exterior, posiblemente en el tejado, acostado y mirando las nubes mientras echaba alguna que otra cabezadita.

Pero se encontraba ahí, sentado tras un pupitre y ojeando una hoja que había leído ya tres veces. ¿Por qué? Porque su madre estaba harta de que fuera un vago que no hacia nada. Habían discutido, o mejor dicho, ella había discutido. Él simplemente se mantuvo ahí, de pie, escuchando los gritos y los golpes que su madre le otorgaba a la pobre mesa del salón. Hasta que su padre no entró en la casa, con una cesta escasa de compra, no se detuvo. Se echó a sus brazos y lloró mientras él aprovechaba para escabullirse.

Su madre había abierto la carta que le enviaran por error al confundir el nombre de su padre. No le importaba, tampoco tenía nada que ocultar, pero hubiera preferido evitarse tremendo escenario.

Sin embargo, su padre había sido otro caso. Entró en su habitación a plena noche, despertándolo.

(Flashback)

Eran las tres de la mañana según el despertador. Su padre se sentó a los pies de la cama con gesto serio y aburrido a la vez. Quizás ese era el deje de los Nara, así como su característico cabello en forma de piña. Su padre había esperado a que se espabilara un poco antes de hablar.

Esa carta… es algo que no debes de desperdiciar. Tienes una nueva oportunidad para ser algo en la vida. Tu inteligencia es grande, ¿por qué no la aprovechas?

Shikamaru bostezó y miró hacia la ventana. Las estrellas brillaban con fuerza en un cielo oscuro. Solo una pequeña torre terminada en punta le impedía ver claramente la constelación que se formaba.

Es problemático.

Tener que levantarse todos los días temprano. Cargar la maleta. Hacer deberes al volver a casa. Aguantar a una clase que no hacía más que ruido. Tener que soportar a las chicas gritando. Las falsas caras de los profesores. Bueh, todo era un problema.

¿No querías hacer algo grande en el futuro? — Cuestionó su progenitor echándose hacia delante—, está bien que nos ayudes en la reserva cuando quieres, pero, ¿cuál es tu sueño?

¿Su sueño? ¿Acostarse de nuevo contaba cómo sueño? Suspiró y se recostó.

Iré.

Su padre se levantó tras darse unas palmadas en las rodillas.

Genial. Así tampoco tendrás que aguantar a tu madre— animó.

Shikamaru le vio salir por la puerta y como siempre hacia, se preguntó de nuevo por qué su padre aguantaba a su madre.

(fin del flashback)

Y por ese mismo motivo estaba ahí, soportando largas horas con el trasero pegado a una silla. Miró a su alrededor y bostezó. Algunos ya se habían animado con la charla de Kurenai, hasta se habían tomado la libertad de acercarse para curiosear algunas de las cosas que darían.

Arqueando una ceja, se preguntó cómo narices podían ser muchos de ellos tan problemáticos.

(…)

Hinata parecía animada, interesada en la conversación aunque apenas soltaba algunas cortas frases. Aquello era bueno. Sin embargo, le preocupaba el gesto que había efectuado momentos antes. Estaba seguro de que su herida se había vuelto a abrir. Hubiera preferido cargarla hasta la enfermería y que la revisaran, pero su prima ya le había advertido, aunque más bien pedido con ojos lacrimosos, que no hiciera una escena de primo preocupado y sobreprotector.

No era su intención comportarse de ese modo. Es más, antiguamente ni hubiera pensado en hacerlo. Pero no era su "yo" de un año atrás al que le importaba nada esa chica. Era su prima pequeña, había comprendido como amarla y se había ganado su aprecio con muchos esfuerzos.

Tener esos sentimientos familiares hacia ella aumentaba sus motivos para encontrarse en ese lugar. No le importaba haber tenido que repetir curso. Tampoco era culpa de ella, ni siquiera de su severo tío, que había tenido la paciencia de soportarlo con sus males de humor y peleas. Incluso había llegado a formar parte de su apoyo emocional a la hora de calmarle y mostrarle un nuevo camino a seguir.

Sin embargo, su tío también le había fallado. Y no solo a él, a Hinata también.

Cuando la carta invitándole a unirse a las clases había llegado a la vez para ambos primos, Hinata había sonreído emocionada, echada sobre sus almohadas, dejando su libro de cabecera a un lado para releerla y le había mirado con ojos de ilusión. Neji se había encogido de hombros y había aceptado a sus ruegos de volver a estudiar.

Pese a que estaba seguro de que aunque la chica se alegraba mucho de estudiar junto a él, había otros motivos que la habían animado a volver a clase, quitarse de encima la depresión de aquel maldito incidente y dar pasos pequeños hasta el lugar donde se encontraba ahora. Sin embargo, había notado la palidez de su rostro cuando vio a Sasuke Uchiha y la diferencia de éste hacia su casi hermana.

Al menos, podrían convivir sin necesidad de comunicarse.

—Por cierto, chicos— habló la joven profesora levantando la voz—, id haciéndoos a la idea que las clases serán generalmente con grupos. Yo misma los montaré a medida que vaya viendo vuestros resultados. Por ahora, os haré una pequeña prueba para saber de vuestros conocimientos, ¿de acuerdo?

Un quejido de protesta llegó desde varios puntos de la clase. Naruto se estiró sobre la mesa llamándose hombre muerto y el Uchiha esbozó una sonrisa de superioridad mientras le decía algo que sol el rubio alcanzó a oír, pero bastó para que ambos empezaran a discutir como costumbre.

Kurenai no se inmutó, se levantó y se fue hasta la altura de ambos. El rubio ya había cogido del cuello de la camisa al Uchiha y éste hacia el mismo intento cuando la mujer posó sus dos manos sobre las cabezas de ambos. Los muchachos se volvieron para encararla, pero algo inquietó al moreno, que se soltó rápidamente y volvió a sentarse, mirando a otro lado.

—Ya continuaremos esto luego, dobe— zanjó.

Naruto le imitó, sentándose con una rodilla sobre sobra la otra masculinamente mientras miraba a otro lado y hacia un mohín de enfado.

—Ya te digo, Teme.

Suspiró y miró hacia Lee. Desde que se habían conocido tiempo atrás no cesaba de querer imitar todo lo que fuera para él considerado como "compañerismo", así que no tardaría en gritarle algo acerca de una pelea o una carrera. A saber qué locura se le ocurría esa vez al chico del pelo tazón.

Sin embargo, algo detrás de Lee llamó su atención. La muchacha de los cocos en la cabeza le miraba con el ceño fruncido. Tenten y él nunca se habían llevado demasiado bien, más bien, apenas habían hablado tres o cuatro frases. Especialmente, desde que su carácter cambió tan drásticamente. Según Hinata estaba teniendo mal bache, pero Neji se preguntó si era del tipo de bache que provocaba que cada vez que sus ojos se encontraran le hiciera un mohín de enfado y mirase a otro lado como si él fuera la cosa más vergonzosa del mundo.

Empezaba a creer que ese año iba a ser realmente complicado.

(…)

La campana sonó justo cuando Kurenai advertía que no aceptaría peleas en su clase y que se abstuvieran de ellas. Por ella, perfecto. Cuanto menos jaleo tuviera a su alrededor mejor podría concentrarse y quitarse de encima ese curso.

No es que no les apreciara, porque vamos, la mitad de ellos eran sus amigos. Especialmente Sakura y Ino. Pero algunas otras la odiaban, como Tatsuya y Tenten. Pese que para algunos aquel grupo era una familia más, para ella simplemente eran conocidos a los que tenía que soportar cada día y con los que únicamente se sentía cómoda con pocos. Algunos de ellos, si se veía amenazada, incluso se interponían entre el peligro y ella, sorprendiéndola muy de vez en cuando.

Pero ella no necesitaba protección. Para nada. Se había envuelta en más peleas de las que recordaba. Había escapado de ellas siempre victoriosa. Magullada, con puntos, con roturas, pero siempre ganaba.

Antes tenía motivos para pelear. Dos para ser exactos. Porque no solo había peleado con mujeres si no también con hombres. Y todo por sus dos hermanos pequeños. Kankurou siempre había sido el solitario del grupo, el que había decidido que como profesión en su futuro sería creador de marionetas. El que nunca volvería a ver el sol.

Y luego estaba su hermano menor, el pequeño de los tres. Antes el adorable y el fácil de manipular. Ahora, su gran dolor de cabeza.

(Flashback)

Llamó a la puerta por tercera vez. Sabía que su hermano se encontraba dentro ignorando sus llamados. Cuando quería hacerse el sordo y vivir en su mundo era realmente bueno. Harta de ser ignorada abrió la puerta y fingió no percatarse de la mirada de odio que le dedicó. Mostró el sobre abierto.

Han llegado cartas importantes— informó acercándose hasta la ventana y abriéndola para ventilar la estancia—, demonios, sigo preguntándome cómo puedes estar aquí dentro oliendo todo el día el humo.

Él no contestó. Volvió su atención hacia la guitarra que sostenía sobre sus piernas, revisando los acordes. Aquella guitarra había pertenecido anteriormente a Kankurou y fue la primera cosa que hizo teniendo cuerdas, aunque fueran realmente diferentes a las que luego se dedicó.

Son de Konoha School— prosiguió—, nos invitan a unirnos al nuevo curso que comenzara. En 2-B.

Los ojos aguamarina la miraron sin expresión.

¿Tú también? — fueron sus únicas palabras. Y ella sabía por qué lo decía.

Que repitiera curso y tenga la edad que tengo, no impide que pueda repetir. Quiero hacerlo, Gaara.

Se sentó junto a su hermano en la cama y colocó una mano dubitativa sobre su rodilla. Él la apartó automáticamente, con asco. La posó sobre la carta correspondiente para él y la dejó sobre la cama.

Échale un vistazo, por favor. No te vendría mal terminar los estudios, no puedes ser siempre un… vagabundo y darle la razón a nuestro padre.

Se levantó y salió de la habitación con el corazón apretado en un suspiro. Nada más cerrar escuchó algunos acordes.

(Fin del flashback)

Al día siguiente se encontró la carta arrugada y tirada en la papelera. Gaara no quería saber nada que no fuera salir con sus falsos amigos, encerrarse en sus paredes y meterse en líos. Y, por supuesto, irritar a su padre. Porque cuando ella había acudido a él para pedirle dinero para comprar lo necesario para las clases le había preguntado por Gaara. Cuando ella le contestó que no sabía que haría la había expulsado del despacho con tan solo un billete para comprar todo lo que necesitara.

Pensaba encontrarse con la directora durante el descanso, darle cualquier excusa acerca de por qué su hermano no había acudido. Pero nada más levantarse con intenciones de salir Ino la detuvo.

—Ey, Temari— habló en alto para que todos la escucharan—, chicos. He estado pensado que, como necesitamos delegados, ¿por qué no escogemos a Shikamaru y a Temari? Recuerdo que ambos eran muy organizados.

Naruto pasó junto a ella, superándole una cabeza a la chica rubia.

—Por mí que lo hagan— se encogió de hombros el Uzumaki y tras soplarle en la oreja a Ino y hacerla enfadar, salió del aula seguido de Sasuke.

Temari abrió la boca para protestar. No tenía ganas de tener más asuntos que los necesarios, irse pronto a casa, vigilar que su hermano no estuviera en el hospital y por encima de todo, olvidarse de que todavía asistía al instituto. Y lo principal, no quería congeniar con nadie más. Y ser delegado suponía tener que ir a reuniones, aguantar miradas amenazadoras o de miedo.

Shikamaru se levantó y con un enorme bostezo miró a la rubia.

—Paso, es demasiado…

—Problemático— terminó Ino por él. Shikamaru bufó—, si lo impartimos a botos, seguramente ganarías, Shikamaru.

Temari aprovechó que la chica se había enfocado en el vago de la clase y escapó. De verdad, no necesitaba más cargas de las necesarias.

(…)

Tenten recogió su mochila y salió al patio junto al resto. Le gustaba estar sola y revisar sus alrededores. Era algo que su malnacido padre le había enseñado. Siempre asegurarse del terreno, buscar puntos que pudieran ser trampas o ventanas de escape.

Maldijo interiormente y buscó la cafetería. La encontró gracias a Naruto y Sakura. La chica de cabellos rosas intentaba entrar mientras el rubio el impedía hacerlo, ocupando gran parte de la puerta y moviéndose a los lugares que la chica quería utilizar como entrada. Sasuke esperaba también impaciente y algunos se estaban empezando a impacientar detrás de ellos.

Finalmente, un puñetazo directo al estómago del rubio le hizo retroceder y dejar pasar. Cuando quería, Sakura daba un miedo atroz. Claro que aquello no era suficiente para que el rubio tuviera que ir a urgencias. No. Tenten le había visto pelear en peleas más duras y con peores heridas y aun así, terminar riéndose a carcajadas tras ganar y chocar los puños con Sasuke, su compañero de batallas.

A veces se dedicaba a mirarlos e intentar comprender hasta qué punto llegaba su grado de amistad. Habían estado sin verse una buena temporada, desde que les expulsaran a todos del último instituto. Y ahora se llevaban como si fuera ayer que se encontraran. Eran extraños.

Lee pasó corriendo junto a ella y se detuvo haciendo saltitos enérgicos.

—¡Vamos, Tenten! — animó—. Me han dicho que en la cafetería venden unos bocadillos geniales, tanto, que se terminan agotando. ¡Corre!

Le dio un suave empuje en la espalda con la mano y echó a correr. ¿Por qué demonios estaba Lee ahí? Ah, sí. Por ser escandaloso, por picarse con todo el mundo y olvidarse de que tenía que tomarse todo con más calma.

—Hinata, deberías de ir a la enfermería.

Ahg, aquella maldita voz que le crispaba las venas. Se apoyó contra la pared, junto al extintor y miró hacia el lugar. Los primos amorosos. Hinata y Neji. Ella le caía bien, no era problemática ni nada así, pero ese dichoso chico… ¿por qué se empeñaba en esconder lo que su corazón quería dar a entender delante de esa chica? Vale, los primos podían casarse, ¿Sería por ese mismo motivo? ¿Tenía que ser tan asfixiante con ella porque era de su agrado?

Le irritaba de sobremanera.

—No, Neji-nii-chan— negó la chica de ojos parejos a los de su primo—. Estoy bien. Solo me picaban los vendajes. Ya sabes que mi piel no soporta demasiado el esparadrapo.

El chico se quedó medianamente convencido. Demonios, era tan fácil de ceder. ¿Por qué, si era un hombre, era tan fácil de manejar por la Hyüga? Su padre nunca hubiera permitido que fuera así.

Sus miradas se encontraron de nuevo. Él serio y ella, enfadada. Ese chico realmente la ponía de los nervios. Parecía despreocupado y serio a la vez. Optó por devolverle el favor de antes y repitió el mismo gesto, por mirón. Tras la burla, salió corriendo hacia la cafetería.

A ver si realmente estaban tan buenos esos bocadillos como decían.

(…)

Ino esbozó una amplia sonrisa. Había convencido a casi todo el mundo para nominar a Shikamaru y Temari como delegados. Sabía que la gran mitad de ellos eran unos vagos que no se molestarían en entregar su tiempo a cualquier cosa que tuviera que ver con la escuela después de los deberes. Así que fue fácil.

Ella misma no podía perder tiempo. Había sido demasiada concisa con sus padres cuando le llegó la nueva oportunidad. Perdió un año por tal de ayudarles en la tienda. Ahora que las cosas iban bien y que tenían ayudantes, esperaba poder tener tiempo para sí misma. Al menos, para poder sacarse una buena carrera. Y, ¿quién sabía? La escuela era un lugar repleto de chicos guapos y jóvenes. ¡Jóvenes! ¿Acaso estos no eran los mejores amantes?

Miró a su alrededor. Chicos vestidos con uniforme, negro con blanco y lazo rojo o corbata oscura. Chicas que coqueteaban o reían en grupo. Chicos que intentaban ver por debajo de las faldas o que simplemente miraban al exterior y señalaban a algunas chicas de su interés. Sí. Aquel lugar estaba cargado de hormonas que necesitaban escapar de control de vez en cuando.

En su misma clase había chicos muy guapos, desde luego, nadie quitaba que el moreno Uchiha fuera un tremendo hombretón. Que el rubio alocado tuviera sus momentos sexys que quitaban el hipo a cualquiera. Hasta el vago de Shikamaru podía tener momentos en los que se convertía en todo un "tío bueno". Kiba si no fuera siempre oliendo a animal, hasta podría ser pasable. Pero no era su clase lo que le interesaba. Quería tener algo nuevo para probar y disfrutar. Algo exótico.

—Ino.

Se detuvo en seco antes de entrar en la cafetería junto al resto. Sai se encontraba tras ella con aquella extraña sonrisa que frecuentaba su rostro. Algo forzado o algo que daba miedo. Nunca podía saber qué pensaba aquel chico.

Le tendió la mano y mostró sobre la palma una pulsera de color rojo. Ino se sorprendió. Se miró la muñeca y descubrió que no estaba. Efectivamente, aquella era su pulsera.

—Ah, gracias, Sai-san— alargó la mano para recoger el metal—, ha debido de caérseme antes.

El moreno asintió y recogió su brazo tras entregarle la joya. Ino se la colocó con una sonrisa radiante. No sería ella misma sin sus pulseras ni su largo y preciado cabello que siempre recogía en una cola. Ella y Sakura siempre habían sido enemigas en cuanto a belleza. Cuando eran niñas su intención era simple resaltar y conseguir más declaraciones. Aquello fue cambiando desde aquel suceso, así como el comportamiento de la chica de cabellos rosas. Ella continuaba interesada en chicos, pero sin entregarse del todo.

—Ino— repitió Sai para llamar su atención. Esta le miró interrogativa—, todavía no me has dado una respuesta.

La joven tardó unos segundos en comprender. Finalmente, las ideas fueron a ella. Hacía un año atrás, Sai fue a verla a la tienda, con una intención. Recordaba a su padre haberlo echado con tarros destemplados y no había tenido tiempo de responderle.

(Flashback)

La puerta de la floristería crujió cuando el cliente entró. Ino se volvió radiante. Ese sería su último cliente de la tarde. Podría estar libre cuandito que lo despachara e ir a hacer unas compras antes de que cerraran los puestos. Había un vestido encantador que deseaba obtener más que nada. Pero cuál fue su sorpresa al encontrarse con el joven de tez pálida.

¿Sai? — Interrogó dubitativa. Si no se equivocaba, ese era Sai, su compañero de clases un tiempo atrás, antes de que terminara por dejar el instituto.

Sí— respondió él con una sonrisa misteriosa en su rostro.

Entró más al interior de la tienda.

¿Necesitas comprar unas flores? — se acercó hasta unas margaritas preciosas de color violeta— ¿para una mujer, quizás? — señaló con una mano las flores rojas y brillantes— rosas serian…

No— interrumpió cuando llegó a su altura—, no son flores lo que necesito, si no a ti.

Aquello quizás hubiera hecho estremecer a cualquiera. Pero cuando Sai miraba de aquella forma tan oscura, con un brillo escondido, solo podía significar una cosa.

Quieres que pose para ti— dedujo suspirando.

Exactamente— confirmó él sonriendo. Fue una sonrisa amplia, con significado, no como esas falsas que solía dar a los demás.

Bueno, pues…

Un sonoro golpe resonó sobre el mostrador. Su padre se mostraba furioso. Sai le miró con aquellos ojos entrecerrados, como si esperase que le lanzara alguna flor peligrosa a la cara. Ino levantó las manos en busca de calma.

No lo harás, Ino— advirtió—, nunca.

Y después se giró sin aceptar una sola respuesta mientras se entretenía, seguramente adrede, con un jarrón que ella misma había decorado momentos antes. Suspirando Ino había tenido que disculparse con él y pedirle que se marchara. Esa noche se había quedado sin amigo y sin vestido.

(fin del flashback)

Por eso mismo le sorprendía que le volviera a preguntar. Sinceramente, no esperaba encontrárselo de nuevo en la clase. Sai había dejado de acudir antes que ella. Algunos decían que se había dedicado completamente a la pintura y había olvidado ir a clases. No le hizo demasiado caso al rumor, y fue sorprendente que volviera a aparecer para pedirle que posara para él.

—Ya escuchaste a mi padre— murmuró colocándose un cabello tras la oreja.

Sai asintió lentamente.

—Pero, no recuerdo haberte escuchado a ti.

Agrandó los ojos con sorpresa, incrédula. ¿Acaso Sai…?

—¡Ino-cerda! — Sakura tiró de ella con fuerza, adentrándola en la cafetería—, ¿Qué haces ahí en medio? Deja a la gente pasar, demonios. Eres como Naruto.

Una vena se hinchó en su frente.

— ¡No me compares con ese imbécil! — protestó levantando el puño en advertimiento.

E Ino se olvidó por completo del chico.

(…)

Una mano se posó en su hombro y miró por encima de ella hasta dar con el dueño. Shino le miraba a través de sus gafas como si le entendiera. Pero él no necesitaba esa clase de calmada comprensión. Él solo necesitaba a la rubia que ahora estaba siendo aplastada por los brazos del Uzumaki, quien con sus fuertes brazos había atrapado tanto a Ino como a Sakura entre estos y las levantaba sin esfuerzo aparente.

Desde que la había visto por primera había querido dibujarla. No era algo romántico ni atractivo. Es que simplemente esa chica realmente tenía algo que quería plasmar. Siempre sonriendo, siempre buscando algo con todas sus fuerzas. Y quería ver si era capaz de plasmar esos sentimientos en un lienzo.

—Ellos nos aprecian pero siempre serán ruidosos— comentaba Shino a su lado—, se dejan llevar por los demás y son arrastrado por la corriente. Nosotros somos ahora y de nuevo, la clase 2-b. Y todos somos una familia.

Sai escrutó sus gafas. Había escuchado esas últimas palabras muchas veces salir de la boca de esos chicos, sus compañeros de clase, pero no entendía bien a qué se referían. ¿Una familia? ¿Tus compañeros de clase podrían llegar a serlo?

Shino entró en la cafetería con el resto y él se apartó para mirar por una de las ventanas. Tenía el oído bastante fino y no le costó demasiado ubicar al grupo de chicos bajo el árbol. Igual habían ideado el lugar para que nadie les vieran o simplemente era el pronto. Desde su ubicación podía ver 3-C, lo que indicaban que los cuatro eran del mismo curso y la misma aula.

Tres de ellos reían mientras un tercero tiraba de los cabellos a otro. Un rubio con con una coleta se agachaba frente al que estaba siendo agarrado y le susurraba algo. El pelirrojo suspiraba y miraba hacia otro lado y el de cabellos entre gris y azul continuaba tirando del cabello del chico hasta empotrarlo contra el árbol. El chico abusado saltó en lágrimas mientras los otros tres se marchaban.

Miró hacia la cafetería de nuevo.

¿Realmente eso era ser una familia?

(…)

Los alumnos se recogían finalmente para sus casas. Había sido un día largo para ser el primero de todos ellos. Algunos profesores se quejaban, otros simplemente gruñían y otros, mostraban la felicidad de su trabajo.

Él tenía que quedarse para la reunión. Como profesor de 2_b tenía que expresar sus opiniones acerca de ellos tras su primer día.

Como si se pudiera conocer un libro por su portada, bufó.

Su tarea era enseñarles Ética. Y era bastante difícil. Muchos de ellos le habían demostrado rápidamente que el tema era aburrido y que no tendría muchas esperanzas de que comprendieran lo que quería decirles. ¿Qué demonios habían hecho con ellos los anteriores profesores? Esos chicos parecían llevar corazas que les advirtieran de que iban a ser atacados por alguien.

—Asuma.

Levantó la vista hacia su compañero de trabajo desde que se licenció. Kakashi se sentó y bebió un sorbo de su café mientras que él encendía otro cigarrillo.

—Llegas tarde como siempre, Kakashi— lo saludó expulsando el humo—, ¿qué excusa es?

Kakashi sonrió.

—La fotocopiadora no quería que le abriera la caja.

Asuma carraspeó mientras Kurenai dejaba escapar un suspiro de sorpresa o quizás, un aviso de su grosería.

—Cualquiera diría que has intentado acostarte con la fotocopiadora, Kakashi— expresó.

El peli gris esbozó su característica sonrisa.

—Nah. Solo que no se abría el cajón de los folios, nada más.

Tsunade suspiró para llamar su atención. La rubia directora estaba sentada en el filo de la mesa de reuniones y golpeaba la mesa con las yemas de los dedos en espera. Sus almendrados ojos los miraba uno a uno. Desde luego, el primer día era el perfecto para reunir información. Y dado el peso que se habían echado encima, era importante tener la mayor información posible.

—Empieza, Kakashi— demandó. Él susodicho asintió.

—Hay dos líderes en la clase, Naruto Uzumaki y Sasuke Uchiha— empezó mostrando las fotografías de un chico rubio y otro moreno—, todo lo que pase en esa clase tendrá como factor importante a estos dos.

—Ellos mismos se catalogan como una familia— añadió Kurenai—, por lo que he podido escuchar en la cafetería. Es más, su comportamiento es tan natural y tan cercano que así lo parece.

—No olvidemos que siguen siendo adolescentes con hormonas— puntualizó Ebisu—. Hace nada, antes de venir, he tenido que entregarle a Haruno— mostró su imagen en ordenador que todos observaban—, su móvil. Parecía sumamente interesada en él más que en aprender.

—¿Qué sabemos de ella? — se interesó la directora.

Shizune movió el ratón hasta seleccionar el historial de la susodicha.

—Es hija única de un matrimonio pobre. No tiene antecedentes especiales. Fue expulsada de su anterior escuela por faltas de asistencia y estar envuelta en un accidente misterioso.

—Al parecer, su escuela prefería limpiarse las manos que averiguar qué pasaba— murmuró mirando hacia la pequeña fotografía de la chica.

—Por lo que he podido apreciar— continuó Kakashi—, es capaz de hacer que Naruto se calme de algún modo, aunque también tiene carácter agresivo para ello.

—Mientras no cause problemas extra, está bien. Mejor que tenga calmado al chico— opinó Ebisu— ¿le habéis echado un vistazo a su historial?

—Yo sí— intervino Kurenai—. Al parecer, la expulsión fue por las diversas peleas en las que siempre estaba metido. Tanto él como Sasuke eran los más peligrosos de su anterior escolaridad. Hasta el punto de que… Golpeó a un profesor.

El silencio reinó en la sala. Solo el ruido suave de él al chupar el cigarrillo y expulsar el humo. Tsunade asintió con cautela y los miró a uno otro. Ebisu ya tenía preparado su repertorio.

—Eso hace que tengamos que tener más ojos encima de él.

—No veo por qué— Kakashi se echó hacia delante y miró fijamente al hombre de gafas—, desconocemos los motivos que impulsaron a Naruto a golpear a un profesor porque la escuela de la que provienen han tirado demasiado basura encima de sus chicos con las intenciones de asegurarse de que nadie más volviera a darles una oportunidad de tener un futuro.

—Oh, venga ya, ¿vais a dudar de la palabra del profesorado?

—Desde luego— Hayate habló por primera vez. Todos clavaron sus miradas en él—. Tengo en mi despacho los historiales Psicológicos de esos niños y los he revisado uno a uno. Éste chico— movió el ratón y seleccionó a uno de los morenos, el de tez pálida, Sai—, tiene un historial bastante extraño.

—¿Cómo de extraño? — deseó saber la directora. Hayate asintió.

—Según los anteriores psicólogos, tiene un déficit de atención. Demasiados problemas emocionales como para si quiera ayudarle. Y una terrible depresión. Mas demasiados "rumores". Si fuera realmente así, éste chico tendría que estar en un manicomio en vez de en una clase rodeado de chicos problemáticos que acentúen sus problemas.

Tosió y bebió algo de agua para relajarse la garganta. Era extraño escuchar a Hayate hablar tanto sin toser. Pero el enfado parecía haber rebasado incluso a su propia enfermedad.

—Ya veo— murmuró Tsunade uniendo sus manos bajo la barbilla— ¿Quién más?

—Hinata Hyüga— puntualizó Yamato levantando la mano—. Esa chica no tiene problemas exactos, aparte del accidente que sufrió para perderse clases. Creo que la metieron entre esos chicos simplemente para quitársela de encima.

—Sorprendente teniendo en cuenta de quién es hija— se sorprendió Kurenai.

—La verdad es que he tenido que mover algunos hilos para que aceptara volver a dejarla estudiar— reconoció Tsunade suspirando—. Esto me recuerda… Temari y Gaara de la Arena, ¿qué podéis decirme de ellos?

—Sí. Según su hermana, Gaara está enfermo y por ese mismo motivo no ha podido acudir— informó Kakashi poniendo las fotografías de ambos hermanos—. Pero se huele tan a mentira como a lluvia. Su hermano debería de haber asistido también, excepto que él demandó una baja total ya que prefirió dedicarse a su empleo. Sin embargo, Temari fue expulsada por meterse en peleas y por abandono escolar. Gaara cambió drásticamente ese mismo año. Y por los informes que hemos recibido, fue a causa de la muerte de Kankurou, su hermano.

—Vamos, que tienen un momento crítico familiar— Asuma suspiró y miró sus notas—, también podríamos decir lo mismo de Tenten. Su padre fue un famoso traficante de armas que logró incluso escapar de la cárcel, dar muerte a un policía famoso y morir en el intento de su último intento de fuga.

—Sí. Creo que estos pocos son los más problemáticos. El resto en realidad tienen una conducta por haber faltado a clases, traer animales o simplemente por haber suspendido exámenes más que por ser problemáticos realmente— Kurenai miró hacia la directora en busca de afirmación.

—Es decir— murmuró Shizune indignada—, que los han tratado como basura sin siquiera molestarse en enfocarse en ellos.

—Eso parece— confirmó y miró hacia la directora—. ¿Qué hay de sus padres?

Tsunade frunció el ceño. De la forma en que recogió la taza de té que Shizune le había puesto momentos delante delató su enfado.

—Muertos, ignorantes, no quieren saber nada. Lo último que me dijo uno amablemente fue "si quiere utilizarla como puta, adelante" — la taza estalló en su mano y Shizune soltó un grito, afanándose en limpiarla—. Son unos desagradecidos. El mundo les da la oportunidad de traer crías al mundo y las depositan simplemente para luego hacer como que son carroña nada más.

Los profesores guardaron silencio. Existían esas clases de padres por el mundo. En demasiados lugares para su gusto. Miró los expedientes entre sus manos y fijó su atención en uno de ellos.

—Oíd— llamó. Cuando todas las miradas se centraron en él, continuó—, no nos hemos percatado de una cosa con tal de centrarnos solo en los problemáticos.

—¿De qué exactamente? — quiso saber Tsunade.

—De este chico.

Movió el ratón hasta seleccionarlo. La cara de un vago con cabello estilo piña apareció. Kakashi se mostró interesado.

—Ese es el chico del que me advertisteis— avisó—. El que poseía más faltas de asistencia que ninguno.

—Quizás se la salta por un motivo, Kakashi— puntualizó. El peligris clavó los ojos en él—. Mira su coeficiente intelectual.

Todos los ojos se clavaron en la pantalla del ordenador. Un coeficiente altísimo aparecía como "apuntes sin importancia". Asuma apretó el filtro entre sus dientes. ¿Apuntes sin importancia? ¿Qué mierda era eso? Ese crío tenía uno de los mejores cerebros dentro de su cabeza y todavía se atrevían a menospreciarlo, simplemente porque no había acudido a clases.

—Cada vez me alegro más de que me traspasaran aquí en vez de a esa institución— Kurenai, a su lado, apretaba los puños por debajo de la mesa.

—Es verdad, tú ibas a ir a ella antes de ser aceptada— recordó. La mujer le miró con aquellos interesantes ojos rojos.

—Sí, pero solo era una opción más entre muchas otras— clara y concisa—, por suerte, no necesitaron una profesora de biología y química.

Sí, por suerte. Mucha suerte, se dijo.

Desde que la joven profesora había llegado al instituto ir a dar clases se había convertido en algo mucho más interesante que intercambiar charlas con Kakashi y ver cómo éste se peleaba en peleas absurdas con el profesor de Gimnasia. Aquella mujer tenía algo sumamente atrayente, y no eran solo sus ojos ni su increíble cuerpo.

—Bien— Tsunade le sacó de sus pensamientos—, creo que todos os hacéis una buena idea de qué tenéis que hacer. Hayate, por favor, investiga más acerca de ese chico con problemas sin atosigarlo. Kakashi, procura tener en orden la clase. Los demás, seguid con el plan. ¡Eso es todo!

Asuma miró por la ventana antes de salir.

—Mañana seguramente lloverá.

Continuará…

n/a

Dios, llevaba mucho tiempo sin escribir de Naruto. Por ahí desde que empecé en NU y luego me pasé a Pot. Pero con el final y demás me han dado ganas. Y sí, otro escolar. Con tortura, amor y demás.

A ver a dónde nos lleva esto.

Chia.

PD: Creo que es el capítulo más largo que he escrito en mi vida…