Disclaimer: Tanto Dragon Ball Z como Naruto no me pertenecen, son obra de Akira Toriyama y Masashi Kishimoto respectivamente, pero mi imaginación me dio para juntarlos en una situación que nunca de los nunca va a ocurrir T.T... solo en mi cabeza.

He aquí algunas aclaraciones:

-letra normal- Diálogos

-letra cursiva- Pensamientos y contenido de flashback (lo especificaré)

-letra en negritas- Anuncio del flashback y técnicas especiales

¿Qué tal, amigos? Creo que esta vez sí me tomé demasiado tiempo, ¿cierto? Entre las cosas de fin de año y las vacaciones me tomó mucho tiempo dejar listo el capítulo, apenas que regresé pude sentarme a completar este, sobre todo por los pendientes que dejé de mi carrera antes de irme. Les comparto que justo acabo de terminar de escribirlo y confieso que me he tomado apenas unos minutos para revisar ortografía y posibles dedazos que haya cometido a lo largo del escrito, pero si por ahí notan alguno, agradeceré que me lo digan para corregirlo. No saben el trabajo que me costó pensar en lo que sucederá de ahora en adelante, y una escena en particular la sufrí jaja pero está listo todo y espero de corazón que sea de su agrado. Cualquier duda pueden escribirme con confianza.

Sin más por ahora, les dejo con el capítulo :D


Después de las últimas dos tediosas clases de la tarde, el cerebro de los jóvenes de secundaria se encontraba divagando en sus respectivas vidas sociales de fin de semana antes que concentrarse en la clase de física que se volvía un rotundo martirio para los desinteresados alumnos.

La princesa saiyajin se hallaba dibujando círculos y rayas en su libreta completamente ajena a la pausada y melodiosa voz de su profesor que con ello sólo lograba hacer que sus estudiantes cayeran en picada a un sueño profundo después de luchar con todas sus fuerzas para mantenerse despiertos. ¿A quién le importa? Para ella, aquellas complicadas fórmulas matemáticas eran la cosa más sencilla del mundo, tomándole una sola revisada a su libro para entender perfectamente cómo se resolvía aquello.

Quizá sea yo misma la que deba sacar al profesor de una patada y ponerme a explicar la clase. Seguro con eso mis compañeros aprenderían mejor que con este bueno para nada –se quejó internamente descartando al instante ese pensamiento. Si ella hiciese eso, su vida social se iría directo al retrete. La peliazul continuó garabateando rayas ésta vez con saña para liberar su frustración, sin embargo, en cuanto sintió que el resistente bolígrafo cedería a su inusual fuerza, se detuvo. La vista azulada de la inteligente chica se centró en el cristal de su pluma tinta negra que colocó a la altura de su mirada para notar que se encontraba ligeramente estrellado, nada de importancia, pero con seguridad el bolígrafo se hubiese estropeado completamente de haber continuado con su pequeña rabieta.

Bufó molesta. ¿Quién hubiera imaginado que su pequeño entrenamiento para volar le causaría tantos problemas en el futuro? ¡Nadie! Bueno, al menos ella no.

Nadie le dijo a la femenina y delicada Bra Briefs que entrenar el ki significaba una expulsión más fluida del mismo, aunque se tratara de algo tan simple como aprender a volar. Y claro, siendo ella la heredera de la mitad de los genes saiyajin, el entrenamiento no se le dificultó tanto como Goten y Trunks esperaban. Incluso Pan se vio sorprendida con la rapidez con la que su amiga aprendió a volar libremente por los cielos.

"Si tu intención es aprender a volar para divertirte, entonces no me necesitas. Ve a divertirte a otro lado y no se te ocurra volver a interrumpir mi entrenamiento para esas tonterías". Esas habían sido las duras palabras del Príncipe de los Saiyajin cuando ella se acercó a él para entrenarse en el recreativo arte de volar. En un inicio, Vegeta se había mostrado complacido cuando su pequeña hija lo buscó, pero en cuanto ella le dejó claro que solamente buscaba aprender para entretenerse, la desechó al instante.

Y aún sin haber entrenado con su estricto padre, sus poderes habían aumentado tan solo un poco más de lo que recordaba era su normal infancia.

–Yo creo que solamente estás exagerando, Bra, por lo que recuerdo, sigues siendo igual de debilucha que siempre –se burló Pan caminando a su lado por el pasillo.

Las clases hacía un rato habían concluido ya, y ahora ambas chicas se dirigían a la cancha de la escuela para observar el partido de baloncesto que se disputaría el equipo femenil de la Escuela Estrella Naranja contra su acérrimo rival, el equipo femenil de la Escuela Kyoso.

–¡Te digo que no estoy exagerando! Hace apenas unas semanas no habría roto alguna de mis cosas de esa manera. He tenido que comprar más bolígrafos que zapatos en lo que va de las últimas semanas y estoy comenzando a hartarme de esta situación.

–Pues yo sigo sin ver cuál es el problema. Si tan solo controlaras mejor tu carácter en lugar de estallar por todo, quizá estas cosas no te ocurrirían –la princesa miró con reproche a la pelinegra que sonreía inocente por el comentario, y más por lo que estaba a punto de decir –O quizá lo que te hace falta es más entrenamiento. Si aprendes a controlar tu ki, evitarás que estas cosas te sucedan.

–Ja-ja, muy graciosa, Pan. Lo que en realidad necesito es un relajante día de spa. Esta situación terminará por volverme loca y si eso ocurre, seguramente me volveré una maniaca de las peleas como papá y como tú –rió la peliazul por la mirada seria que su amiga le lanzó.

Pan soltó un suspiro resignado, aunque más bien tenía un tinte de decepción. La sola idea de tener una contrincante digna para entrenar le hacía mucha ilusión. No tenía nada en contra de su amado abuelito Goku o su tío Goten, al contrario, eran de los mejores oponentes que ella pudiera pedir; pero la que alguna vez fue la pequeña Pan, ahora estaba creciendo rápidamente y, aunque su amor por las peleas no había disminuido ni un poco, sus cambios de humor resultaban inexplicables para los dos varones que no entendían por qué en ocasiones su pequeña niña parecía querer matarlos a golpes, mientras que otras veces rompía en amargo llanto con contraataques que antes habría soportado airosa, sin mencionar que en una ocasión, su pantalón se manchó de sangre sin que ninguno de ellos le hubiese puesto un dedo encima. Desde ese día, ella prefirió entrenar con su madre, pero ella ya no estaba a su altura, así que después de un tiempo decidió regresar con su abuelito cuidando muy bien sus detalles fisiológicos.

En definitiva, una compañera de entrenamiento era lo que más anhelaba, y quien mejor que la mismísima hija del Príncipe de los Saiyajin.

–¡Tierra llamando a Pan! ¿Me escuchas? –llamó la princesa agitando su mano enfrente de los ojos de la pelinegra –¿En qué estás pensando?

–No, en nada –respondió aun distraída.

–Bueno, sea lo que sea, eso puede esperar. Tus compañeras de equipo te están esperando para comenzar con los preparativos del partido.

–¿Qué? ¡Ah, claro! –reaccionó apresuradamente echándose a correr, pero antes de doblar a la izquierda para ingresar a los vestidores, le gritó a la peliazul –¡¿Te quedarás a mirar todo el partido, cierto?!

–¡Por supuesto! –respondió de igual manera con un grito –¡Quiero ver la cara de Lya cuando acabes con ella y con su estúpido equipo! ¡Si le causas una lesión en alguna parte de su asqueroso cuerpo no te sientas mal, te doy todo mi permiso para hacerlo! –Pan sonrió moviendo su cabeza negativamente, se despidió de su mejor amiga y se perdió.

El partido comenzó con el ánimo a flor de piel de los espectadores que apoyaban con gritos y porras a su equipo favorito. La gran final de baloncesto se disputaba en las instalaciones que antes le pertenecía al nivel preparatoriano, pero que gracias a la gran cantidad de dinero que el héroe Mr. Satán le donó al colegio, éste logró expandirse e incluir el nivel de secundaria y pronto comenzarían con los preparativos para incluir ciertas carreras universitarias. Son Gohan, antiguo alumno del instituto graduado con honores, se les antojaba como uno de sus profesores de licenciatura.

No supo cómo ni en qué momento ocurrió, pero pasados unos cuántos minutos de inicio, el equipo femenil de la Estrella Naranja estaba arriba en el marcador por seis puntos a cero obtenidos por la capitana y jugadora estelar del equipo, Son Pan. Bra rió por lo bajo. Sus puntos habían sido tres tiros dentro del área y uno que habría significado un par de puntos más de no haberlo fallado deliberadamente. La hija de Gohan siempre se portaba prudente a la hora de jugar, sin embargo, la adrenalina mezclada con el dulce sabor de la victoria jamás le hacía perder un solo partido si estaba en sus manos. Nada que ver con lo que solía ser en el pasado.

Aun recordaba aquel día en el que Pan casi causa una lesión permanente en la pierna de una jugadora prometedora en la final del torneo de baseball del año pasado. La ojinegra, emocionada por el juego y cegada por la sed de victoria, lanzó la bola de baseball para darle a la muchacha que corría a marchas forzadas para llegar a la base y salvarse. Fuerte se queda demasiado corto para lo que fue semejante reprimenda que su padre le dio en el hospital, muy apartados de los familiares de aquella humana frágil que gimoteaban por el desdichado acontecimiento. La señora Milk tampoco ayudó mucho con su alterado estado de ánimo, aunado al hecho de que a su señor esposo le importó un carajo y ni siquiera se presentó al juego de su nieta. Nada de eso pudo compararse con el gran sentido de culpa que la pequeña Son sintió en ese instante y que al parecer jamás pudo olvidar. Ahora solo se limitaba con sus poderes y eso había vuelto demasiado aburrido sus partidos.

Ni siquiera fue capaz de hacer una pequeña trampita contra esa odiosa Lya que claramente se veía que tenía toda la intención de recargar su cuerpo contra el de Pan para hacerla caer, aprovechando que el árbitro se centraba en otro lado de la cancha. La Son simplemente la evadió con impecable y sobrehumana agilidad y continúo jugando lejos de ella. Bueno, al menos una mueca de descontento le sacó a esa estúpida, gesto que solo la peliazul alcanzó a ver.

Mientras las instalaciones ardían en emoción pura con el último tiro del equipo Kyoso que igualaba el marcador, Bra era la única que brillaba por permanecer sentada en su sitio mientras los demás no podían mantener su trasero pegado a las gradas sin sentir la necesidad de pararse a apoyar a su jugadora favorita en cuanto ésta tocaba el balón.

Qué idiotas –pensó aburrida recargando sus codos en sus rodillas y su rostro en sus manos.

¿Acaso no se daban cuenta de nada? Moría de ganas por gritarles que su amiga Pan había permitido que las estúpidas del uniforme verde empataran el partido y que gracias a ella tenían un emocionante desestrés. Bufó con resignación. De todas maneras, ella ya sabía el resultado del partido.

Sin esperar a que el juego siquiera llegara a la mitad, la peliazul decidió escaparse de la final al centro comercial. Vio llegar a Gohan y a Videl acompañados de la señora Milk y del señor Satán, pero ni rastro del miembro joven faltante a quien había estado esperando con ansias desde que el partido comenzó. Tampoco encontró a Trunks tras una furtiva búsqueda a todo el perímetro con su azulada mirada. Estaba segura de que Pan lo había invitado con remarcada insistencia y él había prometido presentarse en cuanto terminaran sus clases de la universidad. ¡Qué va a ser! Seguro ese par de insensibles habían preferido perderse por ahí entrenando que asistir a la secundaria a ver un partido de baloncesto.

–¿A dónde vas, preciosa? –escuchó a su espalda una voz masculina –Pensé que la chica de último año era tu amiga y que estarías adentro apoyándola.

–¡Boru! –exclamó la princesa colgándose del cuello de su compañero –¿Por qué no viniste a clases hoy?

–¿Acaso me extrañaste? –enarcó una ceja rubia el chico sonriendo de lado.

–Tú sabes que sí –coqueteó la Briefs entrecerrando encantadoramente sus grandes ojos –La última clase estuvo especialmente aburrida y ninguna de mis amigas quiso escaparse conmigo.

–Ah, claro… es por eso.

–¡Ay, por favor! Boru, no te pongas así, sabes que eres mi chico favorito.

–¿Cómo crees? No me digas eso, Bra. Estoy con Amy porque tú me rechazaste cuando te pedí que fueras mi novia.

–De acuerdo, de acuerdo, no lo diré más. Pero vamos –le dijo jalándolo del brazo hacia la salida del colegio –Llévame al centro comercial y ahí continuamos hablando. Me muero por comprar un vestido y unos zapatos que vi.

–Bra, no, vine a ver a Amy jugar. Le prometí que estaría en las gradas hoy.

–¿Amy? –preguntó alzando su delgada ceja azul –¡Por favor! A ella la puedes ver cuando quieras, pero dime, Boru, ¿qué posibilidades hay de que yo vuelva a invitarte a salir? –recargó sus manos en sus caderas mirándolo fijamente a los ojos –Es una oferta que no puedes rechazar –terminó con un guiño.

–No me estás invitando a salir –corrigió –Me estás agarrando de tu chofer, mi querida Bra.

–Lo que sea, pero si no quieres no te preocupes. Seguramente tu mejor amigo Kato querrá acompañarme. Me pregunto dónde estará. Quizá si voy a buscarlo…

–Si ya estás lista, entonces vámonos –interrumpió el fornido chico cediendo al capricho de la peliazul, lo que causó que sus labios femeninos se curvearan en una sonrisa triunfal sin que el chico pudiera verla. Una vez que subieron al auto último modelo que había lanzado la Corporación Capsula, el chico comentó –Solo espero que tu amiga no se enfade por salirte a medio partido.

–No te preocupes por ella. Pan entenderá que no tiene nada de malo ir de compras en medio de su partido. Además, ya sé cuál será el resultado.

Y así transcurrió una soñada tarde de verano para la Briefs. Entre tiendas, helados, caprichos y risas sin restricciones fue llenando al chico perchero de bolsas y más bolsas llenas de artículos que estaba seguro la chica usaría solamente una vez en su vida. De vez en vez el pícaro Boru se deleitaba cuando la ventajosa peliazul modelaba algún conjunto de ropa para él, aunque estaba seguro de que lo hacía solamente para asegurarse de que la siguiente ocasión accediera a acompañarla.

Entre el hastío de las últimas clases, la emoción inicial del partido y las carreras en el centro comercial, Bra sugirió parar en un lujoso restaurante de comida japonesa para saciar su terrible apetito. No era la primera vez que el chico más popular de la secundaria la invitaba a comer, por lo que tragó grueso en cuanto la chica le mencionó que le tocaba pagar la cuenta esta ocasión.

–¿Pero qué significa esa cara? ¿Acaso no quieres comer conmigo? ¿Es eso? –retó molesta ante lo que parecía ser una evasiva excusa la que le ofreció el muchacho de familia acomodada –Te recuerdo que la última vez me prometiste que no dejarías que yo pagara el resto de la cuenta.

Eso fue antes de recibir tu rechazo –pensó nervioso sin expresar más que una sonrisa forzada cediendo a la petición de la peliazul.

La pequeña saiyajin se sentó en su sitio y pidió la carta, riendo por lo bajo mientras decidía si moderarse en su consumo o pedir a sus anchas y palidecer aún más el rostro de su acompañante con la suma total. Y antes de ordenar, su celular sonó. Era su madre la que rugía al otro lado del teléfono por la desaparición desconsiderada de su hija.

–Basta ya de escándalos, mujer. Tu hija tiene sangre de guerrero saiyajin, no necesita que la estés checando a cada instante para saber dónde diablos está –escuchó a Vegeta defenderla al otro lado de la línea, junto a su madre.

–¿Lo ves, mamá? Papá tiene razón, sé cuidarme yo sola y nada malo me va a pasar.

–No me hagas reír –se burló el saiyajin –El que te juntes con esa bola de humanos inútiles no representa peligro para ti. Si un enemigo poderoso llegara a aparecer, tú serías la primera en ser destruida. Así que por lo pronto, estás a salvo –gracias al oído tan desarrollado que Vegeta poseía, no necesitaba hacerse de esa chatarra móvil para hablar con su hija, tanto ella como él se escuchaban perfectamente a pesar de que el teléfono estaba en manos de Bulma.

–¡Papáááááá! –chilló la princesa ofendida –Qué te he hecho para que me trates así, ¿eh? Yo solo vine con Boru un rato al centro comercial.

–No me interesa saber con qué clase de insecto estás el día de hoy, te regresas ahora mismo a la casa para que tu madre deje de gritar de una buena vez, ¿me has entendido?

–Pero papááá…

–¡Es una orden!

–¡Pues me niego! Tú no tienes ningún derecho a obligarme a regresar. Tengo la edad suficiente para llevar mis propias decisiones –arremetió con maestría esperando la respuesta de su padre.

–No digas estupideces, mocosa, ni siquiera eres capaz de llevar tus propias baratijas; pero está bien, si no quieres regresar, entonces no regreses. Ya quiero ver la cara que pones cuando las puertas de esta casa estén cerradas a la hora que llegues.

–Tú… tú no serías capaz de dejarme en la calle, ¿verdad?

–¿Quieres ponerme a prueba? ¿Es eso lo que quieres? O tal vez prefieres que vaya yo mismo por ti en dondequiera que estés sin importar con quién estés, ¿te parece mejor esa idea?

–¡Ni se te ocurra venir a armar un escándalo, papá! Me costó mucho trabajo volver después de la última escenita que protagonizaste. Si vienes y me echan de nuevo de este lugar, no te dejaré en paz el resto de tu vida y tendrás que llevarme a la Capital del Este a comprar mis cosas. No creo que sea una buena idea que vengas, después de todo.

–¡Já! ¿Realmente crees que me importan tus insignificantes amenazas? ¿Prefieres que vaya por ti o decides verificar qué tan cómodo es el jardín? Decídete de una buena vez.

–Ya escuchaste a tu padre –intervino la mujer del saiyajin –Además, todos estamos aquí reunidos celebrando la victoria del equipo de Pan. Pensé en organizar una pequeña celebración con las chicas del equipo y aprovechar para que nuestros amigos vinieran también. Tu hermano ya está aquí.

–Dirás tus amigos, mamá, porque~… espera un minuto –reflexionó la peliazul frenando en seco su contraataque verbal –¿Todos tus amigos y de papá están ahí? Es decir… ¿toooodos?

–¡Así es! –respondió emocionada y nostálgica a la vez –Debieron pasar alrededor de cinco años desde la última vez que todos estuvimos aquí en Capsule Corp. Está aquí Krilin con Número 18 y Marron, Yamcha, hasta Piccolo accedió a venir, ¿lo puedes creer? –el rostro de la princesa se deformó en una mueca de desagrado al escuchar que ese hombre verde estaba ahí. Sin duda era el más raro de todos –Aunque estoy segura de que vino solamente para ver a Gohan.

–¿Gohan? ¿Gohan está ahí en Capsule Corp? –interrumpió con un singular tono de alegría en su voz, aún con todo el esfuerzo del mundo por disimularlo –Si él está ahí y mi hermano también, eso quiere decir que…

–¡Por supuesto! Él es el padre de la jugadora estrella del equipo. Él y Videl están aquí, ¡y lo mejor de todo es que también tenemos a Goku entre nosotros! ¡Ese sinvergüenza se desaparece de la manera más vil que le he conocido a alguien! Debo agradecer a Milk y a Goten que lo persuadieron de venir, porque de no ser por ellos, seguramente se habría escapado al planeta de Kaioh-sama para entrenar.

–¡Mamá, dile a mi papi que enseguida estaré ahí con ustedes!

Bulma abrió sus azulados ojos de sorpresa ante el cambio radical en la actitud de su hija. Adolescencia, pensó rápidamente sonriendo complacida por su poder de convencimiento, aunque algo le decía que no había sido eso del todo. Estaba segura que la reunión en sí no había representado gran cosa para ella, pero ante tanta pregunta, llegó a la conclusión de que algo había llamado su atención al punto de hacerla regresar sin excusas.

–Me alegra escuchar eso, hija, pero tu padre se fue desde hace rato a la cámara de gravedad –sonó dulce la voz de la peliazul mayor –Dile a tu amiguito que también está invitado a pasar en cuanto te traiga de regreso.

Bra guardó silencio. ¿Invitarlo a quedarse? ¿Con Piccolo y su padre en el mismo lugar? Aunque a su madre no le dio tiempo de mencionar a todos, estaba segura de que el mismo Kamisama estaba disfrutando de la fiesta con el resto, y si ese hombre calvo de tres ojos estaba también ahí junto con su compañero blanco, entonces la respuesta sería un rotundo no. Y para rematar, Goten estaba ahí. ¡Goten!

–Ammm… no-no creo que eso sea posible mamá. De hecho, me temo que tendré que regresar sola a casa –sonrió nerviosa mirando a su acompañante rubio poner una expresión interrogante por el comentario. Le hizo señas de que él mismo se encargaría de regresarla sana y salva a su casa, pero la princesa lo ignoró deliberadamente –Él tiene cosas que hacer y no quisiera molestarlo ni entretenerlo más tiempo.

–¿Tú sola? ¡De ninguna manera, hija! Una Briefs jamás debe estar sola en la calle, ¿qué tal si se te acerca alguien con malas intenciones? Somos demasiado hermosas como para estar por ahí sin correr ningún peligro. Mandaré a uno de los choferes por ti, sólo dime dónde estás y asunto arreglado.

–De acuerdo, mamá –por supuesto, aquella oferta era mucho mejor que cualquier otra cosa, sin embargo, lo que vendría a continuación, la dejaría completamente helada.

–No se preocupe, señora Bulma, si quiere yo puedo traer a su hija de regreso.

Bra comenzó a respirar más rápido de lo normal y su pulso se aceleró. ¿De verdad él se había ofrecido a ir por ella? Es decir, sabía que era un chico muy amable y servicial cuando se le pedía un favor, pero normalmente siempre era un insensible que prefería estar en sus propios asuntos antes que ofrecerse a algo.

–¿De verdad? ¡Ay, Goten, te lo agradezco mucho! Toma, ella te dirá exactamente dónde se encuentra –dijo la genio ofreciéndole su móvil.

–¿Bueno, Bra?

–¿Go-Goten? –respondió aún sin poder reaccionar correctamente.

–No hace falta que me digas donde estás. Me costó un poco de trabajo, pero al fin pude sentir tu ki. Solo no te muevas de donde estás y yo enseguida estaré ahí, ¿de acuerdo?

–De acuerdo, no me moveré de aquí –sonrió emocionada la Briefs, encontrando encantador el hecho de que alguien tan fuerte como Goten la considerara débil. Quizá a Pan le habría ofendido, pero a ella no. De esa manera, el papel de "damisela en peligro" le quedaba perfecto.

Fueron unos pocos minutos los que le tomó al Son llegar hasta donde se encontraba la peliazul. Su velocidad se había incrementado gracias a sus entrenamientos con su padre, aunque aquello no le terminara de agradar por completo. Prefería mil veces salir a pasear con alguna chica bonita y lucirse frente a ella que terminar el día amoratado y con el cuerpo hecho polvo por culpa de su poderoso padre que no medía su fuerza contra él. Hasta su sobrina parecía ser mucho más fuerte al resistir perfecta los ataques de Goku. Aunque a veces no.

–Muchas gracias por todo, Boru. Te veo en la escuela –se despidió la princesa depositando un inocente beso en la mejilla del chico. Habría sido mucho más pícara, pero con la presencia del azabache ahí, prefirió mostrar otra cosa.

Éste no tuvo tiempo de devolverle el beso, aunque habría sido menos inocente. Cuando menos se dio cuenta, ese chico recién llegado la había tomado de la mano, posesivamente a su parecer, y se la llevaba jalando fuera de aquella multitud. Sonrió de lado el rubio. Seguramente ese tipo moría por ella y ahora mismo estaba celoso de él.

–¡E-e-espera, Bra! –gritó cuando cayó en cuenta de algo importante –¡Tus cosas! ¡¿No piensas llevártelas?!

–¡Te las encargo mucho, Boru! –apenas escuchó a la princesa gritarle. Ni siquiera estaba seguro de que ella le dijera eso, o quizá la habían cambiado por alguien más y él ni siquiera se había dado cuenta. De ser la verdadera Bra Briefs, habría regresado en un segundo y le habría aventado las cosas a ese tipo para que se las llevara.

–¿Qué-que yo me quede con tus cosas? –susurró más pálido de lo normal desviando sus ojos miel a las pertenencias de su amor imposible –Ahora sí Amy me va a matar –pensó en su novia enfurecida enterada de que la había dejado plantada para salir con Bra, y peor aún, pensando que él le había comprado todo eso para regalárselo después. Nada de ahí encajaba con los gustos de su novia, ni siquiera para hacerle creer que eran obsequios para ella –¿Qué voy a hacer?

No tenía ni que pensarlo dos veces para confiarle sus preciadas pertenencias a su compañero de salón. Era Goten quien en ese momento la estaba tomando de la mano para sacarla de ese lugar y llevarla a salvo a casa. Algo brusco y repentino para su gusto, pero aquello solo le indicaba que ese hermoso chico, tío de su mejor amiga, estaba celoso.

No cabía de la felicidad. Su corazón se encontraba martirizándole el pecho con su bombeo de sangre brusco que se negaba a aquietarse frente los pensamientos que se cruzaban por su mente. Su pequeña, delgada y suave mano presa de otra un poco más grande, tosca y con algunos callos, le hormigueaba en una extraña sensación placentera.

¿Goten, celoso? ¡Que va! El mismo estremecimiento que la peliazul sentía en su corazón, el azabache también lo sentía, pero en el estómago. Antes de salir de la casa de Bulma, pudo oler perfectamente que la comida estaba lista. Casi se arrepiente de haberse ofrecido para salir de casa, pero con el señor Vegeta y su padre juntos, era mejor desaparecer de ahí antes de que lo agarraran a él también como saco de boxeo. Con Trunks y Pan, ofreciéndose emocionada y voluntariamente en contraste con el primero, tendrían suficiente mientras él iba por la princesa de papá. Seguro con eso lo perdonarían.

–¿No-no trajiste tu carro, Goten? –preguntó la saiyajin consternada quitando su mano rápidamente de la de él al verlo despegar unos centímetros sus pies del suelo.

–¿Qué? No, Bra. Tenemos que llegar rápido a tu casa. El carro solamente nos estorbaría y nos impediría llegar pronto. Además, tú no necesitas esa cosa, sabes volar por los cielos a la perfección.

–¡Eres un idiota! –estalló en furia la chica haciendo una rabieta. Goten, por supuesto, no sabía por qué de un momento a otro había cambiado su actitud –¡No sé cómo le vas a hacer, pero yo no me moveré de aquí hasta que me lleves a mi casa como es debido! –sentenció cruzándose de brazos. ¿Cómo podía hacerle eso a ella? Llevar a otras chicas a su cita en la comodidad de un carro, con todas las atenciones que un chico debe tener con una chica, ¿y a ella la trataba con la más indeseada de las patanerías?

El azabache solo abría y cerraba sus grandes ojos negros con confusión. No entendía por qué la pequeña hermana de su mejor amigo de pronto comenzaba a comportarse de esa manera tan extraña, justo como lo comenzaba a hacer su sobrina con él y también con Trunks. Empezaban siendo amables y hasta cariñosas, y de pronto, estallaban en llanto o en furia de un momento a otro. Sus cambios de humor resultaban desestabilizadores para ellos, sobre todo porque, en especial él, tenía muy buenos recuerdos de la pequeña y tierna Bra.

–Vamos Bra, no te pongas así. ¿Acaso no te gusta la sensación de libertad que te produce el emprender el vuelo y viajar por los cielos? En lo personal, yo prefiero mil veces volar que desplazarme en el auto –el azabache aterrizó al lado de la Briefs, sintiéndose contento de conseguir que ella lo mirara. Hablarle a Bra era igual que hablarle a Pan cuando estaba enojada.

–¡Ay, por favor! ¿Por quién me tomas? ¿Crees que voy a tragarme ese cuento? Para tú información, sé perfectamente bien que estás diciendo todas esas tonterías para convencerme de volar. Pero no te va a resultar, Goten, así que será mejor que regreses a tu casa y traigas en seguida tu auto –afirmó cruzando aún más sus brazos para reafirmar el gesto de molestia. De acuerdo, hablarle a Bra no era lo mismo que hablarle a Pan. Siendo hija de Bulma, resultaría más difícil convencerla de algo por culpa de su inteligencia.

–¡No digas eso! Créeme, estoy hablando completamente en serio. Es tedioso manejar y enfrascarse en el tráfico y esas cosas. Además, recuerda que yo soy un chico de campo, me gusta más la libertad del aire en mis mejillas.

–Bueno, puede que eso tenga un poco de sentido –murmuró reflexiva lo suficientemente alto para que él la escuchara –Es como cuando yo voy de compras, ¿no es así? A esa sensación de libertad te refieres, ¿cierto?

–Sí, bueno… algo así –dudó por un instante –Pero… permíteme mostrarte exactamente a qué me refiero.

Con la velocidad que caracteriza a un híbrido saiyajin entrenado por el más puro de los guerreros de esa raza, de un parpadeo contenía estilo matrimonial a la peliazul entre sus fornidos brazos. Ante lo inesperado de la situación, el rostro níveo de la princesa se tiñó de un hermoso sonrojo que pasó inadvertido por el saiyajin, aunque éste la miraba fijamente a los ojos.

Quedó hecha un gélido cubo de hielo que aguantaba en su interior un mar de lava hirviendo al mirar tan cerca esos ojos profundamente negros que no hacían otra cosa que soportar su mirada azul.

Con suma delicadeza, el pelinegro comenzó a levitar sin romper ese contacto visual para que ella no se diera cuenta y luchara por bajarse exigiendo que de igual manera fuera por su coche. Él lo que más quería era llegar a Capsule Corp a comer. Si tan solo hubiera apartado sus ojos para voltear al suelo, se habría percatado de la mirada estupefacta de los ciudadanos que habían alcanzado a verlo flotar con ella en brazos. Cuando estuvo a una altura suficiente, comenzó con su lento desplazamiento con dirección a la casa de Bra.

Fue así como ella sintió el cálido aire danzar por entre las fibras de su sedoso cabello azulado y rompió el contacto visual para fijarse en el cielo resplandecientemente azul que los rodeaba. Jamás había apreciado tan hermoso panorama ni siquiera cuando aprendió a volar. Quizá el cielo nunca estuvo tan azul cuando volaba sola como en ese instante que viajaba en los brazos de Goten. Era quizá justo ahora que a la naturaleza se le había dado la gana mostrarse sin tapujos ante ella y le regalaba tan preciosa vista que no se comparaba con el brillo de ningún objeto que hubiese visto en el centro comercial.

Goten mantenía sus ojos puestos en la infantil expresión de sorpresa que tenía la hermana de su amigo. Le pareció gracioso que se quedara embelesada mirando el cielo cuando ella ya lo había visto antes. Aun así, no rompió con palabras o risas el momento tan mágico que seguramente ella estaba viviendo en ese instante. Se preguntó si tenía que ver que ella no estaba invirtiendo ni un poco de su ki en ese momento que se hallaba surcando el cielo en sus brazos, eso explicaría por qué parecía que era la primera vez que volaba y miraba semejante belleza desde las alturas. Debe ser que el nulo esfuerzo para volar traiga consigo una nueva perspectiva del cielo. Tenía que corroborarlo en algún momento. Rió internamente ante la idea de que Trunks sería el único capaz de soportar su peso en sus brazos.

–¿A esto te referías con sensación de libertad golpearte las mejillas? –fue ella la que decidió ponerle fin al silencio que había permanecido por varios minutos.

–Ahora sí lo estás entendiendo –respondió sonriendo tan radiante, que la peliazul sintió que su corazón golpeaba con fuerza contra su pecho. Ver tan de cerca esa perfecta sonrisa llena de amabilidad era algo con lo que había soñado desde que tenía memoria.

Goten había sido el primer chico que sus ojos entrados a la idealización y el enamoramiento habían visto. Y aunque al principio llegó a considerarlo un hermano más, pronto su calidez, amabilidad y su genuina sonrisa le robaron el corazón. Con ningún otro chico pudo experimentar esa brotante alegría que sentía en su interior como con él con tan solo verlo aparecerse por su casa. Iba mucho más allá de quedar encantada con su atractivo físico, estaba segura de ello. Aunque, pensaba, no podía haber en ningún rincón del planeta Tierra ni planetas del universo entero ser que tuviera en su poder ojos y cabello tan negros como la más bella noche sin luna ni estrellas. Estaba segura que el negro en los ojos y cabello de Gohan y del señor Goku no era tan espectacular como el de Goten. De hecho, les faltaba brillo y más nitidez si uno se dedicaba detenidamente a observar. Y el negro en los ojos y melena de su padre podría ser casi perfecto, pero con la edad había perdido tan solo una ínfima parte de todo el esplendor que seguramente tuvo en el pasado. En resumen, no encontraría jamás en su vida un negro tan perfecto igual al de los ojos y el cabello de Son Goten. Jamás.

Cerró sus ojos, memorizó en ese instante el rostro del segundo hijo de Goku desde su perspectiva. Aspiró el delicado aroma de su piel bajo esa fina colonia que su madre, Bulma, le había obsequiado por su cumpleaños. Se esforzó por atesorar la cálida sensación de sus varoniles manos rodeando su espalda y sus muslos, como si presintiera que en algún futuro ese recuerdo la mantendría a salvo de caer en la locura.

–Quiero que me lleves a otro lado –sugirió casi como una orden la chica, sintiendo la necesidad de prolongar todo lo que se pudiera el tiempo que estaba compartiendo a solas con él.

–¿A otro lado? Pero Bra, todos están esperándonos en la Corporación Cápsula. No querrás dejar a tu padre esperando a que regreses, ¿verdad?

–Mi padre y los demás entenderán si nos tardamos un poco más de lo normal, por eso no te preocupes.

–No lo sé, vi a tu madre muy preocupada cuando estuvo hablando contigo por teléfono. Además, si llegamos más tarde, tu papá, mi papá, Gohan y Trunks acabarán con toda la comida y no nos dejarán absolutamente nada. Y eso que no conté a Pan porque seguramente se va a contener porque sus amigas están ahí.

–¡Ah, ya veo! –espetó ofendida –Así que lo único que te interesa es llegar rápido para comer, por eso inventaste toda esa estupidez de sentir el aire en tus mejillas y toda esa palabrería, ¿verdad, Goten? ¡Claro! Ya decía yo que era demasiado hermoso para venir de labios de alguien como tú. Seguramente se lo copiaste a alguien y viste la oportunidad perfecta de usarlo conmigo.

–Dices muchas cosas sin sentido cuando te enojas, Bra. En todo caso, no le veo nada de malo en querer llegar a tu casa para comer cuando mi estómago me lo está pidiendo. Tú deberías entenderlo también, eres mitad saiyajin, ¿o no? Tienes que alimentarte como es debido.

–¡Pues no lo entiendo! Y no me vengas ahora con que te preocupa mi alimentación, porque eso nadie te lo cree. Lo único que te estoy pidiendo es que me lleves a otro lado un momento, pero parece que a ti te resulta una petición casi insultante porque te aleja de tus sagrados alimentos. Sabes muy bien que yo no necesito comer taaanto porque yo no me la paso entrenando como maniaca como ustedes –mintió intencionalmente para cumplir con su cometido. Si bien, la alimentación de la pequeña saiyajin no era de tal magnitud como la de su progenitor ni los antes mencionados, en ese momento su estómago se hallaba retorciéndose de hambre tanto como el del azabache, solo que ella luchaba por ignorarlo con tal de continuar a su lado.

–Sí, en eso tienes razón, tú no necesitas comer demasiado como nosotros. Bien, supongo que puedo compensar el haberte traído volando y no en mi auto como me lo habías pedido –razonó el azabache sin imaginarse siquiera que el hecho de llevarla volando en brazos había sido más que suficiente compensación. A decir verdad, a esas alturas la peliazul agradecía infinitamente que él hubiese olvidado la cápsula de su auto en su casa –¿A dónde quieres ir? –preguntó esperando que no le pidiera que la acompañara de compras de último minuto.

–Quiero ir a un lugar especial. Quiero que me lleves al lugar más bonito que hayas visto en tu vida.

–¿Al lugar más bonito que haya visto? –el azabache detuvo su desplazamiento y se dedicó a pensar detenidamente en todos los bellos lugares que conocía. Las imágenes de esos territorios que había visitado con sus citas se le venían a la mente, sin embargo, por alguna extraña razón que él no alcanzaba a comprender, ya no le parecían tan hermosos ahora que los pensaba. Ella había pedido específicamente que la llevara al lugar más bonito que hubiera visto, así que se esforzó un poco más en ello –¡Ya sé!

Sin perder más el tiempo, Goten desvió la ruta y dio vuelta para dirigirse al lugar que tenía en mente.

–Solo espero que no se te haya ocurrido llevarme a un lugar donde ya habías estado con alguien más, ¿eh?

–¿Cómo crees? Jamás haría algo así. A donde te voy a llevar dudo mucho que alguien lo haya descubierto. Es un lugar muy difícil de acceder, por eso continúa siendo puro y hermoso.

¿U-un lugar puro y hermoso? ¡Goten! –una sonrisa amplia y generosa se formó en los labios de la saiyajin al repetir en su mente las palabras que había usado el chico para describir el lugar a donde la llevaría.

Aumentando un poco más su velocidad para llegar cuanto antes, Goten miró complacido que la hermana menor de Trunks soportaba muy bien el ritmo que él llevaba al volar. Sus grandes ojos azules aún continuaban abiertos y no se veía ningún rastro de incomodidad en ella. Por supuesto, su ritmo de viaje bien podría compararse al máximo esfuerzo que alguna vez Videl realizó cuando Gohan y Kibito hablaban de Majin Boo en aquel Torneo de Artes Marciales.

Se nota que esta niña no es cualquier persona. Claro que podría aumentar mucho más la velocidad para llegar aún más pronto, pero si hago eso, seguro Bra se molestará. Ni hablar, tendré que contenerme un poco más –pensó mientras escuchaba el rugir de su estómago clamar por alimento y apreciaba una pequeña venita palpitante en la sien de la saiyajin.

Poco tiempo les tomó llegar al mágico lugar del que Goten había hablado. Fue cosa de la princesa saiyajin cerrar los ojos hasta que el pelinegro tocara tierra firme y la depositara a ella también, para entonces abrir sus orbes azules y admirar boquiabierta el paisaje que tenía frente a ella.

–¿Qué te parece? Es un lugar increíble, ¿no lo crees? Lo descubrí por casualidad hace muchos años cuando Trunks y yo escapamos del Templo Sagrado de Kamisama y decidimos escondernos por los alrededores. Creo que Trunks nunca lo vio… o no estoy muy seguro de ello –reflexionó con una mano en la barbilla –Pero eso no tiene importancia. Esta es la primera vez que regreso y parece que el tiempo no ha pasado por aquí.

Viajes, lujos, hoteles costosos y lugares paradisiacos habían pasado por los ojos de la saiyajin que se maravillaba con cada nuevo lugar que visitaba en sus vacaciones, pero no exageraba cuando pensaba para sí que ninguno de esos lugares antes vistos se comparaba en lo absoluto con la belleza que tenía la oportunidad de presenciar al lado de Goten.

Un hermoso y cristalino lago que combinaba sus tonalidades azuladas rodeaba ese hermoso pedazo de tierra fértil. Las montañas selváticas, verdes y orgullosas, parecían emerger y elevarse desde el océano hasta alcanzar alturas impresionantes. La flora se distinguía en un verde saludable y brillante, dotándose de hermosos puntos rojos, rosas, azules, violetas y amarillos de flores ostentosas y desconocidas esparcidas por todo el lugar, como si aquellas maravillas de la naturaleza lucharan entre sí por captar la mirada impresionada de la peliazul. Desde la altura de la montaña más alta, la princesa pudo distinguir en el corazón de la isla un impecable lago que mezclaba su bella tonalidad azul con el verde esmeralda que su entorno le ofrecía, regalándole una vista inolvidable a la saiyajin. La brisa de la cascada que caía en la montaña frente a ellos la obligó a prestarle su detallada atención. Aguas furiosas cayendo en picada a una gran velocidad le daban un aspecto blanco en su totalidad, chocando en el fondo para mantener alimentado el lago.

Una isla virgen. Una isla perfecta y maravillosa lejos de la maldad y la destrucción del ser humano y de todo aquel habitante del planeta Tierra que osara perturbar la santidad y hermosura de ese lugar se hallaba frente a sus ojos.

La impresión no cabía dentro del estrecho pecho de la saiyajin que experimentaba emociones nuevas. Toda esa belleza era solo para ella y para Goten.

–¿Y-y dices que jamás volviste a este lugar? ¿Cómo puede ser eso posible? –articuló después de inmensos minutos en los que había perdido por completo la capacidad de habla.

–No lo sé –se encogió de hombros –Supongo que me olvidé de él –dijo despreocupadamente con una mano en la nuca.

–¡¿Cómo…?! ¡¿Cómo que te olvidaste de este paraíso, Goten?! ¡Este lugar es impresionante! ¿Sabes qué pasará conmigo? Seguramente jamás volveré a dormir sin antes recordar todo lo que vi aquí ¿Y tú me sales con que te olvidaste de este lugar? ¡No puedo creer el nivel de distracción que manejas! ¡Simplemente me es imposible entenderte! –reprendió ligeramente alterada.

–Vamos, Bra, no te enojes. Te dije que descubrí este lugar hace mucho tiempo. Era solo un niño y la verdad es que no vi ninguna diferencia entre este lugar y la Montaña Paoz. Claro que ahora sé que es mucho más hermoso aquí que en mi casa –se apresuró a decir antes de que la princesa lo volviera a reprender.

Bra se limitó a enviarle una mirada fugaz de reproche y nuevamente se centró en la bella zona que recién visitaba.

Tan absorta se encontraba mirando el inigualable paisaje que no estuvo atenta a lo que ocurría con Goten. Fue hasta que éste habló, que la princesa lo miró sin poder evitar toparse con lo que vendría a continuación.

–¿Y qué estamos esperando? Me muero por nadar y encontrar algún pez gigantesco para comer. ¿Me pregunto qué clase de animales vivirán aquí?

–¡Go-Go-Goten! –los colores que se instalaron en el rostro de la peliazul bien podían hacerle competencia a las más hermosas y brillantes flores de los alrededores.

Y no era para menos. Ese tonto se había desnudado frente a ella, quedando únicamente cubierto con sus bóxers. A punto estuvo de quitárselos ya, hasta que la exaltada voz de la peliazul le distrajo de su acción.

Un grave conflicto se libraba en la cabeza de la Briefs que no se decidía entre qué paisaje era más maravilloso que el otro. Y es que ver el perfecto cuerpo de Goten semidesnudo la descolocó por completo. Miró unos segundos hacia el suelo para toparse con la camiseta blanca manga larga, unos pantalones lila y su par de botas esparcidos despreocupadamente en la tierra.

–¡¿Qué rayos ocurre contigo?! ¡Eres un sinvergüenza! –proliferaba enfadada la guerrera con las mejillas rojas y sus manos cubriendo sus ojos, o al menos eso intentaba, porque el espacio que sus dedos dejaban lo aprovechaba bastante bien –¡¿Qué no ves que estás enfrente de una bella dama?! ¡Vístete en este mismo instante, Goten!

El guerrero mitad saiyajin parpadeaba una y otra vez sin entender, de nuevo, el repentino cambio de su acompañante.

–Pero… ¿qué te ocurre, Bra? ¿No recuerdas cómo solíamos ir a nadar los cuatro juntos? Trunks, Pan, tú y yo nos la pasábamos increíble. De hecho, recuerdo que a ustedes les encantaba que las pusiéramos en nuestra espalda y nadáramos lo más rápido posible. Tú en mi espalda y Pan en la espalda de Trunks. ¡Qué tiempos! Deberíamos volver a hacerlo.

–E-e-eso fue hace muchos años, Goten. Ahora Pan y yo hemos crecido, por si no te habías dado cuenta. Somos unas damas y queremos que se nos trate como es debido.

–Pero… ¡si ustedes apenas son unas niñas! Yo a su edad lo único que tenía en mente era dormir, comer y entrenar. Creo que se están complicando mucho ustedes mismas.

–¡Claro, pero que se puede esperar de ustedes los hombres! Trunks y tú siempre viendo las cosas tan fáciles, hasta envidia me dan. No se dan cuenta de que hay muchas otras cosas de las cuales hay que preocuparse.

–Por supuesto que sé que hay otras cosas de las que hay que preocuparse. No se te olvide que a los siete años me enfrenté con tu hermano a un enemigo poderoso porque ni mi papá ni el tuyo estaban en la Tierra.

–Sí, sí, eso ya lo había escuchado antes, aunque los detalles no los sé ni me interesan. Lo que quiero decir es que Trunks y tú me siguen viendo como si yo fuera una bebé a estas alturas –la princesa caminó hasta quedar justo enfrente del pelinegro, levantó la vista para mirarlo a los ojos y continuó –¡Mírame a los ojos, Goten, y dime que no ves nada diferente en mí desde la última vez que nos vimos!

Goten guardó silencio. Quizá Bra tenía razón y él no se había dado cuenta para aceptarlo. La que solía ser la tierna y berrinchuda Bra Briefs, ahora se había vuelto toda una mujercita, aunque lo berrinchuda no se le hubiese quitado. Y lo mismo ocurría con la pequeña Pan. Ahora, ambas eran unas lindas mujeres que habían cambiado sus pasatiempos e intereses de cuando solían ser unas bebés, y ahora les tocaba a ellos aceptarlo.

–No te enfades, Bra –habló con una desconcertante melancolía en su voz –Creo que tienes razón en estar molesta conmigo por el trato que te doy, pero debes entender que me cuesta aceptar que ya no eres una niña a la que pueda sorprender con cualquier cosa –el pelinegro levantó su vista al hermoso atardecer que se reflejaba en el cielo, donde ya se podían distinguir unas cuántas luciérnagas celestes debido a la escasa luz que emanaba del sol. Sonrió de lado emitiendo una pequeña risa de ironía –Recuerdo cómo antes todo lo que hacía o decía te parecía gracioso, pero ahora, parece que te ofendo con tan solo abrir la boca. Eso no me gusta.

–No, Goten, tú no me ofendes para nada, de hecho ocurre justo todo lo contrario. Es cierto, a veces te comportas de una manera que ni yo misma puedo entender, pero otras veces eres un chico maravilloso, así como hoy. Este lugar es solo para mí y para ti y eso lo voy a recordar para siempre, créeme.

–Bueno, en realidad no es solo para nosotros, porque es un lugar que está en la Tierra, así que les pertenece a todos los terrícolas, pero… creo que entiendo lo que quieres decir.

Una nueva mirada de reproche adornó los ojos azules de la saiyajin que maldecía por dentro la falta de romanticismo del azabache. ¿Cómo es que podía tener a varias mujeres babeando por él y simplemente Goten le dedicaba más tiempo a Trunks? Si no fuera por las escasas novias que le conoció, juraría que ese par se entendía de una manera mucho más retorcida que la de una amistad.

–Bien, creo que ya es hora de regresar –comentó el Son ya con sus respectivas prendas colocadas en su cuerpo para cubrir su endiosada figura masculina.

–¡Noooo! –rogó cual pequeña niña siendo despojada de su más deseado dulce –¡Quedémonos un rato más! ¿Sí? Por favor…

–Pero, Bra, está comenzando a oscurecer y seguro todos se están preguntando en dónde nos encontramos. No quiero ni pensarlo, pero seguro al señor Vegeta no le gustará vernos llegar a esta hora –el azabache tragó saliva con dificultad al pensar en la cara del Príncipe de los Saiyajin descompuesta de ira contra él por devolverle a su preciosa hija después de mucho tiempo, pensando que él le habría hecho algo malo.

–No te preocupes por mi papá, seguro está entrenando en la Cámara de Gravedad y ni siquiera se ha dado cuenta de que no estoy.

–Yo no estaría tan seguro de eso. Mejor volvamos, ¿sí? Te prometo que otro día venimos con más calma, ¿qué te parece?

–¡¿Lo dices en serio?! –dijo emocionada dando pequeños brincos de felicidad al mismo tiempo que aplaudía ligeramente.

–Sí, hablo completamente en serio –sonrió al ver la infantil expresión en el rostro de su pequeña amiga –No importa cuánto creas que has cambiado y crecido, sigues siendo la misma de siempre en el fondo. Prometo no volver a hacerte enfadar y ser un hermano igual que Trunks.

E-es ahora o nunca –pensó la saiyajin enfocando su mirada en sus juguetonas manos que se movían al compás de su nerviosismo.

El ambiente era el perfecto para declararle su amor a Goten y, aunque era demasiado perfecto para su gusto, supo que no encontraría un momento igual en mucho tiempo. Si continuaba guardándose sus sentimientos, terminarían por deshacerla por dentro. Entre más pasaba el tiempo, más y más comprometida sentimentalmente se encontraba con el azabache, y estaba segura de que sería un golpe de muerte si el chico decidía comenzar una nueva relación sentimental con alguna chica digna de hacerle competencia a su belleza.

–Goten yo… quiero decirte algo –el azabache observó los ojos resplandecientes de su bella acompañante mirarlo con un brillo que se intensificaba con el hermoso paisaje reflejado en ellos. Abrió sus ojos sorprendido, aunque no supo exactamente qué era eso que notaba en su mirada.

–Claro, Bra, dime –respondió gentilmente, ignorante de todo lo que provocaba en el interior de esa niña que aún se negaba a ver como una mujer.

Los segundos pasaban mientras sus azules ojos se reusaban a apartarse de esos perfectos ónix que la miraban con una gran interrogante escrita en ellos. Su cabeza era un caos solamente comparable a la tormenta emocional de encontrarse envuelta en una batalla verbal contra su peor enemiga en la secundaria en medio de la escuela con todos los alumnos de testigo apoyando a su favorita. Rió internamente. En realidad, ese preciso momento le superaba con creces al formulado por su mente. Su corazón bombeaba con una fuerza nunca antes descubierta y sus manos sudaban frío. Sus labios temblaban en un intento por emitir el mensaje deseado, o cualquier estupidez que se le viniera a la cabeza, pero sus cuerdas bucales se paralizaron al instante, igual que el resto de su cuerpo.

Dio un suspiro. Si ya estaba ahí, debía al menos intentarlo.

–Goten, lo que quiero decirte es que yo…

No hubo más que decir. El sonido del estómago del azabache clamando urgentemente por comida rompió cómicamente con el mágico momento que la peliazul con trabajo había creado. El menor de los hijos de Goku rió despreocupadamente guiando una mano a su nuca y la otra a su estrujado estómago sin la menor vergüenza por tan embarazoso momento.

Los ojos de la Briefs se entornaron con enojo, sin embargo, el mirar al despreocupado pelinegro reír de esa manera, terminó por contagiarla, imitando la acción del chico con tan solo una media sonrisa de lado. Qué se le iba a hacer, ese era Son Goten, un atractivo chico alegre y libre que gracias a esa personalidad le había robado el corazón.

–¿Podrías decírmelo de camino a tu casa? Creo que me estoy muriendo de hambre.

La princesa asintió y ambos emprendieron el vuelo.

El corazón de Bra se sobresaltó cuando sintió la cálida mano del saiyajin tomar la suya, con la intención de apresurar su vuelo.

–¡¿Qué estás haciendo, Goten?! ¡No puedo ver por dónde voy! –se quejó cubriendo su rostro con su brazo libre a causa de la gran velocidad con la que la llevaba.

–¡Perdóname, Bra, pero debemos llegar cuanto antes o si no me quedaré sin comer!

–¡Te exijo que me sueltes ahora mismo!

–No puedo. Si te suelto te dejaré atrás y si llego sin ti, tu papá me va a matar.

–¡Te mataré yo misma si no reduces la velocidad en este mismo instante!

–Creo que tomaré el riesgo –y sin decir nada más, aumentó la velocidad.

Mientras volaban hacia la ruidosa y fiestera Capital del Oeste, en Capsule Corp la fiesta continuaba su cauce.

Montones de platos sucios descansando en el fregadero de la cocina de la mansión de Bulma aguardaban por gente que comenzara con la labor de dejarlos impecables. A pesar de que la genio disponía de algunos robots para que le ayudaran, Milk, Videl y ella se habían puesto manos a la obra para terminar más rápido. No. 18 se encontraba disfrutando de la brisa de la tarde-noche sentada debajo de un árbol sin ninguna intención de ayudar a las demás féminas con el quehacer doméstico. Ese trabajo no era para ella, pues una mujer tan fuerte y experta en artes marciales no debía mezclarse en ese tipo de asuntos. Su rubia hija llegó a sentarse a su lado y disfrutar del silencio que había entre ellas. Todo parecía indicar que el carácter de Maron sería idéntico al de su madre, pese a que en su feliz infancia ella revelara ser mucho más abierta y gentil como su padre.

–¡Ya verán! ¡Pondré a esa maldita Bra en su lugar una vez que llegue! –se quejaba la nieta de Goku con una mano empuñada a la altura de sus destellantes ojos negros.

Sus amigas de equipo de baloncesto tragaron grueso. Todas tenían conocimiento del gran poder de su líder y sabían que ella no andaba con contemplaciones. Y tan solo conocían una pequeña parte de todo su potencial.

–No te enojes, Pan, recuerda que mi hermana siempre ha sido así, no sé por qué te sorprende ahora.

La pelinegra miró inmediatamente al gentil hombre que entraba a la sala donde todas estaban reunidas. Si no se hubiese aturdido con el sonido de su corazón, habría escuchado el suspiro de algunas de sus amigas y algunos otros comentarios discretos referentes a lo atractivo que era Trunks Briefs.

–Ni me lo recuerdes –se cruzó de brazos desviando su sonrojado rostro –Supongo que encontró mucho más interesante irse al centro comercial que terminar de ver el partido. No lo entiendo, me dijo que se quedaría hasta el final.

–Tú sabes muy bien como es ella –repitió avanzando hasta sentarse a su lado.

–S-sí, lo sé, pero eso no quiere decir que me guardaré todo lo que tengo que decirle –encaró al pelilila olvidándose por completo del sonrojo de sus mejillas.

–Vaya, veo que en verdad estás muy molesta con Bra.

–¿Ah, sí? ¿Y por qué dices eso?

–Porque tu cara está algo roja. Imagino que así te pones cuando te enojas. Y ahora que lo menciono, cuando te enojas conmigo también te pones de ese color.

–¡¿Quééé?! ¡Po-por supuesto que no! ¡Deja de decir esas tonterías, Trunks! –dijo desviando su rostro aún más sonrojado. El saiyajin se limitó a reír tiernamente antes de levantarse y salir de la habitación para atender el llamado de su madre.

Pan quiso morir en ese instante, sobre todo por la lluvia de burlas que sus amigas le dedicaban, aunque ella negara una y mil veces sus sentimientos hacia el hermano de su mejor amiga. Cuando sintió el ki de Bra y su tío Goten, escapó de su equipo y corrió hacia el jardín con la firme intención de reclamarle a la peliazul su comportamiento egoísta.

Todos se encontraban reunidos en el jardín. Bulma abrazaba a su hija como si se hubiese perdido días enteros, mientras la peliazul menor luchaba desesperadamente por librarse de ese abrazo que la dejaba sin aire. Vegeta, con cara de pocos amigos, le reclamaba con la mirada a Goten por haber llegado tan tarde, mientras que éste se protegía instintivamente poniendo sus manos entre él y el saiyajin molesto.

Después del pertinente reclamo de la nieta de Goku por haber actuado tan egoísta y la descuidada disculpa que la princesa le otorgó, Bra miró a su alrededor con una gran sonrisa adornando su bello rostro. Su mamá, su amado padre, su a veces querido y otras veces odiado hermano, su mejor amiga, Goten…

Recorrió a todos ellos con la mirada, hasta que finalmente la posó en la figura alegre del azabache más joven que reía a carcajadas por alguna tontería que su padre, Goku, había hecho sin querer. En contraste, su padre, Vegeta, mantenía una expresión exasperada gritándole insultos a su némesis por la misma tontería de la que todos se reían.

Más feliz no podía ser en esos momentos. Felicidad que con seguridad le duraría toda una vida por delante… o quizá eso fue lo que creyó.


–¡Te pregunté quién demonios eres! –preguntó afilando su mirada en posición de defensa. Una creciente sensación de inseguridad nuevamente se abría paso desde su interior. Cómo odiaba eso. Era la segunda vez en el día que experimentaba ese terrible estremecimiento frente a alguien que creía con el potencial suficiente para hacerle daño. ¿Alguien? ¡Já! Cualquiera, si lo pensaba mejor.

Petrificada en su sitio, esperando que el pelinegro que estaba frente a ella hiciese su movimiento, pensó en rendirse. ¿Para qué pelear? ¿Cuál sería exactamente el motivo por el cuál ella decidiera oponerse a las intenciones de ese desconocido? Su vida se volvió un infierno desde que llegó a ese lugar, y si ese chico, muy apuesto por cierto, decidía ponerle fin a su miseria, ¿por qué negarse a ello? Después de todo, no sería el único en ir tras su cabeza en ese mundo. Ya no le quedaba nada… ni siquiera la ilusión de volver a casa.

–¿Q-qué quieres aquí? Si no quieres nada conmigo, te sugiero que continúes con tu camino y me dejes sola –le temblaron las piernas. Se reprendió mentalmente por eso. ¿No se suponía que dejaría al muchacho deshacerse de ella? ¿Entonces por qué continuaba oponiendo resistencia?

Pero él no respondía, ni se movía. Sus pasivos ojos negros se encajaron en la mirada confundida de la kunoichi frente a él. No. Ella no era una kunoichi. Se vestía como una y llevaba el protector distintivo de Konoha en su brazo derecho, pero no era un ninja. Su posición de defensa le indicaba que pertenecía a la enseñanza de otro tipo de arte.

–¿Acaso estás sordo? ¡No te quedes ahí parado! ¡Si no me dejas sola en este momento, no me haré responsable de lo que pueda suceder! ¿Te quedó claro?

–Soledad –escuchó decir al desconocido. Su pacífica voz logró descolocar por un breve instante a la peliazul que se esperaba todo, menos que quisiera conversar con ella – El ser humano desde que se encuentra habilitado para hacer uso de su razón, siempre ha buscado a través de la lucha responder al concepto de bienestar. Aquello que difiere de dicho concepto se vuelve aberrante y se somete a un juicio de dureza implacable que lo sentencia a la lejanía y lo coloca en el puesto de lo indeseable. La soledad es aquello que el humano ve con malos ojos. Incluso hasta el más pequeño e insignificante ser busca hacerse de colonias fructíferas que lo lleven a la superación de la especie y lo salve de la soledad. ¿Por qué alguien que goza de vínculos afectivos enteramente estrechos con sus allegados clama por encontrarse en su andar por el mundo con la fría y cruel soledad?

Y antes de que pudiera darse cuenta, ella había bajado la guardia completamente. Sus brazos ya no la protegían, simplemente caían a sus costados. Sus ojos se abrían impactados por el hablar de ese chico que probablemente tenía la misma edad que su hermano.

–Vaya, hablas de la soledad como si de verdad la conocieras. Quizá sea ese el caso, porque no veo a nadie por los alrededores que te haga compañía. ¿Es por eso que no me has atacado y, en lugar de eso, me haces conversación? ¿Qué sabes tú de la soledad que no sepa yo ya? ¡No me conoces, no sabes nada acerca de mí! ¡No puedes opinar de mis vínculos y llamarlos "enteramente estrechos", cuando en realidad están tan fracturados que me provocan la sensación tan indeseable de la soledad, como tú la llamas! Ahora me doy cuenta de que es mejor no haberlos tenido nunca.

–¿Dices que prefieres negar esos vínculos que te han ayudado a llegar hasta donde estás ahora? –la vio dudar por un instante. Alcanzó a ver como mordía su labio inferior en un intento por calmar el imperceptible temblor –Eres fuerte, puedo verlo, pero estoy seguro de que no obtuviste todo ese poder por ti misma. Y si alguien cercano a ti te ayudó a superarte de esa manera, entonces, ¿por qué negarle?

–Lo hice por él –articuló con dificultad tras varios segundos de silencio en los que reunió la fuerza necesaria para que su voz no se quebrantara –Por él me entrené y me volví fuerte. Quería ver su cara de felicidad cuando por fin me viera como lo que siempre quiso que yo fuera…

Bajó la mirada y posó sus manos a la altura de su pecho. Aquel misterioso hombre la miraba fijamente, casi queriendo mirar a través de ella y descubrir sus secretos mucho antes de que pudiera verbalizarlos, o así lo sintió. Sostenerle esa mirada le era imposible, pero por alguna razón que ella no alcanzó a comprender, ese chico le transmitía confianza, la misma confianza que alguna vez le tuvo a Trunks.

–¿Sabes? Al principio creí que quería ser fuerte para alguien más –dio un suspiro y continuó –Luego entendí que no podía sobrevivir en este mundo sin saber defenderme por mí misma. Vaya que este mundo es cruel –levantó su vista y apreció que el chico, dentro de su personalidad seria, sonrió de lado con ironía. Seguramente él sabía perfectamente de lo que ella estaba hablando –Finalmente admito que si logro superar todo lo que viva en este lugar podré llegar a ser como mi padre desea que yo sea. Gracias a estas experiencias puedo entender mucho mejor lo que significa tener esta sangre especial que corre por mis venas... ¡lo detesto!

–¿Qué es lo que detestas? –le lanzó la pregunta el chico de mirada negra.

–Detesto entender mejor el motivo por el cual mi padre fue capaz de hacer todo lo que hizo –dijo entre dientes, conteniendo casi sin éxito su enojo –No puedo pensar en otra cosa que en lo maldita que es esta sangre de su herencia. Él, mi hermano y todos ellos se sienten orgullosos por tenerla, pero en lo que a mí respecta, siempre la odié. Antes la odiaba sin saber, pero ahora que sé, creo que la odio mucho más. ¡Imagínate! Por culpa de esta sangre ha habido demasiadas víctimas inocentes, y aunque sé que no es culpa mía, no puedo evitar sentirme terrible por todo lo que mi padre y los de su clase han provocado. Incluso… –su voz dejó de mostrar impotencia para darle paso a la decepción –Incluso culpo a mi hermano y a mi madre por haberme ocultado la verdad.

¿Así se habrá sentido su hermano menor al saber la verdad sobre su clan? No, de haber sido así, habría regresado a Konoha arrepentido al saber que su familia pensaba traicionar la Aldea.

–Odio, dolor, culpa, muerte… ¿realmente cuánto de ello eres capaz de manejar? ¿Hace cuánto tiempo has abierto los ojos al mundo? ¿Cuándo fue que decidiste dejar atrás la realidad que tú misma te construiste y te diste cuenta de lo que está forjado el mundo?

Bra no pudo evitar abrir más y más los ojos sorprendida por las preguntas que ese sujeto le hacía. ¡¿Cuándo fue?! Quién sabe, pero pasó. Ella se dio cuenta de lo que era el mundo… y no le gustó. Cuánto añoraba sus días de secundaria, donde su única preocupación era salir con sus amigos de fiesta, ir de compras y buscar la manera de conquistar a Goten. Jamás pudo siquiera imaginarse en una situación como la que vivía en esos momentos.

–Amistad, unión, vínculos, amor… –la guerrera prestó nuevamente atención a su interlocutor cuando comenzó a hablar –No estamos solos en este mundo. ¿Puedes pensar en alguien cuando escuchas esas palabras?

Ella continuó inmóvil en su sitio. Él, por supuesto, no demandaba una respuesta. Su trabajo estaba hecho en ese momento cuando la vio tan pensativa.

–Si la respuesta es sí, entonces no estás sola.

Bra cerró los ojos aturdida. Llevó sus manos a sus oídos como si cientos de voces en el exterior estuviesen martirizándolos, aunque solo fuera la fuerza de sus pensamientos. La última frase de aquel sabio chico la escuchó lejana, ajena y sin tanta fuerza como el resto de su conversación.

Tuvo el creciente deseo de saber su identidad. Él tenía que ser alguien reconocido en aquel mundo por la sabiduría de sus palabras. Seguramente él había sufrido tanto o más que ella, lo presentía. Jamás se había topado con nadie igual a él, por esa razón, deseó como nada en el mundo hacerlo parte de su vida.

Pero cuando abrió los ojos… estaba sola.

Lentamente se reincorporó de su incómoda posición sobre la suave arena de la playa. Miró sus manos y sus pies. Tocó su rostro y lo encontró ligeramente humedecido a causa de sus lágrimas, pero no hubo rastro de su acompañante.

Desesperada se levantó y buscó alguna señal que le indicara que lo que había vivido no había sido solamente un sueño. ¡Lo imploraba!… pero ni siquiera las huellas que había visto que él dejó en su camino para toparse con ella estaban ahí. La frialdad de la noche le terminó por esclarecer lo que tanto temía. La presencia de ese misterioso joven había sido solamente un sueño.

Miró a su alrededor, sintiendo, a pesar de todo, que él se encontraba en ese lugar. Tal vez su esencia se encontraba atada ahí, vaya uno a saberlo, pero lo cierto es que se sentía muy diferente al ki.

Bra se dejó caer arrodillada en la arena, sintiendo un poco la humedad de la rivera que momentos atrás, por la tarde, se encontraba mojada por la agitada marea. Dejó que su dolor encontrara vía de escape por sus ojos, descargando todo lo que llevaba consigo, porque, después de ese día, se prometió que jamás volvería a llorar.


–Es hora, Raikage-sama –anunciaba la amable asistente de cabello blanquecino y piel bellamente bronceada que correspondía al nombre de Mebui.

El imponente hombre musculoso asintió levemente antes de levantarse de su cómoda silla, darse la vuelta y caminar unos cuantos pasos hacia el gigantesco ventanal que adornaba su oficina.

–Hn –rió de lado –Bendita Tsunade. ¿Qué demonios querrán esos dos para haber convocado una junta?

–El mensaje decía que el problema tiene que ver con lo ocurrido recientemente en Suna, señor –respondió la eficiente Mebui corroborando su información con un blog que tenía entre sus manos.

El día era bastante iluminado a pesar de las acolchonadas nubes que se posaban permanentemente sobre la Aldea. Demasiado bello, a decir verdad. Un hombre tan aguerrido como lo era el Cuarto Raikage pocas veces se detenía a admirar la magnificencia de la madre naturaleza, pero tal pensamiento floreció desde lo más profundo de su mente cuando admiraba con un gesto de satisfacción en su rostro lo pacífica y segura que se veía su amada Aldea de la Nube bajo la protección de las espesas nubes que la cubría.

Ese día en especial se había levantado con una energía desbordante, así que, acumulando un poco de chakra en su único puño, lo levantó en dirección al ventanal con el objetivo de romperlo y salir por ahí, pero una voz femenina lo detuvo.

–¡Raikage-sama! –a medio centímetro de conectar su puño con el cristal, el hombre se congeló, girando un poco su cuello para ver a su asistente por el rabillo del ojo –Le pido que se abstenga de romper el cristal y utilice la puerta, por favor.

'A' gruñó descontento y rodeó su estorboso escritorio para dirigirse a la puerta.

–¡Darui, Karui, es hora! –le habló a sus subordinados con aquella imponente voz, sobresaltando a la fémina y sacándole un suspiro de cansancio a su "mano derecha".

–¡Hai! –respondieron al unísono caminando detrás del gigantesco cuerpo de su Kage.

–¿Por qué tengo que ser yo la que acompañe a Raikage-sama a Konoha? Esperé tanto tiempo para escuchar el concierto de Bee-sama y ahora me lo perderé –suspiraba cabizbaja la pelirroja de ojos miel.

–L-lo siento. Shee ha tenido algunos inconvenientes y por lo tanto no ha podido estar aquí –se rascaba la nuca de manera despreocupada el poderoso shinobi que alguna vez se enfrentó al Uchiha en la cumbre de los Kages, hace bastante tiempo atrás.

–¡¿Y eso qué?! El estúpido de Omoii era el más indicado para esta misión –los ojos miel de la mujer se tornaron de un peligroso tono negro que afectó su aura, convirtiéndola del mismo tono, mientras que el moreno sonreía demasiado nervioso por el fenómeno que provocaba su compañera a su alrededor –Será imbécil –susurró conteniendo enojo –Ese malnacido sabía de esta misión y se encargó de que Raikage-sama me viera justo en ese momento. ¡Cuando vuelva lo moleré a golpes!

–Lo siento, de verdad lo siento –se disculpaba nervioso Darui.

–No tienes por qué disculparte tanto, ¿sabes? –respondía de mala manera su compañera –¡Qué se le va a hacer! De cualquier manera podré toparme de nuevo con ese rubio idiota y quizá me deje golpearlo para calmar mi frustración.

El moreno de cabello blanco no dijo nada. La mirada que le dirigía bastaba para hacerle entender que la consideraba una loca.


–¿Por qué la Hokage habrá solicitado que los Kages viajaran escoltados? –se preguntó en voz alta el tímido espadachín de cabellera azul oscuro que aguardaba sentado la salida de la bella Mizukage –Las cosas han cambiado demasiado después de la Guerra.

–"Demasiado" –repitió en su mente la castaña que alcanzó a escuchar a su escolta. A unos cuantos pasos de salir de la Aldea, se detuvo para escuchar a sus subordinados conversar.

–Aún hemos tenido algunos problemas con ninjas rebeldes… –respondía con un aire sabiondo el usuario del Byakugan ajeno al clan Hyuga, ignorando que sus palabras eran analizadas erróneamente por la líder de la Aldea.

–"Problemas"

–…es lógico que deseen escoltar a los Kages para evitar que sean cazados por gente peligrosa. Ellos deben llegar a salvo a su destino.

–"Cazados = casar" "Demasiados problemas para casarse" –resolvió finalmente la hermosa mujer de dos Kekkei Genkai que apareció repentinamente detrás de su fiel subordinado que se congeló al sentir el aura tenebroso de la mujer –Ao –nombró sombría.

–¿S-si, Mizukage-sama?

–Cállate, o te mato –susurró en el oído del hombre portando una aterradora sonrisa que causó que hasta la última fibra de su ser temblara de miedo puro aún sin saber por qué en varias ocasiones lo amenazaba de muerte.

–¿Está lista, Mizukage-sama? –se reincorporó el chico esperando la orden de la mujer para partir.

–Así es, Chojuro –respondió amable la castaña –Partamos de una vez hacia Konoha.

La elegancia y sensualidad con la que se movía la hermosa mujer que marcaba el ritmo y el camino era admirada desde atrás por el poderoso espadachín que mantenía sus ojos puestos en la abundante cabellera castaña de su líder.

Yo la protegeré con todo mi poder, Mizukage-sama


–Tú ya estás viejo, abuelo. Deberías nombrar a un nuevo Tsuchikage y tomarte un largo descanso. Pelear en la Cuarta Guerra a tu edad y seguir al mando de la Aldea no te hará rejuvenecer –decía insolente la nieta del hombre pequeño que viajaba delante de sus escoltas.

–¡A callar, Kurotsuchi! ¡Mi momento para dejar el puesto de Kage está muy lejano todavía! Además, no hay nadie que me haya demostrado que es digno de llevar el cargo de Tsuchikage con honores. Mi deber es continuar con él hasta que me demuestres que tú puedes con la responsabilidad –sentenció el anciano caminando erguido con orgullo pidiendo en su mente que su espalda le ayudase para sostener tal apariencia.

–¡¿Quéééé?! ¡¿Yoooo?! ¡Pero si yo no quiero ser la próxima Tsuchikage! Apuesto a que si Deidara-nii no hubiera cometido tantos crímenes él sería el candidato perfecto para ese puesto.

–Deja de decir tonterías y camina más rápido. Deidara está muerto para nuestro alivio. Además, tú conoces muy bien el trabajo de un Kage, así que no veo a quién más se le pueda pedir tal cosa.

–Precisamente por eso no quiero ser Tsuchikage –rezongó soltando un suspiro cansado –Es muy aburrido.

–Para tu alivio, todavía tendrás mucho tiempo para hacerte a la idea o para buscar y entrenar a un posible candidato para Tsuchikage. Tú decides.

–¡Perfecto! ¡Buscaré al mejor hombre que quiera el puesto de Kage y lo dejaré más que listo! –caminaba emocionada la pelinegra decidida a eludir su futura responsabilidad.

El anciano sonrió de medio lado burlándose de lo ingenua que a veces resultaba su nieta. A pesar de negar lo máximo posible su edad, sabía que el tiempo continuaba su curso, por lo que ya había decidido desde hace tiempo que su irreverente nieta continuaría protegiendo a la Aldea de la Roca como líder. El sujeto que ella llegase a elegir fungiría como su asistente, porque, además de todo, confiaba en que ella elegiría a una persona altamente capaz. Quien sabe, quizá ese hombre o mujer llegaría a convertirse en Godaime Tsuchikage.

Dejando de lado el tema de su edad y su sucesor, el viejo Onoki entrecerró sus ojos pensativo mientras continuaba caminando. La víspera de una nueva reunión de los cinco Kages no le sonaba para nada a un convivio para socializar. El momento de crisis que vivió Suna hacía unos días lo había mantenido alerta a cualquier anomalía que hubiese ocurrido en su Aldea. Nada de qué preocuparse… por ahora, pero no podía asegurar bajo ningún concepto que la seguridad se mantendría intacta, y las cartas del Kazekage y Hokage convocando una reunión le daban la razón. En esta ocasión no pasaría por alto la ayuda que el joven Gaara le pedía, mucho menos si era reforzada por la petición de la princesa Tsunade.


–Ponemos toda nuestra confianza en sus manos, Kazekage-sama –despedía Baki al trio de hermanos Sabaku No que permanecía a las afueras de la Aldea de la Arena.

–¡Cuídese mucho, Gaara-sama! –gritaban al unísono Matsuri y su amiga pelinegra despidiéndose efusivamente de su líder –¡Regrese pronto! ¡Estaremos esperándolo, Kazekage-sama!

Temari dejó escurrir una gotita de sudor por su cabeza, mientras que Kankuro negaba con la cabeza desaprobando la conducta de las muchachas, pero a ellas poco les importaba. No tenían reparo alguno en demostrarle a su atractivo Kage lo mucho que lo admiraban y lo enamoradas que estaban de él. Lógico, adolescentes tenían que ser.

–¡Regresa con bien, Temari-sama! –la aludida dio un respingo de asombro y buscó con la mirada la aguda voz que la nombró.

Era extraño, porque lo único que lograba escuchar era a un montón de muchachitas hormonales despedirse con ahínco de su hermano menor. Al visualizar una cabeza pequeña color castaño sonrió tiernamente. Recordó que esa pequeña niña la había recibido con entusiasmo luego de regresar de la Guerra. Se pegó a ella como chicle diciendo que deseaba graduarse de una vez por todas de la Academia para hacer de la hermosa rubia su maestra. Por ahora la llamaba con el sufijo "sama", pero lo que más deseaba en el mundo aquella niña era llamarla "Temari-sensei".

La rubia de ojos esmeralda agitó la mano en señal de despedida, lo que sacó una sonrisa amplia en los labios de la pequeña.

–Vamos –dijo escuetamente Gaara y los tres se pusieron en marcha.

–Espero que todo salga bien –rezó en voz alta la fémina mientras atravesaban el desierto –¿Crees que los demás Kages confíen en Trunks?

–Será difícil que lo hagan. Yo aún no me lo creo –respondió el marionetista que se hallaba viajando a su lado.

Temari posó su mirada en la calabaza que Gaara cargaba en su espalda, esperando que fuera él quien contestara. Quizá su respuesta calmaría un poco sus nervios, pero como se lo esperaba… no respondió.

–Pase lo que pase, debemos apoyar a Trunks y a su hermana. No sabemos de lo que este nuevo enemigo es capaz de hacer, pero con lo que pude ver de Yaaku, no tengo la menor duda de que tiene el poder suficiente para hacernos desaparecer –la orgullosa rubia bajó la mirada entristecida y continuó –En ese momento, yo no pude hacer nada –dijo apretando los puños con impotencia. Recordó cómo el mismo Shikamaru reconoció que la única opción que tenían era dejar todo en manos del bello hombre saiyajin. Lo único que pudo hacer fue preocuparse por él y aquella sensación la aborreció. Ella era una mujer de batallas, no de sentarse a esperar el resultado final.

–La decisión final se tomará en base a lo que sea mejor para el Mundo Shinobi –respondió el pelirrojo que viajaba delante de ellos.

–Sí, pero… –se mordió el labio inferior. Esa respuesta no le aseguraba a la kunoichi de cuatro coletas que estarían a favor del saiyajin. ¿Y si decidían que lo mejor era que ellos dos no estuviesen ahí? A final de cuentas, ella sabía perfectamente que la reciente desgracia la habían provocado ellos indirectamente, pues de no haber aparecido ahí, ese sujeto se hubiese encargado de exterminarlos en otro lugar, lejos de su mundo.

–Vamos, Temari, no te preocupes. Estoy seguro de que tu súper novio sabrá cómo salir de ésta –se burló el castaño pintado de morado disfrutando de ver el sonrojo en las mejillas de su hermana mayor. Hacía tanto tiempo que no la había visto así que ya extrañaba verla feliz.

–Deja de decir tonterías, Trunks no es mi novio –desvió su rostro apenada, fingiendo fortaleza y, sobre todo, fingiendo no estar interesada en el mitad terrícola.


–Tsunade-sama, los equipos Asuma y Kakashi están de vuelta en Konoha –anunció Shizune sosteniendo a su cerdito Tonton.

–Diles que quiero verlos inmediatamente –respondió autoritaria sin apartar su mirada de los papeles que firmaba.

–Hai.


¿Qué tal, eh? Espero que hayan notado las tres páginas extras que escribí para ustedes jajaja. Me pareció que había que recompensar por todo el tiempo que me ausenté, así que decidí hacer este capítulo un poco más largo, aunque espero que no haya resultado lo contrario y en lugar de ser un regalo haya sido un fastidio. La escena de Bra en la playa la sufrí como no se imaginan jaja y a pesar de que pudiera haber quedado bastante floja me pareció que no debía haber mucha información explicita ahí. Preferí que la cosa quedara más para que Bra analizara y ella misma pudiera hacer sus propias deducciones con lo que este chico le dijo. Apuesto a que ya saben quién es, ¿no? :P Por cierto, se me pasó decirles en el capítulo anterior que el lugar donde Bra fue a dar es nada más y nada menos que el mismo lugar donde Sasuke se enteró de la verdad y le lloró a Itachi. Eso explica muchas cosas jaja.

Reviews

Guest: Amigo(a) perdona la demora, pero aquí tienes el siguiente capítulo.

Anna: Hola! Por favor, no agradezcas la dedicatoria anterior, más bien soy yo la que agradece que me hayas recordado el aniversario y que sigas estas letras locas jaja. Me alegra que te haya gustado saber de Vegeta y los chicos, tienes toda la razón, eso mostró un contraste con todo lo que Bra está viviendo, porque ella ya no quiere saber nada de ellos, mientras que sus padres sufren por no tenerlos cerca. Vegeta aunque no lo demuestre del todo está procupado... padres, ya sabes como son jajaja. Espero que este capítulo te guste y me disculpes por tardar tanto. Abrazo!

CaritaFeliz: Jajaja existen las rasuradoras, ojalá tu barba no haya quedado hasta el suelo por esperar esta actualización XD

Ester: Agradezco mil que me dejes saber que te gustó el capítulo anterior. Veo que meter el universo de DB en este momento fue una buena elección jaja muchas gracias por hacermelo saber :D El hombre que habló con Bra... creo que ya no es tan misterio para los lectores como lo es para Bra, ¿cierto? Bueno, con respecto a las actualizaciones, verás, publico cuando tengo terminado un capítulo y lo he revisado para asegurarme de que no tenga tantos errores, pero normalmente no puedo acelerar el proceso porque mis deberes no me lo permiten. Elegí una carrera algo complicada y entre leer y otras cosas apenas me queda día para sentarme a escribir, pero por nada del mundo abandonaré esta historia, por eso no te preocupes :) Espero que este capí sea de tu agrado. Abrazo!

Final: ¿Qué crees? Que el fic sí será continuado jajaja XD

Guest: Hola! No, no me ha sucedido algo malo, creo que montañas de libros no merecen ser catalogados como malo XD perdona por tardarme tanto, pero aquí seguimos escribiendo. Saludos!

Bueno, esto es todo por ahora. Les agradezco mucho su apoyo. Les deseo (algo tarde) un feliz año. Saludos y cuidense.