Hola, regresando con mis ideas locas sobre esta serie, bien antes que nada Saint Seiya no me pertenecen (lastima) todos sus personajes son creados por Masumi Kuramada, solo lo hago por diversión y con el fin de hacer volar la imaginación de nosotros los fans, sin mas me despido y espero disfruten de mi historia.

Capitulo 1. Mi hogar.

Miraba hacia el horizonte, hasta el punto donde lograba ver que el cielo y la tierra parecían estar unidos, vislumbraba los pequeños rayos del sol emerger y combatir a la feroz oscuridad traída por la noche, suspiro y junto un poco más sus piernas a su pecho, mientras su cabello resbalaba por su espalda y la suave brisa lo movía un poco, miro el cielo y observo aquellas 12 constelaciones antes de que el sol se las arrebatara de nuevo.

-Mis santos. – Susurro débilmente Athena.

Había pasado un año desde la guerra contra Artemisa y Apolo, le había costado muchas horas de sueño recordar quién era, vencer el influjo del poder de su hermano, el dios del sol, para volver a darse cuenta del destino que había tenido que recorrer ella y sus santos y lo que las guerras pasadas le habían arrebatado por la fuerza.

Lo primero que hizo fue buscar a Seiya, lo que no fue nada fácil porque no la recordaba, pero una pequeña elevación de su cosmos que ardió con furia al despertar de aquel letargo, no solo le refresco la memoria a Pegaso si no que los otros santos que habían sobrevivido a las guerras pasadas, despertaron del poder que estaban sometidos por Apolo, ella regreso con el castaño al santuario, mientras que sus caballeros regresaban poco a poco a su hogar.

Hyoga, Shun, Ikki, Shriryu, Marin, Shaina y los demás se presentaron en menos de un mes frente a ella y se pusieron a sus ordenes jurándole lealtad una vez más, ella agradeció enormemente a sus santos, no tenia forma de pagarles todo el sufrimiento que habían tenido que pasar por ella.

-Athena – Le llamo Seiya tenuemente, giro un poco su rostro y lo observo recargado en una de las columnas del santuario mirándola fijamente. – Veo que no has dormido.

-No podía. –Respondió suavemente y dirigió su vista una vez más al cielo, solo para darse cuenta que las estrellas habían desaparecido, miro hacia los 12 templos que se encontraban en penumbras aun rodeados de oscuridad por la ausencia de sus guardianes.

-Envejecerás muy rápido si continúas así. – Sonrió Seiya acercándose un poco más a ella, estiro su mano hacia la diosa quien la tomo y le ayudo a incorporarse, se acercaron un poco más hacia el balcón donde podían ver todo el santuario, los vestigios de las batallas aun perduraban en el mármol, la destrucción del recinto sagrado aun se encontraban desde la batalla contra Hades, el dios del inframundo. - ¿Qué te preocupa, mi diosa?

-Seiya – Murmuro débilmente y le miro. – Ve que vacio se encuentra el santuario.

-Eso es porque muchos todavía están dormidos – Respondió burlonamente lo que le arranco una carcajada a Saori que rio alegremente después de mucho tiempo, Seiya la acompaño con una sonrisa y se paso una mano por el cabello apenado de su comentario. Cuando la risa de la diosa se apago el silencio fue incomodo entre los dos. – Se a que te refieres Athena.

-Desde cuando acá tanto formalismo entre nosotros Pegaso. – Athena regreso el comentario, pues Seiya la estaba llamando muy propiamente, lo que casi nunca había hecho en las guerras pasadas. El castaño la miro sorprendido y se avergonzó ante el comentario de Saori y solo alzo sus hombros sonriéndole burlonamente. – Les extraño a todos.

Miro una vez más hacia los restos del santuario y observo unos soldados que comenzaban su trabajo diario, la reconstrucción del santuario, Athena suspiro pesadamente y miro directamente al caballero sagrado que tenia frente a ella.

-Saori… - Seiya la abrazo dulcemente, mientras ella escondía su rostro en el pecho del caballero, duraron unos segundos así, hasta que la diosa se alejo posando sus brazos sobre el pecho del santo.

-Te hace falta hacer ejercicio, te estás poniendo algo aguado – Ambos rieron a carcajada suelta, Seiya la sacudió un poco y ella le despeino dulcemente, pero pronto la melancolía se cernió sobre ella al recordar a Aldebarán, él y Seiya tenían casi el mismo carácter. – Seiya trae a Marín y a los demás aquí en una 1 hora, quiero desayunar con ustedes.

-Como órdenes, Saori, si a todos nos quieres gorditos aquí estaremos. – Seiya salió apresurado del cuarto antes de que la peli lila le arrogara una almohada que impacto con la puerta que cerró prematuramente, evitando el golpe de la deidad. – No me has dado. – Volvió a abrir la puerta y le saco la lengua. – Athena volvió al ataque pero ocurrió lo mismo. - ¡Fallaste! – Grito Pegaso antes de que sus pisadas se perdieran en el pasillo.

Trajeron el desayuno, frente a la cabecera de la mesa estaba sentada Athena frente a ella estaba Seiya, al lado de él estaba Marin y Shun, al lado de la pelirroja se encontraba Shaina mirándola fijamente, mientras Ikki se encontraba al lado de su hermano, Hyoga y Shiryu se encontraban hablando animadamente, mientras la peli lila los escuchaba con curiosidad.

-Entonces le grite, cuidado con la columna. – Rio Hyoga recordando un accidente hacia unos días. - ¡Pum! Dio de lleno en la pared de concreto, debo reconocerle aterrizo mejor de lo que lo hace Seiya y vamos el ya tiene experiencia. – Volvió a reír el ruso alegremente, esta vez acompañado por la risa de Athena y los demás.

-¡Oye! – Se quejo el aludido, fingiendo molestia, Athena tosió un poco para llamar la atención de sus santos presentes, quieres inmediatamente guardaron silencio.

-¿Han pensado en que hubiera pasado si… si yo hubiera crecido en el santuario? – El silencio se hizo entre los presentes, mientras miradas llenas de dudas escapaban de los caballeros exigiendo una explicación a esa pregunta. – Yo si lo he pensado. – Continuo al ver que ninguno le respondía. – Los santos dorados no hubieran crecido llenos de odio y rencor entre ellos mismos, los santos de plata no hubieran sido corrompidos por el orgullo y la avaricia, ustedes hubieran concluido su entrenamiento aquí, bajo el cuidado del santuario, tal vez y solo tal vez hubiéramos sufrido menos perdidas si, Ares no hubiera posesionado a Saga, no puedo impedirme pensar en lo irresponsable que fui al dejar que alguien como Saga de géminis, fuera controlado por él y yo no hubiera hecho nada.

-Princesa… - Empezó Marín. – Usted aun era una bebe, no podía hacer nada…

-Claro que pude. – La interrumpió Athena. – Si hubiera nacido unos años antes les hubiera protegido.

-Athena – Seiya comenzó pero ella negó para que la dejaran continuar.

-No puedo perdonarme mi error, yo fui la causante de muchos problemas del santuario, si hubiera estado aquí, mis santos dorados principalmente no hubieran sufrido entre ellos, han pensado en ¿cuántas veces tuvieron que enfrentarse entre ellos? A mí me aterra solo imaginármelo y creo que como diosa fue a los que más les falle. – Saori hizo una pausa para intentar tranquilizarse, pues sentía todo el dolor que sus santos dorados habían sufrido, las lágrimas se agolpaban en sus ojos mientras su respiración era cada vez más agitada.

-No se culpe. – Pidió Shaina.

-Ustedes dos. – Les sonrió a Shaina y Marin mirándolas fijamente, mientras una sonrisa melancólica embargaba su rostro. – Ustedes lo saben, mejor que los aquí presentes, ustedes conocieron a algunos dorados desde pequeñas, saben mejor que nadie como se fragmento mi orden dorada a causa de mi ausencia, Marín. – Athena miro a la pelirroja y le sonrió tristemente. – Tú sabes lo que Aioria sufrió posterior a la muerte de Aioros. – Susurro afirmativamente, mientras un sobresalto inundaba el corazón de la pelirroja al recordar al castaño.

-Athena usted no tiene porque atormentarse por esto. – Shiryu intervino.

-Lo sé, pero aun así no ignoro mi responsabilidad en lo ocurrido, sé que mis otras dos órdenes también han sufrido. – Miro primero a las amazonas de plata y luego a los caballeros de bronce. – Por ello quiero volver a empezar…

-Athena. – La llamo Shun. – Usted está diciendo que quiere encontrar otros caballeros.

-Te equivocas. – Athena se incorporo de la silla y coloco sus manos sobre la mesa, al tiempo que sus lisos cabellos caían alrededor de sus hombros. – Las armaduras ya tienen dueño.

-Quiere decir, ¿Qué hay otros aspirantes a las armaduras de oro, plata y bronce? – Hyoga miro a su diosa fijamente, mientras Seiya guardaba silencio imaginando hacia donde iba el pensamiento de la peli lila.

-Shun, Hyoga se equivocan. – Saori se acerco a ellos y se paro entre Marín y Shaina, ambas amazonas le habían sido muy fieles y necesarias en los últimos meses. – Voy a revivirles, a todos.

El silencio lleno la sala, Shun miro confuso a su diosa, Ikki cruzo sus manos sobre su pecho y agacho la cabeza, Marin se llevo una mano al pecho, Shaina emitió un leve gruñido, Hyoga se paralizo, Shiryu sonrió melancólicamente, mientras Seiya tosía estrepitosamente pues acababa de atragantarse con el bocado.

-Hablare con Zeus, para que libere las almas de mis santos de bronce y plata encerrados en el inframundo. – Athena miro al peli verde y a su hermano. – Se que el destino de mis santos dorados fue diferente, ellos sufrieron el castigo divino, sus cuerpos fueron separados de sus almas, Shun me lo menciono que encontró la piedra sagrada, durante la batalla contra Artemisa y Apolo, donde sus almas están selladas.

-¿Y sus cuerpos? – Pregunto Hyoga emocionado, ante la idea de que la orden reviviera.

-Apolo tiene un santuario en la tierra, dentro de él se encuentran los cuerpos de mis santos. – Saori tuvo que sentarse pues sentía que sus piernas le fallarían en cualquier momento por las emociones que estaba experimentando.

-Pero ¿Cómo? – Marín suspiro imaginando las consecuencias que podría traer la resurrección de los dorados.

-Ellos están castigados por alzar su mano contra el muro de los lamentos y dejar expuesto la entrada hacia los campos elíseos, eso fue imperdonable, pues pies humanos, pisaron el suelo, que solo dioses y semi dioses podrían pisar. – Narro Athena absorta en sus pensamientos. – Seiya y tu Shriryu usaran las armaduras de Sagitario y Libra para destruir la piedra sagrada, mientras que los demás irán al santuario de Apolo para rescatar sus cuerpos, Kiki les ayudara a transportarlos directo al santuario.

¿Y su padre diosa? – Shaina miro preocupada, pues nunca Athena había tenido frente a frente al rey de los dioses e imaginaba que el dios del rayo no estaría muy contento acerca de las acciones de su hija.

-A él, Shaina le pediré cuenta sobre las acciones de los otros dioses y las atrocidades cometidas contra los humanos. – Sentencio Athena decidida. – Hare lo que sea para recuperarlos, a todos.

¿Qué les parece? ¿Les está gustando? Pueden comentarme que piensan de la historia, se los agradecería mucho.