Quédense en casita (si pueden).
Gracias, gracias infinitas por todo su apoyo
durante todo este tiempo, este viaje que empezamos juntas.
Espero haya sido de su agrado, en lo personal,
me encantó recibir su apoyo durante el tiempo
de redacción de esta loca idea que pasó por mi cabeza
cuando iba en la escuela y, después de seis años,
ya está por llegar al final.
Si estoy diciendo todo esto
es porque este es el penúltimo capítulo,
y no pretendo decir más que un "gracias"
en la próxima actualización.
No las aburro más...
¡UNO!
XXXI
"IN CASE"
(Demi Lovato)
La primera instrucción fue: Boomer, no puedes ir. Obviamente, Boomer estaba bastante molesto con aquella decisión, pero en el fondo la entendía; su estado de salud no era el mejor todavía, y el insistir en participar en la captura de Jim solo demostraría una faceta egocéntrica del chico, precisamente no quería que eso se malinterpretara, así que tuvo que aceptar quedarse. Sin embargo, no iba a quedarse solamente a mirar, estaba a cargo de resguardar la seguridad de las tres chicas, de Caroline y Karen también. Era el encargado principal de asegurar que la coartada funcionara.
En ese momento, mantuvo la vista fija a su alrededor, pero también en la ventana, a la espera de la llegada de las mujeres. Su casa estaba rodeada por los antiguos agentes de su padre, Boomer era el encargado de estar monitoreando la situación, se pronosticaba un ataque a la Mansión Rowdy, pero, de momento, estaba esperando en la segunda vivienda de la familia porque parecía que ellos estaban en el blanco de Jim, ya no solo se quería ensañar con las únicas tres miembros restantes de la familia Utonium. Los planos estaban esparcidos por todo el estudio, marcado con rojo la ruta que, idealmente, que tomarían y con color verde las rutas alternativas en caso de un posible desvío, que era lo más esperable en esa situación. Como el enfrentamiento al que los citó Jim era en la madrugada, no deberían tener problemas con el tráfico, no es como si fueran las dos de la tarde o las cinco. Podrían hacer uso de su facultad como detectives y cuerpo de policía para romper el sentido del tránsito por la persecución y captura. Entonces, recordó la conversación que mantuvieron en la fiscalía.
"–Brick y Butch irán al encuentro con Jim, también iré yo y Reagan –dijo Stewart–. También necesitaremos cinco patrullas que se hagan notar, pero a la vez que traten de pasar desapercibidas. La idea es que Jim y sus hombres sepan que los estamos emboscando, sin embargo, no queremos que se den cuenta de la emboscada. Las patrullas tratarán de ocultarse, y si llegasen a ser vistos, solo dan aviso, de ese modo ellos pensarán que tendrán la ventaja, pero la verdad es que los emboscados serán ellos. Otras siete unidades estarán esparcidas por la ciudad: hospital, bares y clubes, fumando en una esquina, como si se tratara de una noche normal en las calles de Townsville. Atraparemos a Jim antes de que llegue al bosque, y si es que intenta huir hacia allá, que es lo más probable, haremos lo posible por detenerlo en la carretera. Si llega al bosque, habremos perdido, porque es cosa de que tome el helicóptero y se nos va todo a la mierda, llamaremos más la atención y la detención será más lenta.
–Con respecto a su segunda casa, señora Caroline –dijo Reagan–, no ha habido un movimiento extraño en los alrededores, así que, considerando lo alejada que esta se encuentra y que siempre se encuentra vacía, solo con el cuidador. No obstante, su primera vivienda ha estado siendo el blanco de cierto auto de color negro, pasa todas las noches, cerca de las doce, por el cerro que está al lado derecho de la vivienda.
–Entonces desplegaremos protección en la mansión –declaró Caroline–, de ese modo haremos creer que seguimos ahí.
–Exacto, también es necesario recurrir a dobles que se puedan hacer pasar por usted, la señora Keane y las tres chicas –dijo Stewart.
–Eso me lo dejarán a mí –habló Elizabeth–. Yo conseguiré las dobles para ustedes y haré que mis trabajadores también puedan participar de la protección de la segunda vivienda, como si fueran familiares del cuidador. De ese modo podremos llevar a las verdaderas chicas a aquel lugar –en aquel momento, miró a Boomer–. Cuento contigo, chico."
Tocaron a la puerta, Boomer primero miró hacia el monitor con las cámaras de seguridad de su hogar, no había movimiento ni tampoco un llamado por parte de los agentes. Volvieron a tocar, tomó su arma y la cargó mientras caminaba hacia la puerta. La luz de la sala principal estaba encendida, así como la del patio, tal y como la mantenía el cuidador. Con el arma en su mano, miró el pequeño monitor para identificar quién estaba afuera. Era el cuidador, frotaba sus manos y se veía tranquilo. Boomer suspiró, se acercó a abrir la puerta y le sonrió al hombre.
–Buenas noches, Bernard –saludó al hombre.
–Buenas noches –le sonrió arrugando sus pequeños ojos–. Venía a avisarle que llegaron mis visitas, así que, si me necesita, me avisa, pero…
–¡Oh! No te preocupes, todo estará bien –guiñó un ojo–. Disfruta a tu familia, hombre. Yo no molestaré, seguiré viendo televisión hasta irme a dormir.
–Gracias, señor.
Sin más, se despidieron, Boomer miró alrededor y sintió algo de temor. La idea era que su madre y el resto llegase sin problemas, pero si Bernard había ido a darle el mensaje, significa que la situación había salido algo compleja. Varias posibilidades, pero la más probable es: las estaban siguiendo. Boomer pasó una mano por su frente, pero luego se apresuró hasta la puerta trasera, que se encontraba a un costado de la cocina. No encendió la luz, solo quitó el seguro y empujó levemente la puerta, luego se escondió tras la mesa que había en la cocina y, apoyándose en una de las sillas, apuntó hacia la única entrada habilitada. Escuchó unos pasos, respiró profundamente para relajarse y se mantuvo alerta. No podía ver ni una sola sombra, si alguien entraba tenía solo un segundo para identificarlo y decidir si debía disparar o no. Pero cuando la puerta se abrió y vio que la persona se quitaba la capucha, suspiró aliviado. Su madre entró rápido, seguida de cuatro figuras. Se puso de pie y las sobresaltó. Apuntó hacia arriba, y antes de hablar, Caroline ya había encendido la luz.
–¡Ay! ¡Boomer! –regaña la mujer–. Casi muero de un infarto.
–Vale –dijo el chico y se acercó a la puerta–, me vale mierda ahora, Caroline. Todas, a la sala, ahora, por seguridad –guardó el arma–. Me van a contar qué fue lo que les pasó en el camino.
Hicieron caso, Boomer colocó la seguridad a la puerta y las siguió hacia la sala. Ahí, todas se quitaron las capas y habían tomado asiento, se sentó en el pasamanos del sofá donde estaba Blossom, quien parecía asustada. Le dio una palmadita en la espalda a modo de apoyo y notó que la chica sí estaba tensa. Sin dejar el tacto, miró a su madre y a Karen.
–¿Qué fue lo que pasó? –preguntó.
–Nos estaban siguiendo –dijo Caroline–. Salimos desde el club de Lizzie, pero alguien nos siguió. Según el encargado de la sexta unidad, dijo que nadie nos siguió hasta acá, que logramos despistar el rastro.
–El señor Bernard nos escondió por media hora, desde que llegamos –dijo Karen–. Él fue quien se aseguró de que nadie estuviera en los alrededores.
–De acuerdo… Uhm, Blossom, ¿necesitas un té? –la chica asintió–. De acuerdo, iré a poner a hervir agua. De alguna forma tendremos que liberar esta tensión.
–Te ayudo –se ofreció rápidamente Bubbles–, así me distraigo un poco –el tono de su voz descendió casi al final de su oración.
–Te lo agradezco –le sonrió Boomer, luego miró a su madre y le hizo un gesto hacia el monitor.
–Te mantengo al tanto –respondió Caroline.
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Tres horas antes, estaban alistándose para ir al club de Elizabeth, Blossom colocaba una chaqueta de mezclilla sobre sus hombros, dudaba si era prudente usarla, cuando sintió unos brazos rodeándola. El perfume y esa contextura de brazos ya los conocía, se volteó y abrazó a Brick con ímpetu. No se besaron solo estuvieron así, ella tenía tres minutos antes de bajar y partir fuera de la mansión Rowdy, pasar ese momentito con él debería ser suficiente, pero nunca será suficiente si existe el maldito y constante miedo de perderlo.
–Vuelve, por favor –le murmuró–. Quiero que vuelvas, Brick, necesito que vuelvas y te quedes conmigo.
Brick no le respondió, se separó un poco para poder mirarla a los ojos y procedió a besar su frente. Ese simple acto decía más que mil palabras y parecía reconfortarla más que mil abrazos. No pudieron hablar más, Blossom ya debía bajar para poner en marcha el plan, pero sus nervios y el inminente miedo de que esta fuera la última vez que viera a Brick le impedían moverse. Sin embargo, el chico se alejó de ella, dio un par de pasos hacia atrás, ni siquiera sostuvo su mano, y colocó ambas manos en sus propios bolsillos. Una sonrisa fría se dibujó en su rostro, Blossom entendió que no se podría retrasar más.
–Me voy –dijo la chica colocándose la chaqueta.
–Blossom –llamó Brick antes de que pudiera salir de la habitación–, cuando todo esto acabe, no tendré que estar cuidándote, nuestro lazo se romperá –afirmó.
–¿Qué quieres decir?
–Cuando el lazo se rompa, voy a querer atar uno nuevo… Por eso, la próxima vez que nos veamos, quiero que lo primero que me digas sea la respuesta a lo último que te diré hoy. Permíteme ser el último en hablar.
Blossom no entendía, pero no era posible pedir y recibir explicaciones en ese momento. Se quedó quieta un momento, escuchaba que su tía la estaba llamando, Brick frunció levemente el ceño, chasqueó la lengua, parecía ser difícil para él hablar debido a la presión y a lo difícil que se le hacía pronunciar esas palabras, pero ya no había tiempo para rodeos, esta podía ser la última vez que la viera, pero quería creer que mañana la volvería a ver.
–Blossom, me gustaría que fueras mi novia –no había tiempo para la sorpresa, Karen seguía llamándola.
En ese momento, Blossom no sabía si quería golpearlo, ponerse feliz, o simplemente ponerse a llorar. ¿Cómo es que se le ocurría hacer ese tipo de proposición cuando ni siquiera tenían la seguridad de poder verse mañana? ¿Acaso quería jugar con sus sentimientos y la poca estabilidad emocional que le quedaba en el momento? El asunto es de vida o muerte, y al idiota se le ocurría dar ese tipo de dramatismo justo en ese momento. No le dijo nada, después de todo, él quería ser el último en hablar. Blossom apretó los labios y se reunió con su tía y sus hermanas. Siguió paso a paso las instrucciones sobre esconderse antes de salir del hogar, rápidamente fue con sus hermanas, fue la última en subirse al auto desde la cochera; ahí esperaron veinte minutos antes de partir, los vidrios estaban totalmente polarizados, según el hombre que conducía, dijo que ya habían seguido al auto con los dobles. Si bien sabía que existía la posibilidad de que Brick estuviera mirando por la ventana, no quiso mirar ni por si acaso, no quería hacerse con una ilusión ni seguir presionando esa incómoda sensación de vacío que estaba apoderándose de ella en aquel momento. Lo mejor sería aguantar lo que más pudiera, ya tendría un momento adecuado para poder llorar, enfurecerse, gritar, expresar esa emoción que se estaba almacenando en su interior.
Por favor… vuelve con vida.
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Butch se aseguraba de tener su arma a mano antes de entrar al vehículo en compañía de Stewart, Brick y dos policías más. Ya estaba llegando la hora, y la idea de salir herido o, irremediablemente, morir invadía su cabeza, solo el miedo de no volver a ver a sus hermanos, a su madre y a Buttercup le recordaba que seguía vivo, sin embargo, eso le parecía un pensamiento mediocre, porque estaba aceptando la muerte, en lugar de estar haciendo algo por mantenerse con vida, o pensar en alguna idea para mantenerse con vida y poder ser feliz, tal y como pensaba que merecía ser. Pero eso no implicaba un hecho, solo era su perspectiva personal, y asimismo estaba sintiéndose la contraparte, pensando que ellos también merecían vivir a pesar de todo el mal que habían estado haciendo.
Nosotros tampoco somos inocentes, pensó Butch. Por nuestra culpa han muerto inocentes.
–Atentos –llamó Stewart–, Hills comunicó que hubo movimiento en los alrededores del destino B –la segunda vivienda de los Rowdy–. No se descarta que ahora mismo también estemos siendo observados.
–Pero habían llegado bien, ¿no? Eso fue lo que dijo Boomer –dijo Brick–. Hace dos horas… ¿Cómo es que ahora se detectan nuevos movimientos?
–Deben estar asegurándose de algo –dijo Butch–. Ya debieron darse cuenta de que Boomer está ahí, es obvio, solo esperemos que las chicas estén seguras, así como Karen y Caroline. Esperemos que tampoco se hayan dado cuenta de que ellas están ahí.
–Comunícate con Boomer –ordenó Stewart mientras le indicaba al policía la ruta a tomar con uno de sus dedos–. Pregúntale cuántas luces tiene encendida y que revise las cámaras de seguridad de la mansión y de la vivienda donde están.
Butch sacó de inmediato el teléfono que les habían facilitado en la comisaría y marcó al "número 3". Un tono y Boomer ya había cogido el llamado.
–Necesito información –se apresuró Butch para ser el primero en hablar–, así que sé claro y conciso.
–Vale.
–¿Cuántas luces tienes encendidas?
–Una.
–Revisa las cámaras de seguridad de la mansión y los de la casa.
–En camino.
–Otra cosa mientras revisas, diles que no pueden encender las luces en ningún momento si no tienen tu autorización.
–Ya se los dije, hemos estado solo con la televisión encendida, pero ahora soy el único despierto, todas duermen en la sala. No veo nada raro en las imágenes, todo está normal, Bernard tampoco a accionado el botón de pánico.
–Okay, todo en orden. Recuerda que, ante cualquier eventualidad, tienes que dar aviso a la policía, las brigadas…
–… están rondando por las viviendas, ya lo sé, Butch. Todo acá está controlado. Por favor, concéntrate en lo tuyo, y cuídate.
No dijeron nada más, dieron por finalizada la conversación entre ambos, cada uno debía ocuparse del escenario que se le había encargado. Por un instante, a Butch se le pasó por la cabeza preguntar por Buttercup, pero eso habría estado muy fuera de lugar; con saber que estaba bien, y durmiendo, pudo entrar un poco en calma. Stewart le seguía dando indicaciones al policía que estaba conduciendo, Butch miró por la ventana las calles iluminadas, pero casi vacías, luego miró a Brick y le hizo un gesto con la cabeza.
–Confiemos en Boomer –dijo Brick.
–Confiemos en Boomer –repitió con un suspiro–. Confío en que él también se cuidará.
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Las brigadas ya estaban desplegadas, Elizabeth desde el club observaba hacia la calle con un cigarrillo en su boca, la brigada de Hills estaba en la avenida principal de la ciudad, afuera de un pub, otros policías rodeaban la avenida, fingiendo ser un grupo de ebrios amigos y otros unas parejas en los balcones de los departamentos, en tanto Stewart había aparcado una calle antes del destino, a la espera del auto con los dobles que conducía Reagan hasta la escena. Reagan mandaría la señal con un jugueteo de luces de tres tiempos para que la siguieran hasta la escena establecida. Tenían una jugada fundamental que les daría una pequeña ventaja, pero era tan pequeña que, el esperar que saliera todo bien, podría resultar en una desventaja monumental.
–Recuerden, las "chicas" se van a bajar del auto con las manos en el alto, acto seguido, esperaremos a que Alexander se acerque a ellas, de ese modo Jim hará que sus otros guardaespaldas lo protejan y bajará para hablar con ellas. En ese momento, Brick, necesitaré que dispares a las llantas del automóvil antes de que se inicie la persecución –dijo Stewart.
–Entendido –respondió el joven.
–Ya llegamos hasta acá –dijo Stewart–. Demos lo mejor y atrapemos a ese hijo de puta.
–Esa es mi frase –murmuró Butch para sí, pero Brick lo escuchó y le dio un leve codazo.
–¿Cómo esperaremos para salir? Es obvio que Jim quiere vernos –dijo Brick.
–Es que saldremos y le diremos que está arrestado –dijo Stewart–. De ese modo, le daremos la posibilidad de que se entregue. Recuerda lo que dijo Alexander, tiene miedo y está desesperado. Posiblemente empiece a disparar sin criterio alguno, ahí aprovecharemos la oportunidad.
–Entonces ¿por qué saldremos? Deberíamos tomarlo –dijo Butch.
–Quizás eso habrías hecho si estuvieras bajo la ordenanza única de tu padre, pero están bajo la ordenanza de las fuerzas policiales regidas por el gobierno, especialmente bajo la mía, así que haremos las cosas tal y como yo las dicte –respondió Stewart un poco molesta.
–¿No le tienes miedo a la muerte? –preguntó Butch a modo de asustarla un poco.
–Cuando eres policía tienes que estar preparado para todo –miró por el retrovisor–. ¿Y tú?
–Sí, le tengo miedo –admitió, llamando un poco la atención de su hermano mayor–. Pero lo oculto muy bien, así, quienes me rodean y quiero proteger, sienten confianza en que lograré el objetivo.
–Stewart –llamó Brick, quería que su hermano dejase de estar tenso, así que intentó cambiar un poco el tema–, es Alexander verdaderamente confiable, ¿verdad?
–Entregó material de las cámaras con las que Jim vigilaba a las víctimas, además de ser el que, digámosle así, cuidó de Boomer y Bubbles. White –le habló al policía que iba en la hilera trasera con los Rowdy–, tú lo entrevistaste, ¿no?
–Sí –dijo White, el chico de veintisiete y de cabello rubio–, de hecho, él afirmó la ubicación de Jim en todo momento, entregó datos y nos dijo que revisáramos su expediente. Si él estaba haciendo todo eso, fue porque tiene una rencilla en contra de Jim, y mencionó que Jim tiene ganas de matarlo. No estoy muy seguro de cómo es que va todo, cuando nos contactó estaba alterado y mostraba quemaduras hechas con cigarrillos y habanos.
–Corroborando toda la información –habló el chico que estaba conduciendo, respondía al nombre de Lutz–, descartamos mentiras y posibles conductas psicopáticas, le hicieron los estudios pertinentes, Keane fue uno de los que lo entrevistó y practicó el test psicológico.
Brick iba a hacer otra pregunta, pero notaron el destello de las luces de un auto y, ahí estaba, la señal que habían estado esperando. Lutz esperó que el auto donde iban Reagan y las dobles de las hermanas Utonium tomara cierta distancia, y emprendió camino, tratando de no ser tragado por el tenso silencio que se hizo en el auto. Él sabía que tenía la única responsabilidad de servir de traslado, pero tenía su arma preparada, porque él sería uno de los blancos si Jim y sus hombres empezaban a disparar. Siempre le disparan al conductor.
–Armas –dijo Stewart cuando Lutz giró en la misma calle que Reagan–, ¿listos? Tienen prohibido morir, ¿me copian?
–Copiado –dijeron todos los chicos al unísono.
Se metieron entre las calles con los altos edificios antiguos, Stewart sintió algo de alivio al distinguir las presencias en sus lugares respectivos, dos equipos de cuatro y tres personas en los edificios frente a la avenida, y otros cuatro, con los mejores francotiradores de la brigada, en unos más alejados. Butch miró por la ventana, en busca del departamento con las luces apagadas, donde se suponía que estaría el principal búho, indicando desde la altura el camino que estaría tomando Jim y sus secuaces, si es que se efectúa la huida. Volvió la vista al frente, de a poco, sentía que le comenzaba a hervir la sangre en ira.
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Llegaron un poco antes al punto de encuentro, y cuando el reloj marcó las tres en punto, se escuchó el estruendoso chirrido de unas llantas, se hacía más fuerte conforme se acercaban. Stewart vio movimiento en el auto donde se encontraba Reagan e hizo una seña para que todos tuvieran listas sus armas.
–Recuerden –dijo–, bajaremos antes que las chicas, seremos la primera línea.
Nadie respondió, pero Stewart ya sabía que la respuesta era afirmativa, el silencio lo otorgaba en esa situación. Los cinco autos que correspondían a los secuaces y al mismo Jim hacían su entrada, situando el negro en medio de los grises, todos con los vidrios completamente polarizados. Los nervios eran enormes, pero los Rowdy y los policías sabían que no había tiempo como para darle importancia al asunto de momento. Se bajaron del auto y se apresuraron hacia el auto donde estaba Reagan con las dobles. Del primer auto gris, salió un hombre corpulento, Alexander, quien aparecía con una quemadura gruesa en el lado izquierdo de su rostro, a la altura de la sien. Brick tragó saliva cuando los otros ocupantes salieron del auto, y después Butch apretó sus puños al ver que la situación se repetía con los otros autos grises, pero no con el auto donde se encontraba Jim. Al no ver ninguna clase de movimiento, Brick y Butch dan un par de pasos, algo sorprendidos por haberse movido al mismo tiempo, pero no lo demostraron. Alexander, y la primera fila, se cruzaron de brazos. Henry se abrió paso, siendo el único en salir desde el auto negro, del asiento del piloto, y quedó al lado de Alexander.
–Que salgan todos del auto –dijo Henry, intentando sonar amenazante–, son órdenes del señor.
–¿Sabes por dónde me meto las órdenes de tu señor? –preguntó Butch.
–Que salgan todos del auto –repitió, pero esta vez con un tono algo severo.
Stewart agarró a Butch, el que estaba dispuesto en ir a golpear a Henry en la boca, giró un poco la cabeza y llamó con dos dedos a Reagan, siendo esta última la primera en salir del auto. La fiscal, luego, le pidió a Lutz y White que hicieran de muralla mientras Reagan hacía que las dobles salieran del auto. Brick y Butch miraban de reojo, el parecido era notorio, pero se debía a que las chicas estaban con las cabezas gachas, posiblemente en caso de las facciones se notarían las diferencias. Henry quiso dar un par de pasos, pero los dos hermanos Rowdy se lo impidieron, así que sonrió socarronamente y detuvo su paso. Miró a Alexander, él asintió y se dirigió hasta la puerta del copiloto del auto negro, la abrió y rápidamente la figura de Jim se hizo presente.
–Jim Furler, estás bajo arresto –dijo Stewart–. Entrégate a voluntad.
–Vaya, vaya, ¿esos modales son los que tiene, fiscal? ¿En lugar de dar un saludo, de presentarse? No sé quién le habrá dicho a usted que yo tenía intenciones de entregarme –respondió Jim.
–No lo hagas más difícil, escoria de mierda –dijo Butch–. Hazlo por las buenas, o lo haremos por las malas.
–Butch –dijo Jim–, ¿qué tan divertida fue tu vida? Porque espero que te prepares para cuando te llene el intestino de plomo.
–¿De verdad? –habló Brick–. Puedes entregarte por las buenas, anda, no hagas más complicadas las cosas, venir hasta acá solo fue aceptar tu derrota.
–Es verdad –dijo Jim–, sé que ya no tengo forma de escapar –quiso sonar algo dramático–, pero si voy a ir a la cárcel, que sea en grande, ¿no?
Sin más, sacó una pistola del interior de su chaqueta y disparó tras Butch, alcanzando a hacerle una quemadura en el lóbulo izquierdo. La bala apuntaba a la doble que Buttercup que, por instinto reflejo, había alcanzado a refugiarse agachándose, al igual que las otras dobles. Butch se cubrió el ojo, en ese momento Brick sacó su arma y disparó a las llantas principales de los autos grises, fue ahí cuando Jim entraba de nuevo al auto negro y Henry corría para poder subirse en el asiento del piloto, iban a huir.
–¡Al negro! –le gritó Lutz a Brick mientras volvía a subir al automóvil.
Pero cuando Brick dio un par de pasos, alejándose un poco de su hermano que estaba siendo sujetado por White, el auto negro se ponía en marcha. Disparó, pero los dos autos grises que no recibieron daño, se interpusieron en el camino y recogieron a los siete tripulantes que habían llegado en los otros dos autos. Alexander se acercó al auto gris de donde se bajó y sacó un arma, rápidamente apuntó a la llanta del último auto gris y disparó.
–¡Retuve a uno! –gritó–. ¡Dejen de perder el tiempo! ¡A seguirlos!
Stewart reaccionó y subió al auto, Butch se apoyó en White y, al igual que Lutz y Brick, subieron con Stewart. La fiscal le gritó a Reagan que llevara a Alexander, pero el hombre ya estaba subiéndose de copiloto en el auto con la chica y las dobles. Dentro del automóvil, Stewart sacó de la guantera el maletín de primeros auxilios para que le pusieran, rápido, algún tipo de protección a la quemadura de Butch para evitar que se infectara, de eso estaba White a cargo, mientras que Brick bajaba el vidrio y se asomaba por la ventana para poder apuntar, pero el rastro se había perdido.
–Julls –escuchó la voz de Stewart, quien hablaba por el walkie talkie–, ¿me copias?
–Por el norte, quieren tomar la ruta este para dirigirse al bosque –respondió una grave voz femenina.
–Avisa al resto de las unidades.
–Copiado.
–Brick –dijo la fiscal–, prepara tu puntería.
El mayor de los Rowdy tenía su arma en las manos, miraba de reojo cómo le colocaban a la rápida una gasa a Butch en la herida, para que luego tomara posición y se asegurara de que su arma estuviese cargada. Stewart siguió dando órdenes por el walkie talkie de la unidad y, de pronto, se escucharon unos disparos a la distancia y el ruido de los neumáticos raspando el piso. Lutz aceleró.
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Boomer estaba alerta, checaba cada diez minutos las cámaras, no encontraba nada extraño, sabía que las probabilidades de que fueran a atacarlo eran bajas, muy bajas, pero eso no significaba que iba a sentarse o echarse a dormir mientras hay personas arriesgando su vida en ese momento. Se quedó mirando la pantalla por cinco minutos seguidos, luego escuchó, a la distancia, un ruido proveniente del radio que había traído su madre consigo y había dejado a un costado del teléfono de red fija, a volumen bajo.
Se encaminó hacia él, lo tomó y lo acercó a su oído. Eran instrucciones y coordenadas, se identificaban las brigadas y los movimientos que estaban haciendo. No había duda alguna, se había iniciado la persecución, todos tenían en mente el encerrar a Jim antes de que llegase al bosque, donde se esperaba que tomase el helicóptero que el desgraciado tenía oculto. Boomer dejó el radio donde estaba, pasó por sobre las chicas que dormían en la sala, su madre lo sintió de inmediato y se despertó, pero él no le dio importancia, encendió el televisor para que se escuchara algo de ruido –tratando de despistar por si alguien estaba observando–, había pensado en sintonizar algún canal de cable, había olvidado que antes habían estado viendo ese canal de noticias, por lo que, al encenderlo, lo primero que le aparece es una mujer bien vestida que hablaba sobre la inflación en la bolsa de un país, pero cambió radicalmente de tema.
–En este momento se está llevando a cabo una persecución policial al norte de Townsville, ha levantado la alerta de algunos locatarios que escucharon el ruido de los disparos y los automóviles andando a alta velocidad.
–Mierda –masculló el rubio, miró a su madre–. Han estado compartiendo las coordenadas desde el radio.
–Hijo, cálmate, no debes tensarte, anda, cambia de canal –dijo Caroline.
–Se está llevando a cabo la persecución, Caroline –respondió Boomer–, y yo, en lugar de estar junto a mis hermanos, estoy aquí, de inútil, mirando la televisión.
–… El sujeto en cuestión es el magnate y dueño de tres tiendas de retail, Jim Furler, acusado de secuestro y asesinato, además de hostigamiento.
–¿Jim Furler…? –murmuró Boomer–. ¿Siempre se llamó así?
Cuando miró a su alrededor, las tres hermanas Utonium y su tía estaban despiertas y se encontraban viendo la televisión. La mirada del chico se clavó en Bubbles, pero ella no le devolvía la mirada. Con algo de temor, tomó asiento en uno de los sofás individuales, su madre no le quitaba los ojos de encima, Bubbles, de pronto, se fijó en la expresión de duda que tenía Boomer en aquel momento.
–¿Hijo? –dijo Caroline–. Hijo, ¿qué tienes?
–¿Siempre se llamó Jim? ¿Por qué es que sé que lo sabía? ¿Por qué me está sorprendiendo ahora? No lo entiendo… Siempre supe que se llamaba Jim, ¿no? –preguntaba al aire, parecía no estar esperando respuesta alguna.
Bubbles se puso de pie, sus hermanas seguían con la mirada fija en el televisor, así lo hacía también Karen, y se sentó en respaldo del sofá, en busca de la mano de Boomer. La reportera seguía hablando sobre la persecución y los pocos antecedentes que estaban recabando, además de decir que estaban intentando comunicarse con alguien del cuerpo policial para conocer más detalles, ya que el escándalo había alarmado a una considerable cantidad de residentes.
Boomer estaba teniendo una crisis, murmuraba preguntas, pero se aferraba al tacto de Bubbles. El doctor que había estado a cargo de él dijo que las situaciones de estrés le pasarían la cuenta, y Boomer no había estado muy tranquilo con todo el contexto que estuvo ocurriendo, desde pensar en heridas de bala, que la misión fracasa, que les hacen daño a sus hermanos, a su madre, que al dejarlo a cargo de la casa lo atacarían a él… que le harían algo a Bubbles. Inmediatamente miró a la chica, ella tenía la cabeza gacha, luego miró a su mano, esa que estaba siendo estrechada por ella, y la estrechó un poco más.
–Hijo, ¿estás bien? –preguntó Caroline acercándose a él.
–Iré por el medicamento –dijo Karen cuando se puso de pie.
–Gracias –respondió Boomer.
–¿Por qué hablan de la persecución? –preguntó Blossom–. ¿Significa que no lo han atrapado?
–Sabíamos que esto no iba a ser fácil –dijo Buttercup–. Nos lo dijeron muy bien, podía escapar.
Blossom se tensó, recordó la última cosa que le había dicho Brick: "Blossom, me gustaría que fueras mi novia". Cubrió su rostro con ambas manos, sintió que alguien la estaba abrazando en ese momento, y por el peculiar perfume, supo que se trataba de su hermana Buttercup. En ese momento, Karen había llegado con las píldoras que le había recetado su esposo a Boomer para el seguimiento del tratamiento psicológico, ver a sus sobrinas angustiadas le provocó una mala sensación, tuvo el instinto de acariciar su vientre y luego ir hasta donde estaban Buttercup y Blossom, a quienes abrazó y besó en la cabeza a cada una.
–Van a estar bien –les decía–. Van a atrapar a ese desgraciado, confíen, chicas, no podemos hacer nada más que confiar, no podemos alterarnos antes de tiempo tampoco.
–… La policía acaba de informar que los cargos que se le imputarán a Jim Furler son: secuestro, hostigamiento y homicidio frustrado y consumado –decía la reportera.
En el momento, aparece una foto de Jim en traje, una que fue tomada hace casi un año cuando salía del edificio del cual era propietario. Boomer lo mira, y fue cuando todo empezó a tomar forma para él. Esa misma mirada le había dado Jim cuando Alexander lo escoltaba, recordó el momento en que Alexander le dijo no te muevas y lo lanzó al piso, diciendo que estaba muerto, y que cuando lo tomó para "deshacerse" de él, el hombre le aseguró que lo sacaría de ahí. Recordó, también, que su padre había muerto, un dolor punzante se sintió en el pecho. Recordó los gritos de Bubbles cuando le dijeron que había muerto… La recordó a ella, recostada en su pecho, diciéndole que lo quería, la recordó riendo, llorando, la recordó besándolo… Boomer miró rápidamente a Bubbles directamente a los ojos, ella notó que esa mirada azulina del chico estaba cristalizándose por las lágrimas que querían salir, no lo dudó y lo abrazó, sin decir nada. Ella no se había dado cuenta, pero Boomer lo estaba recordando todo, finalmente, lo estaba recordando todo.
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–¡Dispara! –ordenó Stewart.
Brick se asomó por la ventana y alcanzó a divisar el auto gris, que estaba a una distancia considerada, pero posible de disparar, el único problema es que sentía que la luz no era suficiente como para tener una puntería exacta, sin embargo, aunque solo lograra hacer que el auto pierda el control, sería un paso hacia la victoria.
–Mantén la velocidad –pidió a Lutz.
Con eso listo, Brick apuntó, se aseguró de dominar el punto por dos segundos y proporcionó dos disparos, el cual uno llegó directamente a la llanta derecha trasera, y el otro, producto del desvío del automóvil, llegó al pavimento. Butch, entonces se preparó para disparar al otro móvil, desde la otra ventana, pero un disparo a la luneta los sorprendió, y toda la fila trasera se agachó por instinto. Inmediatamente, el menor de los Rowdy presente se giró de manera violenta y propició disparo tras disparo, dándole al parabrisas del auto gris, White se le unió y disparó a las llantas. Butch recibió una bala en la mano izquierda. El grito de Butch fue desgarrador, puso en alerta todos los sentidos de Brick, pero cuando este le quiso socorrer, escuchó más balas, esta vez por parte de Stewart. El auto de Jim estaba ahí, estaba cerca.
–¡Dispara, mierda! ¡Dispara! –le gritó White–. ¡Deja que me encargue de tu hermano!
Se había sentido tan imbécil en ese momento, tenía pleno conocimiento de que iban a salir heridos, por ello habían solicitado refuerzos, no podía detenerse cada vez que notase un herido, aunque por ahora se tratase solo de su hermano, tenía una misión prioritaria. Se volvió a asomar por la ventana, White había vuelto a disparar, un auto había aparecido tras ellos, uno azul, y parecía estar amenazando con el rugido del motor. Brick apuntó al auto, todavía estaba lejano.
–¡Acelera un poco más! ¡No puedo apuntar bien! –le exigió a Lutz.
Lutz hizo caso, la velocidad aumentó radicalmente, pero con un problema de paso, la ruta era resbaladiza, mientras más se acercaban al bosque, más difícil se había el camino, al más mínimo descuido podrían tener un accidente que lamentar. Stewart recibía indicaciones por el walkie talkie, Brick sentía cierta presión para apuntar debido a la pronta llegada al bosque. Algo alcanzó a escuchar, le estaban comunicando a Stewart que salieron más autos tras ellos, como si se tratase de una caravana; también alcanzó a escuchar el nombre de Reagan.
Apuntó, con precisión, con tan solo darle a una llanta podría hacer que perdieran el equilibrio, pero pensó que podría fijar el objetivo de su bala en otro punto, a manera de ir devolviéndoles el favor, y, de ser posible, hacerle algún tipo de daño a uno de los tripulantes del auto; si se tratase de Jim, sería mejor, mucho mejor. Así que disparó a la luneta, el auto negro vaciló sobre la acera, tiempo que le tomó a Brick de apuntar, pero una vez se quedó quieto, disparó sin dudar, sin vacilar, como su difunto padre le había enseñado.
–¡Cúbrelo! –le gritó Butch a White–. ¡Después vemos las heridas, pero cubre la espalda de mi hermano!
Brick se había asomado más por la ventana, quería ver si era posible dispararle a la rueda delantera, pero los impactos de bala que lanzaba el segundo auto azul no se hicieron esperar, aunque llegaban a la puerta del vehículo, rozando a duras penas unos pocos centímetros bajo la costura de la camisa que usaba el chico en ese momento. White había girado un poco en el asiento y comenzó a disparar para dispersar a ese auto que había aparecido. No recordaban que, en los registros e información recabada, se mencionaran tantos subordinados, Alexander no los había mencionado, así que posiblemente se habían recabado en secreto por la desconfianza de Jim hacia el hombre que le salvó la vida a Boomer y a Bubbles.
–¡Están disparando perdigones! –exclamó Stewart.
Pero el pelirrojo no pensaba distraerse, debía concentrarse, el auto negro luchaba por mantenerse en el camino, las chispas de la fricción del metal con el piso los guiaba, hacía también que la velocidad disminuyera, sin embargo, era una diminuta ventaja que necesitaban aprovechar para ponerle fin a todo esto de manera rápida. Brick apuntó, disparó y tuvo sumo éxito en hacer explotar la rueda derecha delantera. Musitó "bien", sin embargo, cometió el gravísimo error de girarse un poco para entrar al auto nuevamente, escuchó un disparo, instintivamente miró hacia atrás, y lo último que vio su ojo derecho, fue un pequeño perdigón. La distancia entre ese auto azul y el de ellos se había acordado, por lo que el área de impacto era la ideal.
–¡Brick! –exclamó Butch, desesperado–. ¡Brick!
El pelirrojo gritaba de dolor, tapaba su ojo, su hermano jalaba de él con su mano sana para que pudiera entrar, White también le ayudó. Lutz miró por el retrovisor, solo un mísero segundo, y al volver su vista al frente, chocó con el auto negro de Jim. Ambos autos rodaron por la pista sin volcarse, pero causando gran movimiento en el interior de ellos. El auto donde iba Jim impactó contra el guardarraíl, por lo que el vehículo que conducía Lutz le chocó con la parte trasera.
El auto azul que los seguía intentó frenar, pero terminó impactando de igual manera. Todo había quedado en silencio por un momento hasta que el sonido de las sirenas se hizo presente de manera paulatina. Stewart salió del auto, había sido impactada por la bolsa de aire, Lutz también se movió y salió del vehículo. Ambos se encontraban mareados, pero sabían que debían sacar a los hermanos Rowdy y a White del auto por si llegaba a ocurrir algo peor. Abrieron la puerta trasera y tomaron a Brick, que seguía consciente, pero estaba perdiendo sangre, mucha sangre, de su ojo, por lo que se encontraba mareado, pálido y algo desorientado. Butch había golpeado su cabeza y se hizo más daño en el pómulo izquierdo, debido al reventar de los vidrios, en su afán de proteger a su hermano, ahora contaba con tres heridas más en el rostro. White, en cambio, tenía un pequeño trozo de vidrio en la nuca.
–Fiscal –llamó Lutz, que intentaba sacar con cuidado el vidrio de White–, atrapemos a Jim, ahora.
Stewart sintió un escalofrío, tomó su arma y empezó a caminar, a paso lento, hacia el auto negro, donde nadie parecía salir. Brick y Butch habían sido colocados boca arriba en la acera, daba gracias de que se encontraran vivos a pesar de estar con heridas considerables. Ella, como la fiscal a cargo, debía ir a detener a Jim, así cuando llegasen las patrullas, lo tomarían para llevarlo a la comisaría, donde esperaría hasta ser juzgado. El impacto de la bolsa de aire la había dejado mareada, sin embargo, no podía detenerse, debía ir, debía tener a Jim y a sus secuaces. Sin embargo, del auto negro, se escucharon cuatro disparos.
Del auto negro, se abrió una puerta y un cuerpo cayó, pero no era un muerto, era alguien que intentaba moverse y escapar. Jim se movía en cuatro, con una pistola en su mano izquierda, alzó la cabeza y al ver a la fiscal, sonrió con burla. Tenía la mirada desorientada, no cabía duda, él había recibido algún tipo de golpe en la cabeza, luego el hilo de sangre que se veía cayendo por el lado derecho lo confirmó.
–¡Stewart! –dijo–. ¿Tú también quieres que te mate?
–Se te acabó el juego, Jim –respondió la fiscal–. Estás bajo arresto.
–Sí, cómo no.
A duras penas, se puso de pie, pero sus temblorosas piernas le impedían mantener el equilibrio como sí lo estaba recuperando la mujer. Ella mantenía su mano sobre su arma, debía sacarla, pero antes prestaba atención al sonido de las sirenas. Debían estar cerca, esperaba que así fuera, mientras más eran, más fácilmente podrían detenerlo, considerando las posibles bajas que iban a tener.
–Ya, ríndete –dijo ella–. ¿No escuchas? Perdiste.
–Yo nunca pierdo –respondió el hombre–. Primero, voy a matarte a ti, luego me mato a mí.
–¿Por qué a mí?
–Porque me caes mal, y porque se me dio la puta gana, la verdad. Estoy loco, ya no razono, no quiero pasar el resto de mi vida en la cárcel, porque sé que se me imputarán muchos cargos de los que soy completamente culpable, y lo digo con orgullo.
–Estás demasiado hablador –Stewart pensó en aprovechar esa oportunidad para ganar algo de tiempo para la llegada de los refuerzos.
–Moriré de todos modos, qué mejor que hablarle a otro muerto antes de irnos de este mundo, ¿no crees?
–No.
–Me importa una real mierda –suspiró–. Escucha, fiscal, no me interesa pudrirme en la cárcel, menos ir a un hospital psiquiátrico –la apuntó–. Voy a morir por mis propias manos, no voy a dejar que nadie me atrape.
En ese entonces, Stewart se inclinó un poco para mirar dentro del auto negro, Jim se dio cuenta de eso y abrió más la puerta, riendo con burla, aunque parecía estar disfrutando demasiado ese momento.
–Ya no me servían, así que los maté –dijo como si nada.
–Jim, ya, basta, ¿acaso no escuchas?
–¡Cállate de una puta vez! –la apuntó.
Stewart sintió que la jalaron del cuello de la chaqueta y luego vio que pateaban el brazo de Jim, haciendo que la pistola volara por los aires, dando un disparo sin objetivo específico, dándole solamente al asfalto. Butch se puso entre ella y Jim, pero este último tenía la mirada fija en su arma, luego al ver al Rowdy, se fijó en su mano, sonrió con burla.
–¿Estás herido? ¿También quieres que te mate? Si te mato a ti, de seguro una de las prostitutas se termina suicidando –decía mientras iba a por su pistola nuevamente–. La muerte no tiene un sabor muy distinto –Butch no le dijo nada–. Bueno, así lo creo yo –se agachó para tomar el arma nuevamente.
Jim admiró su arma un par de segundos y mordió su labio, momento que Butch aprovechó para pedirle a Stewart que diera instrucción de apagar las sirenas y acelerar lo más que pudieran. Como se escondía tras la gran espalda del chico, sacó el walkie talkie y dijo un simple mensaje: "fuera sirenas; romper velocidad máxima permitida, dense prisa". Jim apuntó su arma a su propia sien izquierda, suspiró como si estuviera lastimado, no había que ser muy inteligente para notar la burla en su acción. Butch intentó moverse, mas la pérdida de sangre le había afectado, con solo ir a proteger a Stewart sentía que había agotado gran parte de su energía, estaba mareado, muy mareado. Jim suspiró y, nuevamente, abrió la boca para hablar:
–Yo no me pienso entregar, váyanse a la mierda.
Y se escuchó un disparo. Stewart miró por sobre el hombro de Butch, sintió que el cuerpo del chico se debilitaba, así que lo sostuvo hasta que recuperara el equilibrio. Miró lo mismo que él, la sangre caía en el suelo, pero no el cuerpo de Jim. El impacto había sido en la muñeca de su mano izquierda, el arma volvía a caer al piso. La mirada de Jim parecía perdida. Tanto Stewart como Butch giraron la cabeza hacia atrás, para ver que Brick, con su ojo todavía sangrando, dejaba su arma en el piso, junto a él, luego de haberle disparado y evitar el suicidio.
Butch aprovechó el estado de shock de Jim, que miraba con odio a Brick, tomó una gran bocanada de aire y se movió lo mejor que le permitieron sus piernas. Le dio patada a Jim para moverlo del camino, lo volteó y, con su mano libre, le dobló la muñeca derecha y lo condujo hasta que logró acorralarlo en el auto.
–¡Stewart! –gritó con una pésima modulación–. ¡Las esposas!
La mujer se apresuró hasta la escena y esposó las muñecas de Jim, importándole una mierda si se encontraba herido, debían detenerlo, esa era la misión principal. Butch dio un par de pasos y se dejó caer en el piso, estaba considerablemente mareado. Escucharon autos frenar y que varias puertas se abrían. Hills se aproximó hacia ellos, y eso fue lo último que vio Butch antes de caer desmayado. Brick, en cambio, escuchó la voz de Reagan, porque de ver, solo contaba con lo que podía captar por un solo ojo, sin embargo, sintió el tacto de la mujer, también se desmayó por la pérdida de sangre.
Las patrullas se habían tardado porque estuvieron identificando los autos cómplices, información que fue brindada por Julls, la mujer encargada de la observación en las alturas. Reagan y Alexander se habían encargado de destinar patrullas, mientras que ambos buscaban hacerse cargo de los heridos, luego de haber dejado a las dobles en el bar de Elizabeth donde buscaron refuerzos en primeros auxilios. Un par de ambulancias venían con ellos, en donde subieron a Butch y a Brick, quienes quedaron inconscientes.
Stewart miraba cómo se estaba llevando, Hills, a Jim a la patrulla más grande. El magnate se resistía, pero en lugar de hacer mucha fuerza, gritaba: "déjame ir, repugnante ser humano", en tanto Hills le recitaba sus derechos y le daba a conocer las razones por las que estaba detenido. La mujer tomó una gran bocanada de aire y se acercó al auto en el cual había llegado con los Rowdy y sus dos subordinados. De la guantera sacó su móvil y marcó, rápido, a un número telefónico que debía estar al tanto de la situación.
No hizo falta más de un tono para que la persona en la otra línea respondiera.
–Stewart, por favor.
–Caroline, tengo un mensaje para las hermanas Utonium.
–Estamos viendo en noticiero…
–Diles a esas tres hermanas, que… Por fin, quien les causó tanto daño, pagará por todos sus actos.
–¿Lo atraparon? –escuchó a lo lejos, como si se tratase de un suspiro, cuando en realidad fue un sollozo.
–De momento, creo que tú deberías ir al hospital.
–¿Qué? ¿Por qué? ¿Le pasó algo a mis hijos?
–Butch y Brick recibieron impactos de bala, te daré las indicaciones precisas en un instante cuando hable con los paramédicos.
–Oh, Dios… ¡Oh, Dios! –sollozó la mujer–. ¿Qué tan grave? ¡¿Dónde les dispararon?!
–Te daré la información en un momento, pero antes, quiero que les digas a las tres hermanas Utonium que, quien les causó tanto daño, por fin pagará por sus actos. Todo se lo deben a tus hijos, Caroline, tus hijos son unos verdaderos héroes –suspiró–. La misión fue un total éxito.
Respondiendo review(s):
Lala: No te preocupes por no haber dejado comentario, de verdad, con tal de que lo hayas leído ya me es satisfactorio. Tus palabras me llegaron a lo más profundo en serio, con todas las inseguridades rondando por mi cabeza, pensando una y otra vez si las ideas son buenas o malas, si escribo bien o no, todo eso me invade, pero tu review, simplemente, me hizo llorar, sí. Debo decir que lo he leído cuando me dan las crisis. Muchas gracias por leer.
Momoko Hiim: Me alegra que te haya gustado ese momento, jajaja. Bueno... Es que es obvio que no todos pueden ser felices, pero siento que no me podía exceder tanto con el sufrimiento de los protagonistas, estoy segura de que me dirían "wey ya". Gracias por leer.