Frozen ES de Disney. Solo hago esto para mi diversión y su entretenimiento
Un alarmante grito rompió la tranquilidad del castillo. Elsa se sentó de golpe en la cama, cualquier rastro de Morfeo olvidado por completo. Se colocó los zapatos de manera frenética para luego abandonar la habitación hacia la fuente del llamado.
─ ¡Socorro! ¡Por favor! ¡Necesita atención medica! ─ Mientras el llamado se hacía más cercano, Elsa comenzó a sentir ansiedad. ¿Qué podría haber pasado en medio de la noche que requiriese atención médica y semejante grado de desesperación? No podía visualizar la escena, pero sabía que fuese lo que fuese, no podía ser bueno. Por fin, llegó al lugar de los acontecimientos, dos guardias fueron los primeros en formar parte de su panorama. Obstruían su visión en el sitio poco iluminado, y a Gerda, quien identificó como la dueña de la la voz de alarma.
─ ¡Oh, Elsa! ─ exclamó al notar su presencia. La mujer estaba tan nerviosa que dejó todo tipo de formalidad de lado.
─ Gerda, ¿qué está pasando?
─Anna…vine por algo a la cocina y la encontré en el piso.
─ ¿Anna? ─ preguntó con el pánico recorrerle. Se acercó, rodeando a los guardias; su respiración se detuvo por breves instantes. ─Oh por Dios…─ Cubrió su boca con las manos, presa de la impresión mientras se arrodillaba al lado de la inconsciente figura de su hermanita. Acarició su mejilla y respiró con cierto alivio al sentirlas tibias.
─Su majestad, ya hemos contactado al médico real; estamos controlando la hemorragia ─ Solo allí, la reina de las nieves vio la sangre.
─ ¿Quién hizo esto?
─ No lo sabemos, majestad; Gerda la ha encontrado herida. No tenemos reporte de un intruso ─ respondió uno de los guardias. Elsa trataba de seguir el hilo de lo explicado por el hombre, pero lo único que podía registrar era el hecho de que alguien había lastimado a su adorada Anna. ¿Cómo lo hicieron sin ser vistos? Más importante aún, ¿por qué? ¿Quién podría querer lastimar a su hermana? No tenía sentido.
─ ¿Su majestad? ─ La joven rubia salió de su trance.
─ Trasladen a la princesa a su habitación y que el médico real acuda de inmediato. Tú, ─señaló a uno de los escoltas ─conmigo al despacho ─ Aunque se estuviese desmoronando por dentro, ella seguía siendo la gobernante de Arendelle y debía controlarse, especialmente, porque necesitaba encontrar al nefasto individuo que había perpetrado el ataque.
Matthew abrió los ojos ante el toque en su puerta. Frunciendo el ceño, se levantó de la cama y esperó escuchar de nueva cuenta el llamado para cerciorarse de que no lo estaba imaginando.
─ Buenas noches. ─ saludó extrañado, al ver dos de los guardias de Arendelle de pie frente a él.
─Buenas noches, príncipe Mathew, disculpe nuestra visita a estas horas
─ No se preocupen, ¿sucede algo?
─ La princesa Anna ha sido atacada hace unos momentos y nos encontramos patrullando en busca del responsable, ¿ha visto algo fuera de lo normal? ─ El joven príncipe abrió los ojos en sorpresa.
─ No, no he visto nada inusual ─ respondió ─ ¿Cómo se encuentra la princesa?
─No tenemos esa información; solo seguimos ordenes de su majestad Elsa.
─ ¿Cómo se encuentra El-su majestad Elsa?
─ Se encuentra dando instrucciones ─ respondió ─ Nuevamente, disculpe los inconvenientes, príncipe; nos retiramos.
Mathew vio como los hombres se alejaban. Estaba inquieto y un muy mal presentimiento lo embargó en el momento en que le comentaron la situación. ¿Tenía que ver con su padre? ¿La visita de Sarah era parte de esto? Si ese fuese el caso, ¿por qué atacar a Anna? Lo más lógico fuese atacar a Elsa para debilitar al reino. Ese pensamiento lo inquietó aún más. ¿Y si el objetivo siempre fue la hermana mayor, pero terminaron confundiéndola con Anna? El peligro seguía latente. Se vistió lo más rápido que pudo y salió de su temporal hogar. No estaría tranquilo hasta que se cerciorara de primera mano que la rubia estaba ilesa.
─ ¿Por qué tarda tanto? ─ preguntó impaciente la joven. El médico aun no salía de la habitación de Anna y la incertidumbre la estaba matando.
─ Ya no debe tardar ─ comentó Gerda. La mujer estaba temblando, alterada con la situación, lo que provocó que Elsa se sintiera culpable por el poco autocontrol que estaba teniendo. Al igual que Anna, muchos de sus recuerdos incluían a Gerda y a Kai, eran unos segundos padres para ellas y el momento lo probaba. ─ Iré con Kai para ayudarlo con toda la militarización. ─ Porque sí, Arendelle se estaba militarizando. Elsa dio la orden para que el ejército estuviese presente tanto el castillo como el reino. Había un atacante a la huida y debía capturarse como fuese lugar. Nadie podía dejar el reino, por ninguna vía sin ser revisado.
─ Te dejaré saber en cuanto tenga novedades de Anna…─ la mujer simplemente asintió. La rubia la observó desaparecer por el pasillo, preparándose para cierto tiempo en soledad.
─ ¿¡Dónde está?! ─ escuchó una frenética voz acercarse ─ ¿¡Donde está Anna?!
─Kristoff…─ susurró al reconocer la voz. En cuestión de segundos, lo tenía frente a ella.
─ ¿Cómo que la atacaron? ¿Quién? Necesito verla
─ Cálmate
─ ¡¿Cómo quieres que me calme?! Ella…
─ Como tu reina, te ordeno que te detengas. ─ habló con tono autoritario, utilizando su título como último recurso lo que, sorprendentemente, funcionó ─ Te entiendo, también estoy al borde de la histeria, pero aún no tenemos noticias y necesito que te controles ─ El rubio, frustrado, cubrió su rostro con sus manos, ahogando un grito de frustración.
─ ¿Qué demonios pasó?
─ Solo se sabe que alguien la atacó; no sabemos por qué ni cómo logró burlar la seguridad del castillo. ─ El solo hecho de que el culpable seguía libre, era suficiente para causar pánico.
─ ¿Majestad? ─ Ambos observaron al profesional de pie en la puerta.
─ ¿Cómo está, Anna? ─ preguntó, olvidando cualquier tipo de formalidad.
─ Me temo que no tengo la mejor de las noticias ─ se le notaba serio ─ La princesa Anna pue apuñalada, pero la herida no es de gravedad.
─ Entonces, ¿por qué no son buenas noticias? ─ preguntó Kristoff.
─ Porque encontré rastros de veneno en ella; al parecer, la intención como tal, era suministrarle el veneno.
─ ¿Es…un veneno conocido? ─preguntó la reina con temor. Si las noticias no eran buenas…
─ Me temo que no; he tomado una muestra para su investigación, pero no sé qué tan rápido se pueda extender por su cuerpo. Estamos contra el tiempo.
─Pero…─trató de articular la rubia. Sus pensamientos estaban fuera de foco, tantas emociones negativas llegaron de golpe que temió desplomarse en el lugar.
─ Sé que es un momento difícil; estaremos trabajando a toda marcha para encontrar un antídoto. Por los momentos, la princesa debe ser vigilada; no sabemos cómo se puedan mostrar los síntomas.
─ Yo estaré con ella
─ Kristoff, no creo…
─ Tu y yo sabemos que Arendelle te necesita; tenemos que atrapar a quien hizo esto.
Tenía razón, por más que quisiera negarlo. Quería estar con su hermana, jamás quitarle la vista de encima, pero seguía siendo la reina, ella debía encontrar al responsable y evitar que alguien más saliera herido. Su pueblo confiaba en ella y debía corresponder.
─ Por favor, si algo ocurre, déjame saber lo más pronto posible.
─ Lo haré ─ respondió.
─ Muy bien, señor Bjorgman. La princesa presenta un cuadro de fiebre; si muestra algún síntoma adicional, favor avisarnos.
─ Lo haré
─ Le diré a Gerda y Kai que estén pendientes por si necesitas algo ─ dijo la rubia cuando estuvieron solos.
─Gracias; te prometo que la voy a cuidar. ─ ella solo asintió. De cierta manera le aliviaba que Kristoff estuviera allí, pero no era suficiente. Anna era lo único que tenía, era su hermanita y Elsa no podía quitarse la sensación de que esto solo era el inicio de algo mucho más serio.
El príncipe heredero llevaba más de una hora paseando en los alrededores de su residencia temporal. Al principio, estaba decidido a ir con Elsa y ayudarla en lo que necesitase, pero a medida que lo pensaba mejor, ¿en que podría beneficiar su presencia a la joven Reina? Él nunca había sido bueno con los sentimientos ni para dar soporte en momentos de alta carga emocional. ¿Qué se supone que le dijera? ¿Qué todo estaría bien? Era risible y hasta ofensivo que se lo dijera cuando el ambiente estaba inundado en incertidumbre y miedo.
─Pero la quieres y quieres que este bien. ─respondió su consciencia, con toda la razón del mundo. Su incertidumbre ante la situación, muy al fondo, era porque quería ayudarla. La idea de Elsa sufriendo era la imagen más desgarradora que podría imaginar y no quería que fuese real. ¿Así era como pretendía demostrarse que había cambiado? ¿Así demostraba que estaba rendido a los pies de la rubia? ─ Deja de ser un cobarde…─se auto regañó. Con paso decidido, se dirigió al castillo, pasando por varios controles antes de poder llegar al despacho donde los guardias le indicaron que se encontraba la joven reina.
Respiró hondo y tocó la puerta que le separaba de la rubia ─ ¿Elsa? ─ llamó, pero no obtuvo respuesta ─ ¿Estas bien? ─ nueva vez, el silencio fue su contestación ─ Sé que estás ahí, ¿puedo pasar? ─ el hecho de que no le respondiera, lo estaba preocupando. Sin pedir permiso, abrió la puerta. ─ Escuché lo que pasó, ¿necesitas…? ─ su pregunta quedó inconclusa ante la ráfaga gélida que lo golpeó de lleno. Las paredes estaban forradas completamente por una fina capa de hielo, la escarcha y la nieve se esparcían por el lugar. Visualizó a la joven reina sentada en el suelo en la esquina menos iluminada del lugar. No dudó en acercarse, a pesar de que sentía que se congelaba y de que su aliento era visible ─ Elsa…
─ No puedo…respirar…─ comentó en un susurro; lagrimas descendían sin control sobre sus mejillas, temblaba, hiperventilaba y podía sentir como su corazón latía desenfrenadamente. Tomó su rostro entre sus manos y la obligó a mirarlo a los ojos.
─Está bien, está bien ─ comenzó ─ Estas sufriendo un ataque de pánico; nada te va a dañar, estoy aquí ─ pero parecía no funcionar. Con delicadeza, apoyo su frente en la de ella, sin romper el contacto visual. ─ Oye…─ su tono de voz era suave, calmado, pausado, trataba de infundirle la tranquilidad que le hacía falta.
─A-Anna…─ logró articular.
─Lo sé, pero no puedes ayudarla en este estado. Tanto ella como Arendelle te necesitan ─ la rubia, aun con la respiración irregular, asintió como pudo. Luego de que esas palabras abandonaron sus labios, Elsa concentró cada fibra de su ser en aquellos ojos verdes que le observaban con genuina preocupación, pero que también trataban de transmitirle que le importaba, que quería genuinamente que estuviera bien. Era consciente del efecto que estaba teniendo el descontrol de sus poderes sobre él y, aun así, no se alejaba; estaba concentrado en ella. Lo mínimo que podía hacer era intentarlo. Con el pasar de los segundos, los síntomas comenzaron a desaparecer, su respiración volvió a ser normal mientras tragó en seco volviendo a la normalidad. De inmediato, la habitación descongelándose de a poco. Aliviado, Mathew le sonrió dulcemente.
─ Gracias… ─ susurró, sin intentar alejarse. Aun no se sentía segura del control que tenía sobre sus emociones, pero sentía que mientras estuviera con él, no sería un problema. Se sentía segura a su lado. ─ Lo siento…─respondió apenada por haberlo expuesto de manera tan irresponsable a sus poderes.
─ No pasa nada ─ respondió con una sincera sonrisa, para luego tomas asiento a su lado. Pasó su brazo sobre su hombro y la atrajo hacia sí ─ Lamento haber tardado tanto en venir
─ Está bien; lo importante es que estas aquí ─ se escondió entre sus brazos. Era la primera vez que se sentía segura desde que pasó todo el ataque. Más allá de los sonrojos y la sensación agradable que sentía a su lado, Elsa no se había detenido a analizar el impacto tan profundo que tenía el joven en su ser. Era ridículo, ella siempre proclamó que el amor no podía generarse tan fácil. Debía conocerse a la persona por un tiempo antes de afirmar que el sentimiento existía, pero este apuesto príncipe solo llevaba un mes en su vida y creía que el encajaba en su futuro. Se repetía que no podía dejarse llevar, había muchas cosas que desconocía, aun podían catalogarse como extraños, no podía confiar tan fácilmente, pero luego, él le sonreía, le platicaba, la trataba de la manera más respetuosa y atenta que había experimentado, haciéndola sentir especial y que, en realidad, demostraba su interés en ella.
─ ¿Cómo está Anna? ─ se atrevió a preguntar por fin, trayendo a la joven reina de vuelta.
─ Mal; al parecer la intención fue envenenarla, pero el médico real desconoce el veneno; no hay antídoto…─ el dolor en su voz era palpable, por lo que, decidió mantenerse en silencio, eligiendo cuidadosamente sus palabras.
─ ¿Hay algo que podamos hacer para ayudar? ─ preguntó. La sintió aferrarse más a él, su comentario no fue de ayuda.
─ No lo sé, ─ admitió. ─ eso es lo que me asusta. Ella es lo único que me queda, yo…
─Estará bien; encontraremos como ayudarla y, sobre todo, atraparemos al responsable. Ustedes merecen ser felices.
─ ¿Tu no? ─ preguntó ella, sin pensar y tomando desprevenido al joven.
─ No creo que tenga méritos para ser uno de los agraciados; no he sido la mejor persona a través de mi vida…─ Elsa se alejó lo suficiente para poder ver sus reacciones. ─ He sido una muy mala persona por mucho tiempo…
─ ¿Lo sigues siendo? ─ se atrevió a preguntar. Esto era lo más cercano que había estado de obtener información verdaderamente personal de su parte, aunque debía admitir que no era el rumbo que esperaba. No se trataba de algún tipo de novedad para ella, pero el tono sombrío del joven le hizo dudar de que todos los acontecimientos estuviesen cubiertos con lo que ya había compartido.
─ Como te comenté, ya no quiero ser así… ─ sonrió de medio lado. Extendió su mano y como si tuviese miedo de romperla, acarició su mejilla con un nivel de ternura que solo podía experimentar cuando estaba con Elsa. ─ Quiero ser mi mejor versión para ser digno de ti ─ la sinceridad de sus palabras no podía ser cuestionadas, a pesar de que la joven trataba por todos los medios de hacerlo. Colocó su mano sobre la varonil que reposaba en su mejilla. El atentado hacia Anna había revivido sus temores iniciales. Tenía miedo de perderse en todo esto antes de poder conocer aquel pasado oscuro de su pretendiente.
─ Si es realmente lo que quieres, lo primero que debes hacer es contarme; ser honesto al respecto ─ El joven se mantuvo en silencio por unos instantes. ─ Yo…no confío tan fácilmente en las personas, pero por alguna razón lo he hecho contigo y no quiero que se destruya por algo que no me dijiste; quiero que esto funcione ─ Para el joven no era tan fácil. Estaba sorprendido de haberse sincerado de esa manera sin previo aviso, pero sabía que entrar en detalles sería mucho más complicado. Estaba aterrado de contarle sus intenciones originales de su viaje a Arendelle y mucho más, de entrar en detalle del personaje que él llamaba padre.
─Lo sé, pero ya tendremos tiempo para ello: ahora lo importante es concentrarnos en la salud de Anna y en atrapar al atacante ─ Odiaba darle la razón, pero la tenía y por más que quisiera saber, no era el momento, no era su prioridad.
El sol se encontraba a punto de desaparecer por el horizonte. Elsa no recordaba haber experimentado otro día tan agobiante como aquel. La condición de Anna emporaba con el pasar de las horas y la impotencia de no poder hacer nada al respecto, la estaba consumiendo. El equipo médico no estaba cerca de descubrir la sustancia utilizada para envenenar a su querida hermana y sabía que el tiempo se agotaba.
─ Kristoff, debemos llevarla con tu familia ─ declaró la reina, rompiendo el ambiente del lugar. El rubio apartó su atención de la pelirroja, para dirigirla hacia la rubia. Su semblante se notaba cansado, pero, aun así, la sorpresa fue evidente en su expresión.
─ Pero…
─ No podemos seguir perdiendo tiempo. Tal vez, ellos encuentren un tratamiento.
─ Arde en fiebre, Elsa, ¿Qué tal si empeora durante el viaje?
─ ¿Y dejándola aquí sin tratar tenemos mejores oportunidades? ─ respondió. Claro que entendía los riesgos, ella vivía de analizar las situaciones y accionaba de acuerdo a la acción que representase el menor riesgo posible, pero en ese momento, no veía otra opción. Anna empeoraba cada vez más, los médicos no identificaban la toxina y no creía que sentarse a esperar fuese la solución. Su hermana sufría y ella estaba harta de ser testigo sin hacer nada ─ Kristoff, tengo un muy mal presentimiento que siento se materializará si no accionamos ─El joven observó nuevamente a su novia, consciente de que lo que proponía Elsa era la mejor opción que tenían. Aun así, estaba aterrado de que el viaje fuese demasiado dada la situación, pero tenía que confiar en Anna, ella era fuerte, lo sabía, fue una de sus cualidades que lo enamoró.
─ De acuerdo, iremos─ respondió ─ Alistaré a Sven y llevaré provisiones, solo en caso de que el viaje se extienda. ─ Elsa asintió mientras veía como el hombre se ponía de pie luego de dedicarle otra mirada de preocupación hacia su inconsciente novia. Si en algún momento dudó de las intenciones del rubio hacia la princesa, todo lo acontecido había disipado esa nube gris. Kristoff no se había separado de ella, la cuidó mientras ella se encargaba de todo el caos que había causado el ataque.
Los habitantes estaban más que escandalizados al escuchar que su adorada princesa había sido atacada dentro de la seguridad del castillo y peor aún, que el autor seguía suelto, posiblemente, caminando entre ellos. Elsa había militarizado Arendelle, las fronteras y puertos estaban custodiados, cada persona que abandonó el reino fue interrogado y descartada de acuerdo a su coartada en el periodo del suceso. Las noticias corrían como pólvora y sabía que reinos vecinos ya sabían sobre la situación y posiblemente, reinos más allá de lo que podría comenzar a imaginar. Y era difícil porque tenía que actuar como reina, estar estoica, ahí para su reino, cuando lo único que quería era estar con Anna ante cualquier eventualidad. Estaba tan sumida en sus pensamientos que no notó como su compañía cambiaba. ─ Oye…─ levantó la vista para encontrarse con una figura mucho menos corpulenta que Kristoff. El recolector de hielo se había ido y poco después, llegó otro monarca. ─ ¿Estás bien?
─ Sí…─ respondió, no muy convencida del todo. ─ Yo…debo ir por Kai; me ausentaré de manera indefinida y necesito que este…
─ ¿Te vas? ¿A dónde? ─ interrumpió.
─ Llevaré a Anna con…la familia de Kristoff ─ respondió luego de una pequeña pausa.
─ ¿Por qué? ─ preguntó enarcando una de sus cejas. ─ ¿Son médicos? No creo que exista un mejor equipo médico mejor preparado que el real.
─ Ellos pueden hacer cosas…extraordinarias. Siento que podrán ayudarnos…
─Elsa…
─ Créeme que sé lo que implica moverla en este estado, pero es la última alternativa que veo; debo agotar todas las posibilidades por su bien. ─ Él sabía que la joven reina no tomaba decisiones porque sí. Si estaba sugiriendo esa acción era porque la había analizado y el riesgo que conllevaba valía la pena.
─ Confío en ti y sé que no es un impulso ─ declaró. Ella sonrió agradecida ─ Iré contigo ─ No fue una pregunta, tampoco estaba pidiendo servicio. Fue una aclaración de que ese hecho se materializaría.
─ No creo que…
─ Asumo que iras con Kristoff, lo que significa que el estará dirigiendo el trineo. Alguien debe estar con ustedes dos durante el camino, especialmente, porque tu atención estará en Anna ─ tenía un punto.
─ Matthew, te entiendo, pero vamos a las montañas, con la familia de Kristoff, no sé si…
─ Estaré bien
Lamentablemente, Elsa no encontraba que excusas para rebatirle.
Maurice repetía cierta información en su cabeza una y otra vez. La noticia del ataque hacia la princesa de Arendelle llegó a su conocimiento, el rey comenzó a pensar cómo podría utilizar ese suceso para su beneficio y, sobre todo, para enseñarle a su primogénito que no era tan fácil como decir que no. Tenía una idea, una muy rebuscada pero interesante que podría servir para sus propósitos. Necesitaría una excusa, un plan y, por supuesto a la despechada y siempre servicial princesa Sarah.
I'm back! Orgullosa de que esta vez actualicé a un ritmo más rápido teniendo en cuenta todo lo que tenía pendiente. ¿Qué les ha parecido? Saben que me gusta saber su opinión, así voy mejorando y motivándome aún más a seguir. Cualquier cosa, pueden contactarme por PM, review o a través del blog que les dejé en el perfil. Un súper abrazo y manténganse a salvo.
Cuídense,
Bye!

9