Uno de los aspectos que más me atrajo de kill la kill fue el drama entre los personajes, que tiene gran similitud a una telenovela. Tomando eso de guía, este fanfic se enfoca en cómo sería la relación de la hermanas Kiryūin si no existieran las fibras vivas. Tratare que los personajes tengan las mismas personalidades y pasen por situaciones similares a los de las serie; y tengo la intención de continuar con el tipo de sátira del programa pero no tan exagerada. Debo advertirles que soy fiel creyente que no existe ninguna pareja oficial en kill a kill y así seguirá en este fic, pero eso no evitara algunas insinuaciones (o que cambie de opinión en otros fics pueda escribir). Espero que lo disfrute.

Kill la kill tiene su dueños respectivos, y el propósito de este escrito es solo el de entretener. Así que, por favor no me demanden.

Kill la kill fanfiction

Remembranzas vivas

Una promesa

La gigantesca sala de la mansión Kiryūin se encontraba en silencio con excepción de constante raspar de un crayón contra el papel. Una pequeña figura yacía recostada boca abajo en la alfombra que decoraba el centro de la habitación. Kiryūin Satsuki se entretenía aquella tarde coloreando unos libros de dibujos en blanco que le había obsequiado su padre; la pequeña niña estaba concentrada totalmente en su tarea, que nunca se percató de los delicados pasitos que anunciaban la entrada de un intruso a la sala de la mansión.

Como un depredador que cae sobre su presa, el intruso se lanzó sobre Satsuki cayendo sobre su espalda. La niña soltó un grito mesclado entre dolor y sorpresa.

– ¡Ryūko! –gruñó la niña al ver a su pequeña hermana que yacía sobre ella riendo con vehemencia –. ¡No hagas eso, me asustas!

–Lo siento, oneesan –se disculpó ella entre risas –. No pude evitarlo.

– ¿No deberías estar aquí? ¿Por qué saliste de tu habitación?

La sonrisa de rostro de Ryūko desapareció tan pronto su hermana mayor cuestionó su huida.

–No quiero estar sola… –dijo la niña menor juntando sus pequeñas manos y bajando su mirada –, me da un poco de miedo… estar ahí.

Todo enojo que pudo tener Satsuki rápidamente se esfumó al ver aquella expresión en su imooto. No había nada que amara más en el mundo que ver a Ryūko sonreír.

–Está bien, puedes quedarte conmigo –le dijo a Ryūko con calma frotando con ternura el tope de su cabeza –; pero si alguien te ve, regresaras a tu cuarto sin discutir ¿de acuerdo?

–De acuerdo –aceptó Ryūko recuperando su sonrisa.

Ambas niñas se tendieron nuevamente sobre la alfombra, una junto a la otra.

– ¿Qué haces? –preguntó Ryūko apoyando su cabeza en sus manos, mirando los libros de colorear de Satsuki.

–Pintando un jardín –respondió Satsuki entregándoles un crayón a Ryūko –. Ayúdame a pintar los árboles.

– Satsuki, ahora que sea tu cumpleaños ¿podemos jugar en el jardín? –preguntó Ryūko mientras frotaba con fuerza los crayones contra el papel.

–Sabes que no debes salir afuera, Ryūko –contestó Satsuki provocando que su hermana perdiera de nuevo su sonrisa –.Pero un día, podremos salir juntas a donde tú desees.

– ¿Es una promesa?

–Es una promesa.

Ambas hermanas se sonrieron mutuamente, antes que un constante replicar, similar a un alarma interrumpiera el dulce momento. Poco a poco, la oscuridad fue tomando control del momento desapareciendo la habitación e igual con las dos hermanas. Luego una línea de luz se extendió horizontalmente y poco a poco, continuó tanto hacia arriba como abajo, hasta que finalmente los ojos de Satsuki se abrieron.

Tardó unos segundos en entornar la vista y percatarse que se encontraba en su cama, en su habitación y el sonido del despertador era lo que la había de sus sueños… o mejor dicho su recuerdos.

Extendió perezosamente la mano para apagar el reloj que yacía sobre la mesita de noche junto a su cama, que era acompañada de una fotografía de su padre y hermana, y un calendario. Satsuki posó su vista en este último objeto mientras se levantaba de entre las colchas, y especialmente en los dos días marcados en rojo. El primero era por su cumpleaños, exactamente en una semana y no tenía ninguna emoción por que llegara ese día… hacía años que no sentía algo por su cumpleaños. El segundo, separado por tres días del primero, era la razón por la cual nunca deseaba que llegara esa época del año.

Satsuki pensó en el maravilloso sueño que acaba tener, un suceso de su pasado, días antes de su cumpleaños número cinco. No le sorprendió haber soñado con su imooto, era justamente esa época del año cuando eso recuerdos fluía con gran facilidad por su cabeza y haciéndolo esos días aún más doloroso.

–Es una promesa –murmuró para sí, antes de ponerse de pie y comenzar a prepararse para ir al colegio.