CP#17. Desiderátum.

Rin no entendía qué estaba mal con ella. Desde que había dejado el palacio de los daiyōkai había experimentado un inusual aumento de temperatura corporal, no hacía tanto calor, pero aún así se sentía caliente, húmeda y aunque no quería reconocerlo, estaba excitada.

El sexo nunca había sido una prioridad para ella, aún así cuando su naturaleza humana la traicionaba y quería liberar tensión, no tenía problema en ir a los kabuki¹ y encontrar entre los actores a los Kagema², aún recordaba cuando tenía diez y siete años no había dudado en contratar a uno (al más apuesto, fuerte y aparentemente casto) para empezar a experimentar, porque estaba harta de escuchar a sus espaldas que una mujer de un temperamento violento, no era apta para ser esposa y madre.

Rin no disfrutaba de pelear o asesinar, pero desde que era una niña había sido educada para defenderse, su familia no conocía otra forma de hacer dinero: formaban parte del ejército del Reino Central desde hace varias décadas, eran hábiles forjadores de armas relacionados con la guerra. Ella era una gran estratega e inventora, recorrer los caminos y dibujarlos era una de sus habilidades, al igual que mezclarse con la gente para conseguir información, pero en el campo de batalla era otra historia, y si bien ella era buena en combate, su condición de mujer la limitaba, de ahí que trataba de no fallar, si tenía que matar lo hacía, porque las veces que dudó salió gravemente herida.

A medida que iba creciendo, su padre adoptivo había puesto empeño en encontrarle un buen pretendiente, pero los hombres le temían, muchos hasta se ofendía cuando se hablaba de las ventajas de hacer un contrato matrimonial con ella, ya que la dote que la respaldaba era grande por las misiones en la que había participado, aún así para los hombres era poco atractivo, una mujer independiente económicamente estaba mal visto, tampoco ayudaba la fama que tenían sus hermanos. ¿Quién en su sano juicio quería emparentar con ellos?, eran catalogados como la élite de la armada pero viles y sanguinarios asesinos.

Rin lo entendió a temprana edad: los hombres querían mujeres dóciles, así que se resignó a quedarse sola, pero eso no significaba que se iba privar de ciertos placeres, después de todo sus hermanos la trataban como un chico más, cuando pasó su gusto por los Kagema, porque hasta ellos se negaron atenderla cuando se enteraban quién era, empezó a frecuentar a las oiran³, siempre le había gustado observarlas danzar, bellezas que se destacaban no solo en el arte de dar placer sexual, sino que además hacían un servicio de entretenimiento que incluía: las artes del baile, la música, la caligrafía, la poesía y la conversación.

Nunca se había animado a estar con una, hasta que conoció a Hitomiko, una bella joven de ascendencia inglesa, de cabello largo negro y sus ojos azules le fascinaron, ella estaba algo ebria cuando la rescató de un cliente que quería forzarla, entre copas de sake y una ligera conversación pasó la noche con ella y fue bastante agradable, las mujeres sabía mejor como complacer a una mujer y ella podía llegar a ser muy demandante en el ámbito sexual, siempre tomaba el rol activo, ya que rara vez usaba atuendo femeninos y comportarse como una mujer, luego Hitomiko que frecuento por algún tiempo conocio a Chiyo, otra joven de cabellos negro que había sido traída de otro burdel, después de cada batalla era común terminar en un lugar así para celebrar, mientras sus hombres (subordinados) y hermanos se distraían con juegos y tomando el sake, ella se rodeaba de las más hermosas cortesanas para pasar la noche, hasta que conocio a Sango, una aprendiz de oiran o más conocida como kamuro.

Rin ya contaba con más de diez y nueve años, una solterona para la época, pero eso poco le importaba, cuando los padres de la niña (Sango) la vendieron al dueño del burdel a la edad de catorce años, este no dudó en maltratarla para que entienda las reglas del lugar, y la obligó a entrenar, poco a poco para ir induciendo aquel mundo, por así decirlo. Fue una noche en la que Rin se retiraba en compañía de dos féminas, cuando escuchó los lamentos, la pequeña en un descuido del dueño casi fue violada por uno de sus clientes, y si algo Rin odiaba era ver a hombres actuar de esa manera. Ella no dudó en sacar sus dagas dobles y cercenó de un solo tajo la oreja derecha del imponente hombre, parecía que la masacre era inminente pero el dueño la reconoció, al ser parte de la armada del Reino Central y cliente habitual del lugar tenía cierta autoridad, para que no causar mayores problema le obsequio a la niña.

Sango al estar con Rin sintió aquella protección y cariño que tanto anhelaba, con el tiempo la admiración se convirtió en algo más, su relación se hizo más cercana, al inicio como de una tutora y su pupila, después como hermanas, Sango se había enamorado de Rin, con el tiempo todo fluyó de manera natural entre ellas y al tener intimidad Rin dejó de lado su libertinaje para cuidar de la joven que por aquel entonces ya contaba con diez y siete años, hasta que apareció Miroku, un hábil comerciante que con engaños envolvió a Sango y fue el causante de su ruptura, tres años después.

Rin no entendía el porqué estaba recordando aquello, y las miradas de la princesa la distraían de su entorno. A medida que traspasaba por el espeso boscaje, su esencia demoníaca reaccionó involuntariamente, el aire estaba cargado con un magnetismo muy distinto al habitual, porque no era la primera vez que ellos recorrían aquellos caminos, sus sentidos se pusieron en alerta.

Sus acompañantes, a pesar de las burlas acertadas de Jakotsu, había notado el inusual ambiente.

—¿Qué me pasa? —susurró para sí mismo cuando se quedó completamente sola. Hizo un barrido rápido con la mirada para buscar un arroyo, sentía que la ropa le estorbaba, por lo que adelantó su andar y con un gesto lleno de parsimonia empezó a desenvolver la tela que cubría una de sus manos.

El cuestionamiento de la princesa la fastidio, debía aclarar las cosas con ella, porque no podía lidiar con su cuerpo inflamado de la lujuria que estaba experimentando. Ella nunca mentía, había sido honesta con la princesa al revelarle que era hija del emperador y de su concubina favorita. ¿Por qué le era difícil asimilar la noticia?, pero sus reclamos no hicieron efecto en ella hasta que nombró a Sango, y toda su cordura se rompió.

La princesa quería experimentar estar con ella, ¡bien!, pero no iba darle un grato encuentro, odiaba ser forzada hacer cosas que no querían, y aunque Kagome tenía una belleza cautivadora no restaba que era su hermana. Del enojo experimentado la lanzó contra el piso y rompió parte de su hanfu, iba morder su cuello, su esencia demoníaca la sobrepasó y fue sorprendida, entonces perdió la conciencia por unos minutos, cuando se recuperó estaba en un frondoso paraje, Rin se levantó algo aturdida cuando sintió ser tomada con fuerza de las muñecas.

—¡Quédate quieta! —demandó en un tono ronco la falsa demonesa, mientras intentaba doblegarla. Sesshōmaru estaba indignado, por el hechizo sus poderes habían disminuido considerablemente, se sentía ridículo intentar forcejear con Rin, fracasando por completo, ya que en un ágil movimiento de piernas terminó inmovilizada.

—¡Maldita sea! ¿Qué me hiciste? —Sus ojos estaban más rojos de lo usual, y espetó con malhumor—: ¿Qué me pasa? ¿Por qué siento que ardo?

La falsa demonesa estaba sin palabras, cómo le iba explicar que la época de apareamiento de los daiyōkais también hacía estragos en ella y tenerla encima de él, aún en su forma falsa de hembra no le ayudaba.

—¡Responde!... —demandó en un tono imperativo.

La falsa demonesa forcejeo con todas sus fuerzas y está vez ella estaba encima, jadeaba con dificultad producto de la excitación que experimentaba. Sin poder controlarse sus colmillos se hicieron más grandes e intentó morder su cuello, Rin no era débil, y se negaba a dejarse someter, así que puso resistencia y en un ágil movimiento liberó una de sus muñecas de sus garras, sin pensarlo la agarró con fuerza del cabello para atraerla hacia ella y mordió sus labios con fuerza, no era su intención profundizar el beso pero ella ya no tenía control sobre su cuerpo.

La ropa le estorbaba ambas, la falsa demonesa se perdió en aquel beso porque sus lenguas batallaban sin dar tregua la una de la otra, fue largo, húmedo e intenso, porque importo si los colmillos de la falsa demonesa lastimaba la boca de Rin, sus cuerpos se restregaba por inercia inflamados de la lujuria que experimentaban, hasta que…

Continuará...


Kabuki¹ es una forma de teatro japonés tradicional que se caracteriza por su drama estilizado y el uso de maquillajes elaborados en los actores.

Kagema² es un término histórico japonés para un prostituto joven masculino.

Oiran³ es el vocablo japonés utilizado para referirse a una cortesana de alto rango en Japón. La oiran surgió a principios del Período Edo (1600-1868), como parte de la política de control del gobierno Tokugawa. En aquel momento las leyes establecían la restricción de los burdeles en distritos especiales separados por muros a cierta distancia del centro de cada ciudad, denominados "barrios del placer". En las ciudades más populosas, existía una zona de burdeles en Shimawara en Kioto, Shimmachi en Osaka y en Edo (la presente Tokio), Yoshiwara.

Pueden encontrar más información en wikipedia.


«N/A¹» Gracias por su reviews. Por seguir y agregar la historia a sus favoritos.

Se me hace difícil poder contestar los reviews anónimos, pero leo absolutamente todos y me hacen muy feliz ^^ al ver nuevos lectores, si me permiten hacerle una sugerencia, por favor saquen una cuenta en fanfiction y así podré contestar cada uno de sus reviews y aclarar sus dudas. Es relativamente fácil, si disponen de un e-mail para registrarse. Los dejo con ese comentario.

«N/A²» Sí escribes y deseas que te lea, dejame tu link y prometo dejar reviews. Saludos desde Ecuador. ^^