La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco.

~ Platón

Filósofo griego seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles. (Atenas o Egina, 427-347 AC)


CP#5. Cediendo.

Había pasado más o menos un mes desde que el estoico demonio había emprendido el viaje de regreso hacia sus dominios, ahora gruñía silenciosamente al enterrar sus garras contras sus propias manos y tratar de contener aquel impulso que le incitaba abalanzarse sobre ella… Era inconcebible que algo así le esté pasando, ¿cómo no lo había previsto?

El pequeño duende se mantenía en alerta al igual que el dragón de dos cabezas, ninguno de ellos dejaba de velar los sueños de la joven que yacía pálida sobre aquel prado.

Los ojos rojos del demonio no bajaban de intensidad, la tensión era evidente, un extraño murmullo los puso en alerta, lo último que necesitaba eran otro demonio atraído por aquel aroma embriagante que el cuerpo de ella despedía de forma intoxicante.

Un potente gruñido en señal de advertencia era lo único que escuchó en el lugar.

¡Qué patético me siento! Pensaba con frustración el estoico demonio, un ligero murmullo le hizo poner en alerta de nuevo, ella empezaba despertar y una mueca le hizo comprender que sentía dolor.

Rin sintió náuseas al intentar sentarse, odiaba sentirse así pero nunca se imaginó que los entrenamientos a los que le sometió su amo fueran tan fuerte, se sorprendió ver que lo que había aprendido con los exterminadores y con Inuyasha no eran nada comparado con entrenar con un verdadero demonio.

Con lo que no contaba era que al terminar aquel mes lo natural en una mujer tenía que pasar, su periodo vino a ella con fuertes estragos y que le bajara la regla en medio de uno de los entrenamientos tomó por completo desprevenidos a todos.

De no ser por la intervención del dragón de dos cabezas Sesshōmaru se hubiera abalanzado sobre ella recién ahí se dio cuenta que Rin ya no era una niña, darse cuenta que ella estaba apta para tener crías fue una verdadera sorpresa para él.

El demonio había escuchado por parte de su madre cuando era apenas un cachorro que las demonesas cuando empiezan a sangrar era porque estaba apta para tener cachorros, pero en los humanos no sabía cómo funcionaba, Rin tampoco sabía cómo explicarse al respecto y primero muerto antes de ir a preguntarle qué le sucedía a su protegida al inútil de su medio-hermano, ese idiota como él le llamaba no era de ayuda y parece que vivir entre humanos no le había servido de nada.

—Mocosa dinos… —susurró con molestia el pequeño demonio, él tenía que preguntar al entender el dilema que estaba su amo después de todo sus mentes estaban conectadas— ¿qué te está pasando?

Una extraña mueca fue la única respuesta que obtuvo de ella, Sesshōmaru gruñó con impaciencia al esperar su respuesta.

—Me duele… —susurró más para sí mismo mientras se terminaba de sentar y con una de sus manos apretaba la parte baja de su vientre— ¡lo siento!— Al levantar la mirada se dio cuenta las expresiones de desconcierto de todos e intentó sonreír fracasando por completo, y añadió—: Estaré bien... —afirmó con suavidad— porque el primer día siempre es así, el dolor pasará.

—¿Primer día? —Sesshōmaru no pudo evitar gruñir de nuevo.

Jaken entendió su dilema y no dudó volver a preguntar:

—¿Cuántos días vas estar así?

—No lo sé… —dijo ella al hacer una rara mueca— a veces son dos días otra veces más… no tengo control sobre eso, pero Aome-sama siempre me ha comentado que esto es algo natural para toda mujer y se repite cada mes.

¿Cada mes? Eso iba a ser una tortura para los demonios, en especial para cierto youkai que se mantenía a una distancia prudencial.

—¿Hay algo… —Jaken se estaba enredando en sus palabras— qué debemos hacer para que no pases por eso?—. Se aventuró a preguntar con desconcierto.

Rin sonrío avergonzada porque ni ella misma conocía aquellos cambios que experimentaba su cuerpo, y apenas sabía lo mínimo que le habían hablado las mujeres de la aldea.

—¿Quieres regresar a la aldea? —Sesshōmaru preguntó sin pensar, sus ojos ya habían cambiado de color de tonalidad parecía un poco más calmado.

—No— Inmediatamente ella replicó—. Esto va pasar.

Los demonios se miraban entre sí y ninguno de ellos sabía qué decir o qué hacer.

Un asqueroso demonio se presentó en el lugar, era justo lo que Sesshōmaru necesitaba para descargar las iras contenidas porque él no sabía cómo lidiar con aquellos cambios que experimentaba su protegida. Envuelto en un haz de luz desapareció del lugar con el demonio en cuestión.

—¿Jaken-sama —Rin se animó a preguntar— por qué el amo Sesshōmaru está tan enojado?

El pequeño demonio que siempre respondía abruptamente se quedó callado, cómo iba explicar que por primera vez desde que servía a su amo había sido abrumado o perturbado por la presencia femenina, eso fue extraño para el pequeño demonio sobre todo oler aquella rara excitación en su amo, nunca pensó ver en su vida inmortal ver a su amo en celo y todo por una simple humana. Eso lo descolocó por completo.

A pesar de ser un simple demonio, Jaken no tuvo problema en reconocer que durante el tiempo que la entrenaba era duro con ella, sus frases eran las mismas:

Debes aprender a ser más fuerte que ayer...

En pocas palabras él le iba enseñar algo nuevo y así lo hacía, Rin fue tomando una gran destreza para manejar las dagas dobles pero siempre terminaba de la misma manera, sus hermosos Kimonos rasgados, partes de su cuerpo lastimada y completamente sucia.

Parecía una extraña obsesión de su amo lastimarla para luego curar sus heridas y velar sus sueños productos del cansancio que experimentaba, luego el inusual baño de agua caliente en el que él mismo se encargaba de darle para curar la piel herida, ese extraño ritual lo tenía desconcertado pero no cuestionó su forma de proceder con ella, porque nunca le había visto cruzar aquella raya a pesar que desde el primer día que ella regresó con ellos le vio envolverla en su falsa estola con tan posesión que dejó a Jaken sin palabras.

Sabía que si seguía así, ella terminaría sin Kimonos y no sabía hasta qué punto esos fuertes entrenamientos no le harían un daño permanente, a pesar de todo él disfrutaba de aquellos entrenamientos.

Jaken se sorprendió al descubrir cada día una nueva expresión en el estoico demonio, verles entrenar era fascinante pero verles luchar juntos lo era más, Sesshōmaru dejaba que ella luche en verdad y tan sólo intervenía cuando el demonio que los atacaba hacía algo para poner en peligro la vida de la joven y sus frases era las mismas:

Has mejorado pero fallaste en…

Era desconcertante ver al demonio dar una explicación clara sobre sus fallas, pero más desconcertante era ver el tiempo que se tomaba no sólo en hacerle ver aquellos errores sino revivir el demonio para que ella demuestre que aprendió y asimiló todas las recomendaciones que él le había hecho.

Sesshōmaru nunca antes había sido un demonio locuaz menos era capaz de enseñar sobre sus habilidades, eso era como entrar en un mundo paralelo.

Cada día que pasaba con la joven humana parecía desconocerlo, él estaba cambiando sin darse cuenta.

—Eso no puede continuar de esta manera… —Jaken comentó sin pensar y abrió sus ojos en señal de desconcierto Rin no estaba— ¿Ah-Un —preguntó con preocupación— ustedes saben a dónde fue Rin?

El dragón miró hacia un lugar específico y el pequeño demonio no dudó en avanzar, lo último que quería era perder el rastro de Rin y que su amo regrese y al no darse cuenta que ella no estaba, Sesshōmaru lo iba a masacrar sin piedad alguna y había sufrido muchos abusos como para dar pauta para más, le gustaba más que él se centre en ella así no era golpeado.

—Maldita mocosa —refunfuño con enojo— sólo causas problemas.

A pesar de refunfuñar y sus quejas Jaken no odiaba a Rin, al contrario también sentía simpatía por la joven humana que había traído alegrías y diversión a su aburrida vida como demonio, por supuesto eso era algo que nunca lo reconocería igual que aquella preocupación que experimentaba cuando ella se encontraba en peligro, o en alguna situación que la pueda lastimar.

Jaken se guardó el gruñido, él también había cambiado y le parecía increíble preocuparse por una simple humana.


En las aguas termales Rin trataba de calmar el dolor que experimentaba al sumergir su cuerpo en el agua caliente, puso su cabeza sobre una de las rocas cuando sintió una presencia que le era completamente conocida.

Al abrir los ojos se quedó sin palabras, su amo estaba delante de ella completamente ensangrentado.

—¿Está herido? —preguntó con auténtica preocupación.

Una pregunta que estaba demás y ella lo sabía porque aquel hedor no era sangre de él, pero de igual tenía la necesidad de preguntar.

—No es sangre mía.

El silencio fue abrumador, Rin estaba consciente de su desnudez pero de alguna manera no se sentía expuesta al ver el vapor que la envolvía.

—¿Por qué está aquí —cuestionó sin dejar filtrar que le causaba encontrarla de esa forma manera y los estragos que causaban en él— completamente sola?

—El agua caliente hace que pase el dolor que experimento. ¡Lo siento! Ella no entendía el porqué se disculpó pero sentía la necesidad de hacerlo.

—¡Qué imprudente! —El demonio remarcó mientras dejaba de lado sus espadas.

—Me daré pris… —Rin no pudo completar la frase porque de repente sintió como dagas filosas rasgar su cuello que la hizo desfallecer por aquel insoportable ardor mientras las garras del demonio empezaban a recorrer con una delicadeza sus sugerentes curvas.

Sesshōmaru también reaccionó al sentir endurecer su ingle con rapidez, estaba teniendo un momento difícil al tratar de controlarse.

—¡Eh… Mocosa! —El grito del pequeño demonio logró sorprender al estoico demonio, este sin dejar de morderla le miró con los ojos completamente rojo, Jaken se congeló en su lugar para salir corriendo mientras gritaba con temor— ¡Lo siento amo bonito… le juró que yo no vi nada! ¡No vi nada! —enfatizó— ¡No me mate por favor! ¡No me mate por favor! ¡No me mate por favor!

El sollozo escandaloso del pequeño demonio le hizo dar cuenta de lo que estaba haciendo pero era demasiado tarde porque Sesshōmaru finalmente había cedido aquel impulso de marcarla, no como una simple concubina sino como su compañera y no se iba detener hasta que ella fuera completamente suya, para después dejaría todo tipo de cuestionamiento incluso golpear a Jaken por ser un entrometido.


En la aldea la rutina había vuelto casi a la normalidad, casi porque cierto monje se encontraba en zozobra, su estado de alerta era divertido para cierto medio-demonio.

—Inuyasha —susurró su compañera— creo que deberías decirle.

Un bufido fue la única respuesta que obtuvo de su parte.

—Sango no quiere.

—Pero ha pasado más de un mes —replicó Aome—, siento pena por el monje.

—¡Ajá! —bufó con diversión— No es culpa que sea un idiota.

—A todo esto… —comentó sin pensar—, ¿crees que mi cuñado traiga a Rin de vuelta?

—Deja de decirle así —demandó con fastidio— y no sé… No entiendo por qué se la llevó.

—¿Acaso no es obvio?

Inuyasha la miró sin entender y Aome se sonrojo para comentar con auténtica emoción:

—Mi cuñado está enamorado de ella.

Inuyasha abrió los ojos en señal de desconcierto cuando empezó a reír de forma escandalosa.

—¿Ese perro enamorado de una humana?

—¿Qué tiene? —Aome preguntó entre dientes.

—Estás viendo cosas donde no las hay. Ese malnacido no ama a nadie... menos se va enamorar de Rin.

—Él siempre la ha protegido —refutó en un tono serio—, ¿eso no te dice nada?

El medio-demonio bufo con burla.

—Se ha vuelto débil… sólo un idiota amaría a una humana.

—Inuyasha —comentó Aome con enojo— ¡Abajo! ¡Abajo! ¡Abajo! ¡Abajo! ¡Abajo!

Pronunció tantos abajo que terminó dejando al medio-demonio enterrado en el suelo.

—Se supone que tú me amas —remarcó con enojo— y yo soy una humana.

—Yo no qui… —El medio-demonio no tuvo opción a réplicas cuando la joven sacerdotisa salió dejándolo con la palabra en la boca.

Al llegar a un claro qué le era familiar sonrío con suavidad.

—Los hermanos no son tan diferentes —susurró—, Inuyasha parece olvidar aquella declaración que dijo en su momento Sesshōmaru en la tumba de su padre¹ —sonrió—. Rin y él están destinados a estar juntos.

Aome empezó a recordar cierto escrito que había estudiado en la escuela.

«Los demonios actualmente están extintos aunque siempre se ha dudado de su existencia, sin embargo hay escritos que se han perdidos y los que se han rescatados hablan de poderosos demonios que sostuvieron batallas épicas, pero al final decidieron acoplarse al mundo que los humanos crearon…

Viven entre nosotros, de toda las leyendas es famosa aquella de aquel demonio perro, un demonio letal que despreciaba a la raza humana; sin embargo él eligió como compañera a una humana… una humana que no sólo cautivo aquel frío corazón sino que fue la causante de aquella guerra épica entre dragones y perros, algunos hablan de traición, otros hablan que fue secuestrada, sus extraordinarias habilidades la llevó a convertirse en una cazadora letal que sólo se sometía a su pareja, su vida llegó a su fin para renacer como una demonesa de sangre pura… hasta ahora en nuestro días es incierto el destino de aquella pareja y su vasta descendencia.

Se convirtió en leyenda porque los dioses le concedieron la vida eterna pero ella preservó su corazón humano…»

Aome abrió los ojos al recordar aquella leyenda, había leído tantos libros sobre aquella guerra y se había enamorado de las acciones que hizo aquel demonio-perro que no dudó en sacrificar su inmortalidad para extender la vida de su compañera humana, los dioses fueron indulgentes con ellos al regalarse la inmortalidad, porque no hubo amor más fuerte que aquel que se dio entre el demonio y la humana.

Nunca pensó que al regresar aquella era ella conocería a los protagonistas de tal leyenda, Inuyasha no tenía idea de que ellos pasarían y de lo Sesshōmaru sería capaz de hacer por Rin, pero habían cosas que ella no debía revelar para que todo se dé como debía ser.

Fin.


¹El comentario se refiere al material que hay en el CD-Drama de Inuyasha, si quieren escuchar la confesión que Sesshōmaru le hace a Rin pueden ver el perfil de HarleyQuinn18 ^^ no estoy segura si forma parte del canon pero hay rumores que Rumiko supervisó el material y debo decirlo que me encanto.