Declaración: Naruto pertenece a Masashi Kishimoto.
Advertencia: Un poco de Ooc por parte de los personajes. UA. SasuHinaNaru.
—Diálogos —
«Pensamientos»
Palabras sobresalientes.
"Palabras en flashback"
Capítulo 4
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No sabía lo que hacía, de verdad que no lo sabía.
Tal como un hermano mayor, celoso y muy sobre protector, hasta el día de hoy seguía estando atento del bien estar de sus primas. Hanabi ya se encontraba en la universidad, instalada y comenzando las clases; además de recibiendo sus insistentes llamadas cada fin de semana sin falta, todo con el fin de asegurar el que no se encontrara de jerga con los chicos de alguna fraternidad; aunque él bien sabia —pero no quería admitir— que con una simple llamada no podría controlar el comportamiento de su joven pariente, por lo que una llamada antes y otra a mitad de la noche, cuando suponía que la fiesta estaba en su punto culmine, le bastaban para asegurarse de que se encontrara bien. Mientras la voz de un hombre no sonara de fondo o ella no contestase con la voz pastosa e incoherente, propia de un borracho, bastaría para cerciorarse de que todo se encontraba en orden.
Caso aparte era la mayor de sus primas, su mayor preocupación.
Hinata siempre había sido una buena persona. Mujer que logro independizarse del legado de sus padres, abriendo sus alas y teniendo su propio y gran negocio, su sueño. Ella era una mujer que se mostraba educada, bondadosa y amable con cualquier extraño que se cruzara en su camino; hecho que a lo largo de su vida, más de un problema por malinterpretar sus intenciones le habían costado. Bien estaba decir que ella era una excelente cocinera, comprobando él mismo este hecho en las reiteradas ocasiones en las que se veía privilegiado de probar tan excelentes bocados, ya sea en un banquete formal como lo fue su boda, o en una cena familiar e íntima. Hinata era una mujer bastante maternal desde que él tenía memoria, preocupándose por el resto antes que de ella misma. Le encantaban los niños de todo tipo, incluso esos chiquillos problema que no paraban de gritar y corretear por todos lados. No sabía con exactitud porque a la Hyūga mayor eso le parecía adorable, bien extraña era en ese sentido. Ella poseía un carácter educado, sofisticado de por sí, además de ser culta, hermosa, tranquila, queda y muchas cualidades más que Neji fácilmente podría estar enumerando de aquí a que se le acabaran los adjetivos calificativos. ¡Ella poseía todo lo que un hombre podría buscar en una esposa!, incluido el buen cuerpo, aunque fuese él mismo quien dijese eso. Era por apreciar todas esas cualidades de las que era dueña su propia prima, lo que le causaba tantos dolores de cabeza.
Hinata al tener aquel título imaginario de "futura esposa ideal" puesto en su frente, era por lo que no sabía lidiar con todos esos pervertidos que se le acercaban con malas intenciones y más al ser ella un pan de azúcar con todos aquellos, sin siquiera ver las dobles intenciones que tenían al acercársele.
"Debes apartarte, deja de hacerla tan insegura. Ella tiene que decidir por sí misma" eran las palabras que solía repetirle su esposa cada vez que lo veía obsesionado con el tema de las conquistas de su prima e interviniendo demás. Y lo peor de todo aquel asunto, es que él le daba la razón. Sabía bien que intervenía de más, tenía claro que no podría estar ahí, siempre atento a cualquier hombre que se le acercase, para evitar que le rompan el corazón; además sabía que Hinata, por su carácter siempre cordial y amable, nunca lo detendría en sus intromisiones. Es por eso que escuchaba a Tenten y pedía consejo a esta cada vez que podía, ella era la voz de la razón dentro de su controladora y caótica mente. Admitía que debía tomar aquellas palabras dichas por su esposa y dejar que su prima decidiera por sí misma, aunque con todas sus ganas quisiera decidir por ella y tenerle asegurado un futuro feliz y próspero, tal como el que él veía para ella.
Pero por más que empleara sus fuerzas para obligarse a tomar distancia de su prima, por más que le diera la razón a Tenten cada vez que el tema salía a colación, y por más que hiciera caso a sus palabras ─aunque sea por un par de días─; le era francamente imposible dejarla sola; después de todo ¡¿cómo podría?! Si sabía perfectamente que a Hinata las decisiones no se le daban bien. ¿Qué debía hacer con eso?, ¿Dejar que el tiempo de su prima fuese desperdiciado y su corazón pisoteado así como así? Ya había sido suficiente con el hecho de mudarse de casa, haberse desligado de las responsabilidades de la empresa familiar, sin contar el hecho de haber establecido su propio negocio y había terminado su horrible relación con el fanfarrón de Kiba. Todas aquellas decisiones, con la mínima intervención de él, Habani, Tenten y una que otra de sus amigas, habían sido acertadas pero duras en el proceso. Ante sus ojos, ella seguía siendo una niñita sola y desorientada en el mundo, a la cual él debía proteger; y por más culpa, vergüenza o cualquier sentimiento experimentado por dicha intervención, él no dejaría de interceder ni velar por ella.
Tal como ahora.
A las afueras de la casa de la Hyūga mayor, y tal como si de un ladrón se tratase, merodeaba entre los arbustos de su cuidado jardín, espiando cada movimiento rápido y nervioso que hacia su prima dentro de la casa. Movió la cabeza en negativa reprimiendo su vergüenza. No podía creer que hubiese caído tan bajo, precisamente al nivel de llegar a espiar a Hinata, analizando cual era el momento preciso para llegar e importunar, intentando con ello, conseguir algo de información extra antes de su esperada cita con el magnate Uchiha. Si sus socios o siquiera sus empleados lo viesen allí, de cuclillas fuera de una casa como un bandido, de seguro seria el hazme reír de toda la oficina, incluso la empresa entera.
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Vestía de manera casual con un bello vestido de media tarde, sus tacones llenaban la silenciosa estancia al repiquetear sobre su piso de madera, la casa estaba impecable como de costumbre y las galletas de canela y manzana puestas en el horno, llenaban la atmosfera de un dulce aroma con toques hogareños. Para ella no había mejor aroma que aquel que desprendían las galletas recién horneadas.
Comprobando que ya estaba lista ─al menos en apariencia─, Hinata se movía nerviosa por toda la casa, echándole un ocasional vistazo al reloj cada vez que pasaba frente a este. ¡No daba más de la ansiedad! La muñequita magnánima debía irse por aquella noche y dar paso a la Hinata protocolar, torpe y muy nerviosa, esa sí que era ella. Cada vez que la situación era espontanea, no sabía muy bien cómo actuar. Con sus amigos y cercanos solía ser tranquila, amable y por sobre todas las cosas sabia escuchar, siempre que se encontrara con un ávido interlocutor que supiera cómo llevar la conversación por caminos agradables. Pero el asunto cambiaba cuando ella debía posicionarse en el lugar de guía, y llevar la conversación. Sus nervios la traicionaban y más aun teniendo la presión de una cita en todo aquello. Su estómago pronto se retorcería sobre sí mismo al no poder soportar por un minuto más los nervios que se acumulaban en él.
Siempre movida en las esferas de la alta sociedad, en donde su apellido solía codearse con aquellos importantes, conocidos y de renombre; sabia como sacar a relucir sus modales y fingida personalidad protocolar. Siempre educada, amable y hablando solo cuando su opinión era necesaria; no obstante esa no era del todo su personalidad:
Dio un sobresalto de sorpresa al escuchar el bullicioso cronometro de alimentos que indicaban que las galletas ya estaban listas. Sacando con sumo cuidado su creación del horno, orgullosa se deleitaba con tan exquisito aroma y tan apetecible imagen. ¿A él le gustarían las galletas recién horneadas? Esperaba que sí, ya que el único fin por el que estaba cocinando aquello era para tener su mente ocupada en algo y para que su casa oliera a canela.
La seguridad momentánea que sentía cada vez que preparaba un exitoso platillo, rápidamente fue remplazada —una vez más— por las ansias al escuchar el inconfundible sonido del timbre de entrada.
Los nervios se apoderaron de ella, ¿tan rápido se le había ido el tiempo al estar cocinando? Insegura y retocando su cabello con insistencia, se toma unos segundos para respirar hondo frente a la puerta y con eso intentar calmar a su alterado corazón que latía con insistencia contra su pecho. Abriendo la puerta con diligencia, entorna su mejor sonrisa para recibir a su cita de esa noche.
Neji fue testigo de cómo el rostro de su prima cambiaba gradualmente de una sonrisa tierna a una algo congelada. Sin siquiera saludarlo ni articular palabra alguna, este se quedó observándola dudoso con una de sus cejas alzadas, a la espera de que su prima encontrara su voz nuevamente.
—Neji... —hablo por fin, algo forzada— que sorpresa verte, ¿qué te trae por aquí?
El Hyūga no supo que decir, esa pregunta lo había atrapado totalmente desprevenido. Que lo traía por ahí... ¡pero qué idiota! ¡¿Cómo no se le ocurrió tener una cuartada decente antes de pasarse por su casa un día viernes y a esas horas de la noche?! Dejo sus cavilaciones al ver que sus ojos demandaban dudosos una respuesta. Trago hondo.
—Nada en especial —mintió, con el tono más neutral que pudo conseguir—. Solo quise pasar a ver a mi prima, ¿eso está mal?
Vio la exaltación en Hinata, que atropellaba sus palabras para responder con rapidez, evitando con eso que él se sintiera ofendido por alguna razón. Ella siempre tan educada.
—Claro que no, sabes que eres bienvenido cuando quieras —sonrió cordial.
—Me alegro de oír eso, ¿puedo pasar?
Otra exaltación más de su parte y se posiciono a un lado de la puerta. Internándose dentro de la morada de la Hyūga, su mirada analizadora recorría la estancia con disimulo, comprobando que todo estaba en completo orden. Tal parecía que él aun no llegaba.
—Su casa huele particularmente bien esta noche —tal comentario le valió una amable sonrisa de su prima.
—Gracias, quería que la casa oliera a galletas recién horneadas —respondió con simpleza. Él solo pudo corresponder a su sonrisa acercándose al bar separador de ambientes, dispuesto a probar la exquisitez de comida que había preparado su prima.
Su paladar se llenó de aquella sensación dulce que se derretía en su boca. A Hinata sí que se le daba bien el cocinar postres y otros platillos, todo le quedaba de maravilla. Desviando su vista hacia la dueña de sus cavilaciones, se permite apreciar por unos instantes a la mayor de sus primas. Estaba encantadora con aquel vestido casual que contrastaba de maravilla con su larga cabellera de color oscuro. Una linda mujer a decir verdad. No obstante, no pudo evitar preguntarse si ese era la primera impresión que deseaba causar al magnate y segundo heredero de la empresa rival. Bien sabía que Hinata nunca había sido una mujer superficial, y por más sofisticada y elegante que se viera, dando la impresión de haber escogido con pinzas su atuendo; ella era una mujer sencilla al fin y al cabo.
¿La imagen de mujer tranquila y sencilla, en vez de la educada y digna de su apellido, bastaría para impresionar al Uchiha? Para sus adentros esperaba que así fuese.
Volteo a ver el reloj sin prestarle mayor atención. El segundero avanzaba y él aun no llegaba. Tomando otra galleta se dedicó a saborearla como si de un arte se tratase, debía hacer algo de tiempo con tal de esperar la llegada del afortunado hombre con el que la Hyūga mayor tendría una cita. No pensaba irse del lugar hasta la llegada del Uchiha y dejarle algunos puntos en claro, tal como un hermano protector y preocupado hacía para con su pequeña y joven hermanita.
Hinata mordido su labio aguantando sus crecientes ansias, y viendo el reloj con insistencia, esperaba que el tiempo se detuviese mágicamente para atrasar la inminente llegada de su cita. Ella —técnicamente hablando— estaba lista para salir, pero el inoportuno de Neji se encontraba en su cocina, degustando de sus galletas como si el tiempo se le fuese regalado. Nerviosa jugó con sus manos, ya era la hora exacta en la que habían quedado, y no deseaba que él se encontrase con Neji allí plantado, justo en medio de su cocina, dispuesto a interferir si la ocasión lo ameritaba. Lo conocía demasiado bien, como para saber de antemano que él examinaría con pinzas y con actitud sobre protectora a su presunta cita. Adoraba a su primo y por nada se avergonzaría de él; sin embargo el hecho de que fuese a estar presente y más que atento a la interacción que se daría entre ella y el hombre en cuestión, le causaban más nervios de los que la primera cita oficial ya le provocaba.
Por muy malo que fuese hacerlo, debía desalojar al castaño de su casa.
—Eh... ¿Neji? —se acercó dubitativa hasta él, obteniendo la mirada atenta de su parte—, no quisiera importunarte y mucho menos ser grosera; sabes que puedes venir cuando quieras, tanto tú como Tenten. Sin embargo hoy... yo... —no pudo continuar ante la mirada extrañada que le lanzaba su primo, después de todo seguía sintiéndose como una niña regañada ante esos duros ojos plata.
—¿Ocurre algo, Hinata? —esa simple intervención le valieron el valor de terminar su frase, aclarando su punto de una vez por todas.
—Hoy... es mi cita, y bueno... —confeso con un leve sonrojo.
Neji suspiro cansado, mas dichas palabras no lo sorprendieron, ¿cómo hacerlo? Si bien sabía él que la cita era esa noche. Su suspiro tenía el motivo oculto de la derrota, misma que prevaleció al ver estropeados sus planes de ver al Uchiha antes. Tal parecía que debía confiar y dejar todo en manos de Hinata, después de todo no era asunto suyo... ¿cierto?
—En ese caso, lamento mucho haberla distraído de sus asuntos —la Hyūga solo sonrió apenada negando con la cabeza. No le gustaba ser grosera con nadie ni mucho menos con su primo—. Sera mejor que ya me vaya.
—Lo lamento. Puedes pasar por aquí otro día si quieres —el castaño solo asintió, marchándose por la puerta trasera y sin mediar alguna otra palabra.
En su rostro se dibujó una sonrisa similar a la de victoria, si bien ya no podría hablar con el Uchiha en persona, al menos podría quedarse, espiando nuevamente, y comprobar por sí mismo como es que la relación entre esos dos se daba de buena manera. No se iría tan fácilmente, no sin antes ver que tal era su primer encuentro.
Viendo la figura de su primo desaparecer, la culpa se depositó en su pecho por un instante. Neji se había marchado cabizbajo, desanimado. ¿No había sido demasiado dura ni grosera con él, verdad? Comenzaba a caminar casi por inercia por donde se había ido el Hyūga, esperando poder alcanzarlo y pedir disculpas, pero fue entonces cuando un nuevo y agudo sonido inunda la estancia. El timbre de la puerta nuevamente era tocado.
Diligente y rápida se encamina a ella esperando encontrarse con los familiares ojos de su mismo color, reconociendo a su primo y poder despulparse apropiadamente con él. Sin embargo a quien recibió no guardaba ningún parentesco con su primo.
Esos ojos azules que lograban sacar suspiros y esa cabellera rubia siempre despeinada la recibieron con una sonrisa. Ensanchada, alegre y sincera sonrisa. Su impresión y más su leve sonrojo fueron instantáneos, acompañados por el siempre fuerte latir de su corazón cuando de él se trataba.
Naruto se encontraba ante su puerta, sus manos en los bolsillos y sus ropas lejos de ser formales, la hicieron sonreír y recibirlo como se correspondía, invitándolo a su morada y deseando en su fuero interno que a él le gustase el aroma de las galletas recién horneadas.
Ocultándose, poco más como un vil delincuente, Neji no daba crédito a lo que sus ojos le mostraban. Simplemente no lo podía creer.
Naruto.
Él... ¡ÉL!
¡¿Que se suponía que Naruto Uzumaki estaba haciendo ahí, siendo recibido por su prima y esperando a que ella tomara sus cosas?!
¿Dónde? ¿Cuándo? Y más aún ¡¿cómo es que había conseguido hablar y mediar una cita con Hinata?! Él explícitamente lo había descartado como pretendiente para su prima, después de todo ¿que tenía para ofrecer un hiperactivo, problemático y simple músico? ¿Cómo es que él era la presunta cita de Hinata?
¿Y el Uchiha...? ¡¿Qué habría pasado con él?!
Volteando su mirada nuevamente hacia el interior de la casa, ve como las luces comienzan a ser apagadas y la puerta principal cerrada. Presuroso camino en cuclillas en dirección a la calle, aun entre las sombras que ese escondite provisorio de arbustos le ofrecían, comprobando como es que su prima y el rubio suben al automóvil de este último, listos para partir encendiendo el motor de aquel mini Cooper naranja, que rápidamente une su sinfonía con los ruidos nocturnos de la ciudad, perdiéndose con prisa a finales de esa larga calle.
Con un amargo sentir en su pecho, el castaño abandona su escondite, sintiendo la decepción y un dejo de rabia en su ser. El plan se le iba de las manos y con él la felicidad de Hinata y la posible alianza entre empresas. ¡Quería gritar y mandar todo a la mierda!... No, mentía. Lo que de verdad quería hacer era gritarle unas cuantas verdades al rubio dolor de culo que era Naruto, mismo personaje que desde el instituto era jodidamente insoportable y despreciable. Admitía que era una buena persona, alegre y esforzado… etc, pero un pobre diablo al fin y al cabo. Repetía y se preguntaba nuevamente: ¿qué tendría él para ofrecer? Obviamente nada.
Suspiro pero más las fuerzas no abandonaron su ser. Si, era verdad, Naruto no tenía nada que ofrecer, no era nadie, no se comparaba y mucho menos rivalizaba en categoría con el segundo heredero de la gran empresa que era el Uchiha... Entonces, ¿por qué darse por vencido con su plan? Eso no tenía sentido, no le dejaría el camino libre ni que se saliera con la suya. Aun desconocía sus intenciones, más bien desconocía todo lo referente a esa inesperada cita a decir verdad, pero aun así él no se apartaría y no abandonaría el plan.
Apartaría a Uzumaki, de eso estaba seguro.
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―¿Quieren rocanrolear?
―¡Sí~! ―vocifero un pequeño grupo de personas con guitarras en mano.
―¡Esa es la actitud, de veras! ―dijo con su característica energía― Toquemos algo para nuestra invitada especial, la señorita Hinata Hyūga ―la aludida incomoda solo sonrió en su puesto —algo apartada del grupo— ante la atenta mirada de todos los presentes.
―Y uno, dos, tres, ¡comencemos!
Con sonidos débiles y algo torpes por parte de sus estudiantes de variadas edades, desde adolescentes, niños hasta uno que otro adulto que deseaba reinventarse y encontrar un nuevo pasatiempo; los acordes comenzaron a sonar subiendo en tonalidad y fuerza.
―Muy bien, ahora cambiemos a LA ―indico el rubio mientras con su guitarra en mano se paseaba y giraba en aquel reducido círculo, comprobando la correcta melodía de cada uno de sus estudiantes.
Viendo a todo el grupo en acción, en los labios de Hinata apareció una sonrisa de lo más verdadera, paseando su vista por todos los presentes y aficionados guitarristas que, felices, seguían el compás marcado de las notas principales. No sabía porque con exactitud, el ambiente, la emoción tal vez; pero de algo si estaba segura, estaba encantada, y aunque no era una aficionada como para aprender a tocar algún instrumento, si disfrutaba de melodía siendo interpretada adecuadamente, llevándola a sentir, incluso, ciertos celos y admiración ante aquellas personas que poseían la habilidad y talento de crear tan maravillosas melodías.
Siguiendo el ritmo, tranquila y ensimismada en ello, una repentina voz en su oído la hace sobresaltar y que un escalofrió nervioso se paseara a lo largo de su columna vertebral. Simplemente se ponía de los nervios al sentir tan repentinamente la tibia voz de Naruto, hablándole al oído y rozando su aliento en su cuello.
―Cuanto lo siento, no esperaba trabajar esta noche, de veras ―le dijo con una de sus leves sonrisas apenadas.
―No te preocupes, yo habría hecho lo mismo si alguien de mi equipo se enfermara ―su despreocupación y comprensión le valieron una amplia sonrisa de parte del rubio.
―Solo dame veinte minutos más, es que memorizaron una serie de notas para hoy, y me apenaría bastante tener que cortarlos así como así ―su voz tierna y cálida la hicieron sonrojar un poco, ¿cómo decirle que no con él siendo así?
―Entiendo, tu ve tranquilo.
―No tardo nada ―dijo en un susurro para nuevamente dirigirse al grupo―. Muy bien, ¡eso suena increíble!
La Hyūga rio por lo bajo, era encantador ver a Naruto allí, tocando, disfrutando su trabajo y siendo él mismo en el proceso. Se le veía tan feliz y radiante por ello que era imposible no contagiarse de su optimismo y energía. De verdad que estaba disfrutando verlo así. Aun no podía creerse del todo el que estuviese allí, pasando la noche en una cita con Naruto, su amor platónico de infancia.
En sus años escolares, siempre se había preguntado cómo es que sería tener una cita con él: ¿sería un caballero?, ¿sería romántico?, ¿o simplemente la pasarían bien como buenos amigos? Mas nunca tuvo respuesta a ninguno de sus cuestionamientos, bien por su inseguridad al momento de acercarse a él y bien por la indiferencia y poco interés que mostraba este mismo hacia la insegura y rarita Hyūga. Posterior al instituto, fugazmente se preguntaba —cada vez que esos años escolares eran recordados por sus amigas, familia o su mismo primo— que habría sido de aquel chico rubio con sonrisa de ensueño. Naruto nunca había sido uno de los amigos más cercanos de Neji, a pesar de que este si consideraba a su primo como un amigo más; por lo que no había sabido de él ni de su vida, dejando con eso la duda marcada en su pecho y mente. Cada vez que sus pensamientos volvían a él, mantenía como cuestionamiento principal si la madures habría logrado alcanzarlo como al resto de los hombres.
Ahora sabía la respuesta.
Después de todo el tiempo trascurrido, y a pesar de mostrarse como todo un adulto hecho y derecho, él seguía siendo tal y como lo recordaba: alegre, enérgico y con una sonrisa de oreja a oreja para mostrar al mundo. Un largo suspiro junto con una sonrisa escaparon sin querer de sus labios al verlo ahí, feliz y ensimismado tocando su guitarra, tal cual adolescente descubriendo su mínima vocación de músico. Nunca creyó que él, su amor imposible de la infancia, le pediría una cita sin mayor motivo que el de hablar sobre sus vidas y llegar a conocerse mejor, después de todos los años de escolaridad en los que no había compartido ni intercambiado palabra alguna. Suspiro, dichos años sí que habían sido muy injustos con ella. Sin embargo, las cosas eran distintas ahora, su timidez característica ya no era tan grande, y su personalidad y buen carácter, sumado a su "buen físico" ─el mismo que su hermana se aseguraba de decirle que tenía─, habían logrado que abandonara un tanto su inseguridad y aumentar su autoestima, tan solo un poco más para no caer en la vanidad. Durante su relación con Kiba, precisamente en el último periodo de esta, él mismo se había encargado de mantener sus dos últimas cualidades tal como las tenía cuando la conoció: inseguridad alta y autoestima baja. No podía negar que había quedado bastante herida debido a su abrupto término, no obstante el tiempo era sabio y junto con el apoyo de su familia y su mismo trabajo, la habían ayudado a salir de aquel negro y triste periodo.
Quito el cabello que descansaba en sus hombros, intentando con eso eliminar aquellos deprimentes pensamientos sobre su fallida relación. El actual no era momento para eso. Debía estar en el presente más que nunca, después de todo, no todos los días se tenía la oportunidad de encontrarse con dos hombres ―guapos y encantadores hombres― que se ofrecen y le piden una cita, ¿estaba soñando acaso? No estaba segura, todo era como para no creerse que tal suceso le pasase a ella, una mujer nunca antes tan solicitada.
Rio por lo bajo. Tal parecer que su suerte estaba cambiando, empezando por conocer a un par de guapos y encantadores hombres.
Un par…
Dos hombres…
«Sasuke…»
Repentinamente alguien más, y no su ex novio, aparecía dentro de sus pensamientos.
Sasuke, aquel magnate de las empresas Uchiha y segundo heredero de estas, por lo que había escuchado de su primo, había quedado con ella en tener una cita el día sábado, hace ya aproximadamente una semana.
A Uchiha lo recordaba del instituto, siempre serio, rodeado de chicas ─sus fans, como había escuchado que les decían a ese grupito─ y siendo más que nada, el rival número uno y no declarado de Neji. Ambos encabezaban los rankings en las distintas categorías, inventadas o no, propuestas por el mismo alumnado ─femenino en su mayoría─. "Sasuke es el más guapo", "Neji es el más atlético", "Hyūga es un gran presidente del consejo estudiantil", "Uchiha es el alumno número uno de su generación". Y así, esos y otros comentarios eran los que rondaban y titulaban al Uchiha y a su primo. Ciertamente aun le descolocaba y ponía algo dudosa el hecho de que el azabache se fijara así, tan de repente en ella, ¿Por qué ahora?, se preguntó el mismo día que volvía a casa después del evento arquitectónico del año, mas no le dio importancia a tal asunto, si encantada había aceptado dicha cita con el chico más guapo del instituto. Ese era su plan, su idea, tener una cita con Sasuke Uchiha.
Sin embargo a los pocos días, y más precisamente un día antes de su cita oficial, su amor de infancia se plantaba en su tienda y sin más maniobra pedía una cita. Misma cita que ella gustosa había aceptado, sin desaprovechar la oportunidad y sin pensárselo dos veces ―y sin pensar siquiera en el otro hombre―.
¿Qué estaba haciendo? ¡Se sentía terriblemente culpable con todo eso!
Si ella había aceptado la invitación de Sasuke primero, entonces: ¿Qué se suponía que estaba haciendo en una cita con Naruto, en ese mismo instante? ¡Un día antes de su cita inicial! Estaba terriblemente confundida. ¿Qué pasaba si Sasuke se enteraba de la cita?, ¿se desilusionaría?, ¿se molestaba tal vez? O peor aún, ¿qué pasaría si Neji se enterara de que salió con Uzumaki?, cuando explícitamente sabía que su preferencia estaba en el Uchiha? Lo más probable es que se molestaría también con ella.
Nerviosa mordió su labio. Sabía que no era un buen momento para aquellas cavilaciones, era de mala educación pensar en otras cosas ─en otra persona─ cuando se está teniendo una cita con alguien más… ¿cierto?
Intento distraerse paseando su mirada por el animado grupo, ajeno a todo su lio de pensamientos en cuanto a lo que estaba bien o mal. Uno que otro adulto, con guitarras eléctricas en su mayoría, estaban tocando al unísono. Eran bastante buenos a decir verdad; si ya está completaban un acorde sin equivocación alguna. Dentro de los niños predominaban las guitarras acústicas, siendo estas las más adecuadas si se deseaba aprender desde cero el uso y manejo de tal instrumento, siendo estas interpretadas no de manera perfecta, pero sí bastante buena. Escuchando las notas que todos estaban interpretando, se relajó y disipo sus pensamientos por unos instantes, concentrada nada más que en la música que sonaba a su alrededor, sus divagaciones ya habían quedado atrás en sus pensamientos. Posando su mirada en cada uno de los integrantes de aquel grupo, que concentrados seguían con sus miradas fijas en las guitarras, unos ojos azules fijos en su persona hacen detener su recorrido. Sus mirar era profundos y algo juguetón, más aun al picarle un ojo y sonreírle de medio lado con su acción. Hinata con las mejillas sonrosadas pero sin apartar la mirada le devuelve una leve sonrisa.
Aun no sabía si estaba bien o no el aceptar citas de distintos hombres, claramente tendría que hacer algo al respecto. Pero por ahora, no quedaba más que disfrutar de todo aquello, ¿no?
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La clase había resultado bien, sin ningún contratiempo a pesar de no ser el acostumbrado maestro de las lecciones impartidas el viernes por la noche. La escuela de música era pequeña, por lo que maestros y estudiantes se conocían de una u otra manera, llegando a tener una relación cercana en la trayectoria que requería la orientación adecuada del talento de ciertos estudiantes, incluso había una camadería más allá de la formal y jerárquica, siendo este hecho el motivo de la breve vergüenza de la Hyūga; incluso algunos de los alumnos más jóvenes llegaron a molestar a su presunto maestro con la señorita de mirada perlada, que no hacía más que negar con la cabeza y sonrojarse en el acto. ¡Se veía tan tierna así!, ¿Por qué en el instituto no la había notado así? Era una buena pregunta, aunque no le extrañaba que el motivo de eso fuese su característica personalidad distraída. Visto así, las insinuaciones que indicaban que ella era su novia no se hicieron esperar, claro que las desmentirás no se hacían esperar al decir que solo eran amigos.
Sonrió de soslayo. A pesar de que el inicio de aquella cita no había salido como esperaba ─teniendo que cubrir el turno de un compañero─, la cena si había transcurrido de maravilla. Él siempre creyó que los Hyūga eran personas estiradas, sofisticadas y despreciativas, tal como había sido Neji en su adolescencia, este hecho llevándolo incluso a pensar que un simple restaurant de comida japonesa, en donde servían el mejor ramen que había probado en su vida, no estarían a la altura de la heredera Hyūga.
¡Nada más alejado de la realidad!, a ella le había encantado el lugar, la ubicación e ¡incluso le había gustado el ramen tanto como a él! Estaba sorprendido, ninguna chica, ni mucho menos una de cuna tan noble como ella, había disfrutado tanto un platillo simple como lo era ese. Se reprendió mentalmente al tener tantos prejuicios en torno a ella, o más bien en torno a su descendencia. ¡La mujer era maravillosa! Amable, atenta, linda, cordial… ¡sobre todo cordial! Si hasta se reía de sus chistes malos, bromas y anécdotas tontas.
De hecho, continuaba riéndose con cada ocurrencia que decía
―Y entonces, cuando menos lo pensé, ¡el pato mordió mi mano, de veras! ―y la risa de ella no se hizo esperar.
Naruto, alentado por su audiencia y la melodiosa risa de ella, era bastante hilarante y gracioso, más teniendo una buena compañía como lo era ella. Él disfrutaba el decir tonterías y ella reírse y escuchar sus historias.
―Es aquí.
De pronto sus pasos se detienen en una casa de aspecto pequeño y acogedor, la residencia de la Hyūga. Ella con su mirada esquiva y una sonrisa en sus labios, jugaba con las llaves en sus manos, indecisa de que hacer a continuación.
─No te lo había dicho antes, pero tienes una linda casa, de veras ─dijo él abiertamente, no sin una sonrisa real.
─Gracias ─contesto sin más. Si deseaba hacerlo era ahora o nunca─. Puedes pasar a tomar algo… claro, si gustas.
Su patético intento de llevar la situación la hicieron sentir más nerviosa, más la amplia sonrisa de él no se hizo esperar.
─¡Claro! Me encantaría.
No obstante las acciones que deseaba realizar fueron interrumpidas por una singular melodía que él conocía ya bastante bien. Sacando su móvil del pantalón ve claramente la llamada entrante. Suspiro sin contestar aun con el pesar de quien ve arruinado sus planes. «¿Qué habrá pasado ahora?» pensó sin muchos ánimos a decir verdad. Hinata, aun plantada en la puerta, ve como el rubio ignora la llamada, se sintió tranquila, importante al ver cómo es que este daba prioridad al momento que tenía con ella, que a quien sea que estuviese llamando, mas dicha alegría no duro mucho.
─Lo siento Hinata, pero temo que debo irme.
Quien era quiso preguntar, pero ¿cómo podría? Ellos no eran nada como para que ella se pusiera a preguntarle sobre el resto de las personas en su vida. Suspiro, resignada a aceptar.
─Ah… Claro, yo entiendo ─dijo ella cabizbaja.
El desespero se hizo presente en él, no quería que entendiera mal las cosas, él si quería pasar a tomar un café o lo que sea, solo que el deber, su deber, era más grande que su deseo por continuar esa cita. Se revolvió la cabellera con algo de impaciencia, sin saber bien cómo explicarse.
─Te lo explicare después, ¿sí? Te llamare… ─indico mientras se alejaba de la residencia a paso apresurado.
La era cálida y la brisa fresca, características de las estaciones cálidas, mas estando ahí parada, la Hyūga se sintió de piedra. La cita no había terminado como deseo, le hubiese encantado conocerlo más a fondo y reírse más de sus anécdotas, aunque hubiesen sido algo tontas y forzosas.
No pudo evitar preguntarse qué había sido todo eso, quien era la persona que llamaba y que asunto era tan urgente. Por un momento paso por su mente "¿Quién es la otra?" pero bien sabía que no era de su incumbencia, si después de todo, bajo ningún sentido, él le debía explicaciones a ella. Pero aun así…
Ya nada quedaba por hacer. Solo abrió la puerta de su casa lista para sacarse los zapatos de tacón que tanto incomodaban al caminar y dedicarse a conciliar el sueño después de dar varias vueltas al asunto junto a su almohada acolchada.
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Una pila de ladrillos y concreto si podía llegar a ser imponente, llego a esa conclusión Hinata, mientras sus pasos dubitativos y su mirada atenta y sorprendida, la guiaban por todo aquel resplandor de arquitectura antigua; sumada a la mano tras su espalda media, que la ayudaban a mantener el equilibrio y a llegar al sitio que estrictamente debía ver. La imponente figura arquitectónica frente a si se alzaba varios metros por sobre la capacidad que su cuello le permitía ver. Los detalles, hermosos y bien moldeados, jugaban con el esplendor que la arquitectura moderna y antigua brindaban a la cuidad, camuflando de todo el bullicio de esta al elegante y minimalista restauran que se ubicaba en la terraza, a la vista de las innumerables luces de la gran urbe, que en la oscura noche parecían luciérnagas que no dejaban de parpadear. Hinata se acercó a la baranda, maravillada por aquella panorámica, dejando salir una sonrisa acompañada por sus pensamientos expresados en voz alta.
─Esto es increíble ─dijo a media voz, impresionada como una niña pequeña.
─¿Te gusta?
─Es asombroso y muy sofisticado ─alago, apartando la vista forzosamente hacia la persona que fue su interrupción. Sasuke Uchiha se encontraba a su lado, sin siquiera prestar atención a la vista panorámica de aquella terraza, que tantas veces antes ya había visto. En lugar de ello, solo le brindo una corta y a la vez encantadora sonrisa a quien sería su cita de esa noche.
Su vista y sonrisa estaban fijas en el horizonte, mas su atención y sus nervios, se encontraban presentes y atentos al personaje junto a ella. Alto, sofisticado, caballero, altivo y galante. Esas y más cualidades eran las que Hinata Hyūga había identificado en el breve tiempo que llevaba junto a él que hacía que sus nervios se pusieran de pie. Su figura de cierta manera la intimidaban, se sentía algo nerviosa ante su presencia; después de todo nunca pensó que estaría junto al chico popular del instituto, heredero de la empresa enemiga de su padre y la figura modelo de arquitectura del año. Ciertamente todo aquello la hacían sentir como gelatina enfriada y movediza dentro de su ser, mas lo caballero y encantador que estaba siendo, le brindaban la comodidad que a su ansiosa personalidad le faltaba.
«Las cualidades de un mujeriego» pensó Hinata no sin cierta gracia, obviando el hecho de que posiblemente estuviera tratando con un experto. No le dio importancia a tal descubrimiento, ¿que importaba eso ya? La estaba pasando bien con él en esos momentos, ya más nada importaba en ese instante.
Su voz profunda al llamar su atención y decirle chef la hicieron sonreír divertida, girando y viendo la cantidad —algo exagerada— de platillos que se servían solo para ellos dos.
─Espero no te moleste, pero sabiendo que esta es tu área; no quería que te perdieras de esto ─anuncio al momento en que con su brazo aludía con dramatismo la recién servida mesa. Sonrió sorprendida, todos aquellos platillos se veían deliciosos y por más decir bien decorados. Extrañamente se sintió alagada, tanto por la hermosa presentación y esmero que había puesto el cocinero en cada porción de comida, como por el disimulado sufijo puesto a sus cualidades.
─No soy una excelente chef ─dijo avergonzada. Él solo sonrió de lado, escudriñándola con esa mirada negra tan misteriosa que solo él poseía. Tal parecía que la asustadiza Hyūga no había cambiado en algunas cosas.
─Eres modesta ─dijo en afirmación mas no en acusación─. La última vez que fui a Italia, probé este delicioso vino, y este es el único restaurant en la ciudad que lo sirve. Ten, prueba un poco.
Hinata se llevó la copa a los labios y gustosa asintió.
─Es un vino muy bueno.
─La próxima vez que lo pruebe, me encantaría hacerlo en su tierra natal. Que dices, ¿no sería bueno recorrer la Toscana juntos?
Hinata dejo su copa de lado para mirarle curiosa. Sus palabras eran directas con cierto tono juguetón en su voz, mismo que la hacían dudar, mas su profunda mirada y sonrisa socarrona le decían que aquello no era un chiste.
Sonrió intentando desviar su incomodidad, pero la atenta mirada de él sosteniendo la suya y sus nulas palabras le indicaron que estaba esperando una respuesta de su parte, fuese cual fuese esta.
Su invitación era en serio y sabiendo de ante mano la reputación de mujeriego y la gran cantidad de dinero que su apellido conllevaba, no le fue difícil imaginar que a más de alguna de sus amigas la había invitado a un viaje similar, como quien dice vamos a tomar un café. Sería fácil para cualquier mujer decirle si a un viaje como aquel y a un hombre como él, mas los viajes para ella no eran algo ajeno, simplemente se sentía cómoda en su hogar; pero con todo aquel análisis, su respuesta no llegaba. Un viaje significaba que estarían lejos de todo y todos, solo ellos dos, conociéndose y llegando más allá de lo que permite una simple cena, cosa que no estaba segura de hacer todavía, si comprometerse con aquello todavía siendo que era su primera salida. Pensó en Naruto, en su cita con él y en lo poco comprometida que se había sentido con el —dicho en el buen sentido—. Era verdad, él también habia sido una excelente cita, le gustaba aquel hombre, mas repentinamente pensó en el poco compromiso de él y en su fugaz huida al final de su cita.
Una pregunta paso por rapidez por su mente y la respuesta le fue dada de forma espontánea, sin pensarlo.
—Por supuesto —dijo con una autentica sonrisa al magnate, levantando su copa de vino en un brindes venidero. Después de todo, ¿Por qué habría que decirle que no?
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Si, lo se u_u el capítulo no es lo que esperaban después de demorarme una eternidad :/ a mí también me dejo como mmm… pero bueno, uno sube lo que en el momento parece ser una buena idea. Prometo –en serio- ponerme al día con esta y con las demás historias, y dejar de lado por un tiempo la historia "leyenda de los Sennin" ya que esa se escribe sola.
Se lo que parece: a Sasuke le di más puntos y mejor perspectiva que a Naruto, pero tranquilos, la historia aún no termina, además lamento si pareciera que me inclino más a un lado que a otro, es solo que nunca he escrito en respecto a un trio amoroso (?)
En fin, agradezco como siempre a las personas que le dieron tanto follow como favorito a la historia =) Miss Galaxy, Aio Hyuuga, Gigi00ohlala, Yeli Uchiha, Lilipili y a Isiiiwhis.
Bueno, ya saben cualquier review es bien recibido ya sea comentario critica, consejo, amenaza (?), etc. Adios, nos leemos c:
Reviews:
Miss Galaxy: Gracias por tus palabras, me alegro saber que el capi anterior te gusto, y lo lamento pero temo que los capis son cortos :c y pues tienen razón, ahora salió con sus dos "tormentos" que le harán las cosas más complicadas a esta señorita en cuestión xD y en cuanto a si Neji acepta o no a Naruto, eso aún no lo puedo revelar :x Nos leemos, cuídate.
Lilipili: Neji celestina… no lo había pensado así pero sí que suena random xD jajaja saludos.
Bellrose: Hola y agradezco tu comentario, como tu voto por el NaruHina, al final lo tendré en mente para ver que será y con cual se queda jajaja xD temo que tendrás que esperar un poco más para ver que tal, y con cual se queda definitivo u_u, hasta entonces, nos leemos bye c:
Anglica: Mmm ahora que lo dices, tipo Naruto real (dentro de la aldea y el mundo anime) creo que no hubiese quedado mal… pero en fin, ya lo escribí como UA, además me gusta ponerlos en situaciones así, y más que anda mezclar los mundos aunque claro que en ese fic no lo hago xD y pues sí, queda aún para saber con cuál de los chicos se quedara, y en cuanto al omento lemon… uuyy me pones de los nervios :s tengo ideas pero nada concreto aun, además de que nunca he escrito lemon, he leído algunos buenos como otros malos pero no sé cómo me saldrán a mi… veré si incluyo y si lo hago avisare xD sayonara!
Eliuska20: Conti aquí! XD saludos
Ami litha: hola y gracias por la felicitación, y pues lamento haberme demorado tanto xd saludos! Espero que el capítulo te guste.

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