¡Un nuevo proyecto en marcha! Me hace tan feliz empezar algo nuevo (y eso que estoy trabajando en varias historias en este momento), pero no me pude resistir en empezar este.

Hacía mucho que había prometido escribir un nuevo Dramione y recién ahora estoy cumpliendo. Espero que este primer capitulo les guste. (Haber si tiene tan buena aceptación como: ¡Estoy embarazada! que superó los 100 comentarios)

Díganme que les pareció este primer capitulo.

¡A leer!

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CAPITULO 1

Catorce de febrero era una fecha muy especial. Era el día en que cada Cupido bajaba a la Tierra para juntar a las parejas que estaban destinada.

– ¡Al fin! ¡Es el día! –Un Cupido con el número ocho grabado en su pecho no paraba de gritar. Estaba bastante contento, había pasado dos años entrenando para ese momento. ¡Era la primera vez que iba a la Tierra! Siempre había sido un soñador fanático del amor, así que ese trabajo era perfecto para él. Al mirar su reloj (cada uno de ellos tenía que tener uno) ¡Solo le faltaban cinco minutos para llegar! Corrió y en cuanto vio la puerta la abrió e ingreso. Empezó a buscar la que dijera: Inglaterra. Pero no la encontraba. Una decía Chile… y no había más que dos Cupidos conversando. Otra Bolivia y también eran muy pocos los Cupidos que se encontraban. Por más que miraba no encontraba la puerta que él necesitaba: Argentina, Perú, Paraguay… ¡No estaba! Volvió a mirar su reloj empezando a respirar de forma entrecortada por los nervios.

–Disculpa… –sintió que alguien le toco en el hombro.

– ¿Si? –Le respondió solo por ser educado. ¿No se podía dar cuenta que se encontraba en un momento difícil?

–Pareces perdido… ¿quieres ayuda? –Cupido número ocho lo miro y prácticamente se le tiró a los brazos para agradecerle. ¿Por qué no se le había ocurrido a él pedir ayuda? Cierto… no quería que supieran que era un novato. Pero en ese momento no tenía más opción… solo le quedaban tres minutos antes de que diera media noche en Inglaterra y empezara el día de San Valentín.

Movió la cabeza en señal de afirmación.

– ¿A dónde estás destinado? –le pregunto el otro Cupido.

–Inglaterra.

–Por eso tienes cara de perdido. –Dijo su acompañante. –Te equivocaste de puerta. Esto es América del Sur. Tú vas a Europa. Tienes que salir y buscar esa puerta.

–Gracias.

Sin más, volvió a correr mientras se retaba mentalmente. ¿Cómo pudo cometer semejante error? ¡Ahora no tenía ni dos minutos para llegar y encontrar la fila de Inglaterra! Esta vez se fijo bien en el letrero de las puertas y en el que decía "Europa" entro finalmente. Mirando su reloj se dio cuenta que solo le quedaban cincuenta segundos para encontrar a sus compañeros. Se notaba que en ese lugar había muchos más Cupidos que en América del Sur. Rápidamente mirando las pequeñas puertas que había en ese salón encontró la que tenía el nombre de Inglaterra, Londres. Y se puso a la fila faltando veinte segundos para la hora… justo a tiempo.

–Al fin vamos a salir –escucho como hablaban tres Cupidos delante suyo.

–Sí. ¿A quién creen que nos va a tocar este año? –Dijo uno con el número cinco.

–A mi no me importa… solo espero que no me toquen "ellos". –Dijo otro con el número trece.

–Toda la razón… yo creo que me volvería al tiro. –con un escalofrío por el repentino terror que le entro al primero que había oído hablar y que llevaba el número once.

A Cupido número ocho le entro curiosidad por saber quiénes eran "ellos". Y aunque se dieran cuenta que él había estado escuchando su conversación no pudo evitar preguntar quienes eran y lo hizo justo cuando la pequeña puerta se habría para dejarles el paso. La fila empezó a avanzar.

Los otros tres blancos como el papel solo lo miraron antes de que el llevaba el número trece le respondiera.

–Se nota que eres un novato. Con "ellos" nos referimos a la pareja que más se odia… son enemigos. Él es rico y mujeriego, tiene todo lo que quiere con simple pedirlo. Ella de clase baja y centrada que odia a los mujeriegos. Ambos estudian en Hogwarts (obviamente la chica esta con una beca) –le decía de forma rápida ya que estaban avanzando rápidamente. – Ninguno de nosotros quiere ser el primero en plantar las semillas del amor en ellos. ¿Cómo? ¿Cuál va a ser la razón por la que fije en él/ella? ¿Qué pretexto para seguir viéndose? ¡Son demasiadas las preguntas! Cada vez está más cerca el momento en que se empiecen a enamorar, pero según el trabajo que haga el primer Cupido que les toque ellos es por lo que se tienen que guiar los demás.

– ¿Y como se llaman? –Por lo que le habían dicho esperaba no ser él. ¡Era un recién llegado!

–Draco Malfoy y Hermione Granger. Pero tú no tienes que preocuparte, ese tipo de trabajo no se lo dan a los novatos.

La puerta a su espalda se cerró y pego un pequeño brinco. Fijándose a su alrededor vio que todo estaba oscuro y de repente aparecieron en sus manos el arco junto a la Aljaba (N/A: Supuestamente así es como se llama donde se colocan las flechas, si estoy equivocada háganmelo saber), además de la lista de parejas que tenía que juntar. Luego el suelo donde estaba parado desapareció y fue la hora en que cada Cupido empezó a volar por todo Londres buscando a las parejas.

–Veamos… el primero es, Theodore Nott y Luna Lovegood. Según esto Luna ya lo quiere y planea regalarle chocolates hoy. –Tomo una flecha y la dirigió hacia la casa de Nott para dispararla mientras seguía hablando para sí mismo– Con el chocolate de hoy aunque la rechazara, va a empezar a mirarla y convertirse en su amigo hasta que le pida noviazgo el treinta de noviembre.

Eso era sumamente fácil. ¿Por qué tuvo que pasar dos años estudiando para eso? No podía entenderlo, pero eso ya no importaba. Siguió sobrevolando Londres y sus alrededores buscando a las personas de su lista, de vez en cuando se topaba con otros Cupidos que pasaban sumamente rápido por su lado buscando a quienes les había tocado.

Un poco más de las cuatro de la mañana al volver a mirar su lista llegaron unos nombres a sus ojos que supuestamente no podían estar ahí: Hermione Granger y Draco Malfoy. No podía ser… eso no podía ser. ¡Tenía que estar viendo más! Supuestamente a él no le tocaría esa pareja. Iba a ser obligación de él de darle el primer paso. Volvió a mirar a su lista para cerciorarse y lo que leyó en la descripción de la pareja lo hizo detenerse en seco: ellos tenían que ser novios ese mismo día.

Estaba en problemas. Sobre todo porque ellos seguían siendo enemigos.

El pánico empezó a entrar en él, pero decidió que esperaría un poco antes de ir con esa pareja, vio la siguiente en su lista: Harry Potter y Ginevra Weasley. La chica llevaba enamorada desde pequeña, pero Potter solo la veía como una hermana… supuestamente.

–Entonces, hoy cuando Harry Potter vea todos los chocolates y flores que recibe la chica Weasley se pondrá celoso y en menos de una semana, después de unos cuantos sueños con la hermana de su mejor amigo, terminara aceptando que se enamoró de ella y le pedirá noviazgo el doce de abril. –Todo eso lo decía por mientras que mandaba la flecha en dirección a la ventada del cuarto del chico.

Eran casi las seis de la mañana cuando volvió a ver los nombres que se había saltado. No se le había ocurrido nada aparte de utilizar "eso"… ¡pero estaba prohibido! Era algo que les habían hecho aprenderse desde el principio, solo en casos extremos se podían ocupar. Hasta el momento no se habían ocupado más de cinco veces y cada una de ellas había reaccionado de forma distinta.

Tomo la caja que estaba escondida en un pequeño compartimiento de la Aljaba y la abrió: Las flechas gemelas. Ese era el nombre de las dos flechas que estaban ahí. Volvió a cerrar la caja y la iba a volver a guardar. ¡Era un novato! No podía utilizar eso. Tenía que haber otra forma, pero sabía que no lo había, así que la abrió una vez más y las sacó.

Voló hasta un punto que quedaba en el mismo centro de ambas casas. Tan lejos la una de la otra pero sabía que de ambas casas se encontraba a la misma distancia.

Colocando las flechas en posición las soltó.

Una se dirigió a una casa sencilla de un solo piso, a la pequeña habitación donde su habitante estaba por despertar.

La otra estaba a las afueras de Londres y la habitación a la cual llego parecía del porte de toda la casa que había ingresado su compañera. Cada una toco a los jóvenes al mismo tiempo.

–Ya está hecho… que sea lo que Dios quiera. –Ya no podía arrepentirse y siguió con el resto de parejas que le tocaban.

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